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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 36 Número 2 - Segundo
Semestre 2016 - San José, Costa Rica La promesa de la
herencia |
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Me miró y me dijo: ¿a qué te refieres
con teologías feministas? Presupuestos y método de las teologías feministas de la liberación
latinoamericanas pp. 33-66 KAROLINE MORA BLANCO |
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Resumen: El presente artículo se preocupa por explicar de una
manera concisa y sencilla lo que la autora entiende por teologías feministas
de la liberación; desarrollando así una simple explicación de las diferentes
presuposiciones de dichas teologías, así como una breve explicación del
método teológico que estas teologías utilizan a la hora de hacer su
reflexión. Abstract: This article attempts to explain in a concise and
simple way what the author understands by feminist liberation theologies. She
develops a simple explanation of the different presuppositions of the
different presuppositions of these theologies, as well as a brief explanation
of the theological method that these theologies use when making their
reflection. Palabras claves: feminismo, teologías feministas de la liberación,
método, premisas. Keywords: feminism, feminist theologies of
liberation, method, premises. |
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Al comenzar mi caminar en el estudio
de las ciencias teológicas fui acusada
de convertirme en “feminista”; la acusación
parecía implicar que era algo terrible que yo terminara haciendo una reflexión teológica desde una perspectiva feminista. El tiempo
ha transcurrido y, aunque
nunca me he definido como feminista (me resisto a caer en categorías), mi trabajo
siempre ha tomado prestado o hecho referencia a estas teologías
tan importantes. Sin embargo, hoy día sigo recibiendo comentarios sobre
mi identificación con
el feminismo y preguntas tales como ¿a qué te
refieres con teologías feministas? En este escrito deseo plantear de manera sencilla, comprensible para todos, incluso para quienes hace años u hoy
en día se cuestionan mi cercanía con una teología feminista, lo que
son estas teologías. ¿Por qué
surgen? ¿Cómo funcionan? Lo primero que
he de decir es que las teologías feministas en América Latina y el
Caribe forman parte
de las muchas teologías que nacieron a partir de la
Teología de la
Liberación, al verse
inspiradas en la
justicia de Dios y la reflexión desde la marginalización. Pero comencemos por entender algo básico antes
de hablar de
la reflexión teológica. 1.
¿Qué es el feminismo? El feminismo ha sido definido de muchas maneras, tanto por aquellas
personas que están en contra como aquellas a favor de dichas teorías sociales
y prácticas políticas. Muchas etiquetas han sido dadas a los movimientos feministas
en un intento de satanizarlos o aminorarlos y estas etiquetas podrían hacernos creer que el feminismo es algo que en
su esencia realmente no lo es. Si buscáramos el término en el diccionario de la Real
Academia Española este se definiría como “una doctrina favorable
a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los
hombres” o como un “movimiento que exige para las mujeres iguales derechos
que para los hombres”[1]. Para los fines de este
artículo no buscaremos entender el feminismo en relación con
una división de géneros o con comparaciones necias entre mujeres y varones, ya que muchas
han sido las ocasiones en que
este tipo de definiciones se han prestado para mal entender el feminismo como
una constante competencia en relación con los
hombres. Sin embargo, este sencillo ejercicio de buscar el
término en un diccionario nos ayuda a comprender mejor sobre el poco
entendimiento que puede existir en relación con el tema y la facilidad que
existe para mal entenderlo. Para el propósito de este trabajo, entenderemos el feminismo
como un movimiento que promueve la dignidad humana de las mujeres; es “una
revolución en teoría y en práctica” ligada a la dignidad de las mujeres y
dicha revolución se presenta en las dimensiones social, económica, cultural, política y religiosa[2]. La teóloga Schüssler Fiorenza lo presenta de una manera
muy sencilla al decir
que “El feminismo es la noción radical de que
las mujeres son personas”[3]. Esta definición ubica
al feminismo dentro
de los movimientos y discursos democráticos radicales, que abogan por los
derechos de todas las personas que son mu/jeres.
Evoca recuerdos de luchas por la
ciudadanía y por
el poder de
decisión en la
sociedad y la religión. Según esta definición política del feminismo,
los varones pueden promover el feminismo y las mu/jeres pueden ser antifeministas. El feminismo no vincula solo
al género sino también a la raza,
la clase, el imperialismo o la discriminación por edad. Se preocupa por la dominación masculina de élite,
no sólo patriarcal sino
también kyriarcal[4]. ·
Hasta el momento hemos definido el feminismo a partir de autoras
estadounidenses; una lo hace desde
un análisis del feminismo en el tercer mundo, y la otra ha sido de gran influencia en nuestro
continente. Sin embargo, nuestro interés es comprender mejor sobre el
feminismo en América Latina y para
ello uno de
los textos que nos
ayuda es el
de la filósofa Francesca Gargallo, el
cual busca recuperar las
voces de las
mujeres indígenas feministas, pensantes y críticas de
América Latina. Importantes pasos que se
destacan en su escrito y que corroboraremos en las teologías feministas son: ·
La epistemología debe cambiar, esto debido a que no se puede hacer
conocimiento a partir
de presupuestos que de
antemano nos encierran dentro de paradigmas que han sido opresores (como el patriarcalismo o el racismo). ·
Es necesario reconocer la importancia de “considerar diferentes
filosofías de lo femenino y no aceptar un solo tipo de universalidad”[5], lo
que presupone que además de romper con los paradigmas que han sido impuestos
por siglos, se debe
reconocer que nuestro propio aprendizaje y construcción de conocimiento es uno
entre muchos otros válidos. ·
La nueva epistemología debe crearse desde
la cosmovisión de las mujeres (en
el caso expuesto por Gargallo desde
las mujeres indígenas) y
no desde cosmovisiones impuestas que
pueden analizar las realidades de las mujeres desde fuera conceptualizándolas y creando estadísticas que pretenden reflejar sus realidades. Al mirar estos pasos señalados por Gargallo podemos
reconocer que dentro de las corrientes llamadas feministas existen una
variedad de paradigmas y herramientas (según el contexto) de análisis político, económico, filosófico y social
que dan como resultado una diversidad de feminismos. Lo
mismo aplica para
las teologías feministas, las
cuales según su
interés y contexto pueden diferenciarse. Dentro de esta variedad de teologías feministas nos concentraremos en las teologías feministas del llamado
tercer mundo, especialmente en las teologías feministas de la
liberación latinoamericanas, las cuales no dejan de tener entre sus
autoras similitudes y diferencias. 2.
