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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 38 Número 1 - San
José, Costa Rica De la “ideología
de género” a la justicia de género Apuntes bíblicos y teológicos |
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Y ustedes, ¿quién dicen que soy? Crítica teológica a la propaganda contra la “ideología
de género” pp. 25-53 Arianne van Andel |
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Resumen: Este artículo hace un análisis crítico teológico de la metodología y
el contenido de la propaganda contra la llamada “ideología de género”.
Desvela el interés político de la campaña, y examina tres supuestos
teológicos de su contenido: la ley natural, la normatividad bíblica y el
miedo al relativismo. Finalmente, desarrolla líneas teológicas para una
cosmología, hermenéutica y epistemología de una “teología de preguntas”. Abstract: This article provides a critical theological analysis of the
methodology and content of the propaganda against the so-called “gender
ideology”. It uncovers the political interests of the campaign, and studies
three theological assumptions of its content: natural law, the normativity of
the Bible, and the fear of relativism. Finally, it develops theological lines
for a cosmology, hermeneutics and epistemology for a “theology of inquiry”. Palabras claves: género, cosmología, epistemología,
hermenéutica, teología crítica. Key words: gender,
cosmology, epistemology, hermeneutics, critical theology. |
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¿Quién y qué nos
define? ¿Quién sabe en lo más profundo quiénes somos? Son dos preguntas que
me surgen en el debate sobre la llamada “ideología de género”, que ha tenido
un impacto grande y divisor a nivel socio-cultural y político en
Latinoamérica en la última década. Son preguntas existenciales, y se prestan
para reflexiones filosóficas o teológicas de alto nivel. Lamentablemente, la
apariencia de la noción “ideología de género” no ha generado esta reflexión,
y probablemente no fue inventado con tal propósito. El origen del término
“ideología de género” (IdG desde ahora) es oscuro, pero vivió un alto como
título en muchos sitios web para referirse a un discurso del Papa Benedicto
XVI frente a la curia en Navidad 2012, en que hace una crítica fuerte a lo
que él llama la “filosofía” o “teoría” de género.[1]
A pesar de mucha búsqueda no se encuentra una definición oficial de IdG, pero
en el sitio web catholic.net un autor anónimo la define como: “una ideología (es decir, es un sistema de
pensamiento cerrado) que defiende que las diferencias entre el hombre y la
mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una
naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y
convencionales, hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad
asigna a los sexos”.[2] El término IdG ha sido
tomado por católicos y evangélicos de círculos más conservadores como una
propaganda fuerte para poner límites a políticas de derechos para personas
LGTBI[3], como
son la unión matrimonial para personas lésbicas y homosexuales o Leyes de
Género que regulan el registro bajo un nombre nuevo y los derechos de las
personas transexuales. El mismo sitio web dice que la IdG fue lanzada “al
mundo” en 1995, en la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la
Mujer, que tuvo lugar en Pekín y que desde entonces esté presente todas las
Agencias de las Naciones Unidas: “en concreto, en el Fondo para la Población,
UNICEF, UNESCO y OMS que han elaborado muchos documentos con categorías
propias de esta ideología”.[4] Es la impronta
política de esta campaña que llama mucho la atención en Latinoamérica, donde
oficialmente los Estados son laicos, pero donde la incidencia de grupos
religiosos y conservadores en la política pública sigue siendo enorme. Más
que la preocupación por preguntas existenciales, estos grupos tienen un
interés político pre-establecido que les hace actuar por sobre las reglas de
la democracia, donde oficialmente son sólo una voz en el debate. Además, la
manera en que han expresado sus opiniones muchas veces no respeta las reglas
del diálogo democrático: la burla y el desprecio frente a personas LGTBI
tienen un carácter más de bullying constante que de una opinión fundamentada.
Es por esta misma
razón que he sentido resistencia de escribir un artículo teológico acerca de
la IdG. ¿Cómo escribir un artículo académico serio frente a una propaganda
política conservadora, que desestimo en su contenido y métodos? ¿Cómo
plantearme frente a posiciones desinformadas, poco transparentes, muchas
veces absurdas, que manipulan la mente de la gente? ¿Cómo des-ideologizar un
debate con personas que ya han decidido descartar todos los argumentos ajenos
como “ideología”, como sistema de pensamiento cerrado? Por otro lado me
preocupa la influencia que ha logrado tener el discurso de los “adversarios
de la IdG” (desde ahora) en la opinión pública. La única salida que vi posible
es de-construir la campaña misma y develar su estrategia y algunas de sus
premisas desde una mirada teológica-evangélica. 1. La
pregunta de Jesús
En la narrativa
bíblica sobre Jesús y su pasión se encuentra una pregunta que uso de espejo
para reflexionar el tema que abordamos. Jesús está con sus discípulos en
camino y les pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? Y los discípulos
responden: “Unos que Juan el Bautista, otro que Elías, otros que uno de los
profetas”. La gente define a Jesús dentro de sus parámetros judíos, dentro de
los esquemas que conocen y las expectativas que conllevan. Después Jesús se
dirige a sus seguidores: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?” (Mc 8:27-29).[5] Es importante ver el
contexto del texto. Los fariseos y judíos están persiguiendo a Jesús para
tratar de “poner a prueba” su rectitud en las leyes judías (Mc 7:1-13; 8:11,
9:11, 10:1). El ambiente debe haber sido tenso, porque Jesús cuestionaba con
su actuar la rigidez de normas religiosas de su tiempo. Inmediatamente
después de la interpelación de Jesús a sus discípulos encontramos el primer
anuncio de su pasión: “porque será rechazado por los ancianos, los sumos
sacerdotes y los letrados” (Mc 8:31). Las preguntas que Jesús hace sobre su
identidad no son neutras. La manera en que le define “la gente” determina su
destino, como también el entendimiento de sus seguidores sobre quién es.
