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Teología Práctica Latinoamericana Reflexiones para la praxis
cristiana en la iglesia, la sociedad y la cultura Vol. 1 No. 2 – Julio/Diciembre
2021 - San José, Costa Rica Consulta de Teología Práctica en América Latina
y El Caribe hoy Teoría, Método y Praxis: Hacia una teología práctica latinoamericana
y caribeña |
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Teología
Práctica desde una perspectiva latinoamericana y caribeña Roberto E. Zwetsch pp. 69-98 |
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Vera theologia est practica. Martin Lutero No hermano, no es el ruido de la calle
lo que no nos deja dormir. Acompáñanos en esta vigilia y sabrás lo que es soñar! Sabrás entonces/ lo maravilloso que es vivir amenazado de Resurrección! Julia Esquivel Não sofro esta dor como Cesar Vallejo.
Não sofro agora como artista, como homem nem
mesmo como simples ser vivo. Não sofro esta dor como católico, como
maometano, nem mesmo como ateu. [...] Hoje minha dor vem lá das
funduras. Hoje sofro somente. [...] Hoje sofro, suceda o que suceda.
Hoje sofro, nada mais. Cesar Vallejo Introducción
Empiezo con una cita de
Julia Esquivel, poetisa de Guatemala, que nos asombra diciendo que vivir con
esperanza es “vivir amenazado de Resurrección!”. Y traigo también un
fragmento del poeta peruano Cesar Vallejo. Por ironía, esta cita abre un
texto breve de él, en su Poesía completa, que tiene por título “Voy
hablar de esperanza”. El poeta es una persona que capta de forma rara, breve,
con en un estallido, un sentido profundo de la vida. Él abre su texto con una
palabra de dolor, de su sufrimiento, pero al revés le pone al título la
palabra esperanza. Entre dolor y esperanza está la vida, la caminata
de nosotros mismos, si somos verdaderos con nosotros y la práctica cotidiana. Creo que podemos
introducir nuestra charla sobre teología práctica con la percepción
poética de Esquivel y Vallejo, como también de muchos otros poetas y
poetisas, porque son gente que tiene una sensibilidad mayor sobre el misterio
de la existencia, quizás sobre el misterio del Dios de la Vida. Ellas y ellos
nos ayudan incluso a entender mejor los poemas bíblicos, desde las primeras
páginas del Génesis hasta las metáforas esperanzadoras del Apocalipsis de
Juan. Tenemos el maravilloso lenguaje de los Salmos, brillantemente
actualizados por Ernesto Cardenal, como también las parábolas de Jesús que,
como escribió el poeta brasileño Armindo Trevisan, no se puede entender
aparte de la poesía hebrea.[1]
Son solo algunas referencias que traigo para nuestra reflexión porque
entiendo que teología cristiana y poesía son como hermanas gemelas. Una abre
el entendimiento de la otra y nos ayuda a entenderlas mejor. La teología tiene mucho
que ver con el lenguaje. Y esto no solamente en términos de teología
cristiana. La teología autóctona de los pueblos Guaraní de Suramérica, por
ejemplo, atestan lo mismo, como ha estudiado en profundidad mi colega la
doctora Graciela Chamorro. En un breve artículo sobre el Génesis de los
Mbyá-Guaraní, ha insistido en la posibilidad del diálogo entre teología
indígena y teología cristiana justamente a partir de los cánticos de creación
de estos pueblos.[2]
Chamorro ha revelado la sabiduría de los Guaraní precisamente escuchando e
interpretando su teología presente en las celebraciones y los cantos ritmados
por las maracas.[3] La teología práctica
tiene que ver con la vida, con el diálogo, con apertura para el otro,
para la conversación en la comunidad de fe y entre las personas que creen. Es
lo que el mismo Jesús nos ha enseñado con su grupo de discípulas y
discípulos, y lo mismo con sus detractores. Y más todavía, el diálogo de
Jesús no se cierra en ambientes confinados. Él ocurre en el camino, en
el cerro, en las orillas del mar, en el campo, en el templo también, pero más
frecuentemente fuera de él. O también en las casas de la gente pobre,
alrededor de la mesa. Mesa, pan, vino, agua, semillas, monedas cuando se las
necesita, redes, barcos, pequeños animales como ovejas, burros, peces,
perros, palomas, árboles como la higuera o el olivo, todas estas cosas de la
naturaleza y de la cultura son importantes para Jesús. Con estos materiales
él elabora su enseñanza y hace su teología de la peregrinación. ¿Qué
nos puede decir sobre teología práctica la práctica de Jesús? Un poco de historia
Teología práctica en el
contexto de América Latina[4]
En medio de los años
1990 docentes de la Escuela Superior de Teología de São Leopoldo, sur de
Brasil, se dieron cuenta que necesitaban de una introducción a la teología
práctica con raíces contextuales, una vez que los manuales de Europa o
Estados Unidos de América nos parecían insuficientes. El desafío fue producir
un libro propio y que sirviera a nuestras iglesias, comunidades,
instituciones teológicas y a las necesidades concretas del pueblo de Dios en
Brasil y quizás de América Latina. Así, el grupo trató de escribir en conjunto
el libro que después se tornó conocido en Brasil y en otros países. Como
escribió Christoph Schneider-Harpprecht en la introducción, se trataba de
superar la especialización creciente que la teología académica imponía a
nosotros separándonos en estudiosos de educación cristiana, liturgia,
homilética, misión, edificación de comunidad, consejería pastoral, como si
pudiéramos trabajar aisladamente. El diálogo entre
nosotros fue difícil al principio, pero muy fructífero al final, pues
paso a paso tratamos de reducir la fragmentación de los estudios de la
práctica de la fe en sectores desintegrados para elaborar una concepción
de teología práctica que nos acercara unos de los otros y la enseñanza
teológica de la vida comunitaria. En esta búsqueda una expresión nos sirvió
como denominador común: teología práctica es la hermenéutica de la
práctica cristiana. Este concepto nos hizo definir con más justicia
nuestro trabajo común: el contenido de nuestro trabajo investigativo y
docente son las acciones de las personas creyentes, personas que practican
su fe cristiana en la iglesia y en la sociedad. Además, arriesgamos
comprender tal práctica desde la teología que emergía en América
Latina desde los años de 1970: tratase de comprender, evaluar y traer al
debate crítico los actos de interpretación transformadora de la realidad
presente a la luz de la tradición cristiana – el evangelio – con la
finalidad de testimoniar en el momento actual la acción de Dios en favor de
su pueblo y su creación. Fue un desafío inmenso
que nos tomó más de tres años de estudio, formulación, debate de cada
capítulo, hasta que en 1998 el libro pudo ser publicado. Su composición
obedeció a un plan previamente definido: a) una parte más teórica con
aspectos fundamentales de la teología práctica con cinco capítulos; b) una
segunda parte abordando las disciplinas específicas de la teología práctica,
que tenía como criterio interno el diálogo entre los autores y
propuestas prácticas. Al final, Schneider-Harpprecht, que ha conducido el
trabajo con maestría, escribió un capítulo mirando hacia adelante y apuntando
las perspectivas de la teología práctica en Brasil y América Latina. El libro
terminó con una bibliografía básica hasta aquel entonces sobre el tema
investigado. No creo que fue un trabajo definitivo. Debemos mucho todavía al
conocimiento producido en las academias, de tal manera que nos falta más
pesquisa en comunidades y grupos de servicio, falta trabajar – por ejemplo –
