Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

Volumen 44, Número 2  -  Año 2024  -  San José, Costa Rica

 

El conflicto actual entre

Palestina e Israel:

Reflexiones interdisciplinarias

 

 

 

 

 

Israel y Palestina

Un conflicto actual y milenario con

raíces bíblicas y espirituales

 

Leopoldo Cervantes-Ortiz

Comunidad Teológica de México, Ciudad de México, México

 

pp. 205-242

 

 

 

Resumen: Los ataques del grupo palestino Hamás al territorio israelí en octubre de 2023 desencadenaron una reacción desproporcionada por parte del gobierno encabezado por Benjamin Netanyahu, al grado de que se reconoce de manera unánime que se ha desencadenado un auténtico genocidio, especialmente al tratarse de bombardeos a la población civil de la Franja de Gaza. Hospitales, escuelas, iglesias y otros centros de reunión han sido ferozmente destruidos por el ejército israelí y no se avizora un acuerdo que detenga tanta saña. Como se sabe, existe un trasfondo religioso, espiritual y bíblico detrás de este conflicto ancestral, el cual se explora en este ensayo en la búsqueda de comprenderlo, señalar la problemática de su evolución y sugerir algunas pistas para su eventual superación. Se incluyen algunos argumentos teológicos alternativos que pueden ayudar a superar la aceptación acrítica de los abusos del militarismo actual en nombre de la antigua elección de Israel como “pueblo de Dios”, especialmente en las iglesias y comunidades de fe evangélicas latinoamericanas.

Palabras claves: Hamás, Gaza, Israel, genocidio, elección, territorio, iglesias evangélicas, Biblia.

Abstract: The attacks by the Palestinian group Hamas on Israeli territory in October 2023 triggered a disproportionate reaction by the government headed by Benjamin Netanyahu, to the point that it is unanimously recognized that a true genocide has been unleashed, especially when it comes to bombings of the civilian population of the Gaza Strip. Hospitals, schools, churches and other meeting centers have been ferociously destroyed by the Israeli army and there is no agreement in sight to stop such cruelty. As is known, there is a religious, spiritual and biblical background behind this ancestral conflict, which is explored in this essay in the search to understand it, point out the problems of its evolution and suggest some clues for its eventual overcoming. Some alternative theological arguments are included that can help overcome the uncritical acceptance of the abuses of current militarism in the name of Israel's ancient election as “the people of God”, especially in Latin American evangelical churches and faith communities.

Keywords: Hamas, Gaza, Israel, genocide, election, territory, evangelical churches, Bible.

 

 

 

 

 

Leopoldo Cervantes-Ortiz

 

Israel y Palestina

Un conflicto actual y milenario con raíces bíblicas y espirituales

 

Cadáveres anónimos.

Ningún olvido los reúne,

ningún recuerdo los separa...

Olvidados en la hierba invernal

sobre la vía pública,

entre dos largos relatos de bravura

y sufrimiento.

 

Mahmud Darwish[1]

 

Introducción

 

Acercarse a la problemática planteada por la renovación del conflicto entre grupos palestinos, en este caso el movimiento Hamás (que ganó las elecciones de 2006 en el territorio de Gaza y desplazó progresivamente a Al Fatah) y el gobierno del Estado de Israel, es una enorme exigencia para quienes profesan la fe judeocristiana, máxime porque entran en juego las tres religiones abrahámicas y el espacio geográfico adonde sucede todo forma parte de los grandes relatos antiguos incluidos en los textos sagrados reconocidos por ellas.[2] Escribir desde el protestantismo latinoamericano implica entrar en diálogo con los antecedentes históricos, religiosos y culturales a fin de encontrar una visión equilibrada del conflicto debido a que en este contexto geográfico prevalece una extrema aceptación de todo lo relacionado con Israel y su gobierno en favor suyo. Como lo afirma Randa Hanfura Anastas:

 

Al combinar Sionismo y cristianismo evangélico se obtiene un poder político creciente, un movimiento religioso muy conservador del fundamentalismo protestante […] Toma fuerza en periodos de incertidumbre política y económica. Con una visión pesimista de la historia, el Sionismo cristiano evangélico intenta responder a esa incertidumbre mediante interpretaciones bíblicas. Es un movimiento surgido al interior mismo del cristianismo evangélico, que siempre apoya el hogar nacional para los judíos desde antes de 1948, y la existencia de Israel hasta la fecha.[3]

 

Como parte de una auténtica tradición heredada por las tendencias de las misiones anglosajonas de la segunda mitad del siglo XIX, las iglesias protestantes o evangélicas prácticamente en bloque llevan a cabo una especie de culto al judaísmo. Lamentablemente, no se disciernen adecuadamente los elementos históricos, bíblicos y espirituales que entran en juego al momento de valorar la herencia del Israel antiguo y la realidad del Estado presente. Por el contrario, se considera que existe una continuidad automática y directa, sin fisuras ni contradicciones, entre el pueblo antiguo que aparece en los relatos de la Biblia Hebrea y el Estado surgido a mediados del siglo XX que se estableció en el territorio ancestral como resultado de las negociaciones entre las grandes potencias después de la Segunda Guerra Mundial.[4] A tal punto llega esta predilección por una interpretación sesgada de la Biblia que el gobierno israelí abrió una oficina para atender exclusivamente a las iglesias evangélicas de la región y existe lo que se conoce como la Embajada Cristiana Internacional en Jerusalén.[5]

 

En contraste, la autoridad israelí ha acusado repetidamente al Consejo Mundial de Iglesias de asumir una actitud antisionista por denunciar continuamente los excesos militares en contra de la población civil palestina. Esto por causa de que el organismo ecuménico ha mantenido una oficina permanente en el país para monitorear de primera mano los acontecimientos.[6] La Dra. Isabel Apawo Phiri, exsecretaria general adjunta del CMI fue detenida, interrogada y deportada en 2016, y se le prohibió la entrada al país.[7] Por el contrario, el CMI reiteradamente ha llamado la atención al derecho que tiene Israel de poseer un territorio propio: “‘El CMI afirma desde hace mucho tiempo el derecho del Estado de Israel a existir, dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente’, explica el secretario general del CMI, Rev. Dr. Olav Fykse Tveit. […] Denunciamos categóricamente todo tipo de violencia y marginación basada en la religión, el origen étnico, la raza o cualquier otra dimensión relativa a la identidad o pertenencia de una persona. Lo que es problemático es la tendencia entre ciertos grupos a considerar toda crítica legítima de las políticas del Gobierno de Israel como fruto del antisemitismo’”.[8]

 

No obstante, lo anterior, el CMI ha externado su preocupación por la evolución de los acontecimientos desde el inicio del último conflicto. El Comité Ejecutivo del organismo, reunido en Abuja, Nigeria, del 8 al 14 de noviembre de 2023, dio a conocer una declaración en la que pidió un alto al fuego inmediato y la apertura de corredores humanitarios en Palestina e Israel que en su sección final afirma: “Oramos por la paz en esta tierra; una paz sostenible y justa fundada finalmente en el reconocimiento y el respeto de la dignidad humana dada por Dios y la igualdad de derechos humanos de todas las personas —israelíes y palestinas, judías, musulmanas y cristianas por igual— en lugar de una falsa ‘paz’ impuesta por la ocupación y la fuerza de las armas que no puede ni debe sostenerse”.[9]

 