Jesús sabe, además, que su identidad, sea como sea, va a ser una razón para
los fariseos de perseguirlo, y por eso pide silencio sobre ella (Mc 8:30). En los evangelios
Jesús se define como el Mesías, el enviado por Dios, el que trae el Reino de
Dios. Su identidad se veía en una manera de vivir, revelando un horizonte de
vida donde “los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos
quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la
Buena Noticia (Mt 11:5; Lc 7:22)”. Desde mi lectura de los evangelios, afirmo
la apuesta de la teología de la liberación que el núcleo de la hermenéutica
cristiana es la buena noticia para gente empobrecida, marginada, excluida.[6] Desde la
teología feminista crítica añado un a-priori, que “no (se) puede tomar como
punto de partida la autoridad normativa del arquetipo bíblico, sino que (se)
debe partir por las experiencias de las mujeres en su lucha por la liberación
(…) una autoridad que busca evaluar la dinámica opresiva y liberadora de
todos los textos bíblicos.”[7] Ahí
incluiría cualquier persona que está discriminada por su posición en el
sistema socio-cultural y económico. Jesús fue excluido por buscar una vida de
inclusión. Su identidad como persona le fue denegada, justamente porque
quería proclamar vida a la gente más excluida de sus tiempos. Su destino fue lo
de mucha de esta gente, rechazada, despreciada, etiquetada como “pecador(a)”.
¿Cuáles sería esta
gente marginada y excluida de nuestros tiempos? ¿No tendríamos que pensar en
unos de los grupos más discriminados y rechazados de hoy: las personas LGBTI?
Estas personas también están sujetas a la pregunta: ¿Quiénes dicen la gente
que soy? Su exclusión se da por quiénes son, y por su búsqueda de lo que
define, constituye y construye su identidad. También en sus vidas esta
pregunta nunca es teórica y fuera de contexto. Cada persona que no cabe
dentro de la normativa hétero-patriarcal instalada en nuestras sociedades,
tiene un rostro, un cuerpo, y una historia personal con experiencias únicas y
personales. En el plano político sus derechos deben ser garantizados por una
política de Estados laicos, consensuados en un debate democrático. En el
plano teológico cristiano, sus voces y testimonios deben ser considerados,
justamente porque como personas excluidas forman parte del rostro de Jesús. 2. Preguntas
al kyriarcado
Los conceptos críticos
al Statu Quo de las estructuras de la sociedad generalmente nacen como
respuestas a preguntas provocadas por una sensación de malestar, exclusión y
discriminación. Así también fue con la categoría de “género” al inicio del
siglo XX. La revolución científica y la introducción del sistema económico
capitalista reforzaron la separación entre el ámbito público y el ámbito
privado, donde las mujeres fueron recluidas al ámbito doméstico. Muchas
mujeres se sentían oprimidas e infelices en este rol, sobre todo después de
haber reemplazado a sus esposos en las fábricas durante la Primera Guerra
Mundial. Los argumentos que les mantenían en su posición de madre y dueña de
casa, por ser “las tareas idóneas de una mujer”, no convencieron más. Ya en los años ´30 la
antropóloga Margaret Mead mostró que los roles y conductas de hombres y
mujeres eran muy diferentes entre distintas culturas, utilizando el concepto
“género”. El concepto tomó vuelo en los años setenta con la segunda ola
feminista. En su libro El segundo sexo la filósofa Simone de Beauvoir,
explora la distinción entre nuestro sexo –el cuerpo fisiológico con que
nacemos-, y los roles sociales que después asumimos por crianza y educación.
De ella es la famosa frase: “No se nace mujer, llega una a serlo”. Puleo
escribe: “El concepto de género fue introducido para
distinguir los aspectos socio-culturales, construidos, de los innatos,
biológicos (sexo). Desarrollado por el análisis feminista como un sistema de
organización social basado en el control y la dominación sobre las mujeres,
género no tiene un carácter meramente descriptivo como en algunos usos de la
psicología o la antropología. Es un elemento crítico destinado a facilitar la
desarticulación de las relaciones ilegítimas de poder.”[8]
En la teología mujeres
académicas empezaron a usar la distinción entre sexo y género para analizar
las posiciones de las mujeres en las iglesias y los argumentos religiosos e
interpretaciones bíblicas que fueron usados para justificar estos roles. La
teología feminista se para en los hombros de los movimientos feministas de
otros ámbitos de la sociedad, pero analiza el rol de la religión para
legitimar o cuestionar estructuras opresoras. Es importante destacar
que en los movimientos feministas y en la teología feminista ha habido siempre posiciones distintas sobre
la pregunta hasta qué punto mujeres y hombres tenemos diferencias “naturales”
o en esencia. El debate “nature-nurture” (naturaleza o crianza) ha acompañado
a la reflexión feminista desde el inicio, y sigue siendo importante. La
complejidad de estas discusiones se refleja en la cantidad de corrientes que
existen dentro del feminismo: Schüssler describe diecisiete.[9] La posición desde la
teología feminista crítica, que comparto, ha sido que las diferencias entre
hombres y mujeres por “sexo” están siempre influenciadas por muchos otros
factores por los cuales los sistemas socio-culturales y políticos nos
definen, como son el género, pero también nuestro color de piel, clase,
etnia, cultura, educación, capacidad física, orientación sexual etc. Para
describir nuestra sociedad, Schüssler habla de kyriarcado en vez de
“patriarcado” para poder visualizar lo que ella llama “un complejo sistema
piramidal, sociocultural y religioso, de entrecruzadas y multiplicativas
estructuras sociales de dominio y subordinación, de gobierno y de opresión”.
