|
|
|
|
Teología Práctica Latinoamericana Reflexiones para la praxis
cristiana en la iglesia, la sociedad y la cultura Vol. 1 No. 2 – Julio/Diciembre
2021 - San José, Costa Rica Consulta de Teología Práctica en América Latina
y El Caribe hoy Teoría, Método y Praxis: Hacia una teología práctica latinoamericana
y caribeña |
|
|
La
teología práctica como constructo histórico Hacia una teología práctica con identidad
latinoamericana y caribeña Angel Eduardo Román-López Dollinger pp. 51-68 |
|
|
Introducción
Para mí es un
placer compartir con ustedes una de las dos reflexiones de hoy, las cuales
forman parte de las conferencias de la Consulta de teología práctica
latinoamericana y caribeña organizada por la Universidad Bíblica
Latinoamericana. Asimismo, me alegra mucho compartir esta exposición con
nuestro colega Roberto Zwetsch. Junto a Roberto hemos titulado el tema
general de hoy como: “Teología práctica desde la realidad latinoamericana: Un
desafío permanente y transformador”. Este tema general es muy importante para
iniciar mi participación, pues refleja lo que quiero compartir con ustedes a
partir de las siguientes afirmaciones sobre la teología práctica como
disciplina científica: 1) Es una disciplina teológica que se encuentra
en constante formación y por ello está abierta a la crítica externa e
interna. 2) Su epistemología y metodología se construye a partir de los
contextos y sujetos sociales a los cuales orienta su función. 3) Su
producto final es colaborar en la transformación social a través de personas
capacitadas para enfrentar los desafíos socio-pastorales de sus comunidades. Sobre la base
de las afirmaciones anteriores, abordaré tres temas que considero
fundamentales y desafiantes para la reflexión actual sobre el papel
teórico-práctico de la teología práctica en América Latina y El Caribe: 1)
Validez del estatus científico de la teología práctica. 2) Construcción
histórica de su discurso científico. 3) Identidad
de la teología práctica latinoamericana y su relación con la teología de la
liberación. Validez del estatus científico de la teología práctica
En primer
lugar, hay que indicar que validar el estatus científico de la teología
práctica es un problema histórico que le afecta no solo a ella sino a la
teología en general, ya que, como toda ciencia, tiene que indicar claramente
qué es lo que estudia (objeto de estudio), con qué propósito lo hace y a
través de qué metodología.[1]
Esto se complejiza todavía más, cuando se parte del principio general que la
teología es “una ciencia que quiere aprehender a «Dios», entenderlo y
expresarlo”,[2]
ya que esa afirmación implica que Dios es el objeto de estudio de la
teología. No obstante, intentar poner a Dios como objeto de estudio para
definirlo, comprenderlo o explicarlo, es una tarea muy complicada –si no
imposible– porque, formalmente, Dios no es susceptible de ser observado ni
verificado. Por esa razón, cuando queremos afirmar que la teología es una
disciplina científica, “...no basta con decir que es «la disciplina que
estudia a Dios», sino que es necesario tomar en cuenta quién es este Dios a
quien la teología estudia, y cómo le conocemos”.[3] Según las
premisas anteriores el estudio de Dios solo es posible a través de su
revelación en la historia humana, pues esa es la forma como le podemos
conocer, interpretar y explicar. Esta afirmación, además de validar la
cientificidad de la teología, pues ya no se pone a Dios como objeto de
estudio por sí mismo, permite que la teología práctica asuma una función
disciplinaria determinante, ya que, al ser eminentemente práctica, se
construye a partir de las situaciones contextuales –historia humana– donde se
revela Dios. Aquí radica la importancia de conocer los hechos históricos que
han dado forma a la teología práctica como disciplina, porque sin conocerlos
difícilmente podremos llegar a comprender qué tipo de teología es la que
practicamos y por qué es tan complicado –y a veces hasta casi imposible–
construir una teología práctica con identidad latinoamericana y caribeña. En segunda
instancia, el problema de la teología práctica latinoamericana no radica solo
en la dificultad de validar su estatus científico frente a la misma teología
y frente a otras disciplinas, sino también en el tipo de teología que se
arraigó en Latinoamérica, cuya identidad fue inicialmente europea y
posteriormente estadounidense. Esta teología que se instaló en nuestras
academias, y que generalmente se fundamenta en verdades absolutas, no permite
reinterpretaciones y por eso muchas veces nos cuesta percibirla como un
constructo histórico que nos convoca constantemente a desarrollar nuevas
epistemologías y nuevos enfoques metodológicos. Aspectos fundamentales para
que, desde sus diferentes áreas de trabajo, podamos vincularla coherentemente
a los nuevos desafíos de la realidad social. Obviamente,
para superar la visión reducida de una teología práctica estática, es