El presente texto brota de la perplejidad e indignación que produce asomarse a las noticias cotidianas y enterarse de las muertes de muchas personas inocentes, de la destrucción de hospitales y de la espiral de violencia desatada por un ejército profesional en contra de una población mayoritariamente inerme. Ello, después de que Hamás perpetró un ataque contra la población israelí vecina de la franja de Gaza, espacio en el cual han acontecido la mayor parte de los sucesos recientes. Sin ánimo de polarizar el debate es preciso conocer y divulgar los diversos aspectos de este conflicto interminable en el que los dirigentes de ambos bandos siguen empeñados en mantener una cerrazón política y estratégica acicateada por el odio y el encono acumulados durante décadas e incluso siglos. Tal como lo planteó el filósofo Martin Buber (1878-1965), es insostenible seguir invocando los orígenes ancestrales y la idea bíblica de ser el “pueblo elegido” para justificar la invasión territorial y, peor aún, la barbarie de la que el mundo ha sido testigo durante buena parte de 2024:

 

Aquí debería surgir la pregunta de qué tiene que ver todo esto con la idea de Israel como pueblo elegido. La idea de la elección no indica un sentimiento de superioridad, sino la percepción de un destino. Esta idea no surge de la comparación con otros, sino por una devoción concentrada en la tarea, una tarea que moldeó al pueblo como nación cuando trató de cumplirla en su pasado lejano. Los profetas formularon esta tarea, pero nunca dejaron de expresar su reticencia: si en lugar de tratar de ser merecedores de la elección hacéis alarde de ella, si en lugar de obedecer a la elección en cuanto imperativo la transformáis en algo estático y anquilosado, al final la elección os será negada.[10]

 

La lectura teológico-cultural (con elementos bíblicos) del problema aparece en diversos espacios académicos y culturales. Silvana Rabinovich lo ha expresado así: “Ese lugar mítico para la cultura occidental moderna —en buena parte laica y no por eso menos violenta— funge como un sismógrafo ético y político. Esa tierra disputada y destazada atesora promesas de amor tan fuertes como la muerte. En el texto bíblico (en su vertiente profética) anida el antídoto que puede desintoxicar a la moral de los ciudadanos”.[11] Lo cierto es que la perspectiva colonialista que aún preside muchas de las perspectivas actuales sigue influyendo poderosamente en la comprensión de las diversas etapas del conflicto. Tal como lo planteó Shlomo Sand en un análisis desde el interior del judaísmo contemporáneo: “Los relatos de la colonización y del regreso del pueblo de Israel a su tierra prometida proporcionaron poder y fervor a los fundadores del Estado de Israel, y estos círculos se abalanzaron sobre la inspiradora similitud entre el pasado bíblico y el presente nacionalista”.[12] Figuras como E.W. Said, por el lado palestino, y varios analistas israelíes han mostrado una postura equilibrada que considera la inevitable convivencia de ambos pueblos como algo viable y duradero.

 

Para el gran público, una lectura de este tipo, sin los matices correspondientes y que obedece más al énfasis periodístico que presenta los conflictos de manera muy superficial, es más digerible precisamente porque no se contextualizan claramente los sucesos coyunturales. La cantidad de notas, artículos y opiniones es inabarcable, pero aun así es posible moverse con cierta soltura ecléctica para ubicar las posturas más equilibradas y aquellas que denuncian los excesos de las acciones militares, sobre todo por parte de Israel. El estereotipo impuesto sobre casi la totalidad del mundo árabe ha hecho que el pueblo palestino, que ha sido víctima la mayor parte de las veces, pase a ser visto como victimario y no digno de consideración o de comprensión de su causa histórica. Esto último aplica, sobre todo, para la legitimación de quienes han ocupado el territorio desde la proclamación del Estado de Israel.

 

Actualidad del conflicto palestino-israelí

Fado, dormiré como hace la gente

cuando caen las bombas,

cuando el cielo se abre como carne viva.

Soñaré, pues, como hace la gente

cuando caen las bombas:

soñaré con traiciones.

 

Najwan Darwish[13]

 

No fue necesariamente por lo acontecido a partir del 7 de octubre de 2023, al cumplirse 75 años de la fundación del Estado de Israel, que ha vuelto a cobrar relevancia y gran preocupación el conflicto palestino-israelí. Enmarcado en una serie de conflictos inmemoriales, en esta ocasión las acciones del movimiento Hamás (concretamente su brazo armado, las Brigadas de Izz al-Din Al-Qassam, y otras milicias islamistas o yihadistas) en contra de la población israelí cercana a la franja de Gaza, desencadenaron el reavivamiento de la lucha armada entre las facciones militares palestinas y el ejército de Israel. Los diferentes recuentos y las cifras del episodio actual son estremecedoras: “Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dijeron que durante esa incursión se dispararon alrededor de 2 200 cohetes contra Israel. Hamás reportó la cifra en 5 000. Para poner esto en contexto, se dispararon unos 4 000 cohetes desde Gaza hacia Israel durante la guerra de 50 días en 2014”.[14] Por la parte palestina se explicó que el ataque de Hamás “fue una respuesta a los ataques a las mujeres, la profanación de la mezquita de al-Aqsa en Jerusalén y el actual asedio a Gaza”.[15] En palabras de Xavier Pons Rafols se trató del “peor ataque sufrido por Israel […] [y] provocó en este país una especie de shock traumático colectivo y una reacción política y social sin precedentes, como sin precedentes fue la magnitud del brutal, fanático y violento ataque sufrido, que evaporó en un instante la percepción de los ciudadanos israelíes sobre su seguridad, sobre la superioridad militar y tecnológica israelí en toda la región y sobre el mito de sus servicios de inteligencia (el Shin Bet y el Mossad)”.[16]

 

Continuamente, desde antes de 1948, la región ha estado asolada por combates y enfrentamientos que han escalado a verdaderas guerras como sucedió en 1956, 1967 y 1973, aun cuando éstas se focalizaron entre Israel y Egipto. Pero el conflicto palestino se ha asociado especialmente al acuerdo que debía desembocar en la creación de dos estados vecinos, pero que no se cumplió en la parte palestina,[17] aunque obviamente la postura más radical del grupo Hamás y no necesariamente de la Autoridad Nacional Palestina (creada apenas en 1994), ha sido la de aceptar un Estado palestino en las fronteras de 1967,[18] pero sin reconocer la existencia de Israel, pues la vieja reivindicación de esa postura es luchar para desaparecerlo del mapa, y viceversa.

 

Dar seguimiento a un conflicto de tan larga datación implica, para muchos, el enorme esfuerzo de prestar atención minuciosa a la cronología de los eventos, lo que inevitablemente lleva a tener que recurrir a los registros de la prensa. A menos que se cuente con una sólida bibliografía de base y una constante observación de los fenómenos es complicado acumular la progresión histórica reciente, pues es allí donde aparecen los antecedentes más cercanos de lo que está ocurriendo. Hace falta combinar muchos elementos del análisis a fin de no incurrir en una teleología de inspiración religiosa que oriente las opiniones hacia un u otro bando, ya sea por las afinidades ideológicas o, como es el caso de las iglesias evangélicas latinoamericanas, por la orientación bíblica y la reiteración e interpretación de determinados textos, que se han repetido indiscriminadamente como el Salmo 122.6-7 (“Pidamos por la paz de Jerusalén, / y porque prosperen los que te aman. / Que haya paz dentro de tus murallas, / y se respire tranquilidad en tus palacios”, Reina-Valera Contemporánea), al cual ineludiblemente hay que agregar que se debe orar por la paz de todo ese territorio compartido, sin el predominio de ningún pueblo o religión. La incorporación del elemento secular, proveniente de una franja bien definida de intelectuales judíos, puede resultar útil para valorar lo sucedido desde antes de 1948 y luego de esa fecha y las voces testimoniales aportan una visión más humana de cómo la fe ligada a esa tierra puede convertirse en un factor real de concientización en el camino hacia la paz y la reconciliación:

