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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 37 Número 1
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Cátedra de Teología Latinoamericana UBL 19-20 de abril,
2017 - San José, Costa Rica La Reforma y las reformas Aportes inter-contextuales desde
América Latina |
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La teología de la
Reforma en América Latina. ¿Qué contribución
tendrá? pp. 235-254 Roberto E. Zwetsch |
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Resumen: El sistema
mundial se hace más violento cada día contra los grupos y personas marginales
de la sociedad. El texto intenta rescatar algo de la radicalidad de aquel
movimiento. La mirada es desde la periferia del sistema dominante, desde la
gente invisible que sin embargo guarda la llama de la fe por debajo de las
cenizas del tiempo. ¿Qué contribución pueden aportar nuestras iglesias en
este momento históricos? Abstract: The world
system becomes daily more violent against marginalized groups and persons in
the society. This text seeks to bring out some of the radical nature of that
movement. Its perspective is from the periphery of the dominant system, from
the invisible people who nevertheless guard the flame of faith underneath the
ashes of the time. What contribution can our churches make in this historic
moment? Palabras claves: teología
de Lutero, teología latinoamericana, desafíos actuales de la realidad
eclesial y social de América Latina. Keywords: Luther’s theology, Latin American theology, current challenges to the
social and ecclesial reality of Latin America. |
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Introducción
“Crux sola est nostra theologia” Martín Lutero, WA 5,
p. 176. En 2017 el aniversario de los 500 Años de la Reforma
del siglo 16 (1517-2017) desafía las iglesias evangélicas del movimiento
reformatorio en el mundo a confrontarse con su propia historia y la
importancia del redescubrimiento del evangelio de Jesucristo hecha por el
monje agustiniano Martin Lutero. Lutero es personaje central de los cambios
que ocurren en el inicio del siglo 16. Pero es importante recordar que Lutero
viene de un contexto marginal en la Europa de entonces. Alemania era
periferia en Europa. La oportunidad de esa conmemoración permite la retomada
de muchos textos de Lutero de un modo crítico y relecturas innovadoras de su
teología, sin caer en mimetismos vacíos o el “mal del archivo” como en
ciertas investigaciones historicistas. Este acercamiento exige, por otra parte, ciertos
cuidados para que no caigamos en un triunfalismo fácil o inepto. Coherentes
con el descubrimiento de Lutero y otros reformadores antes de él y junto
con él, podemos ciertamente concordar que aquellos eventos merecen una
reflexión atenta, pues representaron un cambio de rumbo y de época en
la Iglesia cristiana y en la sociedad. Esta visión más amplia es relevante
porque la Reforma no es fruto de la fuerza y genio de un individuo
carismático, sino resultado de un movimiento de reforma de la Iglesia, cuyas
raíces se adentran la Edad Media, remontando al movimiento de Jan Huss, en la
Bohemia (siglo 14), de John Wyclif, en Inglaterra (siglo XIV) y otros. Se
puede incluso volver hasta San Francisco con la sorpresa que provocó al
seguir casi literalmente el evangelio de Jesucristo (siglo 12), precedido por
los movimientos de los cátaros (= puros) y de los valdenses. La visión que se tiene de la Reforma normalmente
padece de la limitación que tenemos para comprender la época de su
emergencia. El mismo Lutero, joven talentoso doctor de la Sagrada Escritura,
profesor en la Orden Agustiniana, asistía a veces perplejo los
acontecimientos. La Contra-Reforma, como respuesta de la Iglesia de Roma a la
Reforma Luterana, también asumió desafíos jamás imaginados en la Iglesia. Es
importante por lo tanto asociar a este movimiento personas brillantes en la
vida cristiana como Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y Ignacio de Loyola.
Esto significa asumir hoy el desafío de la reflexión sobre la Reforma con
humildad y reiterada capacidad de escuchar su mensaje con un corazón atento,
inteligencia y apertura de espíritu. En este artículo, pretendo retomar temas centrales
en la teología de Lutero, desde la perspectiva latinoamericana. En el texto
programático de la Cátedra de Lutero, del Programa de Post-Grado de
Faculdades EST, en São Leopoldo, Brasil, en 2011, Vítor Westhelle escribió
que, en las últimas décadas, la investigación sobre Lutero ha puesto nuevos
aportes que provienen, por ejemplo, de Finlandia (Tuomo Mannermann), de
Suecia (Gustaf Wingren), de Dinamarca (Regin Prenter), de Suiza (Gerhard
Ebeling), de los EUA (Gerhard Forde) y de Alemania (Oswald Beyer).
