Angel Eduardo Román-López
Dollinger
Koinonía y personas en
situación de calle
Proyecto “Chepe se
baña” y su impacto en el desarrollo de comunidades de fe alternativas en Costa
Rica
El artículo analiza el contraste entre comunidades de fe tradicionales —jerárquicas y centradas en conversiones— con las alternativas, basadas en la koinonía, que priorizan la cohesión social, la participación y la solidaridad. Estas comunidades, arraigadas en el cristianismo primitivo, rechazan el proselitismo y surgen de las necesidades cotidianas, fomentando resiliencia y empoderamiento. Como base del artículo se toma el estudio de caso del proyecto “Chepe se baña” (San José, Costa Rica), el cual trabaja con personas en situación de calle. Mediante imaginarios religiosos compartidos y acciones sociales inclusivas, el proyecto genera transformaciones significativas sin depender de estructuras eclesiales tradicionales. Se concluye que estas comunidades, surgidas desde lo popular, son herramientas eficaces para la inclusión social, integrando fe y praxis liberadora en contextos de vulnerabilidad.
Palabras clave: comunidades de fe alternativas, koinonía, Chepe se baña, condición de calle, vulnerabilidad y exclusión social.
ANGEL EDUARDO ROMÁN-LÓPEZ DOLLINGER
Koinonia and homeless people
Koinonia and homeless people
The
article analyzes the contrast between traditional faith
communities–hierarchical and focused on conversions–with the alternatives,
based on koinonia, which prioritize social cohesion, participation and
solidarity. These communities, rooted in primitive Christianity, reject
proselytizing and emerge from everyday needs, fostering resilience and
empowerment. The article is based on the case study of the “Chepe se baña”
project (San José, Costa Rica), which works with homeless people. Through
shared religious imaginaries and inclusive social actions, the project
generates significant transformations without relying on traditional church
structures. It is concluded that these communities, arising from the
grassroots, are effective tools for social inclusion, integrating faith and
liberating praxis in contexts of vulnerability.
Keywords: alternative faith communities,
koinonia, Chepe se baña, street condition, vulnerability and social exclusion.
Angel Eduardo Román-López
Dollinger
Koinonía y personas en
situación de calle
Proyecto “Chepe se
baña” y su impacto en el desarrollo de comunidades de fe alternativas en Costa
Rica
El desarrollo de comunidades de fe se ha asociado tradicionalmente a estructuras con liderazgos centralizados en las personas que representan la institucionalidad eclesial. Este modelo —junto con sus elementos litúrgicos, predicaciones y prácticas cristianas convencionales— suele orientarse hacia la evangelización, el proselitismo y la conversión. Sin embargo, este enfoque genera riesgos significativos: pérdida de autocrítica frente al sentido de la vida comunitaria, reproducción acrítica de tradiciones descontextualizadas, imposición de formas eclesiales coloniales que generan dependencia y obstaculizan el crecimiento integral, digno y equitativo de sus miembros.[1]
En contraste a esas formas institucionalizadas de concebir las comunidades de fe, en el cristianismo han existido comunidades alternativas, las cuales se han caracterizado por su rechazo al proselitismo y a las estructuras exclusivistas y verticales. Los ejes centrales de estas comunidades son: comunión, participación y construcción de lazos solidarios, donde sus integrantes generan y comparten esperanza, impulsando así procesos de resiliencia y empoderamiento colectivo. Estas comunidades encarnan con mayor fidelidad la koinonía neotestamentaria que definió las raíces del cristianismo primitivo. En el contexto latinoamericano actual, existen comunidades de fe alternativas en forma de proyectos sociales, las cuales son herramientas eficaces para empoderar, desde la experiencia cotidiana, a personas vulnerabilizadas y excluidas socialmente, precisamente por ello son comunidades alternativas. Pero también son comunidades de fe, porque se articulan alrededor de imaginarios religiosos compartidos.
En este artículo se presentan los resultados empíricos —cuantitativos y cualitativos— de un estudio de caso realizado en el proyecto social “Chepe se baña”, ubicado en la ciudad de San José, Costa Rica. Este proyecto ejemplifica muy bien el desarrollo de comunidades de fe alternativas en el trabajo con personas en situación de calle. El objetivo central del artículo es visibilizar los procesos de resiliencia y empoderamiento colectivo que se logran alcanzar en comunidades de fe alternativas vinculadas a proyectos sociales. Para alcanzar este objetivo, el tiene la siguiente estructura temática: (1) las tres dimensiones de la koinonía, (2) descripción del proyecto, (3) hallazgos empírico-cuantitativos y (4) hallazgos empírico-cualitativos.
Al abordar el tema de la koinonía como comunidad de fe alternativa, constatamos la convergencia de tres conceptos intrínsecamente relacionados: cultura, religión y comunidad. Cada uno de esos conceptos hace referencia a procesos y sucesos distintos, los cuales se pueden estudiar de forma diferenciada. Sin embargo, durante el desarrollo de las comunidades de fe alternativas, se integran de forma dinámica y variada generando múltiples posibilidades de ser comunidad. Por esa razón, vale la pena explicar como se emplean en este artículo, así como su importancia en la construcción de comunidades koinónicas.
Con el término cultura nos referimos a la recepción, construcción y trasmisión de símbolos y significados por parte de los diferentes grupos humanos. Estos elementos son susceptibles a ser interpretados, pues su análisis no es solo “una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”.[2] Asimismo, la cultura siempre está vinculada a procesos sociales, donde intervienen la condición social, la identidad colectiva, la orientación política y la pertenencia —o no pertenencia— a un grupo religioso. Estos elementos orientan el comportamiento de las personas frente a las situaciones que experimentan. Por eso, la cultura no es estática ni se reduce a una definición, es más bien un constructo histórico, dinámico, variable y diverso. Una conceptualización de cultura que puede adaptarse muy bien al análisis teológico de las comunidades de fe alternativas es el que propone John B. Thomson:
La vida social no es sólo una cuestión de
objetos e incidentes que se presentan como hechos en el mundo natural. También
es una cuestión de acciones y expresiones significativas, de enunciados,
símbolos, textos y artefactos de diversos tipos, y de sujetos que se expresan
por medio de éstos y buscan comprenderse a sí mismos y a los demás mediante la
interpretación de las expresiones que producen y reciben.[3]
Según esta conceptualización, estudiar fenómenos culturales es un problema hermenéutico complejo, por ello, su abordaje requiere de la aplicación de conocimientos y saberes diversos e integrales. En otras palabras, su estudio requiere un abordaje interdisciplinario.
Otro concepto vinculado a la koinonía es la religión, la cual forma parte de la cultura: a veces como producto de ella cultura y otras veces generándola. Al igual que la cultura, la religión está compuesta de producciones simbólicas e imaginarios, los cuales tienen significados sociales, culturales y religiosos profundos y diversos. Como sistema simbólico, la religión articula los imaginarios y prácticas culturales, lo cual permite —desde diferentes espiritualidades y perspectivas de fe — desarrollar comportamientos éticos que influyen en las relaciones sociales. Los imaginarios religiosos están compuestos por conocimientos, saberes, emociones, sentimientos, expectativas, esperanzas, formas de relacionarse con lo sagrado y con el mundo secular. Al compartir colectivamente esos aspectos y convertirlos en modelos éticos, se abre paso al desarrollo y consolidación de las comunidades de fe. Por esa razón, la religión no debe comprenderse como un elemento aislado de la cultura ni tampoco como un componente cultural que solamente afecta a las personas que la practican dentro. Esta característica de la religión la plateó con propiedad Max Weber:
No somos partidarios de la tesis de que la
índole específica de una religión sea una mera “función” de la estructura
social del estrato que se manifiesta como su portador característico, ni de que
la religión represente la “ideología” del estrato, de que “refleje” los interés
materiales o ideales de ese estrato. Al contrario, sería un error fundamental
caer exclusivamente en este tipo unilateral de consideraciones.[4]
Sin embargo, el mismo Weber llegó a la
conclusión que la religión, especialmente como un modelo ético, tiene un
impacto profundo en la vida social. Aunque Weber se refiere sobre todo al
impacto de la religión en la economía, esta conclusión también puede ajustarse
a otras esferas de la vida social.[5]
Las comunidades, más que estructuras sociales determinadas por las relaciones entre personas, son constructos simbólicos que sirven, en primer lugar, para darle sentido de pertenencia a las personas que se relacionan entre sí y que están vinculadas a esas estructuras. En segundo lugar, las comunidades proveen a las personas de identidad cultural, religiosa, social o de cualquier otro tipo. Por esa razón, las comunidades no pueden definirse a partir de una tipología única, sino deben considerarse como la articulación de símbolos e imaginarios colectivos que son susceptible a la interpretación y transformación. Sin embargo, lo que sí tienen en común las comunidades es la capacidad de generar un fuerte sentimiento de pertenencia colectiva entre sus miembros.[6]
Los problemas sociales complejos y diversos de las sociedades actuales, especialmente en América Latina y El Caribe, han provocado que las concepciones tradicionales de comunidad varíen considerablemente, no solo desde la dimensión espacial, sino sobre todo desde la cohesión social y desde sus posibilidades para generar inclusión, resiliencia y empoderamiento de grupos vulnerabilizados y excluidos socialmente.
Otro aspecto importante de las
comunidades es la capacidad de distinguirse de otros grupos o colectivos
sociales. Esto significa, por un lado, desarrollar la conciencia sobre la
diferencia de la comunidad con respecto a otras comunidades. Por otro lado, implica
que la comunidad tenga la capacidad de crear e implementar símbolos e
imaginarios que representen esas diferencias y que se materializan en la
realidad social en forma de límites, a través de los cuales se puede transitar
solamente cuando se conocen, aceptan y respetan sus significados e imaginarios.