necesario generar un proceso de conversión epistemológica en la
academia, el cual permita: 1) generar rupturas epistemológicas con
modelos obsoletos de construir conocimiento, 2) integrar en el análisis
los contextos, coyunturas y sujetos específicos que intervienen en la creación
de conocimiento, 3) verificar constantemente la pertinencia del método
que emplea para desarrollar conocimiento.[4] Las
reflexiones anteriores nos permiten concluir que la teología práctica es una
disciplina en constante construcción, cuyo objeto de estudio es la praxis
cristiana. La primera parte de esta conclusión es aplicable a toda
disciplina, ya que, epistemológica y metodológicamente, la ciencia se
construye y define a través de paradigmas que se encuentran en constante
evolución. En efecto, el avance del conocimiento humano genera que con el
tiempo las formulaciones sobre ciencia pierden vigencia y den paso a nuevas
interpretaciones, a nuevos modelos teóricos y metodológicos. En el caso de la
teología práctica, es la praxis cristiana la que determina el tipo de interpretación
y metodología que servirá de base teórica y práctica para sus diferentes
áreas de trabajo: pedagogía de la fe, psicología pastoral, pastorales
específicas, liturgia, homilética y otras.[5] El estatus
científico de la teología práctica es uno de los temas que esperamos se
aborden en las mesas de trabajo, con el fin de reflexionar sobre cuál ha sido
nuestra historia y qué efectos ha tenido en la forma como construimos
actualmente ese estatus en América Latina. Si bien esta es una consulta de
teología práctica para contextos académicos, les pedimos no olvidar la dimensión
práctica, pues nos interesa identificar cómo podemos hacer la mediación de lo
práctico a lo teórico, para poder elaborar programas de estudio orientados a
formar personas con habilidades y capacidades para enfrentar los desafíos
pastorales actuales de sus contextos. Como ya lo
indiqué arriba, el objetivo es aprender de nuestra historia para no
reproducir simplemente los programas de estudios teológicos que fueron
elaborados en épocas anteriores y para culturas diferentes. Por ello, el
próximo punto que quiero tratar es el de cómo fue la construcción histórica
de la teología práctica como disciplina científica hasta antes de llegar a
América Latina y El Caribe. Este tema nos permitirá comprender por qué
consideramos que la teología práctica desde la realidad latinoamericana es un
desafío permanente y transformador. Construcción histórica del discurso científico de la
teología práctica
Históricamente,
la teología práctica, como disciplina académica, se forma no solo por la
necesidad de encontrar su propia identidad frente a otras formas de hacer
teología, como la bíblica, sistemática o histórica, sino sobre todo surge en
medio de un conflicto político entre el estado y la iglesia. En efecto, tanto
en el contexto católico como en el protestante, la búsqueda de identidad
propia de la teología práctica es y ha sido un desafío permanente.[6]
Sin embargo, fue el conflicto político entre iglesia y estado, durante el
último cuarto del siglo XVII, el que determinó que la teología práctica se
constituyera en una disciplina académica.[7] En este
tiempo, una parte del clero –especialmente jesuita– luchaba por conservar la
autonomía de la iglesia y el derecho a impartir la educación teológica
universitaria. Por su parte, el estado consideraba que la educación teológica
tenía una gran influencia política en la sociedad y, por tanto, tenía que
supervisarla el estado. Es así, como
el 18 de octubre de 1774, la emperatriz María Teresa de Austria promulgó un
decreto, a través del cual le encargó al abad benedictino Franz Stephan
Rautestrauch, elaborar un proyecto para renovar los planes de estudio de la
facultad de teología.[8]
Con este decreto, la monarquía logró no solo que la educación teológica
dejara de ser una función de la iglesia y pasara a ser responsabilidad del
estado, sino permitió que en la facultad de teología en Viena apareciera por
primera ves en la historia de la teología el curso de teología pastoral
como disciplina independiente, la cual ya no se enseño en latín, sino en el
idioma oficial del estado: alemán.[9] El
nombre del curso fue Enseñanza de los deberes del ministerio pastoral.[10]
Por su
orientación a formar sacerdotes, en su inició se conoció a la teología
práctica como ciencia sacerdotal. Posteriormente, en el contexto
protestante, el teólogo luterano Friedrich Schleiermacher, planteó que la
tarea de la teología en general debía ser completamente práctica, es decir,
debía estar al servicio de quien ejerce el pastorado, para ayudarle a guiar
las almas. A partir de estas premisas distinguió tres disciplinas teológicas:
teología filosófica, teología histórica y teología práctica.[11]
Desde entonces, aunque siguió considerándose una ciencia sacerdotal,
el término teología pastoral cambió por el de teología práctica.