Teologías feministas de la liberación Susan Rakoczy[6] entiende las Teologías Feministas de la Liberación como parte de la revolución feminista en su dimensión religiosa, en donde se
busca transformar el
entendimiento que hay
sobre Dios, sobre las
mujeres y sobre
los otros de
una manera en
que se refleje la total dignidad humana de
las mujeres dentro de los discursos religiosos[7]. En medio de
sociedades patriarcales y
machistas en donde
la mujer ha sido entendida
como un ser humano de categoría inferior al varón, las teologías feministas
buscan reformar la corriente de conocimiento
masculina, reivindicando su identidad que
ha sido tan maltratada e
introduciendo la experiencia propia sobre el mundo, la vida, la muerte y su interpretación sobre el actuar
de Dios. Schüssler Fiorenza lo expone con la imagen
de una visión del mundo y de
la iglesia limitada a una única
perspectiva, la de la
elite de hombres blancos-occidentales, y la búsqueda por rectificar
dicha visión con la incorporación de la mirada
de las mujeres[8]. Los inicios de dichas teologías en América Latina
están enmarcados entre los años 60s hasta los 80s. Durante estos años América Latina
se vio inmersa en una serie de luchas sociales dentro de las cuales hubo una gran participación
de las mujeres. Ellas reclamaban
sus derechos civiles y participaban de movimientos
sociales y en política, esto mientras se veían enfrentadas con la pobreza y
las dictaduras militares[9]. En el contexto
religioso dio nacimiento la Teología de la Liberación, la cual se
caracterizó por su radical opción por los pobres y la creación de
Comunidades Eclesiales de Base.
La metodología de
dicha teología se
basó en el Ver-Juzgar-Actuar requiriendo así de mediaciones socio-analíticas para “ver”
la realidad, mediaciones hermenéuticas para “juzgarla” y mediaciones prácticas para
“actuar” a favor
de la transformación social. La consciencia creada por la Teología de la Liberación y su metodología
comenzó a resonar en otros contextos y grupos humanos que descubrían que
dicha teología era relevante para sus propias experiencias, aunque no se
encontraban directamente
nombrados en ella. Rakoczy señala que hay dos
aspectos de la teología de la
liberación que son
particularmente compatibles con las preocupaciones de las
mujeres: su opción
preferencial por los pobres y marginados, y el amor
universal de Dios
para todas las personas, ambos aspectos incluyen a las mujeres[10]. Sin embargo, a pesar de lo compatible que se creía
podría ser la Teología de la Liberación con una teología feminista de la
libera- ción, las mujeres pronto
fueron conscientes de que en el discurso y la práctica de
la Teología de
la Liberación en
Latinoamérica ellas no
estaban realmente representadas y de esta manera, tiempo después de estar
involucradas en las comunidades de base, las mujeres comenzaron a crear
su propia teología. Según nos cuenta María José Rosado, el acceso a la teología para las mujeres
no se dio sino hasta los
años 80s[11]. Inspiradas en la
Teología de la
Liberación, las teólogas feministas partieron de la experiencia de opresión vivida
por las mujeres del continente y siguiendo
los pasos del método ver-juzgar-actuar, estas
teologías comenzaron a buscar las causas de la opresión y discriminación que
experimentaban. Es por
esto que las
teologías feministas analizan las formas en que el género ha sido cons- truido en
nuestras sociedades[12], profundizando así en
la ideología patriarcal y kyriarcal
dirigiéndose hacia una praxis emancipadora. Ivone Gebara lo
expone en 3 contextos históricos de la siguiente manera[13]: ·
La irrupción de la historia en la vida de las mujeres: Con este primer
contexto Gebara hace alusión a la consciencia histórica en la vida de
millones de mujeres que las llevó a luchar por su liberación y a participar
de diversos movimientos. Las mujeres comenzaron a tomar su lugar como agentes de la historia[14]. Podríamos imaginar esta
irrupción de la historia con
las mujeres que comenzaron comprometiéndose con
la teología de
la liberación y la
opción por los
pobres, mujeres que
probablemente tuvieron un rol importante en el apoyo
de las comunidades de base y quienes
llegaron a distinguir su propia
opresión no como
“pobres”, pero como “mujeres” y de esta
manera fueron conscientes de su rol en
la historia y de su ausencia en los discursos teológicos del medio en el cual se encontraban. ·
El descubrimiento de las causas de las experiencias de las mujeres: el descubrimiento de las
causas de la opresión vivida por las
mujeres ha cambiado el entendimiento que
las mujeres tenían de sí mismas,
quienes ahora reconocen que su condición se debe a causas históricas [15]. En esta búsqueda por una explicación se comenzó a estudiar la ideología
patriarcal[16] y kyriarcal[17] como la
causante de la
opresión sufrida por las mujeres a través de la historia, y el
androcentrismo como una forma de comprender el mundo a partir de lo masculino
como norma para todos los seres humanos, creando así de manera automática un
entendimiento de la mujer como incompleta, o menos humana al no corresponder
con la norma. El ingreso a la fuerza laboral: el horizonte de las mujeres se expandió al no limitarse únicamente al espacio doméstico. De esta
manera Dios se convierte en quien dirige los desafíos sociales, económicos y políticos de las mujeres. La imagen de Dios ya no es más la de
un padre a quien se le debe
sumisión y las formas de relacionarse
cambian[18]. Dentro de las iglesias también se percibe este cambio, y las mujeres
comienzan a tener un espacio en las juntas directivas y posiciones activas en la configuración
eclesial. Sin embargo, nuevamente se reconoce que las mujeres han sido “incorporadas dentro de procesos que no
son suyos”[19] (traducción
propia) y la misma estructura social y
eclesial continua siendo totalmente
androcéntrica, por lo
que se convierte en una lucha
constante para que se
les reconozca su
valor a pesar
del trabajo que
realizan. Esto se hace aún
más evidente al observar la prohibición explícita o implícita en relación con la ordenación de mujeres en la mayoría de iglesias en el continente latinoamericano. 3.
Premisas de las
teologías feministas Como hemos señalado, desde un comienzo las teologías feministas en Latinoamérica son muchas y muy diversas según los contextos y experiencias; sin embargo,
ellas comparten entre sí algunas premisas básicas. Pilar Aquino señala que
estas premisas se preocupan por las
opciones antropológicas, filosóficas y políticas para
la construcción de proyectos verdaderamente liberadores e igualitarios[20]. Estas premisas son: 3.1
Una antropología igualitaria que
rompe con el androcentrismo La teología por mucho tiempo se preocupó por definir a Dios y nunca por hacer explícito su entendimiento sobre
el ser humano.
Viéndose influenciada por las filosofías dualistas se ocupó por
explicar “misterios” y “realidades espirituales”, preocupándose poco por el ser humano y sus realidades concretas. Sin embargo, dichas construcciones
teológicas dualistas implicaban un entendimiento del ser humano, a pesar de no pretender entender mayor cosa sobre
este, el dualismo automáticamente disminuyó al ser humano por su condición de
cuerpo finito. Con la teología de la liberación se llega a tener una teología cuya antropología es
totalmente explicita al
tener como centro un sujeto. La opción
por los pobres
llevó a esta
teología a definir y comprender al
ser humano según las divisiones sociales. No solamente se comprende quien es
este “pobre”, pero quien es opresor, quien es prójimo, quien es un buen
samaritano, reconociendo de esta manera los valores humanos y su
poder como agentes de la historia. De igual modo la teología feminista reconoce la gran
importancia que hay en el reconocimiento del entendimiento que la teología tiene en su discurso sobre el ser humano y sobre este
en relación con Dios.
