Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

Volumen 41 Número 2  -  Segundo Semestre 2021  -  San José, Costa Rica

La muerte:

Realidad, metáfora y desafío

 

 

 

 

Vida digna, sí; muerte digna, también

 

Francisco Mena Oreamuno

 

pp. 73-92

 

 

 

Resumen: La muerte digna es un tema al que necesitamos como personas y sociedades, como comunidades de fe, dedicar tiempo. Este es un ejercicio sobre la situación de la vida de las personas adultas mayores hoy y en los próximos años, y sobre el llamado evangelio del sufrimiento. El ejercicio consiste en exponer argumentos que muestren dos maneras de trabajar con el dolor y el sufrimiento para tomar conciencia de la forma en que esos azotes de lo humano son superados por un sector minoritario de población que puede dar fondos a proyectos de vida eterna y colonización del espacio. No hay una respuesta, sino más preguntas.

Palabras claves: eutanasia, vejez, pensiones, longevidad, evangelio del sufrimiento.

Abstract: A dignified death is an issue that we as individuals and societies, as communities of faith, need to dedicate time to. This is an exercise considering the life situation of older people today and in the years to come, and on the so-called gospel of suffering. The exercise consists of presenting arguments that show two ways of working with pain and suffering and becoming aware of how these scourges of humanity are overcome by a minority sector of the population that can fund projects of eternal life and colonization from space. There is no answer, but more questions.

Keywords: euthanasia, old age, pensions, longevity, gospel of suffering.

 

 

 

Francisco Mena Oreamuno

Vida digna, sí; muerte digna, también

Introducción

Hace más de diez años, fui invitado al Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica para participar en una conversación sobre la Eutanasia.El doctor que iba a hacer una exposición es un destacado profesional costarricense que se ha dedicado toda su vida a la dignidad de la vida de la persona terminal o crónica.No en balde, su esfuerzo se ve expresado hoy en las Clínicas del Dolor que existen en los hospitales del país. La posición del médico, grosso modo, fue: sí hoy tenemos medicamentos y técnicas para reducir el dolor, para qué la eutanasia.Claro que esta simplificación solo ilustra un aspecto de su pensamiento mucho más amplio y complejo. En principio, yo diría que es totalmente válido indicar que una persona terminal o crónica no necesita pensar en la eutanasia, debido a que existen los medios médicos para darle calidad de vida hasta el final.

En este resumen se implican varios argumentos que cada persona tendrá que asumir en un momento de su vida. Un primer argumento que surge es la eutanasia como respuesta a la intensidad del dolor, en cuyo caso se justifica la práctica o solicitud de la eutanasia para una persona a quien no le hagan efecto las estrategias médicas contra el dolor. También se podría discutir el dolor como razón legítima para tomar el camino de la eutanasia en estado terminal o crónico. De modo que el problema de fondo está en la posibilidad de definir la dignidad del ser humano a partir del dolor.

Un mapa económico de la vejez en el presente y en el futuro cercano

La dignidad de la vida luego de los 60 años es, cuando menos, difícil, tal y como se ve en la situación de los sistemas de pensiones y de seguridad social. No obstante, la longevidad tiende a fortalecerse. Cada día vivimos más. Junto a esta situación, el crecimiento demográfico va en sentido inverso y decae. Según las Naciones Unidas, al 11 de septiembre de 2021 tenemos una taza de crecimiento de 2.5 por mujer, mientras que el promedio global de sobrevivencia es de 72.6. Se espera que para el año 2050 los mismos rubros sean de 2.2 y de 77.1 respetivamente. Estas cifras implican que las expectativas de pensión irán bajando cada vez más al no haber el suficiente remplazo poblacional. Ya el Banco Bilbao Vizcaya, el 21 de enero de 2020 ha indicado que en España se aumentará la edad de pensionarse hasta los 67 años. En Costa Rica se están tomando medidas semejantes. El BBVA sintetiza la situación del siguiente modo:

Pero el futuro cercano depara datos aún más sorprendentes, pues se estima que la esperanza de vida en España hacia mitad del siglo actual pueda rondar los 90 años, por encima de los 91 años en el caso de las mujeres y muy cercana a los 88 años en el caso de los hombres.

