|
|
|
|
Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Vol. 40 No. 2 – Julio/Diciembre
2020 - San José, Costa Rica - ISSN
2215-602X Reflexiones teológico-pastorales en tiempos de pandemia |
|
|
COVID-19 y la situación de las mujeres durante la
pandemia SHARO ROSALES ARCE pp. 155-186 |
|
|
Covid-19 y la
situación de las mujeres durante la pandemia Sharo Rosales Arce* Resumen: En el marco del tema
COVID-19 y las vivencias de las mujeres en esta nueva realidad, interesa
determinar las brechas de género que persisten en esta pandemia y que afectan
de distintas maneras a distintos sectores. Si bien la temática es muy amplia,
se analizan al menos dos aspectos: ¿Cómo las inequidades de género se han
acrecentado en esta crisis de salud mundial? ¿Cómo las cifras conectan las
discrepancias de género con otras violencias y sobrecargas que afligen a las
mujeres en diferentes áreas de su vida (salud física, empleo, subempleo,
violencia intrafamiliar, saturación de cargas mentales)? Palabras clave: Género, COVID-19,
inequidad, trabajo, carga mental. Abstract:
Within the framework of the COVID-19 issue and the
experiences of women in this new reality, it is interesting to determine the
gender gaps that persist in this pandemic and that affect different sectors
in different ways. Although the subject is very broad, at least two aspects
are analyzed: How have gender inequalities increased in this global health
crisis? How do the figures connect gender discrepancies with other types of
violence and burdens that afflict women in different areas of their life
(physical health, employment, underemployment, domestic violence, saturation
of mental burdens)? Keywords:
Gender, COVID-19, inequity, work, mental burden. Introducción La crisis global del coronavirus encierra un sinfín de problemáticas
en todos los ámbitos. Y como se trata de un entramado tan complejo, me
limitaré a realizar un breve análisis desde una mirada de género en tres
dimensiones: cuido, trabajo y violencia en los hogares, con varias aristas
pertinentes y una consideración de los roles asignados a las mujeres desde el
patriarcado, tales como la distribución de las tareas domésticas, la atención
de la familia y la carga emocional que esto conlleva. A estos problemas se
suman otras violencias de las que son víctimas las mujeres, tales como el
silencio impuesto hacia el abuso y la desatención del Estado. Por eso es
necesario plantear la pregunta: ¿de qué formas las mujeres están llevando la
peor parte de esta pandemia? Lo cierto es que la situación de las mujeres en tiempos de pandemia
y confinamiento ha generado una serie de cambios que ellas deben asumir con
los mismos o con menos recursos de los que ya tenían. Ello solo confirma lo
innegable: históricamente, las diferentes y concomitantes crisis las han
ubicado en el epicentro de las desventajas. No en vano, Cathalina
García, investigadora asociada de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO), sede Costa Rica, señaló puntualmente: “Cuando se piensa en
el efecto de esta crisis sanitaria, debemos tomar en consideración que no
todas las personas son afectadas de la misma forma. Particularmente, afecta a
las mujeres y a los hombres de manera diferente, debido a las actividades y
tareas que se realizan por los roles de género en nuestra sociedad” (García,
FLACSO). Y es que, en el trabajo repartido según los roles de género, las
mujeres han tenido condiciones de desventaja: trabajo incesante y
desgastante, trabajo para otros, labores enfocadas en el servicio y cuido
ajeno, labores realizadas en condiciones precarias, trabajo no registrado (ni
siquiera por ellas mismas), trabajo mal pagado en el mejor de los casos y
trabajo sin paga en el peor de los escenarios. Estas disparidades se han
agravado en tiempos de COVID-19. Una vez dicho esto, podemos desarrollar los
puntos que vienen a continuación. 1. Las mujeres: protagonistas en los trabajos
de cuido doméstico e institucional 1.1.
El cuidado Mencionemos los distintos órdenes de cuido que existen desde mi
perspectiva: 1.1.1.
Autocuidado Yo me cuido, miro por mí y busco buena vida, vida sana y
equilibrada. El autocuidado es, por lo tanto, una conducta que realiza o
debería realizar la persona para sí misma. Es un acto teórico-práctico, pero,
además, voluntario y comprometido (Tobón 2003). Empero, en el escenario de
esta cotidianidad, las mujeres aparecen comprometidas atendiendo y cuidando
en todos los órdenes más allá de ellas mismas, donde suelen estar
postergadas, lo cual veremos expresado cifras más adelante. Andrea Cuenca,
psicóloga y activista, afirma: “El hecho que demuestra que esta situación es
real es que los hombres casados viven más que los hombres solos, pero esa
relación es inversamente proporcional para las mujeres, que viven más no viviendo
en pareja, porque tienen más oportunidad de cuidarse y atender sus propias
necesidades” (comunicación personal). 1.1.2. Cuidado entre
todos y todas Nos cuidamos. Este cuidado remite a actividades planeadas en
cooperación, trabajo en equipo, comunidad, grupo o familia, donde prevalece
la solidaridad y la reciprocidad. No se trata de un grupo sirviendo a otro,
sino que es una solidaridad en correspondencia justa. 1.1.3. Cuidar a otras
personas La asistencia a personas de sectores vulnerados debería ser labor
del Estado bajo la sombrilla de los derechos fundamentales, partiendo de las
ratificaciones de instrumentos y convenciones internacionales y haciendo uso
de leyes y políticas públicas, a lo que se debería poner el máximo empeño
para garantizar, cumplir y proteger a aquellas personas y sectores que más
protección requieren. Respecto al tema de la salud, no es posible que, al
hablar de vida, cada persona tenga solamente el cuidado y la calidad de vida
que pueda pagar. Según Larraitz Lexartza,
investigadora asociada de FLACSO Costa Rica: “Hoy, enfrentamos el reto de
decidir qué organización social de los cuidados queremos para el futuro.
Tenemos que decidir si queremos seguir apostando por el mercado o si queremos
colocar el cuidado y la sostenibilidad de la vida en el centro” (Lexartza, FLACSO). Pero no solo eso. Este punto es más
amplio, pues abarca temas del ámbito privado o ‘micro’ y de la esfera pública
o ‘macro’. ¿Cómo es esto? En el primer punto, podemos referirnos al cuido de
un familiar con limitaciones físicas o psicológicas o, en el tema que nos
atañe, afectado por COVID-19. En el segundo, se trata, por ejemplo, del cuido
de personas adultas mayores que viven en una residencia para este fin o,
asimismo, el cuido y atención de personas pacientes por COVID-19 en centros
de salud. Como veremos después, las mujeres son las que han llevado la mayor
parte de esta carga, pues el cuidado de los demás ha sido un rol asignado
para la mujer desde el patriarcado, tanto en lo doméstico, “porque es lo que
corresponde como esposa y madre”, como en lo institucional, ya que,
históricamente, estas carreras fueron establecidas para que las mujeres
fueran profesionales en áreas de servicio para el que fueron “diseñadas”.
