Martin Hoffmann

Jeremías Quintanilla Constanza

Desarrollo de las comunidades

Apuntes de la Consulta de Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña

Este documento está dividido en tres partes que corresponden a cada uno de los encuentros virtuales de esta mesa de trabajo.[1] El primer inciso revisa y rescata la historia del desarrollo de comunidades, en la cual se comparten experiencias vivenciales y pedagógicas acerca de los desafíos sociopolíticos, religiosos, y organizacionales actuales en busca de un mejor abordaje en la formación de agentes pastorales. La segunda parte revisa y replantea los fundamentos epistemológicos y metodológicos con perspectiva latinoamericana y caribeña de la misión de las comunidades, para esbozar posibilidades pedagógicas, teóricas, y praxiológicas hacia una teoría de la iglesia que combine conocimientos de las teorías de organización con una reflexión profunda sobre la esencia de la iglesia. La tercera parte es acerca de la proyección de la renovación de materiales didácticos y pedagógicos para acompañar los procesos de formación en universidades y seminarios y al desarrollo de las comunidades de fe.

Participantes:

·     Rubén Darío Benavides Calvachi, Universidad Bíblica Latinoamericana, Colombia.

·     Cristian De La Rosa, Boston University School of Theology, EE.UU.

·     Bryan Froehle, United States Palm Beach Atlantic University.

·     Martin Hoffman, Universidad Bíblica Latinoamericana, Costa Rica.

·     Dora Canales Núñez, Seminario Metodista, Chile.

·     Joseline Esther Luque Gonzales, Universidad Bíblica Latinoamericana, Perú.

·     Javier Pérez, Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba.

·     Jeremías Quintanilla, Ministerio Proyectos de Vida y Fundación para la defensa y promoción de los Derechos Humanos (FUNDEPRODE), Costa Rica. 

·     Karla Ann Koll, Universidad Bíblica Latinoamericana, Costa Rica.

Revisión y rescate de la historia del desarrollo de comunidades de fe

El primer encuentro de mesa fue convocado para reflexionar sobre la Teología Práctica desde la realidad latinoamericana: un desafío permanente y transformador. Éste fue antecedido por dos ponencias, la primera estuvo a cargo de Ángel Eduardo Román-López Dollinger con el título “La teología práctica como constructo histórico: hacia una teología práctica con identidad latinoamericana y caribeña”,[2] mientras la segunda ponencia la presentó Roberto E. Zwetsch con el título: “Teología Práctica desde la perspectiva latinoamericana y caribeña”.[3] En ambas presentaciones se plantearon desafíos a las mesas sobre la identidad latinoamericana y sobre la forma como se alimentan mutuamente la Teología Latinoamericana de la Liberación y la Teología Práctica.

Se plantearon tres preguntas motivadoras para compartirlas en el grupo:

1.    ¿Cómo han vivido ustedes la historia del desarrollo de las comunidades de fe? ¿En qué contexto sociopolítico y religioso han enseñado o experimentado la materia sobre el Desarrollo de las comunidades y la misión? ¿Cuáles han sido los objetivos, contenidos y métodos respectivos empleados en la enseñanza de esta materia?

2.    ¿Cuáles son los desafíos actuales que le exige el contexto para su área de trabajo en la Teología Práctica?

3.    ¿Cuáles cambios del contexto histórico deberían abordarse con mayor énfasis en su disciplina para desarrollar más la identidad latinoamericana?

Antes de todo, reflexionamos sobre cómo se comprende el término “Desarrollo de comunidades”, considerándolo una disciplina de la teología práctica, aunque este término se abre a muchas interpretaciones. El concepto de iglesias locales debe incluir las distintas formas de las denominaciones cristianas para poder hablar del mismo hecho: una comunidad que se reúne para celebrar, reflexionar, compartir su fe, y desarrollar una congregación en un contexto determinado. En América Latina y el Caribe se encuentra una gran variedad de conceptos sobre este tema.

Si se piensa en los campos de la teología práctica, lo primero con lo que se relaciona es con homilética, educación cristiana, y otras áreas clásicas, como acompañamiento pastoral, y no directamente, o no a menudo, con el desarrollo de las comunidades de fe. Revisando la historia de esta materia, obviamente hay varias concepciones de iglesia. En la teología práctica también se conceptualiza la edificación de comunidades (οἰκοδομή), término que aparece en los escritos de Pablo (οἶκος = casa, δομή = construcción, edificación).

En consecuencia, un primer resultado de nuestro grupo fue que no hay muchas instituciones o universidades en América Latina y el Caribe que tengan esta materia como parte de su programa académico. Es contradictorio, porque consideramos que en el desarrollo de las comunidades se mezclan todas las otras áreas de la teología práctica: predicaciones basadas en las comunidades, acompañamiento pastoral en comunidades, educación cristiana en comunidades. Por tanto, creemos que el tema de los procesos de desarrollo de las comunidades de fe debería ser considerado como un eje central de la formación en teología práctica.

Durante la historia de la iglesia se han dado varios giros o puntos de inflexión. En la era de Constantino y sus emperadores, se dio el giro de comunidades autónomas a institución eclesial y, por tanto, también cambió la doctrina. Otro punto de inflexión se dio en el siglo XVI, con la reforma protestante, con el derecho de elegir quién administraría la comunidad, lo cual permitió el surgimiento de comunidades locales y regionales con derechos y con cierta autonomía. Este giro resulta en ortopraxis y ortodoxia, que favorece el surgimiento del pietismo dedicado a la conversión y el metodismo como movimiento de avivamiento de la fe. En estos giros los pensamientos se centraron en: ¿En qué consiste ser iglesia? y ¿Cuál es la tarea y cuál es la misión?

Si pensamos fuera de la teología europea y nos enfocamos en América Latina y el Caribe, tenemos uno de los giros más importante en nuestra región: la concepción de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), reflejada en el Concilio Vaticano II, con mucha actividad en las décadas de 1970 y 1980, creando gran tensión entre éstas y la institución establecida. Ese hito histórico fue una renovación, una irrupción en la imagen clásica de iglesia y comunidad. 

Las CEBs son comunidades que se organizan por sí mismas, fuera de la jerarquía de la iglesia, especialmente de la iglesia católica. Cuentan con el trabajo y las capacidades de sus miembros quienes organizan y forman esta comunidad por sí mismos. Es un contramodelo que se opone al “pastorcentrismo”, con un sacerdote a la cabeza. Es extraño que el “pastorcentrismo” también se manifieste en el ámbito protestante, a pesar del teologado universal de todas las personas cristianas, un principio análogo al sacerdocio universal proclamado en la Reforma. A pesar de ello, se desarrolló un nuevo “pastorcentrismo”, como el de los sacerdotes y el de un gran líder, al clásico estilo caudillo.

Un segundo resultado de nuestro grupo es que desde Europa se exportaron e implantaron modelos eclesiales e interpretaciones bíblicas, como una máxima manifestación de opresión. Para el desarrollo de las CEBs, en primer lugar, se alzaron pensamientos y acciones críticas en contra de la eclesiología tradicional que vino de Europa, marcada por las filosofías y teologías europeas. Éstas fueron transportadas a nuestro continente e implantadas en nuestras realidades diversas y plurales, sin respetar el contexto concreto y las realidades sociohistóricas de cada región. En segundo lugar, la lectura popular de la Biblia criticó la falta de acceso e interpretación de los textos bíblicos que imponían imágenes patriarcales, monárquicas, y modelos de poder absoluto. Tenemos que encontrar de nuevo en la Biblia el potencial liberador de estos textos para relacionarlos con nuestras realidades.