Eso hace que es difícil hablar sólo del binario sexo o género. Una mujer
blanca occidental académica seguramente tiene mucho más en común en su vida
diaria con sus colegas hombres que con una mujer negra árabe campesina. Hay
mujeres que oprimen a otras mujeres, aunque en general el factor de “ser
mujer” influye en la posición como uno de los otros factores, sin
necesariamente ser el factor dominante. El kyriarcado no es estático, sino
cambiante, y se legitima por discursos de justificación legirimación
religiosa, naturalización y sacralización.[10]
En este debate
complejo el factor “género” ha ganado importancia desde los años ´90 por
reflexiones desde los movimientos Queer en la ciencia posmoderna, que
cuestionan la rigidez del binario sexo-género por otras razones. Basado en la
filosofía de de-construccionistas como Michel Foucault se plantea la
dificultad de interpretar los factores sexo y género como realidades que
existen “a-priori y naturalmente” antes de las interpretaciones que les
damos, tesis que es trabajada extensamente en el libro “Género en disputa”,
de Judith Butler.[11] La palabra inglesa queer
solía ser una palabra despreciativa frente a personas gay y trans, y
significa algo como “raro, perturbante” en castellano. El movimiento queer
toma la palabra de forma positiva, para poder indicar un cuestionamiento
fuerte a la tendencia en nuestras sociedades de determinar cuáles personas
son “raras” y cuáles son “normales”. ¿Por qué: quién define lo normal? ¿Con
qué poder? ¿Con qué interés? El movimiento queer
va mucho más allá del pensamiento sobre identidades sexuales o de género,
aunque algunos autores se centran en eso. Es un movimiento político que tiene
como horizonte cuestionar la hétero-normatividad, el patriarcado y las
dominaciones políticas que se dan en el sistema socio-económico dominante de
la globalización. El pensamiento sobre
género o distintos géneros tiene una base científica, que está en constante
evolución, pero los movimientos feministas, LGTBI y queer, y las
teologías queer comparten un horizonte que tiene que ver con el anhelo
de de-construir las estructuras de poder que definen y excluyen a personas
por “quienes dicen que son”. Esto es un proyecto político, que está dado por
el malestar, el maltrato, el abuso y la amenaza de vida que experimentan
muchas personas por factores que les definen más allá de su propia voluntad:
su sexo, género, clase, etnia, edad, etc… Su reivindicación de múltiples
identidades libera de definiciones tradicionales sobre quienes “debemos ser”
en una sociedad que está marcado por relaciones jerárquicas y de dominación.
Abre un horizonte de respeto y de pluralidad en que todos y todas podemos ir
descubriendo cómo nos auto-definimos, más allá de “lo que la gente dice”. 3. No hay
preguntas
Los académicos/as que
han estudiado el concepto de género para cuestionar los sistemas de
dominación kyriarcal, y abrir un horizonte a una sociedad más
igualitaria, nunca han llamado a su pensamiento “ideología de género”. ¿Qué
es el efecto que quieren obtener los adversarios a la IdG al usar la palabra
“ideología”? Veamos su definición. El sociólogo Larraín
dice que “tomando a la ideología en su sentido negativo, los postmodernistas,
postestructuralistas y postmarxistas más o menos concuerdan que es un tipo de
discurso que pretende “suturar” o “cerrar” la permanente formación de
significados, objetos y sujetos, es el
discurso que pretende tener la verdad y desde allí quiere criticar a otros”.[12] Explica
que “ideología” fue usado en la teoría de Marx, Gramsci y otros filósofos del
socialismo para indicar aquellas ideas que objetivamente ocultan
contradicciones sociales, lo que beneficia a los intereses de las clases
dominantes. Indica para ellos un
pensamiento distorsionado, que tiene que ver con el enmascaramiento de
problemas sociales. La religión fue para Marx un tipo de “ideología”.[13] Leyendo textos de los
adversarios de la IdG uno no se escapa de sensaciones constantes de inversión
o proyección. ¿Por qué eligieron usar un término que fue en su origen usado
contra ellos mismos? ¿Si ideología es un término de la filosofía marxista,
cómo lo usa un sector tan anti-marxista? ¿Quiénes pretenden tener la verdad y
pueden desde ahí criticar a todos? Surge la sospecha de una estrategia bien
elegida, para poder unificar a un grupo diverso bajo un mismo lema, y además
cooptar su lenguaje, para desde adentro convertir sus palabras en algo
“negativo”. Hacen interpretaciones de los distintos estudios de género, y de
distintos dichos de las personas LGTBI, pero no hay preguntas, ni un
verdadero interés para entender al otro/a, ni siempre está claro quién es el
adversario. Por eso, la incidencia de
los adversarios a la IdG en Latino-América ha tenido rasgos de una propaganda
deshumanizante. En Colombia, la campaña de estos grupos contra la Ministra de
Educación, lesbiana, que quería introducir una cartilla educativa de Naciones
Unidas, tenía rasgos de los 11 principios de la propaganda nazi de Goebbels.
Entre ellos, el principio de simplificación y del enemigo único (van a volver
gays y lesbianas a todos nuestros hijos), el principio del método de contagio
(la ministra quiere imponernos su lesbianismo), el principio de transposición
(la diputada homofóbica es víctima de discriminación por parte de la
ministra), principio de exageración (se van a destruir las familias), y
principio de transfusión (usamos el miedo de la gente a lo diferente).[14] Ezzati, arzobispo de
Santiago en Chile dijo en un discurso inaugural en la universidad: “no porque
a un gato le pongo nombre de perro comienza a ser perro”, refiriéndose a la
Ley de Género en curso (que busca
posibilitar el cambio de nombre de personas trans), así usando el principio
de vulgarización, usando una percepción simplista y equívoca de la
transexualidad.[15] El principio de
transposición también se nota en la tendencia de victimización de los
adversarios de la IdG, como cuando divulgan “teorías de complot” frente a
organizaciones internacionales con procedimientos democráticos como Naciones
Unidas. Aquí es preciso dar un análisis muy objetivo de las posiciones de
poder de los grupos en debate. Las personas que lideran las campañas contra
la IdG están en su mayoría directamente vinculadas con los grupos más
poderosos y adinerados de la sociedad. En general, son representados por
hombres blancos, obispos de la Iglesia Católica, u ONGs financiados por
partidos políticos de la derecha[16].
