Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

Volumen 41 Número 2  -  Segundo Semestre 2021  -  San José, Costa Rica

La muerte:

Realidad, metáfora y desafío

 

 

 

 

Presentación

 

José Enrique Ramírez Kidd

 

pp. 5-10

 

 

 

Presentación

El contexto de la pandemia “Covid-19” nos ha colocado frente a la muerte de un modo imprevisto e involuntario, exponiendo la variedad de sus dimensiones: afectiva, económica, médica, religiosa. El temor e incertidumbre que el tema provoca es paradójico, ya que es de cara a la muerte que la vida adquiere sus contornos más precisos. Nos interesa la vida, y por ello tornamos al tema de la muerte como inevitable polo referencial para precisar nuestra comprensión de la vida, sus expresiones y significado.

La claridad que podamos tener sobre cuestiones vitales para la existencia surge siempre en situaciones extremas, en donde la existencia propia parece enfrentar un límite. Vemos con claridad, entonces, cosas cuyo sentido profundo parecía escapar en el ámbito de lo cotidiano: “Creo que hay ciertas enfermedades que son una especie de llave que nos abren algunas puertas. Creo que hay ciertas puertas que solamente la enfermedad nos puede abrir.  La salud nos impide entenderlo todo.  Quizás la enfermedad nos impide conocer ciertas verdades, pero la salud nos impide, igualmente, conocer otras, o nos aparta de ellas, de modo que nunca nos preocupamos por ellas” (André Gide).

Hablar de la muerte es, pues, hablar de la persona, de la vida, de la vocación propia. Es hablar, también, de temas intrínsecamente religiosos: la apertura constitutiva a la trascendencia y, desde la perspectiva cristiana, la exigencia de trascendencia. ¿Qué formas puede adquirir esta trascendencia en el marco de la fe cristiana? Por otra parte, tenemos también las implicaciones sociales del tema, a saber, las condiciones materiales y humanas en que se da la muerte de las personas: ¿dónde mueren? ¿De qué mueren? ¿En medio de quienes mueren? ¿En qué condiciones mueren? Todas estas condiciones son circunstancias elocuentes sobre las distintas posibilidades sociales en la vida y frente a la muerte (el tema de la diferenciación social, presente también ante la muerte). Pero hay otras preguntas en el ámbito de la política, como la planteada por la polémica entre el viejo slogan revolucionario “Patria o muerte” y la propuesta actual “Patria y vida”, con las profundas implicaciones filosóficas y éticas que conlleva cada una.

Enmarcada en el contexto de una sociedad tecnificada y urbana, en donde la idea de progreso se asume como algo evidente, la idea predominante en la cultura de hoy es la de dominio y control de y sobre la naturaleza. En este contexto, la muerte aparece como una anormalidad que necesita ser controlada, disimulada. La profesionalización de todo lo relativo a la vida en sus etapas últimas, ha creado todo un nicho económico que podría denominarse la comercialización de la muerte (funerales exóticos, ataúdes vanguardistas, cementerios de lujo, novedosas formas de incineración, etc.), en donde formas de ritualidad tradicionales, importantes culturalmente, han dejado de tener lugar.

En vista de todo esto, pensamos pertinente dedicar un número de nuestra revista Vida y Pensamiento a la consideración de las diversas temáticas implicadas en este tema de tanta relevancia actual; particularmente las temáticas ligadas al tema de cómo se afronta la muerte desde las diversas espiritualidades y tradiciones culturales.  

A continuación, algunas ideas centrales de los artículos, en palabras de sus propios autores. Tras hacer una reflexión inicial sobre la muerte (que no es siempre la misma y por ello importa la manera en que morimos), Juan Esteban Londoño comenta tres poemas de Paul Celan (“Fuga de muerte”, “Tenebrae” y “Tardío y profundo”), poeta judío y víctima de los campos de exterminio de la segunda guerra mundial, en los que destaca el tema de la masacre. Se considera el hecho de que hay diferentes tipos de muerte y algunos, como la muerte por asesinato, son inaceptables desde cualquier punto de vista. Concluye que la obra de arte se abre como un modo de cuestionar las respuestas tradicionales con respecto al lugar de lo divino frente a la muerte. La poesía atraviesa la reja del lenguaje de los dogmas para que no se cierre con preguntas inútiles. El pensamiento y la poesía deben confrontar la muerte.

Héctor Laporta analiza ideas y rituales funerarios sobre la muerte en distintos momentos históricos y, sobre todo, en la celebración del Día de Muertos en México hoy en día. En esta festividad se modifica el dogma cristiano para dar cabida a una nueva comprensión, algo que se fue plasmando y entremezclando con contenidos y formas prehispánicas y coloniales a través del tiempo, derivando en un híbrido del cual términos vagos como aculturación o sincretismo no dan cuenta a cabalidad. Dado que la experiencia colectiva global de la Pandemia nos ha confrontado con el sentido de la vida, la tragedia y la muerte, el autor se pregunta ¿Qué es la muerte?  ¿Cómo entender la muerte desde un punto de vista teológico? ¿Qué rituales se practican? Todas estas preguntas vienen a nuestra mente buscando hallar una explicación que nos ayude a redimir nuestros miedos y temores frente a lo desconocido. 