Esta forma de distinguirse a través de la creación de líneas fronterizas,
compuestas por imaginarios colectivos, se conoce como la construcción simbólica
de límites.[7]
A partir de los tres elementos anteriores —cultura, religión y comunidad—, se puede inferir que la koinonía, comprendida como modelo de comunidad de fe alternativa, está compuesta de símbolos culturales e imaginarios religiosos, los cuales convergen en un espacio específico, generalmente de tipo físico, que es donde adquieren significados profundos y muy importantes para sus miembros. En ese sentido, la koinonía, no se limita a una estructura institucional ni a una actividad religiosa abstracta, sino que se constituye en una praxis social y espiritual que reconoce la dignidad inherente de cada uno de sus miembros. En este tipo de comunidad, las personas que históricamente han sido invisibilizadas, excluidas y oprimidas, encuentran un lugar de pertenencia, donde pueden construir una identidad colectiva. Por esa razón, estas comunidades remiten a una experiencia colectiva profundamente transformadora, donde se tejen relaciones solidarias y horizontales, basadas en la comunión, el amor, la justicia y la equidad.
En la realidad latinoamericana y caribeña actual, marcada por crecientes brechas sociales, exclusión sistemática y vulnerabilidad estructural, la koinonía emerge como modelo ético-comunitario capaz de subvertir dinámicas de opresión-exclusión y promover procesos genuinos de inclusión, resiliencia y empoderamiento. Para generar resiliencia y empoderamiento, las comunidades koinónica, no solo proveen a sus miembros de habilidades específicas y acceso a diferentes servicios, sino les capacitan para que asuman de forma integral las riendas de su propio destino y así contribuir a la transformación de su entorno. Esto es posible gracias a la creación de vínculos de reciprocidad, confianza, co-responsabilidad y espiritualidad compartida. A la vez, esta forma de comunidad y de compartir la fe, genera una cultura del encuentro horizontal y del cuidado mutuo, donde se abandonan las lógicas individualistas y asistencialistas tradicionales. Desde esta perspectiva comunitaria, la cultura, la religión y la comunidad adquieren nuevos significados, los cuales son susceptibles a ser interpretados, por ejemplo, a través de una hermenéutica simbólica teológica.
Generalmente, el estudio teológico de las
comunidades de fe alternativas se realiza desde las diferentes áreas
disciplinarias de la teología práctica: vida comunitaria (koinonía),
liturgia (leitourgía), proclamación (kerigma), servicio pastoral
(diakonía) y pedagogía de la fe (didaskalia).[8]
Si bien en las comunidades de fe están presentes todas esas áreas, la que más
se aplica al estudio de ellas es la koinonía, sobre todo, entendida como
la puesta en práctica del Evangelio en la vida comunitaria y en el servicio
solidario. Desde esa perspectiva disciplinaria, la configuración de las
comunidades de fe alternativas, pueden estudiarse teológicamente como el desarrollo
de comunidades eclesiales o como la edificación de las comunidades de fe.[9]
Sobre la base de estas reflexiones sobre la koinonía como comunidad de fe alternativa, en el siguiente apartado se presenta una descripción del proyecto “Chepe se baña”, el cual trabaja en la implementación de procesos socio-pastorales dirigidos a generar resiliencia y empoderamiento colectivo en personas en situación de calle.
Una característica muy importante de proyectos de intervención social que trabajan con personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad y exclusión social, como es el caso del proyecto Chepe se baña, es el compromiso que asumen con la justicia social a través de la construcción de comunidades sostenibles orientadas a: superar la pobreza, reducir el hambre, proporcionar salud y bienestar, proveer acceso a la educación y capacitación, fortalecer la equidad de género, reducir las desigualdades sociales y propiciar relaciones pacíficas entre las personas y entre los grupos sociales.[10] Como proyecto de intervención social, Chepe se baña busca generar procesos de resiliencia y empoderamiento comunitario de personas que se encuentran en condición de calle en la ciudad costarricense de San José.[11] Para lograr este objetivo, el proyecto integra en sus políticas de trabajo diferentes necesidades y aspectos prácticos de la vida cotidiana de estas personas, con el fin de proveerles herramientas práctica, emocionales y espirituales, para integrarse digna, equitativa y productivamente a la sociedad.
Desde la disciplina teológica de la teología práctica, este tipo de proyectos permite abordar la complejidad del tema de las personas en situación de calle, donde el desarrollo y fortalecimiento de comunidades de fe alternativas se presenta como una forma de koinonía basada en la solidaridad, la cooperación y el apoyo mutuo. Aspectos fundamentales para promover y fortalecer la inclusión, resiliencia, empoderamiento y desarrollo integral de estas personas. Por otro lado, proyectos sociales como Chepe se baña, logran integrar asertivamente los enfoques teóricos/teológicos y las políticas institucionales con el trabajo de base realizado desde y con las personas que, por su situación de vulnerabilidad y exclusión social directa, no tienen acceso —o el acceso que tienen es precario— a espacios comunitarios donde se sientan acogidas, respetadas y dignas.
A continuación, se describen algunas características y áreas de trabajo del proyecto, con el fin de identificar el contexto donde se propicia el desarrollo de comunidades de fe alternativas.
Chepe se baña atiende en sus instalaciones a 81 personas en situación de vulnerabilidad y exclusión social. La característica de estas personas es que viven o han vivido en condición de calle en el centro y periferia de la ciudad de San José. A través de sus áreas de trabajo, el proyecto atiende a muchas más personas en su contexto de calle. Chepe se baña se fundó en el año 2017 a través de la Fundación Pro Mundo.[12] Generalmente, las personas que asisten al proyecto, además de su condición de calle, padecen problemas psicológicos, enfermedades —a veces graves—, tienen baja escolaridad, son personas migrantes indocumentadas, consumen alcohol u otro tipo de sustancias psicoactivas. Algunas de ellas, sobre todo mujeres, se dedican al comercio sexual.
El proyecto cuenta con diferentes programas, entre ellos el programa Buses Ducha, el cual provee agua limpia y productos de aseo personal a las personas en sus espacios de calle.[13] Otro programa es el denominado Héroes, el cual localiza personas en condición de calle y las asiste localmente, luego, quienes así lo deseen y según el caso, se trasladan a centros de rehabilitación, dormitorios temporales u hospitales. El proyecto cuenta con un servicio de Lavandería Móvil, Bus Barbería, Cenas Solidarias y Tienda Solidaria. Durante la crisis sanitaria de la pandemia del Covid-19, se crearon programas de asistencia integral: Campamento Urbano Preventivo, Calle Salud y Lavamanos Móviles. El proyecto tiene una Escuela de Arte y Oficio Héroes —con enfoque terapéutico— y cursos de capacitación en pintura, electricidad y otras áreas, cuyo objetivo de que las personas se rehabiliten y, en la medida de lo posible, se inserten al sistema laboral costarricense.[14]
Según información del proyecto, 57% de las personas que atiende son hombres y 43% mujeres. Estos porcentajes son muy diferentes a los datos del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) de Costa Rica, según los cuales el 91% de la población en condición de calle en el país son hombres y 9% mujeres.[15] Esta variación es significativa, pero hay que tomar en cuenta que los primeros porcentajes se refieren a la población que atiende Chepe se baña, mientras los otros datos son a nivel nacional. Además, esa diferencia puede estar relacionada con el hecho que el trabajo de Chepe se baña tiene un enfoque de género: “Actualmente trabajamos tres instituciones en el proyecto Escuela de arte y Oficios. El aporte de mi ONG es a nivel terapéutico, psicológico y de otros cursos, con enfoque de género, sobre todo desde la mujer en la calle” (Carol Ma). Además de hombres y mujeres, el proyecto también atiende a personas transexuales, la mayoría de ellas costarricenses.[16]
Por otro lado, de acuerdo a datos del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), para enero del año 2020 en San José se concentraban 2440 personas en condición de calle, cifra que representa el 65% del total de la población que vive en esa condición en todo el país.[17] En términos de problema social, esos datos reflejan que las 81 personas que atiende Chepe se baña apenas representan un poco más del 3% del total de personas en condición de calle de San José.
En relación a la edad de la población que atiende Chepe se baña, 14% tiene entre 55 a 64 años, 57% entre 45 a 54 años, 14% entre 35 a 44 años y 15% tiene entre 25 a 34 años. Como se puede observar, no se detectaron personas mayores de 64 años, lo que puede significar que esta población tiene expectativas de vida muy bajas. Además, si se toma en cuenta que la edad para insertarse formalmente al mercado laboral en Costa Rica es entre los 18 y 64 años —el reglamento de la Caja Costarricense del Seguro Social, establece que el derecho a jubilarse es a los 65 años[18] —, entonces se puede concluir que las personas en situación de calle forman parte de lo que en Costa Rica se conoce como Población en Edad de Trabajar (PET). Esto significa que, bajo otras circunstancias, estas personas estarían participando como fuerza laboral en algún sector productivo o de servicios del país. El hecho de no estar trabajando, agrava la estigmatización que sufren estas personas y dificulta la implementación de proyectos como Chepe se baña:
Las ONGs que trabajamos con una de las poblaciones más vulnerables, como las personas en condición de calle y abandono, hemos aprendido a hacer alianzas. Las personas en condición de calle son tan estigmatizadas y tan discriminadas que levantar fondos para operar proyectos a favor de esta población es sumamente difícil, sumamente complicado (Carol).
En términos de vinculación religiosa, 57% de las personas que atiende el proyecto asiste a un grupo religioso y 43% no tiene ningún vínculo de este tipo. Si bien este último dato es alto, hay que tomar en cuenta que su condición de calle les aleja de este tipo de espacios, ya sea porque se les excluye o porque personalmente no tienen interés de participar en ellos. Este aspecto es importante para el proyecto, ya que Chepe se baña es una Organización Basada en la Fe (OBF) y como tal, la motivación para realizar su trabajo es religiosa, específicamente cristiana. Por esa razón, en el proyecto tienen actividades relacionadas con la fe y espiritualidad cristiana. Sin embargo, las personas beneficiarias no vinculan el proyecto con una iglesia o grupo religioso.