Esto tiene una primera derivada muy importante: Mientras que hace escasas décadas la jubilación era una etapa que apenas superaba los 10 años, los jubilados de mediados de siglo actual, que serán los que se están iniciando en el mercado laboral en estos tiempos, van a vivir una jubilación de aproximadamente un cuarto de siglo.

Esta cuestión es una de las que conforma el importante reto demográfico al que se enfrentan las principales sociedades respecto a sus sistemas de pensiones: Los jubilados, con carreras de cotización parecidas, cada vez perciben su pensión de jubilación durante un mayor número de años. Además, en el otro lado de la ecuación, se reduce el número de cotizantes debido a las menores tasas de fertilidad, variable en la que España no se encuentra precisamente bien posicionada (BBVA 21 de enero de 2020).

De acuerdo con la página del Banco Mundial, Costa Rica tiene una población estructurada de la siguiente manera: 21% de personas con edades de 0-14; 69% de personas entre 15-64 y 10% de personas mayores a 65 años. En Alemania, para el año 2020 había un 22% de la población que superaba los 65 años. En Bélgica un 19%, mientras que en Arabia Saudita un 3% y en Angola un 2%.

Cuando hablamos de vida digna no tratamos solo del tema del dolor o de la cobertura de seguridad social sino también, y sobre todo, de tener lo necesario para cubrir las necesidades básicas y, entre estas, las de movilidad y recreación. ¿Cómo enfrentarán nuestros pueblos el problema de la sobrevivencia económica no solo de quienes están en vejez sino de aquellos que empiezan su juventud? No se trata de un problema sencillo de resolver.

Además, es difícil cuantificar los sectores de población que nunca recibirán ningún tipo de pensión. Este es el caso de las mujeres que se han dedicado toda su vida a la atención del hogar y el cuido de sus seres queridos. Estas personas habitan el sendero de la indigencia. Así también, aquellas personas que están en condiciones de subempleo y que, por esa circunstancia, no han podido cotizar para un régimen de pensiones[1].En particular, este año el desempleo subió en 6.2 puntos porcentuales: “En

cuanto a la población desempleada del trimestre se estimó en 458 mil personas, de estas 199 mil son hombres y 259 mil mujeres, la población desempleada aumentó en 144 mil personas en forma interanual, 71 mil hombres y 73 mujeres” (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos 2021, 14). Se instaló en un 18,7 de la población laboral del país.

El evangelio del sufrimiento

Podríamos preguntarnos también, ¿es el dolor, un camino cristiano, es decir, hay un elemento expiatorio en el dolor humano, especialmente en una situación crónica? En realidad, la respuesta a esta pregunta tiene unas dimensiones absolutamente diferentes a las que uno podría imaginar. Así lo indica el Cardenal José Saraiva, Prefecto de la Congregación para las causas de los santos, en una conferencia sobre el tema titulada “El evangelio del sufrimiento en el magisterio de Juan Pablo II”:

Jesús, después de sufrir por la redención de todos, donó una Madre a los hombres para educarlos en la escuela del evangelio del sufrimiento, y ofreció al mundo el rosario para confortar a los que sufren y salvar a las almas necesitadas. También nos señaló a san Pío de Pietrelcina, siervo sufriente, y a los santos, como el camino para unirnos a su obra de salvación. Hoy regala a la Iglesia y al mundo la enseñanza y el testimonio del Vicario de Cristo, del enamorado de Dios, del propagador del evangelio del sufrimiento (Saraiva 2003).

Hablar de un evangelio del sufrimiento es un tema difícil. Pero aquí queda acuñado el sufrimiento como un camino que se incorpora al camino mismo de Cristo que se puede asumir salvífico:

A través del rosario, el cristiano entra en la escuela de María, gran maestra por lo que respecta a la cátedra de la cruz: “La Virgen de los Dolores, de pie al lado de la cruz, con la silenciosa elocuencia del ejemplo, nos habla del significado del sufrimiento en el plan divino de la redención. Ella fue la primera que supo y quiso participar en el misterio salvífico «asociándose con corazón de Madre al sacrificio de Cristo, uniéndose a él, llena de amor, y dando su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima» (cf. Lumen Gentium, 58). Íntimamente enriquecida por esta inefable experiencia, se acerca al que sufre, lo toma de la mano, lo invita a subir con ella al Calvario y a estar de pie ante Cristo crucificado”.