En términos de poder, tienen muchos recursos para influenciar en la opinión
público. Hay que tener claro quién aún están arriba en la pirámide kyriarcal,
para no confundirse en quiénes son las personas marginadas en este debate. En su teoría de la acción comunicativa el filósofo Habermas estipuló
cuatro criterios: comunicación
intersubjetiva ética, racional y democrática, que las personas en el diálogo
afirmen que lo que diga la otra persona es inteligible, verdadero, veraz y
honesto.[17] Las
representaciones del contenido de los estudios de género por parte de sus
adversarios no cumplen con estas condiciones. Son como las afirmaciones o
preguntas que hicieron los fariseos a Jesús: tienen la sola intención de
probar su propia razón y difamar al otro. 4. ¿La verdad?
Más que desarrollar un
diálogo con la creencia del otro/a, los adversarios a la IdG pretenden con
sus posiciones defender “la verdad”. En los artículos más fundamentados que
he leído de este grupo no aparecen preguntas abiertas ni inseguridades, sino
una lógica dogmática y prescriptiva mezclada con datos científicos que
quieren convencer al lector(a) de su única razón. Las argumentaciones en
contra de las perspectivas de género están basadas en dos creencias
incuestionables, una es la Ley Natural (enfatizada en el mundo católico) y
otra es la normatividad de la Biblia (enfatizada en el mundo evangélico).
Tercero, comparten un gran miedo a la autonomía de las personas y al
relativismo moral. Resumo estos tres argumentos para después poder cuestionar
algunas de sus premisas y dar unas líneas teológicas alternativas. a. Ley Natural
Según una visión
católica tradicional es “la ley natural” que imposibilita aceptar las
filosofías de género. Se define como ley moral y divina escrita en la propia
naturaleza, y viene de un pensamiento tomista-aristotélico. Según Tomás de
Aquino, la ley moral natural “no es otra cosa que la luz de la inteligencia
infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer
y lo que se debe evitar. Dios ha donado esta luz y esta ley en la creación”.[18] La
doctrina católica define desde esta ley natural, que hombres y mujeres son
esencialmente diferentes por su sexo biológico y que el sexo determina su
experiencia de femineidad o masculinidad. Además, más allá de Aquino mismo,
concluyen desde esta ley que las relaciones sexuales tienen como fin la
reproducción de la especie, y son restringidos al matrimonio. En la revista Humanitas,
George vincula esta convicción a la unidad entre cuerpo y alma en la
ortodoxia cristiana, que él compara con la unidad entre sexo y género. Dice
que los estudios de la IdG hacen una separación gnóstica en las personas
entre el cuerpo y el alma, no asumiendo que el cuerpo define el alma: “El
cuerpo comparte la dignidad personal; es un todo del cual nuestra alma es la
forma sustancial”.[19] Deduce
de esta afirmación, entre otras, la necesidad de apreciar la unión
matrimonial como una “unión biológica con el fin de la reproducción”, “un
bien humano natural (pre-político e incluso pre-religioso) con su propia
estructura objetiva”, más que una institución socialmente construido. Concluye que el liberalismo social
contemporáneo descansa sobre el error que niega que: “la persona humana es una unidad dinámica; creaturas
cuyos cuerpos son parte de sus “yo”, y no solo instrumentos extrínsecos. Bajo
este premisa defienden actos (como el aborto, infanticidio, eutanasia,
liberación sexual, la redefinición del matrimonio, y la ideología de género)
y prácticas que son, en verdad, contrarios a nuestra dignidad igual,
inherente y profunda”.[20] Los estudios de género
introducen el factor cultura y construcción socio-político en las reflexiones
sobre la construcción de nuestra identidad. Para el pensamiento católico acá
desplegado eso es una aberración, porque niega que exista una “ley natural”.
Trillo-Figueroa escribe en otro artículo: “En
conclusión, como consecuencia de esta ideología se impuso el dogma
relativista de que el sexo, la sexualidad y la tendencia sexual no forman
parte de la naturaleza humana, son una creación de la cultura; que la mujer y
el hombre no son personas sexuadas por naturaleza, sino que son neutras
sexualmente, bisexuales, tibias y polimorfas. Que no existe una tendencia
natural del sexo masculino hacia el sexo femenino y viceversa; y como
consecuencia de todo ello que no existe ninguna institución previa al
contrato social y, por lo tanto, el matrimonio y la familia no son
instituciones naturales. En definitiva, la ideología de género impuso el
dogma relativista de que no existe la naturaleza humana sexuada, porque no
existe la naturaleza humana”.[21] Desde la creencia en
una ley natural las experiencias homosexuales van contra las reglas que Dios
ha escrito en su creación, y las experiencias transexuales claramente indican
una patología, donde la persona no es capaz de asumir su femineidad o
masculinidad. En las argumentaciones desde la ley natural se percibe una
ambigüedad fuerte frente a la ciencia. Por un lado, se abraza la ciencia
moderna y biologista cuando esa da argumentos que sustentan el pensamiento
doctrinal, pero por otro lado no se considera la ciencia nueva, que
relativiza el esquema positivista, y se descarta férreamente las ciencias
humanistas que cuestionan la epistemología atrás de la ley natural. Una
estrategia de descartar a estas ciencias es darles el nombre de “ideología”. b. Normatividad Bíblica
En círculos
evangélicos se suele escribir contra la IdG a base de algunos textos
bíblicos. La Biblia es en esta argumentación vista como texto sagrado y
prescriptivo. Los textos bíblicos que son usados típicamente para defender la
posición naturalista sobre la división de los sexos son Gn 1:27 (varón y
mujer los creó) y Gn 2:24 (y se hacen una sola carne), deduciendo de estos la
obligación del matrimonio y los roles distintos de hombres y mujeres. El texto de Jesús “lo