Chepe se baña se encuentra en un edificio moderno del centro de San José, en una zona con alta concentración de personas en condición de calle. El edificio tiene murales en la fachada exterior y en la entrada principal. Cuenta con una oficina administrativa, una cocina bien equipada, un comedor amplio y una sala multiusos para cursos, clases de música y baile; en esta sala hay diferentes instrumentos musicales: piano, guitarras, teclados, tambores, timbales. Junto a la oficina administrativa hay un espacio para consultas psicológicas, trabajo social y medicina general. También hay una clínica odontológica, atendida por estudiantes del último año de la Universidad de Costa Rica (UCR). Además, cuenta con lavandería, dormitorios con camas individuales y dobles, ropa limpia, productos de aseo personal y cinco duchas, una de ellas para personas con discapacidad.[19] En un diario local se informó que, en este espacio, el primer semestre del año 2021, “91 adultos mayores se ven beneficiados con 26 mil tiempos de alimentación completos, duchas diarias, cuidado personal, educación como talleres de arteterapia y consejería por parte de un equipo profesional”.[20]
Actualmente, 10 personas están alojadas en las instalaciones del proyecto, cifra que varía constantemente. Las otras 71 personas asisten al proyecto regularmente como estudiantes y participan en la vida comunitaria de del proyecto. Para solicitar residencia las personas deben ser estudiantes del proyecto y tener por lo menos doce cursos terminados. Mientras logran este objetivo, algunas de esas personas se encuentran en dormitorios temporales. Cuando las personas que residen en el proyecto salen de él, generalmente, es para integrarse a su vida familiar y a algún espacio laboral.
La escuela recibe de lunes a sábado 81 estudiantes que se han matriculado. Estas personas llegan a la escuela por la mañana, se duchan, desayunan e ingresan a las clases. Muchas de ellas aún viven en las calles, otras llegan de albergues y dormitorios temporales, y un grupo reducido vive en la escuela. El equipo del proyecto está formado por profesionales en psicología, trabajo social, medicina, enfermería, nutrición, fisioterapia, músicos, artistas, técnicos y personas voluntarias. Este equipo interdisciplinario se encuentra en constante capacitación para trabajar con la población. La escuela de arte ofrece más de 20 cursos y talleres por semestre, entre ellos: percusión, violín y lectura musical, clases de bolero criollo y swing (estilo de jazz orientado al baile), clases de dibujo y pintura, curso de capacitación en electricidad básica residencial, redes informáticas, programación de equipos, taller de costura, clases de ofimática para el manejar programas de Microsoft Office, clases de inglés, bisutería, teatro y cuentacuentos, talleres de fabricación de piñatas, de manipulación de alimentos y otros más.
Para identificar los niveles de resiliencia y empoderamiento comunitario que adquieren las personas en condición de calle que asisten al proyecto, se les pasó un test de empoderamiento colectivo, en el cual se incluyó el papel que juegan la religión, la fe y espiritualidad en los procesos de construcción de resiliencia y empoderamiento. El test incluyó cinco temas, cada una de ellos con cinco preguntas: 1) Participación en el proyecto. 2) Identidad colectiva. 3) Poder y control. 4) Incidencia pública. 5) Religión y espiritualidad. Tomando como base estos temas, se procedió a identificar los niveles de resiliencia y empoderamiento que desarrollan las personas en situación de calle a través de las capacitaciones del proyecto. En términos globales, la información recolectada revela que 43% de las personas consultadas desarrolla un nivel alto de empoderamiento, 43% un nivel medio y 14% registra un nivel bajo. A continuación, se presentan detenidamente los resultados de cada uno de los temas del test.
Una condición importante para que el proyecto funcione es que las personas beneficiarias participen en las reuniones y actividades, las cuales se orientan a evaluar el cuidado de su salud física y psicológica, otras evalúan los efectos de la capacitación técnica y artística que reciben, otras están relacionadas con la parte lúdica y espiritual de las personas. El nivel de empoderamiento que desarrollan según su participación en el proyecto es el siguiente: 55% desarrolla un nivel alto, 42% un nivel medio y 3% un nivel bajo. Esta parte del test se evaluó a partir del análisis estadístico de las siguientes cinco categorías.
Participo en las reuniones del proyecto. Esta categoría se refiere a la asistencia a las reuniones que forman parte del proceso de rehabilitación y resocialización. El objetivo fue evaluar su nivel de integración en las diferentes áreas del programa: seguimiento de su salud, apoyo psicológico, acompañamiento pastoral y reuniones terapéuticas. 43% siempre asiste a las reuniones, 29% asiste casi siempre, 14% solamente algunas veces y 14% casi nunca. Según estos datos, 72% de las personas asisten regularmente a las reuniones programadas, mientras el 28% tiene problemas para hacerlo. Según informó el equipo de trabajo, la razón para no asistir regularmente a las reuniones obedece a que, por su condición de calle, estas personas tienen muchos problemas para cumplir con sus responsabilidades. Sin embargo, el mismo equipo asegura que esto ocurre especialmente al inicio de su proceso de rehabilitación y resocialización.
Participo en la organización de las actividades del proyecto. A través de esta categoría se determinó si las personas se comprometen en la elaboración de contenidos e implementación de las actividades del proyecto. 57% casi siempre se compromete, 14% se compromete solo algunas veces, 14% casi nunca y 15% nunca lo hace. Según estos datos, las personas tienen poca posibilidad de participar en la organización de las actividades. Es posible que esto obedezca a que la organización de las actividades se definen a partir de los objetivos y estrategias anuales establecidas institucionalmente.
Participo en las actividades del proyecto. Esta categoría permitió determinar el nivel de compromiso con las actividades o áreas de trabajo del proyecto. 56% participa siempre, 25% casi siempre lo hace y 19% solamente algunas veces. Las actividades del proyecto son tanto individuales como colectivas. En las actividades individuales se evalúa la salud y condición psicológica de las personas, mientras las actividades colectivas se refieren a la capacitación técnica y artística o al desarrollo espiritual a través de la vida comunitaria. Según estos datos, la motivación de las personas es muy alta: 81% participa siempre o casi siempre en las actividades del proyecto.
Participo en actividades similares en mi contexto inmediato. Con esta categoría se trató de identificar si las personas beneficiarias promueven o apoyan actividades similares a las que realiza Chepe se baña en su contexto de calle. 29% siempre lo hace, 29% casi siempre, 14% solo algunas veces, 14% casi nunca y 14% nunca lo hace. Como se puede observar en esos datos, el nivel de apoyo a actividades de justicia social para personas en condición de calle fuera de Chepe se baña es relativamente alto, ya que 68% de las personas afirman que siempre o casi siempre lo hacen. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que este apoyo se refiere especialmente a participar en actividades que realizan organizaciones similares a Chepe se baña.
Participo en grupos religiosos. En esta categoría se evaluó si las personas tienen vínculos o interés en la vida religiosa en una comunidad de fe. Como se verá en apartados siguientes, para las personas en condición de calle la dimensión religiosa es fundamental en la consolidación de resiliencia y empoderamiento. Esto no significa necesariamente asistir a una iglesia o grupo religioso. Los resultados indican que 29% de las personas siempre participa en algún grupo religioso de su contexto, 14% casi siempre y 57% nunca. Al cotejar estos datos con las entrevistas y la observación participante, se pudo identificar que, por su condición de calle, muchas iglesias de su contexto no les invitan a participar. Además, algunas personas han tenido experiencias negativas con grupos religiosos y a otras no les interesa ese tipo de grupos.
La participación en las reuniones y actividades del proyecto, así como en la vida comunitaria y religiosa es determinante para el desarrollo de resiliencia y empoderamiento. En ese sentido, Chepe se baña logra combinar asertivamente criterios médicos, psicológicos, pedagógicos y religiosos en procesos de rehabilitación y resocialización de personas en condición de calle. Esto contribuye a abordar integralmente la marginalización y vulnerabilidad social que padecen personas que viven en condición de calle. Ahora bien, junto a este enfoque personal, también es muy importante el trabajo que realiza el proyecto desde la perspectiva colectiva. Por esa razón, el test también evaluó ese aspecto, cuyos resultados se presentan en el siguiente apartado.
Un desafío significativo al trabajar con personas en situación de calle, es lograr que se identifiquen como un colectivo con los intereses y metas comunes del proyecto. Esto se acentúa si se toma en cuenta que, al pasar mucho tiempo en la calle, las personas pierden la capacidad de crear relaciones: la vida en la calle es solitaria y arrebata el deseo del contacto social. Por esa razón, proyectos como Chepe se baña, tienen la ardua tarea de generar procesos colectivos de resiliencia y empoderamiento. En ese sentido, el test logró identificar los siguientes niveles de identidad colectiva de las personas consultadas: 71% presentó un nivel alto, 29% un nivel medio y no se registró ningún porcentaje para el nivel bajo. La identidad colectiva se evaluó estadísticamente a partir de las cinco categorías que se detallan a continuación.
Me identifico con las actividades del proyecto. Con esta categoría se evaluó hasta qué punto las actividades reflejan las expectativas de las personas consultadas y de qué forma les permite vincularse colectivamente al proyecto. 72% indicó que siempre se ha identificado con las actividades del proyecto, 14% solamente algunas veces y 19% casi nunca. Si bien el nivel de identificación con las actividades del proyecto es alto, es importante señalar que posiblemente las personas responden según el interés particular que tienen con actividades específicas. Es decir, pueden llegar a identificarse bastante con algunas actividades que consideran atractivas, como los cursos de arte o baile y las reuniones pastorales; y con otras no tanto, como las sesiones terapéuticas o clínicas.
Posibilidad de involucrarme en la organización de las actividades. A diferencias de la participación individual, este aspecto se refiere a la posibilidad real que ofrece el proyecto de involucrar a las personas en la organización colectiva de las actividades. 14% respondió que siempre ha pensado que el proyecto debería involucrarles más en la organización de las actividades, 14% lo ha pensado casi siempre, 43% solo algunas veces y 29% nunca lo ha pensado. Como se observa, solamente 28% de las personas consultadas indicó que les gustaría siempre o casi siempre que les involucren más en las actividades del proyecto. Este dato se ubica en un punto porcentual por debajo de las personas que nunca lo han pensado (29%). Posiblemente esto obedece a que, como personas en condición de calle, sienten o creen que las actividades están hechas para ellas y, por eso, el nivel de su participación depende del proyecto y no de ellas. Sin embargo, resulta revelador que sumando los porcentajes del siempre, casi siempre y a veces, se constata que 71% de las personas plantean que les gustaría que les involucraran más en la organización de tales actividades.