Pilar Aquino se refiere a esta importancia al decir que “Si
la teología se
refiere al sentido profundo de nuestras acciones, de nuestra vida
y de nuestra muerte, tiene que
ver, entonces, con el sentido de la existencia humana visto a la luz
suprema de Dios”[21]. La teología feminista se ha preocupado por las desigualdades que existen en la
sociedad entre grupos
humanos, principalmente por las desigualdades de género, pero también por las desigualdades de raza, edad o clase social.
Es por esto
que la teología feminista tiene como una
de sus premisas un entendimiento igualitario del ser humano sin importar su sexo, su cultura, su estado civil,
etc. ¿Qué significa una antropología igualitaria? La resistencia que han
encontrado las teologías feministas ha buscado desestimar sus aportes y
difundir una falsa comprensión de ellos. Por
este motivo vamos a clarificar lo que significa una antropología
igualitaria. Esta antropología tiene su énfasis en la afirmación del derecho a la
total humanidad de
mujeres y hombres porque ambos
se relacionan como personas con la misma
realidad divina, y
rechaza cualquier antropología subordicionista[22]. Por lo
tanto, no debemos confundirnos con un
entendimiento errado de “la igualdad de los sexos”. Hombres y mujeres somos
diferentes, pero ninguno tiene más o menos derecho que el otro. Ambos somos imagen de Dios y
aunque esta afirmación pareciera ser aceptada por todos y todas en un mundo
moderno, en la práctica y en algunos discursos teológicos se continúa legitimando desde el génesis una superioridad masculina y
su correspondiente sumisión femenina. María Pilar Aquino caracteriza esta
antropología igualitaria como: ·
Una antropología centrada en
lo humano, partiendo de una visión
humana y no una masculina como lo ha hecho por siglos el androcentrismo dentro
de la teología[23]. ·
Una antropología unitaria, la cual
supera las afirmaciones dualistas afirmando la profunda unidad material y espiritual en el ser humano y la existencia de
una sola historia dentro de la cual es restaurada la existencia humana y reconocido el rol de
agentes de la historia tanto a hombres
como a mujeres[24]. ·
Una antropología realista, que
asume la realidad humana con sus contingencias, conflictos, contradicciones, luchas y esperanzas. Esta antropología rechaza cualquier idealismo que oculta las dominaciones que experimentan las
minorías, y por el contrario busca
transformar dichas realidades[25]. ·
Una antropología multi-dimensional, que no busca suprimir lo que es
diferente sino más
bien acepta el
desafío y el
misterio de nuestra diversidad humana, contraria a una antropología esencialista.[26] 3.2
La validez de la palabra y la
experiencia femenina Con las teologías de la
liberación o teologías contextuales ya se
ha avanzado en reconocer que la reflexión teológica la producen los y las creyentes, y esta producción se ve acompañada por
los diversos elementos del contexto en las que nacen, que las influencian, así como les sirve de herramienta de análisis. Sin embargo,
esto no sucede sin
existir una resistencia y una lucha
por hacer valer
dichas producciones teológicas contextualizadas. Como hemos señalado existe aceptación en que la teología la producen los
y las creyentes, de este modo
cualquier mujer podría tomar presupuestos, fuentes y tradicionales androcéntricas y crear una reflexión teológica más o menos aceptable en su sociedad. Sin embargo, la teología feminista se ha visto inmersa en esta lucha por el reconocimiento de las
diversas voces y experiencias que aportan las mujeres como fuentes de la teología. Por esto un presupuesto de dichas teologías es la
afirmación de la total humanidad de las mujeres a través del uso de la
palabra como un instrumento que les permite expresar el entendimiento de su identidad,
apropiarse de sus realidades y contribuir con conocimiento nuevo
para ayudar a
entender mejor las
diferencias humanas, hasta hace muy poco entendidas únicamente desde
el pensamiento dominante occidental[27]. Aquino define este
uso de la palabra como un: ·
Encontrar la propia
identidad. Esto se da al no depender de los estereotipos
occidentales de humanidad para preguntarse qué significa ser una mujer
en América Latina como una persona con todos sus derechos[28]. ·
Redefinir la humanidad. Negando un modelo abstracto de “hombre” que da a
las mujeres una categoría de sub- humanos. Se busca un entendimiento de
humanidad que valore lo que es diferente, que valore la individualidad y
personalidad de cada ser humano[29]. ·
Finalizar con la rivalidad de género. La teología feminista parte de los problemas y realidades de mujeres, realidades que comparten con otros
hombres y mujeres oprimidos. Esta teología establece una perspectiva que no
niega las expectativas de los compañeros teólogos pero que busca
la plena humanidad y no niega
derechos a los
y las oprimidos[30]. 3.3
El cuerpo y la sexualidad como
fundamentales En Latinoamérica la teología de la liberación nos ha introducido dentro de las teologías
materialistas; sin embargo, ésta no ha tomado en cuenta el
cuerpo. Para
las teologías feministas el cuerpo se
presenta como primordial, esto debido a que la construcción social desigual entre hombres y mujeres se ha justificado a través de las
diferencias biológicas y
preceptos divinos[31], y así el
cuerpo femenino “muchas veces ha sido un punto de conflicto y de desencuentro con el cristianismo”[32].
La sexualidad, especialmente de las mujeres, ha sido abusada, mal
entendida, demonizada, restringida y condicionada produciendo una experiencia culposa y
sacrificial de la misma. Wanda Deifelt nos dice que: Una descripción de la experiencia de las mujeres
debe insistir en la
realidad biológica del sexo femenino, como la menstruación, la maternidad o la
lactancia. Debe conllevar un análisis de
los procesos de socialización de
las mujeres con respecto a las diferencias biológicas, emocionales o
intelectuales, en comparación con el
sexo masculino (lo
que la cultura nos enseña acerca
de ser mujer).[33] (Traducción propia) Pilar Aquino
se refiere a la sexualidad como una fuente de liberación
y la describe de la siguiente manera: ·
La sexualidad es parte de la vida humana, esta invade e influencia a las
personas en todos los aspectos de sus vidas.
