Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

Volumen 37 Número 1 y 2  -  Cátedra de Teología Latinoamericana UBL

19-20 de abril, 2017 - San José, Costa Rica

La Reforma y las reformas

Aportes inter-contextuales desde América Latina

 

 

 

La teología de la Reforma en América Latina.

¿Qué contribución tendrá?

 

 pp. 235-254

 

Roberto E. Zwetsch

 

 

 

Resumen: El sistema mundial se hace más violento cada día contra los grupos y personas marginales de la sociedad. El texto intenta rescatar algo de la radicalidad de aquel movimiento. La mirada es desde la periferia del sistema dominante, desde la gente invisible que sin embargo guarda la llama de la fe por debajo de las cenizas del tiempo. ¿Qué contribución pueden aportar nuestras iglesias en este momento históricos?

Abstract: The world system becomes daily more violent against marginalized groups and persons in the society. This text seeks to bring out some of the radical nature of that movement. Its perspective is from the periphery of the dominant system, from the invisible people who nevertheless guard the flame of faith underneath the ashes of the time. What contribution can our churches make in this historic moment?

Palabras claves: teología de Lutero, teología latinoamericana, desafíos actuales de la realidad eclesial y social de América Latina.

Keywords: Luther’s theology, Latin American theology, current challenges to the social and ecclesial reality of Latin America.

 

 

 

Introducción

“Crux sola est nostra theologia”

Martín Lutero, WA 5, p. 176.

En 2017 el aniversario de los 500 Años de la Reforma del siglo 16 (1517-2017) desafía las iglesias evangélicas del movimiento reformatorio en el mundo a confrontarse con su propia historia y la importancia del redescubrimiento del evangelio de Jesucristo hecha por el monje agustiniano Martin Lutero. Lutero es personaje central de los cambios que ocurren en el inicio del siglo 16. Pero es importante recordar que Lutero viene de un contexto marginal en la Europa de entonces. Alemania era periferia en Europa. La oportunidad de esa conmemoración permite la retomada de muchos textos de Lutero de un modo crítico y relecturas innovadoras de su teología, sin caer en mimetismos vacíos o el “mal del archivo” como en ciertas investigaciones historicistas.

Este acercamiento exige, por otra parte, ciertos cuidados para que no caigamos en un triunfalismo fácil o inepto. Coherentes con el descubrimiento de Lutero y otros reformadores antes de él y junto con él, podemos ciertamente concordar que aquellos eventos merecen una reflexión atenta, pues representaron un cambio de rumbo y de época en la Iglesia cristiana y en la sociedad. Esta visión más amplia es relevante porque la Reforma no es fruto de la fuerza y genio de un individuo carismático, sino resultado de un movimiento de reforma de la Iglesia, cuyas raíces se adentran la Edad Media, remontando al movimiento de Jan Huss, en la Bohemia (siglo 14), de John Wyclif, en Inglaterra (siglo XIV) y otros. Se puede incluso volver hasta San Francisco con la sorpresa que provocó al seguir casi literalmente el evangelio de Jesucristo (siglo 12), precedido por los movimientos de los cátaros (= puros) y de los valdenses.

La visión que se tiene de la Reforma normalmente padece de la limitación que tenemos para comprender la época de su emergencia. El mismo Lutero, joven talentoso doctor de la Sagrada Escritura, profesor en la Orden Agustiniana, asistía a veces perplejo los acontecimientos. La Contra-Reforma, como respuesta de la Iglesia de Roma a la Reforma Luterana, también asumió desafíos jamás imaginados en la Iglesia. Es importante por lo tanto asociar a este movimiento personas brillantes en la vida cristiana como Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y Ignacio de Loyola. Esto significa asumir hoy el desafío de la reflexión sobre la Reforma con humildad y reiterada capacidad de escuchar su mensaje con un corazón atento, inteligencia y apertura de espíritu.