Tengo la posibilidad de criticar las actividades del proyecto. Otro aspecto relevante en la construcción de identidad colectiva es la capacidad que las personas puedan desarrollar para criticar constructivamente las actividades que realiza el proyecto. 14% de las personas siempre ha pensado que el proyecto debería cambiar algunas actividades, 14% lo ha pensado casi siempre, 57% solo algunas veces y 15% nunca lo ha pensado. Si se considera que 85% de las personas han pensado siempre, casi siempre o algunas veces que se deberían cambiar algunas actividades del proyecto, se puede deducir que en alguna medida las personas se han apropiado de esas actividades en términos simbólicos y prácticos, y se han sentido identificadas con ellas. Por otro lado, estos datos también pueden ser indicadores importantes para la planificación de las actividades, en cuanto sugieren evaluar la posibilidad de promover una consulta colectiva con las personas beneficiarias, para que se involucren en la toma de decisiones de algunas actividades.
El proyecto me transmite un sentido de familia. Otro indicador para evaluar la identidad colectiva en procesos de empoderamiento, es la posibilidad de formar grupos de apoyo mutuo, donde los miembros de la comunidad se sienten parte de una familia. En ese sentido, 43% de las personas consultadas aseguró que siempre ha pensado que el proyecto es como una familia, 43% casi siempre lo ha pensado y 14% solamente algunas veces. Según esta información, Chepe se baña ha generado en la población que atiende un sentido de comunidad y de identidad colectiva, pues al indicar que sienten pertenecer a una familia, las personas también confirman el lazo colectivo que les une.
Se respeta mi experiencia religiosa en el proyecto. Con esta categoría se evaluó si las personas consultadas consideran que, durante la vida comunitaria, se acepta y respeta su forma de comprender y vivir la espiritualidad o la fe. 71% opinó que siempre se respeta su experiencia religiosa y 29% indicó que casi siempre. Estos datos reflejan que el proyecto ha logrado integrar las formas de fe y espiritualidad de las personas. Este aspecto es muy importante, especialmente para personas que, por su condición de calle, posiblemente sus creencias religiosas es lo único que poseen y que consideran de valor en sus vidas, lo que a la vez les puede permitir tener poder y control de sus propias vidas. En el siguiente apartado se presenta precisamente la información relacionada con el poder y control en procesos de empoderamiento comunitario.
Estrechamente relacionada con la identidad colectiva se encuentra la capacidad real de las personas para acceder al poder y control de las actividades del proyecto. Esto implica que, con sus opiniones, las personas logran alcanzar cierto nivel de influencia en las decisiones relacionadas con los tipos y formas de capacitación que necesitan y que consideran les puede ayudar a fortalecer sus procesos de rehabilitación y resocialización. En este tema se determinó que el nivel de acceso de las personas al poder y control de las actividades es el siguiente: 71% presentó un nivel alto, 29% un nivel medio y no se registró ningún porcentaje para el nivel bajo. Para evaluar los niveles de poder y control en las actividades del proyecto, se tomaron en cuenta cinco categorías de análisis, las cuales se presentan a continuación.
Se escuchan y respetan mis opiniones. Esta categoría está relacionada con la capacidad de promover espacios participativos y democráticos, donde las personas tienen la posibilidad de emitir con libertad sus opiniones sobre las actividades del proyecto. 72% manifestó que siempre se escuchan sus opiniones, 14% señaló que casi siempre y 14% afirmó que nunca. Con esta información se verifica que las personas tienen la posibilidad de opinar, lo cual es muy significativo, pues estas actividades requieren procesos dinámicos y participativos, donde el diálogo y el consenso permiten tomar decisiones coherentes con las realidades específicas de las personas en condición de calle. Esta dinámica participativa y democrática también ayuda a identificar y superar colectivamente posibles conflictos y discrepancias que puedan surgir entre el equipo y las personas que atiende el proyecto.
Logro influir en las decisiones sobre las actividades. La posibilidad que tienen las personas de opinar es solamente una parte del acceso al poder y control de las actividades. Otra parte sustancial es la influencia real que estas opiniones puedan tener en las actividades. 29% aseguró que sus opiniones siempre influyen en la toma de decisiones, 14% indicó que casi siempre, 14% señaló que solamente algunas veces, 14% indicó que casi nunca y 29% afirmó que nunca. Los datos anteriores reflejan que las personas encuentran muy complicado influir realmente en las decisiones. Esta dificultad posiblemente obedezca al hecho que las mismas personas, por su condición de calle, prefieren que el equipo de trabajo del proyecto asuma esa responsabilidad.
Mi participación ayuda a resolver mi situación de calle. Esta categoría se refiere a la participación individual y colectiva en el proyecto, así como a los niveles de empoderamiento y resiliencia que genera buscar soluciones conjuntas a su situación de calle. 57% aseguró que siempre les ha ayudado a resolver ese tipo de problemas, 14% indicó que casi siempre, 14% señaló que solo algunas veces y 15% afirmó que nunca. Estos datos confirman que la participación colectiva en el proyecto contribuye a que las personas resuelvan asertivamente sus problemas de condición de calle. Esto también implica que las capacitaciones que reciben son instrumentos prácticos para intentar superar su situación de exclusión y vulnerabilidad social.
Mi participación permite comprender mejor mi situación. Con esta categoría se evaluó si la participación en el proyecto permite que las personas logren tomar conciencia que la condición de calle no es un problema solamente individual, sino sobre todo social. Esto es importante para generar resiliencia colectiva y empoderamiento comunitario, ya que significa no verse como el problema, sino como parte de la solución. 57% manifestó que siempre les ha ayudado a comprender mejor su situación, 29% señaló que casi siempre y 14% indicó que solamente algunas veces. Estos datos reflejan que un alto porcentaje (86%) de las personas que participan en las actividades del proyecto consideran que, siempre o casi siempre, Chepe se baña les ha ayudado a comprenden mejor la magnitud de las injusticias sociales que afecta a las personas en condición de calle.
Las actividades religiosas fortalecen mi participación. Esta categoría se refiere al papel de las actividades religiosas en los procesos de resiliencia y empoderamiento comunitario. La categoría se centró en revisar si a través de estas actividades se aborda pastoral o teológicamente el problema social de la condición de calle. 72% indicó que las actividades religiosas siempre fortalecen su participación, 14% afirmó que casi siempre y 14% señaló que solo algunas veces. El alto porcentaje de influencia que le asignan a la dimensión religiosa permite inferir que la religión es un elemento fundamental para promover el compromiso colectivo en temas de justicia social, especialmente en contextos de exclusión y vulnerabilidad. Compromiso que, obviamente, conduce a la incidencia pública que se espera alcanzar en proyectos de intervención social y que es, precisamente, el tema del siguiente apartado.
La incidencia pública es el colofón del empoderamiento comunitario, pues la participación, la identidad colectiva, así como el poder y control, son los medios que una comunidad necesita para generar transformaciones sociales en su entorno inmediato. Esto significa que las comunidades logren construir por sí mismas las condiciones mínimas necesarias para alcanzar su bienestar. A través del test se logró establecer que el nivel de empoderamiento que las personas consultadas desarrollan en el proyecto para poder incidir públicamente en sus contextos es el siguiente: 57% presentó un nivel alto, 29% un nivel medio y 14% un nivel bajo. A continuación, se presentan los resultados de las cinco categorías evaluadas sobre incidencia pública.
Comunico públicamente las acciones del proyecto. A través de esta categoría se evaluó si las personas consultadas han informado a otras personas de su entorno sobre la importancia social del trabajo que realiza Chepe se baña. 57% siempre ha comunicado las acciones del proyecto, 14% casi siempre y 29% nunca lo ha hecho. Aunque la mayoría de las personas informa sobre la relevancia social del proyecto, también hay un grupo considerable que nunca lo ha hecho. Esto posiblemente tenga que ver con la condición de calle, lo cual dificulta tener una red social amplia, donde puedan comunicar los beneficios del proyecto. Sin embargo, seguramente lo que sí hacen es comunicar estas acciones a personas que, como ellas, se encuentran en condiciones de calle.
Motivo a otras personas a participar en las actividades. Con esta categoría se evalúo si las personas tienen tal grado de identificación con el proyecto, que se encuentran en capacidad de promover sus actividades su entorno inmediato. 43% siempre ha motivado a otras personas, 29% casi siempre lo ha hecho, 14% solo algunas veces y 14% nunca lo ha hecho. Estos datos reflejan que un grupo considerable de personas que participan en el proyecto (72%) están generando incidencia pública al motivar siempre o casi siempre a otras personas de su entorno a participar en las actividades del proyecto.
Promuevo en mi entorno el diálogo sobre justicia social. Esta categoría permitió determinar si las personas han logrado desarrollar la capacidad de propiciar diálogos públicos y constructivos sobre la condición de calle como un problema de justicia social. 57% siempre ha promovido el diálogo sobre justicia social, 29% casi siempre y 14% nunca lo ha hecho. Estos datos reflejan la capacidad que adquieren las personas de generar opinión sobre la condición de calle, lo cual es un acto político necesario para lograr transformaciones positivas en la vida de estas personas. Este es un factor fundamental para que otras personas e instituciones se comprometan en el trabajo comunitario dirigido a alcanzar el beneficio común en contextos de exclusión y vulnerabilidad social.
Participo en otros proyectos similares. A través de esta categoría se evaluó si las personas consultadas participan en otros grupos o proyectos similares de su entorno. Este aspecto permite evaluar también el grado de motivación que genera Chepe se baña para que las personas establezcan redes de trabajo con otras instituciones. 14% siempre participa en proyectos similares, 29% casi siempre lo hace, 43% solo algunas veces y 14% nunca lo ha hecho. Esta información muestra que un alto porcentaje de personas (86%) participan siempre, casi siempre o algunas veces en proyectos vinculados a la justicia social. La participación en otros proyectos es un medio que permite mejorar el trabajo de los proyectos, ya que las personas que participan en ellos se constituyen en medios para compartir información y experiencias.