Especialmente, la investigación finlandesa y sueca ha hecho descubiertas
desconcertantes que trabajos anteriores centro-europeos no habían detectado
(Westhelle s.f.). Considero importante mencionar acá las relecturas de la
teología latinoamericana como la de Walter Altmann, Lutero e libertação,
que en 2016 ha recibido una 2ª edición revisada y actualizada (Altmann 2016);
la investigación de Guillermo Hansen, En las fisuras. Esbozos
luteranos para nuestro tiempo (2010); o los dos libros de Vítor Westhelle,
publicados en EUA: el primero traducido al portugués como O Deus
escandaloso. O uso e abuso da cruz (2008); el segundo publicado en 2016
con el sugestivo título: Transfiguring Luther (2016). También recuerdo
la reciente publicación de Martin Hoffmann, La locura de la cruz (2014)
Y debo mencionar igualmente la biografía reciente de Lutero publicado por el
historiador brasileño Martin N. Dreher, De Luder a Lutero (2014). Y el
último ejemplo es la gran obra colectiva Radicalizando la Reforma, en
cinco volúmenes y que fue publicada en alemán e inglés en Alemania, en 2015.
De esta obra se hizo una selección publicada por Editorial Sebila (Hoffmann,
Beros y Mooney 2016)[1].
No se puede olvidar todavía el gran proyecto de la traducción de Obras
seleccionadas del propio Martín Lutero (1987) en Brasil, proyecto
conjunto de las dos iglesias luteranas en el país (¡ya con 13 volúmenes
publicados!), y desde mediados de los años 1960 la edición en español de Obras
seleccionadas del reformador por editoriales de Buenos Aires. En este
caso estas obras permiten acceso directo a la teología de Lutero, lo que
habrá de proporcionar reiteradas nuevas relecturas de su pensamiento. Estos
son ejemplos de cómo se puede encontrar en la teología de Lutero
posibilidades para un confronto crítico con aquel misterio que nos
captura, salva, liberta y envía hacia el servicio liberador y transformador
en el mundo. Yo he escogido algunos de estos temas generadores, como escribía
Paulo Freire. 1. Teología de la cruz: la
liberación de la teología
La cruz constituye el núcleo del pensamiento de la
Reforma y de la teología de Lutero. Si Cristo es el centro de la teología
cristiana, esta nace en la cruz y a partir de ella. Para Lutero la cruz es la
marca distintiva de la “verdadera teología”, como aparece en las tesis del Debate
de Heildelberg (1518) o en la interpretación de los Salmos
(1519-1521), en cuyos textos se va a encontrar una innovación teológica, es
decir, Dios, creación y humanidad son releídos “a partir del evento de la
cruz” (Hansen 2010, 51), contraponiendo ésta a la teología escolástica que
Lutero llama de “teología de la gloria”. En la tesis 21 Lutero afirma: “El
teólogo de la gloria afirma ser bueno lo que es malo, y malo lo que es bueno;
el teólogo de la cruz dice las cosas como ellas son”. Esto significa asumir
muchos riesgos, entonces y hoy por supuesto. La novedad de esa teología consiste, en primer
lugar, en la inseparabilidad entre la cruz y la justicia de Dios. Westhelle
se pregunta por qué Lutero buscaba un Dios misericordioso. La investigación
ha revelado que la preocupación de Lutero era la búsqueda de un monje
medieval sobrecargado por un sentimiento de culpa que la mentalidad moderna
no consigue comprender más. Esta búsqueda ha llevado al reformador afligido
por sus pecados a preguntarse sobre lo que significa la justicia de Dios.
Westhelle (2008, 50ss) esclarece algo importante: la pregunta de Lutero no es
la tradicional pregunta antropocéntrica por la teodicea, es decir, cómo
justificar el mal en el mundo que Dios ha creado. La pregunta de Lutero es teocéntrica.
Su deseo más ardiente es entender lo que Dios considera como justicia.