la interpretación de textos bíblicos como lo hizo de una forma innovadora
Ernesto Cardenal con su comunidad de campesinos en la Isla de Solentiname,
lamentablemente destruida por Somoza antes de 1979.[5] Pero
seguimos con la búsqueda. Hubo buena aceptación
de este esfuerzo de tal manera que el libro alcanzó una segunda y tercera
edición, esta última del año 2011, con una revisión adecuada y la ampliación
del contenido con un nuevo capítulo sobre la nueva homilética en América
Latina, en el cual el autor demostró la necesidad de asumir a los oyentes o
participantes del culto como punto de partida para el anuncio del
evangelio. Hubo una traducción al español de este libro hecha por el CLAI, en
Quito, en 2011, pero con algunos problemas de revisión.[6] Esfuerzos semejantes
probablemente ocurrieron en otros centros teológicos en América Latina desde
entonces. Recuerdo que el teólogo metodista suizo Matthías Preiswerk,
profesor del ISEAT – Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología, de La
Paz, Bolivia –, también organizó un libro de Introducción a la teología
práctica más adecuado a la realidad pluricultural de Bolivia con muchas
comunidades cristianas indígenas y diversas culturalmente.[7]
Esto significa que el desafío debe de continuar para motivar docentes de
nuestras instituciones en este siglo de tal manera que nuestra teología y
concepción de educación teológica se torne un servicio digno, desafiador y
colaborador de las comunidades de fe. La teología en América
Latina demanda un esfuerzo colectivo y al mismo tiempo crítico y comprometido
con la misión del evangelio.[8]
Como escribió el teólogo jesuita João Batista Libanio en la presentación de
nuestro libro, la renovación de nuestras iglesias pasa por la animación
comunitaria, por ejemplo, en las comunidades de base, comunidades de
periferia urbana, en comunidades rurales comprometidas con la sustentabilidad
de la tierra. Para profundizar y aclarar su misión, evangelización, educación
cristiana o el cuidado mutuo dentro de la comunidad, la iglesia de Jesús
demanda una teología práctica como aporte maduro y dialogal, abierto a los
contextos y subjetividades en constante transformación. El evangelio de Jesús
y el contexto cambiante de nuestro tiempo no comportan ilusiones e
ingenuidades. La teología práctica tiene pues frente a su caminata un enorme
campo de investigación, acción, formulación y cooperación. Teología y misión en la
historia colonial
América Latina es una
invención de Europa, particularmente de los países de la Península Ibérica
que invadieron los territorios de los pueblos que acá vivían, con un proyecto
de ocupación, saqueo de las riquezas naturales y después de colonización y
cristianización. La misión cristiana empezó como un brazo de este proyecto
civilizatorio impuesto que ha desconsiderado la humanidad y la diversidad
cultural de los pueblos de estas tierras. La teología cristiana,
en lo que después se tornó conocido como Nuevo Mundo por los ibéricos,
y más adelante como América, empieza entonces no como una disciplina
sistemática académica, sino como una justificativa de la
cristianización forzada de los pueblos originarios o nativos. Así que hablar
hoy de teología práctica en América latina y el Caribe empieza con una
confesión de culpa histórica y un pedido de perdón estructural. O sea, con
una autocrítica. Menos que esto es deshonestidad histórica. Sin embargo, es muy
importante remarcar que hubo misioneros que enfrentaron esas contradicciones
desde muy temprano en la historia colonial. Hay textos fundamentales de la
teologia en América Latina y El Caribe que demuestran una visión crítica
embrionaria. Otra constatación es que la teología en América Latina y El
Caribe empieza como teología misionera, por lo tanto, como teología
práctica, elaborada por misioneros que intentaron responder con sus
textos a los desafíos que su presencia en medio de los pueblos de la tierra
significaba para ellos y la iglesia. Son textos argumentativos pero
profundamente testimoniales. Por esto hay que releerlos con aprecio y
ojo contemplativo, si así se puede decir, pero también con actitud crítica. Como ejemplos tenemos
que releer con atención a Bartolomé de Las Casas y sus intentos en Guatemala
y Nicaragua, los frailes dominicos de México o José de Acosta en el Perú. Las
Casas escribió Del único modo de atraer todos los pueblos a la verdadera
religión, en 1537.[9]
Aunque sea un texto colonial, Las Casas miraba la destrucción de la vida de
millones de indígenas con verdadera ira sagrada, y por esta razón los
defendió hasta su muerte. Consecuentemente, él solo admitió una forma de
misión que llamó el modo pacífico de persuasión y jamás de opresión o
fuerza, sobre todo militar. En Brasil, los jesuitas
fueron los primeros a tomar conciencia de lo que estaba en juego, lo que no
aconteció con los franciscanos y mercedarios. En 1556/57 el cura portugués
Manuel da Nóbrega escribió el Diálogo de la conversión del gentío,
donde defiende una pedagogía de sometimiento,[10] contra
la idea simple de un hermano religioso que trabajaba en la producción de
herramientas para el trabajo de la tierra y las proveía a los indígenas de la
misión. Se percibe que había gente que reconocía en los pueblos de la tierra
su humanidad y derechos propios. Nóbrega en el texto llega a observar la
ternura con que la gente indígena educaba a sus niños y como sabía
trabajar comunitariamente sin la preocupación por el oro, plata u otras de
las riquezas buscadas ávidamente por los colonizadores. Un ejemplo importante
es el de Felipe Guamán Poma de Ayala, un descendiente de la nobleza incaica
que estudió en España y que, al volver a Perú, a fines del siglo 16, recorrió
por treinta años las aldeas y comunidades de su gente, para luego escribir un
libro conocido como Nueva crónica de 1615.[11] Poma de
Ayala salió para consolar su gente. En su peregrinación “en búsqueda de los
pobres de Jesucristo”, observó los indígenas destrozados en sus aldeas por la
violencia, los trabajos forzados y los tributos cobrados por la corona
española. El libro debería servir para “la salvación de las almas de los
indios” y “la enmienda de los cristianos”. Ocurre que este libro desapareció
en el período colonial y solo fue descubierto en 1908 (¡!) en la Biblioteca
Real de Copenhague, Dinamarca. El autor se valió de una forma sorprendente
para la época: el libro está compuesto por más de 400 dibujos, dentro de los
cuales a veces ocurre el diálogo entre un cura y un indígena a sus pies, o es
escrito con un castellano claudicante al pie de la página. Poma de Ayala ha
dejado un importante documento sobre la conquista, la destrucción de la vida
autóctona, la imposición de la fe y el malo testimonio de los cristianos. Él
denunció cómo los ladrones “comen y matan” a los pobres indígenas y cómo el
sistema colonial ha corrompido los liderazgos y principales de sus pueblos. Un tema inescapable de
este largo período es sin duda la esclavitud, primero de los indígenas, y
después de los africanos trasladados de sus países en África para trabajar en
las plantaciones y minerías de América. La teología colonial intentó de
muchas maneras justificar esta esclavitud con la imposición de la fe
cristiana. Hay un ejemplo que viene de Brasil, de un catecismo escrito para
educar en la fe a esclavos africanos que habían sido bautizados y marcados
con hierro en los puertos de África antes de su partida. Es de 1707 y en él
se encuentra una cita muy sugestiva. El texto empieza con una explicación