Comparto en espacios religiosos la importancia del tema del proyecto. Con esta categoría se evaluó si las personas consultadas tienen la posibilidad de compartir en sus espacios religiosos la importancia de comprometerse con procesos que buscan la justicia social para personas en condición de calle. 43% siempre comparte en espacios religiosos la importancia del proyecto, 14% casi siempre, 14% solamente algunas veces y 29% casi nunca lo hace. Estos datos muestran que, para personas en condición de calle, los espacios religiosos también se constituyen en lugares para compartir los problemas sociales que enfrentan. En el siguiente apartado, se aborda de forma más detallada el papel de la religión y la espiritualidad en procesos de empoderamiento colectivo orientados a practicar la justicia social con y desde las personas en condición de calle.
El tema de la religión y espiritualidad es fundamental para las personas en condición de calle, pues en muchos casos es la única esperanza que les queda para motivarse a iniciar un proceso de rehabilitación y resocialización colectivos, integrales y sostenibles. Sin embargo, es común que diferentes organizaciones e instituciones que trabajan con estas personas no aborden la dimensión religiosa. Eso obedece posiblemente al énfasis que estos proyectos ponen en otros aspectos, como la salud física y mental. Por esa razón, fue importante identificar el nivel de empoderamiento que las personas consultadas desarrollan a través de la inclusión de la dimensión religiosa y espiritual en las actividades del proyecto Chepe se baña. En general, 86% de las personas presentó un nivel alto de empoderamiento en esta área, 14% un nivel medio y para el nivel bajo no se registró ningún porcentaje. A continuación, se presentan las cinco categorías que se evaluaron en esta área.
Las actividades religiosas del proyecto fortalecen mi compromiso. En esta categoría se evaluó si las personas consideran que las actividades religiosas, espirituales o de fe que realiza Chepe se baña fortalecen su compromiso activo con el proyecto. 43% siempre ha pensado que las actividades religiosas fortalecen su compromiso con el proyecto, 29% casi siempre lo ha pensado, 14% solo lo ha pensado algunas veces y 14% nunca lo ha pensado. Según estos datos, la mayor parte de las personas consultadas (72%) considera que siempre o casi siempre la dimensión religiosa y espiritual, les motiva a comprometerse con el proyecto. Esto significa que, al incluir esta dimensión, es muy probable que las personas en condición de calle que asisten al proyecto Chepe se baña participen con mayor interés en las actividades dirigidas a la superación de su situación de vulnerabilidad y exclusión social.
La dimensión religiosa motiva la participación de otras personas. Con esta categoría se evalúo si las personas consultadas consideran que otras personas en condición de calle se motivarían a participar en el proyecto al incluir la dimensión religiosa en las actividades. 71% lo ha pensado casi siempre y 29% lo ha pensado solo algunas veces. Aquí es importante señalar que las personas consultadas conocen bien su entorno social y a las personas que interactúan en él. En ese sentido, los datos revelan la importancia que tiene para las personas en condición de calle que los proyectos incluyan en su trabajo la dimensión religiosa, pues es un medio que les impulsa a participar en las actividades de proyectos que trabajan temas relacionados con la justicia social para personas que se encuentran en situación de calle.
El proyecto debe tener un equipo capacitado teológicamente. En esta categoría se evaluó fue si las personas consideran importante que el proyecto cuente con un equipo capacitado teológicamente para explicar sus acciones desde la dimensión religiosa. 57% siempre lo ha pensado, 29% casi siempre lo ha pensado y 14% lo ha pensado solamente algunas veces. La valoración que las personas le dan al hecho de tener un equipo que esté capacitado teológicamente para abordar el tema de la condición de calle desde la dimensión religiosa es bastante alta —86% lo ha pensado siempre o casi siempre—, lo cual refleja la importancia de capacitar teológica y bíblicamente al equipo de trabajo, ya que esto les permitirá abordar la rehabilitación y resocialización de las personas en condición de calle de forma integral.
Mi visión religiosa me motiva a comprometerme con la justicia social. Con esta categoría se evaluó si las personas consultadas consideran que la dimensión religiosa les motiva a comprometerse con la justicia social que promueve el proyecto en contextos de calle. 43% lo ha pensado siempre, 43% casi siempre y 14% casi nunca lo ha pensado. La importancia de esta información radica en que las personas expresan su opinión personal, no la del proyecto, sobre la relación entre religión y justicia social, lo cual es un indicador para identificar el nivel de resiliencia y empoderamiento que adquieren las personas, al apropiarse de las temáticas del proyecto desde su propia visión religiosa.
El proyecto debe promover la justicia social en mi entorno desde la dimensión religiosa. En esta categoría se consultó a las personas si consideran importante que el proyecto promueva en su entorno inmediato actividades de justicia social desde la dimensión religiosa. 57% siempre lo ha pensado, 29% casi siempre lo ha pensado y 14% lo ha pensado solamente algunas veces. Según esta información, la mayor parte de las personas consultadas consideran importante que Chepe se baña promueva sus actividades desde la dimensión religiosa en sus contextos inmediatos de calle. Estas opiniones reflejan la importancia de abordar el problema social de la condición de calle desde la dimensión religiosa. Esto también puede constituirse en un desafío para el proyecto, en el sentido de construir redes de trabajo con algunos grupos religiosos de la ciudad de San José, con el fin que la sociedad se comprometa desde sus diferentes espacios en la promoción de la justicia social de las personas que se encuentran en condición de calle.
Con la información anterior cerramos la presentación de los hallazgos empírico-cualitativos derivados del test de empoderamiento colectivo del proyecto Chepe se baña, cuyo objetivo fue tener un panorama general sobre el papel de la religión, la fe y la espiritualidad en proyectos de intervención social. En el próximo apartado se hace un analizan los hallazgos empírico-cualitativos del test de empoderamiento colectivo, para lo cual se combina la información anterior con las entrevistas narrativas que se hicieron al equipo de trabajo de Chepe se baña y a algunas personas en condición de calle que asisten al proyecto.
Una de las mayores dificultades de las sociedades latinoamericanas es responder asertiva e integralmente a las desigualdades socioeconómicas que padecen diferentes grupos sociales de la región. Esta dificultad se acentúa si se toman en cuenta otros factores o indicadores como el género, la generación, la pertenencia cultural y religiosa, el territorio, el estatus migratorio, la condición de discapacidad o la condición de calle. En el caso de personas en condición de calle, es importante destacar que en ellas se manifiestan con mayor claridad no solo los efectos devastadores que genera la vulnerabilidad y exclusión social, sino sobre todo las pocas posibilidades que estas personas tienen para reintegrarse digna y productivamente a la sociedad. El proyecto Chepe se baña se constituye precisamente en un modelo de trabajo comunitario con personas en condición de calle, donde se aborda el problema de la justicia social de forma integral. A continuación, se presenta este modelo de trabajo comunitario, a partir de las percepciones de las personas en condición de calle que asisten al proyecto y de algunas personas que forman parte del equipo de trabajo. Estas percepciones se recolectaron básicamente a través de entrevistas narrativas.
Una característica del proyecto Chepe se baña es que su trabajo tiene como base la perspectiva de los derechos humanos de las personas en condición de calle. Este proyecto comenzó su trabajo comunitario a través de un programa de salud, el cual fue creciendo hasta convertirse en un proyecto que, a través de programas de salud física y mental, de capacitación en áreas prácticas y de rehabilitación y resocialización, provee de habilidades técnicas para que las personas tengan la posibilidad de integrarse digna y productivamente a la sociedad. Un miembro del equipo de trabajo del proyecto explica cómo fue este proceso:
No empezamos a trabajar pensando en la justicia social, ni con programas de ese tipo. Empezamos con un circuito socio-sanitario y luego, por las necesidades de las personas, intentamos responder desde la educación, la salud, lo social, en todas sus necesidades. Con el tiempo tuvimos la posibilidad de montar el proyecto educativo de la Escuela de Arte y Oficios, para que estas personas tengan más oportunidades. En este proyecto las personas tienen la posibilidad de recibir todos los días muchos tipos de cursos gratuitos. Así se les puede crear oportunidades para que se respeten sus derechos. Por eso es maravilloso este proyecto educativo y de oficios (Mauricio).
Según esta información, el proyecto actual surgió de la confrontación que el equipo de trabajo tuvo con la realidad de las personas en condición de calle, esto les llevó a cuestionar el sistema social local, el cual no genera espacios de inserción para estas personas y, por ello, las estigmatiza y excluye. Esta reflexión sobre su experiencia con personas en condición de calle, motivó un debate productivo dentro del equipo de trabajo, quienes buscaron estrategias de acción para apoyar a estas personas a superar su situación de vulnerabilidad y exclusión social. Fue así como se propusieron orientar su trabajo a la recuperación de la dignidad de las personas en condición de calle, a través de un enfoque integral que incluye las dimensiones de la salud mental, física y espiritual de estas personas.[21]
No obstante, comprometerse en temas de justicia social con personas en condición de calle es sumamente complejo, pues implica generar motivación en las personas para que se integren a una comunidad resiliente y para que acepten hacer un proceso de capacitación, rehabilitación y reinserción social. En ese sentido, generar aptitudes para enfrentar asertivamente su situación de calle también significa capacitar a personas que, por haber vivido mucho tiempo en la calle, han perdido el interés y la esperanza en capacitarse:
Evidentemente la calle es degenerativa de los sistemas motores y de la concentración. No es lo mismo una persona acostumbrada a estar en una comunidad o en un salón de clases. Muchas de las personas que vienen acá tienen media vida de no estar en una comunidad o en un aula, nunca se tuvieron que enfrentar a una computadora, ni a temas de tecnología. Pero yo creo que hemos sido muy inclusivos y pacientes. Nuestros profesores, con todo el amor y el cariño, incluyen a esas personas. Además, estamos aprendiendo de nuestros aciertos y de nuestros errores, para fomentar un mejor servicio, más humano, más inteligente, más integral, para que estas comunidades tengan más posibilidades (Mauricio).