Esta cuestión lo llevó a unir lo que, aparentemente, sería imposible: ¿cómo
Dios puede ser justo y, al mismo tiempo (simul), amoroso, gracioso,
redentor, libertador? Las respuestas de la teología medieval (Anselmo,
Abelardo) no satisfacían a Lutero, pues él continuaba atormentado por el Dios
juez implacable que exigía justicia, rectitud y amor en su ley [y para Lutero
la ley es buena]. En la Carta a los Romanos Lutero advirtió una luz que lo ha
atraído y libertado: “la justicia de Dios se revela en el evangelio, de fe en
fe, como está escrito: el justo vivirá por fe” (1.17). Este conocimiento de
Dios lo iluminó y libertó, pues Pablo completa su pensamiento al afirmar que
Cristo es la justicia de Dios, y este es el “crucificado, escándalo para los
judíos, locura para los gentiles” (1 Corintios 1.23). Cristo es la revelación
de la “sabiduría de Dios”, el lado inverso de la sabiduría del mundo, que
incluye toda la filosofía y la ciencia conocida entonces. Lutero ha expresado este descubrimiento en muchos
escritos, pero paradigmáticamente en las tesis del Debate de Heildelberg,
especialmente las tesis 19-22 (Lutero 1987, 19-21). En las tesis 19 y 20, él
escribe: “No se puede designar condignamente de teólogo quién ve las cosas
invisibles de Dios y las comprende por medio de aquellas que están hechas,
pero sí quién comprende las cosas visibles y posteriores de Dios al verlas
por los sufrimientos y por la cruz”. En la cruz, escondido en debilidad,
sufrimiento y muerte, encontramos a este Dios. No como nosotros lo deseamos,
sino como él se ha revelado y se entrega a nosotros. Tal percepción de Dios se contrapuso a la teología
escolástica. Lutero se hizo opositor de la filosofía como propedéutica para
la teología, atacando especialmente a Aristóteles. La filosofía tiene su
lugar, por ejemplo, en lo que se refiere a la economía, política y al orden
humano de la vida. Ahí sus lecciones son válidas y necesarias. Pero cuando se
trata de la teología y de la palabra de Dios, hay que empezar no por la
sabiduría humana, sino allí donde Dios mismo se quiso mostrar. Lutero
comprendió este non sense (tontería) y pasó a defender que la teología
es una realidad sufrida y vivida, primero por Dios mismo, y en él, por
nosotros como escribió el teólogo argentino G. Hansen[2]. En la explicación de la
tesis 20, Lutero escribe: “las cosas posteriores y visibles de Dios [Lutero
se refiere aquí al encuentro de Moisés con Dios, cf. Éxodo 33.17-21] son
opuestas a las invisibles, o sea, la humanidad, la debilidad, la estulticia,
como en 1 Corintios 1.25, que habla “de la debilidad y de la locura de Dios”.
Pablo afirma ahí que a Dios le pareció bien salvar a los creyentes por la locura
de la predicación. Es en la cruz, en el Cristo crucificado que “están la
verdadera teología y el verdadero conocimiento de Dios”. Westhelle alerta para un peligro: domesticar este
escándalo de tal modo que no tiene más consecuencias para la vida cristiana.
Él recuerda que, en un sermón de 1525, Lutero hace una distinción entre el
“discurso sobre la pasión” y la “práctica de la pasión”,
afirmando que quién se esmera en el primer caso es el diablo. Como explica
Westhelle: “Su argumento es casi como el de Job contra sus amigos. Si
necesario, es mejor culpar a Dios, ese Dios oculto e inefable (deus
absconditus), que intentar explicar los caminos de Dios, es decir,
justificar Dios” (2008, 67). El absurdo de encontrar a Dios donde no se podría –
humanamente – imaginarlo precisa ser reafirmado a cada tiempo y lugar. En
alguna medida, la teología de la liberación ha hecho algo semejante al situar
el encuentro con Cristo crucificado hoy en el pobre, en las personas
vulnerables, en los pueblos originarios, en las mujeres, niñas,
niños, personas con discapacidad. Westhelle afirma que también en la
narrativa de Navidad tenemos la presencia de esa cruz, una vez que la
divinidad se revela de forma indirecta. Dios se manifiesta “en el pesebre, el
poder en la fragilidad, la sabiduría en la estulticia” (2008, 67). Esta abscondidad de Dios cuestiona todas las
tentativas humanas de encapsular a Dios en fórmulas o esquemas. Es necesario
dejarnos cuestionar por esta cruz y asumirla como “sabiduría de Dios”, aunque
nos parezca absurdo y sin sentido. Solo así podremos comprender por qué aquel
justo que fue crucificado – en la angustia extrema – clamó: “¡Oh Dios, mi
Dios! ¿Por qué me has abandonado?” (Mateo 27.46). La teología da cruz encontró una relectura
provocativa en la teología de la liberación cuando esta asume una perspectiva