Históricamente, estas tareas siguen recayendo sobre ellas, aparte de otras
cargas relacionadas. 1.2.
Las mujeres y los trabajos de cuido doméstico Ante las particularidades de la enfermedad del coronavirus
(COVID-19), como ser altamente contagiosa, la inexistencia de una vacuna, el
requerimiento de rigurosos hábitos de limpieza para su prevención, el
constante lavado de manos y hasta el cambio de zapatos y prendas de vestir
cuando regresamos al hogar, han hecho que los trabajos de cuido hayan
adquirido una gran importancia al punto de ser declarados básicos en esta
pandemia. Estas labores de limpieza, de acompañamiento, de supervisión, de
vigilancia de hábitos de aseo y de seguimiento de medicación (solo para
mencionar algunos) son trabajos… ¿realizados por quién? Son trabajos
feminizados por los mandatos sociales de género. Y este entrenamiento empezó
por el primer muñeco que le dieron a la niña siendo ella misma casi una
bebita y le dijeron: “El muñeco tiene calentura, tómele la fiebre”, “Sáquele
el eructo”, “Hágale una sopita”, “Acuéstelo y cobíjelo”, “Cámbielo porque
está orinado”, endosando así una maternidad precoz de todos los prójimos a
las mujeres desde niñas, trasladándoles las labores de cuido y,
conjuntamente, haciendo ver estas labores como una predisposición natural de
las mujeres a la asistencia ajena. En Costa Rica, en condiciones sin pandemia, según la Encuesta
Nacional de Uso del Tiempo 2017, realizada por el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (INEC), las mujeres realizan la mayor parte del trabajo
doméstico remunerado y no remunerado, en proporción de 3 a 1 y 4 a 1 en
relación con los hombres y dependiendo de las labores en el hogar (Instituto
Nacional de Estadística y Censos 2018). GRÁFICO 1: Gráfico
5.5. de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2017 (INEC).
1/ Promedio de horas
semanales dedicadas a determinada actividad por parte de toda la población. a/ Coeficiente de
variación mayor al 20%, lo cual indica que la estimación es poco confiable y,
por tanto, se debe utilizar con precaución. Fuente: INEC, Costa
Rica. Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2017. Observando la línea 2, son las mujeres quienes, en una proporción de
4 a 1, atienden niños y niñas, personas ancianas, personas dependientes, personas
con algún tipo de discapacidad o personas enfermas, todo ello en cumplimiento
del mandato de la multifunción. 1.3.
Las mujeres y los trabajos de cuido institucional El Fondo de Población de las Naciones Unidas
(UNFPA) calcula que, en el mundo, las mujeres representan alrededor del 70%
de las personas que trabajan en la atención al público en los sistemas
sanitarios y sociales (Organización de las Naciones Unidas). ¿Esto qué
significa? Significa que su salud física y mental está más comprometida al
tener a su cargo el trabajo de servicios esenciales de salud. A diario, las
mujeres asumen un alto costo físico y emocional, además de tener mayor
peligro de contagio por su incesante exposición a la enfermedad por
coronavirus. En el siguiente gráfico, se observa la distribución de funciones
de hombres y mujeres en servicios de salud a nivel mundial, según la doctora
Marta Giménez, psicóloga sanitaria y especialista en perspectiva de género y
salud emocional del Centro Área Humana (España). GRÁFICO 2:
Distribución de funciones de hombres y mujeres en servicios de salud en el
planeta Fuente: Publicación en el telediario ‘La 1’, de
Televisión Española, en el reportaje sobre carga mental femenina a propósito
del Día Internacional de la Mujer 2020. Igualmente, se añaden a estas citadas, otro tipo de presiones, como
el hecho de tener que doblar turnos y hacer más horas extras de lo habitual,
o ser estigmatizadas como “contagiosas”, recibiendo violencia por parte de
los usuarios de los servicios de salud y rechazo en sus mismos vecindarios y
comunidades precisamente por la cercanía que implicaría un riesgo de
infección. Estas mujeres, que están poniendo el cuerpo cada día en su
trabajo, están enfrentando, ahora, nuevos escenarios de exclusión social. 2. mujeres jefas de hogar y el trabajo
informal en tiempos de pandemia Una de las condiciones más comunes de las mujeres jefas de hogar o
mujeres con familia a su cargo en el mundo es desenvolverse en el trabajo
informal. Esto les permite mayor flexibilidad en el uso del tiempo para poder
atender sus muchas otras obligaciones, que incluye el cuido de hijas e hijos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que casi el 60% de las
mujeres de todo el mundo trabaja en el sector informal, ganando menos que los
hombres, con menor oportunidad de ahorrar y, por lo tanto, con mayor riesgo
de empobrecimiento (Strauß, DW). Conjuntamente, no
son sujetas de créditos bancarios por no contar con orden patronal o
propiedades a su nombre, para responder financieramente con una garantía de
pago a la hora de tramitar un préstamo que, si les es concedido, es un
préstamo de alto riesgo con intereses altísimos. Este tipo de trabajo informal implica no tener garantías laborales,
porque, aunque en Costa Rica la ley estipula ese reconocimiento aun por el
trabajo realizado por horas, muchas mujeres se ven en el dilema de reclamar
sus derechos laborales y ser despedidas o quedarse y conservar esa entrada de
dinero renunciando a sus derechos y beneficios como aguinaldo, cobertura
médica, aguinaldo escolar, entre otros. Muchas de estas mujeres realizan su
trabajo en sectores clave como el de la alimentación (compra y ventas en
mercados, empaque de alimentos, preparación y cocina); los servicios de
limpieza (en casas, limpieza institucional, hospitalaria, hotelera) y otros
trabajos a domicilio. Debido a la pandemia, la ONU anunció que la reducción
de actividad económica ha afectado en primera línea a trabajadoras
informales. Ahora, estas madres trabajadoras se debaten a diario entre su empleo
y el cuidado infantil, entre su empleo y la educación en el hogar, entre su
empleo y el cuidado de personas mayores o dependientes. Y la gran mayoría de
estas trabajadoras informales no percibe ningún tipo de pensión por parte del
padre de sus hijos, muchos de los cuales se excusan en la falta de empleo por
motivo de la pandemia y, aunque es verdad que hay hombres responsables
desempleados en este momento, también es cierto que hay muchos hombres que se
desentienden de cualquier obligación una vez que terminan la relación con la
que era su pareja. Así, pues ¿cómo pagarán estas mujeres sus gastos? ¿Cómo
solventarán sus deudas? ¿Cómo harán frente a sus compromisos contraídos? Es
claro, entonces, que muchas mujeres jefas de hogar, aun queriendo, no pueden
seguir las recomendaciones de “quedarse en casa”, porque si no trabajan, no
ganan y, si no ganan, nadie pone alimento en la mesa en esas familias
monoparentales lideradas por mujeres. 3. Las trabajadoras domésticas y el