Sobre la base de este modelo integral y participativo, así como a través de la consolidación de una comunidad koinónica, Chepe se baña ha logrado tener un impacto directo en las personas, pues, por un lado, les provee instrumentos técnicos para intentar insertarse productivamente a la sociedad y, por otro lado, genera resiliencia y empoderamiento en ellas para que puedan enfrentar asertivamente los desafíos sociales de su entorno.
Las ciudades, la vida urbana y las grandes aglomeraciones, son espacios de anonimidad para todas las personas, pero especialmente para aquellas que viven en condición de calle. Para estas personas es muy difícil lograr construir o recuperar la identidad personal en estos contextos que les vulnera y excluye. Y mucho más difícil es que puedan construir una identidad colectiva en esos espacios. Si partimos del hecho que la articulación de la identidad colectiva se da a partir de la pertenencia de las personas a una comunidad, a una cultura, a una forma de vivir la espiritualidad o a un proyecto común, entonces las personas en condición de calle están muy lejos de lograr ese objetivo, pues la calle no solo absorbe su pasado, diluye sus símbolos culturales y religiosos, sino, además, les desvincula de una comunidad resiliente. Un miembro del equipo de trabajo explica la situación en la que se encuentran las personas en condición de calle cuando llegan al proyecto, así como las posibilidades de cambio que genera la comunidad establecida en Chepe se baña y el efecto que este trabajo tiene en las personas del equipo:
Para muchas personas en condición de calle este proyecto es el principio de algo nuevo. Muchos de ellos se encuentran cualquier día ahí en las calles, en la acera, debajo de un puente, en la esquina. Pero vienen a este lugar que les ayuda e inician su vida en comunidad y también inician procesos de capacitación. Eso los cambia y dignifica, los incluye en un grupo. Desde ese punto de vista, es maravilloso y todos los profesores y la gente de acá es permeada por esas experiencias, pues no se trata solo de los cursos técnicos, de que aprendan a utilizar una máquina de costura y que alguien se confeccione sus primeras prendas o esté estudiando percusión para hacer una comparsa y participar en los desfiles de la capital. Más bien se trata de que se sienta más amada, más respetada, con más valor. Desde ese punto de vista, el trabajo comunitario nuestro ha sido satisfactorio (Mauricio).
Por esa razón, el trabajo de Chepe se
baña con la población en condición de calle es sumamente importante, ya que
provee a estas personas el espacio comunitario necesario para construir una
identidad colectiva, donde las redes de apoyo mutuo se constituyen en
mecanismos de protección, resiliencia y empoderamiento colectivo.[22]
Para las personas en condición de calle, Chepe se baña se constituye en una comunidad y lugar de encuentro, el cual tiene efectos positivos en ellas, tanto prácticos como simbólicos. En términos prácticos, la comunidad del proyecto les provee salud física y psicológica, les proporciona comida sana y duchas para su aseo personal, les capacita con herramientas técnicas para que puedan integrarse al mercado laboral, les ofrece formación en áreas como el arte, la música y el baile. En términos simbólicos, las personas en condición de calle aprenden a desarrollar lazos de amistad, solidaridad y responsabilidad, los cuales fortalecen su autoestima, sus capacidades psico-motrices y la esperanza de poder transformar sus vidas. Además, se quitan el estigma que les impone la sociedad, de ser personas que no se preocupan por su aseo personal, que no saben trabajar, que no pueden estudiar, que no son dignos de confianza o que no pueden vivir en comunidad. Al respecto, una persona beneficiaria del proyecto opina:
Prácticamente en mi juventud no recibí ningún curso, llegué al sexto grado y desperdicié casi 30 años de mi vida en la calle. Ahora, tengo la oportunidad de estar aquí. Estoy aquí desde que me recogieron de la calle, desde hace casi tres años. Entonces, desde esa vez estoy internada. Y estoy aquí en la comunidad y participo en la Escuela del arte. Son como 18 cursos, pero yo solo llevo 12, porque no soy muy inteligente, pero sí gracias a Dios tengo mucha motivación, porque aquí nos valoran como personas y nos tratan de “doña” o “don”. Ese trato de respeto ya lo habíamos perdido y aquí en la comunidad lo hemos recuperado. Y todo eso gracias a que estoy aquí y al esfuerzo que hago día con día. También me ha ayudado mucho para recuperar mi familia, mis hijos y mi mamá, pues ya me reciben en la familia. En la escuela mi meta es seguir practicando música para participar con el grupo en una comparsa y por eso estamos practicando para el Festival de la Luz (Evelyn).
Este aspecto es muy importante para las
personas que han vivido en condición de calle, pues su historia pasada y las
posibilidades presentes se constituyen en los pilares de resiliencia y
empoderamiento comunitario, y, a la vez, son factores determinantes para
construir su identidad y para enfrentar asertivamente los desafíos de su
entorno.[23]
A través de los procesos de resiliencia y empoderamiento comunitario, Chepe se baña permite que las personas beneficiarias construyan su identidad colectiva a través de lazos de pertenencia a la comunidad del proyecto, al cual consideran una familia. Este aspecto toma más relevancia si se considera que estas personas pertenecen a los grupos con mayor grado de exclusión y vulnerabilidad social en cualquier país. Una persona beneficiaria del proyecto explica de la siguiente forma ese sentido de familia que encuentra en Chepe se baña:
Las personas con las que yo me rodeo prácticamente son personas de calle, en situación de calle. No es lo mismo que tener una familia. Pero, don Mauricio, Carito y Miriam y todas las personas de la Junta Directiva, prácticamente son como los papás y las mamás de nosotros. Entonces, ellos nos ayudan a integrarnos como comunidad y nos tienen paciencia (Evelyn).
Si se parte del hecho que el sentido de pertenencia a una comunidad está determinado por la forma como las personas se apropian de un territorio, de las expresiones psicosociales, culturales y religiosas de un grupo, entonces, en un proyecto como Chepe se baña, que solo es un medio para formar comunidad y no es la comunidad, es sumamente complejo identificar los niveles de identidad colectiva. Por esa razón, la imagen de familia logra integrar ese sentido de comunidad en el contexto de un espacio comunitario “ficticio”, donde las personas se encuentran y comparten no solo sus historias de condición de calle, sino también sus sueños, desafíos y la esperanza de construir una comunidad resiliente:
Cuando los compañeros de la calle nos ven, se sienten motivados a venir aquí. Yo he invitado a varios compañeros para que vengan, pero ya eso es libre albedrío, si quieren venir o no, pero en mí está el hacerles ver que yo logré salir de esa situación y que ellos también pueden lograrlo. Aquí nos hacen sentir bien, como en familia, y eso nos hace comprometernos con el proyecto y creer en nuestra propia recuperación (Evelyn).
Las personas en condición de calle que asisten al proyecto se caracterizan por la capacidad que van adquiriendo de ejercer poder y control sobre las actividades del proyecto. Esta capacidad se materializa en: ejercer su derecho a opinar e influir en las actividades, contribuir colectivamente a resolver sus problemas a través de las actividades, comprender la magnitud de las injusticias sociales vinculadas a la condición de calle y abordarlas desde la religión, la fe y espiritualidad. Involucrar a la población en condición de calle en las actividades y en la resolución de sus problemas, tiene tres efectos positivos en ellas: 1) Les ayuda a superar los estigmas sociales y la discriminación. 2) Les provee de habilidades técnicas, artísticas y espirituales, las cuales les ayuda a enfrentar su realidad desde otra perspectiva. 3) Les permite construir un presente y futuro digno.
A través de sus actividades comunitarias, el proyecto Chepe se baña logra identificar si las personas están conscientes de su condición de víctimas de un sistema que, por su condición de calle, les excluye socialmente y vulnera sus derechos humanos. Al comprender la magnitud social de su situación de exclusión y vulnerabilidad, también pueden identificar, junto a las otras personas de la comunidad, estrategias colectivas que les permita no solo enfrentar asertivamente su situación de desventaja social, sino sobre todo superarla.
Otro aspecto importante del proyecto es su enfoque religioso y espiritual. Según el equipo de trabajo, este enfoque contribuye a motivar e impulsar la rehabilitación y resocialización de personas en condición de calle. No obstante, las personas que conforman el equipo de trabajo tienen claro que los temas religiosos son muy complicados de abordar, pero también están conscientes que son necesarios para comprender la situación de las personas de forma integral. Sobre la base de su experiencia, el equipo considera que la religión y espiritualidad son elementos que permiten que todo el trabajo profesional y técnico funcione bien. La siguiente narración refleja esta percepción:
La fe y la espiritualidad tienen una influencia positiva en todas las áreas de la vida. Normalmente, la gente sirve en el proyecto porque tiene un compromiso con su fe y con su espiritualidad. Y también es importante para los usuarios, ya que con muchos de ellos hay que incluir también temas espirituales. Hay que trabajar integralmente, porque para unos la parte espiritual es sumamente importante. Pero hay que ser muy cuidadosos, por ejemplo, yo trato de respetar los derechos de la gente y no invadirla con temas religiosos, ni imponerlos. Probablemente, de todo lo que hacemos, el tema espiritual es el más delicado. Y, por supuesto, afecta todas las áreas de la vida de las personas. Si las personas estamos bien espiritualmente, tanto voluntarios como usuarios, casi todo camina bien (Mauricio).
Como se observa en la narración, el equipo de trabajo del proyecto tiene claro que la religión y espiritualidad influye en el compromiso que adquieren las personas en condición de calle con las actividades que promueve Chepe se baña. Por esa razón, en el proyecto se abordan temas relacionados con la religión, pero sin caer en el proselitismo religioso, sino más bien tratando de promover el compromiso cristiano a través de procesos de empoderamiento comunitario, alejándose así de enfoques cristianos en los que predomina el asistencialismo o el llamado a la conversión. Este énfasis cristiano del proyecto se puede apreciar en la siguiente información que ofreció una persona del equipo de trabajo:
Para nuestro proyecto no es una prioridad ni nos condiciona el hecho de “ir y hacer discípulos”, pues aunque eso es muy importante, consideramos que el mandato principal del cristianismo es “ir y amar a tu prójimo como a ti mismo”. Entonces, igual que Jesús, buscamos a las poblaciones más vulnerables y nuestra misión es alimentar al hambriento y sanarlo, pero al mismo tiempo, le llevamos el mensaje del Reino. Nuestro lema es “si Jesucristo hacía estas cosas, también es lo que nosotros vamos a hacer” (Carol).