La sexualidad incluye lo biológico, lo psicológico y lo espiritual y tiene un carácter
relacional que debería de conducirnos hacia relaciones solidarias (Aquino 1993,
98). Nuestra cultura machista ha definido la
sexualidad según los intereses de los hombres y por lo
tanto es necesario que esta sea parte
del proyecto emancipatorio (Aquino 1993, 99). ·
La sexualidad es importante en la construcción de la identidad. Dado que
todas las actividades que realizamos están marcadas por nuestra sexualidad es
necesario tomar en cuenta esta
dimensión para el proceso de liberación (Aquino 1993, 100). 3.4
Valorar los elementos de la vida
diaria de las mujeres Los estereotipos de género creados por el androcentrismo han sido
interiorizados por los hombres y las mujeres de nuestras sociedades,
describiendo a las mujeres como intuitivas, poco objetivas, emocionales, débiles y altruistas (por mencionar algunos estereotipos);
los hombres por otro lado son descritos como racionales, competitivos,
fuertes, etc. Esta internalización de estereotipos ha justificado la
sumisión de un
género sobre el
otro, y ha desvalorizado a
las mujeres por completo. Por este
motivo uno de los presupuestos de las teologías feministas consiste en
superar dicha internalización de los estereotipos androcéntricos que desvalorizan y oprimen a hombres y mujeres en
la actualidad. De lo que se trata es de leer,
interpretar y verbalizar, desde una óptica nueva, la existencia cotidiana de las mujeres. Este cambio
paradigmático quiere restituir a la mujer su fuerza, autoridad, liderazgo y sabiduría, como
aspectos constitutivos de su identidad… estos aspectos son
incorporados en la reflexión bíblica y teológica de las mujeres latinoamericanas y actúan como estructuras teóricas que
sirven para dar nombre
a lo que,
desde su punto de vista,
constituye la contribución de las mujeres en la transformación de las
realidades opresivas[34]. Algunas
características que Pilar
Aquino señala como
aportes de las mujeres latinoamericanas desde sus experiencias históricas son: ·
La originalidad. No
se ha asimilado la imposición de
valores, modelos y tareas que disminuyen la calidad humana
de las mujeres, sino que existe
una voluntad colectiva por crear y recrear la justicia y la vida,
tejer la propia
identidad sin las imposiciones androcéntricas.[35] ·
La resistencia. Ante la dominación en el continente, las mujeres se han opuesto al trato inhumano y la condena que simboliza el
sistema socio-económico patriarcal y kyriarcal[36]. ·
Creatividad. Es la
forma de recrear el mundo en
sus diversas dimensiones, recrear lo que por
siglos ha sido
negado. Se ha aportado a la “renovación del campo intelectual, las artes, la artesanía, la poesía, el
canto popular, la
pintura, la liturgia, la teología y hasta la milicia”[37]. ·
La solidaridad. A
diferencia de las
instituciones patriarcales
que excluyen a las masas
de personas por razones de clase
social, raza o género, la teología feminista conlleva una genuina compasión por aquellos y aquellas cuyas
vidas están amenazadas[38]. ·
La libertad. Hay una fuerte
convicción de que las mujeres están llamadas a la vida y
existe una fuerza que empuja a cumplir con el potencial que les ha sido
negado. Por este motivo se resiste continuar por los senderos que llevan a la
esclavitud[39]. ·
La esperanza. Es una profunda fuerza espiritual que
impulsa la lucha por la liberación con la seguridad de que Dios está del
lado del oprimido y que a pesar del sufrimiento la vida triunfará sobre la muerte. Esta
esperanza se vive en las acciones,
actitudes y en el lenguaje diario como una anticipación de la justicia de Dios[40]. Estas son algunas de las premisas principales que comparten las teologías
feministas de la liberación en Latinoamérica. A continuación veremos su método teológico. 4.
El método de las teologías
feministas Como ya hemos señalado las Teologías Feministas nacen como una de las muchas voces que
surgen a partir de la teología de la
liberación, y como tal sigue en su estado básico el método de dicha teología (Ver – Juzgar – Actuar). Sin embargo, el método de la teología de
la liberación es
re-leído a la luz
de las opresiones experimentadas por las mujeres
y se hace un uso de las ciencias sociales desde
una perspectiva crítica ya que en
las ciencias, como la filosofía, la sociología o
psicología, también están presentes discursos androcéntricos y
discriminatorios. De esta manera las
teologías feministas participan de momentos importantes y simultáneos de de-construcción
y re-construcción en cada una de
sus reflexiones. 4.1 Ver: mediaciones socio-analíticas El observar la
realidad, las experiencias de las mujeres en sus vidas diarias, seconvierteenel punto
de partida para
la reflexión teológica, y es
sin sorpresa alguna que estas experiencias observadas reflejan
dolor, abuso y
exclusión. Es lo
que Ivone Gebara señala
como “el mal padecido, el mal soportado y no elegido,
el mal presente en determinadas instituciones y estructuras culturales y sociales que lo favorecen.”[41]. Es también sin
sorpresa que la observación de la realidad expresada desde las mujeres
difiere en mucho de las realidades expresadas por muchos varones y
transmitidas como “la realidad”
para todos y todas. Para entender y transformar estas realidades observadas es
necesario recurrir a otras disciplinas que nos permitan analizar las causas y
los sistemas que reproducen realidades opresivas.
Pilar Aquino hace referencia a la importancia de la teoría feminista como un pilar que nos ayuda
a interpretar la realidad observada y a comprender los sistemas
opresivos hacia las mujeres; ella enfatiza la interdisciplinariedad que se demanda
en la investigación feminista y en la teología hecha
por mujeres, y nos recuerda que el uso de otras disciplinas debe realizarse desde
el punto de vista latinoamericano[42]. En relación con la
teoría feminista Ivone Gebara
dice: La teoría
feminista hablaba del sexismo como actitud de discriminación con respecto al
sexo femenino; de falocracia o androcracia para afirmar la “centralidad” del
poder masculino; de patriarcalismo para indicar la existencia de un sistema
que se sirve de la dominación de las mujeres por parte de los hombres con la intención de
perpetuarse… El concepto de género aparece como uno de los últimos conceptos hermenéuticos introducidos
por el feminismo occidental... La categoría de género incluye especialmente
dos dimensiones interconectadas. La primera afirma que
la realidad biológica del ser humano no basta para explicar el comportamiento diferenciado de lo masculino y lo femenino en
la sociedad. Por eso el
concepto de género se introduce para afirmar algo más amplio
que el sexo. El género es un
“producto social aprendido, representado, institucionalizado y transmitido de generación en generación”… El
segundo aspecto está relacionado con
la noción de poder.
Se puede constatar que el poder
está distribuido de modo desigual entre los dos
sexos [43]
(énfasis propio) Esta interacción de poder, haciéndose valer de una supuesta superioridad
biológica, ha encontrado éxito
introduciéndose en cada aspecto de la vida en nuestras sociedades como
algo “natural” y por
lo tanto se hace invisible o ausente para
muchos y muchas.