confinamiento derivado de la pandemia Muchas trabajadoras domésticas perdieron trabajo con esta pandemia
al disminuir también las entradas de las casas donde laboraban, y a numerosas
colaboradoras del hogar les suspendieron sus funciones indefinidamente, sin
haber recibido ningún pago de liquidación correspondiente y sin saber si
volverán a sus labores en algún momento. Otras, que ya eran trabajadoras
puertas adentro o que lo hicieron luego, son mujeres de bajos recursos, baja
escolaridad y muchas están en condición de migrantes. Lidia Reyes, indígena mixteca del estado de Oaxaca (México), máster
en Sociología Rural y estudiante de doctorado en Sociología por la
Universidad Autónoma Metropolitana, lo ilustra muy bien al hablar de estas
trabajadoras, como hija que es de una de ellas. Reyes indica que son trabajos
sin fin: asear, limpiar, cocinar, cuidar niños, adultos mayores, además de
experimentar múltiples opresiones y violencias en su quehacer cotidiano y,
ahora, debido a las llamadas cuarentenas, trabajan más horas de las que la
jornada establece, brindan atención a toda la familia que está en casa,
porque los niños no van a la escuela y el “patrón” trabaja desde la casa. Dan
medicamentos, atienden a alguna persona anciana de la familia que por motivos
de seguridad se fue a pasar la pandemia con la familia, en ocasiones, sin la
protección adecuada. Asimismo, estas mujeres no conviven con sus propias
familias para no contraer el contagio en sus propias casas. Trabajando con
manos erosionadas ahora más que nunca por el uso de los jabones,
desinfectantes, alcohol y cloro. Todo esto, realidades donde se cruzan
opresiones y violencias múltiples sin posibilidad de atender sus propias
necesidades personales y familiares (Reyes, Iberoamérica Social). A ellas se
suman en Costa Rica y el mundo otras mujeres con horarios igual de extensos,
injustos y no reconocidos. 4. Trabajos feminizados Existen otros trabajos invisibilizados
y poco remunerados que implican labores “destinadas” a las mujeres:
limpiadoras municipales, dependientas y cajeras de tiendas de alimentación y
supermercados, todo un conjunto de profesiones imprescindibles y feminizadas
que evidencian la “necesidad de que los cuidados formen parte de la
estrategia social y económica de los Estados y que esta incluya el enfoque de
género” (Cirujano, Mujeres en Igualdad). 5. Nuevas condiciones de trabajo y el
teletrabajo Un lugar de trabajo virtual debe reunir las condiciones que hay en
una zona física de trabajo regular: espacio con privacidad, un área física
personal y un ambiente que propicie la concentración para la realización del
trabajo donde no haya constantes interrupciones ni estímulos compitiendo por
la atención. Igualmente, debe tener tecnología: una computadora, internet,
acceso a los archivos que la persona necesite, un teléfono celular, entre
otros, todo esto para que el entorno virtual funcione. condiciones
facilitadas normalmente por el empleador. Resulta ingenuo por parte de
algunas instituciones y empresas, pensar que las mujeres cuentan en sus casas
con lo mencionado, además de poseer el mismo tiempo efectivo que tenían en condiciones
de no pandemia. Esto es irreal sobre todo cuando tomamos en cuenta la
expectativa empresarial de rendir orientada en resultados. Mismos resultados
que se esperan obtener en condiciones de transición, con más
responsabilidades y con menos recursos. En un sondeo con enfoque de género realizado durante el mes de
agosto de 2020 en la capital costarricense, San José, por Rosarce
Consultoría (Rosarce Consultoría 2020), se reflejó
que los ladrones de tiempo y agentes distractores citados por mujeres
conviviendo con la familia en tiempos de pandemia y haciendo trabajo remoto
fueron: -
Distractores asociados a estar en la casa llena de
oficios pendientes 80% -
Cuido y acompañamiento de hijos e hijas en clases
virtuales y estudio, así como tareas de cuido de personas mayores y mascotas
60% -
El sentir de la familia que cree que la mujer está
disponible “solo porque está en la casa” 50% -
Elaboración de comidas 40% -
Internet más lento y problemas de conexión que
generan pérdida de tiempo 40% -
Ordenar el entorno, mientras que en la oficina
alguien ordenaba y limpiaba el ambiente 30% -
Sensación de estar trabajando mucho más 30% -
Compras y desinfección 30% -
Descontrol del tiempo 20% -
“Callar la casa” mientras da instrucciones de
trabajo y el estrés que esto produce 20% He aquí algunos comentarios que emitieron las encuestadas: “Estar en
la casa, para mí, es el mayor distractor. Si voy a la cocina por agua, veo un
plato sucio, lo lavo y, en eso, me acuerdo que la ropa aún está en la
lavadora y que hay que aprovechar el sol de las mañanas… Y, así, si no me
espabilo, lo doméstico me absorbe, porque a mí me gustan los ambientes
ordenados y, en la oficina, tenía a una señora que dejaba mi oficina
reluciente”. Otra expresó: “La casa se ensucia más y aumenta el trabajo
doméstico”. Y otra: “La limpieza y el orden no acaban” (Ibid). La suma de porcentajes evidencia que hay mujeres que enfrentan hasta
3 o 4 distractores en su día a día de teletrabajo desde la casa. Ilka Treminio, directora de la
sede de FLACSO en Costa Rica, indicó que hay “pistas suficientes para
concluir que las mujeres no cuentan con idénticas condiciones de
concentración y disponibilidad para el trabajo profesional en sus casas, en
las que deben atender múltiples tareas familiares a la vez” (Treminio, FLACSO). Frente a esta situación, mujeres
realizan sus labores de teletrabajo en la madrugada, retrasan el momento de
ir a la cama o están levantándose antes que el resto de los miembros de la
familia. Se deben repensar, entonces, las formas de trabajo remoto para las
mujeres. ¿Cuentan con las herramientas tecnológicas necesarias? ¿Contarán
estas mujeres con infraestructura adecuada para las labores requeridas? ¿Cómo
y en qué horarios será la nueva articulación entre los equipos? ¿De qué
manera se puede hacer efectiva la corresponsabilidad en el hogar para que no
pese sobre las espaldas y psiques de las mujeres? ¿Cómo considerar la realización
del teletrabajo con enfoque de género? Por esto mismo, vuelvo a replantear:
¿afecta el estrés por COVID-19 de forma diferente a hombres y mujeres? Lo
cierto es que tomar en cuenta la perspectiva de género en la práctica
psicológica resulta un instrumento de análisis fundamental que ayuda a
identificar la repercusión de los roles de género en la salud psicológica y
social. Permite identificar qué factores de riesgo existen, qué
manifestaciones, así como su gravedad y frecuencia y, en términos generales,
el impacto que tienen en la salud integral de los individuos (Organización
Mundial de la Salud 2002). 6. La carga mental, ese exceso psíquico
que cargan las mujeres La carga mental, llamada “el malestar que no tiene nombre” por Betty