Hanzel Zúñiga analiza la condición humana de finitud y limitación planteada en Qohélet, para centrarse el valor de la vida presente. La muerte es una meta que se construye en la plenitud de cada historia humana. No solo se trata de una realidad que equipara personas, sino también que equipara a todos los seres vivos. Para muchas personas, vivir en “tiempos de pandemia”, más que permitirles vivir, les ha obligado a sobrevivir. La barbarie social se ha transformado en una barbarie con rostro humano (Žižek), donde son discutidos los dilemas existenciales de siempre: el lugar del ser humano en el mundo, el provecho de su trabajo, el sentido de su vida y de su muerte. La enfermedad evidencia la condición vulnerable de todos los seres vivos, pero la consciencia de esa fragilidad que la persona posee hace que la enfermedad sea una revelación particular.

Francisco Mena reflexiona sobre la tensión entre la longevidad y la sostenibilidad económica de los años postjubilación. El autor nos dice: “es difícil cuantificar los sectores de población que nunca recibirán ningún tipo de pensión.  Este es el caso de las mujeres que se han dedicado toda su vida a la atención del hogar y el cuido de sus seres queridos.  Estas personas habitan el sendero de la indigencia.  Así también, aquellas personas que están en condiciones de subempleo”. Se hace una ponderación sobre el tema de la longevidad humana. Si bien es un enorme logro social y cultural, por lo que no puede decirse que ésta sea algo negativo, el autor se pregunta: “¿Para qué aumentar la vida de las personas si esta tendrá que realizarse en condiciones de pobreza y abandono?  Lo que es realmente un bien, un logro social se transforma en una condición de sistemático menoscabo a la dignidad de este sector de personas”.

Martin Hoffmann nos entrega una interpretación del grabado de Alberto Durero (1471-1528). La obra evoca las guerras, las hambrunas, las pandemias y las muertes masivas. El autor se pregunta “¿Serán presagios del fin de los tiempos – tanto en el siglo XV como también en el siglo XXI?”. En una mirada más cercana de la obra, los cuatro jinetes resultan ser un comentario subversivo de Durero al texto de Apocalipsis. Se trata de una interpretación actual y existencial. El tercer jinete representa la nueva profesión de los comerciantes y sus organizaciones comerciales, símbolo permanente de la codicia. Con esta figura, Durero denuncia claramente las primeras prácticas económicas capitalistas de su tiempo, que provocaron hambruna, robo de tierras y empobrecimiento. Interpretación que coincide con Lutero, quien caracterizó la avaricia, el interés, la usura y el monopolio como los principios del primer capitalismo. Esta representación de Durero del Apocalipsis nos remite a la responsabilidad de la humanidad.

Mike van Treek indaga los imaginarios de la muerte en el libro de Proverbios con el fin de contribuir a la elaboración del sentido de la muerte hoy, cuestión que se nos ha planteado de forma aguda y controversial a propósito de la actual pandemia. La muerte se ha vuelto un tema de reflexión en los medios que configuran la opinión pública y el sentido común. En este contexto, interrogar a los textos literarios que hablan sobre la muerte ayuda a darle significado a lo que ocurre. También, a propósito de su lectura, podemos ensayar formas de hablar, enfrentar el miedo o la inseguridad que nos inunda su inesperada cercanía. Leer sobre la muerte también nos ayuda a conectarla con otras experiencias del ser humano: la vulnerabilidad, el miedo, la esperanza, el cuidado, la creatividad, la ausencia, la intimidad, etc. La muerte no interesa por sí misma, interesa como un hito de referencia en el mapa de la geografía de la vida sabia y justa. 

Fabio Salguero propone que la pandemia desvela una realidad global sobrepasada por el pecado, tanto a nivel individual como estructural. La pandemia del COVID-19 ha planteado diversas preguntas significativas en el campo de la ética. La enfermedad es mortal, pero más mortal es lo que está detrás de ella. Nos hemos dado cuenta, una vez más, de las grandes y absurdas desigualdades de nuestro mundo. En situaciones límite es cuando la humanidad vuelve su mirada a lo que da significado al ser humano, pero sobre todo a la fragilidad de la vida. Sentirse al borde de la muerte, aún solo con el sentimiento de la cercanía a esta, despierta sensibilidades que no sería posible experimentarlas en situaciones de bonanza. Se analiza el discurso apocalíptico de Jesús (Mateo 24) que, contrario a significar el fin de la historia, anuncia un nuevo nacimiento. Lo apocalíptico de estos tiempos no es una amenaza, sino el inicio de un nuevo nacimiento.  

Finalmente, Plutarco Bonilla reflexiona libremente sobre el tema desde el dolor de la despedida de un ser amado y desde la esperanza cristiana. La muerte puede “vivirse” como muerte literal, la de uno mismo o como la muerte de un ser amado. ¿Qué significa reflexionar sobre la muerte? Se trata, primero, de un intento de postergarla; luego, significa preguntarnos por la vida, cuyo fin es aquella. Más que hablar de una tanatología, el autor sugiere hablar de una “tanatoeicasía”: un conjeturar, un imaginar, un presuponer, hasta un fantasear acerca de la muerte, y afirma que no siempre el sentido de la vida tiene que ver con lo que se espera que haya, o no haya, al morir. La historia está llena de personas que, en busca del bien de los demás, sacrificaron sus propias vidas sin confiar en una recompensa después de muertas… y hasta sin creer en vida de ultratumba alguna. 

Invitamos a nuestras lectoras y lectores a disfrutar de este número.

José E. Ramírez K.

Editor