que Dios ha unido no lo separa el hombre” es un texto favorito interpretado
en contra del divorcio (Mt 19:6). La narrativa sobre Sodoma y Gomorra (Gn
19:1-29) y algunas leyes de Levítico (Lv 8:22 y 20:13) y dichos de Pablo
(1Cor. 6:9-10, Rom.1:18-32 y 1Tim.1:10) son usados como normativos contra la
homosexualidad, y Dt. 22:5 se parece expresar en contra de comportamientos
transgéneros. Cuando uno lee estos
textos como reglas positivistas para el Siglo XXI, se puede argumentar que
afirmen una posición en contra de prácticas del grupo LGTBI, pero es preciso
decir que su elección es ecléctica, y fuera de contexto, y no se usa la
ciencia hermenéutica, ni interpretaciones que consideran diferencias en
cultura y percepción del texto milenario. c. Autonomía y relativismo
Finalmente se ve una
gran preocupación en los escritos contra la IdG de que la autonomía del ser
humano llevaría a un relativismo absoluto. El Papa Benedicto XVI lo habría
llamado la dictadura del relativismo, fruto de la utopía libertaria: “La utopía libertaria o la libertad sin verdad, se
caracteriza por la idea de que el hombre es el producto de su libertad, un
ser que actúa siempre autónomamente sin ninguna referencia previa de verdad
exterior a él. En esta última versión del relativismo, la verdad es la que
decide la libertad autónoma del sujeto individual en cada momento”.[22] Para el Papa Benedicto
XVI todo eso: “en el fondo, disimula una insurrección del hombre contra los
límites que lleva consigo como ser biológico. Se opone, en último extremo, a
ser criatura. El ser humano tiene que ser su propio creador, versión moderna
de aquél ‘seréis como dioses’: tiene que ser como Dios.”[23] Los textos mencionados
advierten contra la convicción del pensamiento pos-moderno que los seres
humanos somos libres de decidir sobre nuestro propio cuerpo y destino, y lo
vinculan a una cultura del “hedonismo” y seguimiento del placer instantáneo,
que finalmente destruye al amor y la felicidad.[24] 5. Hacia una
teología de preguntas
No es fácil elaborar
una alternativa teológica frente a las ideas de los corrientes conservadores
descritos arriba, porque emergen desde una cosmovisión y epistemología
occidental (más que judía-cristiana de origen) de la que cuesta liberarse. En
la teología académica todos hemos bebido del agua de estas argumentaciones, y
sabemos cómo conectan con el sentido común en las iglesias y en la calle.
Desarrollar alternativas frente a la ley natural, la verdad Bíblica y la normatividad
y seguridad del orden social significa cuestionar la cosmovisión, la
antropología, la hermenéutica y la epistemología del mundo occidental
moderno. Los y las académicos de los estudios de género y muchos movimientos
sociales y de personas LGTBI por eso “se liberaron” de la religión y
cuestionan las estructuras de poder desde afuera, así creando otra realidad
de hecho. Sin embargo, no logran
conectar con el temor de muchas personas frente a los cambios en las
estructuras más profundas de su lógica socio-cultural, enseñado por épocas.
Estas personas, que todavía asistan a las iglesias, y que no tienen acceso a
reflexiones que les asistan en modificar el pensar dominante, se sienten
interpeladas por la propaganda anti-IdG y sus visiones futuras aterradoras
(familias destruidas, niños asesinados, caos de identidades, castigos de
Dios) y salen masivamente a marchar “por la familia y por la vida”. Tenemos la tarea como
teólogos/as a desarrollar nuevas visiones atractivas de una espiritualidad
evangélica que se adapta a los cambios de paradigma que estamos
viviendo. En este artículo solo puedo
dar algunas pistas sobre lo que significa eso. a. Nuestra cosmovisión cuestionada
Primero decir, que
desde la revolución científica los descubrimientos de la ciencia han ido
progresando, llevándonos muy lejos de la cosmología tomista-aristotélica que
sustentan la ley natural. La ciencia nueva de la última parte del siglo XX ha
mostrado los errores del paradigma de la cosmovisión occidental a partir de
descubrimientos claves de la física cuántica y la teoría de la relatividad
(Albert Einstein). Revelaron que materia y energía son intercambiables e
equivalentes, y que todo el universo y la vida están hechos de ondas de
energía; la materia sólo por ondas más lentas y largas, que lo hacen
estabilizar por el momento. Consecuentemente, toda la vida en el universo
está intrínsecamente interconectada y existe en una interdependencia muy
grande. Los seres humanos son la auto-conciencia de la evolución, pero forman
una comunidad muy vinculada con todos los seres vivos, y con la tierra misma.
Así, la separación del mundo de las ideas del mundo material se hace
insostenible[25]. Nuestra nueva historia
de origen, que inicia con el Big Bang, muestra el universo como una realidad
evolutiva y en de expansión, lo que no es congruente con la idea del mundo
como un organismo inmutable y estable donde Dios ha instalado un orden social
perfecto deducible desde la naturaleza. Lo único que la ciencia ahora puede
reconocer como estable es el cambio mismo. Ilia Delio en un artículo
respondiendo a la cosmología atrás la Encíclica Laudato Si´ muestra que la
jerarquía católica no logra tomar las consecuencias la idea de evolución en
su pensar teológica, como sí lo han hecho teólogos como Teilhard de Chardin.[26] La tradición cristiana
podía convivir con la ciencia moderna, mientras esa con sus estudios afirmó
con explicaciones mecánicas y biologistas el orden que la ley natural
predicaba. Así se empezó a decir que la homosexualidad, concepto introducido
por la ciencia en el Siglo XIX, fue una “patalogía”, donde antes se decía que
era “innatural”. Sin embargo, la
ciencia posmoderna, a base de la cosmología nueva, cuestiona la posibilidad
misma del ser humano de concluir verdades objetivas absolutas desde la
naturaleza, ya que no podemos separarnos de la misma realidad que analizamos,
y nuestro lenguaje mismo influye en nuestras percepciones e investigaciones.