eminentemente política. Leonardo Boff contribuyó con uno de sus mejores
libros, Paixão de Cristo – paixão do mundo (1978). Él escribió
lo siguiente, en un sentido muy cercano al de Lutero: Dios
debe ser buscado sub contrario. Allá donde parece no haber Dios, allá
donde parece que él se ha retirado: allá está máximamente Dios. Esa lógica
contradice la lógica de la razón, pero es la lógica de la cruz. Esa lógica de
la cruz es escándalo para la razón y debe ser así mantenida porque solo así
tenemos un acceso a Dios que de otra manera jamás tendríamos. La razón busca
la causa del dolor, las razones del mal. La cruz no busca causa ninguna; ahí
mismo en el dolor Dios está máximamente. [... la cruz] se debe mantener como
cruz, como una tiniebla delante de la luz de la razón y de la sabiduría de
este mundo (Boff 1978, 136). Sin embargo, acá también es necesario precaución,
pues en América Latina fácilmente se puede caer en el dolorismo
fatalista de la religiosidad latinoamericana. Por esta razón, aceptar el
sufrimiento como parte de la realidad de la vida no significa aceptación
masoquista de él. En buena tradición cristiana, significa antes lucha contra
el mal y sus causas, resistencia al pecado y a la fatalidad de la vida. Es
por esto que en la petición de Jesús en su máxima oración se aprende a decir
con fe: “y no nos dejes caer en tentación, sino que líbranos del mal”. La
tentación del conformismo es real, pero Jesús advierte: en el mundo habremos
de vivir en medio de las tentaciones, siempre, sin embargo la oración nos da
fuerzas para no caer en ellas. Él nos enseña a resistir al mal – o en
otra interpretación posible, a resistir al Malo – y para esta lucha
nos envía su Espíritu (Zwetsch 2015, 318). En la evaluación de L. Boff, la teología de la cruz
nos conduce al camino de la compasión con los crucificados de todos
los tiempos. Esta consecuencia de nuestra fe es fundamental para evitar un
desvío espiritualizante. Como ha escrito Boff, “Dios asume la cruz en
solidaridad y amor con los crucificados, con aquellos que sufren la cruz.
Dice a ellos [y ellas]: aunque absurda, la cruz puede ser camino de una gran
liberación. Con tanto que tú la asumas en la libertad y el amor” (1978, 144). Sin embargo, hay un tipo de sufrimiento absurdo y
sin sentido en el mundo, que no cabe justificar. Con Cristo y en la fuerza de
su Espíritu, es preciso asumirlo en lo más profundo del dolor y solidaridad.
Este sufrimiento precisa ser denunciado permanentemente, sin treguas. Pero,
hay otro tipo de sufrimiento libremente aceptado en medio de la lucha por la
vida, contra la opresión y la injusticia. Este segundo tipo presenta un nivel
de dignidad humana incomparable porque adquiere un sentido vicario:
sufrir por el evangelio y por el otro, sufrir para que otra persona o
pueblo sea liberado y tenga vida, este paso extremo es sí parte del evangelio
del amor de Dios. Tal sufrimiento tiene la fuerza de negar el sistema de este
mundo porque no acepta la inevitabilidad del mal, una vez que se sustenta no
en el poder humano sino que en el poder del amor divino, de la
libertad mayor que solo la muerte puede cesar. Y aún así, no habría cómo
apagar la promesa de resurrección, de la vida plena que ya vivimos in spe,
es decir, en esperanza como afirmó Pablo. L. Boff afirma que esta
“actitud libre y liberadora exaspera a los agentes del sistema [...]” (1978,
152). Hay un gesto subversivo en el dolor y en el sufrimiento solidario, pero
a ninguna persona le está permitido justificar este lugar y momento. Aquí me permito recordar a nuestros mártires
de América Latina. Centroamérica tiene muchos nombres conocidos y tantas
otras personas anónimas que murieron por su fe y contra el sistema de
injusticias que mantiene a nuestra gente bajo la pobreza, la indignidad y la
tristeza. Recuerdo con reverencia los mártires de El Salvador, los jesuitas
compañeros de Ignacio Ellacuría, las dos mujeres que murieron en manos
inicuas. Hago memoria de Don Oscar Romero, obispo de El Salvador. Hago
memoria del Pastor Martin Luther King en los Estados Unidos, muerto por
luchar por los derechos del pueblo negro. Hago memoria del trabajador del
caucho Chico Mendes, que en la Amazonía brasileña luchó por los pueblos de la
selva y por el medio ambiente. Hago memoria de la hermana Dorothy Stang,
misionera norteamericana que dedicó su vida a pobres campesinos y pueblos
indígenas en Brasil. Hago memoria del pastor Dietrich Bonhoeffer que luchó
contra el nazismo y pagó con su vida esta osadía de la libertad de la fe.