Este cambio tuvo repercusiones institucionales y metodológicas profundas,
pues significó una forma diferente de definirla y de especificar su campo de
estudio.[12] En el siglo XIX, especialmente con la influencia de la Escuela de
Tubinga, surgió un movimiento teológico científico, protestante y católico,
que se caracterizó por emplear métodos históricos en el estudio e
investigación de la Biblia. Esta corriente teológica buscó vincular la
teología pastoral a una eclesiología más precisa e integral. Es así como en
1841, con la publicación de su libro Exposición crítica de la situación
actual de la teología práctica,[13]
el teólogo católico alemán Anton Graf, le da una connotación diferente a la
teología práctica, pues propone que la misma no se reduzca a la formación del
sacerdote y su ministerio, sino a la acción de la iglesia en su conjunto. Para Graf la
teología práctica pasó a ser una disciplina eclesial y escatológica, la cual
busca evitar caer en los dos extremos que le han perseguido durante su
historia: 1) un empirismo que enfoca su función solo en la experiencia y
la práctica, 2) una reflexión puramente especulativa y teórica que invisibiliza
completamente las acciones concretas de la práctica eclesial.[14]
A partir de entonces, se considera la teología práctica como acción
eclesial. Después de la
segunda guerra mundial, algunos teólogos católicos, como el alemán Franz
Xaver Arnold y el francés Pierre A. Liégé, hicieron valiosos aportes a esta
forma de pensar la teología práctica. Sin embargo, el teólogo Karl Rahner fue
quien retomó el pensamiento de Graf para desarrollarlo y actualizarlo. Según
Rahner, la teología práctica es más que una colección de normas prácticas o
lineamientos para ayudar al pastor en su trabajo pastoral, pues el sujeto de
la acción pastoral es la iglesia en su totalidad y no solamente sus
funcionarios. Por ello, concluye Rahner, la reflexión sobre la
autorrealización de la iglesia (Selbstvollzug der Kirche) no es una
tarea solamente de la teología práctica, sino de toda la teología.[15] Sin embargo, y a pesar de sus
razonamientos sobre la autorrealización de la iglesia como punto de partida
de la teología práctica, Rahner ubica esta disciplina en el marco
teórico-académico del magisterio de la iglesia, con lo cual la concibe de
nuevo como una ciencia auxiliar que está al servicio de la capacitación o
formación del pastor o sacerdote (Seelsorgerausbildung).[16] Ahora bien, dentro de la misma comprensión de la teología práctica
como acción eclesial, se comienza a gestar su posterior forma de
pensarla, es decir, como una reflexión-acción orientada a la
liberación. A partir de este cambio se denominará a la teología práctica
como praxis de liberación. Esta nueva forma de pensar la teología
práctica se refleja claramente en el Concilio Vaticano II, el cual fue
producto del llamado a actualizar la iglesia (aggiornamento della Chiessa)
y que generó que servirán de base para esa comprensión teológica. Un
documento del concilio muy importante para fortalecer esa línea de
pensamiento es la constitución pastoral Gaudium et spes.[17] Esta comprensión de la teología, específicamente de la teología
práctica, fue el producto ideológico y, posteriormente práctico, del giro
político que tomó la teología en el mundo moderno. Aunque en el contexto
protestante esta comprensión teológica se desarrolló casi paralelamente con
la católica, su sistematización quedó más dispersa. Por esa razón,
generalmente se toma la experiencia católica del concilio como punto de
partida o punto de inflexión entre la teología práctica como acción
eclesial y la teología práctica como praxis de liberación. Además,
a mitad del siglo pasado, la iglesia católica tenía una fuerte influencia en
Latinoamérica y, por ello, es fácil comprender la influencia que tuvieron los
documentes del Concilio Vaticano II en esta región. En todo caso,
hay que tener claro que estos hitos históricos que he comentado sobre la
teología práctica, son solo parte de algunos procesos que se van dando en la
historia y que nos permiten identificar y comprender qué es lo que marca la
diferencia entre un hecho histórico y otro. Es decir, estos hechos
determinantes que marcan el cambio de una forma de pensar la teología a otra,
están compuestos de una serie de hechos concomitantes que al sumarse generan
ese cambio. En ese sentido, nuestro objetivo ha sido señalar los hechos
relevantes que marcan la historia de la teología práctica, hasta convertirse
en una praxis de liberación en Europa. Otro elemento
fundamental para comprender la teología práctica como praxis de liberación,
fue la introducción del método teológico conocido actualmente como
circularidad hermenéutica. Este método lo introdujo en la pastoral el
Cardenal Joseph Cardijn, conocido por haber fundado la Juventud Obrera
Cristiana (JOC) en Bruselas, Bélgica, durante el primer cuarto del siglo XX.
Después de la segunda guerra mundial, Cardijn realizó un trabajo pastoral con
la juventud de postguerra, a la cual le tocó construir las sociedades
destruidas y que, por esa razón, sufrían de mucha presión laboral y
psicológica. La pastoral consistía en analizar la realidad de postguerra de
esa juventud (mediación socioanalítica o ver), hacer una lectura de
esa realidad desde la fe bíblica (mediación hermenéutica o juzgar) y
buscar estrategias conjuntas para que estos grupos juveniles pudieran darle
sentido a sus vidas (mediación práctica o pastoral).[18]
Pero, ahora
cabe preguntarse, ¿qué tiene que ver esto con la identidad de la teología
práctica en Latinoamérica? Este aspecto es el que abordaremos a continuación
de forma breve, pues será nuestro colega Roberto, quien profundizará en ello.