Friedan quien en su obra La mística de la
feminidad (Freidan, 2009, 245) indaga acerca
del “devastador hastío vital”, del “sentimiento de culpa”, del aburrimiento,
de la frustración sexual, de la depresión, de la sobrecarga, de la fatiga
crónica… Todo un cuadro que llevó a las mujeres estadounidenses de la
postguerra al consumo de tranquilizantes, producto de la imposición de un
modelo de comportamiento asignado a las mujeres. Por su parte, Ana María Daskal, en su investigación denominada ‘La vida cotidiana
de las mujeres’ (Daskal 1992, 78), plantea una
pregunta de salud metal desde una perspectiva de género: ¿qué es lo que
enferma a las mujeres? Ella encuentra una serie de claves centradas en la
vida cotidiana de las mujeres: sobrecarga de tareas, tareas sin fin, desgaste
en trabajo para los demás, aceptación de una multidemanda,
coordinación de tareas y naturalización de sus servicios entre otros. De modo que la carga mental es el resultado del desigual reparto de
los cuidados y responsabilidades en la esfera familiar y, al mismo tiempo, la
conciliación de estas responsabilidades domésticas con las responsabilidades
profesionales o laborales. Clara Coria comparte lo que denomina una tríada
sugestiva: dinero chico, espacio restringido y tiempo indiscriminado (Coria
2012). Al analizar el estrés ante el posible contagio de la pandemia por
COVID-19 con la lupa del género, se hace evidente que las cargas mentales que
enfrentan las mujeres son superiores a las que experimentan los hombres. Esa carga mental es como una pesada tarea invisible y sin registro
que cargan las mujeres al ser responsables de planificar, desarrollar
estrategias y tácticas, tomar decisiones, asignar horarios y supervisar
ejecuciones de labores y proyectos en el hogar. En cualquier empresa, las
tareas de programación, organización y gestión son remuneradas, pero no así
en el ambiente doméstico, donde esas funciones son invisibilizadas,
a pesar de ser este trabajo doméstico no remunerado la base invisible de la
economía mundial, según Gary Becker, Premio Nobel de Economía y principal
impulsor del concepto de economía doméstica (Wikipedia). En Costa Rica, para
2017, este tipo de trabajo podría haber representado el 25,3 % del Producto
Interno Bruto (PIB), pero, al hacer el recuento anual de las riquezas de un
país, ni siquiera se suele contemplar (Instituto Nacional de las Mujeres).
Entonces, no es raro que las mismas mujeres lo ignoren o subestimen. Enfrentar cambios y transiciones genera crisis y desajustes que son
proporcionales al tamaño de los cambios que se experimentan. Cuando el cambio
es pequeño, la adaptación es casi inmediata, pero, cuando el cambio es grande
o el cambio viene encadenado a otros cambios, se vuelve más difícil de
manejar. Y cuando el cambio no es una elección personal u ocurre de súbito,
cuando altera hábitos y rutinas y hay poca información de lo esperable,
genera mucha mayor angustia, estrés y ansiedad. La sobrecarga psíquica y el
esfuerzo mental que requiere la conciliación de nuevas rutinas y tareas
durante el confinamiento recae sobre las mujeres. ¿Algunas de estas tareas?
Alimentación (pensar menú, comprar, limpiar cada producto, acomodar,
procesar, cocinar, congelar, distribuir, rendir, preservar), mantenimiento
del hogar (ropa, lavado), protocolos de limpieza y desinfección (con cuáles
productos, toallas, ubicación de las mismas), bienestar de las mascotas
(limpieza del cuerpo, de sus áreas, baños, salud) y salud de la familia,
apoyo escolar, días que pasa la basura o entrega de reciclaje…Todo en ciclos
interminables y repetitivos, manteniendo, además, las relaciones públicas con
familiares y comunidad. La marca Procter & Gamble publicó, en 2019, una encuesta sobre
el tema con datos muy reveladores: 3 de cada 4 mujeres sufren carga mental,
de las cuales un 40% de ellas desconoce el concepto aun sufriéndolo y el 45%
nunca ha hablado con nadie de este asunto. De hecho, el estudio hecho en
España concluye que el 91% de las mujeres no solo ejecuta las tareas, sino
que las planifica, a lo que la psicóloga Violeta Alcocer afirmó: “El problema
está en que hay una falta de conciencia absoluta respecto a esta cuestión”, y
la especialista María Luisa Rebolledo añadió: “Estando en casa, todo
triangula por ella: preguntas, decisiones, y muchos tipos de tareas etéreas”
(Abundancia, El País). No es extraño que las madres que están todo el día con
teletrabajo y cuidando hijos presenten más ansiedad y estrés añadido. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO), en 2016, una encuesta en 83 países reveló que
el promedio de tiempo dedicado a cuidados asistenciales y trabajo doméstico
no remunerado es más del triple para las mujeres en relación con los hombres
(Oxfam Intermón). Esto
fue durante el año 2016 en que no teníamos aun pandemia. En Costa Rica, de
acuerdo con la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2017 del INEC, el tiempo
promedio en preparación y servicio de alimentos es la actividad de trabajo
doméstico no remunerado (TDNR) a la cual las mujeres le dedican más tiempo a
la semana (13:53 horas), mientras que los hombres solo le dedican 3:50 horas
de su tiempo. Es decir, las mujeres trabajan casi 4 veces más que los hombres
y tienen menos actividades de esparcimiento (Instituto Nacional de
Estadística y Censos 2018). El siguiente gráfico muestra que el TDNR lo ejecutan tanto mujeres
como hombres, pero la intensidad es mucho mayor en las mujeres de acuerdo con
la mayor cantidad de horas que utilizan. GRÁFICO 3: Gráfico
5.4. de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2017 (INEC) * Morado: Mujeres,
Verde: Hombres 1/ Promedio de horas
semanales dedicadas a determinada actividad por parte de toda la población. Fuente: INEC, Costa
Rica. Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2017. Así, la lista de pendientes ajenos y del hogar que cargan las
mujeres son numerosas (aparte de los pendientes referidos a su propio
auto-cuido y los resultados requeridos de su ocupación académica o laboral). El Quinto Informe del Monitoreo MOVID 19 de Chile, trabajo de campo
que se desarrolló entre el 30 de mayo y el 10 de junio de 2020, afirma que
las mujeres buscan menos atención médica que los hombres cuando tienen
síntomas compatibles con Covid-19, porque no tienen tiempo para dejar de
cuidar todas sus responsabilidades (El Mostrador). Esta realidad tiene un
enorme impacto en la salud física y mental, así como la calidad de vida de
las mujeres. Según datos del Termómetro Social, citado en el mismo informe, en
materia de salud mental durante la pandemia: -
Un 55,8% de las encuestadas indicó que su estado
de ánimo ha empeorado. -
El 35% ha tenido problemas para dormir. -
El 26,5% ha sentido sensación de depresión. -
El 34% ha presentado síntomas de ansiedad o nerviosismo.