El lenguaje mismo además es parte de nuestro “ser corporal”, porque brota en
nuestra mente, que también es “materia y energía”. Eso no significa que no
somos parte del “mundo natural”, sino que no es posible separar tajantemente
entre naturaleza y cultura, entre cuerpo y mente, entre sexo y género, como
lo hicimos antes. George argumenta que
la tradición cristiana defiende la unidad de cuerpo y alma[27]. Sin
embargo, en realidad parece defender un determinismo del cuerpo. Según la ley
natural, nuestro cuerpo anatómico, que se muestra “hombre o mujer”, tiene que
determinar nuestra alma, incluyendo nuestro sentir y actuar como masculino o
femenino, que “naturalmente” llevaría a instituciones históricamente
recientes como el matrimonio. Esa afirmación puede ser “deseable” según la
tradición católica, pero es biológicamente y históricamente falsa. Si
queremos tomar en serio la unidad entre cuerpo y alma (o mente), tenemos que
respetar la voz del alma, y constatar que nuestra “corporalidad consciente”
muestra identidades mucho más complejas y diversas que la ley natural indica.
Reconocer eso, aparte de sentido común, es un signo de humildad. La afirmación de
George que los estudios de género dividen al cuerpo del alma y ven al cuerpo
como “mera maquina” también es falsa. Lo que hacen los estudios de género es
problematizar las relaciones complejas entre nuestro ser “natural/corporal” y
nuestro “ser consciente” (que también tiene base corporal). Analizan como
nuestra manera de definir a nosotros mismo –nuestra consciencia- ya nos
cambia, y como nuestro “ser natural” por una parte nos determina, pero por
otra parte está en constante desarrollo, influenciado por leyes hormonales,
físicas y químicas como por fuerzas socio-culturales y políticas. Muestran
que la realidad nos sorprende con personas en que los binarios quedan cortos.
La pregunta de “quiénes somos” sobrepasa simples binarios cerrados como
hombre o mujer, masculino o femenino, hétero o homo. b. Hermenéutica de la sospecha
Desde la perspectiva
de una cosmovisión abierta al cambio, no cabe una lectura literaria y sin
contextos de textos sagrados. La Biblia fue escrita hace más que 2000 años en
culturas que debatían entre distintas cosmovisiones pre-modernas, que ya no
compartimos. Es imprescindible mostrar en las iglesias que la Biblia no es un
libro uniforme, ni prescriptiva para las normas de hoy (en ese caso
deberíamos adoptar muchas prácticas culturales ajenas a nuestro mundo, como
la poligamia, la esclavitud e.o.). Además podemos
constatar que la pregunta sobre la moral sexual no es un tema preponderante
en las narrativas bíblicas. Como dice bien Goor: El concepto de
homosexualidad no aparece en la Biblia, porque no existía.[28] La
transexualidad tampoco. Jesús no se refiere al aborto, ni a la eutanasia.
Reflexiones sobre diferencias de género e identidad masculina o femenina no
existen. Sí es cierto que
muchos de los textos Bíblicos reflejan una cultura patriarcal, que subordina
a las mujeres, y que prácticas homosexuales fueron prohibidas y vistas como
anti-naturales en algunas leyes y situaciones particulares, sobre todo cuando
fueron parte de una cultura de violencia. Por otro lado, hay textos que
posiblemente dan cuenta de la existencia de la homosexualidad y transexualidad,
de forma positiva o como mero dato de la realidad[29].
Es necesario aplicar acá una hermenéutica de sospecha, y preguntar, desde un
a-priori que busca la dignidad e inclusión de cada persona hasta qué punto
los textos sirven para legitimar estructuras de dominación o de liberación. ¿Cuál es el criterio
para hacer esto? Para mí lo encontramos en la práctica de Jesús en los
Evangelios. Para los criterios de su tiempo, Jesús muestra una actitud de
inclusión, amor y fe frente a personas excluidas de las normas de la sociedad
en que vivía. Incluía a mujeres en sus grupos, come con “pecadores y
pecadoras”, supera prejuicios culturales, habla bien de personas “eunucos”
(Mt 19:12). No juzga a las personas de otras religiones, etnias o cultura.
Escucha a mujeres excluidas por reglas religiosas o historias de vida, como a
la mujer “con flujo de sangre” (Mc 5,25-34) Sirofenicia (Mc 7 .24-39), la
mujer adúltera (Jn 8, 1-11), la samaritana (Jn 4:1-29). Hace una crítica
implícita a estructuras patriarcales de familia (e.o. Mc 10, 29-30 y 42.45,
Mc 12: 18-27).[30]
Trasgreda leyes religiosas para sanar, incluir, y amar. Pregunta, escucha,
respeta a las personas con sus experiencias, releva su fe, y cuestiona las
leyes religiosas de su tiempo. Pregunta a las personas quiénes son, con un
interés de su humanización. c. Pregunta por la experiencia
¿Y qué es la verdad en
todo eso? En una cosmovisión holística que integra lo natural y la
consciencia en una relación dialéctica y cambiante, la definición de la
palabra verdad también cambia. En la cultura cristiana dominante la
verdad se iguala a una realidad absoluta. Más que del pensamiento
tomista-aristotélico, este afán de afirmar “verdades absolutas” viene de
Platón, quien tenía la convicción que la Verdad se encuentra en las ideas, en
una eternidad fuera del mundo, que va más allá de las particularidades, lo
material y el caos de las experiencias. En su libro La Republica,
encontramos la idea esencialista de que “la verdad” es universal y
a-temporal. Lo particular es percibido como fuente de conflictos, prejuicios,
errores y guerra, mientras lo universal sería el ámbito de la verdad, la
armonía y la paz.[31] Esa manera de concebir
la verdad no es solo errónea frente a las nuevas cosmologías que muestran una
evolución cambiante que se despliega hacia cada vez más diversidad, pero
también es insostenible en un mundo globalizado con una diversidad de
religiones y verdades. Justamente con vista a una convivencia pacífica
necesitamos dejar el platonismo, y recurrir a una epistemología más fenomenológica,
que empieza a hacer teología desde las experiencias. Pueden existir distintas
verdades, y siempre son provisorias. No podemos imponerlas a otros,
justamente porque somos criaturas con una diversidad grande de dar forma a la
vida. No significa que no tenemos que seguir haciendo debates éticos sobre
nuestro poder tecnológico sobre la a vida, y los valores detrás de nuestra
actuar, pero solo lo podemos hacer con un profundo respeto por a la voz de
las personas involucradas. Eso no lleva necesariamente
al relativismo de todos los valores, sino más bien invita a un diálogo
abierto entre distintas posiciones, en toda humildad. Primero, en el plano
político, para llegar a acuerdos mínimos sobre los derechos para todos/as.