Es por esta
razón que un aspecto importante en este ver la realidad es el dejar de observar lo masculino como
normativo ya que esta normatividad de la realidad opresora ha justificado por
siglos la violencia ejercida contra las mujeres. Ivone Gebara lo explica con la imagen de un “consenso” dentro del cual la sociedad puesta en acuerdo afirma acontecimientos o
comportamientos “como algo normal, común o incluso como algo bueno, en los que el mal parece estar
ausente. En estos acontecimientos no es
fácil discernir la presencia del mal, aunque
sospechemos que se encuentra en ellos.”[44]. Si
buscáramos nombrar este
consenso de lo masculino como
norma, estaríamos refiriéndonos al androcentrismo el cual
podríamos definir como
el falso entendimiento de que lo masculino es la medida
y que por
lo tanto lo
femenino es inferior, algo así como un tipo de ser
humano deficiente[45]. El sistema que
se encuentra detrás
de este “consenso” social es el Patriarcado cuya influencia no es la causa únicamente del sexismo, pero de muchos otros
“ismos”. Entre ellos
Rakoczy menciona el racismo,
el colonialismo y el clasismo[46]
y Schüssler añade
a esta lista
la discriminación por edad[47]. Es a causa
de estos muchos “ismos” que Schüssler hace referencia al Kyriarcado en lugar
de a el patriarcado, debido
a que el kyriarcado es un sistema de dominación
social, cultural y político en donde existe todo un sistema gradual de
subyugaciones y dominaciones, siendo la principal la ejercida por la elite propietaria sobre
otros hombres y mujeres[48]. Dentro de la
observación de la
realidad, no escapa la cooperación
que existe por parte de la Iglesia dentro de este
sistema patriarcal y kyriarcal, cuya estructura es la de una jerarquía masculina que
sostiene la ideología patriarcal y la reproduce por medio de sus enseñanzas. Como
un ejemplo de
lo profundo que
se encuentra el patriarcalismo dentro de la
religión cristiana miremos las palabras
de Ivone Gebara: En el mismo
movimiento de ocultación del mal femenino se sitúa la ocultación de la desvalorización del sacrificio femenino. Sabemos que el mal vivido por
los hombres, especialmente el sufrimiento que han de soportar, puede ser
redentor, mientras que el mal que viven
las mujeres –y aquí me refiero al mal como sufrimiento, como renuncia de sí en favor de otro –apenas sirve para nada. Basta
recordar que, en
el cristianismo, el
sacrificio que salva es
fundamentalmente masculino… La
sangre masculina es la
única que tiene
precio… La sangre
femenina, por el contrario,
es sucia, impura y peligrosa[49]. Hasta el momento se ha hecho referencia a ver la realidad críticamente, denunciando los sistemas opresores y las realidades dolorosas. Sin embargo las teologías feministas ven la necesidad de observar aún más, observar
desde el interior, desde lo más íntimo y profundo de las realidades y las expresiones femeninas. Es necesaria una mirada
que permita rescatar y resaltar los muchos
valores y habilidades de las
mujeres que parecieran muchas veces ser ignoradas y hasta despreciadas. Dentro de las premisas comentadas en la sección anterior
se mencionó la originalidad, resistencia, creatividad, solidaridad, libertad y
esperanza como algunos de los aportes de
las mujeres. Sin
embargo, estas son
solamente algunas líneas que
nos guían a
re-evaluar la fortaleza y valor de
las mujeres, pues no hay
duda que en cada ejercicio de observación de la realidad se
pueden encontrar acciones y gestos femeninos de gran valor que han sido ignorados, pero que deben
ser rescatados. La mirada a la realidad debe ser
consciente de no estacionarse en un primer momento
en el que se comprende y se rechazan los sistemas opresores, sino
que también busca
observa críticamente
aquello que es valioso y necesario de resaltar para
que con estos elementos seamos capaces de transformar la realidad. La palabra
“escandalosa” de las mujeres, o el “escándalo” de su palabra, podrían entenderse como un
anuncio de salvación, como un acontecimiento de redención, como
un intento de
restauración de la justicia en una estructura de violencia[50]. 4.2 Juzgar: mediaciones hermenéuticas Una vez que se ha
analizado la realidad a partir de
las experiencias personales y colectivas en
compañía de algunas disciplinas que nos faciliten el entendimiento, se llega a un segundo momento en el cual se juzga la
realidad analizada a
la luz de
la teología y
la Biblia. En este juzgar
e interpretar la realidad analizada, las teologías feministas se ven forzadas
a realizar la tarea en medio de una tensión
que las invita
a ser creativas, para
por un lado
reconocer la complicidad de
la religión cristiana, la tradición bíblica y la Iglesia en legitimar las estructuras patriarcales y kyriarcales; y por otro lado mostrar que la fe cristiana,
la tradición y la Biblia no son intrínsecamente sexistas y que
de hecho las
mujeres pueden verse representadas en
dicha fe. Nancy
Cardoso en relación con el texto bíblico lo detalla de la
siguiente manera: Como tierra
que pide ser
arada, así es la Biblia
para las mujeres. Biblia, tierra difícil, con
partes endurecidas, a
veces pantanosas… pero con
innumerables lugares fértiles que pueden ser
trabajados. Descubrir la fecundidad liberadora del texto
bíblico es la
tarea de mujeres y
varones que creen
que es posible recrear las relaciones sociales de género. Hay que
trabajar la Biblia como se trabaja la tierra:
con ahínco, determinación, sabiduría y placer[51]. Como bien lo narra Elsa Tamez, la
Biblia había ya adquirido un nuevo significado con la teología de la
liberación. Se había convertido en el texto que hablaba de justicia, amor
y liberación de Dios
hacia los pobres
que sufrían y luchaban en
la historia. Sin embargo, a pesar de esta situación nueva ante la Biblia y de que muchas personas comenzaban a
mirarse dentro del proyecto de Dios, algunas mujeres con consciencia
feminista comenzaron a preguntarse sobre los
textos que repudiaban a las mujeres[52] o donde éstas parecían estar ausentes. Se comenzó a
crear una consciencia sobre la interacción entre
dos sociedades patriarcales, la primera es aquella sociedad en donde
se escribieron los
textos y la
segunda es aquella sociedad en donde se leen e interpretan los mismos.
De este modo se podía
observar que algunos textos no hablaban tan mal de la
mujer como sí
lo hacían las
interpretaciones clásicas. Por lo tanto las mujeres feministas crean
una nueva manera de interpretar los textos
bíblicos. 4.2.1 La hermenéutica de la
sospecha La hermenéutica de la sospecha es aplicada no únicamente al texto
sagrado, pero también a las interpretaciones, tradiciones, traducciones y
métodos de exegesis bíblica[53]. La teología feminista busca
interpretar la Biblia
bajo el entendimiento de que la
revelación de Dios fue dada a seres humanos y articulada en el lenguaje humano, viéndose así afectada por la
cultura que le recibió y siendo por
tanto un instrumento tanto de opresión como de liberación[54]. Las principales preocupaciones de la
hermenéutica de la sospecha feminista son: ·
El lugar de la revelación divina Para las mujeres en
América Latina la Biblia tiene
un lugar central en sus vidas. Sin embargo, no
es a la luz de la Biblia que ellas enfrentan el día a día, sino que es a
través de su experiencia de Dios en el día a día que se acercan
a la Biblia. La acción
salvífica y la revelación de Dios no se haya limitada al texto bíblico, el cual se encuentra
condicionado por su contexto socio-histórico siendo así un texto
androcéntrico y kyriarcal, sino que Dios continúa revelándose y salvando en
los procesos históricos de
liberación humana[55]. Dicho lo anterior, se entiende la revelación de Dios a través del marco de
la “opción por
los pobres” ya que este
es “una garantía” del
tema central de liberación y por lo
tanto da luz