 

Es muy preocupante y me parece que hay una teología política secular y, en el caso del Estado de Israel, es la teología política nacional y colonial que proviene del texto que yo más amé y aprendí de los labios de mi abuelo, quien me sonreía: la Biblia Hebrea. […] Lo que está pasando es algo de la humanidad que se rompe y ya se rompió muchas veces, pero ahora lo hace con toda la violencia tecnológica que acelera y multiplica nuestra deshumanización. Nos cuentan que es un conflicto religioso, milenario y no es verdad; es una ocupación colonial que los judíos emancipados de Europa provocaron al tener que huir del antisemitismo europeo. Por eso, hombres, mujeres y niños viajaron a Palestina. Quienes prevalecieron llegaron con una actitud colonialista de asentamiento.[19]

 

En el sitio de Amnistía Internacional se hizo un breve resumen de los hechos y se invitó a las partes “a respetar plenamente las normas del derecho internacional humanitario y, en concreto, la prohibición de los ataques directos contra civiles y bienes de carácter civil, los ataques indiscriminados y desproporcionados, los castigos colectivos, el desplazamiento forzoso y la toma de rehenes”,[20] además de otras observaciones puntuales sobre la problemática de los derechos humanos en la zona en conflicto, especialmente de las personas vulnerables.

 

La disputa ancestral de una tierra que se ha desarrollado generación tras generación y que no logra resolverse ni por los actores internos ni por las fuerzas externas que continuamente inventan y disputan estrategias marcadas por la geopolítica del momento, pero que no han conducido a acuerdos firmes para establecer la paz. Por el contrario, señalados protagonistas como Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, han atizado el fuego en todo momento mediante declaraciones incendiarias, sobre todo en los primeros días de la nueva conflagración, en la que, por cierto, se hicieron observaciones acerca de un posible descuido de las fuerzas de inteligencia israelí e, incluso, de una suerte de conspiración que permitiera la entrada directa del ejército de esa nación al territorio de Gaza, escenario central de los sucesos.

 

La reacción pacifista interna en Israel ha mostrado una capacidad de convocatoria que, por supuesto, ha incomodado al gobierno de Netanyahu, quien espera un apoyo irrestricto a su política genocida y perversa de exterminación, con todo y que, por lado palestino también ha habido expresiones muy duras de odio y rechazo a una búsqueda de paz duradera. En contraste, los funcionarios más radicales del gobierno israelí, miembros del Partido Sionista Religioso, “ven la guerra de Gaza como la antesala del dominio total sobre la bíblica Tierra de Israel, un territorio definido por la religión, que se extiende desde el río Jordán hasta el Mediterráneo. Para figuras de extrema derecha como Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir —líderes del sionismo religioso moderno y miembros del gabinete de Netanyahu— hay que erradicar completamente a los palestinos de allí”.[21]

 

A medida que avanzaban las semanas y se conocían los avances israelíes en el territorio gazatí, la indignación internacional creció progresivamente y hubo manifestaciones en las principales ciudades e, incluso, algunos países rompieron relaciones con Israel, entre ellos. Los llamados de la Organización de las Naciones Unidas y múltiples organismos internacionales fueron ignorados sistemáticamente por el gobierno de Netanyahu, quien escaló en su discurso y amenazó casi diariamente con sostener una ejemplar cadena de ataques para exterminar al grupo Hamás.[22] Una mirada al mapa de la región puede ayudar a comprender la magnitud del conflicto.

Mapa

Descripción generada automáticamente

Fuente: Newsweek.[23]

Como se puede ver, Israel ha estado tratando de acorralar a los palestinos en Gaza a fin de cumplir el viejo sueño de “arrojarlos al mar”, lo que cada vez se ve más cerca a juzgar por el escaso apoyo efectivo que han recibido de otras naciones, con la excepción de Irán y de los hutíes de Yemen que han atacado buques mercantes y navales en el Mar Rojo.[24] Estados Unidos abrió un puerto provisional en Gaza, que duró poco tiempo para funcionar como una conexión que facilitara la ayuda humanitaria.[25] La ayuda humanitaria ha permanecido estacionada durante largas semanas en Rafah, la frontera de Gaza con Egipto, y se ha interrumpido en numerosas ocasiones.[26]

 

Las raíces bíblicas y espirituales:

pueblo elegido y “tierra prometida”

 

Recapitular la manera en que las raíces bíblicas del conflicto entre israelíes y palestinos interactúan es una tarea enorme que ha llevado mucho tiempo para plantearse y replantearse. Existen muchos intentos recientes, dentro y fuera de las instituciones religiosas, por colocar en su justa dimensión lo que los textos de la Biblia afirman acerca del origen de la pugna racial, cultural y teológica que ha enfrentado a ambos pueblos. Las posturas van desde subrayar el carácter de pueblo elegido para el Israel antiguo hasta descartar totalmente la posible continuidad entre esa nación antigua y el actual Estado de Israel. El otro aspecto del problema, la posesión de la tierra, profundamente ligado al de la elección nacional, plantea toda una serie de dificultades geográficas, históricas y teológicas que se engarzan de tal forma que la interpretación de los textos se presta para obtener conclusiones contradictorias y opuestas. Shlomo Sand dice que fueron unos “teólogos con talento” (autores de secciones muy específicas de la Biblia Hebrea: Deuteronomio, Josué sobre todo, Esdras y Nehemías) quienes se otorgaron “una tierra a sí mismos”, esto es, que mediante un desarrollo ideológico persistente, establecieron como verdad absoluta la posesión de la tierra de Canaán como parte de las promesas de la alianza de Yahvé con el pueblo. Sand califica así a los “inventores” de ese proyecto teológico-político antiguo y describe la forma en que lo construyeron:

 

No era una empresa fácil continuar utilizando el término “Tierra Prometida” cuando el mismo poder que había hecho la promesa estaba agonizando o, según muchos, ya había fallecido. No pudo haber sido fácil introducir un imaginario sentido del patriotismo en obras teológicas que eran completamente ajenas al espíritu nacionalista. A pesar de ser complicada y problemática, la tarea fue finalmente un éxito. […] Los libros de la Biblia no hacen ninguna mención de la dimensión política de una patria nacional. A diferencia de la cristiandad posterior, ellos no proclaman que la verdadera patria se encuentre en los cielos eternos. Sin embargo, el territorio desempeña un papel destacado en los relatos. La palabra “tierra” aparece en la Biblia más de mil veces y en la gran mayoría de los textos tiene un gran significado.[27]

 

Cuestionar que la posesión de la tierra fue producto de las promesas divinas para el antiguo Israel es algo que tradicionalmente suena a herejía teológica, precisamente por el hecho de que tal idea se ha impuesto siempre como un dogma que debe ser aceptado irrestrictamente, aun cuando existan elementos históricos y teológicos que no lo demuestran. La invocación de Abraham como padre fundador ligado a esa tierra se viene abajo cuando se recuerda que “ni Abraham, el padre de la nación, ni Moisés, el primer gran profeta —ambos disfrutando de una estrecha y exclusiva relación con el Creador— nacieron en la tierra; ambos emigraron allí desde otros lugares. Al contrario que los mitos autóctonos, que alaban la antigüedad de los habitantes nativos como expresión de su propiedad de la tierra, la fe yahvista resaltaba repetidamente el origen extranjero de sus fundadores y de aquellos que establecieron la posterior entidad política en la tierra”.[28]

