Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

Volumen 38 Número 1  -  San José, Costa Rica

De la “ideología de género” a la justicia de género

Apuntes bíblicos y teológicos

 

 

 

 

Y ustedes, ¿quién dicen que soy?

Crítica teológica a la propaganda contra la “ideología de género”

 pp. 25-53

 

Arianne van Andel

 

 

 

Resumen: Este artículo hace un análisis crítico teológico de la metodología y el contenido de la propaganda contra la llamada “ideología de género”. Desvela el interés político de la campaña, y examina tres supuestos teológicos de su contenido: la ley natural, la normatividad bíblica y el miedo al relativismo. Finalmente, desarrolla líneas teológicas para una cosmología, hermenéutica y epistemología de una “teología de preguntas”.  

Abstract: This article provides a critical theological analysis of the methodology and content of the propaganda against the so-called “gender ideology”. It uncovers the political interests of the campaign, and studies three theological assumptions of its content: natural law, the normativity of the Bible, and the fear of relativism. Finally, it develops theological lines for a cosmology, hermeneutics and epistemology for a “theology of inquiry”.

Palabras claves: género, cosmología, epistemología, hermenéutica, teología crítica.

Key words: gender, cosmology, epistemology, hermeneutics, critical theology.

 

 

¿Quién y qué nos define? ¿Quién sabe en lo más profundo quiénes somos? Son dos preguntas que me surgen en el debate sobre la llamada “ideología de género”, que ha tenido un impacto grande y divisor a nivel socio-cultural y político en Latinoamérica en la última década. Son preguntas existenciales, y se prestan para reflexiones filosóficas o teológicas de alto nivel. Lamentablemente, la apariencia de la noción “ideología de género” no ha generado esta reflexión, y probablemente no fue inventado con tal propósito.

El origen del término “ideología de género” (IdG desde ahora) es oscuro, pero vivió un alto como título en muchos sitios web para referirse a un discurso del Papa Benedicto XVI frente a la curia en Navidad 2012, en que hace una crítica fuerte a lo que él llama la “filosofía” o “teoría” de género.[1] A pesar de mucha búsqueda no se encuentra una definición oficial de IdG, pero en el sitio web catholic.net un autor anónimo la define como:

“una ideología (es decir, es un sistema de pensamiento cerrado) que defiende que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y convencionales, hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna a los sexos”.[2]

El término IdG ha sido tomado por católicos y evangélicos de círculos más conservadores como una propaganda fuerte para poner límites a políticas de derechos para personas LGTBI[3], como son la unión matrimonial para personas lésbicas y homosexuales o Leyes de Género que regulan el registro bajo un nombre nuevo y los derechos de las personas transexuales. El mismo sitio web dice que la IdG fue lanzada “al mundo” en 1995, en la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, que tuvo lugar en Pekín y que desde entonces esté presente todas las Agencias de las Naciones Unidas: “en concreto, en el Fondo para la Población, UNICEF, UNESCO y OMS que han elaborado muchos documentos con categorías propias de esta ideología”.[4]

Es la impronta política de esta campaña que llama mucho la atención en Latinoamérica, donde oficialmente los Estados son laicos, pero donde la incidencia de grupos religiosos y conservadores en la política pública sigue siendo enorme. Más que la preocupación por preguntas existenciales, estos grupos tienen un interés político pre-establecido que les hace actuar por sobre las reglas de la democracia, donde oficialmente son sólo una voz en el debate. Además, la manera en que han expresado sus opiniones muchas veces no respeta las reglas del diálogo democrático: la burla y el desprecio frente a personas LGTBI tienen un carácter más de bullying constante que de una opinión fundamentada.

Es por esta misma razón que he sentido resistencia de escribir un artículo teológico acerca de la IdG. ¿Cómo escribir un artículo académico serio frente a una propaganda política conservadora, que desestimo en su contenido y métodos? ¿Cómo plantearme frente a posiciones desinformadas, poco transparentes, muchas veces absurdas, que manipulan la mente de la gente? ¿Cómo des-ideologizar un debate con personas que ya han decidido descartar todos los argumentos ajenos como “ideología”, como sistema de pensamiento cerrado? Por otro lado me preocupa la influencia que ha logrado tener el discurso de los “adversarios de la IdG” (desde ahora) en la opinión pública. La única salida que vi posible es de-construir la campaña misma y develar su estrategia y algunas de sus premisas desde una mirada teológica-evangélica.