Segundo, para seguir compartiendo sentido, motivación y esperanza desde
nuestras distintas religiones. Necesitamos
desarrollar una teología de preguntas, más que de respuestas, para encontrar
nuestras verdades en el camino de la vida.[32]
Una teología que brota desde las experiencias múltiples de las personas,
acompañándoles en su búsqueda por una identidad que les hace sentir
plenamente reconocidas en su dignidad. Desde esta perspectiva, el proceso de
una persona trans, puede ser visto como un proceso espiritual.[33] 6. Dios, una
pregunta abierta
La jerarquía católica
advierte que las personas que quieren determinar autónomamente sobre sus
cuerpos e identidades creen ser “dioses”. Sin embargo, con la sugerencia que
su doctrina es el único acceso a una verdad universal e inmutable, los adversarios
a la IdG hacen justamente eso: se ponen en lugar de Dios. Finalmente, es
necesario por eso reevaluar nuestras imágenes divinas. No podemos seguir
pensando en Dios como “alguien” que nos dicta leyes a-priori´s sobre como
tenemos que vivir, y que nos castiga cuando lo las cumplimos. Nuestras
imágenes de Dios también tienen que cambiar con los nuevos paradigmas de
nuestro tiempo. Muchos teólogos y teólogas han elaborado imágenes que ayudan
a abrirse a “un Dios diferente”: “el Dios de todos los días”, “el Dios
Esperanza”, “el Misterio que nos envuelve”[34],
“fuente de relaciones”.[35] Y en la
tradición cristiana, relacionamos Dios sobre todo con Jesús. Anton Houtepen,
teólogo holandés escribe en su obra maestra Dios, una pregunta abierta:
“Quienes que saben con seguridad quien es Jesús, de ellos es seguro,
que no lo han entendido. ¿Quién dice la gente que soy? no es una pregunta
retórica de Jesús, sino una pregunta verdadera, con que él también lucha. (…)
porque lo que Dios muestra en Jesús tiene el mismo origen que la esencia de
Dios: tan entregado, tan responsable, tan plenamente llenado de esperanza e
igual no sin preguntas. Justamente en sus preguntas a las personas es alguien
que abre caminos, donde otros con sus dogmas ya han zanjado el asunto de Dios.”[36] Este teólogo concluye
que la tarea urgente de la teología hoy es facilitar que gente pueda
experimentar a Dios como una pregunta abierta, una búsqueda, un viaje del
alma.[37] Las verdades cerradas
de la propaganda frente a la IdG ya han zanjado el asunto de Dios. Y así
llevan a un camino de exclusión y hasta crucifixión de mucha gente. Es
importante mostrarnos seguidores de Jesús frente a esta tendencia, mostrando
nuestro reconocimiento, apoyo y amor a todos y todas personas que se sienten
excluidas. Transformemos nuestros temores en preguntas, curiosidad e interés,
abriendo caminos nuevos en esta vida diversa y sorpresiva, en que Dios se
revela donde menos lo esperamos. Bibliografía
Andel, A. van. “Las verdades se definen en
el camino de la vida”, Testimonio No. 236 (2009), CONFERRE: Santiago:
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“La ideología de género: la dictadura del hedonismo versus la felicidad”,
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3 de mayo 2018 en
https://ricardodeperea.files.wordpress.com/2015/10/familia-la-ideologc3ada-de-gc3a9nero-jesc3bas-trillo-figueroa-nov07.pdf. •••••• Arianne van Andel, es teóloga reformada holandesa. Tiene una maestría
en teología sistemática, con especialización en teología feminista y
ecológica. Es Coordinadora del Área Justicia Ambiental del Centro Ecuménico
Diego de Medellín en Santiago de Chile. Recibido:
12 de marzo de 2018 Aprobado:
21 de abril de 2018 |
|
[1]
Por ejemplo “La ideología es un camino de autodestrucción” en https://infovaticana.com/2016/09/22/la-ideologia-genero-ha-trastocado-destronado-la-persona-identidad/,
o “La falsa antropología de la ideología de género” en
http://www.buenanueva.es/la-falsa-antropologia-de-la-ideologia-de-genero/.
[2]
Catholic.net, “¿Qué es la ideología de género?, Catholic.net. Consultado
29 de abril 2018 en
http://es.catholic.net/op/articulos/41418/cat/447/que-es-la-ideologia-de-genero.html#modal.
[3]
LGTBI es abreviación para indicar: “Lésbica, Gay, Transexual, Bisexual,
Intersexual”, y aunque no todas las personas de este grupo se identifican con
estos nombres, es el más ampliamente aceptado en este momento.
[4]
Catholic.net, “¿Qué es la ideología de género?
[5]
Uso para las citas bíblicas: Schökel, Luis Alonso, La
Biblia de nuestro pueblo. Biblia del Peregrino América Latina. Ediciones
Mensajero: Bilbao: España: 2015.
[6] Segundo, Juan Luis. “La opción de los pobres como clave hermenéutica para entender el
Evangelio”. Diakonia (72),
1994, 86-92. Consultado el 7 mayo 2018 en http://repositorio.uca.edu.ni/3977/.
[7] Schüssler Fiorenza, Elisabeth,
“Mujer-Iglesia: el centro hermenéutica de la interpretación bíblica feminista”
en Ress, Mary Judith y Seibert,
Ute, y Sjørup, Lene, ed. Del
cielo a la tierra. Una antropología de teología feminista., Santiago:
Chile: 1997, 249.
[8] Puleo, Alicia. “Lo personal es político: el surgimiento del
feminismo radical. Kate Millet”, Mujeres en Red. El
Periódico Feminista. Consultado el 4 de mayo 2018 en
http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2061.