Identidad teológica de la teología práctica
latinoamericana
Al trasladar
la concepción de la teología práctica como praxis de liberación y,
sobre todo, el método de la circularidad hermenéutica, a un contexto
latinoamericano marcado por una coyuntura socio-política muy complicada, con
estados militarizados, con la emergencia de diferentes grupos revolucionarios
y con tradiciones religiosas diversas, es claro que este cambio de visión
teológica impregnará los movimientos populares. Sin embargo, esto también
ampliará la brecha entre las partes en conflicto y por eso será difícil
iniciar un diálogo constructivo. Es así como
se genera en gran parte la dificultad que tenemos de construir nuestra propia
identidad teológica. En ese sentido, cabe preguntarse cómo es posible
construir nuestra identidad teológica latinoamericana: 1) ¿a partir de una ruptura radical con todos esos hechos
históricos que la han formado?, o 2) ¿ a partir de la integración de esa
historia de forma responsable y alternativa? Me parece que, si se asume una
ruptura radical con nuestra historia teológica, se corre el riesgo de perder
una gran riqueza cultural y pastoral. Si se opta por integrar esa historia
teológica de forma responsable y alternativa, entonces, cómo lograrlo, de tal
manera que: 1) genere nuevas formas de pensamiento teológico que
respondan a los desafíos pastorales actuales, 2) integre los contextos
sociales como lugares teológicos, 3) reconozca en los sujetos sociales,
así como en sus culturas, la capacidad de expresarse teológicamente y de
transformar sus propias realidades. Considero que lograr construir una
identidad para la teología práctica latinoamericana que integre esos
elementos es una tarea que aun no hemos terminado y es lo que nos ha
convocado a esta consulta. Estoy
convencido que estas reflexiones son relevantes para las mesas de trabajo de
la consulta, porque, según mi opinión, la identidad de la teología práctica
latinoamericana se ha construido en muchos casos por la asimilación,
generalmente sin crítica y sin procesos de contextualización, de modelos
educativos elaborados, por ejemplo, en Europa o Estados Unidos. Pero, por
otro lado, también existe una corriente orientada a descalificar totalmente
esos modelos y a tratar de construir una identidad teológica puramente
latinoamericana. En el primer caso, cuando se asimila un modelo teológico sin
ninguna crítica y sin contextualizarlo, se destruye la identidad local y se
cae en el conformismo académico. En el segundo caso, cuando se niega
totalmente la posibilidad que tienen esos modelos en la construcción de
identidades, podemos construir una identidad para la teología práctica por
negación de lo otro y no por afirmación de lo que somos. En efecto, cuando
se construye una identidad por negación de lo otro, es recurrente elaborar
discursos, en este caso teológicos, contra lo occidental, contra lo impuesto,
contra lo que representa la otra cultura. Aquí, la dificultad radica en que
podemos olvidar qué es lo que estamos haciendo para construir nuestra
identidad teológica de forma afirmativa. Por eso, sería importante abordar
ese tema a partir del desafío que representa construir una identidad para la
teología práctica que sea rebelde, pero que no niegue su historia y que
afirme su propia identidad. Por esa razón, es necesario preguntarnos ¿qué
estamos aportando a la teología práctica para que sea una disciplina
científica con la capacidad de construir su propia identidad latinoamericana
y caribeña de forma afirmativa y sin perder de vista su compromiso en los
procesos de transformación social? Esta
discusión sobre cómo se puede construir la identidad de la teología práctica
no es algo nuevo ni único de Latinoamérica, pues en Europa, Estados Unidos y
otros contextos se están haciendo reflexiones serias sobre la identidad y el
caminar de la teología práctica en la historia humana. Paradójicamente, en
Europa la experiencia teológica latinoamericana, especialmente la que
denominamos teología o teologías de la liberación, se ha tomando como una
fuente importante para construir una teología práctica eficiente. Una de las
experiencias teológicas actuales de la teología práctica europea, donde se
evidencia la influencia de la teología de la liberación, es, por ejemplo, el
de la teoría de la acción, la cual propone que la teología práctica
debe ser no solo un actuar comunicativo, sino sobre todo un actuar
comunicativo para la transformación social.[19] Las
reflexiones anteriores nos permiten concluir que la identidad latinoamericana
de la teología práctica, puede construirse desde dos perspectivas: 1) a
partir de la negación de lo otro –lo occidental u otras formas de pensar– o 2) a
partir de la afirmación de lo que somos – indígenas, personas mestizas,
campesinas, urbanas y con una historia que trasciende nuestro continente. De
las personas que hacemos teología depende el camino que queremos escoger para
construir nuestra identidad. Espero que ese también sea un aspecto que se
aborde en las mesas de trabajo de esta consulta. Por último,