La eclesiología tradicional que se define solamente por doctrinas y dogmas teológicos tiene que cambiar en nuestros contextos pues, si no se reflexiona lo suficiente sobre el desarrollo de las comunidades, siempre se corre el riesgo de que estos modelos clásicos se adopten, se adapten, y se acomoden a nuestro contexto sin una revisión crítica. Siendo así, tanto las comunidades, como el mensaje bíblico, y hasta la eclesiología pierden su potencial liberador. Así que estos son tres desafíos actuales: (1) El cuestionamiento a la teología tradicional, (2) la crítica a la lectura tradicional de los textos bíblicos, y (3) el peligro de adoptar, acomodar, y adaptarse a modelos de forma acrítica.

¿En qué contextos sociopolíticos hemos sido iglesia?

Para analizar el tema de esta mesa, debemos revisar el presupuesto: ¿Para qué se desarrolla una comunidad? En este contexto se suscitan varias preguntas e interrogantes. Muchos de estos modelos, queda claro, no surgen del desarrollo de la comunidad sino de la necesidad de aceptación. Hay iglesias que adoptan modelos y estilos eclesiales con el objetivo de recibir ayuda para realizar su actividad. También vemos un reduccionismo en la mayordomía reducida al tema del dinero.

El mundo que se dibuja desde las aulas teológicas, tiende a haber choques cuando se sale a las comunidades, lo que nos motiva a crear puentes entre la dirección y la comunidad en general, que puede hacerse con preguntas como: “¿Cuál es nuestro objetivo al ser iglesia?”

Muchas mujeres en las facultades teológicas en los años anteriores sufrieron al estudiar una carrera que era muy dedicada a los hombres. Si una iglesia no tiene una clara imagen de su esencia y de su tarea, corre el riesgo de repetir patrones sociales, como la discriminación, el patriarcado en el “pastorcentrismo” masculino, etc. Por eso, es importante establecer puentes para transformar las comunidades. Reconocemos, sin embargo, que hoy en día continúa siendo tan difícil tender puentes religiosos y culturales o, mejor dicho, del clero al laicado, del templo a las casas y a los espacios públicos.

Hay una reproducción de los modelos sociales en las iglesias, que pasan por acciones cotidianas, tales como la jerarquía, hombres, mujeres, niños, ancianos, animales, y la creación en último lugar. También existe distanciamiento entre las figuras de autoridad eclesial, la diferencia entre estudiantado y profesorado, los conflictos étnicos y sociales.

Las comunidades deberían ser un modelo del ministerio de Jesús, pero, a menudo, es un espejo de su sociedad, por lo cual tenemos comunidades marcadas por dominación y sumisión tal cual las realidades sociales circundantes. Por tanto, no se trata de aplicar literalmente o con simplismo los mensajes y las acciones de Jesús, sino usar la imaginación y la creatividad para extender la lógica de su propio ministerio a otras circunstancias históricas. Es asunto de pensar en la relación entre contexto, cultura, interculturalidad, y las herramientas que ofrecen las concepciones teológicas para construir comunidades de justicia, dignidad, igualdad, etc.

Es claro que, desde la teología práctica, se debe reflexionar sobre cuál es la imagen de la iglesia y cómo se piensa y experimenta la fe cristiana. Surgen las preguntas: ¿Qué rol juegan las comunidades?, ¿Son acaso fijas o son dinámicas y están en desarrollo?, ¿En qué dirección se mueven? Este tema exige un gran reto de replanteamiento. La crisis vivida por las comunidades de fe durante la pandemia del Covid-19 con el cierre de templos y el paso al culto virtual sacudió la receta eclesial, indistintamente de las denominaciones. ¿Será este otro posible giro? Este cambio podría abrir nuevas oportunidades para la reinvención organizativa de las comunidades de fe, por lo que, hay espacio para proponer estrategias de desarrollo comunitario con objetivos y dinámicas que respondan a los desafíos y las realidades actuales.

Una comunidad en un cierto contexto no puede actuar como poseedora exclusiva de la verdad. El desarrollo de las comunidades no puede consistir únicamente en la transmisión de un mensaje, sino la búsqueda de crecimiento en conjunto con el entorno. Esta es una demanda del contexto y de la teología, lo cual nos regresa a preguntar sobre los puentes entre la cultura y las comunidades de fe, tales como en los países con pluriculturalidad como Guatemala, Bolivia, Perú, etc. En estos pueblos encontramos iglesias, en especial las neopentecostales, que excluyen las prácticas nativas de los pueblos.

Hay un discurso común entre las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), donde complementan los valores cristianos y los valores de los pueblos originarios. En esa área se requiere mucho trabajo para crear puentes entre las tradiciones religiosas, en las cuales se unen los pueblos latinoamericanos. Sin embargo, en algunas organizaciones solo hay activismo sin reflexión, con muchas actividades, pero sin claridad del camino, sin propósito y sin vislumbrar el horizonte hacia donde se dirigen.

Desafíos actuales para la academia y para la praxis

Toda reflexión sobre las iglesias debe ser crítica de sí misma y propositiva, a la medida del Reino de Dios y su justicia, y debe eliminar todo lo que nos aparte de la sociedad. ¿Será que las comunidades de fe están silenciadas socialmente? Uno de los aspectos del desarrollo es tener voz social, con una visión soteriológica a partir de las realidades concretas donde están inmersas las comunidades. El desarrollo de una comunidad, por tanto, es más que la transmisión de doctrinas y dogmas religiosos, sino que crece en la búsqueda conjunta con el entorno, la sociedad y la cultura. Es una demanda del contexto, pero también una demanda de nuestra teología. Son los dos extremos de un puente de encuentro, la teología y el texto bíblico con el acercamiento social.

Figura 1: Proceso de la acción crítica en las comunidades eclesiales

Fuente: Elaborado por la mesa de trabajo

De esta forma, se logra que las comunidades eclesiales realicen una acción fundamentalmente crítica. Para lograr alcanzar tal propósito, es necesario que se cumplan dos condiciones: la primera condición es que se habilite una comunicación, una apertura al diálogo entre las personas participantes de la comunidad; la segunda condición es que se haga desde los contextos diversos y multiculturales. Esos dos puntos, dialogar libremente y trabajar desde el contexto, permite una nueva perspectiva para poder abordar el tema del desarrollo de las comunidades.

A esto se suma el gran reto del currículum académico. ¿Cómo organizamos currícula que permitan adecuar este tipo de trabajo de puente? Creemos que, en la América Latina y caribeña diversa, heterogénea, plural, y compleja, estos currícula no están concluidos, pero van en buen proceso. Lo que se requiere, o al menos así lo entendemos, es que partan de entornos diferentes, desarrollando así varias metodologías, porque existen contextos diferentes en Costa Rica, Nicaragua, México, Colombia, Perú, Brasil, Cuba, Chile, y demás países. Entonces, no nos serviría repetir lo mismo en contextos diferentes, porque sería implantar y pedir adaptaciones y acomodaciones que tanto hemos criticado y rechazado. La teología práctica de América Latina y el Caribe consiste en contextualizar las necesidades reales de cada lugar: eso es lo pertinente y justo. 