1. La pregunta de Jesús

En la narrativa bíblica sobre Jesús y su pasión se encuentra una pregunta que uso de espejo para reflexionar el tema que abordamos. Jesús está con sus discípulos en camino y les pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? Y los discípulos responden: “Unos que Juan el Bautista, otro que Elías, otros que uno de los profetas”. La gente define a Jesús dentro de sus parámetros judíos, dentro de los esquemas que conocen y las expectativas que conllevan. Después Jesús se dirige a sus seguidores: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?” (Mc 8:27-29).[5]  

Es importante ver el contexto del texto. Los fariseos y judíos están persiguiendo a Jesús para tratar de “poner a prueba” su rectitud en las leyes judías (Mc 7:1-13; 8:11, 9:11, 10:1). El ambiente debe haber sido tenso, porque Jesús cuestionaba con su actuar la rigidez de normas religiosas de su tiempo. Inmediatamente después de la interpelación de Jesús a sus discípulos encontramos el primer anuncio de su pasión: “porque será rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los letrados” (Mc 8:31). Las preguntas que Jesús hace sobre su identidad no son neutras. La manera en que le define “la gente” determina su destino, como también el entendimiento de sus seguidores sobre quién es. Jesús sabe, además, que su identidad, sea como sea, va a ser una razón para los fariseos de perseguirlo, y por eso pide silencio sobre ella (Mc 8:30).

En los evangelios Jesús se define como el Mesías, el enviado por Dios, el que trae el Reino de Dios. Su identidad se veía en una manera de vivir, revelando un horizonte de vida donde “los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia (Mt 11:5; Lc 7:22)”. Desde mi lectura de los evangelios, afirmo la apuesta de la teología de la liberación que el núcleo de la hermenéutica cristiana es la buena noticia para gente empobrecida, marginada, excluida.[6] Desde la teología feminista crítica añado un a-priori, que “no (se) puede tomar como punto de partida la autoridad normativa del arquetipo bíblico, sino que (se) debe partir por las experiencias de las mujeres en su lucha por la liberación (…) una autoridad que busca evaluar la dinámica opresiva y liberadora de todos los textos bíblicos.”[7] Ahí incluiría cualquier persona que está discriminada por su posición en el sistema socio-cultural y económico. Jesús fue excluido por buscar una vida de inclusión. Su identidad como persona le fue denegada, justamente porque quería proclamar vida a la gente más excluida de sus tiempos. Su destino fue lo de mucha de esta gente, rechazada, despreciada, etiquetada como “pecador(a)”.

¿Cuáles sería esta gente marginada y excluida de nuestros tiempos? ¿No tendríamos que pensar en unos de los grupos más discriminados y rechazados de hoy: las personas LGBTI? Estas personas también están sujetas a la pregunta: ¿Quiénes dicen la gente que soy? Su exclusión se da por quiénes son, y por su búsqueda de lo que define, constituye y construye su identidad. También en sus vidas esta pregunta nunca es teórica y fuera de contexto. Cada persona que no cabe dentro de la normativa hétero-patriarcal instalada en nuestras sociedades, tiene un rostro, un cuerpo, y una historia personal con experiencias únicas y personales. En el plano político sus derechos deben ser garantizados por una política de Estados laicos, consensuados en un debate democrático. En el plano teológico cristiano, sus voces y testimonios deben ser considerados, justamente porque como personas excluidas forman parte del rostro de Jesús.

2. Preguntas al kyriarcado

Los conceptos críticos al Statu Quo de las estructuras de la sociedad generalmente nacen como respuestas a preguntas provocadas por una sensación de malestar, exclusión y discriminación. Así también fue con la categoría de “género” al inicio del siglo XX. La revolución científica y la introducción del sistema económico capitalista reforzaron la separación entre el ámbito público y el ámbito privado, donde las mujeres fueron recluidas al ámbito doméstico. Muchas mujeres se sentían oprimidas e infelices en este rol, sobre todo después de haber reemplazado a sus esposos en las fábricas durante la Primera Guerra Mundial. Los argumentos que les mantenían en su posición de madre y dueña de casa, por ser “las tareas idóneas de una mujer”, no convencieron más.