En este artículo, pretendo retomar temas centrales en la teología de Lutero, desde la perspectiva latinoamericana. En el texto programático de la Cátedra de Lutero, del Programa de Post-Grado de Faculdades EST, en São Leopoldo, Brasil, en 2011, Vítor Westhelle escribió que, en las últimas décadas, la investigación sobre Lutero ha puesto nuevos aportes que provienen, por ejemplo, de Finlandia (Tuomo Mannermann), de Suecia (Gustaf Wingren), de Dinamarca (Regin Prenter), de Suiza (Gerhard Ebeling), de los EUA (Gerhard Forde) y de Alemania (Oswald Beyer). Especialmente, la investigación finlandesa y sueca ha hecho descubiertas desconcertantes que trabajos anteriores centro-europeos no habían detectado (Westhelle s.f.). Considero importante mencionar acá las relecturas de la teología latinoamericana como la de Walter Altmann, Lutero e libertação, que en 2016 ha recibido una 2ª edición revisada y actualizada (Altmann 2016); la investigación de Guillermo Hansen, En las fisuras. Esbozos luteranos para nuestro tiempo (2010); o los dos libros de Vítor Westhelle, publicados en EUA: el primero traducido al portugués como O Deus escandaloso. O uso e abuso da cruz (2008); el segundo publicado en 2016 con el sugestivo título: Transfiguring Luther (2016). También recuerdo la reciente publicación de Martin Hoffmann, La locura de la cruz (2014) Y debo mencionar igualmente la biografía reciente de Lutero publicado por el historiador brasileño Martin N. Dreher, De Luder a Lutero (2014). Y el último ejemplo es la gran obra colectiva Radicalizando la Reforma, en cinco volúmenes y que fue publicada en alemán e inglés en Alemania, en 2015. De esta obra se hizo una selección publicada por Editorial Sebila (Hoffmann, Beros y Mooney 2016)[1]. No se puede olvidar todavía el gran proyecto de la traducción de Obras seleccionadas del propio Martín Lutero (1987) en Brasil, proyecto conjunto de las dos iglesias luteranas en el país (¡ya con 13 volúmenes publicados!), y desde mediados de los años 1960 la edición en español de Obras seleccionadas del reformador por editoriales de Buenos Aires. En este caso estas obras permiten acceso directo a la teología de Lutero, lo que habrá de proporcionar reiteradas nuevas relecturas de su pensamiento. Estos son ejemplos de cómo se puede encontrar en la teología de Lutero posibilidades para un confronto crítico con aquel misterio que nos captura, salva, liberta y envía hacia el servicio liberador y transformador en el mundo. Yo he escogido algunos de estos temas generadores, como escribía Paulo Freire.

1. Teología de la cruz: la liberación de la teología

La cruz constituye el núcleo del pensamiento de la Reforma y de la teología de Lutero. Si Cristo es el centro de la teología cristiana, esta nace en la cruz y a partir de ella. Para Lutero la cruz es la marca distintiva de la “verdadera teología”, como aparece en las tesis del Debate de Heildelberg (1518) o en la interpretación de los Salmos (1519-1521), en cuyos textos se va a encontrar una innovación teológica, es decir, Dios, creación y humanidad son releídos “a partir del evento de la cruz” (Hansen 2010, 51), contraponiendo ésta a la teología escolástica que Lutero llama de “teología de la gloria”. En la tesis 21 Lutero afirma: “El teólogo de la gloria afirma ser bueno lo que es malo, y malo lo que es bueno; el teólogo de la cruz dice las cosas como ellas son”. Esto significa asumir muchos riesgos, entonces y hoy por supuesto.

La novedad de esa teología consiste, en primer lugar, en la inseparabilidad entre la cruz y la justicia de Dios. Westhelle se pregunta por qué Lutero buscaba un Dios misericordioso. La investigación ha revelado que la preocupación de Lutero era la búsqueda de un monje medieval sobrecargado por un sentimiento de culpa que la mentalidad moderna no consigue comprender más. Esta búsqueda ha llevado al reformador afligido por sus pecados a preguntarse sobre lo que significa la justicia de Dios. Westhelle (2008, 50ss) esclarece algo importante: la pregunta de Lutero no es la tradicional pregunta antropocéntrica por la teodicea, es decir, cómo justificar el mal en el mundo que Dios ha creado. La pregunta de Lutero es teocéntrica. Su deseo más ardiente es entender lo que Dios considera como justicia. Esta cuestión lo llevó a unir lo que, aparentemente, sería imposible: ¿cómo Dios puede ser justo y, al mismo tiempo (simul), amoroso, gracioso, redentor, libertador?

Las respuestas de la teología medieval (Anselmo, Abelardo) no satisfacían a Lutero, pues él continuaba atormentado por el Dios juez implacable que exigía justicia, rectitud y amor en su ley [y para Lutero la ley es buena]. En la Carta a los Romanos Lutero advirtió una luz que lo ha atraído y libertado: “la justicia de Dios se revela en el evangelio, de fe en fe, como está escrito: el justo vivirá por fe” (1.17). Este conocimiento de Dios lo iluminó y libertó, pues Pablo completa su pensamiento al afirmar que Cristo es la justicia de Dios, y este es el “crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles” (1 Corintios 1.23). Cristo es la revelación de la “sabiduría de Dios”, el lado inverso de la sabiduría del mundo, que incluye toda la filosofía y la ciencia conocida entonces.