Ante las mismas respuestas, los consultados indicaron un 42,8%, un
23,4%, un 11,5% y un 14%, respectivamente. En el informe MOVID 19, participan
la Universidad de Chile y el Colegio Médico, con apoyo de la Universidad
Diego Portales, la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Academia de
Humanismo Cristiano, entre otras entidades.
De modo que no es de extrañar que la carga mental sea un mal invisibilizado, incluso, en tiempos de pandemia. 7. Salud mental, redes de apoyo y
sororidad En una de las últimas reuniones virtuales realizada recientemente
con mujeres lideresas de una iglesia local, ante las preguntas “¿cómo están?”
y “¿cómo se han sentido?”, sus respuestas fueron: -
“Casi loca con el teletrabajo y todos en la casa”. -
“Yo, atravesando una seria crisis de fe”. -
“No me he tirado por el balcón para no destruir el
jardín comunal”. -
“Necesito urgentemente aprender a delegar”. -
“Identificada con Job: me ha pasado de todo en
estos meses y, después de 15 años, me despidieron del trabajo”. -
“Extraño mucho nuestras reuniones y abrazos”. -
“Nunca más vuelvo a decir que ‘a mis hijos los
educo yo’”. Hubo muchas risas. Las risas duraron largos segundos. Fue como
exorcizar todas las angustias por un momento. Hubo una pausa, un gran
silencio. Algunas se secaron las lágrimas, que ya no eran de risa. Otras
apagaron el video un ratito. Se escucharon respiraciones profundas y
suspiros. Una rompió la pausa y dijo: “Es que creo que estamos muy cansadas”.
No es extraño que estas mujeres se sientan aisladas, cansadas, sin recursos
asistenciales y, además, ya con su capacidad de resistencia disminuida por lo
prolongado de la crisis. Las mujeres necesitan espacios para conversar,
expresar la frustración y la angustia que les produce la responsabilidad de
tener que contener todas las nuevas condiciones del confinamiento. Han tenido
cambios bruscos en la interacción social, donde ellas tenían muchos grupos de
soporte y apoyo, entre ellos, los grupos de las iglesias, los lugares municipales
para hacer ejercicio o realizar otras actividades. Los lugares de trabajo,
donde coincidían con otras mujeres, ahora están cerrados. Estas ausencias de “las otras” evidencia la importancia de los nexos
de sororidad en las vidas de las mujeres, ya sea con vecinas, compañeras de
trabajo, hermanas de la iglesia u otras que brindan escucha, humor y
contención amorosa. Perder la salud no es solo tener afecciones o padecer
alguna enfermedad, es perder el estado de bienestar emocional, este estado de
bienestar emocional que, por un lado, hace posible enfrentar tensiones
razonables en el día a día y, por otro, posibilita el disfrutar de la vida. 8. Desempleo con rostro de mujer En Costa Rica, la Encuesta Continua de Empleo del INEC, del II
Trimestre 2020, reveló que: -
La población femenina es la más golpeada por el
desempleo: son más mujeres que se encuentran fuera de la fuerza de trabajo y
ha venido en aumento el número de mujeres que están sin trabajo. -
Las mujeres están trabajando más tiempo sin percibir
ningún pago por su trabajo. -
Trabajan más y en condiciones precarias y
desprotegidas. -
La tasa neta de participación de mujeres en la
fuerza de trabajo fue de 44,6 % y descendió 6,2 puntos porcentuales. Mientras
que la tasa neta de participación de hombres fue de 70,5 % y disminuyó 4,6
puntos porcentuales (Instituto Nacional de Estadística y Censos). Por otra parte, un estudio realizado entre los meses de marzo y mayo
de 2020 por el Instituto Nacional de las Mujeres de Costa Rica (INAMU) sobre
los ingresos percibidos al mes por las mujeres durante la pandemia, detalló
que de las mujeres encuestadas: -
Un 30,7% reportó 0 ingresos por la crisis
sanitaria COVID-19. -
Un 20,4% reportó ingresos menores a ₡50.000 ($85). -
Un 17,3% reportó ingresos entre los ₡51.000 y menos de ₡100.000 ($85-$170). -
Un 20,9% reportó ingresos entre los ₡100.000 y ₡200.000 ($170-$339). -
Solo un 10,2 % reportó ingresos superiores a los ₡200.000 ($339)
(Ugarte, Semanario Universidad). La dependencia económica de las mujeres favorece la subordinación de
género. De esta forma, buscar el empoderamiento de las mujeres también es un
tema de índole económico que obliga a buscar formas de transformar estas
cifras. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) había estimado en
marzo de 2020 que podrían perderse hasta 25 millones de empleos (Organización
Internacional del Trabajo). Se prevé, además, que la pérdida de ingresos
afectará de forma más grave los empleos más precarios y a los que forman parte
de la economía informal, en su mayoría, mujeres. 9. Violencia de género en las casas, otra
pandemia dentro de la pandemia La pandemia ha empeorado las situaciones de violencia de género en
el mundo y Costa Rica no es la excepción. Para nadie es un secreto que el
lugar de más exposición a violencia y, por tanto, más inseguro para una
mujer, es su propia casa, donde el confinamiento ha aumentado el riesgo al
maltrato. La violencia contra las mujeres se acrecienta cuando hay tensión en
los hogares por problemas relativos a la seguridad, la salud y la economía,
sumada a las condiciones propias de confinamiento. Y en el caso de mujeres
víctimas de violencia de género, sus riesgos se agravan porque se ven
forzadas a convivir con su agresor. Ana Carcedo,
presidenta del Centro Feminista de Información y Acción (CEFEMINA), relataba
en una conferencia que, en Honduras, durante la pandemia, los bares estaban
abiertos, pero los tribunales para denunciar o acceder a órdenes de
protección por violencia estaban cerrados. Negligencia estatal que puede
sellar de manera fatal el futuro de las víctimas (Centro Feminista de
Información y Acción). Alejandra Mora, secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana
