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Teología Práctica Latinoamericana Reflexiones para la praxis
cristiana en la iglesia, la sociedad y la cultura Vol. 1 No. 1 – Enero/Junio
2021 - San José, Costa Rica Praxis pastoral latinoamericana
en tiempos de pandemia por Covid-19 Estudios previos a la consulta de Teología
Práctica Latinoamericana organizada por la UBL en el año 2021 |
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Situación
de pandemia en tiempos de neoliberalismo Desafíos actuales para la teología práctica Angel Eduardo Román-López Dollinger |
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Resumen La situación de pandemia provocada
por el Covid-19 en el contexto latinoamericano puso en evidencia los efectos
negativos del neoliberalismo para la salud, la naturaleza y la sociedad,
especialmente cuando las políticas económicas de los estados locales no
responden a las necesidades de la población, sino a los intereses impuestos
por la ideología del libre mercado. Frente a la debilidad del Estado para
enfrentar la crisis, las comunidades cristianas tuvieron que desarrollar
estrategias, a veces improvisadas, para responder pastoralmente a las
necesidades de salud y confinamiento de las personas de sus comunidades. En
este contexto cabe preguntarse sobre el papel de la educación superior y la
teología práctica en los procesos de consolidación de liderazgos comprometidos
con una crítica teológica al sistema neoliberal y con capacidades para
acompañar pastoralmente a sus comunidades en tiempos de crisis y catástrofes.
Palabras clave: pandemia, Covid-19,
neoliberalismo, teología práctica, educación teológica. Summary The pandemic situation
caused by Covid-19 in the Latin American context highlighted the negative
effects of neoliberalism for health, nature and society, especially when the
economic policies of local states do not respond to the needs of the
population. but to the interests imposed by the ideology of the free market.
Faced with the weakness of the State to face the crisis, Christian
communities had to develop strategies, sometimes improvised, to respond
pastorally to the health and confinement needs of the people in their
communities. In this context, it is worth asking about the role of higher
education and practical theology in the processes of consolidation of
leaderships committed to a theological critique of the neoliberal system and
with capacities to pastorally accompany their communities in times of crisis
and catastrophes. Keywords: pandemic,
Covid-19, neoliberalism, practical theology, theological education. Situación de
pandemia en tiempos de neoliberalismo Desafíos
actuales para la teología práctica Introducción
Abordar el tema de las consecuencias sanitarias,
sociales, políticas y económicas que ha generado la situación de pandemia del
Covid-19 es una tarea sumamente complicada, y mucho más si incluimos las
implicaciones que esa situación tienen para la formación teológica y para el
quehacer cristianismo de Latinoamérica. Esta dificultad obedece a diferentes
factores, entre los cuales se pueden destacar los siguientes: En primer
lugar, la enfermedad provocada por el Covid-19 es nueva y todavía no se
tienen vacunas para enfrentarla ni mucho menos conclusiones contundentes que
permitan predecir su comportamiento y que ayuden a controlar sus efectos
mortales en la población. En segundo lugar, tanto la
enfermedad como la situación de confinamiento se convirtieron en temas
políticos con visiones encontrada –y algunas irreconciliables– sobre la forma
de ver y comprender los modelos económicos mundiales. Este aspecto cobra
mayor relevancia si se toma en cuenta que las sociedades latinoamericanas son
dependientes de un sistema económico mercantilista, donde la ideología
neoliberal que lo sustenta no se interesa por la vida humana sino por la
protección del capital. En tercer lugar, la información sobre la enfermedad y
sobre las formas de enfrentarla que mayor influencia tiene en la población,
proviene de las redes sociales y medios de comunicación masiva. Este último
aspecto es fundamental, pues por un lado la saturación de información en las
redes sociales puede producir un conocimiento fragmentado de la enfermedad y
sus consecuencias y, por otro lado, el conocimiento que proviene de algunos
medios de comunicación masiva generalmente está condicionado por la ideología
que representan. En todo caso, para la educación teológica superior
latinoamericana y, especialmente, para la teología práctica, esta experiencia
de emergencia mundial se constituye en un desafío ineludible. Por esa razón,
para abordar esta temática el presente artículo lo hace desde cuatro
dimensiones o perspectivas diferentes pero complementarias: 1) La
reflexión política de la fe en un sistema neoliberal mundial, 2) El liderazgo
eclesial en tiempos de crisis, 3) La teología práctica como disciplina
científica y 4) Los desafíos para la educación teológica superior. La reflexión política de la fe en un sistema neoliberal
mundial
La situación
de crisis que vive la humanidad a causa de la pandemia que generó la
enfermedad denominada Covid-19, ha provocado diferentes reacciones mundiales,
las cuales afectan la vida social, política, económica, cultural y religiosa
de las sociedades. Una de las políticas mundiales recomendada por la
Organización Mundial de la Salud para tratar de enfrentar y frenar la
pandemia fue la del confinamiento o aislamiento de las personas.[1]
Recomendación que al principio se asumió con relativa tranquilidad,
especialmente en Latinoamérica, pero con el tiempo fue generando
dificultades, pues quedó claro que nuestras sociedades con economías
neoliberales y democracias impuestas, dependen del consumo y de las políticas
económicas internacionales para sobrevivir y, por ello, los estados no están
preparados ni tienen la capacidad para enfrentar ese tipo de medidas. Por esa
razón, tampoco es de extrañar que la mayor resistencia a las políticas
sanitarias de confinamiento llegó por parte de grupos y líderes
empresariales. En ese sentido, el Covid-19, puso en evidencia los
efectos catastróficos que ha generado el sistema neoliberal impuesto por un
lógica económica de la exclusión y de la afirmación de la ley de mercado.
