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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 42, Número 1 - Año
2022 -
San José, Costa Rica Tecnologías digitales: Aportes y desafíos
teológico-pastorales |
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Presentación Ann
Hidalgo pp. 5-8 |
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Presentación La pandemia Covid-19 nos dejó más claro que
nunca que las innovaciones tecnológicas modifican nuestros patrones de vida y
modos de relacionarnos, así como también nuestros espacios laborales,
familiares y eclesiales. Los cambios que fueron promovidos en los meses del
confinamiento y casi dos años de distanciamiento social fueron, en realidad,
un aceleramiento de lo que ya se había venido dando en forma paulatina desde
hacía años. Frente a la contribución positiva que nos ha ofrecido y puede
ofrecer la tecnología, es necesario valorar el impacto social de estas
transformaciones, incluyendo aspectos como la brecha digital, la influencia
de los medios y las redes sociales en la forma en la que vivimos, consumimos,
creemos y nos percibimos. En este número de Vida y Pensamiento hemos
invitado a las autoras y los autores a reflexionar sobre el impacto de la
tecnología e información que a través de la misma
nos llega, de la comunicación y de los medios digitales en nuestras
relaciones, nuestras culturas, nuestros patrones de comportamiento y la
manera en la que nos expresamos, trabajamos, estudiamos, celebramos el culto
y convivimos. Consideramos su potencial movilizador y de inclusión, así como
también las dimensiones asociadas de exclusión y alienación. Estos cambios,
por ende, no atañen sólo a la forma, sino que también modifican nuestro modo
de vida de manera profunda y desafían el quehacer bíblico-teológico y
pastoral. Iniciamos el número con Leonardo D. Félix, quien
aporta una vista panorámica de los problemas sociales que surgieron en
América Latina y El Caribe durante la pandemia del Covid-19 con un enfoque
específico en la comunicación. Explica que, aunque el contexto de la pandemia
sea novedoso por sus consecuencias, no lo es en la matriz de desigualdades
sociales y económicas preexistentes que nos afecta. Con esta perspectiva,
examina cómo nuestras comunidades de fe, así como nuestros organismos
ecuménicos continentales, debieron y deben adaptarse día a día a la
incertidumbre del porvenir. Félix espera que “la experiencia, aún adversa,
ganada en estos meses de Covid en muchas
comunidades de fe, sea una resiliencia necesaria para, no sólo honrar las
vidas que partieron, sino para reconfigurar una fe que espera nuevas y
mejores acciones”, e insiste que “soñar un futuro distinto, es, en
definitiva, crear algo distinto, que, necesariamente, debemos traer al
presente para seguir generando cambios en favor de la vida”. Lydia Hernández Marcial nos ofrece una lectura del mundo virtual utilizando
el relato de la Torre de Babel en Génesis. Desde este pasaje bíblico que
presenta una de las narrativas cosmogónicas del antiguo Israel, nos invita a
explorar los mitos de los orígenes de la Internet y los medios sociales (social
media). Utilizando interpretaciones bíblicas antimperialistas
latinoamericanas y africanas, identifica el control que ejerce el capitalismo
de vigilancia por medio de las tecnologías digitales. Evalúa la mezcla de
lenguas y la dispersión, “no como castigo, sino como oportunidades para la descentralización
del poder que ejerce esta tecnología”, resaltando “los peligros de la
uniformidad y la naturaleza opresora de querer hablar un sólo idioma con un
único discurso”. Juan Esteban Sepúlveda aborda nuestro tema desde la perspectiva de las organizaciones
ecuménicos internacionales, específicamente del Consejo Latinoamericano de
Iglesias (CLAI), y reflexiona sobre la conveniencia de que las iglesias
mantengan el uso intensivo de las comunicaciones virtuales como complemento a
sus actividades presenciales. Asemeja nuestra situación actual al uso
adicional de la comunicación presencial y no presencial por parte de Pablo,
particularmente en su ministerio al servicio de la iglesia en Corinto, y de
la unidad de la temprana Iglesia de Dios resaltando que “el uso creativo y
responsable (…) de las comunicaciones virtuales, es potencialmente una gran
bendición para el cultivo de los vínculos entre las iglesias locales, y entre
cada iglesia local y la Iglesia Universal”. Rolando Pérez-Vela y
Dennis A. Smith examinan las implicancias y desafíos en la
construcción de procesos y estrategias de comunicación desde las comunidades
de fe en América Latina, en el contexto del proceso de mediatización de las
prácticas y narrativas religiosas. Revisan el modo como se ha concebido y
construido el uso de los medios de comunicación desde las organizaciones y
comunidades vinculadas al campo evangélico, en el marco de las estrategias de
apropiación del espacio público. Nos desafían a “repensar los proyectos de
comunicación, desde la perspectiva cristiana, en clave profética y ciudadana,
que implica la construcción de comunidad, la afirmación de las alteridades,
la visibilidad de relatos alternativos a las narrativas fundamentalistas y la
animación de una espiritualidad que genere paz con justicia y no violencia,
amor y no odio: vida plena”. Ann Hidalgo se enfoca en la corporeidad, un concepto que cruza las evaluaciones de
los impactos sociales de la tecnología y el pensamiento teológico feminista.
Empieza con un análisis extendido de los problemas que surgen de las
tecnologías digitales por falta de atención a lo corpóreo en los áreas
sociales, ambientales y personales. Como respuesta, explora cómo las
teologías feministas “aportan una perspectiva totalmente distinta sobre lo
corpóreo valorando el cuerpo como lugar de revelación, reconociendo que
nuestras vulnerabilidades corpóreas nos abren a una red de relaciones y
recordándonos que todos los seres vivientes, y toda la naturaleza, forman
parte de un único cuerpo que es sagrado”. Miguel España parte de una perspectiva teológica para evaluar los riesgos y
posibilidades que presentan las tecnologías de la información y las redes
sociales para la construcción de sociedades inclusivas. Propone la razón perijórica de la teología pública como herramienta que
“aporta a la construcción de espacios de interconectividad social desde las
agendas y demandas sociales, ya que la naturaleza misma de la perijóresis es danza de la unidad en la diversidad,
diálogo consensual y construcción de los mejores medios y estrategias para la
vida plena o bien común”. Esta estrategia de intervención nos permite
“acompañar estos procesos desde las víctimas y sus demandas asumiendo los
retos que plantea la red social para la consecución del bien común desde una
perspectiva crítica e integradora”. Es un gusto para la UBL compartir estos
aportes con nuestros lectores y nuestras lectoras. Ann Hidalgo Coordinadora |
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