Angel Eduardo Román-López Dollinger
Koinonía como modelo de comunidad alternativa
Desarrollo de
comunidades de fe en contextos complejos
Koinonia as
an alternative community model
Development of communities of faith in complex contexts
En el contexto actual latinoamericano y
caribeño, caracterizado por la fragmentación social, la desconfianza
institucional y el creciente individualismo, surge la necesidad de implementar
modelos comunitarios alternativos que encarnen los valores de solidaridad,
participación, resiliencia y empoderamiento colectivo. En este contexto, el
concepto koinonía, muy presente en el Nuevo Testamento, se presenta como
propuesta comunitaria sólida y esperanzadora. Generalmente, la koinonía
se ha interpretado solamente como algo subjetivo y afectivo. Sin embargo, este
modelo de relaciones humanas —presente en el cristianismo primitivo— se
constituye en una forma concreta de vida comunitaria que, como contracultura,
desafía las estructuras dominantes de poder, el consumismo, el individualismo y
la exclusión social. La koinonía emerge, entonces, como paradigma
alternativo para el desarrollo de comunidades de fe en contextos complejos:
diversidad sexual, educación teológica, vulnerabilidad y exclusión social,
privación de la libertad, salud alternativa y migración.
Es importante tener en cuenta que el
concepto bíblico koinonía puede traducirse como “comunión”,
“participación” o “compañerismo”. En el Nuevo Testamento, especialmente en el
libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas paulinas, esta noción de
comunidad designa una relación íntima y activa entre las personas creyentes,
basada en su unión a Cristo y mediada por el Espíritu Santo. Por esa razón, no
se trata únicamente de una experiencia emocional o mística, sino en una
práctica concreta de compartir la vida, los bienes, los sufrimientos y las
esperanzas. En los Hechos de los Apóstoles, por ejemplo, se presenta una imagen
fundamental de la iglesia primitiva: “Todos los que habían creído estaban
juntos y tenían todas las cosas en común; vendían sus propiedades y sus bienes
y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2,44-45). En otras palabras, se trata de una comunidad
solidaria, comprometida y dispuesta a construir un proyecto común, donde todas
las personas vivan en armonía y justicia.
En este contexto bíblico, la koinonía
deja de ser solamente un ideal espiritual y se convierte en una praxis
cristiana relacional, basada en la reciprocidad, la equidad, el amor, la
justicia y el servicio. Por ello, este tipo de comunidad de fe implica una
ruptura radical con esquemas individualistas, consumistas y jerárquicos, lo que
a la vez conduce a interpelar y superar los modelos de comunidad dominantes en
las sociedades capitalistas.
Ahora bien, las comunidades de fe, sobre
todo las koinónicas, no existen en el vacío,
sino se desarrollan en contextos sociales, políticos y económicos específicos.
En muchos casos, estos contextos son sumamente complejos: están marcados por
desigualdades sociales, violencia diversa, desplazamiento forzado, corrupción o
exclusión cultural. En tales casos, el modelo de koinonía
neotestamentaria se constituye en una respuesta profética. En otras palabras,
la koinonía es una comunidad inclusiva, donde el valor de cada persona
no lo determina su estatus social o procedencia, sino la dignidad inherente a
toda hija e hijo de Dios. Este principio sumamente importante en contextos de
vulnerabilidad y exclusión social, como los barrios empobrecidos, las
comunidades indígenas, los grupos migrantes y las comunidades de la diversidad
sexual, donde las personas son invisibilizadas, estigmatizadas y
deshumanizadas. Aquí, la koinonía se constituye en comunidad de fe
alternativa que dignifica, acoge y empodera a estas personas.