Lutero ha expresado este descubrimiento en muchos escritos, pero paradigmáticamente en las tesis del Debate de Heildelberg, especialmente las tesis 19-22 (Lutero 1987, 19-21). En las tesis 19 y 20, él escribe: “No se puede designar condignamente de teólogo quién ve las cosas invisibles de Dios y las comprende por medio de aquellas que están hechas, pero sí quién comprende las cosas visibles y posteriores de Dios al verlas por los sufrimientos y por la cruz”. En la cruz, escondido en debilidad, sufrimiento y muerte, encontramos a este Dios. No como nosotros lo deseamos, sino como él se ha revelado y se entrega a nosotros.

Tal percepción de Dios se contrapuso a la teología escolástica. Lutero se hizo opositor de la filosofía como propedéutica para la teología, atacando especialmente a Aristóteles. La filosofía tiene su lugar, por ejemplo, en lo que se refiere a la economía, política y al orden humano de la vida. Ahí sus lecciones son válidas y necesarias. Pero cuando se trata de la teología y de la palabra de Dios, hay que empezar no por la sabiduría humana, sino allí donde Dios mismo se quiso mostrar. Lutero comprendió este non sense (tontería) y pasó a defender que la teología es una realidad sufrida y vivida, primero por Dios mismo, y en él, por nosotros como escribió el teólogo argentino G. Hansen[2]. En la explicación de la tesis 20, Lutero escribe: “las cosas posteriores y visibles de Dios [Lutero se refiere aquí al encuentro de Moisés con Dios, cf. Éxodo 33.17-21] son opuestas a las invisibles, o sea, la humanidad, la debilidad, la estulticia, como en 1 Corintios 1.25, que habla “de la debilidad y de la locura de Dios”. Pablo afirma ahí que a Dios le pareció bien salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Es en la cruz, en el Cristo crucificado que “están la verdadera teología y el verdadero conocimiento de Dios”.

Westhelle alerta para un peligro: domesticar este escándalo de tal modo que no tiene más consecuencias para la vida cristiana. Él recuerda que, en un sermón de 1525, Lutero hace una distinción entre el “discurso sobre la pasión” y la “práctica de la pasión”, afirmando que quién se esmera en el primer caso es el diablo. Como explica Westhelle: “Su argumento es casi como el de Job contra sus amigos. Si necesario, es mejor culpar a Dios, ese Dios oculto e inefable (deus absconditus), que intentar explicar los caminos de Dios, es decir, justificar Dios” (2008, 67).

El absurdo de encontrar a Dios donde no se podría – humanamente – imaginarlo precisa ser reafirmado a cada tiempo y lugar. En alguna medida, la teología de la liberación ha hecho algo semejante al situar el encuentro con Cristo crucificado hoy en el pobre, en las personas vulnerables, en los pueblos originarios, en las mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad. Westhelle afirma que también en la narrativa de Navidad tenemos la presencia de esa cruz, una vez que la divinidad se revela de forma indirecta. Dios se manifiesta “en el pesebre, el poder en la fragilidad, la sabiduría en la estulticia” (2008, 67).

Esta abscondidad de Dios cuestiona todas las tentativas humanas de encapsular a Dios en fórmulas o esquemas. Es necesario dejarnos cuestionar por esta cruz y asumirla como “sabiduría de Dios”, aunque nos parezca absurdo y sin sentido. Solo así podremos comprender por qué aquel justo que fue crucificado – en la angustia extrema – clamó: “¡Oh Dios, mi Dios! ¿Por qué me has abandonado?” (Mateo 27.46).

La teología da cruz encontró una relectura provocativa en la teología de la liberación cuando esta asume una perspectiva eminentemente política. Leonardo Boff contribuyó con uno de sus mejores libros, Paixão de Cristopaixão do mundo (1978). Él escribió lo siguiente, en un sentido muy cercano al de Lutero:

Dios debe ser buscado sub contrario. Allá donde parece no haber Dios, allá donde parece que él se ha retirado: allá está máximamente Dios. Esa lógica contradice la lógica de la razón, pero es la lógica de la cruz. Esa lógica de la cruz es escándalo para la razón y debe ser así mantenida porque solo así tenemos un acceso a Dios que de otra manera jamás tendríamos. La razón busca la causa del dolor, las razones del mal. La cruz no busca causa ninguna; ahí mismo en el dolor Dios está máximamente. [... la cruz] se debe mantener como cruz, como una tiniebla delante de la luz de la razón y de la sabiduría de este mundo (Boff 1978, 136).