Esta ideología neoliberal, que se consolidó desde la década de los ochenta
del siglo pasado, se ha constituido en un modelo económico que no solo
privatiza los recursos sociales, sino sobretodo favorece al sector comercial
y financiero. Por esa razón, diversos sectores de la población quedan en
condición de vulnerabilidad económica y social, lo cual genera una crisis
social permanente, como se puede observar actualmente en las manifestaciones
de descontento popular que, a pesar de la pandemia, han emprendido los
movimientos sociales de diferentes países de Latinoamérica: Desde la década de los ochenta, a
medida que el neoliberalismo se impuso como la versión dominante del
capitalismo y este se sometió cada vez más a la lógica del sector financiero,
el mundo ha vivido en un estado de crisis permanente.[2] Ahora bien, la consolidación del neoliberalismo en
Latinoamérica no es un hecho casual, sino es producto del fracaso de los
modelos desarrollistas impulsados desde mediados del siglo pasado y que
culminaron con políticas estatales represivas y con la sumisión de los
estados locales al capital internacional. Aunque el neoliberalismo se
presenta a sí mismo como pensamiento y proyecto económico, en la práctica se
constituye en la imposición de un proyecto de sociedad democrática, donde el
Estado sede al mercado local e internacional su función y este último se
convierte en el principio rector y organizador de la sociedad.[3]
Esta doctrina que rechaza la injerencia estatal en aspectos económicos es lo
que se denomina laissez faire. En consecuencia, y como ya lo
venía afirmando Pedro Casaldáliga hace dos décadas, “el neoliberalismo es la
muerte”[4], porque sigue siendo el
capitalismo llevado al extremo, convirtiendo al mundo en un mercado al
servicio del capital, el cual se constituye en un dogma teológico totalitario
y totalizador.[5] Por otro lado, el
neoliberalismo le quita la responsabilidad al Estado de ser el ente que
representa los intereses de la colectividad y que le asegura el acceso a los
servicios públicos. Este sistema le da muerte a las utopías y a los sueños
colectivos orientados a la transformación de la sociedad, es decir, aliena a
las personas con la necesidad de consumir y fomenta la negación del trabajo
comunitario y la solidaridad colectiva. Para lograr esto, el sistema
neoliberal emplea diferentes estrategias ideológicas y prácticas, tales como:
acceso masivo, generalizado y descontrolado a la tecnología digital y virtual
de información y comunicación, promoción de las libertades individuales orientadas
al consumo y la visión de una forma de democracia controlada, hecha a la
medida del sistema de mercado y aplicable a toda las sociedades.[6] En otras palabras, el neoliberalismo retoma la
visión antropocéntrica del capitalismo clásico, donde se exalta el mercado y
se estimula la degeneración de la persona: cambia el compartir-con-los-otros
por el tener-para-sí-mismo. Además, niega la comunidad, en cuanto que
cambia el ser-en-los-otros por el ser-en-sí-mismos. Esta claro
que, para la teología en general y para la teología práctica en particular,
es importante abordar críticamente esa visión reduccionista del mundo, con el
fin de poner en evidencia que un sistema mercantilista no puede ni debe
sustituir al Dios de la vida, al que se hace comunidad, al que comparte, al
que se solidariza con la humanidad y con la naturaleza, al que acompaña a
través de la comunidad de fe, aún cuando el Estado no lo hace. En efecto, desde nuestro compromiso de fe y desde
nuestra acción cristiana debemos anunciar esperanza en un mundo pandémico.
Asimismo, es fundamental que la actual experiencia de enfermedad, muerte y
confinamiento generada por el Covid-19 también nos debe motivar a denunciar
al sistema capitalista neoliberal que destruye no solo la humanidad y sus
esperanzas, sino también la naturaleza. En ese sentido, De Sousa Santos
indica que el mercado es una realidad omnipresente en el mundo y que, en
estos tiempos de pandemia, refleja con mayor claridad que se ha constituido
en una bendición para los grupos poderosos y en una maldición para las
mayorías vulnerables y para la naturaleza.[7] Para comprender por qué el
capitalismo neoliberal hace más difícil enfrentar asertivamente la situación
de pandemia del Covid-19 en el contexto latinoamericano, es importante tener
presente algunas contradicciones que son inherentes a este sistema económico.