Visto con esta luz, el sufrimiento, el dolor, la enfermedad son potencialmente caminos asociados al sacrificio de Cristo. ¿Y quién es Cristo aquí? Es quien llevó todos los dolores de la humanidad, así como su pecado causante de los mismos en sacrificio ante Dios como redentor. El trozo de sufrimiento de una vida pequeña como la de cualquiera de nosotros y nosotras tiene esta marca de camino salvífico, sí, y solo sí, se asume con el corazón abierto a Dios y con plena obediencia al destino que está en Sus manos.

Esta perspectiva se complementa con una entrevista realizada al Cardenal Angelo Comastri en la que expresaba:

El dolor indudablemente asusta a todos, pero cuando es iluminado por la fe se convierte en una poda del egoísmo, de las banalidades y frivolidades. Aún más. Los cristianos vivimos el dolor en comunión con Jesús Crucificado: aferrándonos a Él, llenamos el dolor de Amor y lo transformamos en una fuerza que desafía y supera el egoísmo aún presente en el mundo. Juan Pablo II fue un verdadero maestro del dolor redimido por el Amor y transformado en un antídoto para el egoísmo y la redención del egoísmo humano. Esto sólo es posible abriendo el corazón a Jesús: sólo con Él se puede entender el dolor y apreciarlo (Comastri 2020).

Entonces, el dolor, no es expiatorio, sino testimonial del amor que profesamos a Jesús crucificado, a quien, de este modo, emulamos. Asumimos su destino poniendo en el dolor la esperanza de lo que está más allá de la resurrección. Así, para quien asume esta perspectiva del dolor y el sufrimiento, no existe desesperación, existe el amor que se experimenta en la entrega del dolor como punto de encuentro con la vida de Cristo. No hay espacio para la rendición o la deserción. Hay algo mucho más profundo y rico, espiritualmente superior:

Cristo salva por medio de la muerte de su cuerpo de carne; el hombre es salvado y ayuda a salvar con las tribulaciones de Cristo, el cual ofrece a cada uno el don de sufrir como él y con él, a fin de seguir salvando en él, también mediante el sufrimiento de su propia carne. Los sufrimientos del cristiano, vividos juntamente con las tribulaciones de Cristo, permiten donar los beneficios de Cristo a su Cuerpo místico. Así pues, la Iglesia no sólo es el Cuerpo de Cristo salvado por los sufrimientos del hombre-Dios; también es su Cuerpo místico, que sigue salvando al mundo mediante los sufrimientos de sus miembros. Estos completan así, por vocación recibida del Señor, las tribulaciones de Cristo (Saraiva Martins 2003).

La fe nos lleva a transitar el dolor en la experiencia del amor de Dios que vivimos en el cuerpo sufriente de Cristo[2]. Por esta razón la eutanasia es imposible para quien realmente está enamorado de Dios.

La longevidad es un enorme logro social y cultural

En el primer problema que presentamos en donde longevidad está en tensión con sobrevivencia, la eutanasia sería una opción legítima. Digamos que una persona tiene recursos para una pensión digna por ocho años después de la jubilación, entonces, se abre la posibilidad de hacer una eutanasia en el momento en que se cumplan estos ocho años. Si tiene recursos para diez años, pues vive, los diez años. Esto significaría que se le abre al ser humano la posibilidad maravillosa de definir cómo quiere vivir su vida.