Sin embargo, acá también es necesario precaución, pues en América Latina fácilmente se puede caer en el dolorismo fatalista de la religiosidad latinoamericana. Por esta razón, aceptar el sufrimiento como parte de la realidad de la vida no significa aceptación masoquista de él. En buena tradición cristiana, significa antes lucha contra el mal y sus causas, resistencia al pecado y a la fatalidad de la vida. Es por esto que en la petición de Jesús en su máxima oración se aprende a decir con fe: “y no nos dejes caer en tentación, sino que líbranos del mal”. La tentación del conformismo es real, pero Jesús advierte: en el mundo habremos de vivir en medio de las tentaciones, siempre, sin embargo la oración nos da fuerzas para no caer en ellas. Él nos enseña a resistir al mal – o en otra interpretación posible, a resistir al Malo – y para esta lucha nos envía su Espíritu (Zwetsch 2015, 318).

En la evaluación de L. Boff, la teología de la cruz nos conduce al camino de la compasión con los crucificados de todos los tiempos. Esta consecuencia de nuestra fe es fundamental para evitar un desvío espiritualizante. Como ha escrito Boff, “Dios asume la cruz en solidaridad y amor con los crucificados, con aquellos que sufren la cruz. Dice a ellos [y ellas]: aunque absurda, la cruz puede ser camino de una gran liberación. Con tanto que tú la asumas en la libertad y el amor” (1978, 144).

Sin embargo, hay un tipo de sufrimiento absurdo y sin sentido en el mundo, que no cabe justificar. Con Cristo y en la fuerza de su Espíritu, es preciso asumirlo en lo más profundo del dolor y solidaridad. Este sufrimiento precisa ser denunciado permanentemente, sin treguas. Pero, hay otro tipo de sufrimiento libremente aceptado en medio de la lucha por la vida, contra la opresión y la injusticia. Este segundo tipo presenta un nivel de dignidad humana incomparable porque adquiere un sentido vicario: sufrir por el evangelio y por el otro, sufrir para que otra persona o pueblo sea liberado y tenga vida, este paso extremo es sí parte del evangelio del amor de Dios. Tal sufrimiento tiene la fuerza de negar el sistema de este mundo porque no acepta la inevitabilidad del mal, una vez que se sustenta no en el poder humano sino que en el poder del amor divino, de la libertad mayor que solo la muerte puede cesar. Y aún así, no habría cómo apagar la promesa de resurrección, de la vida plena que ya vivimos in spe, es decir, en esperanza como afirmó Pablo. L. Boff afirma que esta “actitud libre y liberadora exaspera a los agentes del sistema [...]” (1978, 152). Hay un gesto subversivo en el dolor y en el sufrimiento solidario, pero a ninguna persona le está permitido justificar este lugar y momento.

Aquí me permito recordar a nuestros mártires de América Latina. Centroamérica tiene muchos nombres conocidos y tantas otras personas anónimas que murieron por su fe y contra el sistema de injusticias que mantiene a nuestra gente bajo la pobreza, la indignidad y la tristeza. Recuerdo con reverencia los mártires de El Salvador, los jesuitas compañeros de Ignacio Ellacuría, las dos mujeres que murieron en manos inicuas. Hago memoria de Don Oscar Romero, obispo de El Salvador. Hago memoria del Pastor Martin Luther King en los Estados Unidos, muerto por luchar por los derechos del pueblo negro. Hago memoria del trabajador del caucho Chico Mendes, que en la Amazonía brasileña luchó por los pueblos de la selva y por el medio ambiente. Hago memoria de la hermana Dorothy Stang, misionera norteamericana que dedicó su vida a pobres campesinos y pueblos indígenas en Brasil. Hago memoria del pastor Dietrich Bonhoeffer que luchó contra el nazismo y pagó con su vida esta osadía de la libertad de la fe. Habría mucha más gente que recordar en este momento. Les pido que lo hagan por sí mismos y en reverencia por sus amigos y amigas que han dado la vida por el evangelio de Jesús y la vida de nuestros pueblos.

[Momento de silencio]

Una última observación en este tópico: en Lutero encontramos una denuncia permanente contra toda pretensión humana de justificarse frente a Dios. Sobre el servo arbitrio humano, él escribió en las tesis de Heidelberg (22-24) que el ser humano es esclavo de sus deseos y lucha por su satisfacción, pero en la medida en que los realiza, quiere más, es insaciable. Por esto, para Lutero “el amor al dinero crece en la medida en que crece el propio dinero”, lo que él llama “hidropesía del alma”. Lo mismo ocurre con todos los deseos humanos, incluyendo el deseo de agradar a Dios. Lutero considera tal deseo como pecado, pues este deseo solo manifiesta la soberbia humana, principalmente de los “sabios y entendidos”. En ese sentido, su interpretación del Magnificat de María es ejemplar (Lucas 1.46-55), pues él ve en aquella joven campesina el modelo de la verdadera fe y humildad, sin sofismas o astucia. Justamente aquella que no ha buscado a Dios, fue por él contemplada con el embarazo del niño que habría de tornarse Salvador del mundo, su liberador. Esta humildad jamás le será arrebatada. Por esto ella fue considerada mujer bendita. Lo que desconcierta en el salmo de María es la consecuencia de la acción misericordiosa de Dios que en ella se ha manifiesto tan graciosamente. María canta: “Su brazo llevó a cabo hechos valerosos; arruinó a los soberbios con sus maquinaciones. Sacó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes. Repletó a los hambrientos de todo lo que es bueno y despidió vacíos los ricos”. Este salmo tiene vigencia hasta hoy y su olvido es un testimonio en contra de nuestras iglesias y la tibieza de nuestra fe (Zwetsch 2016a).