 

Por otro lado, la interpretación de la conquista de Canaán encabezada por Josué también tiene flancos débiles en cuanto a su veracidad y significado, pues resulta muy cuestionable que se ocupara violentamente en nombre de la divinidad, mediante una “guerra santa”, una tierra que ya tenía dueños y que debía ser respetada por ese hecho. Con el paso del tiempo, en nuevos contextos, las consecuencias ideológicas (canonizadas por su presencia en el texto sagrado) fueron devastadoras: “Pero la historia que creó el libro de Josué, especialmente después, como parte de las escrituras judías, componiendo la Biblia cristiana, no marcaron tanto a grupos populares en la apuesta por ‘nuevos mundos posibles’. Tomado como el relato de cómo el comandante de las tribus de Israel conquistó toda la tierra cananea, con la destrucción (prácticamente) total de las ciudades y poblaciones allí residentes —por mandato divino—, inspiró procesos de invasión y conquista de tierras moviendo ejércitos imperialistas y colonialistas”.[29] A su vez, Roy H. May Jr. registra otras teorías sobre la ocupación de Canaán.[30]

 

La política educativa del gobierno israelí, subraya Sand, presta particular atención a la enseñanza obviamente sesgada del libro de Josué:

 

…los escolares judíos de nueve y diez años estudian en las escuelas israelíes las campañas militares de Josué sin el beneficio de los filtros racionales y protectores del judaísmo talmúdico. El Ministerio de Educación israelí nunca ha encontrado necesario distanciarse de estas estremecedoras partes de la Biblia y por el contrario facilita su enseñanza sin ninguna censura. Debido a que el Pentateuco y los libros de los primeros profetas están considerados como textos históricos que relatan la historia del “pueblo judío” desde la Antigüedad, ha habido un consenso que permite que incluso aunque no sea obligatorio estudiar los libros más abstractos de los profetas posteriores, bajo ninguna circunstancia se permite saltarse el libro de Josué. Además, incluso aunque la enseñanza de este “pasado” se ha demostrado ética y pedagógicamente destructiva, el sistema educativo israelí se niega a excluir de su programa estos vergonzosos relatos de exterminio.[31]

 

La imposición del monoteísmo fue una de las causas que desembocaron en las acciones colonizadoras a fin de unificar las creencias religiosas en ese territorio:

 

De acuerdo con los investigadores que han adoptado esta teoría, el principal objetivo de la obra histórico-teológica en cuestión era introducir la creencia en un solo Dios en los habitantes de Judea, así como en los refugiados de Israel que llegaron después de la destrucción del reino meridional. En la lucha por el monoteísmo todos los medios de persuasión se consideraban legítimos, y una de las consecuencias fue la hostil e indiscriminada incitación contra la extendida idolatría y la concomitante corrupción moral.[32]

 

Pero lo cierto es que los resultados de la interpretación colonialista del relato de Josué ha degenerado en acciones criminales por parte del Estado de Israel: “En el contexto palestino, ello significa aprender a leer la Biblia con los ojos de los cananeos y los otros pueblos que fueron masacrados y expulsados por “el pueblo elegido” que llegó a tomar posesión de una “tierra prometida” que, al igual que la Palestina codiciada por el movimiento sionista europeo hace más de un siglo, estaba habitada por otros pueblos autóctonos”.[33]

 

Coyuntura sociopolítica y recepción del problema

en los protestantismos latinoamericanos

 

El biblista español Rafael Aguirre apunta al respecto de la lectura política de la Biblia que practica el gobierno israelí para sus fines (ante la escalada que comenzó con su reacción luego de los ataques palestinos): “Se puede afirmar que [el ataque y la reacción] va a marcar un hito en la historia del Estado de Israel, solo comparable con la fundación del Estado y con la guerra de los Seis Días de 1967. Ben-Gurion, al establecer el Estado de Israel en 1948, leía la Biblia como un libro de historia y la conocía muy bien. En 1967 se contraponían lecturas de la Biblia a cuenta de la actitud a tomar con los territorios ocupados. En 2018 se ha impuesto políticamente una lectura de la Biblia que no deja lugar a dudas sobre la anexión de los territorios ocupados”.[34] Aguirre contrapone, en un capítulo signado por el ataque de octubre de 2023, al dedicado a la “tradición exódico-liberadora y el centro de la Biblia” con el que abre su volumen, una revisión del judaísmo posbíblico, el “protosionismo” y el sionismo cristiano, el sionismo y el neosionismo para abordar directamente lo que denomina: “La guerra de Gaza como un hito decisivo en el Estado de Israel”.

 

Aun cuando su análisis se orienta un tanto a justificar la reacción israelí ante el ataque “terrorista” de Hamás (no hay que olvidar el impacto que causó el asesinato y el secuestro de más de unas 200 personas judías de diversas nacionalidades[35]), Aguirre puntualiza que “interesa especialmente notar cómo en esta coyuntura se ha puesto de manifiesto la radicalización extrema del Gobierno israelí y las contradicciones internas de su sociedad”.[36] Parte de esa radicalización (cuya evolución es explicada progresivamente) es atribuible a la lectura de los textos bíblicos que, incluso en boca de Netanyahu, suenan completamente sacados de su contexto original: Eclesiastés 3, sobre el “tiempo de guerra”; la “eternidad de Israel”, basándose en Isaías 60.18; sobre “golpear a Amalek”, I Samuel 15.3; y la defensa del carácter judío de la ciudad de Hebrón al recurrir a Génesis 23.16-19.[37]

 

Aguirre es incisivo: “En última instancia hay una lectura de la Biblia y un reforzamiento religioso de ser pueblo elegido, que se vincula con toda una serie de exigencias para reforzar la identidad étnica, que tiene efectos políticos demoledores”.[38] Al momento de suceder el ataque, Netanyahu se encontraba en medio de una crisis política que amenazaba con deponerlo del cargo, por lo que la reacción tan extrema que ha mostrado en todos estos meses le ha servido para pasar la crisis a un segundo plano, no obstante lo cual se han presentado muchas protestas en contra de su actuación en la franja de Gaza, al grado de exigir su dimisión.[39] Aguirre destaca que el discurso sobre los dos Estados en un mismo territorio, una de las famosas determinaciones de 1948, es “pura retórica vacía” que quizá fue posible en un tiempo (los Acuerdos de Oslo, 1993), pero que nunca fue sinceramente aceptada por Netanyahu ni por Likud, su partido.