En primer lugar, en Latinoamérica –con sus diferentes contextos y realidades–
vive una población diversa, la cual experimenta una profunda desigualdad
económica. Esta situación genera que grandes sectores de la población queden
en condición de exclusión del sistema de mercado, ya sea porque no pueden
integrarse como fuerza laboral, o porque aún integrándose, sus ingresos no
les permiten tener acceso pleno a los beneficios sociales: educación, salud,
empleo, seguridad social y otros. Por otro lado, la economía neoliberal, representada
por el mercado internacional, tiene mecanismos políticos que le dan
suficiente poder para imponer sus estructuras a otros estados, especialmente
a los más débiles, como en la mayoría de casos de Latinoamérica. La ley de
mercado le permite al neoliberalismo regular la concentración de la riqueza
mundial en pocas manos y, además, legitima la imposición de las economías
fuertes sobre las débiles. Esta ley de mercado, fundamental para el
capitalismo clásico, abrió las posibilidades para que la economía neoliberal
implementara la política de privatización de empresas e instituciones
públicas nacionales. Por esa razón, los programas de salud locales no
están capacitados para responder a la pandemia, pues la salud dejó de ser
responsabilidad del estado desde que a través de los procesos de
privatización, la transfirió, junto con la educación, la seguridad social y
otros beneficios sociales, a los holdings, sociedades anónimas y empresas
privadas.[8]
La afirmación anterior tiene validez inclusive para
algunos de los estados o países que se consideran desarrollados, como los
Estados Unidos, pues a pesar de haber logrado desarrollar programas de salud
eficientes, los mismos responden a un complejo sistema basado en la ideología
del libre mercado.[9].
Y cuando en esos países se logra garantizar un acceso mínimo a la salud
universal para los sectores más desfavorecidos de la población, como en el
caso de la reforma del sistema sanitario “Ley de Protección del Paciente y de
Cuidado Asequible a la Salud”, conocida como ObameCare, las reacciones
del sistema neoliberal son drásticas y buscan eliminarlas por cualquier
medio, como lo prometió el presidente Donald Trump durante su campaña
presidencial del año 2016 y como trató de hacerlo durante su mandato. Si los Estados Unidos, que tradicionalmente se ha
considerado como el ejemplo de la democracia mundial, no ha contado por mucho
tiempo con un sistema de salud en favor de las mayorías sociales, qué se
puede esperar de los estados latinoamericanos que dependen de las políticas
económicas del libre mercado que les imponen los países industrializados. En consecuencia, la libertad que supuestamente
promueve el neoliberalismo para todas la personas, se reduce a la libertad
para el consumo en el mercado. Es por ello que no le interesa la salud
como un beneficio y derecho humano, sino solamente como una mercancía que
responde a criterios económicos de oferta y demanda. Es una libertad que
manipula todos los ámbitos de la vida y promueve una democracia impuesta y
exclusiva para que prevalezca el sistema del libre mercado. La imposición del capitalismo neoliberal en los
estados locales de Latinoamérica también fortalece la idea generalizada que
vivimos en estados democráticos. Sin embargo, la democracia que ofrece el
neoliberalismo es manipulada y aprovechada por los grandes inversionistas
para imponer una economía consumista mundializada. Desde que iniciaron los
procesos de privatización de los bienes sociales de los estados locales –en
la última década del siglo pasado– se comenzó a percibir la existencia de
diferentes tipos de democracias controladas, las cuales se caracterizan por
la corrupción e impunidad de los sectores poderosos y de sus representantes
en el estado local, así como por la concentración del poder político y
económico en sectores empresariales.[10] Políticamente, para el neoliberalismo es fácil
ofrecer esa idea de sociedades democráticas, porque, como señala Guillermo
Hansen, se aprovecha del hecho que “la democracia es considerada como el
orden político que –con relativa independencia de los modelos económicos– la
mayoría de los latinoamericanos encuentra deseable, recomendable y
necesaria”. Pero, hay que recordar que la democracia ha sido “el resultado de
décadas de lucha y organización popular” y, por tanto, es indispensable
defenderla desde la misma población, pues las artimañas neoliberales
“amenazan severamente las instituciones democráticas y dañan los lazos entre
estado y sociedad”.[11]
En ese sentido, es necesario recuperar la organización y lucha popular como
instrumento democrático y es aquí donde la iglesia y la práctica cristiana se
ven interpeladas. Lo que hemos visto hasta el
momento, nos permite afirmar que la situación de pandemia que vivimos
actualmente a causa del Covid-19, no es una cuestión que tiene que ver
solamente con la salud, sino con un sistema económico y político que responde
a leyes mercantilistas, como lo es el capitalismo neoliberal, el cual ha secuestrado,
a través de la privatización, los beneficios sociales vinculados a la salud,
educación y seguridad ciudadana, y los ha puesto al servicio del mercado. En
esta estrategia mercantil no caben seres humanos ni naturaleza, solamente los
capitales y las posibilidades para el consumo. En medio de esta situación desesperanzadora, le
corresponde a la iglesia latinoamericana asumir su papel profético de
denunciar sistemas de muerte y anunciar la esperanza que las crisis también
son una posibilidad para recuperar aquellas utopías orientadas a construir
colectivamente sociedades más justas y humanas. El liderazgo eclesial en tiempos de crisis
Frente a la crisis pandémica provocada por el
COVI-19, la reacción de algunas iglesias de Latinoamérica fue inmediata y se
buscó acompañar pastoralmente a los grupos sociales que fueron más afectados.