de Mujeres de la Organización de los Estados Americanos (OEA/CIM), señaló que
las denuncias por violencia se han triplicado en algunos países de América
Latina en los que se tomaron medidas de confinamiento (Organización de los
Estados Americanos/Comisión Interamericana de Mujeres S.F.). Según la ONU,
las líneas telefónicas de ayuda han aumentado en un 75% sus llamados por
violencia doméstica en Italia, mientras que en otros países el número se ha
duplicado (Strauß, DW). Y esto se agrava ya que el
distanciamiento social y otros protocolos han truncado la convivencia en los
espacios comunitarios vitales para el apoyo a estas mujeres. A este
propósito, Ilka Treminio
(FLACSO Costa Rica) expresó: “Las medidas tomadas por las autoridades
mantienen invisibilizadas las realidades que viven
estas mujeres, pues no se han decretado medidas que permitan dirigir hacia
ellas acciones concretas ante la violencia que están experimentando” (Treminio, FLACSO). 10. Violencia y abuso sexual a niños y
niñas durante la pandemia Cada año, más de seis millones de niños y niñas sufren abuso severo
en los países de América Latina y el Caribe y más de 80 mil mueren a causa de
la violencia doméstica. Reciben disciplinas violentas y castigo corporal
severo y, en confinamiento, los riesgos de violencia y desprotección que
sufren aumentan (Aldeas Infantiles SOS). El 21 agosto de 2020, en un
noticiero matutino en Costa Rica, se daban cifras del crecimiento exagerado
de consumo de pornografía infantil durante los meses de pandemia, además de
los ardides para abusar de niños y niñas.
Ante el aumento en el uso de tecnología por cuestiones de
entretenimiento o trabajo durante el confinamiento, autoridades federales de
México estimaron un aumento en los índices de delitos en el ciberespacio y en
el tráfico de pornografía infantil (Ordaz, Forbes México). Según la cadena
CNN, en estos tiempos de pandemia, en Honduras, el 83% de las denuncias por
violencia sexual ha sido por casos de violencia contra niñas. Mientras que el
63% de las personas encuestadas se muestra muy preocupada por la violencia y
el abuso en las casas y las escuelas (en teoría, espacios más seguros) ahora
cerradas (CNN en Español). De acuerdo con la Red Nacional de Servicios de Salud (MINSAL) de El
Salvador (Estrada, Diario CoLatino), este país
registró un aumento significativo de embarazos en niñas y adolescentes en un
período de tres meses de pandemia: de 10 a 14 años, en un 79.16 %, y de 15 a
19 años, en un 71.6 %. A lo que debe agregarse que parte del problema no se
muestra en las estadísticas porque actualmente la prioridad es atender casos
de COVID-19. ¿De dónde surge el embarazo de una niña que no sale, no acude a
clases, no juega en el vecindario y por motivos de confinamiento no ha salido
de su casa? Para Roxana Rodríguez, economista de Profesionales por la
Transformación de El Salvador (PROES): “Esto demuestra que las niñas y
adolescentes están siendo víctimas de violencia sexual, de abusos y
violaciones en su hogar; están siendo sometidas a embarazos forzados producto
de la esa violencia sexual”. Estos casos de violencia sexual contra menores salen a luz con
cifras espeluznantes, porque al tener un chequeo médico por embarazo, se da
un registro obligatorio de la situación, pero ¿cuántas niñas a diario son
abusadas sin que medie un embarazo? Ya sea por hermanos, primos, tíos,
padres, abuelos y personas de confianza de la casa. Existe, igualmente, el
agravante del cierre de las escuelas donde muchos niños y niñas eran
monitoreados y, ahora, se han visto incomunicados de sus sistemas de apoyo.
María Inés Salamanca, coordinadora de ONU Mujeres Chile, es clara al afirmar:
“La violencia de género es una pandemia que daña y mata a mujeres y niñas en
todo el mundo y sobre la cual tampoco tenemos aún una vacuna” (Salamanca, La
Tercera). Algunas Conclusiones -
Al momento de afrontar cualquier crisis
(financiera, política, migratoria, de conflicto armado, salud u otras), las
mujeres vuelven a estar en situaciones aún más desfavorables. Esto hace que
sea imperativo visibilizar las condiciones de vida de las mujeres durante
esta crisis sanitaria y, a la vez, plantear alternativas que tengan en cuenta
sus necesidades en las medidas de solución del problema, apuntando la
transformación de estas condiciones por parte de los Gobiernos y Administraciones
Públicas. -
Las mujeres han conseguido avances hacia una mayor
igualdad de oportunidades en el ámbito laboral, pero no así en el ámbito
personal y doméstico. Educar y articular a la sociedad para las tareas de
cuidado y corresponsabilidad es una gran oportunidad para erradicar de la
dinámica de los hogares, los muy enraizados estereotipos y los roles de
género. -
Es claro que en medio de esta pandemia hay
factores de fondo donde el género es determinante para que se den marcadas condiciones
de desigualdad. Ignorar este impacto diferenciado tendría consecuencias
económicas y sociales que agravarían la desigualdad. Lo anterior grita la
necesidad de abordar una respuesta a la crisis por COVID-19 con perspectiva
de género. -
Se requiere la participación y el buen desempeño
de los medios de comunicación y otras instituciones para denunciar estas
desigualdades, tanto como garantizar la atención del tema con enfoque en
derechos humanos de las mujeres. Cierro con las palabras de Anita Bhatia,
directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres: “Construir sobre la base de las
necesidades de las mujeres brinda la oportunidad de ‘reconstruirnos mejores’.
¿Qué mejor contribución a nuestra humanidad que implementar políticas que
construyan una sociedad más justa, igualitaria y libre de violencia contra
las mujeres?” (Bhatia, ONU Mujeres). Referencias
bibliográficas Abundancia, Rita.