esclarecedora. Los esclavos africanos normalmente no habían aprendido
portugués, entonces debían decorar las respuestas a las preguntas del
sacerdote como sigue: ¿Quieres lavar tu alma en agua santa? ¿Quieres comer la sal de Dios? ¿Tiras de tú alma todos tus pecados? ¿No has de practicar más tus pecados? ¿Quieres ser hijo de Dios? ¿Tiras de tú alma al demonio? Como el esclavo no
sabía el portugués, a tales preguntas tenía que contestar con una sola
palabra: SÍ. Después de contestar a las preguntas del cura de esta forma, el
esclavo podía ser bautizado, garantizando que la mano de obra estaba integrada
legítimamente en el mundo colonial. Tenemos ahí un ejemplo muy expresivo de
lo que es teología justificadora del sistema económico y político por
medio de la iglesia. Cuando llegan las
misiones protestantes en el siglo 19, los métodos varían un poco, pues
defienden la libertad religiosa y por eso es bien aceptada por las corrientes
independentistas criollas contra el colonialismo español, pero la perspectiva
general de la visión colonialista es la misma. El profesor de la UBL Arturo
Piedra escribió dos importantes volúmenes donde presenta y evalúa con
justicia la evangelización protestante en América latina. Aunque heredero de
la misión protestante, Piedra escribe que no podemos ocultar las formas de
imposición de la fe evangélica a los pueblos latinoamericanos.[12]
Lo mismo se puede observar en el libro de José Míguez Bonino, Los rostros
del protestantismo latinoamericano.[13] Hay que
escucharlos con más atención, sobre todo frente a los nuevos movimientos
neopentecostales en el Caribe y América del Sur. Estos nuevos movimientos son
masivos y convincentes para mucha gente, sobre todo entre los pobres y las
clases medias, pero su mensaje de la teología de la prosperidad cuestiona en
profundidad el mensaje evangélico de la libertad cristiana y de la gracia
salvadora del Dios de Jesús. La misión cristiana y la teología solo empezó a
superar estos límites históricos en mediados del siglo XX cuando empiezan
reflexiones más autóctonas de lo que es misión encarnada o liberadora entre
la gente latinoamericana y caribeña. Esta Consulta nos va
permitir abordar esta actualidad de una teología que fundamentalmente debe
ser práctica o pastoral, como ya Lutero demandaba en el siglo
16. Él ha dicho que “la verdadera teología es práctica”. Y también: “teología
como ciencia especulativa es una vanidad”. Evidentemente, Lutero
pensaba en la dependencia de la teología a la filosofía aristotélica, al
escolasticismo del largo período medieval. Por esto propugnó su liberación de
la filosofía. La teología
cristiana no puede quedarse como un conocimiento academicista o histórico
solamente, pese al valor de estos estudios. Por ejemplo, se puede con
justicia entender la teología como un tipo de ciencia, pero con trasfondo
propio basado en la fe y la revelación divina. Sin embargo, el valor de estos
estudios especializados solo puede medirse si sirven a la caminata liberadora
de las iglesias y a la salvación/liberación de los pueblos, desde su vida
presente, como lo quiso el mismo Jesús. Jesús comenzó su
ministerio diciendo: “El plazo está vencido. El reino de Dios se ha acercado.
Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva” (Mc 1.15 – versión La Biblia
Pastoral de Latinoamérica). Sobre este acercamiento del reino de Dios hay que
reflexionar siempre, una y otra vez. Esta es, a mi modo de ver, una de las
tareas más urgentes de la teologia practica hoy en un tiempo que nos
desafía casi de forma última o apocalíptica. Entiendo esto no simplemente
como tiempo de destrucción – lo que efectivamente es – pero también como
tiempo kairótico, tiempo oportuno de revelación, de nuevas
escojencias, de conversión de vida y pensamiento, de búsqueda de nuevos
caminos, más justos, más compasivos, de mayor cuidado con la vida humana y
con el planeta. Teología práctica como inicio
de la teología – los evangelios y las cartas (NT)
A mí me parece
importante remarcar que la teología cristiana empieza al mismo tiempo que la
divulgación del mensaje de Jesús después de su cruz y su resurrección.
Sabemos que los primeros escritos del Nuevo Testamento fueron las cartas de
Pablo y otros apóstoles. Solo 30 años después de la resurrección surgen los
evangelios como testigos del ministerio de Jesús bajo la memoria compartida
de varias comunidades cristianas en Jerusalén, Palestina y Asia Menor, hasta
llegar a las ciudades mayores de Grecia y la capital del Imperio, Roma. Los
estudiosos del Nuevo Testamento dicen incluso que el estilo de los evangelios
es una novedad en aquella época, pues establecieron una forma de narrativa
que no existía entonces. Esto quiere decir que
otra vez nos damos cuenta de que nuestra teología tiene su origen en la vida
práctica de las iglesias o asambleas como es el termino clave en griego – ecclesía,
de donde sacamos la palabra que fue incorporada a la tradición cristiana:
iglesia. Es importante asumir estos rasgos del origen de las comunidades
cristianas y su misión porque pueden servir a la renovación de nuestras
iglesias hoy en el presente y por supuesto también de la teología. La teología
práctica no es un asunto para especialistas, aunque esta gente puede
ayudar con sus conocimientos. Lo importante es darnos cuenta que esta
reflexión es un ejercicio común y comprometido de liderazgos y comunidades
para responder a los clamores y demandas por vida y justicia de nuestra gente
en América Latina y El Caribe en búsqueda de su liberación. Hablar de liberación no
debe causar espanto entre la gente cristiana, pues es la palabra que
actualmente traduce muy ejemplarmente lo que el Nuevo Testamento entiende por
salvación. Jesús mismo en su ministerio ha utilizado la palabra que
viene de los profetas y aparece en Lucas: El
Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para traer Buenas Nuevas a
los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que
pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de
la gracia del Señor (Lc 4.18s; cf. Is 6.1, 58.6). Esto quiere decir que
el ministerio de Jesús es un ministerio que proclama la libertad, es decir,
es un ministerio de liberación, de nueva vida, de búsqueda de un nuevo mundo
no solo en el futuro, en la utopía del paraíso, sino ya en los pasos posibles
que podamos dar en este mundo lleno de pecado e injusticia. Es liberación del
pecado personal y estructural, pero liberación también de las estructuras que
esclavizan a la gente. Es interesante que Jesús jamás se inclinó a la
potencia del mal, aunque haya sufrido persecución, calumnias constantes y,
por fin, la cruz. El nos llamó a caminar con él, a asumir su cruz en
nuestras vidas, sin ilusiones falsas, pero armados de la fe y del amor
liberador. Esta son las marcas de la comunidad cristiana ayer y hoy. Es por
esto que Pablo escribió a su comunidad de Gálatas: “Cristo nos liberó para
que fuéramos realmente libres. Por eso manténganse firmes y no se sometan de
nuevo al jugo de la esclavitud” (Ga 5.1). Nueva manera de hacer
teología: Teología de liberación como reflexión crítica desde la praxis
histórica de liberación
Esto nos lleva a un
paso adelante en esta reflexión. Como iglesias oriundas de un pasado colonial
y una teología colonialista y colonizada, tuvimos que repensar muchas cosas
en el siglo 20, principalmente cuando movimientos sociales y políticos nos
desafiaran a luchar por más justicia y contra la pobreza de nuestra gente.