En ese sentido, se pudieron identificar algunas experiencias pastorales de la
salud que respondieron coherentemente a las
necesidades de la población. Este tipo de pastorales se caracterizan
por promover la calidad de vida y los derechos de las personas que sufren por
los embates de la enfermedad y el confinamiento.[12] Sin
embargo, a pesar de la buena voluntad y del gran esfuerzo realizado, en la
mayoría de los casos las iglesias no estaban preparadas con estrategias
eficientes ni contaban con los niveles de organización apropiados para
enfrentar una situación de tal magnitud. Este aspecto quedó reflejado en las
experiencias pastorales recientes de diferentes personas con liderazgo
eclesial en Latinoamérica.[13] Por otro lado, algunos grupos cristianos de
Latinoamérica consideraron el virus como algo que solo afectaba a otros
países o personas, pero no a sus comunidades de fe. Sin embargo, esa visión
tradicional de considerar el espacio físico de la iglesia como el único que
ofrece protección comunitaria se vino abajo rápidamente, pues luego del
crecimiento de los contagios y muertes, así como del impacto psicológico y
social que generó el confinamiento, las iglesias se vieron en la necesidad de
desarrollar algunas estrategias de comunicación y atención a los miembros de
sus comunidades. En poco tiempo, las iglesias tuvieron que aprender el uso de
nuevas tecnologías de información y comunicación. En algunos espacios,
inclusive, se desarrollaron programas de trasmisión en vivo de las liturgias.
Las redes sociales y los sistemas de encuentros virtuales se saturaron. Sin embargo, conforme nos fuimos acostumbrando a la
crisis, la tecnología digital y virtual también se convirtió en una nueva
forma de consumo para la sociedad en general y para las iglesias en
particular. En muchos casos se perdió la reflexión crítica sobre lo que está
ocurriendo y sobre las causas socioeconómicas y políticas que permitieron que
esta crisis social se hiciera más profunda e insostenible. Se comenzó a vivir
en un mundo mediado exclusivamente por las redes sociales, las cuales se
están encargando de determinar qué estrategias de recepción, consumo y
reproducción de información necesitamos. Todo se hizo tan fácil como recibir
información en las redes sociales y compartirlas con un par de clics a otros
grupos a través de esas mismas redes, generalmente sin una revisión o
reflexión crítica de sus contenidos. En efecto, la manipulación mediática, junto a la
presencia constante y efectiva de las fake news (noticias falsas) en
los contextos sociales y eclesiales latinoamericanos, ha contribuido a
debilitar aún más la percepción crítica cristiana de la realidad social y,
con ello, también está perdiendo fuerza la dimensión política de la fe que,
desde su irrupción en el contexto latinoamericano a través de la teología de
la liberación, permitió orientar las acciones cristianas hacia proyectos
comunitarios de trasformación social. La saturación de información en las redes sociales y
los medios de comunicación, así como su impacto en la percepción de la
realidad sobre la pandemia que vivimos, ha generado un estado de anomía
informativa, un estado donde vamos perdiendo la capacidad de identificar
de forma responsable los efectos de la información que utilizamos. En ese
sentido, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en sintonía con la
Organización Mundial de la Salud (OMS), considera que junto a la pandemia
generada por el Covid-19, estamos viviendo una pandemia de información, a la
cual denominan infodemia y la definen de la siguiente forma: Las infodemias son una cantidad
excesiva de información sobre un problema que dificulta encontrar una
solución. Durante una emergencia de salud, las infodemias pueden difundir
errores, desinformación y rumores. También pueden obstaculizar una respuesta
efectiva, así como crear confusión y desconfianza en las personas con
respecto a las soluciones o los consejos que se plantean para pre- venir la
enfermedad.[14] Para que las iglesias del contexto latinoamericano
eviten caer en las infodemias, es importante tener claridad en la
información que las personas con liderazgo eclesial utilizan para abordar
temas complejos como el del Covid-19. No se pueden tomar decisiones
pastorales a partir solamente de la información que nos proporcionan las
redes sociales o los medios de comunicación masivos. Además, por ser una
enfermedad nueva, todavía no se tienen conocimientos suficientes para
elaborar conclusiones determinantes sobre su prevención y control. Esto
implica que, para evitar caer en especulaciones, es necesario trabajar con
las instituciones responsables de la salubridad ciudadana, por ejemplo, con
los ministerios de salud de cada país, pues son ellos los responsables de
trazar las líneas de información y prevención que se deben tomar en cuenta al
realizar eventos religiosos en tiempos de crisis o catástrofes como el
actual.[15] Por esa razón, cuando las personas con liderazgo
eclesial abordan pastoralmente la situación de pandemia deben mantener un
perfil de compromiso social coherente con la ética y responsabilidad
cristiana. Es decir, su compromiso no es ser sensacionalista ni alarmista, ni