“Carga mental: la tarea invisible de las mujeres de la que nadie habla”.
Sitio El País. Sección S Moda. 1 de marzo de 2019. https://smoda.elpais.com/feminismo/carga-
mental-tarea-invisible-recae-sobre-las-mujeres/ Aldeas Infantiles
SOS. “El maltrato infantil, agravado por el aislamiento preventivo debido a
la pandemia del COVID-19, es un desafío pendiente para América Latina”. Sitio
Aldeas Infantiles SOS. Consultado 30 de abril de 2020. https://www.aldeasinfantiles.org/noticias/dia-internacional-contra-el-maltrato-infantil Área Humana. “La
carga mental femenina o el ‘síndrome de la mujer agotada’”. Sitio Área
Humana. Consultado 30 de abril de 2020. https://www.areahumana.es/carga-mental/#Por-qu-la-carga-mental-en-el-hogar-est-afectada-por-el-gnero Área Humana.
“Perspectiva de género: Mujeres, género y salud psicológica. Influencia de
estereotipos y normas de género femeninas en la salud psicológica”. Sitio
Área Humana. Consultado 27 de octubre de 2020. https://www.areahumana.es/perspectiva-de-genero-y-salud-psicologica/ Baena Garrido,
Macarena. “La feminización de la crisis exige respuestas con perspectiva de
género”. Sitio EFEminista. 8 de mayo de 2020. https://www.efeminista.com/feminizacion-crisis-respuestas-perspectiva-genero/ Barba Pan,
Montserrat. “Betty Friedan y ‘el malestar que no
tiene nombre’”. Sitio About Español. 1 de noviembre
de 2019. https://www.aboutespanol.com/betty-friedan-y-el-malestar-que-no-tiene-nombre-1271643#:~:text=En%20su%20obra%20maestra%20’La,y%20el%20d%C3%ADa%20a%20d%C3%ADa Bhatia, Anita. “Las
mujeres y el COVID-19: Cinco acciones que los gobiernos pueden adoptar sin
demoras”. Sitio ONU Mujeres. 26 de marzo de 2020. https://www.unwomen.org/es/news/stories/2020/3/news-women-and-covid-19-governments-actions-by-ded-bhatia Campbell Barr, Epsy y Patricia Mora
Castellanos. “La pandemia invisible: las mujeres en la crisis del COVID-19”.
Sitio del Semanario Universidad. 12 de mayo de 2020. https://semanariouniversidad.com/opinion/la-pandemia-invisible-las-mujeres-en-la-crisis-del-covid-19/ Centro Feminista de
Información y Acción, CEFEMINA. Sitio de Facebook de CEFEMINA. Consultado 27
de octubre de 2020. https://www.facebook.com/CentroFeministaDeInformacionYAccionCefemina/ Cirujano Torres,
Miriam. “Lecciones y aprendizajes del Covid-19: igualdad de género, la
asignatura pendiente”. Sitio Mujeres en Igualdad. 24 de mayo de 2020. http://www.mujeresenigualdad.com/Lecciones-y-aprendizajes-del-Covid19-igualdad-de-genero-la-asignatura-pendiente_es_116_2176_0_236.html CNN en Español.
Sitio de Facebook de CNN en Español. Consultado 27 de octubre de 2020. https://www.facebook.com/pg/CNNee/posts/?ref=page_internal Coria, Clara. 2012. El
sexo oculto del dinero. Formas de la dependencia femenina. Barcelona:
Androginias 21. 2014. Daskal, Ana María. 1992. El
malestar silenciado: la otra salud mental. La vida cotidiana de las mujeres.
Santiago: Isis Internacional y Emerger. El Mostrador.
“Brecha de género en la pandemia: mujeres están más expuestas a contagiarse
de COVID-19”. Sitio El Mostrador. 24 de junio de 2020. https://www.elmostrador.cl/dia/2020/06/24/brecha-de-genero-en-la-pandemia-mujeres-estan-mas-expuestas-a-contagiarse-de-covid-19/amp/?__twitter_impression=true Estrada, Yaneth.
“Embarazos en niñas de 10 a 14 años con aumento de 76.16 % en la pandemia”.
Sitio Diario CoLatino. 15 de agosto de 2020. https://www.diariocolatino.com/embarazos-en-ninas-de-10-a-14-anos-con-aumento-de-76-16-en-la-pandemia/ Friedan, Betty. La
mística de la feminidad. Madrid: Ediciones Cátedra. 2009. García, Cathalina. “Pensar la emergencia #Covid19 con perspectiva
de género”. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Sitio de
Facebook de FLACSO Costa Rica. 25 de abril de 2020. https://www.facebook.com/notes/flacso-costa-rica/pensar-la-emergencia-covid19-con-perspectiva-de-g%C3%A9nero/2919546631455317/ Instituto Nacional
de Estadística y Censos, INEC Costa Rica. “Disminuye ocupación y aumentan
desempleo y subempleo”. Comunicado de prensa INEC. 6 de agosto de 2020. https://www.inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/coeceiit2020.pdf?fbclid=IwAR2ajnhkj3zcciWkl0vUW2TLt6gdTmd8sqOF9h-2pBkdiod01bpGNROvfx0 Instituto Nacional
de Estadística y Censos, INEC Costa Rica. 2018. “Encuesta Nacional de Uso del
Tiempo 2017. Resultados generales”. San José: INEC. Consultado 27 de octubre
de 2020. https://www.inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/reenut2017.pdf Instituto Nacional
de las Mujeres, INAMU Costa Rica. “Atención de mujeres y seguimiento de casos
de violencia se realiza en todo el territorio nacional”. Página de Facebook
del INAMU. 25 de marzo de 2020. https://www.facebook.com/notes/instituto-nacional-de-las-mujeres-inamu/comunicado-de-prensa-atenci%C3%B3n-de-mujeres-y-seguimiento-de-casos-de-violencia-se-/2940722019323907/ Instituto Nacional
de las Mujeres, INAMU Costa Rica. “Valor del trabajo doméstico no remunerado
equivale al 25,3% del PIB”. Sitio INAMU. 11 de octubre de 2019. https://www.inamu.go.cr/valor-del-trabajo-domestico-no-remunerado-equivale-al-25-3-del-pib Lexartza, Larraitz. “Pensar la emergencia #Covid19 con perspectiva
de género”. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Sitio de
Facebook de FLACSO Costa Rica. 25 de abril de 2020. https://www.facebook.com/notes/flacso-costa-rica/pensar-la-emergencia-covid19-con-perspectiva-de-g%C3%A9nero/2919546631455317/ Mareca, Alba. “El
impacto de género de la pandemia: precariedad, carga mental, pobreza y más
violencia”. Sitio La Marea. 8 de mayo de 2020. https://www.lamarea.com/2020/05/08/el-impacto-de-genero-de-la-pandemia-precariedad-carga-mental-pobreza-y-mas-violencia/?fbclid=IwAR3SPbg-7D1StSB2JL0BN9k_uUpgLMct4oxoG4BpbhXkFNrA9OuQRcmvwmo Moriana, Gabriela. “El
coronavirus daña el triple a las mujeres: por la salud, los cuidados y la
violencia de género”. Sitio The Conversation.