quiero abordar brevemente la dificultad epistemológica y metodológica que, en
el campo académico latinoamericano y caribeño, genera la relación entre la
teología práctica y la teología de la liberación. Por un lado, hay una
tendencia a considerar que la teología de la liberación sustituye a la
teología práctica, especialmente porque en la primera está implícito que toda
teología debe ser práctica, de lo contrario no puede considerarse totalmente
como teología. Por otro lado, se encuentra la perspectiva que aborda la
teología de la liberación y la teología práctica de forma diferenciada. En
este último caso, se indica que la teología de la liberación enriquece la
función de la teología práctica y la teología práctica ofrece líneas
temáticas para reflexionar en la teología de la liberación.[20]
En todo caso,
es indispensable tener presente que una cosa es indicar que toda teología
debe estar orientada a la práctica, como lo indica la teología de la
liberación y como se puede abordar, por ejemplo, desde la teología
sistemática, lo cual puede fortalecer un discurso teológico, pero otra cosa
es preparar personas con los instrumentos necesarios para que a través de esa
práctica teológica logren transformar la sociedad, lo cual es una tarea que
se puede abordar con mayor propiedad desde la teología práctica. Un ejemplo de
la importancia de la teología de la liberación como discurso crítico de la fe
y de la teología práctica como parte fundamental en la formación de personas
para enfrentar los desafíos actuales, se encuentra en esta situación de
emergencia sanitaria que estamos viviendo con la pandemia del Covid-19 y las
repercusiones en la salud, las relaciones y la comunicación. En medio de esta
situación tuvimos que aprender rápidamente el uso de nuevas tecnologías,
aprendimos a usar redes sociales diversas y a desarrollar cursos virtuales en
diferentes plataformas. Sin embargo, cabe preguntarse –y aquí está el aporte
crítico de la teología de la liberación– si desde nuestras instituciones de
formación teológica hemos preparado personas no solo en el conocimiento de
esas tecnologías, sino sobre todo en su uso responsable, para no caer en el
simple consumismo tecnológico y para que esos medios se constituyan también
en instrumentos de liberación. Este mismo ejemplo aplica para la formación de
personas en el campo teológico pastoral, pedagógico, litúrgico u homilético. Conclusión
Esta consulta
de teología práctica no ha sido pensada para discutir sobre qué es más
importante, la teoría o la práctica, pues eso ya se superó
con la teología de la liberación, especialmente con el concepto praxis,
el cual integra de forma dialéctica –dinámica e interactiva– la teoría y la
práctica. Más bien queremos reflexionar sobre cómo podemos desarrollar
programas de estudios teológicos que permitan a nuestras instituciones
capacitar personas para enfrentar asertivamente los desafíos sociales de sus
contextos. Es decir, no se trata solo de cambiar nombres de cursos o de áreas
de estudio de la teología práctica –por ejemplo, cambiar de educación
cristiana a pedagogía de la fe o pedagogía de la religión–, sino más bien se
trata de reflexionar críticamente sobre las implicaciones que esas áreas
tienen en los perfiles académicos que formamos y, sobre todo, en la
repercusión que tienen esos perfiles en los procesos de transformación de
nuestras sociedades. Espero que
esta consulta nos ayude no solo a seguir rompiendo con los modelos teológicos
educativos obsoletos que nos han impuesto y que ya no tienen validez ni
siquiera en los contextos donde se elaboraron, sino también que nos permita
generar propuestas alternativas de trabajo. Por eso, y para no caer en la crítica
sin propuesta, es necesario hacer consultas, reunirnos, trabajar
conjuntamente en la construcción de una teología práctica con identidad
latinoamericana y caribeña. Quiero
resumir en forma de preguntas que motiven la reflexión lo que he tratado de
plantear durante esta exposición: 1) ¿Qué es lo que permite que la
teología práctica latinoamericana se constituya en una disciplina científica?
2) ¿Cómo podemos construir una teología práctica que afirme su identidad
latinoamericana sin negar los aportes teológicos de otros contextos y
culturas? 3) ¿Sustituye la teología de la liberación a la teología práctica
en Latinoamérica y si no lo hace cómo se ayudan mutuamente para constituirse
en una alternativa para la transformación social? Por último,
considero que la teología práctica debe asumir en Latinoamérica el rol
histórico que le ha tocado vivir, ser una disciplina profética, que no solo
se rebela frente a situaciones de opresión y denuncia sistemas injustos, sino
también que anuncia a través de la formación académica la posibilidad de
construir sociedades justas e inclusivas. Bibliografía
Aigner, Maria Elisabeth. Dient Gott der
Wissenschaft?: praktisch-theologische Perspektiven zur diakonischen Dimension
von Theologie. Münster: Lit Verlag,
2002. Barth,
Karkl. Introducción a la teología evangélica. Salamanca: Sígueme,
2006. Bourdieu,
Pierre, y Loïc J.D Wacquant. Respuestas. Por una antropología reflexiva.