En sociedades marcadas por la
polarización, el racismo y la violencia estructural, la koinonía
representa, entonces, un espacio de reconciliación, donde prevalecen relaciones
pacíficas. Esto significa, promover el perdón, el diálogo y la solidaridad, así
como ofrecer alternativas eficaces para enfrentar y superar lógicas de venganza
y odio. Es así como las comunidades koinónicas
se convierten en refugio y punto de partida para la transformación social. Esto
es fundamental en contextos donde las instituciones religiosas tradicionales
están perdiendo credibilidad, especialmente por la falta de programas
pastorales eficaces y contextuales. En todo caso, la koinonía es una
experiencia significativa de vida compartida, donde la espiritualidad no es
evasión de la realidad social, sino una praxis cristiana encarnada, responsable
y comprometida con esa realidad. Este enfoque koinónico
también implica interpelar las tendencias modernas que se han enquistado en la
sociedad —y en las estructuras eclesiales— centradas en el éxito personal
(individualismo), la autosuficiencia (egoísmo), la acumulación (consumismo) y
la competencia (insolidaridad), en detrimento de los lazos comunitarios de
inclusión, desprendimiento, solidaridad y comunión.
Las reflexiones anteriores son la base
para comprender las implicaciones prácticas que la koinonía tiene en el
desarrollo de comunidades de fe alternativas. Adoptar la koinonía como
modelo de comunidad implica repensar la configuración, organización y formas de
vida del cristianismo. En ese sentido, el desarrollo de una comunidad de fe no
debe centrarse únicamente en las reuniones litúrgicas, en la conversión masiva
o en elevar la membresía. Todo lo contrario, una comunidad koinónica
requiere una conversión individual y colectiva que apunte al cambio estructural
y que permita construir relaciones basadas en el bien común y la cohesión
social.
Algunas claves para el desarrollo de
comunidades koinónicas son las siguientes: 1) Participar
activa y horizontalmente en la colectividad, asumiendo compromisos y
responsabilidades. 2) Compartir los bienes y conocimientos en forma de
economía solidaria, para cuidarse mutuamente y construir redes de apoyo. 3) Practicar
una espiritualidad encarnada en la realidad, donde la fe se concretiza en la
cotidianidad y en el amor al prójimo. 4) Promover el diálogo
intercultural, intergeneracional y entre los géneros y diversidades, para
construir puentes de enseñanza mutua y practicar la alteridad. 5) Comprometerse
con la justicia social en contextos de vulnerabilidad y exclusión social.
Aunque el modelo de koinonía es
inspirador para construir comunidades de fe alternativas, su implementación no
está exenta de desafíos. Uno de ellos es la resistencia al cambio,
especialmente en contextos donde predomina el clericalismo, el autoritarismo o
la indiferencia. Otro desafío se encuentra en las tensiones internas que pueden
surgir en las comunidades, sobre todo cuando surgen diferentes opiniones,
estilos de vida o expectativas. Asimismo, es importante no idealizar la
comunidad, ya que eso puede conducir a no enfrentar los conflictos que están
presentes en todo tipo de relaciones comunitarias. No obstante, uno de los
desafíos más complejos de una comunidad koinónica
es el reduccionismo espacial, es decir, limitar la comunidad de fe a un espacio
físico, ya que esto puede reducir la capacidad de generar procesos de
resiliencia y empoderamiento colectivo en contextos complejos, como los que
representan la diversidad sexual, la educación teológica, la exclusión social
de grupos en situación de vulnerabilidad, la privación de la libertad, la salud
alternativa y la migración
En resumen, la koinonía no es
solamente un concepto teológico abstracto, sino una propuesta concreta de vida
comunitaria. Es una forma de ser iglesia o comunidad de fe que responde con
esperanza, creatividad, compromiso y solidaridad a los desafíos sociales,
económicos, políticos, culturales y religiosos de nuestro tiempo. En medio de
contextos complejos y de sufrimiento, las comunidades de fe, inspiradas en el
modelo koinónico, representan el signo vivo
del Reino de Dios y su justicia. Este desafío es, quizás, una de las tareas más
urgentes para quienes soñamos con comunidades de fe vivas, alegres,
comprometidas, solidarias y, sobre todo, profundamente humanas.
Los seis artículos de este número de la
revista contienen temas relacionados con la koinonía como modelo de
comunidad alternativa orientado al desarrollo de comunidades de fe en
diferentes contextos complejos de las realidades de América Latina y El Caribe.