15 de abril de 2020. https://theconversation.com/el-coronavirus-dana-el-triple-a-las-mujeres-por-la-salud-los-cuidados-y-la-violencia-de-genero-136219?fbclid=IwAR0GxjasU47Poaol7ZtzHfDrqUZMnjChaI01Wb0KTXyDWEBQZ-ifrkf6SYc Núñez Chacón, María.
“La violencia de género es una pandemia mundial”. Sitio Semanario
Universidad. 27 de noviembre de 2018. https://semanariouniversidad.com/pais/la-violencia-de-genero-es-una-pandemia-mundial/ ONU Mujeres. “En la
mira: La igualdad de género importa en la respuesta frente al COVID-19”.
Sitio ONU Mujeres. Consultado 27 de octubre de 2020. https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/in-focus-gender-equality-in-covid-19-response Ordaz Díaz, Arturo.
“Estiman aumento de cibercrimen y pornografía
infantil durante pandemia”. Sitio Forbes México. 13 de mayo de 2020. https://www.forbes.com.mx/noticias-cibercrimen-pornografia-infantil-pandemia-coronavirus/ Organización de las
Naciones Unidas, ONU. “Igualdad de género en tiempos del COVID-19”.
Departamento de Comunicación Global. ONU. Consultado 27 de octubre de 2020. https://www.un.org/es/coronavirus/articles/igualdad-genero-covid-19 Organización de las
Naciones Unidas, ONU. “La ONU pide medidas para amortiguar el impacto del
COVID-19 en el mercado laboral”. Departamento de Comunicación Global. ONU.
Consultado 27 de octubre de 2020. https://www.un.org/es/coronavirus/articles/impacto-covid-19-mercado-laboral Organización de los
Estados Americanos/Comisión Interamericana de Mujeres. S.F. “COVID-19 en la
vida de las mujeres. Razones para reconocer los impactos diferenciados”.
Consultado 27 de octubre de 2020.
OEA/CIM. http://www.oas.org/es/cim/docs/ArgumentarioCOVID19-ES.pdf Organización
Internacional del Trabajo, OIT. “El COVID-19 podría cobrarse casi 25 millones
de empleos en el mundo, afirma la OIT”. Sitio Organización Internacional del
Trabajo. 18 de marzo de 2020. https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_738766/lang--es/index.htm Organización Mundial
de la Salud, OMS. 2002. “Integración de las perspectivas de género en la
labor de la OMS. Política de la OMS en materia de género”. OMS. Consultado 27
de octubre de 2020. https://www.who.int/gender/documents/sppolicy.pdf?ua=1 Oxfam Intermón.
“El cambio social necesario para la igualdad de género”. Sitio Oxfam Intermón. Consultado 27
de octubre de 2020. https://blog.oxfamintermon.org/el-cambio-social-necesario-para-la-igualdad-de-genero/ Reyes Vásquez,
Lidia. “Las trabajadoras del hogar en México y sus realidades ante el
confinamiento”. Sitio Iberoamérica Social. 4 de agosto de 2020. https://iberoamericasocial.com/las-trabajadoras-del-hogar-en-mexico-y-sus-realidades-ante-el-confinamiento/ Rodríguez Fuentes,
Laura. “Mujeres cubanas: desprotegidas y vulnerables durante el
confinamiento”. Sitio Yahoo! Noticias. 28 de julio de 2020. https://es-us.noticias.yahoo.com/mujeres-cubanas-desprotegidas-vulnerables-confinamiento-174624856.html Rosarce Consultoría. 2020.
“Sondeo con enfoque de género en agosto 2020”. San José: Rosarce
Consultoría. Salamanca, María
Inés. “Una pandemia dentro de otra pandemia”. Sitio La Tercera. 19 de mayo de
2020. https://www.latercera.com/opinion/noticia/una-pandemia-dentro-de-otra-pandemia/XR4477KHJZGIBJNWYFHSOP65YI/ Strauß, Marina. “COVID-19:
Por qué la crisis golpea más fuerte a las mujeres”. Sitio DW. 30 de abril de
2020. https://www.dw.com/es/covid-19-por-qu%C3%A9-la-crisis-golpea-m%C3%A1s-fuerte-a-las-mujeres/a-53297104 Tobón Correa,
Ofelia. 2003. “El autocuidado, una habilidad para vivir”. Revista Hacia la
Promoción de la Salud, núm. 8. Consultado el 20 de agosto de 2020. http://promocionsalud.ucaldas.edu.co/downloads/Revista
8_5.pdf Treminio, Ilka. “Pensar la emergencia #Covid19 con perspectiva de
género”. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Sitio de
Facebook de FLACSO Costa Rica. 25 de abril de 2020. https://www.facebook.com/notes/flacso-costa-rica/pensar-la-emergencia-covid19-con-perspectiva-de-g%C3%A9nero/2919546631455317/ Ugarte Jiménez,
Óscar. “INAMU toma de su presupuesto para ayudar a 2 mil mujeres afectadas
por COVID-19”. Sitio Semanario Universidad. 24 de junio de 2020. https://semanariouniversidad.com/pais/inamu-toma-de-su-presupuesto-para-ayudar-a-2-mil-mujeres-afectadas-por-covid-19/ Vásquez Araya,
Carolina. “La pandemia que nos define”. Sitio Iberoamérica Social. 4 de
agosto de 2020. https://iberoamericasocial.com/la-pandemia-que-nos-define/ Wikipedia. “Gary
Becker”. Sitio Wikipedia. 6 de enero de 2020. https://es.wikipedia.org/wiki/Gary_Becker • • • * Sharo
Rosales Arce es una comunicóloga costarricense, gestora en desarrollo
organizacional y consultora e investigadora de género. Es miembro fundador
del Observatorio Centroamericano de Medios de Comunicación y Género (GEMA) y
activista por los derechos humanos de las mujeres. sharo.rosales67@gmail.com |
|