De ahí parte la necesidad de cada comunidad de fe de conocer y evaluar críticamente los micro, meso, y macro contextos que la rodean y de entrar en comunicación con ellos. Igualmente, las comunidades deben evaluar si sus tradiciones y doctrinas están permitiendo la comunicación o, si de alguna manera, impiden la convivencia con los contextos. Las formas de conectar la comunidad con el contexto necesitan una revisión permanente, para escapar de la imposición de una verdad de manera jerárquica. Sólo así se buscarán y encontrarán las diversas comunicaciones adecuadas a las necesidades mutuas.

En los contextos latinoamericanos y caribeños muchas comunidades cristianas, sean cristianas evangélicas o católicas, rechazan la realidad de los pueblos originarios: mayas, aztecas, pipiles, y muchos más. Hay que tomar en cuenta que hay diversos marcos de construcción menos reduccionistas que, de cierta forma, permiten vivir una fe en Jesús en estos contextos pluriculturales. Esta es un área que requiere mucho más trabajo, que consiste en la construcción de puentes y el cruce de caminos de tradiciones religiosas en las que las comunidades viven a diario.

¡Qué importante es conocer la historia de la teología práctica! Enfatizamos las palabras del profesor Ángel Román en su ponencia, en las que afirmó que hay dos pautas de entendimiento de la identidad latinoamericana: una es la simplista, heredada desde la conquista; y la otra es aquella que rechaza por completo la realidad indígena. Si queremos crear estrategias de acercamiento pastoral y teológica, tenemos que comenzar por los temas de integración social con base histórica. En este aspecto, es importante el quehacer teológico latinoamericano y caribeño desde el ser sujeto en un proceso de descolonización. También, los temas de pastoral desde las comunidades cristianas se vuelven objeto, cuando seminaristas y estudiantes de teología, con el afán de llevar una novedad a sus comunidades, no siempre logran una congruencia histórica y cultural.

Hay dos fenómenos que con frecuencia vemos en América Latina y el Caribe. Uno es la saturación de actividades, es decir, una comunidad que aparentemente hace mucho, pero concreta poco. El otro fenómeno es la adopción de las tendencias modernas, esto es, proyectos que no responden o no se relacionan de forma real con el contexto de la comunidad. Por lo tanto, tenemos que comenzar por encontrar modelos de comunicación e incidencia que sean viables y reales para los distintos entornos culturales.

La recepción del texto bíblico

Existe una correlación en las comunidades con el texto y la herencia del absolutismo. Algunas se perciben a sí mismas como herederas del Israel bíblico y legitiman, inclusive, la violencia y la persecución. Está claro que las interpretaciones bíblicas como verdades absolutas y la monodirección interpretativa cierran los caminos a la pluralidad de voces.

Es interesante, comentó un compañero de la mesa, que el quehacer teológico de la teología de la liberación tenía como enfoque claro la identificación de un paradigma en torno a la realidad social de los pueblos latinoamericanos acompañado de una lectura popular del texto bíblico. Pero hoy en día, preguntó, ¿Desde cuáles presupuestos se está leyendo la Biblia en las comunidades?

Consideramos que, lamentablemente, muchas comunidades eclesiales han perdido el horizonte. Si nos remitimos a la historia del surgimiento de las CEBs, vemos que su desarrollo fue en un contexto de persecución y opresión que, ante la imposibilidad de utilizar templos, se abrieron nuevos centros de reunión como casas o parques. Pero luego, debido al retorno de la estabilidad, con el paso del tiempo estas comunidades volvieron a los templos, quedando así segregadas en los lugares de cultos. De esta manera fueron absorbidas por la institución y perdieron su esencia en la lectura popular de la Biblia. También, de alguna forma, se fueron debilitando en su opción primera por las comunidades socialmente marginadas y su compromiso con la transformación social.

Ante este reduccionismo que condujo casi en su totalidad a la pérdida del acercamiento a las comunidades y el desarrollo de las herramientas de acción, el enfoque eclesial retornó a centralizarse en la figura del clérigo, del pastor, del sacerdote, o del liderazgo religioso masculino. Las mujeres, es sabido, son quienes han conformado el mayor número de participantes en las CEBs. A ellas, comúnmente excluidas de participar en el ámbito público, esta modalidad de espacio eclesial les ha abierto alternativas de organización dentro y fuera de las comunidades de fe. Las mujeres han demandado que se escuche su voz y han aprendido a abrir espacios para sus pronunciamientos, así como para lograr puestos de liderazgo, con frecuencia arrebatados por sus compañeros hombres (Muchas gracias, compañeras, por la esperanza sembrada).

En el siguiente esquema se resume lo conversado anteriormente. Las comunidades ofrecen una comunicación con el contexto, no solamente transmitiendo un mensaje, sino que también realizan un diagnóstico multicultural. La Biblia, las tradiciones, y las doctrinas desde y para la comunidad, son continuamente revisadas, deconstruidas, y transformadas.

Figura 2: Resumen del proceso de la acción crítica en las comunidades

Fuente: Elaborado por la mesa de trabajo

De esta forma, se busca la comunicación adecuada entre la comunidad y su contexto. Todo el quehacer de las comunidades de fe debe apuntar a una acción crítica que proponga directrices para una transformación hacia la justicia y equidad como manifestaciones del Reino de Dios.

Revisión y replanteos epistemológicos y metodológicos de la Teología Práctica

El segundo encuentro fue antecedido por dos presentaciones para motivar la conversación en la mesa de trabajo. Ambas conferencias se presentaron bajo el tema de Re-conociéndonos en el camino: Epistemologías y metodologías en la Teología Práctica con identidad latinoamericana y caribeña. Manuel Ortega Álvarez tuvo a cargo la primera presentación titulada “‘A Dios nadie le vio jamás’. Espiritualidad y teología negativa en el contexto actual”.[4] Por otra parte, a Nidia Fonseca Rivera le correspondió presentar la segunda conferencia con el título “Teología Práctica: ¿Qué metodología se transita desde la visión epistemológica latinoamericana y caribeña?”.[5]

Las preguntas que guiaron este segundo encuentro fueron las siguientes:

·     ¿Qué epistemologías y métodos se han usado y han dado buen resultado en el pasado?

·     ¿Cuáles son las influencias actuales de las ciencias sociales y humanas en el desarrollo de las comunidades?

·     ¿Dónde ven nuevas posibilidades teóricas y prácticas para fortalecer su área?

Se comenzó con una reflexión sobre nuestro trabajo en el pasado, una retrospectiva al trabajo en las comunidades. En esta ocasión, conversamos desde nuestras bases y experiencias profesionales en misiología, formación pastoral, y teología práctica.

Metodologías y epistemologías para la formación de comunidades

¿De acuerdo a las experiencias de cada participante, cuáles métodos se pueden aplicar en el fortalecimiento de comunidades? En el pasado, existía una gran diferencia entre dos posiciones.