Veamos un escenario diferente. Una persona tiene recursos para vivir doce años. Para ese momento tendrá una edad de 77 años, por lo que, en teoría, le quedan al menos cuatro años más de vida. ¿Cómo pasará esos años? ¿Con quién? ¿En qué circunstancias? Después de los 77 será una persona dependiente de la acogida de algún familiar que le quiera o tolera, con una severa depresión por haber perdido su independencia y quedar reducido a las condiciones que se le impongan. O quizá, podría extender su pensión por dieciocho años, pero con una rebaja sensible de ingreso en los primeros doce. En todo caso, podemos discutir mucho sobre cuánto le debemos a las personas adultas mayores, o cuánto amor debemos prodigarles, o el significado que tienen para la sociedad, en fin, todos los discursos altruistas que se suelen expresar ante el abandono familiar, social y gubernamental de las personas de la tercera edad. Esos discursos no cambian el hecho de que poco a poco las personas de mayor edad son un problema social que no encontrará una solución humana.

La otra opción es que la persona asuma esos años últimos de dependencia como parte de los sufrimientos de Cristo y los entregue para el bien de la humanidad. Esto también es posible. Probablemente habrá personas que tendrán disposición para mantenerse sobreviviendo con situaciones límite hasta que la muerte venga a buscarlas.

La longevidad es un enorme logro social y cultural. Está claro que un país que aumente la esperanza de vida de sus personas ciudadanas está haciendo un buen trabajo. No podemos decir que la longevidad sea algo negativo. En ningún caso lo es. Se trata del fruto de un proceso de desarrollo social que involucra a muchas instituciones y que muestra que en las metas de un país el aumento de la vida se considera un bien. El punto es la cuestión más drástica que presenta la realidad: ¿Para qué aumentar la vida de las personas si esta tendrá que realizarse en condiciones de pobreza y abandono? Lo que es realmente un bien, un logro social se transforma en una condición de sistemático menoscabo a la dignidad de este sector de personas.

Avances en la meta de alcanzar la vida eterna y la colonización del espacio

Tendríamos que pensar en otros aspectos que son mucho más brutalmente reales. Uno de ellos es que el sistema económico mundial, lejos de ocultar su funcionamiento e implicaciones sociales, ha mostrado, sin rubor alguno, que está dispuesto a producir riqueza únicamente para algunas personas. Veamos la lista de las diez personas más ricas del mundo según la lista de Forbes para este 2021:

1.   Jeff Bezos: $177.000 millones / 57 años / EE.UU. / Amazon

2.   Elon Musk: $151.000 millones / 49 años / EE.UU. / Tesla y Space X

3.   Bernard Arnault (y familia): $150.000 millones / 72 años / Francia / LVMH

4.   Bill Gates: $124.000 millones / 65 años / EE.UU. / Microsoft

5.   Mark Zuckerberg: $97.000 millones / 36 años / EE.UU. / Facebook

6.   Warren Buffett: $96.000 millones / 90 años / EE.UU. / Berkshire Hathaway

7.   Larry Ellison: $93.000 millones / 76 años / EE.UU. / Software Technology

8.   Larry Page: $91.500 millones / 48 años / EE.UU. / Google

9.   Sergey Brin: $89.000 millones / 47 años / EE.UU. / Google

10.            Mukesh Ambani: $84.500 millones / 63 años / India / Negocio diversificado

Si comparamos esta lista con la que publicó Forbes en 2019 la diferencia en el aumento de capital ha sido abrumadora. Veamos a las diez personas más ricas del mundo a principios del año 2019:

1.   Jeff Bezos. 54 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 124.700 millones de dólares. Compañía: Amazon. Nacionalidad: estadounidense.

2.       Bill Gates. 63 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 93.500 millones de dólares. Compañía: Microsoft. Nacionalidad: estadounidense.

3.   Warren Buffett. 88 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 84.000 millones de dólares (=). Compañía: Berkshire Hathaway. Nacionalidad: estadounidense.

4.   Bernard Arnault (y familia). 69 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 68.400 millones de dólares. Compañía: LVMH. Nacionalidad: francés.

5.   Carlos Slim (y familia). 78 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 57.900 millones de dólares. Compañía: América Móvil. Nacionalidad: mexicano.

6.   Amancio Ortega. 82 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 57.200 millones de dólares. Compañía: Inditex. Nacionalidad: español.