tampoco se debe minimizar la magnitud de la situación, sino más bien es
necesario trasmitir información que provenga de fuentes confiables y que
responda a la situación concreta que atraviesan las personas a las que se
dirige la pastoral, con el fin que estas personas también asuman la
responsabilidad de enfrentar la crisis con acciones y soluciones que
beneficien a la colectividad. En ese sentido, junto a la confianza y
credibilidad, también es importante la transparencia en la información, lo
cual exige un alto grado de responsabilidad por parte de las personas con
liderazgo eclesial o pastoral.[16] En otras palabras, no se trata de utilizar los
medios modernos de comunicación e información para reproducir el modelo de
consumo que el sistema nos impone. Se trata más bien, de aprovechar esos
medios y la situación de crisis que vivimos, para construir proyectos
alternativos al sistema. Lo más importante es utilizar esa tecnología para
repensar el mundo y para identificar el compromiso que, como seres humanos y
como personas cristianas, debemos asumir en la sociedad. Por otro lado, desde el liderazgo eclesial, es
necesario comprender que no se puede trabajar de forma aislada, pues para
enfrentar situaciones de crisis que afecta a grupos sociales, es muy
importante tomar en cuenta los conocimientos que ofrecen otras disciplinas
que no están necesariamente vinculadas a la teología. Esta apertura a otras
formas de conocimiento, se constituye también en un cambio de paradigma para
la reflexión teológica y para la praxis pastoral, ya que, por un lado, se
aleja de verdades absolutas que pueden impregnar a cualquier disciplina y,
por otro lado, se compromete con un liderazgo cristiano más complejo,
dinámico, global, inter y trans-disciplinario, y por lo tanto más efectivo. Por último, como ya se indicó anteriormente, es
necesario fomentar un liderazgo eclesial con la capacidad de aceptar los
retos que impone la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y
comunicación aplicadas a los programas pastorales. La implementación de esas
tecnologías en la educación y en la labor pastoral está abriendo espacios
nuevos que, además de ser diferentes a los tradicionales, son cada vez más
complejos. Si bien esos espacios agilizan los procesos pastorales y las formas
de enseñanza-aprendizaje, también transforman drásticamente los sistemas
eclesiales y educativos. Por ejemplo, los espacios físicos tradicionales para
desarrollar las liturgias, para las escuelas dominicales o para las clases en
las universidades, se están sustituyendo por entornos virtuales. El papel de la teología práctica como disciplina científica
Antes de abordar los desafíos que surgen para la
formación teológica superior a partir de la experiencia de la pandemia
provocada por el Covid-21 y de la respuesta pastoral implementada por las
comunidades eclesiales, es importante identificar la función científica de la
teología práctica. En ese sentido, partimos de la base que la teología
práctica es una disciplina en constante construcción, cuyo objeto de estudio
es la praxis cristiana. Esta afirmación se fundamenta en el hecho que, desde
la perspectiva epistemológica, la ciencia se construye y define a través de
paradigmas que están constantemente en proceso de evolución. Es decir, con el
desarrollo y los avances del conocimiento científico las formulaciones sobre
ciencia pierden vigencia y dan paso a nuevas interpretaciones, a nuevos
modelos teóricos y metodológicos.[17] En el contexto académico, ese proceso de conversión
epistemológica puede generar discrepancias y obstáculos muy difíciles de
superar y, por ello, también se constituye en un debate político,
especialmente cuando se trata de determinar quién o quiénes deben confirmar o
impugnar el carácter científico de una disciplina.[18] Sin
embargo, una forma plausible para enfrentar el debate sobre la confirmación o
impugnación del estatus científico de la teología práctica, es que su
reflexión sea capaz de: Generar rupturas epistemológicas
con modelos obsoletos de construir conocimiento.[19] Integrar en la reflexión
disciplinaria los contextos, coyunturas y sujetos específicos que intervienen
en la creación de conocimiento.[20] Verificar
constantemente la pertinencia del método que emplea la disciplina para
desarrollar conocimiento.[21] Esos tres elementos son los que han caracterizado a
la teología latinoamericana de la liberación y forman parte de la teología
práctica, por ello, la validez de esta forma de hacer teología no se
encuentra solamente en el conocimiento racional o en la práctica social, como
eventos separados, sino más bien en la praxis (cristiana), la cual se
caracteriza por la vinculación dialéctica (dinámica y coherente) que hace
entre la reflexión teórica (de la fe) y la acción transformadora (cristiana)
en la historia humana. Sobre esta base, se puede
afirmar que uno de los desafíos académicos para la teología práctica en
contextos de crisis colectiva, como en el caso de la pandemia generada por el
Covid-19, es desarrollar un discurso teológico que responda no solo al hecho
evidente (los efectos de la pandemia) y a las condiciones sociopolíticas y
económicas que permiten que ese hecho afecte con mayor rigor a las