Por un lado, tenemos a la iglesia católica, considerada como una institución que es mediadora de la gracia de Dios a través de los sacramentos (Núcleo de su autoentendimiento durante muchos siglos). Eso justifica la institución del sacerdocio que administra y reúne a los fieles alrededor de los sacramentos, la predicación, y la mediación de la gracia. Esta es la línea clásica.

Por otra parte, tenemos a la línea protestante, que no se apoyó tanto en el sacerdocio sino en la Palabra de Dios y la predicación. Estos son considerados como signos visibles en los sacramentos como iniciadores del crecimiento de las comunidades, confiando principalmente en la autosuficiencia de la Palabra de Dios. Todas las instituciones protestantes destacan la predicación de la palabra y el cumplimiento de los sacramentos como fundamento del crecimiento. En la década de 1980 se confrontaron la autosuficiencia de la palabra y el sistema de crecimiento empresarial aplicado a la iglesia. Esta última es principalmente una influencia de las ciencias económicas y sociales, es decir, entender las iglesias como organizaciones lo cual demanda utilizar los métodos organizacionales empresariales para un eficiente desarrollo de la comunidad. Entre estos dos polos, la teología que confía en la autosuficiencia de la Palabra y la eficacia de los instrumentos administrativos es la que ha movido la organización eclesial en los últimos años.

Praxis: binomio teoría – práctica

El nexo entre teoría y práctica comúnmente no se estudia en las escuelas teológicas. Son muy pocas las instituciones que acompañan los estudios teológicos con la práctica pastoral, esto es, vincular el saber intelectual con la lectura de la realidad. La praxis es la relación dialéctica entre ambos conceptos. Tenemos claro que, teológicamente hablando, somos herederos de los principios de la Reforma acerca del sacerdocio universal y la vocación de servicio, y también tenemos claro que contamos con los espacios para desarrollar en la práctica una diversidad de ministerios. Sin embargo, desde las experiencias en la formación del liderazgo eclesial, entendemos que las instituciones de educación teológica tienen mucho camino por delante para completar la adecuada formación y toda una vida para crecer en la praxis pastoral. Esto continúa siendo una deuda pendiente.

Cuando las personas estudiantes de seminarios y universidades llegan a la práctica, tienen un fuerte choque. Esto nos lleva a plantear una serie de preguntas muy fuertes: ¿Tiene relevancia la teoría teológica? y ¿La teología teórica puede aplicarse en esta sociedad? El concepto sobre “aplicación” debemos revisarlo seriamente, pues la praxis pastoral no debería considerarse como un trasplante, adaptación, y acomodación de la teoría a la práctica, que ya hemos criticado bastante en este documento. Aun así, a menudo avanzamos y nos damos cuenta de que la hermenéutica de la sospecha y la construcción social de la realidad es un caminar a tientas. Esta experiencia no la tienen todas las personas estudiantes, pero quienes la experimentan se dan cuenta de que hace mucha más falta de conocer por fuera que por dentro del campus.

Del “pastorcentrismo” a la pastoral facilitadora de la comunidad

En las décadas de 1970 y 1980 se tendía a incorporar cosas novedosas, pero no todas las iglesias lo hacían con espíritu crítico. Celebramos que el pensamiento crítico se haya ido desarrollando con el tiempo, de tal forma que existe la capacidad de contextualizar la fe a las realidades sociales. En la práctica eclesial no debería haber conclusiones ni resultados alcanzados de forma improvisada, sino a través de una constante búsqueda pensada y coordinada de procesos que faciliten a la comunidad de fe transitar caminos que se vayan abriendo al andar.

Así, Emilio Castro, en su libro de pastoral latinoamericana, empieza a definir la pastoral como el trabajo organizado de la iglesia. En la UBL nos encontramos con algunas personas que definían la pastoral como el trabajo organizado de la iglesia, lo que significaba que los agentes pastorales tienen el papel de facilitar el trabajo organizado de las iglesias. En algunas instituciones se logró concretizar, tal como el surgimiento de algunos grupos de trasfondo evangélico con un trabajo pastoral organizado a partir de una crítica del “pastorcentrismo” moderno. Se pretendía mover del centro la figura de un pastor con el fin de movilizar a toda la comunidad a ejercer pastorales focalizadas. En aquel tiempo se comenzaba a hablar de pastoral juvenil, femenil, infantil, y otras más, con el objetivo de realizar la misión de forma integrada.

De esta forma, se hizo necesario repensar el papel pastoral y el involucramiento de la comunidad completa. La labor pastoral se tendía a enfocar con fuerza en el tema litúrgico, para luego evolucionar a una pastoral que prepara a las personas para organizar a toda la comunidad. La comunidad, a la vez, se desarrolló a través de su involucramiento en la misión de Dios. Estas dos dimensiones no se pueden separar.

Hemos visto en la teología de la liberación que la práctica es el acto primero y la teología es el acto segundo. Esto aconteció en el desarrollo de las comunidades de base como primer acto y la teología, posteriormente, reflexiona sobre estos acontecimientos como segundo acto. No obstante, este primer acto significó un acto en el entendimiento de la “iglesia” que pasa a ser la reunión de los creyentes, de los participantes de la comunidad, las llamadas personas laicas. Esto cambió también la lectura de la Biblia desde la perspectiva de la vida y con la competencia de la comunidad lectora. Y todos esos procesos (la reunión, la comunidad, y la lectura de la Biblia) aparecen hoy en la reflexión como actos legítimos de los creyentes y no como actos de una institución que administra todos estos acontecimientos. Esto fue confirmado en el Concilio Vaticano II. Lo mismo pasa con el entendimiento de la misión de la iglesia, pero, ¿Cuál es la misión de la iglesia?

Repensar la misión

Durante mucho tiempo la misión fue entendida como la evangelización, reparto del evangelio o la conversión de nuevos creyentes para el crecimiento de la iglesia. Uno de los grandes giros de la teología a mediados del siglo XX es el acercamiento al texto bíblico como tal, y este giro resulta desde los movimientos de independencia y liberación de los grupos colonizadores en países en África y Asia que reclaman también ser iglesia. La misión comienza a repensarse como envío, es decir, la iglesia no es la dueña de la misión, sino que tiene el privilegio de participar en la misión de Dios.

Misión no es lo que hacen los que tienen recursos para realizar actividades transculturales. Al contrario, misión es el llamado que tenemos todas las personas seguidoras de Jesús a lo largo y ancho del planeta, sin distinción de raza, género, cultura, edad, condición social, etc. Parte fundamental de la responsabilidad del liderazgo en las comunidades cristianas es orientar y participar con el grupo de la congregación a encontrar su contribución e incidencia dentro de la misión de Dios. Hablamos de una misión de todas las personas para todas las personas, de todos los lugares para toda la creación. No hay aspectos de la vida cósmica que queden fuera de la voluntad salvífica de Dios, lo que se puede denominar como “misión integral”.

Este cambio es bien decisivo para nuestro planteamiento, ya que dirige la mirada a la acción de Dios para el mundo, en la cual la iglesia participa activamente, pero no es un objetivo para sí misma, sino que redirige la mirada de la iglesia hacia el mundo. De esta forma, la iglesia deja de ser protagonista y se convierte en partícipe de un propósito mayor que es el reino de Dios en el mundo y para el mundo.