Desde los principios de la iglesia cristiana, palabras como las del salmo de María, de Lutero, de otros profetas y profetisas de nuestra época han sido siempre motivo de grandes controversias, pues no dejan margen para falsas justificativas cuanto a los sistemas de opresión e injusticia. Nosotros no podemos ser ingenuos. El sistema sabe cómo espiritualizar los sentimientos cristianos, arrancándoles de la cruda realidad de muerte en que vivimos. Estas palabras también dicen a quién rescata y dignifica Dios en primer lugar. Esto significa que la gracia liberadora se manifiesta normalmente de modo sub contrario, en las huellas de la cruz y de los crucificados, y no en las manifestaciones de éxito y de los privilegiados de la sociedad.

2. Tareas programáticas para hoy

En esta parte avanzo sugerencias reunidas por Vítor Westhelle en el inicio de la Cátedra de Lutero, en nuestro Programa de Post-Grado en Brasil, ya mencionada (Westhelle s.f.). Uno de los desafíos de la teología en América Latina es la relectura bíblica. Ella es imprescindible porque a cada momento las respuestas antiguas se muestran sin sentido para la vida concreta. Pensemos en la participación de las mujeres cristianas en el ministerio de la iglesia, en la acogida de personas homoafectivas en las comunidades, en el respeto y comunión para con personas con discapacidad, en la lucha por dignidad de los pueblos indígenas, de afroamericanos, de miles de migrantes que buscan sobrevivir en situaciones extremas y a veces dramáticas (como pasa con africanos en el Mediterráneo actualmente, o con los millares de refugiados de Siria en Europa). En estas situaciones, la clave de interpretación del texto bíblico y de la tradición habrá de considerar lo que es central en el mensaje evangélico y lo que es aceptable, pero no exigencia. Pablo tuvo de lidiar con cuestiones concretas en la comunidad de Corinto cuando respondió sobre “días santos” o “carnes sacrificadas a ídolos”. Hoy día, nuevas interrogantes exigen de nosotros discernimiento cuanto a la distinción entre ley y evangelio. Si la ley mata, el Espíritu – ámbito de la acción del evangelio– libera (2 Corintios 3.17). El mensaje cristiano tiene en su fundamento la experiencia de la libertad, como lo afirmó Pablo: “¡Jesucristo nos ha hecho libres! ¡Libres de verdad!” (Gálatas 5.1). Esta libertad sin embargo no es individualista, pero se realiza en el amor de unos para con los otros, en el amor mutuo que edifica la otra persona, sin generar dependencia. Esta es una concepción del amor que apunta a la convivencia de los diferentes que se aceptan y cooperan para algo que va más allá de ambos. Es amor creativo, liberador.

En tal concepción del mensaje evangélico, hay un componente de osadía como escribió Westhelle. En nuestras comunidades luteranas de América Latina y Caribe, no seremos suficientemente luteranos, si no nos atrevemos a hacer preguntas incómodas a nuestra tradición y al evangelio. Solo llegaremos a nuevas respuestas cuando logremos romper con prejuicios los de los cánones dominantes en las iglesias y en la sociedad. Pues tales cánones nos mantienen prisioneros de sistemas e ideas que provocan injusticia y muerte sin fin. Es el caso del neoliberalismo que domina el mundo actualmente.

Hay hechos que asimismo nos señalan pequeñas luces. Uno de los fenómenos más interesantes que ocurren actualmente ha sido el acercamiento de la teología pentecostal con la teología ecuménica. El proyecto de RELEP – Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales – reúne teólogos, teólogas e investigadores sociales que han producido un buen acerbo de estudios llenos de esperanza. Hay un potencial no trabajado en la “libertad cristiana” que el Espíritu confiere a quienes se dejan mover por él en este momento.