7.   Larry Ellison. 73 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 55.500 millones de dólares. Compañía: Oracle. Nacionalidad: estadounidense.

8.   Mark Zuckerberg. 33 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 49.100 millones de dólares. Compañía: Facebook. Nacionalidad: estadounidense.

9.   Larry Page. 45 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 48.500 millones de dólares. Compañía: Google. Nacionalidad: estadounidense.

10.            Sergey Brin. 45 años. Patrimonio a comienzos de 2019: 47.300 millones de dólares. Compañía: Google. Nacionalidad: estadounidense (Marca 2019).

El patrimonio real de estas personas listadas creció de una forma abrumadora en el último año y medio desde que inició la pandemia. Esto es importante porque significa que no hubo crisis económica para todo el mundo. Está claro que algunos servicios fueron de gran apoyo para bajar la cantidad de contagios y que las restricciones supusieron el crecimiento de un sistema de entregas eficiente y costeable. También se entiende que estos servicios debieron de aumentar sus ganancias. Pero la cuestión de fondo es si en realidad es algo bueno, ético, valioso, que este listado de personas aumentase sus capitales en alrededor de un cincuenta por ciento durante este periodo. La Voz de América, el 8 de abril de 2021 informa lo siguiente:

La pandemia del coronavirus no impidió que en el último año los ricos se hicieran más ricos y las grandes fortunas se multiplicaran al punto de que 660 nuevas figuras se unieran a la lista anual de las personas con activos de más de 1.000 millones de dólares de la revista financiera Forbes.

Fue un año que rompió todos los récords, dice Forbes, con un total sin precedentes de 2.755 multimillonarios que acumulan un total de 13,1 billones de dólares, de 8 billones[3] en la lista anterior de 2020.

Gran parte de todo esto se debió al desempeño de las bolsas, donde los precios de las acciones se dispararon durante todo el año y el alza de las criptomonedas, dice Forbes.

Cuando hablamos de este selecto grupo necesitamos algo de claridad en los números. Lo que se indica en estos párrafos es que, durante este tiempo de pandemia, 660 personas ingresaron al club de los multimillonarios contabilizando en total 2755 personas en esta categoría en el mundo. Estas personas que en conjunto tenían 8 millones de millones de dólares, pasaron a la cifra de 13.1 millones de millones de dólares. Es decir, ganaron unos 5,000,000,000,000.00 de dólares. Es una cifra difícil de imaginar.

Parte de la realidad de tener tanta riqueza es qué hacer con ella. Dejando aparte el tema de la desigualdad, evidente por demás, estas personas han creado proyectos alternativos. Uno de esos proyectos lo destaca la Deutsche Welle (2021):

Una nueva compañía estadounidense con socios multimillonarios como Jeff Bezos, fundador de Amazon, y Yuri Milner, uno de los inversores en tecnología más importantes del mundo, está buscando la receta para la vida eterna.

Así lo reveló la revista Technology Review del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés), en una publicación en la que detalló parte del equipo de científicos que ha reclutado Bezos y Milner para esta nueva empresa, llamada Altos Labs.

Por otro lado, la publicación destacó que Izpisúa (científico español), ha ganado notoriedad en el campo de la investigación del rejuvenecimiento después de predecir que la esperanza de vida de los seres humanos podría aumentar en 50 años gracias a la mezcla de embriones humanos y de mono. También se ha unido a este proyecto el profesor de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Steve Horvath, que desarrolló un “reloj biológico” que puede medir con precisión el envejecimiento humano.

Uno de los ganadores del Premio Nobel en Medicina de 2012, Shinya Yamanka, presidirá el consejo asesor científico de la compañía.

Pero no solo es cuestión de alcanzar la “vida eterna”, también es cuestión de dónde vivirla. Para responder a esta cuestión Elon Musk, Jeff Bezos y Richard Branson han estado trabajando en crear viajes recreativos al espacio. Pero sobre todo Musk, ha impulsado la idea de colonizar Marte:

Creo que es importante que la humanidad se convierta en una civilización espacial y una especie de múltiples planetas. Se necesitarán muchos recursos para construir una ciudad en Marte. Quiero poder contribuir tanto como sea posible (Business Insider).