sobre los muchos otros rostros que se encuentran en lucha[56]. De esta manera Pilar
Aquino afirma: … la
revelación divina no se ha agotado en el marco de los escritos bíblicos… Está
presente, de la misma forma, en las luchas liberadoras de la mujer y de todos
los oprimidos… La tarea de la interpretación bíblica que realizan las mujeres
toma en cuenta, pues,
estas dimensiones. Al incorporarlas en la labor interpretativa, entiende que la
experiencia actual de opresión-liberación
de la mujer es criterio para discernir en la biblia y en la vida, dónde actúa Dios y
cómo lo hace[57]. Sin embargo, esto
no escapa de la sospecha de que leer
la Biblia desde el punto de vista de los pobres
no corresponde de manera
automática a leer
la Biblia desde
el punto de vista de las mujeres. Por esto Aquino afirma que es necesario hacer explícitos los
intereses de las mujeres pobres y oprimidas[58]. Por su lado Cardoso lo presenta de una manera
aún más concreta al referirse al cuerpo como
lugar mismo de revelación, evitando así caer en generalizaciones y categorizaciones
socio-económicas; lo cual ha sido el riesgo del discurso de “los pobres”. La
vida social, económica y política han sido espacios favorecidos de los varones,
y entre ellos de un pequeño grupo, incluso al hablar de los “no privilegiados” como toda una
categoría, se sobreponen las experiencias de algunas personas sobre las de otras. Por eso
Cardoso propone para una teología feminista observar la revelación de Dios desde
el lugar en donde las mujeres llevan
su historia, sus luchas,
dolores y triunfos, esto es desde
sus cuerpos que son “espacio de opresión y apropiación de la mujer”[59]. ·
La autoridad bíblica Tamez ha señalado un fenómeno muy común en relación con la autoridad bíblica en el continente
latinoamericano, esto es la discordancia que existe
entre la firme
convicción de las mujeres
de que la Biblia es
Palabra de Dios
y las prácticas diarias de dichas mujeres en donde muestran su desacuerdo con los textos
que les demanda sumisión ante los varones
o una valoración inferior de sí
mismas. Por este motivo
el principio bíblico de autoridad debe ser reformulado[60]. Como ya se discutió en la sección anterior, la revelación de Dios se encuentra tanto en la
Biblia como en
la vida misma,
en sus luchas y sus éxitos. Y esta revelación de Dios es
mediada por la
historia, la cultura y
el lenguaje de
quienes la expresan (sea revelación bíblica o extra-bíblica). En palabras
de Cardoso: La divinidad es un misterio inescrutable. Nuestros acercamientos a la divinidad son
aproximaciones humanas, mediatizadas por la cultura y
por nuestra historia cotidiana. Nadie puede definir el misterio y declarar la verdad absoluta. El texto tiene
palabra de Dios pero
no es la
Palabra de Dios; porque la palabra
de Dios trasciende el
texto escrito[61] (énfasis propio). En el proceso de reformular la autoridad bíblica para una teología feminista, se
crean los procesos necesarios para criticar los textos
patriarcales y para
re-leer toda la Biblia desde
un punto de vista
en el cual no se excluye a las mujeres[62]. Dichos procesos de lectura bíblica requieren de esfuerzos conscientes para descubrir aspectos liberadores para las mujeres y aspectos que
desde otras perspectivas no
se habrían visto, lo cual es posible debido a la “sospecha ideológica” que se
aplica tanto a la cultura que lee como al texto
mismo[63]. El
faro que alumbra estos procesos, y que
ayuda a determinar la autoridad bíblica es “el espíritu liberador del evangelio” el cual es
contrario a cualquier texto que justifique la discriminación de las mujeres y por lo tanto dichos
textos “no pueden ser normativos”[64]. ·
La ideología del texto: textos que infaman a las mujeres Se ha reconocido la revelación divina
en las experiencias cotidianas de
las mujeres, y a la luz del
día a día
se ha vislumbrado el mensaje liberador que
hay en la
Biblia. Sin embargo, se continúa
encontrando textos bíblicos que denigran a las mujeres y cuyo mensaje liberador no se encuentra. ¿Qué busca hacer
la teología feminista con estos textos
opresores? ¿Deben ser borrados de la
biblia o acaso justificados? Las teólogas feministas aprecian el texto
bíblico, y no le restan ni le
suman contenido al
mismo. Lo respetan, y lo interpretan con las
herramientas que les
ayudan a descubrir el mensaje liberador que hay en él.
Por lo tanto, cuando
se ven enfrentadas con los textos que a pesar del uso de herramientas de interpretación no dejan de mostrar una
connotación negativa hacia
las mujeres, el paso
liberador es justamente señalar la ideología patriarcal del autor, de la cultura y del momento histórico
en el cual dicho texto fue elaborado[65] y denunciar de manera explícita la opresión que estos textos implican para las mujeres[66]. De esta manera
no se niega su presencia e incluso su mensaje, pero se señala
su ideología y por lo tanto se niega su relevancia para la vida
en justicia y libertad que nos enseñan los evangelios. ·
La ideología de la tradición Muchos textos que
pesan sobre las mujeres no son opresivos por su contenido sino por las interpretaciones que a lo largo
de la historia se han
realizado sobre ellos. De esta manera se ha afirmado como “palabra de Dios” (que
niega la dignidad de las mujeres) muchas interpretaciones que lo que
reflejan es la ideología impuesta desde la cultura y filosofías de un momento histórico pasado o presente. Estas lecturas de ideología patriarcal y kyriarcal se han
acumulado por siglos y fácilmente saltan
a la memoria hoy día incluso antes de finalizar la lectura de un
texto, llevándonos erróneamente a afirmar que la Biblia dice
algo que realmente no dice.[67] Es la influencia de las culturas greco-romana (donde la mujer se
encontraba bajo el control del pater familias)
y judía (donde únicamente los hombres eran parte del pacto por medio de la
circuncisión) las que han dado forma a estas interpretaciones patriarcales de los textos. Añadido a esto
la filosofía griega
con su dualismo mente-cuerpo influenció a la teología patrística al
relacionar al varón con la mente o espíritu y a la mujer con el cuerpo o lo
material. Dentro de la lógica dualista el cuerpo era algo sin
valor y deplorable, mientras que la
mente o el
espíritu era aquello que se acercaba a Dios, por lo tanto
la teología patrística posicionó a
la mujer en
una categoría inferior e indeseada, la
cual nunca alcanzaría a Dios. Elsa Tamez llama a esta serie
de interpretaciones mitos, ya que
son ideologías que distorsionan la realidad y que se crean no a partir del
contenido del texto sino a partir de las condiciones impuestas por una sociedad patriarcal elevándolas a la categoría de leyes divinas[68]. Las teologías feministas están llamadas a negar
la autoridad de estas interpretaciones y a denunciar la ideología que hay detrás de ellas, así como las devastadoras implicaciones que estas
han tenido en la vida
de las mujeres y de la Iglesia. Resumiendo, la hermenéutica de la sospecha participa de momentos importantes de de-construcción y de re-construcción a
partir de la perspectiva feminista. Elsa Tamez habla de 3 habilidades que se requieren para
hacer esta re-lectura bíblica: a) partir
de la opresión y
el sufrimiento de
las mujeres pobres, b) tener una
clara consciencia feminista y c) tomar
distancia de las
interpretaciones machistas y ganar cercanía con la realidad[69]. Los procesos de de-construcción se realizan al “tomar distancia” a la hora de
leer la Biblia. Esto significa leer
la Biblia como
si fuera la primera vez y
dejarse sorprender y conmocionar por textos como el que narra
la violación de
Tamar (2
Sam 13:1-22), así
como deleitarse con textos
tales como la comisión apostólica de Jesús a María
Magdalena (Jn 20:17-18)[70]. Es leer la Biblia
ignorando aquellas interpretaciones que
automáticamente vienen a nuestras
memorias[71].