Figura 3: Modelo de la reorientación a la misión de la iglesia

Fuente: Elaborado por la mesa de trabajo

En el gráfico podemos observar un modelo de la reorientación a la misión de la iglesia. En este modelo, el mundo está rodeado de la realidad divina que influye en el mundo. La iglesia no está en el centro del mundo, sino que es parte de un todo dentro del mundo. La iglesia es un signo porque crea una comunidad que participa del reino. La iglesia es instrumento para realizar la paz y la justicia. La obra redentora y reconciliadora de Dios rodea el mundo y las personas creyentes son colaboradoras.

La iglesia es signo e instrumento

Las acciones del reino de Dios se concretizan en la iglesia, no siendo el centro del mundo, sino una parte del accionar de Dios en el mundo. La conformación de esta comunidad es un signo del reino presente en el mundo, la cual, al mismo tiempo, es un instrumento en las manos de Dios para actuar en el mundo. La iglesia es un signo y es un instrumento.

La comunidad de creyentes es colaboradora de Dios, actúa bajo su gracia y dirige su misión a la transformación del mundo y no para sí misma. Es un entendimiento completamente diferente a la compresión clásica de misión, porque cambia también el sujeto de la misión.

Esta concepción resulta del movimiento ecuménico a finales de la década de 1960, que plantea que la iglesia es para el mundo o la iglesia para las otredades, tal como lo dijeron varios teólogos de esa década y la siguiente (leer La iglesia del futuro y el futuro de la iglesia). Estas concepciones de misión surgen en la práctica y, a partir de ahí, se teoriza hacia una teología de la misión.

Aún se siguen planteando muchas preguntas. La misiología es un intento de describir la relación dinámica de Dios con el mundo y la participación de la iglesia en esta relación. Sin embargo, la iglesia no es solamente un instrumento sino también un sacramento, es decir, una presencia sacramental en el mundo. Emilio Castro dijo que, una vez que reconozcamos la identificación de Jesús con las personas empobrecidas y discriminadas, ya no podemos considerar nuestra propia relación con los pobres como un asunto de ética social: es un asunto del evangelio mismo.

Hay que tener claridad de que en la misión de Dios hay diversos actores y que, por tanto, no es un ministerio exclusivo de las iglesias, sino que existen otros protagonistas en el contexto social que igualmente buscan la transformación y la justicia social. David Bosh, misiólogo de África del Sur, tomó como base el trabajo de Hans Küng sobre los paradigmas en la teología. Existe una descripción del llamado paradigma ecuménico actual en el cual rompe con la idea una única misión de Dios. Él dice que existen diferentes facetas de la misión de Dios y que la unidad de la misión se encuentra en la unidad de Dios y no en la unidad de perspectivas o acciones de grupos eclesiales u organizaciones religiosas.

No debemos ver en las diferentes acciones como si fueran contradictorias, porque por el hecho de ser diferente no son excluyentes, sino que se abren a más y nuevas posibilidades. Este enfoque epistemológico nos permite enfocarnos en la variedad de llamados en las diferentes comunidades eclesiales si, bien es cierto, hay principios fundamentales como la vida y la justicia. En torno a esto hay numerosas formas de desarrollar la misión de Dios.

Teoría de las organizaciones modernas

Hoy en día hay instituciones que estudian las formas de organizar las iglesias y, para lograrlo, la mayoría de ellas buscan desarrollar programas orientados al crecimiento de tipo empresarial en las comunidades eclesiales. En la siguiente figura podemos observar de forma esquemática cómo se concibe precisamente este tipo de organización eclesial

Figura 4: Teoría de organización (tipo económico)

Fuente: Elaborado por la mesa de trabajo

Planificación:   1. Diagnosticar

2. Planear

3. Organizar

Realización:     4. Dirigir

5. Coordinar

6. Monitorear

Evaluación:      7. Re-valorar

8. Re-planear

Una forma de organización se caracteriza por tener un programa con objetivos. Por ejemplo, empresas como Coca-Cola tienen como objetivo la mayor cantidad de ventas posible y la creación de una necesidad en todo el mundo. Los métodos se desarrollan con el fin de conseguir los objetivos.

¿Qué pasa cuando se transmite esta idea a la iglesia?

Haremos un análisis de algunas iglesias en Europa que están perdiendo mucha feligresía y pensaremos cómo pueden aplicar este sistema a una iglesia en este contexto:

·     Programa – Cómo crecer la iglesia, sobrevivir.

·     Contenido – Un mensaje que sea apropiado a la actualidad.

·     Destinatarios – La feligresía y los líderes.

·     Liderazgo – Jerárquico.

·     Recursos – Las finanzas, fundaciones.

·     Métodos – Cuidar la apariencia, mantener presencia en los medios y redes sociales.

Con este modelo se han administrado las comunidades, pero esto puede llegar a ser problemático, debido a la falta de definición de un programa basado en la reflexión bíblica y más bien fundamentado en la sobrevivencia y en la contención de miembros.

Este tipo de programas europeos también han entrado exitosamente a América Latina, debemos afirmar, como un tipo de neocolonialismo. Si hablamos de programas heredados, encontramos muchos sistemas eclesiales enfocados en la conservación de grupos sociales similares. Cuando una iglesia utiliza estrategias empresariales, corre el peligro de convertirse en grupos de personas con cierto criterio, nivel social o afinidad.

Sin duda alguna, la forma en que se comprende la iglesia en el mundo tiene que ver con la forma en que se concibe lo divino. El mismo gen de la teología y su discurso va a determinar cómo se hace la misión. Por ejemplo, las relaciones jerárquicas que responden a la forma en que comprendemos las relaciones sociales y la imagen de lo divino. De esta forma, el aspecto del método (y no sólo de las ciencias sociales sino también de la filosofía) es sumamente particular, ya que nos ayuda a ir un paso atrás y que nos permite hacer la retrospección de cuál es el origen y cómo formulamos nuestros discursos teológicos.

Con frecuencia, nuestros discursos y prácticas liberadoras responden a realidades ideales que no son consecuentes con las realidades particulares de las comunidades en la práctica. Podemos construir un discurso teológico sustentado en la tradición, la teología sistemática, y la interpretación bíblica, pero que conscientemente también esté alineado con proyectos liberadores. Esta es la importancia de la teología práctica.

La colonización vive en nosotros y vivimos en ella. Nuestra tarea en la investigación académica es examinar cada uno de los conceptos sociales y teológicos. El constructivismo, aunque comparte algunas bases positivistas, todavía participa activamente en la epistemología moderna. Esto es un desafío para todos los campos del conocimiento humano.

De ahí la importancia de tener un panorama de las realidades en América Latina y el Caribe en nuestro intento de desarrollar un programa y metodología para tratar de conectar el acceso de la misión de Dios con los métodos de organizaciones dentro de un marco teológico.

Presentamos este modelo para ser revisado y evaluado, tomando en cuenta si éste cumple con el propósito de descolonización en la organización de las comunidades, utilizando como base el gráfico 1 y la hermenéutica de la teología de la liberación. Es muy importante recalcar que, para cumplir con el propósito de descolonización, todas las preguntas deben responderse junto con la comunidad, no sólo por el liderazgo. También, debe haber apertura a incluir otras preguntas que la comunidad de fe plantee como necesidades y cuestionamientos que no estén registrados en los siguientes cuadros.