poblaciones más vulnerables del mundo, sino sobre todo que ese discurso tenga
la capacidad de movilizar a los grupos cristianos para que se comprometan en
proyectos colectivos de transformación social. Lo anterior implica que no se trata solo de recibir,
consumir y transmitir información a través de las redes sociales. Se trata
más bien de construir un discurso teológico que refleje la palabra de Dios
contextualizada, es decir, ese discurso tiene que ser una Buena Nueva, una
Buena Noticia, para la humanidad en su contexto histórico específico de
crisis social y no solamente un paquete de información, ni mucho menos una imposición
de reglas doctrinarias que prohíbe la reflexión crítica de la fe. Asimismo,
requiere que el método que emplea para generar conocimiento, tenga la
capacidad de integrar la realidad y experiencia humana en las reflexiones
sobre Dios, fe y espiritualidad. Esa debe ser una de las características de
la teología práctica latinoamericana. Su propuesta teológica debe surgir de
la sistematización que las personas teólogas hacen de la dimensión política
de la fe, la cual se forma a partir de sus experiencias concretas con las
comunidades cristianas reunidas como pueblo de Dios.[22] Otro elemento inherente a la teología práctica es su
función eminentemente profética. Es decir, sus reflexiones no solo parten de
la práctica de la fe comunitaria, sino sobre todo se constituyen en denuncia
de las injusticias sociales y, a la vez, en anuncio sobre la
posibilidad de construir un mundo nuevo, un mundo justo, un mundo coherente
con el Reino de Dios que anunció Jesús. Entonces, como reflexión crítica de la fe, la
teología práctica latinoamericana debe ser eminentemente política y su
validez teológica se verifica en los siguientes criterios: (1) Mantiene
una autocrítica constante a sus postulados. (2) Interpreta críticamente
el contexto socioeconómico y cultural de donde parte. (3) Está orientada
a desarrollar una práctica histórica de la fe (ortopraxis) y no debe
reducirse a seguir reglas dogmáticas de interpretaciones descontextualizadas
de la fe (ortodoxia). Los desafíos para la educación teológica superior
La situación de pandemia en un contexto neoliberal
como el que experimentan los países latinoamericanos, así como la reacción
solidaria de la iglesia frente a esta crisis mundial, puso en evidencia
también algunos desafíos para la educación teológica superior latinoamericana.
En primer lugar, cabe preguntarse, ¿hasta qué punto la educación teológica
que se promueve en las instancias de educación superior latinoamericana está
cumpliendo su función de interpelar sistemas que en nombre de la ideología
del libre mercado excluyen y exponen a la muerte a los grupos sociales más
vulnerables de nuestros contextos? En este sentido, la educación teológica superior
debe orientar sus esfuerzos a promover la justicia humana sostenible, a
través de programas académicos que incluyan la formación profesional de
personas con liderazgo eclesial en la elaboración de proyectos pastorales
orientados a promover el bien común, la solidaridad y la transformación
social en cualquier momento histórico, pero especialmente en tiempos de
crisis y catástrofes. Por ejemplo, a través de las diferentes áreas que
abarca la teología práctica, se puede contribuir a desarrollar un liderazgo
cristiano con las capacidades profesionales necesarias para elaborar
protocolos de información y atención a personas y comunidades que se
encuentran en situación de vulnerabilidad social. Asimismo, es importante tener claro que la educación
teológica es un medio indispensable para formar un liderazgo cristiano
competente y responsable frente a los desafíos de los nuevos signos de los
tiempos. Por esa razón, junto a la capacitación profesional en la elaboración
de proyectos de acción o intervención social, la educación teológica también
debe fomentar el pensamiento académico crítico, entendido como la praxis
cristiana que se orienta no solo a la búsqueda intelectual de la
transformación de la sociedad, sino sobre todo que esté vinculada a las
realidades sociales específicas del contexto latinoamericano.[23]
Otro desafío importante para la educación teológica
que se pone en evidencia en el contexto actual de crisis mundial, se refiere
a la construcción de estrategias de enseñanza-aprendizaje para integrarse
asertivamente al nuevo paradigma educativo representado por la tecnología
digital y virtual de nuestro tiempo. En este sentido, la educación teológica
superior latinoamericana, debe preguntarse, ¿cómo construir alternativas
pedagógicas y didácticas que permitan generar en las personas las capacidades
necesarias para desarrollar conocimientos y saberes transformadores? Una posible respuesta a esa
interrogante puede encontrarse en el método pedagógico propuesto por Pablo
Freire, al cual denominó la “pedagogía de la pregunta”, la cual implica que
en la elaboración de respuestas coherentes con el contexto social deben
intervenir fundamentalmente las dos fuentes primarias de experiencia e
información pedagógica. Por un lado, los sujetos involucrados en la
construcción del conocimiento y, por otro lado, los contextos particulares
donde se realiza la acción e interacción que conduce a ese conocimiento.