Por su parte, los procesos de
re-construcción se realizan al “ganar
cercanía con la realidad”. Esto
es traer la vida
diaria, nuestra cotidianidad latinoamericana a la hora de leer la Biblia, llegar
al texto con
las preguntas que
realmente nos interesan y no con argumentaciones abstractas[72]. 4.3 Actuar: mediaciones prácticas Siguiendo con el modelo metodológico del ver-juzgar-actuar de la
teología de la liberación partimos de la praxis
y las realidades concretas de las mujeres. En este último paso del
método se regresa a la praxis para en ella llevar a cabo la verificación de las
conclusiones a las que se ha llegado en el proceso de reflexión teológica. Esta
etapa busca reflejar un cambio a la luz
del evangelio para transformar la realidad. El
proceso de ver
y juzgar la
realidad, la tradición y la biblia ha dado frutos hermosos en la
teología feminista y como principal fruto ha resultado una nueva visión que es
la que guía
las prácticas diarias que ayudan a criticar y en lo posible erradicar las estructuras patriarcales y kyriarcales y buscar
alternativas para un mundo libre
de divisiones y violencia[73]. Si bien el método ver-juzgar-actuar no se finaliza nunca, la teología
feminista continua creciendo, intentando cosas nuevas y cambiando según los
contextos y las nuevas preocupaciones que surgen. A pesar de ello podríamos
hablar de algunas pistas de acción, o prácticas a la luz de la nueva visión
de las realidades que han aportado dichas
teologías, entre estas
pistas de acción
se encuentran: ·
La Solidaridad La solidaridad es
un valor que
une a las
mujeres y hombres y que se expresa en actos de
ayuda y comprensión. Es una preocupación por la hermandad. Ivone Gebara lo expone como
“una participación común en la aflicción que nos invade
o en la «mala noticia» que nos llega, y esto representa «algo» de salvación”[74]. Las acciones en solidaridad crean
nuevas posibilidades de justicia y paz para la comunidad humana[75], son las acciones que
surgen a partir de la preocupación y el interés por el otro, las cuales son
posibles porque ya ha existido un primer movimiento de interés por el propio
ser. ·
La Relacionalidad Se entiende la realidad como una compleja red de conexiones,
interdependencias y relaciones que existen entre
todas las cosas. Ivone Gebara lo define como “realidad común a todos los seres
humanos, a todas las especies, a todas las cosas relacionadas con un campo
vital común”[76].
La relacionalidad se preocupa por la convivencia, y en medio
de una sociedad intransigente se
preocupa por la convivencia con aquello que es diferente, lo cual no es
visto como una
amenaza sino que
es valorado y
aceptado en una relación de respeto mutuo. Su
centro es la
vida en comunidad. La relacionalidad además
de reconocer las redes de relaciones entre personas diversas, reconoce también la
estrecha relación que
hay entre las realidades de las personas y las causas sociales y culturales que en la dinámica de relaciones producen dichas realidades. ·
Responsabilidad creativa para transformar realidades Rakoczy en su capítulo sobre una ética feminista comenta que “Una mujer
libre, una mujer
sanada, puede actuar de manera justa con el poder de afectar su propia vida y la vida de los otros, cerca o lejos”[77] (Traducción propia). La
responsabilidad creativa es la
libertad de actuar como personas en su total
humanidad y por lo tanto responsables y capaces del
bien. Actuar a partir de la dignidad humana que
ha sido rescatada, así como del
valor y poder que se posee como
creación de Dios,
imagen de Dios[78]. Practicar una responsabilidad creativa conlleva el dejar
de lado lo
que se nos ha
dicho que es bueno hacer,
y atreverse a usar el propio instinto y juicio para enfrentar la realidad y transformarla. ·
Desarrollo de nuevo conocimiento El principal aporte al conocimiento que han aportado los movimientos
feministas es la ruptura con los paradigmas androcéntricos. En la teología
feminista se rompe también con un entendimiento de Dios y de lo religioso desde
una perspectiva
androcéntrica. De este
modo la reflexión feminista ha creado
una diversidad de estudios bíblicos que buscan redimir la mala
imagen que por siglos la iglesia y la teología impusieron en las
mujeres. De igual manera
se ha creado un nuevo
lenguaje, nuevas formas
de hacer liturgia y
una nueva visión de mundo.
La teología feminista está comprometida con el
desarrollo y la
promoción de una
nueva epistemología en beneficio de la transformación de la realidad. De esta
manera concluyo esta
breve introducción a las teologías feministas latinoamericanas y
de la liberación. Hice un rápido recorrido
a través de
la historia, los
valores, el
método y los
aportes que las teologías feministas han integrado en nuestras realidades latinoamericanas con vistas a
la transformación de la realidad actual. Es mi esperanza que este escrito le
invite a conocer más estas teologías y a crear
de igual manera
una reflexión teológica responsable y preocupada por la
salvación concreta de Dios en nuestras sociedades. Bibliografía Aquino, María Pilar.
Nuestro clamor por la vida. Teología Latinoamericana Desde la Perspectiva de la Mujer. Costa Rica: Editorial DEI, 1992. . Our Cry for Life.
Feminist theology form
Latin America. New
York: Orbis Books, 1993. Aquino, María Pilar.
“Toward a share future
of justice” en Feminist Intercultural Theology. Latina explorations for a Just World, editado por
Aquino, María Pilar
y Rosado, María
José, 9-28. New York:
Orbis Books, 2007. Cardoso,
Nancy. “Prostitutas-Madres-Mujeres. Obsesiones y Profecías en 1 Reyes
3,16-28”, RIBLA, Vol. 25: 28-40 (1997). Deifelt, Wanda. “Feminist Methodology as a critique and
renewal of theology” en Feminist theology : perspectives and
praxis : Gurukul Summer
Institute, editado por Kumari, Prasanna, 198-208. Chennai : Gurukul Lutheran Theological College & Research
Institute, 1998. Gargallo Celentani, Francesca. Feminismos desde
Abya Yala. Ideas y proposiciones de las
mujeres de 607
pueblos en nuestra América. Ciudad de
México: Editorial Corte y Confección, 2014. Gebara, Ivone. “Women doing theology in Latin America” en Feminist theology from the third world: A readers, editado por
King, Ursula, 47-75.
Londres: Orbis books, 1994. Gebara, Ivone. El rostro
oculto del mal,
una teología desde
las experiencias de las mujeres. Madrid: Editorial Trotta
S.A, 2002. Rakoczy, Susan. In Her Name.
Women Doing
Theology. South Africa: Cluster Publications, 2004. Rosado Nunes, María José F. “Women’s Voices in Latin American Theology”, en The Power of Naming: A Concilium Reader in
Feminist Liberation Theology,
editado por Schüssler Fiorenza, 14-26. Londres: Orbis books,
1996. Schüssler Fiorenza, Elisabeth (ed.).
The Power of Naming.