Hermenéutica de la teología de la liberación

La hermenéutica de la teología de la liberación se caracteriza por su metodología contextual, la cual se divide en tres pasos o mediaciones hermenéuticas: ver, juzgar, y actual.

El primer paso: Ver

1.    Existe una comunidad real, un contexto social, político, económico, y cultural: la identidad de la comunidad. La estructura: ¿Cómo funciona el liderazgo?, ¿Quién dirige la comunidad?, ¿Qué participación tiene?, ¿Cómo funciona y fluye la información?, y ¿Cuál es su estructura financiera?; y el Clima: ¿Cómo se relacionan el liderazgo con los miembros?, ¿Cómo tratan los conflictos?, y ¿Cómo se relacionan entre sí?

2.    Contexto: ¿En qué entorno viven? ¿Cuáles son los factores políticos, económicos y culturales? y ¿Es una comunidad que vive en precarios o en urbanizaciones? Hacer un inventario de lo que existe y dónde.

El segundo paso: Juzgar

Comparar con una comunidad ideal, una que es signo e instrumento del reino de Dios. Es muy difícil explicar y describir cuando una comunidad es signo e instrumento del reino de Dios, pero algo que nos ayuda a entenderlo es la descripción de la iglesia en Hechos 2,44-47, donde Lucas describe una comunidad ideal:

1.    Martiria, “Todos los que habían creído testificaban” (predicación o por la acción, Kerigma).

2.    Diaconía “Tenían todo en común” (servicio a la comunidad).

3.    Koinonía “Perseveraban Unánimes” (Convivencia social).

4.    Liturgia “Partían el pan y alababan a Dios”.

Estos aspectos de una comunidad son la fuente de la esperanza del reino de Dios ante la realidad presente. Partiendo de esto, debemos preguntarnos: ¿De qué forma se están llevando a cabo estos aspectos en nuestras comunidades? De esto resultan los desafíos.

·     Percibir desafíos: Si pensamos en una comunidad, por ejemplo, en una región como Sarapiquí (un lugar fronterizo con Nicaragua) donde habitan muchos refugiados nicaragüenses en la zona norte de Costa Rica, ¿Nos bastaría entonces con solo hacer cultos o hablar de Dios? No, antes de eso, tenemos que entender que hay una condición social que debe ser comprendida.

·     Definir posibles acciones: Para un trabajo real en esta comunidad hipotética, será necesario atender las necesidades económicas, la formación de sindicatos de trabajadores para la zona rural, crear grupos de apoyo comunal, directivas organizacionales, y acciones similares.

·     Tomar decisiones (acciones, proyectos): Programas de educación y capacitación. ¿Quiénes colaborarán?, ¿Qué proyectos tendrían aceptación y resultados que sean viables? No podemos realizar todo lo que se quisiera, pero algo es más que nada.

Tercer paso: Actuar

En este paso se pueden usar los métodos de las organizaciones, pero con otro título, pues no se trata de la organización en sí, sino de dar un signo del reino de Dios. Por esa razón, en lugar de “Programa”, como se mostró en la Figura 4, se colocaría “Signo del Reino”. Ahora bien, lo primero que tenemos que definir es: ¿Cuál es el signo?

Volviendo a nuestro ejemplo de la comunidad en Sarapiquí:

·     Proyecto de emprendimiento.

·     Objetivo – Enseñar a las mujeres a generar ingresos.

·     Contenido – Hacer un curso.

·     Liderazgo – ¿Quién puede realizar el proyecto?

·     Recursos – Buscamos donaciones de personas o fundaciones.

·     Métodos – Reuniones una o dos veces por semana.

·     Destinatarias – Las mujeres de la comunidad.

Partiendo de la comunidad ideal, en forma comunitaria ponemos en práctica los pasos en una comunidad real, se estudia grupalmente las posibilidades de desarrollo, y finalmente la comunidad toma las decisiones, planifica y realiza los programas.

Seguramente si planteamos otras preguntas, obtendremos otras respuestas. Es muy importante hacer la pregunta clave para encontrar las respuestas necesarias: ¿Qué podemos hacer por el reino de Dios en este lugar?

Figura 5: Modelo para el desarrollo de la comunidad

Fuente: Elaborado por la mesa de trabajo

Sobre la revisión y replanteamientos epistemológicos y metodológicos sobre el desarrollo de las comunidades, podemos concluir que en América Latina y el Caribe hay muchas miradas interesantes. Estos enfoques, junto con otras herramientas y modelos que parten desde las ciencias sociales, nos ayudan a ampliar la descripción y el análisis de las realidades, tomando siempre en cuenta la espiritualidad de los pueblos originarios.

Estos paradigmas aprendidos en la academia son severamente desafiados cuando en la pastoral nos encontramos con realidades complejas muy ricas y variadas. El proceso de contextualización es un reto que cada líder, persona encargada, pastor o pastora, o sacerdote debe superar para crear una comunión (κοινωνία) que permita a la comunidad participar en su propio desarrollo de la forma más responsable y eficaz, siendo la iglesia esa comunidad que acompaña a la sociedad completa en caminos de justicia y dignidad. En la pastoral nos enfrentamos a buscar un acercamiento más enfocado en la misión integral para que el evangelio sea acompañado de signos del reino de Dios, en busca de la transformación y de la liberación.

Una de las formas de ser y estar en la comunidad es cuando combinamos los aspectos de la comunión, servicio, y testimonio con las normas fundamentales de la iglesia: unidad, santidad, apostolicidad, y universalidad. Y cualquier acción que asumimos, debe también expresar estas formas de ser comunidad. Es importante la perspectiva hermenéutica de Lucas que nos presenta una comunidad idealizada, pero es más importante aún que busquemos la formación de comunidades sanas que pueden expresarse, que pueden autoevaluarse, que encuentren ciertas herramientas metodológicas, ciertas rutas, ciertos pasos, que no necesariamente son obligatorios, sino que solamente sirven como modelo para adecuar maneras más saludables de vivir en relación. Quizás no podamos llegar a una comunidad ideal, pero sí podemos desarrollarnos como comunidades saludables que también incorporan otras dimensiones de la vida, tales como el arte y la espiritualidad, además de lo organizativo o analítico.

Preguntas planteadas para análisis:

·     ¿Qué entendemos por descolonización?

·     ¿Qué significa esto para el desarrollo de comunidades?

·     ¿Qué significa para el desarrollo de una comunidad el percibir la realidad en otras dimensiones sensitivas y racionales?

Sistematización y conclusiones sobre el desarrollo de las comunidades

En este documento hemos plasmado las principales ideas conversadas en la mesa de trabajo. Son planteamientos acerca de la visión hacia el futuro, aspectos que necesitan renovación o creación y, finalmente, propuestas para el desarrollo de materiales didácticos que fortalezcan el desarrollo de las comunidades.