 

La recepción del impacto del conflicto en las iglesias evangélicas de América Latina ha estado en consonancia con el permanente apoyo que éstas le dispensan a Israel desde hace mucho tiempo. El portal Evangélico Digital, patrocinado, entre otros, por algunos de los movimientos de más tendencia sionista en la región ha dado un seguimiento continuo de los acontecimientos. A pocos días de iniciado el conflicto, un artículo del teólogo finlandés Pasi Turunen afirma que a Hamás nunca le importó el pueblo palestino y recuerda que “Hamás se fundó en agosto de 1988 para destruir Israel, y entonces no había bloqueo de Gaza”.[40] E insistió en que quienes piensan que la solución es el establecimiento formal de los dos Estados deberían leer el documento fundacional del movimiento armado, especialmente el artículo 7 que cita un hadiz (al Bujari, compendio de textos sobre Mahoma) inspirado en las palabras del profeta máximo: “El Día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes luchen contra los judíos (matando a los judíos), momento en el que el judío se esconderá detrás de piedras y árboles. Las piedras y los árboles dirán: ‘Oh musulmanes, oh Abdullah, hay un judío detrás de mí, venid y matadlo”.[41] A los que denomina “medios de comunicación laicos”, añade Turunen, “les cuesta acertar con la narrativa y explicar a Hamás como actor. Hamás es, según su Carta fundacional, una organización hermana de la misma Hermandad Musulmana que Al Qaeda e ISIS. Esto también se refleja en su forma de operar y gobernar”.[42] Su conclusión es abiertamente sionista: “Muchos han empezado a ver la sangrienta realidad que se oculta tras la máscara. Israel no es enemigo de los palestinos ni de los gazatíes. Pero Israel debe sobrevivir”.[43]

 

En todos los casos, se hace sentir el rechazo a las posturas islámicas en general y a las enarboladas por Hamás y por los grupos palestinos que señalan que el conflicto ha degenerado en los últimos meses en un auténtico genocidio, especialmente por el acecho permanente a los hospitales, escuelas y demás sitios de reunión de la población palestina bajo el argumento de que, especialmente en los primeros, se esconden contingentes armados. Esa perspectiva permea en la mayor parte de las iglesias, especialmente las llamadas neo-pentecostales, puesto que la perspectiva apocalíptica centrada en que este acontecimiento es una manifestación profética o anuncio del fin del mundo o de la segunda venida de Jesucristo, impacta sobremanera en la conciencia de estas comunidades de fe.[44] Esto se entendería muy bien por el tipo de lecturas y predicaciones que prevalecen allí, pero que sectores gubernamentales apuesten por lecturas similares es sumamente indicativo del énfasis religioso trasladado a la interpretación política del momento. Así lo resume Ben-Ami: “La fantasía apocalíptica sionista consta de tres pasos: dominar el territorio, construir el ‘Tercer Templo’ en Jerusalén y reemplazar la democracia por el Reino de la Casa de David —según la Biblia hebrea, designado por Dios para gobernar Israel. Permitir el asalto constitucional del gobierno a la democracia y los derechos humanos dentro de Israel es solo una parte del trato que hicieron con Netanyahu al servicio de ese sueño”.[45]

 

El equivalente cristiano de estas ideas es ideológicamente movilizador para las iglesias afiliadas, cuyas creencias están completamente sesgadas a favor del Israel actual. En Centroamérica, donde estas iglesias han crecido exponencialmente en las últimas décadas, es más visible ese apoyo, hasta el punto de que no ha dejado de mostrarse públicamente.[46] Muchas misiones que llegaron a esa región transmitieron lo que se conoce como dispensacionalismo, esto es, una serie de elementos basada en la interpretación de que Israel recuperará el estatus de pueblo de Dios “principal” (por encima de la Iglesia cristiana) en los momentos escatológicos finales y se “reconciliará” con Yahvé mediante una sucesión de acontecimientos catastróficos ligados a la segunda venida del Mesías Jesucristo.[47] Dentro del paradigma de la tierra prometida, esta corriente milenarista fue transformándose por causa de varios acontecimientos hasta llegar, como explica Luiz José Dietrich, a redefinir el plan que antes parecía monolítico y exacto:

 

Esta comprensión [sobre la posesión de la tierra] comenzó a cambiar después de la fundación del Estado de Israel en 1948, y especialmente después de la llamada “guerra de los seis días” en junio de 1967, cuando Israel derrotó muy rápidamente a las fuerzas militares de Siria, Egipto, Jordania e Irak. apoyado por Kuwait, Arabia Saudita, Argelia y Sudán. En esta guerra Israel triplicó su dominio territorial: arrebató la Franja de Gaza y la Península del Sinaí a Egipto, los Altos del Golán a Siria, Cisjordania y Jerusalén Este a Jordania, con la conquista de la Ciudad Vieja de Jerusalén, de gran peso simbólico. El sionismo cristiano se aliará con el sionismo judío. Y tras el colapso de la Unión Soviética, el surgimiento de corrientes islámicas radicales antiestadounidenses en la Guerra del Golfo (1990-1991), la proximidad del cambio de milenio impulsó el dispensacionalismo cristiano estadounidense, o el “Lobby del Armagedón”. Para ellos, la Biblia profetiza la Batalla de Armagedón (nombre griego del monte Megiddo, Har Megiddo/Megiddon, en hebreo), la batalla final, entre las fuerzas de la luz y las de las tinieblas, que marcaría el fin de esta era y la llegada del reino de Jesucristo (J. Barr, Fundamentalism. 1977, p. 190).[48]

 

Esta tendencia, de larga trayectoria en los protestantismos latinoamericanos, incluye muchos componentes geopolíticos que no necesariamente son advertidos por las comunidades de fe, pero que han influido de manera determinante en su conciencia religiosa. La problemática entre la diferencia absoluta de Israel y la iglesia es parte del meollo del problema:

 

Es importante destacar la insistencia de esta postura doctrinal en que Dios tiene un propósito separado y una manera distinta de tratar con su pueblo terrenal, Israel. Según el dispensacionalismo clásico, durante la era actual (la dispensación de la iglesia), Dios ha –por decirlo de alguna manera– “suspendido” Sus propósitos especiales para Israel y ha “dirigido Su atención” al recogimiento de los pueblos gentiles mediante la proclamación del evangelio a los no judíos. Pero los dispensacionalistas consideran que, cuando Cristo regrese para el rapto de su iglesia antes de un período de siete años de gran tribulación, se reanudará el programa especial para Israel. Entonces, tenemos que hablar de un par de elementos centrales en la visión futurista del dispensacionalismo: el templo y el anticristo.[49]

 

En otros países sucede lo mismo, pues para el caso de Chile, como lo ha estudiado Luis Aránguiz Kahn, esta inclinación obedece al adoctrinamiento persistente además del aumento del peso político de los movimientos evangélicos en América Latina predominantemente pentecostales.[50] Este autor afirma que “la lectura de la realidad política suele ser espiritualizada” y se refiere a que, al conmemorarse los 70 años de la fundación del Estado de Israel “apareció una iniciativa que tenía por objetivo generar una reconciliación de orden espiritual”.[51] Ello debido a que en 1947 en la votación sobre el caso en las Naciones Unidas siete países votaron en contra y otros se abstuvieron, y ahora era preciso superar los males recibidos (con las crisis políticas incluidas) mediante acciones nacionales de arrepentimiento y apoyo irrestricto: “En otros términos, hay una defensa de la posesión de la tierra por parte de Israel […] pero se la entiende en el marco de un proceso superior que tiene que ver con el fin de los tiempos. Tal es así que, según indica el artículo [de 1948], si se dividiera el territorio, aquello ‘demostraría de plano que los dirigentes de las Naciones Unidas ignoran completamente el Plan de Dios’”.[52] Aránguiz Kahn habla, incluso, de la categoría “pentecostalismo sionista” citando al respecto un trabajo de Eric Nelson Newberg referido al origen del fenómeno en las primeras misiones de las Asambleas de Dios en Jerusalén.[53]

 

Una lectura bíblico-teológica alternativa de la historia

 