Descubrimos, aunque a veces de forma abrupta, que la pobreza no es resultado
de pecados individuales o del olvido de Dios. Que la injusticia tiene causas
perfectamente reversibles, que la violencia tiene límites y que la democracia
no puede ser confundida con regímenes dictatoriales o caudillistas. Hay que
luchar para que existan autoridades políticas comprometidas con su gente y no
con las corporaciones extranjeras. Desde los años de 1960
en adelante se empieza a hablar en América Latina de teología de la
revolución, como lo hizo el teólogo y misionero presbiteriano
estadunidense Richard Shaull, que trabajó en Brasil y Colombia, y también en
Nicaragua. Después se pasó a elaborar la teología del desarrollo que
pronto se transfiguró para llegar a la teología de la liberación, cuyo
libro homónimo del gran teólogo peruano Gustavo Gutiérrez es el más famoso.[14]
Pero, es importante aclarar que esta teología no es exclusividad de
Gutiérrez, pues es ecuménica en su origen. En 1968 el teólogo brasileño
presbiteriano Rubem Alves defendió su tesis doctoral en Estados Unidos con el
mismo nombre, pero cuando el texto fue publicado en libro, a su editor no le
gustó esta expresión – le parecía muy revolucionaria – y el libro salió con
el título Theology of Human Hope, en español, Teologia de la
esperanza humana.[15]
Es interesante volver a estos libros pues ellos dan una muestra de los
debates en aquellos años de muchos cambios. El libro de Rubem Alves salió por
primera vez en español en una traducción hecha en Uruguay por editorial
Tierra Nueva de Montevideo, en el año 1970, pero con el título: Religión:
¿opio o instrumento de liberación.[16] Es
evidentemente una provocación a los marxistas ortodoxos que siempre habían
visto la religión como opio y alienación del pueblo. Estos grupos olvidaron
lo que el pensador marxista peruano José Carlos Mariátegui ya escribiera en
su libro Siete ensayos de interpretación la realidad peruana (1928)[17]
en el capítulo sobre el factor religioso: en América Latina la
transformación se hará con la religión o no se hará. Lo mismo dice el
marxista brasileño que hace años trabaja en Francia, Michel Löwy[18],
en algunos de sus libros recientes, donde estudia con seriedad la
contribución de las comunidades cristianas de liberación. En 1975, José Míguez
Bonino publicó en inglés su libro Doing Theology in a Revolutionary
Situation,[19]
después publicada en español por Ediciones Sígueme de Salamanca con el título
La fe en busca de eficacia,[20] libro
que solo fue traducido al portugués por la Editora Sinodal de São Leopoldo en
1987.[21]
¿Qué significa todo este tiempo para divulgar un libro entre los protestantes
que hablaba de la teología de liberación, aunque con preguntas críticas
pertinentes? Hoy día, si miramos
hasta nuestras comunidades y escuelas de teología, ¿cómo podemos definir lo
que son tales comunidades desde la observación empírica de las iglesias cristianas
en America Latina y El Caribe? ¿No sería más verdadero reconocer que nuestras
iglesias y comunidades, sean católicas, evangélicas, pentecostales o
neopentecostales, en gran parte, son iglesias que estuvieron y continúan al
servicio del sistema de vida neoliberal que nos empobrece siempre más? ¿Qué
nos diferencia de la sociedad circundante en cuanto comunidades del
Cristo crucificado y resurrecto en quién creemos? Yo pienso que el mensaje de
la cruz, como Pablo lo ha definido en 1 Corintios 1.18ss es uno de los temas
más difíciles para nuestras iglesias, pues cuestiona nuestra manera de ser
gente cristiana y que pretende seguir al Maestro de Nazaret. Esto significa
asumir en nuestro tiempo que la lectura de la biblia y la práctica de la fe
no pueden someterse al tiempo y a su espíritu, como lo han dicho con mucha
claridad Néstor Míguez y sus compañeros en el libro Más allá del espíritu
imperial publicado en 2009 en Londres y en 2012 en Brasil.[22]
Estas no son preguntas
retóricas. Ellas cuestionan respecto al sentido de la presencia de las
iglesias y comunidades de fe cristiana en este mundo y en nuestras
contradictorias realidades de países pobres y bajo un nuevo tipo de
colonialismo, que abarca la sociedad y nuestra mentes y pensamiento, como lo
ha expresado muy bien el sociólogo colombiano Aníbal Quijano con el término colonialidad,
que designa las formas de colonialismo que han sobrevivido al final del
colonialismo histórico.[23]
¿Serán estas iglesias seguidoras del Jesús de Nazareth o su evangelio
es otro? Si somos honestos con nosotros mismos, no podemos dejar de enfrentar
tales cuestionamientos que vienen tanto de críticos de los movimientos de
cambio social como también de los grupos y movimientos cristianos que se
involucran crecientemente en luchas por justicia social, el cambio ecológico
en dirección a un mundo sustentable, justicia de género y la defensa de las
mujeres que sufren violencia sistémica, así como la lucha contra el racismo
estructural en relación a los afrolatinoamericanos e indígenas. La tragedia que abarcó
al mundo entero y ha afectado tremendamente nuestros países desde marzo del
año pasado con la pandemia del Covid-19 solo ha comprobado muchas de las
críticas que desde hace tiempo investigadores sociales serios apuntaban sobre
la realidad de las desigualdades y violencia sufrida por las mayorías en
América Latina y El Caribe. La pandemia no escogió clase o raza, pero quien
más sufrió y perdió vidas fueron indiscutiblemente los pobres. Y esto va
continuar por un buen tiempo, lamentablemente, hasta que la vacuna sea
efectivada para las mayorías. Esta tragedia tuvo un enorme impacto en la vida
de millones de personas y comunidades, sobre todo en las periferias urbanas o
en comunidades más vulnerables, como las aldeas indígenas en Brasil o
comunidades afrobrasileñas que llamamos quilombos. La pandemia ha
provocado un movimiento abrupto de adaptación de nuestras comunidades de fe,
una vez que en muchos momentos se ha prohibido cultos presenciales o
reuniones masivas. Se tuvo la necesidad del uso sistemático de los medios
remotos, como las redes de comunicación virtual, por medio de las cuales se
pudo cantar, anunciar el evangelio y hasta consolar a la gente, especialmente
cuando las familias sufren con la perdida de algún pariente o familiar. Recuerdo también acá lo
que pasa con miles de familias de Centroamérica que parten desesperadas para
los Estados unidos en búsqueda de alguna posibilidad de sobrevivir o tras familiares
que ya viven allá, movimiento migratorio que ya tiene muchos años, pero que
ha aumentado por la crisis que crece sin resolución. Durante el gobierno
pasado de Trump muchas familias fueron maltratadas en la frontera, incluso
con aquel caso bárbaro de separación de niños de sus madres y padres. Ahora,
con el nuevo gobierno, se espera que algo más humanitario ocurra, pero hay
que estar siempre vigilantes en aquella frontera tensa. Todo esto nos lleva a
buscar otra forma de insertarnos en los contextos donde vivimos y profesamos
nuestra fe y esperanza. Esto tiene que ver con nuestras miradas y nuestros
sentimientos, nuestras emociones, nuestros deseos más profundos. Por eso,
estoy de acuerdo con la gente que nos desafía a buscar otras maneras de acercarnos
a la realidad que nos asalta a veces de sorpresa. El sociólogo colombiano
Orlando Fals Borda hace tiempo acuñó una expresión que trabaja muy bien este
desafío. El habla del sentipensar, una fusión de la razón con las
emociones que nos capacitan a pensar de modo efectivo, nuevo y transformador.