México, D.F: Grijalbo, 1995. Concilio
Vaticano II. Decreto sobre el apostolado de los laicos - “Apostolicam
Actuositatem”. Ciudad del Vaticano: Documentos del Concilio Vaticano II,
1965.
https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm. Dinkel, Christoph. Kirche gestalten: Schleiermachers
Theorie des Kirchenregiments. Schleiermacher-Archiv
17. Berlin; New York: W. de Gruyter, 1995. Floristán,
Casiano. “Acción pastoral”. En Conceptos fundamentales de pastoral,
editado por Casiano Floristán y Juan José Tamayo-Acosta, 21–36. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1983. Fürst, Walter. “Die Geschichte der „Praktischen
Theologie“ und der kulturelle Wandlungsprozess in Deutsch-land vor dem II.
Vatikanum”. En Die katholisch-theologischen Disziplinen in Deutschland:
1870-1962. Ihre Geschichte, ihr Zeitbezug, editado por Hubert Wolf,
263–89. Paderborn: Schöningh., 1999. González,
Justo L, y Zaida Maldonado Pérez. Introducción a la teología cristiana.
Nashville: Abingdon Press, 2003. Graf, Anton. Kritische Darstellung des gegenwärtigen
Zustandes der Praktischen Theologie. Tübingen: H. Laupp, 1841. Grethlein, Christian. “Praktische Theologie - eine
Standortbestimmung”. Theologische Literaturzeitung - ThLZ 125, núm. 2
(febrero de 2000): 127–42. Haslinger, Herbert. “Die wissenschaftstheoretische
Frage nach der Praxis”. En Handbuch Praktische Theologie, editado por
Herbert Haslinger, Christiane Bundschuh-Schramm, Ottmar Fuchs, Leo Karrer,
Stephanie Klein, Stefan Knobloch, y Gundeline Stoltenberg, 1:
Grundlegungen:102–21. Mainz: Matthias-Grünewald-Verlag, 1999. Haslinger, Herbert, Christiane Bundschuh-Schramm,
Ottmar Fuchs, Leo Karrer, Stephanie Klein, Stefan Knobloch, y Gundelinde
Stoltenberg, eds. Handbuch praktische Theologie. Vol. 1:
Grundlegungen. Mainz: Matthias-Grünewald-Verlag, 1999. ———, eds. Handbuch praktische Theologie. Vol. 2:
Durchführungen. Mainz: Matthias-Grünewald-Verl., 2000. Hoch,
Lothar Carlos. “El lugar de la Teología Práctica como disciplina teológica”.
En Teología Práctica en el contexto de América Latina, editado por
Christoph Schneider-Harpprecht y Roberto E. Zwetsch, 3a ed., 31–45. Quito,
Ecuador: CLAI, 2011. Kuhn,
Thomas Samuel. La estructura de las revoluciones científicas. 3a ed.
México, D.F: Fondo de Cultura Económica, 2012. Lehner,
Markus. “Praktische
Theologie zwischen Kirche und Gesellschaft”. PThI 18, núm. 2 (1998):
249.266. Mette, Norbert. “Aktuelle Herausforderungen und
Problemstellungen der Praktischen Theologie im deutsch-sprachigen Raum”. International Journal of Practical
Theology 4, núm. 1
(2000): 132–51. https://doi.org/10.1515/ijpt.2000.4.1.132. ———. Praktisch-theologische Erkundungen 2.
Theologie und Praxis (TuP) 32. Münster: Lit
Verlag, 2007. Noemi,
Juan. “¿Por qué pensar la fe?” Teología y Vida 49, núm. 4 (2008):
605–15. Piaget,
Jean. El estructuralismo. Buenos Aires: Proteo, 1971. Popper,
Karl Raimund. El mito del marco común: en defensa de la ciencia y la
racionalidad. Barcelona: Paidós, 1997. ———.
La lógica de la investigación científica. Madrid: Tecnos, 1997. Rahner, Karl. “Pastoraltheologie, I.
Wissenschaftstheoretisch”. En Handbuch der Pastoraltheologie. Praktische
Theologie der Kirche in ihrer Gegenwart, editado por Ferdinand
Klostermann, Karl Rahner, y Hansjörg Schild, V:393–95. Freiburg i. Br.: Herder, 1972. Rogier,
Lodewijk Jakob, Guillaume de Bertier de Sauvigny, y Joseph N. Hajjar. Nueva
historia de la Iglesia. De la ilustración a la restauración. 2a ed.
Madrid: Ediciones Cristiandad, 1984. Román-López
Dollinger, Angel Eduardo. “Circularidad hermenéutica y transformación social.