Otras demandas urgentes se refieren a las cuestiones de la lucha por justicia y la dignidad humana, como la demanda urgente por el trabajo, tierra y techo, como lo afirmó el Papa Francisco en el Encuentro Internacional de Movimientos Populares. Y hay que mencionar también la lucha por la preservación ambiental, el cuidado de la tierra, especialmente la defensa y el cuidado de las personas empobrecidas o vulnerables. La teología que no esté atenta a estos gritos puede tornarse superflua o – peor – cómplice de la opresión y desgracia de muchos. Pierde así su fuerza de liberación y transformación, además de olvidarse de su misión al servicio del evangelio de la vida y del amor liberador. Teología, como afirmó Gustavo Gutiérrez, es tarea segunda, pero imprescindible en la iglesia y junto al Pueblo de Dios.

3. Las mujeres en el movimiento de la Reforma[3]

En la última parte del texto quisiera llamar la atención a una de las más vergonzosas ausencias en la historiografía de la Reforma: la participación de las mujeres en el movimiento. Ellas fueron silenciadas e invisibilizadas. Investigaciones recientes hechas por teólogas y teólogos solidarios insisten en este punto: la Reforma no habría acontecido sin las mujeres, como defiende Martin H. Jung (Beise Ulrich 2016, 73ss). La teóloga luterana brasileña Claudete Beise Ulrich viene realizando investigaciones con el fin de rescatar algo de esa historia. Ella demostró cómo algunas de esas mujeres fueron más que simples soportes del movimiento, conformando liderazgos con un rol teológico incluso. Es el caso de Argula von Grumbach, una mujer de familia noble de Baviera y que recibió educación formal desde niña en la casa de Alberto IV, príncipe de Baviera. A los diez años la niña recibió de su padre un presente raro y valioso: una Biblia. En 1522, un joven profesor de la Universidad de Ingolstadt, Arsacius Seehofer, ex-alumno de Melanchton, fue obligado a retratarse públicamente por sus ideas reformatorias. En 1523, Argula escribió una carta a la directiva de la Universidad y al príncipe de Baviera solicitando explicaciones sobre lo sucedido con el profesor. Argula sabía leer y escribir y tenía conocimientos bíblicos. Ella escribió en otra ocasión: “Aun si se diese el caso que Lutero negara todo lo que ha dicho –que Dios no lo permita–, eso no cambiaría en nada mi opinión. Yo no edifico mi creencia sobre la opinión de Lutero o de cualquier otra persona, sino sobre la verdadera roca: Jesucristo”. La investigación reveló que Argula von Grumbach es una de las primeras escritoras y teólogas protestantes. Ella escribió cartas que han sido publicadas en forma de panfletos. En ellas defendió la Reforma Protestante con argumentos teológicos y citas bíblicas como Joel 2.27s, Gálatas 3.27s. Mantuvo correspondencia y conversaciones personales con los reformadores y Lutero la reconoció como “un instrumento especial de Cristo”. Hay muchos otros ejemplos como la duquesa Elisabeth von Calenberg-Göttingen, y otras que empiezan a ser conocidas en las iglesias luteranas, pero aquí quisiera recordar particularmente la esposa de Lutero.

La vida de Katharina von Bora, nacida en 1483, impresiona. En 1504 ella entró al monasterio de Brehna, mudando después para el monasterio de Nimbschen, en 1508. La teóloga brasileña Heloisa Dalferth ha hecho un rescate de la biografía de esa extraordinaria mujer (2000)[4], pero no encontró ningún documento de ella misma, solo registros indirectos, algunos de los cuales hechos por Lutero que consideró su matrimonio con Katharina la mejor decisión que tomó en su vida. Desde 1521 varios monjes pasaron a casarse como resultado del movimiento. Amigos de Lutero lo habían incentivado en ese sentido. Lutero conoció a Katharina después que ella abandonó el monasterio con otras once monjas y buscó refugio en Wittenberg. Lutero hizo un intento de que se casara con el pastor Kaspar Glatz. Katharina respondió al emisario que de ningún modo se casaría con aquel hombre, pero si Lutero la aceptara como esposa, ella no se recusaría. El matrimonio aconteció en junio de 1525, en celebración privada en un antiguo monasterio agustiniano, el Schwarzes Kloster, donde la pareja pasó a residir por un tiempo. El matrimonio fue bendecido con dos hijos y cuatro hijas. Tras el matrimonio, Katharina asumió todas las tareas de administración de la casa, siempre llena de visitantes y estudiantes. Como profesor universitario, Lutero recibía un sueldo anual, duplicado después del matrimonio y aumentado más tarde, además de una ayuda del príncipe de Dinamarca, colaborador del movimiento de la Reforma. Los editores de los libros de Lutero ofrecían una remuneración anual, pero Lutero siempre se negó a recibirlas, alegando que así ellas podrían vender sus libros por precio más barato, además de afirmar que este don era regalo de Dios. Ocurre que esto representó una vida familiar llena de dificultades. Katharina, como excelente administradora, con sus ayudantes y empleados, tuvo la idea de organizar una huerta, criaba animales y reformó el monasterio para recibir huéspedes estudiantes que pagaban por la estadía.