Al final, la muerte digna es legítima

Mirar la vida eterna o mirar al espacio para construir otro mundo allí pueden tener una base válida. La riqueza está ahí y debe tener algún propósito más que la pura acumulación. Por eso, quienes tienen tanta riqueza pueden disponer de sus vidas y decidir hacer vidas diferentes en lugares inexplorados. Esto es así, sí, y solo sí, aceptamos que cada persona debe tener la libertad de decidir sin algún tipo de responsabilidad social. No ya digamos asumir la contraparte de la acumulación que han logrado. Al final, si respetamos el principio de la libertad liberal y la noción de la centralidad del sujeto productor de riqueza, entonces, las ideas propuestas por Musk, Bezos y Branson son totalmente válidas, se trata del heroísmo liberal. Si entendemos, por el contrario, que hay algún tipo de compasión humana o de ética que implica compromisos sociales más allá de los implementados en las leyes de protección a las personas trabajadoras, entonces, tal libertad no es más que puro egoísmo. Es claro que un punto intermedio es necesario. Dejar que las personas vayan a pasear al espacio al mismo tiempo que se promueve que las personas mayores puedan tener una vida digna, aun cuando se agoten sus fondos de pensión.

Pero más allá de estas posiciones, la necesidad de crear las bases humanas, solidarias y compasivas para quienes ya no quieren vivir más, es un imperativo que debe evaluarse fuera de esta trama, aunque, se trate de un subproducto de ella. Entonces, afirmar la vida en el dolor (evangelio del sufrimiento), para compartir los sufrimientos de Cristo y ayudar a completarlos hasta llegar a su encuentro, o, al contrario, ser parte de la ecuación longevidad vs. falta de recursos para una vida digna, no muestran la menor compasión, solidaridad o humanidad. Empezamos esta reflexión hablando sobre estas dos formas de entender la vida en su devenir de extensión cronológica y de dignidad, así como la plusvalía del dolor y el sufrimiento. En este contexto, es necesario lograr un consenso de principios para ayudar a las personas a tomar las mejores decisiones para sí mismas, sus familias y sus redes de apoyo.

La cuestión se podría reformular del siguiente modo: ¿Tiene una persona el derecho de recibir la ayuda necesaria del Estado y la comunidad para terminar con su vida aún y cuando no tenga una enfermedad crónica o terminal? ¿Debe considerarse como un problema psiquiátrico la solicitud de una gestión médica como la indicada en un paciente sano?

Los costes humanos de vivir más allá, para quienes no tienen los medios, no son costeables. Indica la profesional Mary Carmen Lazcano tanatóloga y psicóloga:

Kraus indica que la eutanasia es importante porque evita un sufrimiento al ser humano; respeta lo que determina el enfermo, sin erosionar la integridad de la vida del paciente terminal; además les permitirá la constante pregunta de cuándo llegará el momento de su muerte; el que estén pensando en su larga agonía con todas las implicaciones psicoemocionales que esto conlleva, por la degradación que se hace hacia la persona, tanto en el seno familiar, como en el entorno social; ya que al inicio puede tener todas las atenciones necesarias, varias personas que están cerca los apoyan de diferentes formas, pero dependiendo del tiempo que se prolongue el estado en el que se encuentran; todas las atenciones que requiere se ven mermadas, debido al cansancio de los cuidadores principales, el desgaste físico y el deterioro emocional; los apoyos de las demás personas se van alejando, con ello se presenta el que los cuidados principales hacia el paciente disminuyan cada vez más y la calidad de vida de todos los involucrados también se vea disminuida; pero desde lo moral, es algo inconcebible el admitir que esto pasa; pero son hechos reales que nadie menciona y por ende prefieren la aplicación de la ortotanasia, pero con la esperanza de que “Dios” se apiade del enfermo y también de los mismos familiares (Lazcano 2020).