Existen otras interpretaciones de la historia del territorio palestino, de la comprensión de Israel como pueblo elegido, de la convivencia entre ambas naciones y del derecho del Estado de Israel a apropiarse de la tierra que funcionan de manera distinta a como se divulga ampliamente. Silvana Rabinovich, desde dentro de la tradición judía, ha desarrollado una interpretación histórica, teológica y cultural que consigue ir más allá del énfasis colonialista del sionismo contemporáneo. Ella forma parte de la vertiente judía que no se aferra a la tradición entendida como continuidad de la imposición arbitraria de criterios dominantes para dominar a la nación palestina y seguir en conflicto con sus demás vecinos islámicos. Su perspectiva es dialógica e insiste en situarse en toda una corriente judía tolerante, respetuosa y bien informada de la historia cultural y religiosa. En el capítulo “De víctimas y victimarios I. Biblia y Shoá”, al analizar el episodio del posible sacrificio de Isaac, Rabinovich desmenuzó cuidadosamente el relato y lo relacionó directamente con las acciones de Netanyahu. Su pregunta de base es: “Abraham en Israel hoy: ¿Por qué imperativo debe inmolar a su hijo? ¿Acaso alguien cree que Dios es el Estado?”.[54]

 

Inmediatamente después, esta autora traslada la analogía al 23 de septiembre de 2011 cuando Netanyahu ofreció un discurso en las Naciones Unidas para impedir que se aceptara la integración de Palestina como un Estado más de ese organismo. Allí, se dirigió a Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina para “tenderle la mano” “y al decir que los descendientes de Ismael y los de Isaac tienen sus destinos entrelazados, evocó al padre en común ‘mi pueblo lo llama Abraham, el suyo lo llama Ibrahim’”.[55] Para Rabinovich, el primer ministro israelí “creyó haber dado una lección de diplomacia a la ONU ese día, cuando solicitó ser aceptado como un Estado miembro de dicha organización (apoyado por una amplia mayoría). Israel, en complicidad con Estados Unidos, fue a dar razones en contra”.[56] Tender la mano y retirarla, al mismo tiempo, al negarse a dar visibilidad geopolítica al Estado “hermano” (desde el horizonte abrahámico y bíblico) y, mientras tanto, insistir en establecer nuevos asentamientos israelíes en territorio palestino. Tendió su mano, “la mano de Israel” e inmediatamente nombró al patriarca. Rabinovich, ateniéndose al lenguaje bíblico, subraya las palabras de Yahvé a Abraham: “Resuena lejanamente la orden divina ‘no alces tu mano sobre el muchacho’”.[57] Un destino común de hermanos de sangre que libraron la muerte de diversas maneras, ambas guiadas por la misericordia divina que no deja de experimentarse:  he ahí una vía para el reconocimiento y la aceptación mutuos.

 

La reflexión bíblico-teológica de Rabinovich, en la que resuena la experiencia vivida en ambos territorios comunes, es sólida y exigente para el Estado de Israel actual desde la matriz misma de la tradición:

 

Un mismo padre, pero dos madres que tienen estatutos diferentes, o al menos eso quiere enfatizar una parte de la interpretación, la que justifica la orden que le diera Sara de expulsar a Hagar (esta última no tenía el carácter de concubina), y que por esa razón el exégeta Rashi sostiene que, al morir la madre de Isaac, Abraham se casó con Ktura (Gén 25.1) que es otro nombre de la misma Hagar, a quien no había querido expulsar hacia el desierto junto con su hijo Ismael (Gén 21.11). ¿Qué hizo Netanyahu al evocar a ese padre nombrado de dos maneras diferentes? ¿Declararse medio hermano de Abbas? ¿Sacar a relucir el filo de la fraternidad? Tal vez no le alcance con la herencia de la tierra y necesite demostrar que además heredó el cuchillo con el que no sacrificó a Isaac. Benyamin Netanyahu ¿habrá escuchado la voz de Dios legándole aquel cuchillo para sacrificar esta vez a la estirpe de Ismael? ¿Netanyahu se arroga el derecho de hablar en nombre de todos los padres de hoy?[58]

 

Todo lo contrario de esta exégesis basada en las tradiciones antiguas releídas, la activista y escritora estadounidense Alison Weir, ha seguido la pista del surgimiento del Estado de Israel desde los espacios casi “ocultos”, pero conocidos de manera general. Su recuento de las masacres (al menos 33) y la conquista de Palestina (eco lejano del libro de Josué) es verdaderamente aterrador.[59] Sin el apoyo de Estados Unidos (su Go’el actual), es muy probable que ese país ni siquiera existiría y el judaísmo sionista se encontraría en las condiciones en que se hallaba a principios del siglo XX, sin un lugar firme donde establecerse, aunque con la fuerte filosofía autocrítica de sus pensadores más notables (Buber, Cohen, Rosenzweig, Arendt).

 

Algunas conclusiones provisionales

 

La enorme complejidad de este tan prolongado conflicto seguirá siendo el tema de interminables debates mientras que la perspectiva geopolítica lo utilice como instrumento para servir a intereses bien determinados. La amenaza iraní de intervenir directamente luego de los ataques de Israel aún parece algo que está por resolverse. El reacomodo de fuerzas y la dilación de las treguas humanitarias se han visto empañados porque están en marcha otros procesos bélicos como el de Ucrania y Rusia. La interminable sucesión de reuniones de alto nivel no ha logrado más que alargar el sufrimiento de los habitantes de la Franja de Gaza hasta niveles insostenibles, pues la destrucción de hospitales, escuelas, iglesias y centros asistenciales ha producido un denso ambiente apocalíptico que deja escaso margen para las negociaciones firmes y, sobre todo, a la futura reconstrucción de ese territorio tan maltratado. Si a todo ello se agrega el factor religioso como elemento que, desde los simbolismos más antiguos influye de manera decidida en las conciencias y en la vida cotidiana de los pueblos, la esperanza para una resolución próxima de esta guerra se ve bastante lejana.

 

Visto desde fuera, aun cuando el conflicto hace tiempo que trascendió el mero espacio geográfico del Medio Oriente, es posible afirmar que este episodio agrega nuevas vetas de dificultad a la, de por sí, ya complicada comprensión del desencuentro entre el Israel actual y el pueblo palestino. Como se dijo al principio de este texto, también está en juego la credibilidad y la eficacia de las tres religiones abrahámicas que no han sabido o podido conducir a su feligresía a espacios de diálogo y convivencia, a pesar de su origen común. Específicamente, si la perspectiva “dispensacionalista” continúa influyendo en el horizonte bíblico, ideológico y político de las iglesias protestantes latinoamericanas, con todo y que esa tendencia ha sufrido fuertes modificaciones en los últimos años, es de esperarse que el apoyo casi irracional a las acciones del Israel actual seguirá siendo una constante en el futuro próximo.

 

Los llamados a orar por la paz de todo el territorio y a promover una nueva visión de este añejo conflicto deberán ser atendidos por comunidades de fe más conscientes y atentas a las realidades en las que ha desembocado. Porque junto con una sana recuperación de la historia bíblica y su proyección en la proclamación de los textos sagrados, la oración genuina debe reflejar los sentimientos encontrados que ocasiona ser testigos de la prolongación del odio y el rechazo entre estos vecinos ancestrales. A ello hay que agregar la denuncia persistente de la violencia indiscriminada que surja de ambas partes pues implica la falta de voluntad mutua por alcanzar acuerdos de paz, así como la prevalencia de intereses mezquinos que sin duda se han inmiscuido entre ellas durante todo este tiempo.

 

¿Cómo orar, cómo seguir orando

por la paz de Jerusalén

si allí conviven los hijos e hijas

de Isaac e Ismael

que nos parten el corazón?

¿Cómo alzar la voz en cuello

al cielo silencioso y paciente

sin desgañitarse y pedir justicia

para los dos pueblos

que se desgarran entre sí?

[…]

 

LC-O / 5.8.24

 

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Leopoldo Cervantes-Ortiz, tiene una Maestría en Teología por la Universidad Bíblica Latinoamericana (San José, Costa Rica).