Habría mucha más gente que recordar en este momento. Les pido que lo hagan
por sí mismos y en reverencia por sus amigos y amigas que han dado la vida
por el evangelio de Jesús y la vida de nuestros pueblos. [Momento de silencio] Una última observación en este tópico: en Lutero
encontramos una denuncia permanente contra toda pretensión humana de
justificarse frente a Dios. Sobre el servo arbitrio humano, él
escribió en las tesis de Heidelberg (22-24) que el ser humano es esclavo de
sus deseos y lucha por su satisfacción, pero en la medida en que los realiza,
quiere más, es insaciable. Por esto, para Lutero “el amor al dinero crece en
la medida en que crece el propio dinero”, lo que él llama “hidropesía del
alma”. Lo mismo ocurre con todos los deseos humanos, incluyendo el deseo de
agradar a Dios. Lutero considera tal deseo como pecado, pues este deseo solo
manifiesta la soberbia humana, principalmente de los “sabios y entendidos”.
En ese sentido, su interpretación del Magnificat de María es ejemplar
(Lucas 1.46-55), pues él ve en aquella joven campesina el modelo de la
verdadera fe y humildad, sin sofismas o astucia. Justamente aquella que
no ha buscado a Dios, fue por él contemplada con el embarazo del niño que
habría de tornarse Salvador del mundo, su liberador. Esta humildad jamás le
será arrebatada. Por esto ella fue considerada mujer bendita. Lo que
desconcierta en el salmo de María es la consecuencia de la acción
misericordiosa de Dios que en ella se ha manifiesto tan graciosamente. María
canta: “Su brazo llevó a cabo hechos valerosos; arruinó a los soberbios con
sus maquinaciones. Sacó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a
los humildes. Repletó a los hambrientos de todo lo que es bueno y despidió
vacíos los ricos”. Este salmo tiene vigencia hasta hoy y su olvido es un
testimonio en contra de nuestras iglesias y la tibieza de nuestra fe
(Zwetsch 2016a). Desde los principios de la iglesia cristiana,
palabras como las del salmo de María, de Lutero, de otros profetas y
profetisas de nuestra época han sido siempre motivo de grandes controversias,
pues no dejan margen para falsas justificativas cuanto a los sistemas de
opresión e injusticia. Nosotros no podemos ser ingenuos. El sistema sabe cómo
espiritualizar los sentimientos cristianos, arrancándoles de la cruda
realidad de muerte en que vivimos. Estas palabras también dicen a quién
rescata y dignifica Dios en primer lugar. Esto significa que la gracia
liberadora se manifiesta normalmente de modo sub contrario, en las
huellas de la cruz y de los crucificados, y no en las manifestaciones de
éxito y de los privilegiados de la sociedad. 2. Tareas programáticas para
hoy
En esta parte avanzo sugerencias reunidas por Vítor
Westhelle en el inicio de la Cátedra de Lutero, en nuestro Programa de
Post-Grado en Brasil, ya mencionada (Westhelle s.f.). Uno de los desafíos de
la teología en América Latina es la relectura bíblica. Ella es imprescindible
porque a cada momento las respuestas antiguas se muestran sin sentido para la
vida concreta. Pensemos en la participación de las mujeres cristianas en el
ministerio de la iglesia, en la acogida de personas homoafectivas en las
comunidades, en el respeto y comunión para con personas con discapacidad, en
la lucha por dignidad de los pueblos indígenas, de afroamericanos, de miles
de migrantes que buscan sobrevivir en situaciones extremas y a veces
dramáticas (como pasa con africanos en el Mediterráneo actualmente, o con los
millares de refugiados de Siria en Europa). En estas situaciones, la clave de
interpretación del texto bíblico y de la tradición habrá de considerar lo que
es central en el mensaje evangélico y lo que es aceptable, pero no exigencia.
Pablo tuvo de lidiar con cuestiones concretas en la comunidad de Corinto
cuando respondió sobre “días santos” o “carnes sacrificadas a ídolos”. Hoy
día, nuevas interrogantes exigen de nosotros discernimiento cuanto a la
distinción entre ley y evangelio. Si la ley mata, el Espíritu – ámbito de la
acción del evangelio– libera (2 Corintios 3.17). El mensaje cristiano tiene
en su fundamento la experiencia de la libertad, como lo afirmó Pablo:
“¡Jesucristo nos ha hecho libres! ¡Libres de verdad!” (Gálatas 5.1). Esta
libertad sin embargo no es individualista, pero se realiza en el amor de unos
para con los otros, en el amor mutuo que edifica la otra persona, sin generar
dependencia. Esta es una concepción del amor que apunta a la convivencia de
los diferentes que se aceptan y cooperan para algo que va más allá de ambos.