Cuando las personas se encuentran en condición de calle, es muy complejo identificar si en sus relaciones cotidianas están presentes aspectos religiosos. Pero, cuando se encuentran en espacios seguros y en una comunidad de iguales, entonces es posible identificar el papel de la fe y la espiritualidad en sus vidas y en su entorno. Por ejemplo, algunas personas del proyecto que estuvieron en condición de calle y fueron alcohólicas, señalan la importancia de la religión en sus vidas, especialmente al iniciar procesos de rehabilitación y resocialización:
Yo soy alcohólica en proceso de recuperación y me ha costado mucho, pero no es imposible, solo necesitamos a Dios. Si no tenemos a Dios de dónde vamos a tener fe, de dónde o de quién nos agarramos. Porque un ser humano puede estar hoy, y me puede apoyar hoy, pero mañana se va. Mientras que la fe y espiritualidad, desde que estoy en el vientre de mi madre, hasta el día que me vaya de este mundo, las voy a llevar conmigo (Tania).
La fortaleza que genera en las personas en condición de calle la dimensión religiosa para enfrentar cambios en su vida, se refleja en sus testimonios. Una de estas personas afirma que “la espiritualidad y la fe son muy importantes. Tiene que haber un cien por ciento de eso. Porque Dios siempre tiene que estar presente, ya que sin Él no podemos hacer casi nada” (Gerardo). Por esa razón, desde la perspectiva de estas personas, el énfasis religioso del proyecto es un factor fundamental que les motiva a participar en las actividades de Chepe se baña:
A nosotros la vida nos ha tratado muy mal y no tenemos mucho. Pero aquí, todos los profesores y personas que nos ayudan tienen a Dios muy dentro del corazón. Ellos nos motivan, nos hacen ver que sí existe un Dios y que por eso uno no puede dejar todo, tirar todo y pensar que ya no vale nada, porque realmente Dios no lo ha abandonado a uno en ningún momento (Evelyn).
En resumen, para las personas que asisten al proyecto, además de su propia visión religiosa, es importante que el equipo del proyecto trabaje desde la dimensión religiosa, atendiendo así los desafíos de la fe y la espiritualidad en procesos de resiliencia y empoderamiento comunitario. Esta dimensión les da mayor confianza para comprometerse no solo con sus procesos de rehabilitación y resocialización, sino con las formas de justicia social que promueve Chepe se baña.
Chepe se baña tiene claro que el equipo de trabajo del proyecto debe estar capacitado para abordar la justicia social desde diferentes perspectivas profesionales o técnicas: desde los aportes que ofrece la medicina y la psicología, así como facilitando cursos y talleres, elaborando y proporcionando materiales didácticos, desde el arte y las actividades lúdicas y, sobre todo, desde lo religioso. Sin embargo, a pesar que Chepe se baña es una Organización Basada en la Fe, no cuenta con personas capacitadas que hagan el trabajo pastoral. Por eso, su aporte se limita a tener empatía con las personas sobre temas religiosos o, en algunos casos, invitan a personas con experiencia teológica para que aborden los temas centrales del proyecto desde la perspectiva teológica. En ese sentido, una persona del equipo de trabajo explica lo siguiente:
Claro, ¡necesitamos capacitarnos teológicamente!, ¡es un grito desesperado! Yo he tenido que aprender a ponerme anteojos de mujer, para comenzar a leer la Palabra de Dios desde ahí. Y me doy cuenta de la ignorancia que tenemos al interpretar. Es importante, definitivamente, tener este tipo de herramientas, a nivel teológico, para poder replantearnos en el proyecto, por ejemplo, el tema del liderazgo femenino desde la fe (Carol).
Desde la perspectiva de las personas que viven en condición de calle y que participan en procesos de rehabilitación y resocialización en Chepe se baña, la fe y la espiritualidad son elementos fundamentales para lograr los objetivos del proyecto y, por esa razón, consideran que es muy importante que las personas del equipo de trabajo tengan preparación teológica, pues así podrán comprenderlas y atender mejor sus necesidades: “Yo creo que la formación en temas religiosos debe ser un requisito en los profesores y las personas que ayudan, al igual que en los estudiantes, porque sin fe no se puede hacer nada, pero con la fe todo es posible” (Evelyn).
Cuando las personas se encuentran en procesos de rehabilitación y requieren de cuidados paliativos por las enfermedades físicas y psicológicas que padecen a causa de su condición de calle y por el consumo de sustancias psicotrópicas, es importante tomar en cuenta el papel resiliente de la religión, ya que los efectos negativos que genera este tipo de enfermedades no los sufre solo el cuerpo, sino lo padece la persona en su totalidad y en todas sus dimensiones objetivas y subjetivas.[24] Aquí radica precisamente la importancia de tener personas capacitadas para abordar los procesos de rehabilitación y resocialización desde una perspectiva integral, la cual incluye la dimensión religiosa. Al respecto, una persona beneficiaria del proyecto hace la siguiente reflexión:
Yo creo que las personas de aquí deben estar preparadas en temas espirituales y religiosos, porque no todo requiere solo ayuda psicológica o terapéutica. Yo creo que también debe haber algo desde un sentido espiritual, para poder ayudar a personas como nosotros, porque la persona de la calle viene muy vacía (Alex).
Esta información refleja que no se trata solamente de abordar la resiliencia y el empoderamiento desde la fe y espiritualidad porque es importante para el proyecto, o porque el proyecto tiene un trasfondo religioso. Más bien se trata de responder asertivamente a las necesidades integrales de las personas en condición de calle, quienes encuentran en la fe y espiritualidad la fuerza necesaria para integrarse a sus procesos de rehabilitación y resocialización:
Yo creo que el equipo y los profesores de aquí deben de estar muy preparados en temas de fe, porque trabajar con gente de la calle es algo muy difícil. Entonces, yo creo que todos los que nos apoyan, tienen que venir preparados espiritualmente. Entonces, tanto ellos como nosotros, nos tenemos que apoyar en Dios porque Él es el que nos está dando la fuerza. Porque sin fe no tenemos fuerza, ya no podemos luchar (Tania).
Según lo anterior, el compromiso que asumen las personas en condición de calle con las actividades del proyecto, está fuertemente vinculado a su propia fe y espiritualidad, así como a la forma en que el equipo de trabajo aborda la dimensión religiosa. Este aspecto les genera también expectativas con respecto a la capacitación teológica que debe tener el equipo de trabajo.
Todos los aspectos planteados hasta aquí forman parte del trabajo que realiza el proyecto Chepe se baña con personas en condición de calle de la ciudad de San José. Desde este abordaje integral, pedagógico, social, sanitario y religioso, el proyecto ha logrado desarrollar y fortalecer la capacidad de resiliencia y empoderamiento individual y comunitaria en las personas que atiende.
La situación de vulnerabilidad y exclusión social que padecen las personas en condición de calle es un fenómeno social sumamente complejo, en el cual intervienen factores políticos, económicos y religiosos. Desde la perspectiva política y económica, la condición de calle pone en evidencia el poco interés de la sociedad por los derechos humanos de estas personas. Desde la perspectiva religiosa generalmente este fenómeno se aborda desde programas asistencialistas o como un medio proselitista. Este panorama poco halagador para las personas en condición de calle también muestra que no hay respuestas sencillas para enfrentar este fenómeno. En otras palabras, la complejidad del fenómeno requiere respuestas integrales, pues solo de esa forma se pueden buscar alternativas para acompañar dignamente a estas personas.
Aunque en Costa Rica existen programas gubernamentales orientados a trabajar con personas en condición de calle, el país no escapa a las dificultades prácticas y estratégicas que genera este fenómeno y, por ello, requieren del apoyo de organizaciones no gubernamentales.[25] Es aquí donde proyectos como Chepe se baña son de vital importancia para apoyar el trabajo comunitario orientado a la rehabilitación y resocialización de personas en condición de calle. Chepe se baña cuenta con un programa de justicia social integral para personas en condición de calle, el cual no se limita a proveerles apoyo pedagógico, médico y psicológico, sino también les facilita espacios para actividades lúdicas y religiosas. Las actividades religiosas se caracterizan por ser momentos de reflexión sobre el papel de la fe y la espiritualidad en sus vidas, y cómo esto les ayudan a generar resiliencia y empoderamiento frente a su situación de vulnerabilidad y exclusión social.
Los procesos de capacitación desde la dimensión religiosa que ofrece Chepe se baña, se realizan especialmente a través de talleres y actividades comunitarias, donde se trabaja a partir de una teología liberadora que permite ver a las que viven en condición de calle como sujetos con dignidad, a quienes Dios ama e invita a fortalecer la colectividad para lograr superar su situación de vulnerabilidad y exclusión. Este enfoque teológico se aborda especialmente desde la teología de la ternura[26] y muy particularmente desde la pastoral de la salud[27] en procesos de resiliencia y empobrecimiento.
La tarea pendiente para Chepe se baña es contar con materiales didácticos sobre temas religiosos, los cuales permitan consolidar el trabajo que realizan con personas en condición de calle. Asimismo, el proyecto requiere de procesos de capacitación teológica y pastoral constantes para el equipo de trabajo. Es aquí, donde instituciones de educación teológica, como la Universidad Bíblica Latinoamericana, pueden aportar su experiencia académica y su capacidad para elaborar materiales didácticos para el trabajo social y psico-pastoral.