 

Contacto: lcervortiz@yahoo.com.mx

 

Artículo recibido: 30 de agosto del 2024.

Artículo aprobado: 22 de noviembre del 2024.

 

 



[1] “Cadáveres anónimos”, en No Pidas perdón, trad. María Luisa Prieto, Homenaje a las víctimas de Gaza (Poesía Árabe, 2017).

[2] Dentro de la extensa bibliografía del tema, se pueden mencionar: Edward W. Said, La cuestión palestina (Madrid: Debate, 1979); Edward W. Said, Nuevas crónicas palestinas: El fin del proceso de paz (Barcelona: Mondadori, 2002); Amira Hass, Crónicas de Ramala: Una periodista israelí en territorio ocupado (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2005); Gudrun Krämer, Historia de Palestina: Desde la conquista otomana hasta la fundación del Estado de Israel (Madrid: Siglo XXI, 2006); Sylvain Cypel, Entre muros: La sociedad israelí en vía muerta (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2006); Ilan Pappé, La limpieza étnica de Palestina (Barcelona: Crítica, 2008); Vittorio Arrigoni, Gaza: Seguimos siendo humanos, diciembre 2008 - julio 2009 (Madrid: Bósforo Libros, 2009); Pedro Brieger, El conflicto palestino-israelí: 100 preguntas y respuestas (Buenos Aires: Capital Intelectual, 2010); Avi Shlaim, El muro de hierro: Israel y el mundo árabe (Madrid: Almed, 2011); Phyllis Bennis, Understanding the Palestinian-Israeli Conflict: A Primer (New York: Olive Branch Press, 2012); Martin Bunton, The Palestinian-Israeli Conflict: A Very Short Introduction (Oxford: Universidad Oxford, 2013); Ari Shavit, Mi tierra prometida (Madrid: Debate, 2014); Walter Brueggemann, Chosen? Reading the Bible amid the Israeli-Palestinian Conflict (Louisville: Westminster John Knox Press, 2015); Neil Caplan, The Israel-Palestine Conflict: Contested Histories, 2a ed. (Malden, MA: Wiley-Blackwell, 2019); Jean-Claude Lescure, El Conflicto Palestino-Israelí: En cien preguntas (Madrid: Rialp, 2019); Norman G. Finkelstein, Gaza: Una investigación sobre su martirio (México: Akal, 2019); James L. Gelvin, The Israel-Palestine Conflict. A History, 4a ed. (Cambridge: Cambridge University Press, 2021); Rashid Khalidi, Palestina. Cien años de colonialismo y resistencia (Madrid: Capitán Swing, 2023); Shlomo Ben-Ami, Profetas sin honor: La lucha por la paz en Palestina y el fin de la solución de dos estados (Madrid: RBA, 2023); Ilan Pappe, Historia de la Palestina moderna. Un territorio, dos pueblos, 3a ed. (Madrid: Akal, 2024).

[3] Randa Hasfura Anastas, “Influencia del sionismo cristiano en la política mundial a favor de Israel”, Análisis de la Realidad Nacional 12, núm. 243 (2023): 39–64. Cf. José A. Amesty R., “El sionismo político-religioso en América Latina – El Independiente”, El independiente (blog), el 6 de septiembre de 2021; Giovanny Gómez Pérez y Díaz Nathan, “Israel y los evangélicos: historia y razones del apoyo”, BITE Proyect (blog), el 8 de noviembre de 2023. Estos autores explican la manera en que el llamado “dispensacionalismo”, una lectura tendenciosa de la doctrina escatológica inclina la balanza ideológica para un apoyo irrestricto del Israel actual por parte de las iglesias evangélicas.

[4] Cf. “Construyendo la nación y el Estado (1918-1948)” Mario Sznajder, Historia mínima de Israel (México: El Colegio de México, 2017), pt. V; cf. Marta F. Topel, “Mario Sznajder: Historia Mínima de Israel. El Colegio de México/Turner, Ciudad de México/Madrid, 2017, pp. 287”, Araucaria 21, núm. 42 (el 17 de octubre de 2019): 653–57; Juan David Echeverry Tamayo, “Historiografía israelí y la creación del Estado de Israel”, Estudios de Asia y África 56, núm. 3 (el 12 de agosto de 2021): 517–44.

[5] Cf., para el caso mexicano, Isaac Martínez Monterrosas, “La injerencia de las iglesias evangélicas en México y Estados Unidos (2017-2023)”, Posición. Revista del Instituto de Investigaciones Geográficas, núm. 9 (el 27 de julio de 2023): 1–28; ICEJ Staff Writers, “ICEJ Reaching the Length of Latin America for Israel”, International Christian Embassy Jerusalem (ICEJ) (blog), el 5 de julio de 2023. Un caso llamativo es la Sociedad Bíblica de México que en diversos eventos invita al cuerpo diplomático israelí y coloca la bandera del país en los escenarios principales.

[6] Cf. David Weinberg, “Israel’s Role in the Fight Against Anti-Semitism”, Jewish Press (blog), el 20 de enero de 2020.

[7] Cf. CMI, “El CMI considera injusta, discriminatoria y desinformada la actuación israelí contra sus dirigentes”, Consejo Mundial de Iglesias (CMI) (blog), el 6 de diciembre de 2016; CMI, “Tribunal anula la prohibición de entrada a Israel a la secretaria general adjunta del CMI”, Consejo Mundial de Iglesias (CMI) (blog), el 17 de octubre de 2018.

[8] CMI, “El CMI reitera su rechazo al antisemitismo”, Consejo Mundial de Iglesias (CMI) (blog), el 20 de enero de 2020; cf. CMI, “El director de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI reflexiona sobre el antisemitismo, las definiciones y la cooperación futura”, Consejo Mundial de Iglesias (CMI) (blog), el 22 de julio de 2019.

[9] CMI, “Declaración del Comité Ejecutivo del CMI sobre la guerra en Palestina e Israel”, Consejo Mundial de Iglesias (CMI) (blog), el 14 de noviembre de 2023.

[10] Martin Buber, Una tierra para dos pueblos. Escritos políticos sobre la cuestión judeo-árabe, El Peso De Los Dias 69 (Salamanca: Sígueme, 2005), 40.

[11] Silvana Rabinovich, La Biblia y el dron: sobre usos y abusos de figuras bíblicas en el discurso político de Israel, 3a ed. (México: Heredad, 2021), 45.

[12] Shlomo Sand, La invención de la tierra de Israel. De Tierra Santa a madre patria, Cuestiones de antagonismo 71, 2013, 80.

[13] Durmiendo en Gaza (México: Valparaiso, 2017), 12.N. Darwish, Durmiendo en Gaza. México, Valparaíso, 2017, p. 12.

[14] CNN Español, “Cómo se inició el conflicto entre Israel y los palestinos”, CNN Español (blog), el 7 de noviembre de 2023.

[15] CNN Español.

[16] Xavier Pons Rafols, “La guerra en Gaza y el conflicto palestino-israelí: Un punto de inflexión en medio de un ciclo sin fin de violencia”, Peace & Security - Paix et Sécurité Internationales (Euromediterranean Journal of International Law and International Relations), núm. 12 (2024): 5.

[17] Cf. Marta Tawil, “¿El fin de la solución de dos Estados? Israel, los palestinos y la asimetría del poder internacional”, Revista Mexicana de Política Exterior, núm. 86 (2009): 101–43.

[18] Juan Carlos Sanz, “Hamás acepta un Estado palestino en las fronteras de 1967 sin reconocer a Israel”, El País, el 1 de mayo de 2017, Digital edición, sec. Internacional.