Visión y perspectivas para el futuro

·     Hay muchos aspectos importantes a considerar en el tema del desarrollo de comunidades. En este momento clave de la historia de la humanidad y de la teología en general, la formación en el desarrollo de las comunidades tiene una gran oportunidad que no se debe dejar pasar. No solo por tratarse de una un curso académico necesario para la formación teológica, sino porque es una materia que unifica a todas las disciplinas de la teología práctica.

·     No podemos negar que, a pesar de tener un gran campo de actividad en la teología práctica, hay un vacío que hemos de llenar en la formación académica teológica. Tenemos las piezas, pero sin lograr armarlas del todo. Tenemos conocimientos en lo que tiene que ver con las teorías, filosofía, pastoral y otras áreas, pero la ausencia de una materia sobre desarrollo o formación de comunidades hace que no tengamos la oportunidad de integrar todas las disciplinas de la teología práctica en un todo en la cual el desarrollo de la comunidad sea el eje central de toda la actividad educativa.

En América del Sur, por ejemplo, son pocas las instituciones que han comenzado a impartir el desarrollo de comunidades como una materia académica. En consecuencia, sabiendo que el desarrollo de las comunidades integra todas las disciplinas de la teología práctica, pero en las instituciones de formación teológicas no está instalado en los programas, repetimos, este es el gran desafío para los currículos de las escuelas de teología en América Latina y el Caribe.

·     Otro desafío para el futuro es la aportación a nivel de reflexión y producción teórica. De igual forma, está el reto de crear estrategias con miras a la producción de nuevas reflexiones que conduzcan a caminos prácticos para las comunidades, que sirvan como herramientas e insumos para las pastorales y el quehacer teológico desde y para las comunidades.

Desde el contexto de las comunidades

·     Cuando observamos a las pastorales de las comunidades, nos damos cuenta de que hay incontables realidades complejas, escurridizas, y sin develar. Es por eso que no se puede ni se debe utilizar un único método de desarrollo, porque cada una tiene su propia identidad y necesita su propio desarrollo. El desafío consiste en que las comunidades aprendan a leer las realidades en las que están viviendo para poder crear estrategias propias, pertinentes, y efectivas que respondan a sus necesidades particulares y provean los caminos necesarios para la formación y el crecimiento. Las herramientas, quizá, pueden ser dadas desde una institución que, rompiendo la barrera de la teoría, sepa brindar una luz no colonizadora para que las comunidades de fe encuentren y recorran su camino propio.

·     Es claro que las realidades cambian de una región geográfica a otra, aún dentro del mismo país, hay sectores sociales, culturales, y conductuales que necesitan establecer su propia visión. El desarrollo de comunidad debe partir de la experiencia propia de las personas y, aunque existen temas de interés común como lo es la violencia, el medio ambiente, la economía, etc., cada comunidad encontrará maneras sobre cómo abordarlos desde sus propias vivencias.

Descolonización

·     Hay un peligro latente en muchos liderazgos de comunidades, que consiste en querer aplicar sistemas que no son propios del entorno en que están. Esto también es colonizar, y ha sido el gran error de muchos misioneros que han llegado a América Latina y el Caribe desde diferentes lugares. El colonialismo no ocurrió solamente en la cruel conquista española del siglo XV, sino también con la llegada de misioneros norteamericanos y europeos a tierras de América con sus propias costumbres. De ahí que la creación de las estrategias de fortalecimiento de una comunidad debe partir de su propia realidad para evitar que la implementación se convierta en una nueva colonización.

·     Desde la institución académica se aprende el qué, pero al llegar al campo de acción nos preguntamos el cómo para cumplir los objetivos que las comunidades proponen. Aquí es donde nos enfrentamos con la cuestión metodológica, sobre todo cuando el “cómo” tiene que ver con variables incontables. Desde los excelentes espacios de formación teológica que tenemos en América Latina y el Caribe se debe brindar, no la “aspirina” o la “medicina” para la comunidad, porque eso no existe, pero sí ofrecer las herramientas que permitan observar desde la misma vivencia los caminos y las mitologías propias de las comunidades de fe. Tanto dentro de la formación académica como desde el trabajo en el campo tenemos el desafío de llevar de la mano la reflexión teórica y la reflexión práctica con instrumentos que permitan el desarrollo metodológico que conduzcan a la teoría de acción. No existe una receta única. Desarrollar caminos propios, ese es el reto.

Dependencia financiera

·     Otra forma de colonización en las comunidades de América Latina y el Caribe ha sido la dependencia económica de las iglesias a las organizaciones eclesiales más grandes. El financiamiento provoca que las comunidades no puedan responder a sus necesidades locales porque dependen de iglesias madres que exigen cierto “tributo”, no económico, pero sí ideológico o doctrinal. Para decirlo de otra forma, la metodología de la iglesia sobrepone la cultura de la organización que la financia por encima de su contexto social, económico y cultural.

·     El proceso de descolonización no se cambia en una materia de universidad ni se quita de forma inmediata y esto crea cierta seguridad en el liderazgo de las comunidades. A nivel estructural, las iglesias adoptan estilos paternalistas que se reproducen y se manifiestan en diferentes formas: definen su líder, los patrones de autoridad y los temas y lenguajes de comunicación. Todo esto nos desafía a observar e indagar en las transversales para hacer una reflexión crítica desde las diferentes claves sociales, los pueblos originarios, las problemáticas de violencia, exclusión y muchos más.

Descolonización teológica

·     El desarrollo de las comunidades pasa también por el cambio de mentalidades heredadas. Es común ver iglesias que buscan y copian métodos de liturgia y doctrinas sin observarlas desde su propia realidad. En las instituciones de formación teológica se nos reta a la creación de material para las comunidades. Hay mucho que puede promoverse y darse a conocer, siempre y cuando sea a partir de las reflexiones hechas desde las propias comunidades y tomando en cuenta sus lenguajes y formas de comunicación.

·     Algunos fundamentos teológicos clave deben salir de las aulas académicas y ser transmitidas en las comunidades para la descolonización teológica. El primero es el llamado al sacerdocio universal y de servicio de los creyentes, que son fundamentos de la teología protestante, donde las comunidades se van viendo a sí misma como parte del cuerpo, que fomenta la igualdad en los creyentes y entre laicos y clérigos, mujeres y hombres, niños y jóvenes. El segundo aspecto teológico que debe desarrollarse en la comunidad es el reino de Dios, con visión que orienta a un mundo mejor, otro mundo posible, uno de justicia, igualdad y plenitud. La misión integral es un tercer elemento teológico necesario en la comunidad, porque orienta la fe de los creyentes a su servicio al prójimo. La fundamentación teológica en estos pilares claves es importante en el desarrollo de las comunidades para lograr la descolonización de la fe. Esto debe ser ofrecido como parte de la materia de desarrollo de comunidades en los ámbitos académicos y transmitidos respetuosamente en el campo.

Renovación

·     A menudo nos encontramos con iglesias que se reúnen por costumbre, o para formar grupos de amistad, y otras las vuelven su lugar de esparcimiento o de salida familiar. Hay iglesias donde las familias ricas tienen tratos especiales o lugares reservados, siendo así “reconocidas” en la comunidad que les da más poder de decisión y ciertos privilegios especiales. Sin embargo, es posible la renovación de las comunidades que ofrezcan caminos que regresen a la fe como fundamento de la misión y a la descolonización teológica.