Ya en los años ´30 la antropóloga Margaret Mead mostró que los roles y conductas de hombres y mujeres eran muy diferentes entre distintas culturas, utilizando el concepto “género”. El concepto tomó vuelo en los años setenta con la segunda ola feminista. En su libro El segundo sexo la filósofa Simone de Beauvoir, explora la distinción entre nuestro sexo –el cuerpo fisiológico con que nacemos-, y los roles sociales que después asumimos por crianza y educación. De ella es la famosa frase: “No se nace mujer, llega una a serlo”. Puleo escribe:

“El concepto de género fue introducido para distinguir los aspectos socio-culturales, construidos, de los innatos, biológicos (sexo). Desarrollado por el análisis feminista como un sistema de organización social basado en el control y la dominación sobre las mujeres, género no tiene un carácter meramente descriptivo como en algunos usos de la psicología o la antropología. Es un elemento crítico destinado a facilitar la desarticulación de las relaciones ilegítimas de poder.”[8]

En la teología mujeres académicas empezaron a usar la distinción entre sexo y género para analizar las posiciones de las mujeres en las iglesias y los argumentos religiosos e interpretaciones bíblicas que fueron usados para justificar estos roles. La teología feminista se para en los hombros de los movimientos feministas de otros ámbitos de la sociedad, pero analiza el rol de la religión para legitimar o cuestionar estructuras opresoras.

Es importante destacar que en los movimientos feministas y en la teología feminista ha  habido siempre posiciones distintas sobre la pregunta hasta qué punto mujeres y hombres tenemos diferencias “naturales” o en esencia. El debate “nature-nurture” (naturaleza o crianza) ha acompañado a la reflexión feminista desde el inicio, y sigue siendo importante. La complejidad de estas discusiones se refleja en la cantidad de corrientes que existen dentro del feminismo: Schüssler describe diecisiete.[9]

La posición desde la teología feminista crítica, que comparto, ha sido que las diferencias entre hombres y mujeres por “sexo” están siempre influenciadas por muchos otros factores por los cuales los sistemas socio-culturales y políticos nos definen, como son el género, pero también nuestro color de piel, clase, etnia, cultura, educación, capacidad física, orientación sexual etc. Para describir nuestra sociedad, Schüssler habla de kyriarcado en vez de “patriarcado” para poder visualizar lo que ella llama “un complejo sistema piramidal, sociocultural y religioso, de entrecruzadas y multiplicativas estructuras sociales de dominio y subordinación, de gobierno y de opresión”. Eso hace que es difícil hablar sólo del binario sexo o género. Una mujer blanca occidental académica seguramente tiene mucho más en común en su vida diaria con sus colegas hombres que con una mujer negra árabe campesina. Hay mujeres que oprimen a otras mujeres, aunque en general el factor de “ser mujer” influye en la posición como uno de los otros factores, sin necesariamente ser el factor dominante. El kyriarcado no es estático, sino cambiante, y se legitima por discursos de justificación legirimación religiosa, naturalización y sacralización.[10]

En este debate complejo el factor “género” ha ganado importancia desde los años ´90 por reflexiones desde los movimientos Queer en la ciencia posmoderna, que cuestionan la rigidez del binario sexo-género por otras razones. Basado en la filosofía de de-construccionistas como Michel Foucault se plantea la dificultad de interpretar los factores sexo y género como realidades que existen “a-priori y naturalmente” antes de las interpretaciones que les damos, tesis que es trabajada extensamente en el libro “Género en disputa”, de Judith Butler.[11]

La palabra inglesa queer solía ser una palabra despreciativa frente a personas gay y trans, y significa algo como “raro, perturbante” en castellano. El movimiento queer toma la palabra de forma positiva, para poder indicar un cuestionamiento fuerte a la tendencia en nuestras sociedades de determinar cuáles personas son “raras” y cuáles son “normales”. ¿Por qué: quién define lo normal? ¿Con qué poder? ¿Con qué interés?

El movimiento queer va mucho más allá del pensamiento sobre identidades sexuales o de género, aunque algunos autores se centran en eso. Es un movimiento político que tiene como horizonte cuestionar la hétero-normatividad, el patriarcado y las dominaciones políticas que se dan en el sistema socio-económico dominante de la globalización.

El pensamiento sobre género o distintos géneros tiene una base científica, que está en constante evolución, pero los movimientos feministas, LGTBI y queer, y las teologías queer comparten un horizonte que tiene que ver con el anhelo de de-construir las estructuras de poder que definen y excluyen a personas por “quienes dicen que son”. Esto es un proyecto político, que está dado por el malestar, el maltrato, el abuso y la amenaza de vida que experimentan muchas personas por factores que les definen más allá de su propia voluntad: su sexo, género, clase, etnia, edad, etc… Su reivindicación de múltiples identidades libera de definiciones tradicionales sobre quienes “debemos ser” en una sociedad que está marcado por relaciones jerárquicas y de dominación. Abre un horizonte de respeto y de pluralidad en que todos y todas podemos ir descubriendo cómo nos auto-definimos, más allá de “lo que la gente dice”.