Ahora bien, el análisis del trabajo que realiza el proyecto Chepe se baña con personas en situación de calle, permitió abordar, en este artículo, el tema del desarrollo de comunidades de fe alternativas en proyectos de intervención social como respuesta crítica —y propiamente alterntativa— a los modelos pastorales tradicionales, centrados en estructuras jerárquicas, prácticas institucionalizadas y objetivos cuantificables como la conversión. Este enfoque tradicional, aunque dominante, conlleva riesgos: pérdida de autocrítica, reproducción de prácticas descontextualizadas e imposición de formas coloniales que perpetúan la dependencia y limitan el crecimiento equitativo e integral de las personas de la comunidad.
En contraposición, a esos modelos, existen comunidades de fe alternativas que se han desarrollado históricamente desde lógicas horizontales, inclusivas y participativas, priorizando la solidaridad y la construcción colectiva de esperanza. Estas comunidades encarnan una comprensión más auténtica del concepto neotestamentario de koinonía, centrado en un vínculo comunitario solidario y en acciones transformadoras. En el contexto latinoamericano y caribeño actual, tales expresiones de fe se encuentran en iniciativas sociales de base que responden directamente a las necesidades de sectores vulnerables, como es el caso de las personas en situación de calle. En ese sentido, el proyecto costarricense Chepe se baña se constituye en un ejemplo práctico de una comunidad de fe alternativa, la cual toma como base de su trabajo la cotidianidad, el conocimiento popular local y los imaginarios religiosos de las personas en situación de calle.
Este tipo de comunidades de fe alternativas fortalece la resiliencia y el empoderamiento colectivo de personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y exclusión social. Desde esta perspectiva, un abordaje integral del fenómeno social de la condición de calle, requiere incluir el sentido que estas personas le asignan a la justicia social y a la vida comunitaria, así como la motivación cultural y religiosa que les impulsa a comprometerse con sus propios procesos de rehabilitación y resocialización. Asimismo, requiere contar con equipos capacitados para abordar este tipo de problemáticas desde la dimensión religiosa. Este es precisamente el puente que une la formación teológica superior con procesos de transformación social y participación ciudadana. Es a partir de este vínculo donde se puede identificar el impacto social de la formación teológica y verificar que una comunidad de fe es precisamente una comunidad koinónica.
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Sobre el autor
Teólogo suizo-guatemalteco, anglicano. Actualmente es docente en teología y asesor en investigador en la Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL) de Costa Rica. Áreas de investigación e interés profesional: metodología de la investigación, teología práctica y estudios en masculinidades.
Correo del autor: a.roman@ubl.ac.cr
Artículo aprobado el 28 de mayo de 2025
Artículo recibido el 15 de mayo de 2025
[1] Cf. Martin Hoffmann, “El desarrollo de comunidades eclesiales en el horizonte del Reino de Dios. Una concepción teológica”, en Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, ed. Angel Eduardo Román-López Dollinger (San José, Costa Rica: SEBILA, 2022), 328.
[2] Clifford Geertz, La interpretación de las culturas (Barcelona: Gedisa, 2003), 20.
[3] Ideología y cultura moderna. Teoría Crítica social en la era de la comunicación de masas, trad. Gilda Fantinati Caviedes, 2a ed. (México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2002), 183. Para profundizar sobre este tema, se sugiere consultar: Roberto Varela, Cultura y poder. Una visión antropológica para el análisis de la cultura política (México: Anthropos, 2005); Gilberto Giménez, “La teoría y el análisis de la cultura. Problemas teóricos y metodológicos”, en Metodología y cultura, ed. Jorge A. González y Jesús Galindo Cáceres (México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994), 33–65.
[4] Sociología de la religión (Buenos Aires, Argentina: La Pléyade, 1978), 9.
[5] Sobre esta relación de causa-efecto entre lo
religioso y la economía, que propone Max Weber se sugiere consultar: La ética protestante y el espíritu del capitalismo, 3a
ed. (México: Fondo de
Cultura Económica, 2008).
[6] Cf.
Anthony P. Cohen, The Symbolic Construction of Community
(London: Routledge, 1985).
[7] Cf. Ibid., 11–38.
[8] Sobre los lugares de acción o áreas disciplinarias de la teología práctica, se sugiere consultar: Casiano Floristán, Teología práctica: teoría y praxis de la acción pastoral, 5a ed. (Salamanca: Sígueme, 2009), 527–98; Angel Eduardo Román-López Dollinger, “Teología Práctica como instrumento de cambio social. Algunas reflexiones teóricas y metodológicas”, en Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, ed. Angel Eduardo Román-López Dollinger (San José, Costa Rica: SEBILA, 2022), 91–94.
[9] Cf. Hoffmann, “El desarrollo de comunidades eclesiales en el horizonte del Reino de Dios”; Martin Volkmann, “Edificación de comunidad”, en Teología Práctica en el contexto de América Latina, ed. Christoph Schneider-Harpprecht y Roberto E. Zwetsch, 3a ed. (Quito, Ecuador: CLAI, 2011), 183–208.
[10] Estas áreas de trabajo forman parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cf. Naciones Unidas, “Objetivos y metas de desarrollo sostenible”, Objetivos de Desarrollo Sostenible (blog), el 28 de agosto de 2018.
[11] Chepe se baña es la abreviación con la que se conoce el proyecto Chepe se baña – Donando Gotas de Vida. En este documento emplearemos solamente la abreviación. En Costa Rica, y en diferentes regiones de Centroamérica, el término “Chepe” se emplea para referirse al nombre “José”, en el proyecto se usa para indicar que “la ciudad de San José se baña”, esto se comprende mejor al conocer una de sus áreas de trabajo: proveer a personas en situación de calle de la ciudad de San José de duchas móviles (en buses), así como de cepillos de dientes y otros accesorios de aseo personal, para que tengan acceso a la limpieza.
[12] Esta fundación promueve los valores cristianos a través del compromiso activo, con el fin de lograr “la transformación integral de personas en vulnerabilidad socio-económica que son habitantes de precarios y de las calles”. Cf. “Información sobre Fundacion Pro Mundo”, Facebook, Fundación Pro Mundo, 2022.
[13] En tres años uno de estos buses ofreció más de 16.000 servicios de ducha.
[14] Actualmente se están gestando los programas “Dormí bus”, dirigido a mujeres en condición de calle y la “Escuela de Cocina”, donde se impartirán clases de repostería y pastelería.
[15] IMAS, “4.146 personas en situación de calle son alcanzadas por el IMAS”, Información sobre situación social, Instituto Mixto de Ayuda Social, IMAS (blog), el 9 de diciembre de 2021.
[16] Esta información relacionada con la diversidad sexual no aparece cuantitativamente en este estudio, ya que se prefirió no incluir ese ítem en el test de empoderamiento y solamente se abordó durante las entrevistas narrativas.
[17] Presidencia de la República de Costa Rica, “Alianzas buscan dar refugio y atención a población en situación de calle por COVID-19 en cantón de San José”, Casa Presidencial, Comunicado de prensa (blog), el 9 de mayo de 2020.
[18] Cf. “Reglamento del Seguro de Invalidez Vejez y Muerte de la Caja Costarricense de Seguro Social. Reforma aprobada en la sesión No 8856 celebrada el 28 de julio del año 2016” (Caja Costarricense de Seguro Social, 2016), art. 5.
[19] Esta información, junto a otra similar que se presenta en este artículo, proviende del trabajo de observación participante realizada por el Centro de Investigación de la Universidad Bíblica Latinoamericana.
[20] Melissa González, “Promover la solidaridad por medio de donaciones impulsa tienda Chepe se Baña”, LaRepublica.net, el 1 de junio de 2021, digital edición, sec. Estilo Ejecutivo. Actualmente 10 personas están alojadas en las instalaciones del proyecto. Para solicitar residencia los y las estudiantes deben llevar al menos doce cursos.
[21] A este enfoque, central en la recuperación de la dignidad de personas en condición de calle, Paulo Freire lo definió como la pedagogía de la indignación. Cf. Pedagogía de la indignación: cartas pedagógicas en un mundo revuelto, trad. Ana Laura Granero (Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2012), 35s.
[22] Sobre este mecanismo de protección, consultar: Maria Cristina Carvalho Juliano y Maria Angela Mattar Yunes, “Reflexões sobre rede de apoio social como mecanismo de proteção e promoção de resiliência”, Ambiente & Sociedade 17, núm. 3 (septiembre de 2014): 135–54.
[23] Sobre estos pilares resilientes de la identidad colectiva, se sugiere consultar: Juan de Dios Uriarte Arciniega, “La perspectiva comunitaria de la resiliencia”, Psicología Política, núm. 47 (2013): 7–18.
[24] Sobre la espiritualidad como elemento resiliente en cuidados paliativos, se sugiere consultar: Tamara Redondo-Elvira, Celia Ibáñez-del-Prado, y Sara Barbas-Abad, “Espiritualmente resilientes. Relación entre espiritualidad y resiliencia en cuidados paliativos”, Clínica y Salud 28, núm. 3 (el 1 de noviembre de 2017): 117–21.
[25] Cf. IMAS, “4.146 personas en situación de calle son alcanzadas por el IMAS”; Presidencia de la República de Costa Rica, “Alianzas buscan dar refugio y atención a población en situación de calle por COVID-19 en cantón de San José”.
[26] Sobre la teología de la ternura, consultar: Alejandro Cussianovich, Aprender la Condición Humana: Ensayo sobre pedagogía de la ternura (Lima, Perú: Ifejant, 2010); Harold Segura y Anna Grellert, eds., Ternura, la revolución pendiente: Esbozos pastorales para una teología de la ternura (Barcelona: Editorial Clie, 2018).
[27] Sobre la teología práctica y la pastoral de la salud, consultar: Jesús García Chamizo, “La pastoral de la salud es expresión de la ternura de Dios”, Reflexiones pastorales de la Archidiócesis de Sevilla, Siempre Adelante (blog), el 28 de septiembre de 2018; Sara Baltodano, Psicología, pastoral y pobreza (San José, Costa Rica: Universidad Biblica Latinoamericana, 2003); Edwin Mora Guevara, “Pastoral de la salud: Acompañamiento Pastoral desde la Teología Práctica”, Vida y Pensamiento 40, núm. 1 (el 13 de agosto de 2020): 71–86.