Estas dos fuentes de información le darán la seguridad a la formación
teológica que sus respuestas pedagógicas y didácticas son eficientes, pues
reflejan las necesidades reales de la educación. Asimismo, esta metodología
pedagógica debe afectar los tres niveles institucionales de la educación
teológica: administrativo, académico y el de la participación social.[24] Sobre la
base de este modelo pedagógico de formación teológica superior, la tecnología
digital y virtual se puede constituir en instrumento que facilita y promueve
procesos de aprendizaje modernos, pero sobre todo, permitirá usar este tipo
de instrumentos con responsabilidad, reconociendo sus potencialidades para
apoyar en la transformación social, pero también identificando el peligro que
puede significar su uso inmoderado y acrítico. Conclusión
Las reflexiones que aquí se presentaron trataron de
plantear que la situación actual de emergencia sanitaria y social, generada
por el confinamiento y la pandemia del Covid-19, no se puede comprender ni
mucho menos enfrentar con propuestas sencillas de intervención, pues la misma
se ha generado dentro del contexto de una realidad diversa y compleja. Por
ello, las propuestas de proyectos pastorales orientados a atender a las
poblaciones vulnerables que son las que padecen con mayor vigor los efectos
negativos de la pandemia, deben tomar en cuenta no solo los instrumentos de
comunicación que facilitan las nuevas tecnologías digitales y virtuales, sino
sobre todo deben involucrar una reflexión crítica de la fe en contextos de
exclusión y consumismo como el que promueve la economía mundial fundamentada
en un sistema ideológico de corte neoliberal. Asimismo, el artículo buscó motivar la reflexión
crítica y constructiva sobre los desafíos que esta situación de crisis genera
para la educación teológica superior. Desafíos que deben estar orientados a
formar personas con perfiles profesionales que tengan la capacidad de
asegurar y promover el desarrollo humano y la justicia social en sus
respectivos países. Además, que tengan la capacidad de utilizar y promover el
uso responsable de la tecnología digital y virtual. Es así como, desde la
educación teológica, podemos contribuir en la construcción de un mundo
diferente, donde la solidaridad, el bien común y el respeto a la naturaleza
sean los criterios éticos de comportamiento humano. Bibliografía
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Dollinger.
Teólogo suizo-guatemalteco, anglicano y cooperante ecuménico de la
organización suiza de cooperación para el desarrollo Misión 21. Actualmente
trabaja como docente en teología y como asesor en investigador en la
Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica. Correo electrónico: a.roman@ubl.ac.cr |
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[1] OMS, “Brote de enfermedad por coronavirus (COVID-19)”, Página oficial de la OMS, Organización Mundial de la Salud, el 1 de febrero de 2020, https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019.
[2] Boaventura De Sousa Santos, La cruel pedagogía del virus (Buenos Aires: CLACSO, 2020), 19.
[3] Germán Gutiérrez Rodríguez, Globalización, caos y sujeto en América Latina: el impacto del neoliberalismo y las alternativas (San José, Costa Rica: DEI, 2001), 15.
[4] Cf. “El neoliberalismo es la muerte”, Alternativas: revista de análisis y reflexión teológica 4, núm. 7 (1996): 241–45; “El neoliberalismo es la muerte”, en Agenda Latinoamericana ’94, ed. José María Vigil (Zaragoza, España: Comités Oscar Romero, 1993), 94–95, https://www.servicioskoinonia.org/relat/016.htm.
[5] Esta visión fetichista del capitalismo, impuesta por la ideología neoliberal, le confiere un carácter trascendente, divino e idolátrico al sistema, lo cual no solo es anticristiano, sino sobre todo antihumano. Una crítica interesante sobre la idolatría del capital se encuentra en: Enrique Dussel, Las metáforas teológicas de Marx (Estella, Navarra: Verbo Divino, 1993); Enrique Dussel, El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana: un comentario a la tercera y a la cuarta redacción de “El capital” (Madrid: Siglo XXI, 1990). Desde la perspectiva de la idolatría del mercado en la teología de la prosperidad, se sugiere consultar: Juan Jacobo Tancara Chambe, “‘Dios no es un dios de pobres...’:”, Vida y Pensamiento 39, núm. 2 (el 18 de diciembre de 2019): 149–73, http://revistas.ubl.ac.cr/index.php/vyp/article/view/74.
[6] Cf. Casaldáliga, “El neoliberalismo es la muerte”, 242–43.
[7] De Sousa Santos, La cruel pedagogía del virus, 33.