[9] Schüssler Fiorenza, Elisabeth. Wisdom Ways. Introducing Feminist
Biblical Interpretation. Maryknoll: New York: 2001, 59-64.
[10] Schüssler Fiorenza, Elisabeth, Wisdom Ways, 117-122.
[11] Butler, Judith, El género
en disputa. El
feminismo y la subversión de la identidad.
Ediciones
Paidós Ibérica, SA: Barcelona: España: 1999.
[12] Lavquén, Alejandro y Larraín, Jorge. “El concepto de
ideología…Entrevista con el sociólogo Jorge Larraín”, Hernan
Montecinos, abril 2010. Consultado 2 mayo 2018 en
https://hernanmontecinos.com/2010/07/01/el-concepto-de-ideologia%E2%80%A6-entrevista-con-el-sociologo-jorge-larrain/.
[13] Lavquén y Larraín, “El concepto de ideología…Entrevista con
el sociólogo Jorge Larraín”.
[14]
Steven Acosta, Libardo. “La propaganda nazi de algunas iglesias cristianas”, Las
2 Orillas, marzo 2017.
Consultado 30 abril 2018 en
https://www.las2orillas.co/la-propaganda-nazi-algunas-iglesias-cristianas/.
[15] LaTercera, “No porque a un gato le pongo nombre de perro
comienza a ser perro”. Viernes 6 abril 2018. Consultado 7 de mayo 2018 en
http://www.latercera.com/politica/noticia/ezzati-no-gato-le-pongo-nombre-perro-comienza-perro/125650/.
[16]
José Manuel Morán Faúndes hace un buen análisis de la
proveniencia de estos grupos en Argentina en su libro De vida o muerte.
Patriarcado, heteronormatividad y el discurso de la
vida del activismo “Pro-Vida” en la Argentina, Centro de Estudios
Avanzados: Córdoba: Argentina: 2017, 63-114.
[17] Habermas, Jürgen. Teoría
de la acción comunicativa. Madrid: Taurus: 1987.
[18]
Juan Pablo II, “Veritatis Splendor,
n 40; cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn.
1954-1955” en “¿Qué es la ley natural?” Filosofía y educación.
Consultado 5 de mayo en
https://www.filosofiayeducacion.es/Que-es-la-ley-moral-natural-C-40.html.
[19]
George, Robert P. “La ideología de “género” y el “liberalismo gnóstico”, Humanitas, Revista de Antropología y Cultura
Cristianas 84 (2017), 83.
[20]
George, Robert P., “La ideología de “género” y el “liberalismo gnóstico”, 85.
[21]
Trillo-Figueroa y Martínez-Conde, Jesús, “La ideología de género: la dictadura
del hedonismo versus la felicidad”, Ponencia para el IX congreso católicos y
vida pública, 16 de noviembre de 2007: Madrid: España. Consultado el 3 de mayo
2018 en
https://ricardodeperea.files.wordpress.com/2015/10/familia-la-ideologc3ada-de-gc3a9nero-jesc3bas-trillo-figueroa-nov07.pdf,
7.
[22]
Trillo-Figueroa y Martínez-Conde, “La ideología de género: la dictadura del
hedonismo versus la felicidad”, 1.
[23] Trevijano Etcheverria, Pedro.
“Ratzinger y la ideología de género”, InfoCatólica.
Consultado 4 mayo 2018 en http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=18942.
[24]
Trillo-Figueroa y Martínez-Conde, “La ideología de género: la dictadura del
hedonismo versus la felicidad”, 17-29.
[25] Boff, Leonardo, La voz del arco iris, Madrid: 2003,
56-61.
[26]
Delio, Ilia. “Lex credendi,
lex vivendi: A response to Laudato
Si’”. Consultado el 3 de mayo en http://globalsistersreport.org/column/speaking-god/spirituality/lex-credendi-lex-vivendi-response-laudato-si%E2%80%99-27446.
[27]
Primero hay que preguntar por su definición de “alma”, porque también es un
concepto basado en la cosmovisión griega.
[28] Gloor, Daniel, La homosexualidad en la Biblia.
Aportes Bíblicos, No.21, UBL: San José: Costa Rica: 2015, 7.
[29]
Podemos pensar en el texto de 1-2 Samuel sobre la relación entre Jonathán y David, y textos en que mencionan “eunucos”
(hombres castrados): Is 56: 3-6 Mt 19:12, Hch 8:26-39 o Gal 3:28.
[30] Seibert, Ute, “La
mujer en los evangelios sinópticos”: RIBLA 15 (1993:2) 87-106. Consultado 6 mayo 2018 en http://servicioskoinonia.org/relat/118.htm.
[31] Sachs, Jonathan. The Dignity of
Difference. How to avoid the Clash
of Civilizations, Continuum: London: 2005, 19 y 48-52.
[32]
Andel, A. van: “Las verdades se definen en el camino de la vida” en Testimonio
No. 236 (2009), CONFERRE, Santiago: Chile. Disponible en
https://ariannevanandel.wordpress.com/.
[33] Jay, “De opkomst van de transgendertheologie. Transgenders zijn een verrassing van God”. Het
Continuum, digitaal tijdschrift
over genderdiversiteit en transgender, 1 junio 2004. Consultado 7 de
mayo 2018 en
https://www.continuum.nl/_artikel/transgenders_zijn_verrassing_van_god.
[34] Gebara, Ivone, Intuiciones ecofeministas. Ensayo para repensar el conocimiento y la
religión. Madrid: Trotta: 2000, 133-149.
[35]
Irarrázaval, Diego, Raíces con alas. Capacitación hoy con el Espíritu de
Jesús, San Pablo: Santiago: Chile, 2018, 89-95, 89-95.
[36] Houtepen, Anton, God, een open vraag, Theologische perspectieven
in een cultuur van agnosme. Zoetermeer: Meinema: 1997, 262. Traducción por autór.
[37] Houtepen, Anton, God, een open vraag, Theologische
perspectieven in een cultuur van agnosme. Zoetermeer: Meinema: 1997,
405-406.