Esto permite responder a la primera pregunta. En realidad, no es una persona la que se enferma crónicamente o es terminal, sino que se trata de un proceso familiar y comunitario del que participan distintas personas. Hay quienes son la primera fuente de atenciones y luego existen distintos niveles de redes de apoyo. Pero tanto las personas cuidadoras como las redes de apoyo se agotan y lo que queda es el deseo censurado de pedir a Dios piedad para con el enfermo que es también la liberación de quienes le cuidan.

Lo indicado por Mary Carmen Lazcano muestra la falta de compasión que existe en la promoción de un evangelio del sufrimiento. La persona enferma sufre, pero hace sufrir a todo su entorno. No hay nada romántico en quien acompaña los sufrimientos de Cristo. Al contrario, existe un profundo egoísmo al hacer que toda su familia y amistades entreguen su tiempo en el cuidado y protección de esa persona enferma.

En cuanto a la segunda pregunta, aunque más difícil éticamente hablando, también está plagada de sobre interpretaciones del valor de la vida. Cuando una persona ha sido independiente y altamente productiva, cuando ha cuidado de sí y de otras personas, se esperaría que tenga las condiciones, no mínimas, sino dignas para vivir de un modo humano. Si una persona, es obligada por las condiciones de su pensión o la ausencia de esta, a un retiro tardío y a mantenerse trabajando para mal vivir, ese es un contrasentido de lo que llamamos vida. Es una nueva esclavitud. Una forma de perdurar en el dolor y el sin sentido. El logro social de la longevidad se transforma en el fracaso de la planificación económica de los Estados.

Ahora, esto no significa que todos los seres humanos deban optar, cualquiera sea su circunstancia, por la eutanasia o el suicidio asistido. No. Al contrario, se trata de que quienes celebren su vida en condiciones sociales difíciles o muy difíciles puedan vivirla con gratitud y plenitud. Pero no todas las personas asumirán sus vidas de ese modo. Habrá otras que digan: “Tengo unos buenos años de salud y quiero aprovecharlos y luego terminar con mi vida en paz, antes de que una enfermedad me defina o de que se agote mi fondo de pensión y deba acogerme a la caridad ajena”.

La valoración de abrir el camino para que las personas tomemos la decisión sobre cuándo terminar nuestras vidas implica un acto de madurez personal y social. Queda abierta la discusión teológica: ¿Es teológicamente legítimo para una persona decidir cuándo terminar con su vida durante su vejez?

El camino recorrido en esta reflexión nos lleva desde la constatación de que la vida en la vejez, para la mayoría de las personas que estamos en esta etapa, se tensiona entre la longevidad y la sostenibilidad económica de los años postjubilación. Por esta razón no podemos hablar de “jubilación” en todos los casos, sino de lo contrario. Pero, por otro lado, vemos que por lo menos en la imagen del papa Juan Pablo II, acentúa un camino que se ha denominado “evangelio del sufrimiento” y que será viable para las personas creyentes. Tendrán la oportunidad de celebrar el sufrimiento de Cristo en su propio sufrimiento.

Las condiciones de ser y vivir humana y dignamente en este mundo de hoy no solo afectan a las personas mayores, sino que, por la dinámica económica se ha comprometido la posibilidad de que los ecosistemas sobrevivan por mucho más tiempo. Lo mismo sucede con las generaciones más jóvenes que proyectan vidas, de acuerdo con los estándares actuales, hasta por sesenta años más. La discusión sobre este tema es mucho más profunda y compleja pero aquí tenemos al menos dos formas de asumir las condiciones propias de la vejez.

No se trata del problema de ser fiel a Dios o de no serlo. Se trata del sentido y significado que demos a nuestras vidas en la vejez en las condiciones expuestas o en otras. ¿Realmente Dios desea que asumamos el sufrimiento como un camino hacia Él? ¿Cuál sería el objetivo de este sufrimiento? ¿Podríamos pensar, honestamente, que sufrir en nuestra vejez es una forma de cumplir con los sufrimientos de Cristo?