[8] Guillermo Hansen, “Más allá de la euforia o el derrotismo: algunas consideraciones éticas y teológicas frente a los nuevos cambios en América Latina”, Cuadernos de Teología XVII (1998): 177.
[9] Celia Iriart, “El sistema de salud de los Estados Unidos: Mitos y realidades (Parte I)”, Saúde em Redes 2 (el 1 de mayo de 2016): 07–21, https://doi.org/10.18310/2446-4813.2016v2n1p07-21.
[10] Samir Amin y Francois Houtart, Mundialización de las resistencias: estado de las luchas 2002 (Bogotá, Colombia: Desde Abajo, 2003), 125–28.
[11] “Más allá de la euforia o el derrotismo”, 177.
[12] Cf. Edwin Mora Guevara, “Pastoral de la salud”:, Vida y Pensamiento 40, núm. 1 (el 13 de agosto de 2020): 71–86, http://revistas.ubl.ac.cr/index.php/vyp/article/view/86.”plainCitation”:”Cf. Edwin Mora Guevara, “Pastoral de la salud”:, Vida y Pensamiento 40, núm. 1 (el 13 de agosto de 2020
[13] UBL, “Acción Pastoral y COVID-19. Encuesta sobre experiencias y acciones pastorales implementadas por personas y comunidades de fe para enfrentar la crisis generada por el Coronoavirus” (Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL), 2020).
[14] OPS, COVID-19. Consejos para informar. Guía para periodistas (Washington D.C.: Organización Panamericana de la Salud (OPS), 2020), 2.
[15] Ministerio de Salud, “LS-SP-001. Lineamientos generales para actos religiosos ante la emergencia sanitaria por COVID-19” (Ministerio de Salud de Costa Rica, 2020), https://www.ministeriodesalud.go.cr/sobre_ministerio/prensa/docs/ls_sp_001_actos_religiosos_26062020.pdf.
[16] OPS, COVID-19. Orientaciones para comunicar sobre la enfermedad por el coronavirus 2019. Guía para líderes (Washington D.C.: Organización Panamericana de la Salud (OPS), 2020), 1–2.
[17] Sobre el debate de la validez de los principios epistemológicos de la ciencia, se sugiere consultar: Jean Piaget, Naturaleza y métodos de la epistemología (Buenos Aires, Argentina: Proteo, 1970); Karl Raimund Popper, El mito del marco común: en defensa de la ciencia y la racionalidad (Barcelona: Paidós, 1997); Karl Raimund Popper, La lógica de la investigación científica (Madrid: Tecnos, 1997); Thomas Samuel Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, 3a ed. (México, D.F: Fondo de Cultura Económica, 2012).
[18] Sobre la rupturas epistemológicas como luchas políticas en el gremio de profesionales, se sugiere consultar: Pierre Bourdieu y Loïc J.D Wacquant, Respuestas. Por una antropología reflexiva (México, D.F: Grijalbo, 1995).
[19] Manuel Ortega Álvarez, “Epistemología teológica y límites del conocimiento”:, Vida y Pensamiento 40, núm. 1 (el 13 de agosto de 2020): 123–38, http://revistas.ubl.ac.cr/index.php/vyp/article/view/89.
[20] Nidia V. Fonseca R., “Acompañamiento Pastoral”, Vida y Pensamiento 40, núm. 1 (el 13 de agosto de 2020): 39–55, http://revistas.ubl.ac.cr/index.php/vyp/article/view/84; Andreas Hugentobler, “La función de la educación popular para la teología latinoamericana y la praxis comunitaria”, Vida y Pensamiento 40, núm. 1 (el 13 de agosto de 2020): 11–38, http://revistas.ubl.ac.cr/index.php/vyp/article/view/83.
[21] Sara Baltodano Arróliga, “Reflexionando acerca del método de Circularidad Hermenéutica”, Vida y Pensamiento 40, núm. 1 (el 13 de agosto de 2020): 99–122, http://revistas.ubl.ac.cr/index.php/vyp/article/view/88.
[22] Sobre la dimensión política de la fe, como herencia europea en la reflexión teológica latinoamericana, consultar: Johann Baptist Metz, La Fe, en la Historia y la Sociedad: esbozo de una teología política fundamental para nuestro tiempo (Madrid: Cristiandad, 1979). Específicamente para el contexto latinoamericano, consultar: Hugo Assmann, Teología desde la praxis de la liberación: ensayo teológico desde la América dependiente (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1973).
[23] UBL, Informe de Investigación: Relevancia sociopolítica de la formación teológica de la UBL en América Latina y El Caribe. Estudio empírico del modelo educativo de la UBL según las percepciones de personas egresadas (San José, Costa Rica: SEBILA, 2020), 55.
[24] Angel Eduardo Román-López Dollinger, “Educación teológica latinoamericana. Crisis-Desafíos-Posibilidades”, Fe y Pueblo, Educación teológica en tiempos de cambio, 23, núm. segunda época (2013): 65–66.