·     La renovación metodológica del desarrollo de las comunidades parte desde un círculo teológico, del análisis del contexto y de una visión. El equipo pastoral, o junta directiva de una iglesia, trabaja conjuntamente de mano de la comunidad de fe en el desarrollo de la misma.

·     Reconocemos que continúa siendo un desafío muy complejo que las iglesias retornen al concepto de comunidad de fe.

Estos serían algunos fundamentos y desafíos para la teología práctica en la materia de desarrollo de comunidades de fe.

A continuación, dejamos un breve esquema de lo compartido en la mesa.

A. Historia

1.    El Desarrollo de las Comunidades no es una materia de la Teología Práctica que con frecuencia sea parte de los currículos en instituciones de educación teológica

2.    Entre varias concepciones importante: Comunidades de base (década de 1960)

3.    Dependencia del contexto = Relación entre contexto – concepción teológica – comunidad real

4.    Desafíos y críticas en relación a:

·     A la eclesiología tradicional

·     A la lectura no contextual del texto bíblico

·     A los procesos de adopción, adaptación o acomodación

B. Epistemología y metodología

1.    Influencia de las ciencias económicas y sociales: métodos organizacionales

2.    Orientación teológica: Sacerdocio universal de todos los creyentes

3.    Concepción de misión: misión de Dios = misión integral

4.    Desafíos: Hermenéutica de la TL (ver – juzgar – actuar) contra teoría de organización.

C. Visión y perspectivas

1.    Necesidad de la materia Desarrollo de las Comunidades como eje clave teología práctica

2.    Desarrollo de estrategias

3.    Descolonización de:

·     Dependencia financiera

·     Estructuras

·     Patrones jerárquicos

·     Teología

4.    Fundamentación teológica en tres pilares: sacerdocio universal, Reino de Dios, misión integral

Bibliografía sugerida

La siguiente bibliografía recomendada está conformada por artículos académicos publicados en diferentes editoriales sobre el tema de Desarrollo de comunidades:

Volkmann, Martin. “Edificación de comunidad”. En Teología Práctica en el contexto de América Latina, editado por Christoph Schneider-Harpprecht y Roberto E. Zwetsch, 3a ed., 183–208. Quito, Ecuador: CLAI, 2011.

Zwetsch, Roberto E. “Evangelio, misión y culturas: el desafío del siglo 21”. En Teología Práctica en el contexto de América Latina, editado por Christoph Schneider-Harpprecht y Roberto E. Zwetsch, 3a ed., 237–64. Quito, Ecuador: CLAI, 2011.

_____. “Misión–Testimonio del Evangelio en el horizonte”. En Teología Práctica en el contexto de América Latina, editado por Christoph Schneider-Harpprecht y Roberto E. Zwetsch, 3a ed., 209–36. Quito, Ecuador: CLAI, 2011.

La siguiente bibliografía está conformada por artículos académicos publicados por la Universidad Bíblica Latinoamericana en el contexto de la Consulta de Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña relacionados con los temas de la mesa Desarrollo de las Comunidades:

Álvarez, Manuel Ortega. “‘A Dios nadie le vio jamás’: Espiritualidad y teología negativa en el contexto actual”. Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 99–112. https://revistas.ubl.ac.cr/index.php/tpl/article/view/216.

Baltodano Arróliga, Sara. “Acción Pastoral y Covid-19: Informe de resultados de la recolección de datos sobre los efectos de la pandemia y la reacción de algunas las comunidades de fe de Latinoamérica”. Teología Práctica Latinoamericana 1, no 1 (23 de febrero de 2021): 165–82. http://revistas.ubl.ac.cr/index.php/tpl/article/view/169.

Fonseca Rivera, Nidia V. “Diaconía en el contexto latinoamericano. Servicio a la creación y a las personas vulnerabilizadas”. En Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, editado por Angel Eduardo Román-López Dollinger, 261–76. San José, Costa Rica: SEBILA, 2022.

_____. “Teología Práctica: ¿Qué metodología se transita desde la visión epistemológica latinoamericana y caribeña?” Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 113–22. https://revistas.ubl.ac.cr/index.php/tpl/article/view/217.

Hoffmann, Martin. “El desarrollo de comunidades eclesiales en el horizonte del Reino de Dios. Una concepción teológica”. En Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, editado por Angel Eduardo Román-López Dollinger, 327–44. San José, Costa Rica: SEBILA, 2022.

_____. “El desarrollo de las comunidades: — 10 tesis sobre la necesidad de una nueva ‘Teoría de iglesia’”. Vida y Pensamiento 40, no 1 (13 de agosto de 2020): 87–97. https://revistas.ubl.ac.cr/index.php/vyp/article/view/87.

Román-López Dollinger, Angel Eduardo. “La teología práctica como constructo histórico: Hacia una teología práctica con identidad latinoamericana y caribeña”. Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 51–68. https://revistas.ubl.ac.cr/index.php/tpl/article/view/214.

_____. “Teología Práctica como instrumento de cambio social. Algunas reflexiones teóricas y metodológicas”. En Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, editado por Angel Eduardo Román-López Dollinger, 75–102. San José, Costa Rica: SEBILA, 2022.

Torres Cornejo, Cruz Edgardo. “Pandemia, cuarentena y comunidades diversas: Experiencia del Ministerio de Diversidad Sexual de El Salvador”. Teología Práctica Latinoamericana 1, no 1 (23 de febrero de 2021): 121–36. https://revistas.ubl.ac.cr/index.php/tpl/article/view/167.

Zwetsch, Roberto E. “Teología Práctica desde una perspectiva latinoamericana y caribeña”. Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 69–98. https://revistas.ubl.ac.cr/index.php/tpl/article/view/215.

_____. “Teología Práctica desde una perspectiva latinoamericana y caribeña”. En Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, editado por Angel Eduardo Román-López Dollinger, 43–74. San José, Costa Rica: SEBILA, 2022.

Sobre las personas responsables del artículo

Martin Hoffmann: Ex-docente de la Universidad Bíblica Latinoamericana. Coordinador de la mesa de trabajo Desarrollo de las comunidades en la Consulta de Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña.

Correo: martin.dr.hoffmann@googlemail.com

Jeremías Quintanilla Constanza: Estudiante de la Universidad Bíblica Latinoamericana. Responsable de elaborar los apuntes de la mesa de trabajo Desarrollo de las comunidades durante la Consulta de Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña.

Correo: jbenel@gmail.com

Artículo aprobado el 25 de octubre 2023

Artículo recibido el 18 de septiembre de 2023



[1]           Este documento fue revisado y editado por Sara Baltodano Arróliga, ex-docente de la Universidad Bíblica Latinoamericana.

[2]           “La teología práctica como constructo histórico: Hacia una teología práctica con identidad latinoamericana y caribeña”, Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 51–68.

[3]           “Teología Práctica desde una perspectiva latinoamericana y caribeña”, Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 69–98.

[4]           “‘A Dios nadie le vio jamás’: Espiritualidad y teología negativa en el contexto actual”, Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 99–112.

[5]           “Teología Práctica: ¿Qué metodología se transita desde la visión epistemológica latinoamericana y caribeña?”, Teología Práctica Latinoamericana 1, no 2 (26 de julio de 2021): 113–22.