Es amor creativo, liberador. En tal concepción del mensaje evangélico, hay un
componente de osadía como escribió Westhelle. En nuestras comunidades
luteranas de América Latina y Caribe, no seremos suficientemente luteranos,
si no nos atrevemos a hacer preguntas
incómodas a nuestra tradición y al evangelio. Solo llegaremos a nuevas
respuestas cuando logremos romper con prejuicios los de los cánones
dominantes en las iglesias y en la sociedad. Pues tales cánones nos mantienen
prisioneros de sistemas e ideas que provocan injusticia y muerte sin fin. Es
el caso del neoliberalismo que domina el mundo actualmente. Hay hechos que asimismo nos señalan pequeñas luces.
Uno de los fenómenos más interesantes que ocurren actualmente ha sido el
acercamiento de la teología pentecostal con la teología ecuménica. El
proyecto de RELEP – Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales – reúne
teólogos, teólogas e investigadores sociales que han producido un buen acerbo
de estudios llenos de esperanza. Hay un potencial no trabajado en la
“libertad cristiana” que el Espíritu confiere a quienes se dejan mover por él
en este momento. Otras demandas urgentes se refieren a las cuestiones
de la lucha por justicia y la dignidad humana, como la demanda urgente por el
trabajo, tierra y techo, como lo afirmó el Papa Francisco en el Encuentro
Internacional de Movimientos Populares. Y hay que mencionar también la lucha
por la preservación ambiental, el cuidado de la tierra, especialmente la
defensa y el cuidado de las personas empobrecidas o vulnerables. La teología
que no esté atenta a estos gritos puede tornarse superflua o – peor –
cómplice de la opresión y desgracia de muchos. Pierde así su fuerza de
liberación y transformación, además de olvidarse de su misión al servicio del
evangelio de la vida y del amor liberador. Teología, como afirmó Gustavo
Gutiérrez, es tarea segunda, pero imprescindible en la iglesia y junto al
Pueblo de Dios. 3. Las mujeres en el
movimiento de la Reforma[3]
En la última parte del texto quisiera llamar la
atención a una de las más vergonzosas ausencias en la historiografía de la
Reforma: la participación de las mujeres en el movimiento. Ellas fueron
silenciadas e invisibilizadas. Investigaciones recientes hechas por teólogas
y teólogos solidarios insisten en este punto: la Reforma no habría acontecido
sin las mujeres, como defiende Martin H. Jung (Beise Ulrich 2016, 73ss). La
teóloga luterana brasileña Claudete Beise Ulrich viene realizando
investigaciones con el fin de rescatar algo de esa historia. Ella demostró cómo
algunas de esas mujeres fueron más que simples soportes del movimiento,
conformando liderazgos con un rol teológico incluso. Es el caso de Argula von
Grumbach, una mujer de familia noble de Baviera y que recibió educación
formal desde niña en la casa de Alberto IV, príncipe de Baviera. A los diez
años la niña recibió de su padre un presente raro y valioso: una Biblia. En
1522, un joven profesor de la Universidad de Ingolstadt, Arsacius Seehofer,
ex-alumno de Melanchton, fue obligado a retratarse públicamente por sus ideas
reformatorias. En 1523, Argula escribió una carta a la directiva de la
Universidad y al príncipe de Baviera solicitando explicaciones sobre lo
sucedido con el profesor. Argula sabía leer y escribir y tenía conocimientos
bíblicos. Ella escribió en otra ocasión: “Aun si se diese el caso que Lutero
negara todo lo que ha dicho –que Dios no lo permita–, eso no cambiaría en
nada mi opinión. Yo no edifico mi creencia sobre la opinión de Lutero o de
cualquier otra persona, sino sobre la verdadera roca: Jesucristo”. La
investigación reveló que Argula von Grumbach es una de las primeras
escritoras y teólogas protestantes. Ella escribió cartas que han sido
publicadas en forma de panfletos. En ellas defendió la Reforma Protestante
con argumentos teológicos y citas bíblicas como Joel 2.27s, Gálatas 3.27s.
Mantuvo correspondencia y conversaciones personales con los reformadores y
Lutero la reconoció como “un instrumento especial de Cristo”. Hay muchos
otros ejemplos como la duquesa Elisabeth von Calenberg-Göttingen, y otras que
empiezan a ser conocidas en las iglesias luteranas, pero aquí quisiera
recordar particularmente la esposa de Lutero. La vida de Katharina von Bora, nacida en 1483,
impresiona. En 1504 ella entró al monasterio de Brehna, mudando después para
el monasterio de Nimbschen, en 1508. La teóloga brasileña Heloisa Dalferth ha
hecho un rescate de la biografía de esa extraordinaria mujer (2000)[4],
pero no encontró ningún documento de ella misma, solo registros indirectos,
algunos de los cuales hechos por Lutero que consideró su matrimonio con
Katharina la mejor decisión que tomó en su vida. Desde 1521 varios monjes
pasaron a casarse como resultado del movimiento. Amigos de Lutero lo habían
incentivado en ese sentido. Lutero conoció a Katharina después que ella
abandonó el monasterio con otras once monjas y buscó refugio en Wittenberg.