Este concepto se
relaciona con otra palabra nueva que nos llega de las comunidades indígenas
andinas y que se llama corazonar, un concepto que, segundo Patricio
Guerrero Arias, de Ecuador, propone la cura del ser. Corazonar es una
forma de luchar contra una de las expresiones más perversas de la
colonialidad, o sea, el hecho de haber colonizado cuatro dimensiones o
poderes vitales, los suyas de las lenguas andinas: el afecto, la
dimensión sagrada de la vida, la dimensión femenina de la existencia y la
sabiduría. El objetivo del colonialismo siempre fue el dominio absoluto de la
vida del otro. Pero hubo resistencia y con esto la insurgencia de la
vida. Por esto hay que rescatar el corazonar, en cuyo contenido la dimensión
espiritual es central. Y esto es así porque esta forma de corazonar o sentipensar
se convierte en una fuerza o energía insurgente autóctona contra la
opresión y el sufrimiento injusto.[24] Teología práctica al servicio
de la misión de las iglesias: desafío irrenunciable
En el libro de Matthías
Preiswerk, las unidades temáticas siguieron una presentación interesante, en
parte semejante al libro nuestro de la EST, pero con una visión quizás más
pedagógica.[25]
Como una antología, el autor buscó organizar los materiales de una forma
directa y metodológica trabajando inicialmente los objetivos, alcance,
contenidos y métodos de la teología práctica. En seguida desafía estudiantes
a entrar en la reflexión de las diferentes disciplinas a partir de los verbos
que indican las acciones prácticas que se van a estudiar. Así, la
Unidad 3 propone los pasos: escuchar, orar, celebrar. O sea, para la
predicación, la liturgia y la espiritualidad se empieza por escuchar la
gente. La Unidad 4 desafía al testimonio y se llama ser testigos, lo
que significa trabajar los temas de la misión, la evangelización y la
educación cristiana. La Unidad 5 profundiza los temas pertinentes al tema
anterior: educar y predicar, lo que implica en profundizar la
educación cristiana desde la pedagogía y la predicación desde los estudios
homiléticos. Por fin, la Unidad 6 propone: acompañar y servir, que
significa estudiar las dimensiones del cuidado pastoral o cura de almas,
como se decía tradicionalmente, y la diaconía o servicio transformador como
lo entendemos hoy. Esta organización del estudio de la teología práctica
me pareció muy creativa pues traduce con bastante claridad las distintas
dimensiones del actuar cristiano. Y ayuda tanto a docentes cuanto a
estudiantes a percibir de pronto que la teología práctica exige
apertura para la realidad contextual, para la acción que genera preguntas,
problemas para estudiar, desafíos concretos con que se tiene que trabajar,
pensar, y buscar respuestas. Por mi parte quisiera
agregar tres puntos que he experimentado desde mi propia actividad
misionera en la Amazonía brasileña. Nuestra iglesia de confesión luterana
tiene fuerte tradición europea y está localizada más fuertemente en los
estados del sur de Brasil. Cuando nos enviaron a trabajar con indígenas en
Rondônia y Acre, en el extremo norte del país, cerca de Bolivia y Perú, con
los pueblos Suruí-Paíter y Kulina-Madija, tuvimos que hacer un largo camino
de aprendizaje. Esto significó, por ejemplo, no aceptar la forma tradicional
de misión, que se ha llevado a cabo por décadas en el sur del país. En el
norte, junto a pueblos de contacto reciente con la sociedad nacional, había
que caminar de manera solidaria y sin planes foráneos. El desafío fue la inserción
en las comunidades, el aprendizaje de sus lenguas, de sus formas de vida,
de sus reglas de conducta, o sea, de sus culturas y expectativas concretas.