Heloisa G. Dalferth cuenta que Katharina era una mujer activa y organizada. En una de sus charlas de sobremesa, Lutero la llama “la estrella de la mañana de Wittenberg”. En sus cartas, el elogio para su esposa es evidente. Él la llamaba de “mi simpática [...] Katharina Luther, doctora, predicadora de Wittenberg, mi querida ama-de-casa, doctora Luther de Wittenberg”. En muchos momentos Katharina llegó a participar de decisiones importantes de la vida de la iglesia evangélica que se estaba organizando, como en la selección de los pastores para las comunidades.

Después de la muerte de Lutero, la vida se hizo aún más difícil para Katharina y sus hijos, sobre todo porque de acuerdo con las costumbres de la época, ella tuvo que aceptar del príncipe tutores que se harían responsables por ella, algunos de los cuales tomaron parte de sus bienes. Cuando la guerra de Esmalcalda, Katharina tuvo que huir, intimidada a dejar la ciudad por ser la Lutherin. Ella se vio obligada a vender cálices de plata y joyas para sustentarse y sustentar a sus hijos. Desesperada, enferma y sin recursos, fue ayudada por el rey Christian III de Dinamarca, que le envió el dinero que la sustentó por un tiempo. La familia quedó muy pobre. Cuando apareció la peste en 1552 en Wittenberg, Katharina enfermó y vino a fallecer en diciembre de aquel año, siendo sepultada con honores en la iglesia de St. Marien en Wittenberg.

El legado de Katharina von Bora para la causa de la Reforma es una tarea pendiente de la investigación histórica. Sin embargo, se puede afirmar que la presencia de teólogas luteranas en la teología feminista lleva adelante algo de la osadía de aquellas mujeres pioneras que arriesgaron su vida saliendo de los monasterios, enfrentado toda suerte de peligros para vivir su fe en libertad y nuevas formas de servicio, una vez que interfirieron en la iglesia, en los debates teológicos y en la vida pública. Las teólogas luteranas y protestantes en muchas partes del mundo testimonian la participación, la fuerza y la relevancia de su contribución crítica en los procesos eclesiales y en la investigación teológica. Revelan con su trabajo inédito algo invisibilizado del mensaje liberador de la Reforma, mensaje que hoy día sobrepasa los límites eclesiales y se adentra en espacios más amplios de la vida y de la sociedad. No es fortuito que la teología feminista haya conquistado hoy día un lugar importante y profético en nuestras iglesias e instituciones teológicas. Hay que escuchar con mucha atención a nuestras hermanas y aprender a caminar con ellas[5].

Conclusión

La teología de Lutero continúa repercutiendo en todo el mundo. La investigación de su legado es de tal volumen que es imposible seguirla. Por esta razón, especialistas se reúnen periódicamente para ponerse al día como grupo de investigación y debate. Las diferencias son grandes en la interpretación, selección de temáticas, aportes y resultados. De hecho, hay que escoger miradas o puntos de vista para la interpretación. Los desafíos son muchos y ciertamente guardan sorpresas aún no detectadas, pese a todo empeño.

En este texto destacamos la teología de la cruz como fundamento de la teología de Lutero y procuramos demostrar como a partir de ella se puede renovar la teología cristiana hoy. Esto significa que en el camino del Crucificado somos desafiados a solidarizarnos personal y comunitariamente con el rescate de la vida de todas las personas que hoy continúan siendo sacrificadas en el altar del sistema económico que domina el mundo. El sufrimiento humano tiene límites y no hay que justificarlo, pero sí asumirlo en la senda de la libertad cristiana y del proceso histórico de liberación, siempre nuevo y exigente.

Entre las tareas programáticas resaltan nuevos retos a nuestras iglesias, comunidades y pueblos. Entre ellas urgen las siguientes: el ministerio de las mujeres, la acogida de las personas homoafectivas en nuestras comunidades, la defensa de las personas vulnerables frente al sistema cruel que excluye y marginaliza quienes no sirven más a sus intereses económicos como pueblos indígenas, los pueblos afroamericanos, las personas con discapacidad, las mujeres y los niños. Hay que rescatar las implicaciones de la vivencia de la libertad cristiana. Un reto particular es el diálogo con la teología pentecostal y sus iglesias libres.