Lutero hizo un intento de que se casara con el pastor Kaspar Glatz. Katharina
respondió al emisario que de ningún modo se casaría con aquel hombre, pero si
Lutero la aceptara como esposa, ella no se recusaría. El matrimonio aconteció
en junio de 1525, en celebración privada en un antiguo monasterio
agustiniano, el Schwarzes Kloster, donde la pareja pasó a residir por
un tiempo. El matrimonio fue bendecido con dos hijos y cuatro hijas. Tras el
matrimonio, Katharina asumió todas las tareas de administración de la casa,
siempre llena de visitantes y estudiantes. Como profesor universitario,
Lutero recibía un sueldo anual, duplicado después del matrimonio y aumentado
más tarde, además de una ayuda del príncipe de Dinamarca, colaborador del
movimiento de la Reforma. Los editores de los libros de Lutero ofrecían una
remuneración anual, pero Lutero siempre se negó a recibirlas, alegando que
así ellas podrían vender sus libros por precio más barato, además de afirmar
que este don era regalo de Dios. Ocurre que esto representó una vida familiar
llena de dificultades. Katharina, como excelente administradora, con sus
ayudantes y empleados, tuvo la idea de organizar una huerta, criaba animales
y reformó el monasterio para recibir huéspedes estudiantes que pagaban por la
estadía. Heloisa G. Dalferth cuenta que Katharina era una
mujer activa y organizada. En una de sus charlas de sobremesa, Lutero la
llama “la estrella de la mañana de Wittenberg”. En sus cartas, el elogio para
su esposa es evidente. Él la llamaba de “mi simpática [...] Katharina Luther,
doctora, predicadora de Wittenberg, mi querida ama-de-casa, doctora Luther de
Wittenberg”. En muchos momentos Katharina llegó a participar de decisiones
importantes de la vida de la iglesia evangélica que se estaba organizando,
como en la selección de los pastores para las comunidades. Después de la muerte de Lutero, la vida se hizo aún
más difícil para Katharina y sus hijos, sobre todo porque de acuerdo con las
costumbres de la época, ella tuvo que aceptar del príncipe tutores que se
harían responsables por ella, algunos de los cuales tomaron parte de sus
bienes. Cuando la guerra de Esmalcalda, Katharina tuvo que huir, intimidada a
dejar la ciudad por ser la Lutherin. Ella se vio obligada a vender
cálices de plata y joyas para sustentarse y sustentar a sus hijos.
Desesperada, enferma y sin recursos, fue ayudada por el rey Christian III de
Dinamarca, que le envió el dinero que la sustentó por un tiempo. La familia
quedó muy pobre. Cuando apareció la peste en 1552 en Wittenberg, Katharina
enfermó y vino a fallecer en diciembre de aquel año, siendo sepultada con
honores en la iglesia de St. Marien en Wittenberg. El legado de Katharina von Bora para la causa de la
Reforma es una tarea pendiente de la investigación histórica. Sin embargo, se
puede afirmar que la presencia de teólogas luteranas en la teología feminista
lleva adelante algo de la osadía de aquellas mujeres pioneras que arriesgaron
su vida saliendo de los monasterios, enfrentado toda suerte de peligros para
vivir su fe en libertad y nuevas formas de servicio, una vez que
interfirieron en la iglesia, en los debates teológicos y en la vida pública.