Fue en la caminata entonces que formulamos lo que llamamos pastoral
de la convivencia, el primer tópico que quiero destacar. Esta propuesta
misionera tenía como punto de partida la no interferencia en las formas de
vida de los indígenas. Al contrario, nuestro desafío fue llegar lo más
posible cerca de la vida indígena compartiendo nuestra fe de forma
personal, viviendo en una casa indígena, aceptando la comida, aprendiendo los
cantos, danzas, el trabajo en la finca, la búsqueda del pescado, la caza, las
fiestas y todo lo que significaba esta convivencia para nosotros. Y esto como
huéspedes y jamás como patrones o líderes religiosos. Para mí personalmente –
como alguien socializado en la ciudad – la vida en la floresta fue un desafío
permanente durante todo el tiempo junto a las comunidades. He hecho muchos
errores, he mal entendido muchas de las formas de la comunidad para resolver
sus problemas, he sentido lo que significa vivir como un extranjero dentro de
mi propio país, pero lo que he aprendido hace parte de mi persona hoy como un
tesoro del cual no me quiero desprender jamás. Tengo profundo respeto por mis
amigos y amigas de esas comunidades. Y una enorme gratitud por todo lo que
ellas me han dado. Quizás mi esposa haya hecho la inserción más radical, pues
cuando estuvo embarazada por segunda vez, decidió tener el bebé en la
comunidad, cuidada por dos mujeres de la aldea. Y nosotros estábamos a cinco
días de viaje del primer centro urbano donde había un pequeño centro de salud
pública, si fuera necesario. Afortunadamente todo salió bien, y nuestro hijo
Bino Mauirá nació con salud y gracia. Al nacer, me llamaron y me entregaron
su placenta en un casco de tortuga de la tierra. Yo pregunté: ¿Qué debo
hacer? Mis amigos me dijeron: Noba (mi nombre en la comunidad), tu tienes que
ir atrás de la casa para enterrar el hilo. Así lo hice acompañado por mi hija
mayor, ya con 5 años. Al volver al grupo, pregunté a ellos: ¿Qué significa
esto? Un mayor me dijo: Esto significa que tu hijo tiene parte en esta
tierra. He aprendido lo que significa ¡pertenecer a un lugar! El segundo punto que
quisiera remarcar es lo que se viene llamando en los últimos años pastoral
de acompañamiento. Acá quiero recordar un pequeño libro de la profesora
de la UBL Sara Baltodano, Psicología, pastoral y pobreza, publicado
por la UBL en 2003.[26]
Mi amiga Sara enseña que el acompañamiento pastoral en el contexto
centroamerican está marcado por pobreza, violencia y estructuras familiares
muy frágiles y por eso, tiene que ser distinto de lo que los manuales de
psicología del norte proponen. Entre nosotros hay que crear nuevas formas de
cuidado pastoral, trabajar en grupos afines, pequeños, crear círculos de cura
que puedan establecer entre la gente nuevas formas de solidaridad, de
comprensión, de cooperación, de resolución de conflictos. Estos aportes muy
concretos que Sara proporcionó me convencieron una vez más que teología
práctica en nuestros contextos demanda desarrollar nuevas capacidades,
tanto prácticas como teóricas, pues exigen formular otros conceptos para
favorecer acciones positivas y liberadoras, basadas en el diálogo con la gente,
en la observación de sus formas de vida y sus necesidades concretas, sean
subjetivas, espirituales, comunitarias o sociales. El tercer punto es el
desafío quizás más urgente, es decir, asumir la dimensión ecuménica de la
pastoral y de la teología como parte intrínseca de nuestro caminar
cristiano en el siglo 21. No tenemos más tiempo para divisionismos y
separaciones por cuestiones de doctrina o intereses institucionales. Los
problemas que el mundo actual presenta a las sociedades del mundo entero son
comunes, cada vez más locales y planetarios al mismo tiempo, por ejemplo: la
crisis climática, la crisis de la desigualdad asombrosa que abre un abismo
siempre mayor entre pobres y ricos, la crisis del empleo y del trabajo
provocada por la tecnología que hace avanzar siempre más la ciencia y la
apropiación de esta por las élites económicas, dejando al margen miles y
miles de personas que no consiguen siquiera mantener sus cuerpos. El hambre
es cada día un escándalo más grave. No es acaso que el papa Francisco
identificó tres retos para los movimientos populares del mundo: tierra,
techo y trabajo.[27]
El ecumenismo hoy se amplia enormemente, pues no es solamente un desafío
religioso cristiano, sino un desafío humano e integral para
toda la humanidad.[28]
O nos salvamos todos juntos o la humanidad perecerá de una vez en un futuro
no muy distante, como acostumbra afirmar el teólogo brasileño Leonardo Boff. Teología práctica y
espiritualidad – caminar en el Espíritu de Cristo con los pies en la tierra
La teología de liberación
tiene una característica muy linda y desafiante: ella nace entre las personas
más pobres y vulnerables. Por esto, Gustavo Gutiérrez pudo afirmar que – en
verdad – “la espiritualidad es nuestra metodología”, como en su libro Beber
en su propio pozo.[29]
Y él dice más, en la base de la reflexión teológica está un encuentro con
Jesucristo, que nos interpela de modo particular en el rostro del otro,
como aprendemos de Mateo: “Porque tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve
sed y ustedes me dieron de beber. Pasé como forastero y ustedes me recibieron
en casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estaba enfermo y fueron visitarme.
Estuve en la cárcel y me fueron ver” (Mt 25.35ss). Es increíble como este
texto nos cuestiona cada día de nuestra caminata de fe y vida. No es posible
pasar de largo frente al sufrimiento humano. No es posible ser discípula o
discípulo de Jesús sin encontrarlo en las personas que pasan hambre, sed,
frío, que están sin casa, al margen de la sociedad, viviendo como extranjeros
en su propia tierra, o enfermos y muertos por covid-19. Este texto de Mateo
está en el centro de la espiritualidad cristiana. Es palabra de Jesús. Esta charla termina
como empezó. Con la poesía y la espiritualidad. Así es la vida cristiana. La
espiritualidad cristiana no es algo que se puede vivir de forma puramente
aislaba o en regiones celestes entre el cielo y la tierra. La espiritualidad
cristiana camina con los pies en la tierra. Evidentemente hay momentos de
oración y contemplación como pasó con Jesús cuando iba al monte en la
madrugada y en silencio buscaba a su Padre. Hay momentos comunitarios del
culto, donde aprendemos con Jesús a orar así: Padre nuestro, Padre de los
cielos, santificado sea tu nombre, venga tú reino, hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo (Mt 6.9ss). De esto no hay que olvidarse.
Pero en otro momento la espiritualidad cristiana es como Pablo la concibió:
es andar en el Espíritu, es una caminata con ojos abiertos y manos
puestas al servicio del otro (Ga 5.26). Es vivir en la libertad de las hijas
y los hijos de Dios. Quisiera indicar al
final algunas de las personas de fe de América Latina que nos pueden inspirar
en nuestro caminar actual. Es un momento muy difícil el que estamos pasando
en el mundo entero y particularmente en América Latina y El Caribe. Nadie
sabe cómo será el día siguiente. La incertidumbre nos deja a veces sin
palabras, sobre todo cuando tanta gente pierde la vida alrededor de nosotros,
en la familia, la comunidad, la vecindad. ¿Cómo mantener nuestra fidelidad, nuestra
fe en medio de las cruces? Este tiempo radicaliza lo que Pablo llamaba tribulación.