Reflexión sobre el método de la teología latinoamericana de la liberación”.
En Símbolos, desarrollo y espiritualidades. El papel de las subjetividades
andinas en la transformación social, editado por Angel Eduardo
Román-López Dollinger y Heydi Tatiana Galarza Mendoza, 83–110. La Paz, Bolivia: ISEAT, 2016. Schmidt-Rost, Reinhard. “Kommunikation des Evangeliums.
Der Vermittlungsaufgabe der Praktischen Theologie. Teil 1”. Diakonia
33, núm. 5 (2002): 354–59. ———. “Kommunikation des Evangeliums. Der Vermittlungsaufgabe
der Praktischen Theologie. Teil 2”. Diakonia
34, núm. 2 (2003): 133–38. Tamayo-Acosta,
Juan José. Presente y futuro de la teología de la liberación. Madrid:
San Pablo, 1994. Vaticano
II. Constitución dogmática “Lumen Gentium” sobre la Iglesia. Ciudad
del Vaticano: Documentos del Concilio Vaticano II, 1964.
https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm. ———.
Constitución pastoral “Gaudium et Spes” sobre la Iglesia en el mundo
actual. Ciudad del Vaticano: Documentos del Concilio Vaticano II, 1965.
https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm. Vilanova,
Evangelista. Historia de la teología cristiana. Siglos XVIII, XIX y XX.
Vol. III. Barcelona: Herder, 1992. *Sobre el autor: Angel Eduardo Román-López Dollinger es teólogo
suizo-guatemalteco, anglicano y cooperante ecuménico de la organización suiza
de cooperación para el desarrollo Misión 21. Actualmente trabaja como docente
en teología y como asesor en investigador en la Universidad Bíblica
Latinoamericana de Costa Rica. Correo
electrónico: a.roman@ubl.ac.cr |
|
[1] Este aspecto genera,
para cualquier disciplina, un debate académico sobre quién tiene la potestad
para confirmar o impugnar esa validez. Este debate no es nuevo, pero cobró
mayor importancia durante el proceso de secularización que experimentó el mundo
durante el siglo XIX. Al respecto, consultar: Jean Piaget, El
estructuralismo (Buenos Aires: Proteo, 1971); Karl Raimund Popper, La
lógica de la investigación científica (Madrid: Tecnos, 1997); Karl Raimund
Popper, El mito del marco común: en defensa de la ciencia y la racionalidad
(Barcelona: Paidós, 1997); Thomas Samuel Kuhn, La estructura de las
revoluciones científicas, 3a ed. (México, D.F: Fondo de Cultura Económica,
2012).
[2] Karkl Barth, Introducción
a la teología evangélica (Salamanca: Sígueme, 2006), 21.
[3] Justo L González y
Zaida Maldonado Pérez, Introducción a la teología cristiana (Nashville:
Abingdon Press, 2003), 7.
[4] Sobre las rupturas
epistemológicas como luchas políticas en el gremio de profesionales académicos,
se sugiere consultar: Pierre Bourdieu y Loïc J.D Wacquant, Respuestas. Por
una antropología reflexiva (México, D.F: Grijalbo, 1995), 77–185.
[5] Aunque esas áreas de
trabajo ayudan a comprender qué es lo que hace la teología práctica,
difícilmente le dan una identidad propia o contextual, especialmente porque
esas áreas se trasladaron sin ningún tipo de contextualización a los programas
de estudios teológicos. Es aquí donde radica el problema de la identidad
latinoamericana de la teología práctica y por eso esperamos que las mesas de
trabajo aborden críticamente este tema.
[6] Sobre esos desafíos en el contexto europeo alemán,
consultar: Herbert Haslinger et al., eds., Handbuch praktische
Theologie, vol. 1: Grundlegungen (Mainz: Matthias-Grünewald-Verlag, 1999);
Herbert Haslinger et al., eds., Handbuch praktische Theologie, vol.
2: Durchführungen (Mainz: Matthias-Grünewald-Verl., 2000); Norbert Mette,
“Aktuelle Herausforderungen und Problemstellungen der Praktischen Theologie im
deutsch-sprachigen Raum”, International Journal of Practical Theology 4,
núm. 1 (2000): 132–51; Christian Grethlein, “Praktische Theologie - eine
Standortbestimmung”, Theologische Literaturzeitung - ThLZ 125, núm. 2
(febrero de 2000): 127–42; Reinhard Schmidt-Rost, “Kommunikation des
Evangeliums. Der Vermittlungsaufgabe der Praktischen Theologie. Teil 1”, Diakonia
33, núm. 5 (2002): 354–59; “Kommunikation des Evangeliums. Der
Vermittlungsaufgabe der Praktischen Theologie. Teil 2”, Diakonia 34,
núm. 2 (2003): 133–38.
[7] Evangelista Vilanova, Historia de la teología
cristiana. Siglos XVIII, XIX y XX, vol. III (Barcelona: Herder, 1992), III: 273-276.