A Concilium Reader
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1996. . “For Women in Men’s
World: A Critical Feminist Theology of
Liberation” en Schüssler Fiorenza 1996, 3-13. . “Poder, Diversidad y
Religión.”, Vida y Pensamiento, Vol. 32
No 2 (2012). Tamez, Elsa. “Women’s
Rereading of the Bible” en With Passion and
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Women Doing
Theology, editado por Fabella, Virginia y Oduyoye Mercy. 1988, 173-180. Tepedino, Ana María. “The fruit
of Passion and
Compassion” en With Passion and Compassion: Third World Women Doing
Theology, editado por Fabella, Virginia
y Oduyoye Mercy.
1988, 165-172. Internet Seibert, Ute. “Hacer teología feminista. Entre el cuerpo y la palabra” tomado de http://www.efeta.org/descarga/teologiafeminista.pdf el día 20 de junio, 2014. Real Academia Española. (2001). Diccionario
de la lengua española (22.aed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html el día 18 de junio, 2014. ¨¨¨ Karoline Mora Blanco, licenciada en Ciencias Teológicas de la UBL, es investigadora en el
campo de las relaciones entre teología e identidades. karolinemorablanco@gmail.com Recibido: 27 de julio
de 2016 Aprobado: 24 de agosto
de 2016 |
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[1] www.raer.es, “Feminismo”.
[2] S. Rakoczy. In her name, 4.
[3] E.S Fiorenza,
“Poder, Diversidad y Religión”, 16.
[4] E.S Fiorenza, “Poder, Diversidad
y Religión”, 19.
[5] F. G. Celentani. Feminismos desde Abya Yala, 18.
[6] Susan es
una teóloga norteamericana, que reside en África desde 1982 y quien se ha
dedicado a enseñar y estudiar
las teologías feministas desde el tercer
mundo (teologías feministas
asiáticas, africanas y latinoamericanas)
[7] S. Rakoczy. In her name,
4.
[8] E.S. Fiorenza.
The power of naming, xiii-xiv.
[9] M.J. Rosado Nunes. “Women’s Voices”, 15.
[10] S.
Rakoczy. In her name, 9.
[11] M.J.
Rosado. “Women’s Voices”, 15.
[12] S.
Rakoczy. In her name, 15.
[13] I. Gebara. “Women doing
theology”, 52-55.
[14] I. Gebara. “Women doing
theology,” 53-54.
[15] I. Gebara. “Women doing theology,”54.
[16] El
patriarcado es una ideología en tanto que las ideas o representaciones de la realidad llegan a formar las estructuras sociales en
sus dimensiones filosóficas, religiosas, económicas, jurídicas, etc.; y estas ideas
se manifiestan en actitudes y formas de vivir
(Clévenot, 1978, 44). Rakoczy explica que la unión de un prejuicio con el poder se convierte en una ideología. Por lo tanto,
comprende el patriarcado como una ideología
sexista con prejuicios en contra de la mujer. En esta ideología lo masculino es reconocido
como la norma y por lo tanto la mujer es entendida como inferior en todos los sentidos:
biológicamente,
intelectualmente, antropológicamente y socialmente. (Rakoczy, 2004, 10).
[17] El kyriarcado por su parte es una ideología que a diferencia
del patriarcado se construye bajo la norma del kyrios (del griego)
o Señor. Es decir, es la ideología donde la norma es el
varón, libre y propietario que domina y gobierna sobre los demás. Esta
ideología se manifiesta bajo un sistema socio-político de dominación en la cual
la elite educada y propietaria ejerce poder sobre las mujeres y hombres fuera
de esta elite. (Rakoczy,
2004, 11)
[18] I. Gebara. “Women doing theology,”55
[19] M.J.
Rosado. “Women’s Voices”, 22.
[20] M.P. Aquino. Our Cry for Life , 81.
[21] M.P Aquino. Nuestro clamor por la vida, 151.
[22] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 84.
[23] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 86.
[24] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 87.
[25] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 88.
[26] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 89.
[27] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 90.
[28] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 93.
[29] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 93.
[30] M.P.
Aquino. Our
Cry for Life, 95-96.
[31] Wanda Deifelt.
“Feminist Methodology”, 198.
[32] Seibert, Ute. “Hacer
teología feminista”.
[33] W. Deifelt. “Feminist Methodology”, 199.
[34] M.P. Aquino.
Nuestro clamor por la vida, 179.
[35] M.P.
Aquino. Our
Cry for Life, 103.
[36] M.P.
Aquino. Our
Cry for Life, 104.
[37] M.P. Aquino. Nuestro clamor por la vida, 182.
[38] M.P.
Aquino. Our
Cry for Life, 105.
[39] M.P.
Aquino. Our
Cry for Life, 107.
[40] M.P.
Aquino. Our
Cry for Life, 107-108.
[41] Gebara. El rostro oculto del mal, 17.
[42] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 115-116.
[43] I. Gebara. El rostro oculto
del mal, 28-29.
[44] Ivone Gebara, El rostro
oculto, 19.
[45] S. Rakoczy. In her name, 11.
[46] S. Rakoczy. In her name, 11.
[47] E.S Fiorenza, “Poder, Diversidad
y Religión”, 19.
[48] E.S Fiorenza (ed.).
The power or naming, 6.
[49] I. Gebara. El rostro
oculto del mal, 24-25.
[50] I. Gebara. El rostro
oculto del mal, 25.
[51] N. Cardoso.
“Prostitutas-Madres-Mujeres”, 5.
[52] E. Tamez. “Women’s
Rereading of the Bible”, 173-174.
[53] N. Cardoso. “Prostitutas-Madres-Mujeres”,
5.
[54] A.M. Tepedino. “The
fruit of Passion and Compassion”, 165-166.
[55] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 122.
[56] E. Tamez. “Women’s
Rereading of the Bible”, 179.
[57] M.P. Aquino. Nuestro clamor por la vida, 206.
[58] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 125.
[59] N. Cardoso.
“Prostitutas-Madres-Mujeres”, 5.
[60] E. Tamez. “Women’s
Rereading of the Bible”, 177.
[61] N. Cardoso.
“Prostitutas-Madres-Mujeres”, 9.
[62] M.P. Our
Cry for Life, 127.
[63] E. Tamez. “Women’s
Rereading of the Bible”, 179-180.
[64] N. Cardoso. “Prostitutas-Madres-Mujeres”, 9.
[65] E. Tamez. “Women’s
Rereading of the Bible”, 176.
[66] M.P. Aquino. Our Cry for Life, 127.
[67] S. Rakoczy. In her name, 31-32.
[68] E. Tamez. “Women’s
Rereading of the Bible”, 176.
[69] E. Tamez. “Women’s Rereading
of the Bible”, 178-79.
[70] S. Rakoczy. In her name, 177.
[71] E. Tamez. “Women’s
Rereading of the Bible”, 178.
[72] S. Rakoczy. In her
name, 177.
[73] M.P. Aquino. “Toward a share future of
justice”, 20.
[74] I. Gebara.
El rostro oculto del mal, 151.
[75] S. Rakoczy. In her name, 255.
[76] I. Gebara.
El rostro oculto del mal, 171.
[77] S. Rakoczy. In her name, 255.
[78] S. Rakoczy. In her name, 257.