Como respuesta él mismo avanzó una palabra fuerte y consoladora: parresía,
que podemos traducir por persistencia, terquedad, osadía. No es arrogancia,
sino aquella calidad de la vida cristiana de mantener la fidelidad aún en
medio del fracaso, de la derrota como Job, pero cantante, libre para el Dios
de la Vida. Esta calidad espiritual
yo la encuentro en las poetisas, los poetas y místicos cristianos. Por esto
quisiera concluir simplemente citando algunos de ellos y ellas y dejándonos
inspirar por sus vidas, testimonios y ejemplos. Pero antes hay que recordar a
monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador. Mañana, 24 de
marzo, marca el 41º año de su martirio por la liberación de su pueblo. La
historia es muy contradictoria como sabemos, pero su testimonio de dar la
vida no se ha olvidado. Aiban Wagua, poeta
indígena Kuna de Panamá, sacerdote y teólogo, así canta para un niño: “Que no
callen los viejos/ desde adentro de la tierra, que no se callen … ¡que nos
mantengan empinados! /porque el niño crece / con palabras precisas, / y junto
a su hamaquita, / flechas del abuelo combatiente, / no será fácil someterlo
…/ ¡Sabrá volver una y otra vez/ a tensar los arcos, / a tiempo justo,
inesperadamente!”.[30] Ernesto Cardenal – En
su libro Salmos nos dejó este canto: “Cantaré, Señor, tus maravillas,
te cantaré salmos, porque fueron derrotadas sus Fuerzas Armadas. Los
poderosos han caído de su poder”.[31] Y de su
Canto cósmico: La
unidad de todas las cosas está patente en el átomo/ y más aún dentro del
átomo/ y más: más abajo del átomo/ El calor es el amor de las moléculas. El
amor es movimiento/ en las vastedades cósmicas/ como en el lecho/ el amor es
movimiento/ Aquel que es Amor es Movimiento.[32]
Cardenal termina este verso
citando a Sandino que ha dicho: “la historia es regida por la Ley del Amor”. Julia Esquivel – En
la dedicatoria de su librito, ella escribió lo que es una confesión de agonía
y esperanza, de dolor y de lucha desde la fe cristina, además de una ofrenda
pequeñita a su pueblo de Guatemala. De su Padrenuestro rescato una
parte muy fuerte de aquel entonces: Padre
Nuestro, Padre de los 119 campesinos asesinados en Panzós, de sus viudas, de
sus huérfanos. […] Padre de la Rosa C…
que se quedó sola con seis niños, después que el ejército secuestró a
su marido […] Padre de las mujeres de San Juan Cotzal, Chajul, Nebaj,
Uspantán, que se han quedado solas […] Padre Nuestro que estás entre los millones
de gente hambrienta en los pueblos del Tercer mundo. Padre Nuestro que estás
en la vida de todos los hombres que buscan justicia […] Que venga Tu Reino,
Tu Reino que es Libertad y Amor, que es Fraternidad y Justicia, que es
Derecho y Vida, que es Verdad y no mentira.[33]
Fuerte esta oración llena de dolor,
pero también de esperanza. Monseñor Pedro Casaldáliga, que
junto con Pedro Tierra y Martín Coplas concibió la Misa de la Tierra sin
males en 1979,[34]
como en Nicaragua se formuló la Misa campesina, de Carlos Mejía Godoy,
nos dejó una larga herencia poética. Escojo de él una cita del poema Compunción:
Pon un
freno en mi boca/ Ponme bridas/ Hinca la espuela de tu mansedumbre/ en esta
carne de mis prisas/ Devuélveme a la memoria/ con la sorpresa aprendida
(Guarda también en tu odre/ las lágrimas de este día…)/ […] ¿Volver? ¿A
dónde? ¿Por dónde? De llegar no es todavía”.[35]
De este mismo libro, esta
oración: “¡Señor Jesús! Mi Fuerza y mi Fracaso eres Tú/ Mi Herencia y mi
Pobreza/ Tú mi Justicia/ Jesús”.[36] Judith Bautista, de
Colombia, cantante y poetisa, expone su mística con palabras extraordinarias:
Tú
hablas, Señor, hablas siempre/ Tú llamas, Señor, llamas siempre/ Insistes una
y otra vez/ en cada puerta/ Entra, Señor, penetra sin tardanza, llena nuestro
silencio adormecido/ susurra firmemente tus Palabras/ […] Despiértanos del
miedo y la costumbre/ y llámanos a la Vida de Ser/ libremente y sin falta/
según tu Palabra.[37] Y termina otro poema con esto:
“Te prefiero en tu amor: pan, vino, y pueblo, en cruz crucificado”.[38] Pedro Tierra,
compañero de Pedro Casaldáliga, poeta y dirigente del Editorial Perseu
Abramo, escribió un poema en memoria del padre Josimo Tavares, de la Comisión
Pastoral de la Tierra, en Amazonía, asesinado por mando de terratenientes.
Una parte de su poema dice: “Traigo en la palma de la mano/ un puñado de
tierra/ que te cubrió/ Esta fresca, es morena/ sin embargo aún no es libre/
como querrías”.[39] Antonio Otzoy,
maya-kaqchikel, de Guatemala, profesor de la UBL, poeta y teólogo, habla así
sobre el Recrear la vida: El
Creador nos ha hecho como las plantas: en condiciones óptimas – rodeadas de
respeto, amor y comprensión, crecemos robustas, floreamos y damos frutos; en condiciones
inadecuadas – aislados, humilladas, trastornados – nuestro desarrollo es
lento y débil, apenas sobrevivimos. […] ¡Aférrate del sueño de la vida! El
Creador te llama a florear y dar fruto para que las generaciones futuras
crezcan robustas, haciendo realidad el sueño de la esperanza.[40] Maria Clara Lucchetti Bingemer,
teóloga y docente de teología, estudiosa de la mística cristiana, escribió
que la mística es una experiencia del corazón que cree y que Jesús es el
parámetro de nuestro mística o espiritualidad. El Dios que se hace presente
en medio de nosotros por su Encarnación, en su Alteridad – citando a otro
estudioso – se torna más profundo de mi mismo, mi verdadero Yo, en lugar del
superficial “yo” empírico. Así, la experiencia mística es “una experiencia
profunda de unión amorosa con Dios” que se la vive en la realidad cotidiana,
y de este modo, impulsado a transformar la realidad de injusticia en la cual
vivimos.[41] Para terminar, un ruego por la
Paz, la Paz inquieta del Reino que anunció Jesús, en palabras de Monseñor
Pedro Casaldáliga: Danos, Señor, aquella
Paz extraña, Que brota en plena
lucha/ como una flor de fuego; Que rompe en plena
noche/ como un canto escondido; Que llega en plena
muerte/ como un beso esperado. Danos la Paz de los que
caminan siempre, desnudos de todas las
ventajas, vestidos por el viento
de la Esperanza. Aquella Paz de los
Pobres/ vencedores del miedo. Aquella Paz de los
Libres/ amarrados a la vida. La Paz que se comparte
en la igualdad, Como el Agua y la
Hostia. Aquella Paz del Reino,
que viene llegando, Inviable y cierto. Danos la Paz, la otra
Paz, la tuya, Tú que eres ¡nuestra
Paz![42] Muchas gracias por su
paciencia en escucharme. Referencias
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Roberto Ervino. Conviver: Ensaios Para Uma Teologia Intercultural
Latino-americana. São Leopoldo: Sinodal/EST, 2014. *Sobre el autor: Roberto E. Zwetsch es pastor luterano (IECLB), profesor asociado de
Facultades EST, de São Leopoldo, sur de Brasil. Por casi diez años fue
misionero entre pueblos indígenas de Amazonía brasileña (1978-1988). Doctor
en Teología por la misma institución, donde ha actuado como profesor de
Teología Práctica y Misiología por 25 años, en graduación y postgrado. Es
miembro del Grupo de Investigación “Identidad Étnica e Interculturalidad”. Es
miembro del Consejo Permanente del FMTL (Foro Mundial de Teología y
Liberación). Tiene muchos artículos académicos publicados en periódicos
especializados. Entre sus libros más destacados, están: Missão como
com-paixão: por uma teologia da missão em perspectiva latino-americana (São
Leopoldo/Quito: Sinodal/CLAI, 2015); Conviver: Ensaios Para Uma Teologia
Intercultural Latino-americana (São Leopoldo: Sinodal/EST, 2014); Lutero e a
Teologia Pentecostal (São Leopoldo: Sinodal, 2017); Resgatando a radicalidade
da Reforma protestante (1517-2017) (São Leopoldo: CEBI, 2019); Christoph
Schneider-Harpprecht y Roberto E Zwetsch, eds., Teologia prática no contexto
da América Latina, 3a ed. (São Leopoldo: Sinodal/EST, 2011). En el campo de
la teopoesía: Flor de maio. Poemas (São Bernardo do Campo: Nhanduti,
2014).Flor de maio. São Bernardo do Campo: Nhanduti, 2014. Correo electrónico: rezwetsch@gmail.com |
|
[1] A
poesia na Bíblia: os mais belos textos poéticos do Antigo e do Novo Testamento (Porto Alegre: Uniprom, 2001), 174–82.