Para ser personas justas con el Evangelio, estas preguntas tendrían que sufrir variaciones. ¿Ha tenido significado y sentido nuestra vida? ¿Hemos abrazado de corazón un propósito y lo hemos cumplido, cualquiera que sea? ¿Somos personas satisfechas con la calidad de nuestra vida cristiana; hemos amado a Dios sobre todas las cosas y hemos amado a nuestros prójimos como a nosotros mismos? ¿Hemos dado de corazón, hemos pensado en nuestra comunidad, en nuestra familia, en nuestro país? ¿Hemos fortalecido nuestro corazón con la lucha por la justicia?

Si hemos dedicado nuestra vida a luchar por la vida, creo que hemos ganado el derecho de entregarla en el momento adecuado y según nuestro grado de conciencia.

Bibliografía

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Business Insider. «El sueño de colonizar Marte no depende solo de la tecnología, sino que requerirá de un cambio en el ADN, según un genetista». https://www.businessinsider.es/colonizar-marte-necesita-tecnologia-requiere-cambio-adn-912991

Comastri, Angelo. Abril de 2020. «Juan Pablo II transformó su cruz en amor». Acceso el 12 de septiembre de 2021. https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2020-04/comastri-juan-pablo-ii-cruz-amor.html

Deutsche, Welle. 8 de septiembre de 2021. «Jeff Bezos y sus socios buscan la receta científica para lograr la vida eterna». Acceso el 10 de noviembre de 2021. https://www.dw.com/es/jeff-bezos-y-sus-socios-buscan-la-receta-cient%C3%ADfica-para-lograr-la-vida-eterna/a-59126257

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Lazcano, María del Carmen. «Entre lo ético y lo moral de la eutanasia». Psiconetwork 1 (2020). https://www.psiconetwork.com/entre-lo-etico-y-lo-moral-de-la-eutanasia/

Marca. 3 de junio de 2019. «Lista Forbes: Las 10 personas más ricas del mundo en 2019». Acceso el 12 de septiembre de 2021. https://www.marca.com/tiramillas/lujo/2019/03/06/5c7fa86b22601d80658b4600.html

Naciones Unidas. «Desafíos globales: Población». Acceso el 11 de septiembre de 2021. https://www.un.org/es/global-issues/population

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Voz de América. 8 de abril de 2021. «Forbes: multimillonarios duplicaron sus fortunas en año de pandemia».Acceso el 13 de septiembre de 2021. https://www.vozdeamerica.com/a/economia-finanzas_forbes-multimillonarios-duplicaron-fortunas-en-anio-pandemia/6072986.html

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Francisco Mena Oreamuno, Profesor de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica.

franciscomenaoreamuno@gmail.com

Artículo recibido: 17 de agosto de 2021.

Artículo aprobado: 4 de octubre de 2021.

 

 

 



[1]   El porcentaje de ocupados con empleo informal para el primer trimestre de 2021 fue 46,6 %, siendo la población ocupada con un empleo informal cerca de 929 mil de personas, de las cuales 583 mil eran hombres y 346 mil mujeres (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos 2021, 24).

 

[2]   “Juan Pablo II sabía que la vida es una rápida carrera hacia la Gran Fiesta: la Fiesta del abrazo con Dios, el Infinitamente Feliz. Pero debemos prepararnos para el encuentro, debemos purificarnos para estar listos para el encuentro, debemos quitar las reservas de orgullo y egoísmo que todos tenemos, para poder abrazar a Aquel que es el Amor sin sombras. Juan Pablo II vivió el sufrimiento con este espíritu: e incluso en los momentos más duros (como el momento del atentado) nunca perdió su serenidad. ¿Por qué? Porque siempre tuvo el objetivo de la vida por delante. Hoy en día mucha gente ya no cree en el objetivo de la vida. Por eso viven el dolor con desesperación: porque no ven más allá del dolor” (Comastri 2020).

 

[3]   Según la Real Academia Española un billón equivale a 1. m. Un millón de millones, que se expresa por la unidad seguida de doce ceros. 2. m. EE.UU. Mil millones, que se expresa por la unidad seguida de nueve ceros. https://dle.rae.es/bill%C3%B3n