El primer artículo, escrito por el
teólogo y pastor cubano Abel Moya Gómez, examina la tensión entre las
pastorales comunitarias tradicionales y la propuesta “pastoral luterana
inclusiva” de Costa Rica, la cual se ha posicionado como pionera en el
acompañamiento bíblico, teológico y pastoral a personas LGBT+. El autor afirma
que esta propuesta luterana apunta a la necesaria renovación eclesial, la cual
debe centrar su compromiso cristiano en promover la inclusión de la diversidad
sexual en las pastorales institucionales.
El segundo artículo, escrito por la
investigadora, teóloga y ex-docente de la UBL Sara Baltodano Arróliga,
aborda la epistemología encarnada como conceptualización básica para que los
testimonios de las comunidades de fe se constituyan en una forma efectiva de
encuentro con lo trascendente. Según la autora, este enfoque es fundamental y
determinante para el trabajo académico en el ámbito de la teología práctica, ya
que implica que las argumentaciones teológicas y las prácticas pastorales se
deben basar en la crítica de las narraciones testimoniales y en la reflexión de
las experiencias de fe personales y comunitarias.
El tercer artículo, escrito por el
teólogo Angel Eduardo Román-López Dollinger, presenta un análisis de las
comunidades de fe en clave koinónica, para lo
cual toma como base un estudio de caso en el proyecto “Chepe se baña” de Costa
Rica, el cual representa un modelo de comunidad alternativa para personas en
situación de calle. Según el autor, este tipo de comunidades de fe, surgidas
desde las necesidades concretas de personas que se encuentran en situación de
vulnerabilidad y exclusión social, son herramientas eficaces para la inclusión,
ya que integran asertivamente la fe y la praxis cristiana liberadora.
El cuarto artículo, escrito por el
teólogo y sociólogo Samuel Asenjo Alvarado, aborda el impacto de las
comunidades pentecostales de base en espacios carcelarios, para lo cual toma
como estudio de caso la pastoral pentecostal carcelaria en el penal de
Lurigancho, Perú. Según el autor, a pesar que la pastoral comunitaria pentecostal
en la cárcel reproduce el sistema jerárquico eclesial y el patriarcado típico
de estos sistemas, también provee un espacio donde las personas privadas de la
libertad tienen la posibilidad de construir relaciones no violentas, de
solidaridad y apoyo mutuo.
El quinto artículo, elaborado por la
teóloga metodista Rosa María Pérez López, se enfoca en la relevancia de
construir una eclesiología transformadora a partir del desarrollo de
comunidades alternativas en contextos donde se practican los círculos de
sanación ancestral. Para la autora, estos círculos se constituyen en
instrumentos terapéuticos en el ministerio pastoral de la Teosalud,
especialmente dirigido a personas que padecen enfermedades crónicas y
terminales. Este tipo de comunidad de fe se constituye en una forma alternativa
y eficaz para enfrentar colectivamente situaciones de enfermedad a partir de
los conocimientos y saberes ancestrales sobre la salud.
El último artículo, escrito elaborado por
el teólogo y psicoterapéuta Pedro Gabriel Chaverri
Mata, aborda el tema de la responsabilidad de las comunidades de fe en el
acompañamiento pastoral a mujeres migrantes nicaragüenses que radican en Costa
Rica. El autor afirma que un enfoque apropiado para el desarrollo de
comunidades de fe alternativas en este contexto de migración y género lo
constituye el feminismo, el cual se caracteriza por ser un instrumento teórico
y teológico orientado a practicar la justicia y la inclusión de género.
El equipo editorial de la revista espera que, a través de los contenidos de estos artículos, se logre motivar en las personas lectoras la reflexión crítica y constructiva sobre la koinonía como alternativa para promover el desarrollo de comunidades de fe en contextos complejos y diversos
03 de julio de 2025
Ettingen,
Basilea, Suiza
Sobre el autor
Teólogo suizo-guatemalteco, anglicano. Actualmente es docente en teología y asesor en investigador en la Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL) de Costa Rica. Áreas de investigación e interés profesional: metodología de la investigación, teología práctica y estudios en masculinidades.
Correo del autor: a.roman@ubl.ac.cr