[8] Vilanova, III:275s.
[9] Casiano
Floristán, “Acción pastoral”, en Conceptos fundamentales de pastoral,
ed. Casiano Floristán y Juan José Tamayo-Acosta (Madrid: Ediciones Cristiandad,
1983), 21.
[10] El nombre original del
curso práctico fue Unterricht von Pflichten des Pastoralamtes y estaba
orientado a fortalecer los tres deberes fundamentales del pastorado: enseñanza,
administración de los sacramentos y edificación de las personas creyentes. Cf.
Lodewijk Jakob Rogier, Guillaume de Bertier de Sauvigny, y Joseph N. Hajjar, Nueva
historia de la Iglesia. De la ilustración a la restauración, 2a ed.
(Madrid: Ediciones Cristiandad, 1984), 132s; Vilanova, Historia de la
teología cristiana. Siglos
XVIII, XIX y XX, III:274s.
[11] Christoph Dinkel, Kirche gestalten: Schleiermachers
Theorie des Kirchenregiments, Schleiermacher-Archiv 17 (Berlin; New York:
W. de Gruyter, 1995), 44s; Maria Elisabeth Aigner, Dient Gott der
Wissenschaft?: praktisch-theologische Perspektiven zur diakonischen Dimension
von Theologie (Münster: Lit Verlag, 2002), 140.
[12] En
Europa es común usar actualmente el término teología práctica. Algunas
instituciones teológicas emplean el término teología aplicada. En todo
caso, en Latinoamérica, donde hemos heredado esta doble conceptualización, la
decisión sobre el uso de uno u otro término está determinado por el estilo, por
la identificación con algún modelo teológico o simplemente por ser de la
iglesia católica o de la iglesia protestante.
[13] Anton Graf, Kritische Darstellung des gegenwärtigen
Zustandes der Praktischen Theologie (Tübingen: H. Laupp, 1841).
[14] Aigner, Dient Gott der Wissenschaft?, 29.
[15] Juan Noemi, “¿Por qué
pensar la fe?”, Teología y Vida 49, núm. 4 (2008): 612.
[16] Cf. Karl Rahner, “Pastoraltheologie,
I. Wissenschaftstheoretisch”, en Handbuch der Pastoraltheologie. Praktische
Theologie der Kirche in ihrer Gegenwart, ed. Ferdinand Klostermann, Karl
Rahner, y Hansjörg Schild, vol. V (Freiburg i. Br.: Herder, 1972), 394s.
[17] Constitución
pastoral “Gaudium et Spes” sobre la Iglesia en el mundo actual (Ciudad del
Vaticano: Documentos del Concilio Vaticano II, 1965); Otros documentos
importantes que surgieron del concilio son: Constitución dogmática “Lumen
Gentium” sobre la Iglesia (Ciudad del Vaticano: Documentos del Concilio
Vaticano II, 1964); Decreto sobre el apostolado de los laicos - “Apostolicam
Actuositatem” (Ciudad del Vaticano: Documentos del Concilio Vaticano II,
1965).
[18] Cf. Angel Eduardo
Román-López Dollinger, “Circularidad hermenéutica y transformación social.
Reflexión sobre el método de la teología latinoamericana de la liberación”, en Símbolos,
desarrollo y espiritualidades. El papel de las subjetividades andinas en la
transformación social, ed. Angel Eduardo Román-López Dollinger y Heydi
Tatiana Galarza Mendoza (La Paz, Bolivia: ISEAT, 2016), 91; Juan José
Tamayo-Acosta, Presente y futuro de la teología de la liberación
(Madrid: San Pablo, 1994).
[19] Este enfoque lo
propone Herbet Haslinger y surge del énfasis que la teología práctica pone
en la praxis de liberación, criterio teológico tomado especialmente de la
experiencia latinoamericana. Haslinger propone que la teología práctica debe
ser una teoría de la acción, es decir, debe responder a los supuestos
planteados por Jürgen Habermas y Helmut Peukert, los cuales le exigen ir más
allá del simple análisis teorético o descriptivo de la realidad existente.
Estos supuestos son: considerar a la teología práctica como (1) una acción
comunicativa que necesariamente debe conducir a (2) una transformación social. Cf. Herbert Haslinger, “Die wissenschaftstheoretische
Frage nach der Praxis”, en Handbuch Praktische Theologie, ed. Herbert
Haslinger et al., vol. 1: Grundlegungen (Mainz: Matthias-Grünewald-Verlag,
1999), 102–21.
[20] Sobre estas
discusiones, se sugiere consultar el intersante aporte de Lothar Carlos Hoch:
“El lugar de la Teología Práctica como disciplina teológica”, en Teología
Práctica en el contexto de América Latina, ed. Christoph
Schneider-Harpprecht y Roberto E. Zwetsch, 3a ed. (Quito, Ecuador: CLAI, 2011),
31–45.