[19] Elena Poniatowska, “Silvana Rabinovich”, La Jornada, el 17 de marzo de 2024, Digital edición, sec. Opinión.

[20] Amnistía Internacional, “Crisis en Gaza e Israel”, Amnistía Internacional, consultado el 28 de noviembre de 2024.

[21] Shlomo Ben-Ami, “Gaza y el Apocalipsis”, Nueva Sociedad, el 19 de agosto de 2024, Digital edición, sec. Opinión.

[22] Yurnay Arciniegas, “Netanyahu: ‘No terminaremos la guerra en Gaza hasta eliminar a Hamás’”, France 24, el 24 de junio de 2024, Digital edición, sec. Medio Oriente.

[23] “Israel War Map Shows Areas Fought for by Hamas”, Newsweek, el 9 de octubre de 2023, Digital edición, sec. World, https://www.newsweek.com/israel-war-map-shows-areas-fought-hamas-gaza-war-mapper-1833017. Otros mapas útiles se pueden consultar en: AJLabs, “Israel-Gaza War in Maps and Charts: Live Tracker”, Al Jazeera (blog), el 9 de octubre de 2023.

[24] Cf. Noam Raydan, “Los ataques hutíes y el transporte marítimo”, Política Exterior (blog), el 15 de abril de 2024.

[25] BBC News Mundo, “El ‘fiasco’ del muelle humanitario de US$230 millones construido por EE.UU. en Gaza y que apenas funciona”, BBC News Mundo, el 21 de junio de 2024, Digital edición.

[26] Cf. Dann Johnson, “Two Thousand Aid Trucks Stuck at Rafah Border, Aid Group Warns”, el 23 de mayo de 2024, Digital edición, sec. News.

[27] Sand, La invención de la tierra de Israel, 74s. Sus referencias para cuestionar que la “Tierra de Israel” pueda ser considerada como la patria de los judíos son: ZZali Gurevitz y Gideon Aran, “On the Spot (Israeli Anthropology)”, Alpayim, núm. 4 (1991): 9–44; Daniel Boyarin y Jonathan Boyarin, “The people of Israel have no Motherland: On the place of the Jews”, Teorya Uvikoret, núm. 5 (1991): 79–103; Hagai Dagan, “The concept of ‘Homeland’ and the Jewish ethos: Chronicles of a dissonance”, Alpayim, núm. 18 (199d. C.): 9–23 (en hebreo).

[28] Sand, La invención de la tierra de Israel, 76.

[29] Pedro Lima Vasconcelos y Rafael Rodrigues Da Silva, “O livro de Josué: entre resistências populares e planos supremacistas, ontem e hoje”, Ribla 93, núm. 2 (el 12 de junio de 2024): 67.

[30] Roy H. May, Josué y la tierra prometida (New York: Junta de Misioneros Globales de la Iglesia Metodista Unida, 1997), 25s.

[31] Sand, La invención de la tierra de Israel, 80. Énfasis agregado. Sand añade las siguientes referencias sobre la enseñanza en Israel del libro de Josué: Galia Zalmanson Levi, “Teaching the Book of Joshua and the Conquest”, en The Militarization of Education, ed. Haggith Gor Ziv (Tel Aviv: Babel, 2005), 131–45; Georges R. Tamarin, The Israeli dilemma. Essays on the warfare state (Rotterdam: Rotterdam University Press, 1973), 183–90; Nurit Pelet-Elhanan, Palestina en los textos escolares de Israel. Ideología y propaganda en la educación (Buenos Aires: Canaán, 2016).

[32] Sand, La invención de la tierra de Israel, 81.

[33] María Landi, “Un genocidio largamente anunciado”, Ribla 93, núm. 2 (el 12 de junio de 2024): 24.

[34] Rafael Aguirre Monasterio, “La Biblia en la política del Estado de Israel”, en La utilización política de la Biblia, Agora 42 (Estella: Verbo Divino, 2024), 81.

[35] Cf. Benjamin Dodman, “‘Sobrevivimos haciéndonos los muertos’: la fiesta israelí que se convirtió en una pesadilla”, France 24, el 9 de octubre de 2023, Digital edición, sec. Medio Oriente.

[36] Aguirre Monasterio, La utilización política de la Biblia, 100.

[37] Aguirre Monasterio, 101s.

[38] Aguirre Monasterio, 96.

[39] Cf. Lazar Berman, “As Protesters Demand He Go, Netanyahu Argues Election Would Play into Hamas’s Hands”, The Times of Israel (blog), el 31 de marzo de 2024.

[40] Pasi Turunen, “A Hamás jamás le importó el pueblo palestino”, Evangelico Digital (blog), el 17 de octubre de 2023.

[41] Turunen.

[42] Turunen.

[43] Turunen.

[44] Adam Gabbatt, “‘This War Is Prophetically Significant’: Why US Evangelical Christians Support Israel”, The Guardian, el 30 de octubre de 2023, Digital edición, sec. World news.

[45] Ben-Ami, “Gaza y el Apocalipsis”.

[46] Javier Bolaños, “Most Latin American Evangelicals Support Israel. Their Region Is More Divided.”, Christianity Today, el 21 de diciembre de 2023, Digital edición, sec. News.

[47] Cf. Charles Ryrie, Dispensacionalismo Hoy (Barcelona: Portavoz Evangélico, 1974); Hugo Miguel Rogel y Armando Briñis Zambrano, El dispensacionalismo como corriente teológica: manifestaciones en El Salvador (San Salvador: Universidad Luterana Salvadoreña, 2017). “La creación del moderno Estado de Israel, según la escatología dispensacionalista obedece a las profecías bíblicas y encuentran concordancia en los acontecimientos actuales. Según este concordismo, el surgimiento del Estado de Israel es el cumplimiento de los tiempos finales y es expresado con vehemencia acompañándolo con algunas perícopas bíblicas” (p. 75).

[48] Luiz José Dietrich, “A grilagem da Palestina: A promessa da terra em Gn 12”, Ribla 93, núm. 2 (el 12 de junio de 2024): 50s, www.centrobiblicoquito.org/images/ribla/93.pdf.

[49] G. Gómez Pérez y N. Díaz, op. cit.

[50] Luis Aránguiz Kahn, Cristianismo sionista: Los evangélicos chilenos y el apoyo al Estado de Israel (2022: Universidad de Santiago de Chile, 2022), 71. Se agradece a Ariel Corpus el acceso a este material. Cf. Claudia Dary Fuentes, “Aproximación al sionismo cristiano en Guatemala”, Ciencias Sociales y Religión 25 (el 28 de diciembre de 2023): 1–32.

[51] Aránguiz Kahn, Cristianismo sionista, 76.

[52] D. Bazán, “¿Quiénes son los dueños de Palestina?Penteco”, Fuego de Pentecostés, núm. 226 (1948): 7; citado por Aránguiz Kahn, Cristianismo sionista. Énfasis agredado.

[53] Eric Nelson Newberg, The Pentecostal Mission in Palestine (Oregon: Pickwick Publications, 2012), 186–212; citado por Aránguiz Kahn, Cristianismo sionista, 77.

[54] Rabinovich, La Biblia y el dron, 136.S.

[55] Rabinovich, La Biblia y el dron.

[56] Rabinovich.

[57] Rabinovich.

[58] Rabinovich, 136s. Énfasis agregado.

[59] Alison Weir, La historia oculta de la creación del estado de Israel, trad. Catalina Martínez Muñoz (México: Cápara de Diputados-Capitán Swing, 2024), 107–13.