Las teólogas luteranas y protestantes en muchas partes del mundo testimonian
la participación, la fuerza y la relevancia de su contribución crítica en los
procesos eclesiales y en la investigación teológica. Revelan con su trabajo
inédito algo invisibilizado del mensaje liberador de la Reforma, mensaje que
hoy día sobrepasa los límites eclesiales y se adentra en espacios más amplios
de la vida y de la sociedad. No es fortuito que la teología feminista haya
conquistado hoy día un lugar importante y profético en nuestras iglesias e
instituciones teológicas. Hay que escuchar con mucha atención a nuestras
hermanas y aprender a caminar con ellas[5]. Conclusión
La teología de Lutero continúa repercutiendo en todo
el mundo. La investigación de su legado es de tal volumen que es imposible
seguirla. Por esta razón, especialistas se reúnen periódicamente para ponerse
al día como grupo de investigación y debate. Las diferencias son grandes en
la interpretación, selección de temáticas, aportes y resultados. De hecho,
hay que escoger miradas o puntos de vista para la interpretación. Los
desafíos son muchos y ciertamente guardan sorpresas aún no detectadas, pese a
todo empeño. En este texto destacamos la teología de la cruz como
fundamento de la teología de Lutero y procuramos demostrar como a partir de
ella se puede renovar la teología cristiana hoy. Esto significa que en el
camino del Crucificado somos desafiados a solidarizarnos personal y
comunitariamente con el rescate de la vida de todas las personas que hoy
continúan siendo sacrificadas en el altar del sistema económico que domina el
mundo. El sufrimiento humano tiene límites y no hay que justificarlo, pero sí
asumirlo en la senda de la libertad cristiana y del proceso histórico de
liberación, siempre nuevo y exigente. Entre las tareas programáticas resaltan nuevos retos
a nuestras iglesias, comunidades y pueblos. Entre ellas urgen las siguientes:
el ministerio de las mujeres, la acogida de las personas homoafectivas en
nuestras comunidades, la defensa de las personas vulnerables frente al
sistema cruel que excluye y marginaliza quienes no sirven más a sus intereses
económicos como pueblos indígenas, los pueblos afroamericanos, las personas
con discapacidad, las mujeres y los niños. Hay que rescatar las implicaciones
de la vivencia de la libertad cristiana. Un reto particular es el diálogo con
la teología pentecostal y sus iglesias libres. Por fin, el texto rescata la inolvidable
participación de las mujeres en el movimiento de la Reforma y traza un hilo
entre aquellas mujeres extraordinarias y sus hermanas de hoy que elaboran la
teología feminista y las relaciones de género con competencia y coraje.
Vivimos un momento muy difícil en el mundo, pero la fe cristiana y el
evangelio de la libertad en Cristo nos convoca a un seguimiento libertario y
liberador. Jesucristo nos apunta un camino y dejó una promesa: “Si ustedes
escuchan/siguen mis enseñanzas, serán verdaderamente mis discípulos, y
conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8.31). Bibliografía
Altmann, Walter. 2016. Lutero e
libertação, 2ª edición revisada y ampliada. São Leopoldo: Sinodal, EST. Beise Ulrich, Claudete. 2016. “A atuação e
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paixão do mundo. Os fatos, as interpretações e o significado ontem e hoje,
2ª edición. Petrópolis: Vozes. Dalferth, Heloisa Gralow. 2000. Katharina
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justiça social e poder político. Aproximações teológicas a partir de
alguns de seus escritos. Cadernos de Teologia Pública (Unisinos) v. 13:
3-20. Zwetsch, Roberto E. 2016b. “Teria a
teologia de Lutero relevância para a América Latina? Reflexões interessadas
a partir de teologia de Lutero no contexto dos 500 anos da Reforma luterana
(1517-2017)”. Espaços (São Paulo) 24, nº 2: 133-155. ..... www.evlks.de/FrauenderReformation [Este sitio trae informaciones sobre el Programa Frauen der
Reformation que reúne mujeres de Italia, Austria, Holanda y Alemania.
Participación de la Federación Luterana Mundial – América Latina y Caribe:
Red de Mujeres y Justicia de Género:
http://redemulheresluteranas.blogspot.com/inicio.html] ∆∆∆∆∆ Roberto E.
Zwetsch, Pastor y teólogo luterano, profesor de Faculdades EST, São Leopoldo,
RS, Brasil. rezwetsch@gmail.com Recibido: 19 de abril de 2017 Aprobado: 6 de junio de 2017 |
|
[1] Esta obra ya está traducida al
portugués y será lanzada por la Editora Sinodal, de São Leopoldo, todavía en el
primer semestre de 2017. Para una visión del conjunto del proyecto, cf. Renders (2016).
[2] Hansen, 2010,
p. 53.
[3] Hay un proyecto internacional de
mujeres e investigadoras luteranas que viene trabajando el rescate de la
participación de las mujeres en el movimiento de la Reforma. Para el acceso a
esas informaciones, cf. www.evlks.de/FrauenderReformation
[4] Esta autora y
Claudete B. Ulrich acaban
de lanzar en Brasil la obra Mulheres na Reforma Protestante (2017), que deberá ser un marco en esos estudios
en el país y una importante
contribución a la teología latino-americana.
[5] En la Facultades EST, de Brasil, hay
un importante Programa de Género y Religión que desarrolla intenso trabajo de
estudios e investigaciones, además de una significativa inserción en comunidades
de fe y en la lucha por justicia de género y equidad en las relaciones entre
las personas.