[2] Roberto E.
Zwetsch, “Una hermosa flor al borde del camino: a propósito del Génesis de los
Mbyá-Guaraní del Paraguay”, Estudos Teológicos 51, núm. 2 (2011):
249–60.
[3] Teología
guaraní, Iglesias, Pueblos y
Culturas 61 (Quito, Ecuador: Abya-Yala, 2004), 125–60, 186–89.
[4] Schneider-Harpprecht
y Zwetsch, Teologia prática no contexto da América Latina, 17–19.
[5] Ernesto
Cardenal, El evangelio en Solentiname, vol. 1, II vols. (San José, Costa
Rica: DEI, 1979); Ernesto Cardenal, El evangelio en Solentiname, vol. 2,
II vols. (San José, Costa Rica: DEI, 1979).
[6] Teología
Práctica en el contexto de América Latina, 3a ed. (Quito, Ecuador: CLAI, 2011).
[7] Introducción
a la teología práctica. Antología (La
Paz, Bolivia: ISEAT, 2007).
[8] Jung Mo
Sung, Lauri Emilio Wirth, y Néstor Oscar Míguez, Misión y educación
teológica (La Paz, Bolivia: CETELA/ISEAT, 2012).
[9] Único Modo de Atrair Todos os Povos a Verdadeira
Religião. Obras completas, trad.
Noelia Gigli y Hélio Lucas, vol. 1 (São Paulo: Paulus, 2005).
[10] Diálogo
sobre a conversao do gentio (Lisboa:
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[11] Nueva
crónica y buen gobierno, ed.
Carlos Araníbar (Lima, Perú: Biblioteca Nacional del Perú, 2015).
[12] Evangelización
protestante en América Latina: Análisis de las razones que justificaron y
promovieron la expansión protestante 1830-1960. Tomo I, 2a ed. (San Jose, Costa Rica: SEBILA/CLAI, 2005); Evangelización
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[13] Rostros del
protestantismo latinoamericano (Grand
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[14] Teología de
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[15] A Theology
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[16] Religión:
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(Montevideo: Tierra Nueva, 1970).
[17] Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana (Barcelona: Linkgua, 2017).
[18] Marxismo e
teologia da libertação, trad.
Myrian Veras Baptista (São Paulo: Cortez, 1991); A guerra dos deuses:
religião e política na América Latina, trad. Vera Lúcia Mello Joscelyne (Petrópolis, Brasil: Vozes,
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[19] Doing
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[20] La fe en
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[21] A fé em busca de
eficácia: uma interpretação teológica latino americana sobre libertação (São Leopoldo: Ed.
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[22] Néstor
Míguez, Joerg Rieger, y Jung Mo Sung, Más allá del espíritu imperial
(Buenos Aires, Argentina: La Aurora, 2016); Para Além do Espírito do
Império. Novas perspectivas em política e religião (São Paulo: Paulinas,
2012).
[23] Boaventura
De Sousa Santos, O fim do império cognitivo: A afirmação das epistemologias
do Sul (Belo Horizonte: Autêntica, 2019), 45.
[24] De Sousa Santos,
152s.
[25] Introducción
a la teología práctica, 3–4,
índice general.
[26] Psicología,
pastoral y pobreza (San José, Costa Rica:
Universidad Biblica Latinoamericana, 2003).
[27] Papa
Francisco, “Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el
Encuentro mundial de Movimientos Populares” (Documentos del Vaticano, el 28 de
octubre de 2014). Específicamente el papa dice: “Este encuentro nuestro
responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre
quiere para sus hijos; un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero
hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y
trabajo. Es extraño pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es
comunista. No se entiende que el amor a los pobres está al centro del
Evangelio. Tierra, techo y trabajo, eso por lo que ustedes luchan, son derechos
sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la doctrina social de la Iglesia.
Voy a detenerme un poco en cada uno de éstos porque ustedes los han elegido
como consigna para este encuentro”.
[28] Lo mismo
defiende el Consejo Mundial de Iglesias en su último documento de Misión: CMI,
“Juntos por la vida: Misión y Evangelización en contextos cambiantes. Nueva
afirmación del CMI sobre Misión y Evangelización” (Consejo Mundial de iglesias,
CMI, 2013), https://www.oikoumene.org/es/resources/documents/together-towards-life-mission-and-evangelism-in-changing-landscapes.
[29] Beber do
próprio poço. Itinerário espiritual de um povo, trad. Pedro Boff Boff (Petrópolis: Vozes, 1984), 9 y
150. Entiendo que esto tiene que ver justamente con el principio del extra nos
típico de la teología evangélica de la Reforma.
[30] De la
tinaja Kuna. Poemas (Ustupu, Kuna Yala,
Panamá, 1987).
[31] Salmos, trad. Thiago De Mello (Rio de Janeiro: Civilização
Brasileira, 1979), Salmo 9.
[32] Canto
cósmico (Managua, Nicaragua: Nueva
Nicaragua, 1989), 505s.
[33] El
padrenuestro desde Guatemala y otros poemas (San José, Costa Rica: DEI, 1981), 13ss.
[34] Dom Pedro
Casaldáliga, Pedro Tierra, y Martin Coplas, Missa Da Terra Sem Males
(Rio de Janeiro: Tempo e Presença, 1980).
[35] Antologia
retirante: poemas (Rio de Janeiro:
Civilização Brasileira, 1978), 40.
[36] Casaldáliga,
186.
[37] Como espada
de dos filos, 2a ed. (Bogotá, Colombia:
Kimpres, 2004), 32.
[38] Bautista
Fajardo, 27.
[39] Dies irae.
Oito testemunhos indignados e uma ressurreiçao (Brasília: Edição do autor, 2001), 47.
[40] Peregrinaje.
Reflexiones en el camino. Antonio Otzoy en conversación con Dennis Smith (San José, Costa Rica: SEBILA, 2009), 30.
[41] O mistério
e o mundo: paixão por Deus em tempos de descrença (Río de Janeiro: Rocco, 2013), 38.
[42] Cantigas
menores (Goiânia, Brasil: UCG,
2003), 56.