Por fin, el texto rescata la inolvidable participación de las mujeres en el movimiento de la Reforma y traza un hilo entre aquellas mujeres extraordinarias y sus hermanas de hoy que elaboran la teología feminista y las relaciones de género con competencia y coraje. Vivimos un momento muy difícil en el mundo, pero la fe cristiana y el evangelio de la libertad en Cristo nos convoca a un seguimiento libertario y liberador. Jesucristo nos apunta un camino y dejó una promesa: “Si ustedes escuchan/siguen mis enseñanzas, serán verdaderamente mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8.31).

Bibliografía

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Beise Ulrich, Claudete. 2016. “A atuação e a participação das mulheres na reforma protestante do século XVI”. Estudos de Religião 30, Nº 2: 71-94.

Boff, Leonardo. 1978. Paixão de Cristo – paixão do mundo. Os fatos, as interpretações e o significado ontem e hoje, 2ª edición. Petrópolis: Vozes.

Dalferth, Heloisa Gralow. 2000. Katharina von Bora. Uma biografia. São Leopoldo: Sinodal.

Dalferth, Heloisa Gralow y Claudete B. Ulrich. 2017. Mulheres na Reforma Protestante. São Leopoldo: Sinodal.

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Lutero, Martinho. 1987. Obras selecionadas. Vol. 1. Os primórdios. Escritos de 1517 a 1519. São Leopoldo: Sinodal; Porto Alegre: Concórdia.

Lutero, Martim. 2015. Magnificat. O louvor de Maria. São Leopoldo: Sinodal; Aparecida: Santuário.

Renders, Helmut. 2016. “Radicalizando a Reforma: nova coletânea traduz as análises e intuições da teologia da Reforma Protestante para o século 21”. Estudos da Religião 30, nº 2: 229-240.

Westhelle, Vítor. 2008. O Deus escandaloso. O uso e abuso da cruz. Traducido del alemán por Geraldo Korndörfer. São Leopoldo: Sinodal, EST.

Westhelle, Vítor. s.f. Por que Lutero é importante para a América Latina. (texto inédito).

Westhelle, Vítor. 2015. 500 anos da Reforma. Luteranismo e cultura nas Américas. Cadernos de Teologia Pública (Unisinos) v. 12, nº 97.

Westhelle, Vítor. 2016. Transfiguring Luther. Eugene: Cascade.

Zwetsch, Roberto E. 2015a. Conviver. Ensaios para uma teologia intercultural latino-americana. São Leopoldo: Sinodal, EST.

Zwetsch, Roberto E. 2015b. Missão como com-paixão. Por uma teologia da missão em perspectiva latino-americana, 2ª edición revisada. São Leopoldo: Sinodal; Quito: CLAI.

Zwetsch, Roberto E. 2016a. Lutero, justiça social e poder político. Aproximações teológicas a partir de alguns de seus escritos. Cadernos de Teologia Pública (Unisinos) v. 13: 3-20.

Zwetsch, Roberto E. 2016b. “Teria a teologia de Lutero relevância para a América Latina? Reflexões interessadas a partir de teologia de Lutero no contexto dos 500 anos da Reforma luterana (1517-2017)”. Espaços (São Paulo) 24, nº 2: 133-155.

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www.evlks.de/FrauenderReformation [Este sitio trae informaciones sobre el Programa Frauen der Reformation que reúne mujeres de Italia, Austria, Holanda y Alemania. Participación de la Federación Luterana Mundial – América Latina y Caribe: Red de Mujeres y Justicia de Género: http://redemulheresluteranas.blogspot.com/inicio.html]

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Roberto E. Zwetsch, Pastor y teólogo luterano, profesor de Faculdades EST, São Leopoldo, RS, Brasil.

rezwetsch@gmail.com

Recibido: 19 de abril de 2017

Aprobado: 6 de junio de 2017

 

 

 



[1] Esta obra ya está traducida al portugués y será lanzada por la Editora Sinodal, de São Leopoldo, todavía en el primer semestre de 2017. Para una visión del conjunto del proyecto, cf. Renders (2016). 

[2] Hansen, 2010, p. 53.

[3] Hay un proyecto internacional de mujeres e investigadoras luteranas que viene trabajando el rescate de la participación de las mujeres en el movimiento de la Reforma. Para el acceso a esas informaciones, cf. www.evlks.de/FrauenderReformation

[4] Esta autora y Claudete B. Ulrich acaban de lanzar en Brasil la obra Mulheres na Reforma Protestante (2017), que deberá ser un marco en esos estudios en el país y una importante contribución a la teología latino-americana.

[5] En la Facultades EST, de Brasil, hay un importante Programa de Género y Religión que desarrolla intenso trabajo de estudios e investigaciones, además de una significativa inserción en comunidades de fe y en la lucha por justicia de género y equidad en las relaciones entre las personas.