3. No hay preguntas

Los académicos/as que han estudiado el concepto de género para cuestionar los sistemas de dominación kyriarcal, y abrir un horizonte a una sociedad más igualitaria, nunca han llamado a su pensamiento “ideología de género”. ¿Qué es el efecto que quieren obtener los adversarios a la IdG al usar la palabra “ideología”? Veamos su definición.

El sociólogo Larraín dice que “tomando a la ideología en su sentido negativo, los postmodernistas, postestructuralistas y postmarxistas más o menos concuerdan que es un tipo de discurso que pretende “suturar” o “cerrar” la permanente formación de significados,  objetos y sujetos, es el discurso que pretende tener la verdad y desde allí quiere criticar a otros”.[12] Explica que “ideología” fue usado en la teoría de Marx, Gramsci y otros filósofos del socialismo para indicar aquellas ideas que objetivamente ocultan contradicciones sociales, lo que beneficia a los intereses de las clases dominantes.  Indica para ellos un pensamiento distorsionado, que tiene que ver con el enmascaramiento de problemas sociales. La religión fue para Marx un tipo de “ideología”.[13]

Leyendo textos de los adversarios de la IdG uno no se escapa de sensaciones constantes de inversión o proyección. ¿Por qué eligieron usar un término que fue en su origen usado contra ellos mismos? ¿Si ideología es un término de la filosofía marxista, cómo lo usa un sector tan anti-marxista? ¿Quiénes pretenden tener la verdad y pueden desde ahí criticar a todos? Surge la sospecha de una estrategia bien elegida, para poder unificar a un grupo diverso bajo un mismo lema, y además cooptar su lenguaje, para desde adentro convertir sus palabras en algo “negativo”. Hacen interpretaciones de los distintos estudios de género, y de distintos dichos de las personas LGTBI, pero no hay preguntas, ni un verdadero interés para entender al otro/a, ni siempre está claro quién es el adversario. 

Por eso, la incidencia de los adversarios a la IdG en Latino-América ha tenido rasgos de una propaganda deshumanizante. En Colombia, la campaña de estos grupos contra la Ministra de Educación, lesbiana, que quería introducir una cartilla educativa de Naciones Unidas, tenía rasgos de los 11 principios de la propaganda nazi de Goebbels. Entre ellos, el principio de simplificación y del enemigo único (van a volver gays y lesbianas a todos nuestros hijos), el principio del método de contagio (la ministra quiere imponernos su lesbianismo), el principio de transposición (la diputada homofóbica es víctima de discriminación por parte de la ministra), principio de exageración (se van a destruir las familias), y principio de transfusión (usamos el miedo de la gente a lo diferente).[14]

Ezzati, arzobispo de Santiago en Chile dijo en un discurso inaugural en la universidad: “no porque a un gato le pongo nombre de perro comienza a ser perro”, refiriéndose a la Ley de Género  en curso (que busca posibilitar el cambio de nombre de personas trans), así usando el principio de vulgarización, usando una percepción simplista y equívoca de la transexualidad.[15]

El principio de transposición también se nota en la tendencia de victimización de los adversarios de la IdG, como cuando divulgan “teorías de complot” frente a organizaciones internacionales con procedimientos democráticos como Naciones Unidas. Aquí es preciso dar un análisis muy objetivo de las posiciones de poder de los grupos en debate. Las personas que lideran las campañas contra la IdG están en su mayoría directamente vinculadas con los grupos más poderosos y adinerados de la sociedad. En general, son representados por hombres blancos, obispos de la Iglesia Católica, u ONGs financiados por partidos políticos de la derecha[16]. En términos de poder, tienen muchos recursos para influenciar en la opinión público. Hay que tener claro quién aún están arriba en la pirámide kyriarcal, para no confundirse en quiénes son las personas marginadas en este debate.

En su teoría de la acción comunicativa el filósofo Habermas estipuló cuatro criterios: comunicación intersubjetiva ética, racional y democrática, que las personas en el diálogo afirmen que lo que diga la otra persona es inteligible, verdadero, veraz y honesto.[17] Las representaciones del contenido de los estudios de género por parte de sus adversarios no cumplen con estas condiciones. Son como las afirmaciones o preguntas que hicieron los fariseos a Jesús: tienen la sola intención de probar su propia razón y difamar al otro.

4. ¿La verdad?

Más que desarrollar un diálogo con la creencia del otro/a, los adversarios a la IdG pretenden con sus posiciones defender “la verdad”. En los artículos más fundamentados que he leído de este grupo no aparecen preguntas abiertas ni inseguridades, sino una lógica dogmática y prescriptiva mezclada con datos científicos que quieren convencer al lector(a) de su única razón. Las argumentaciones en contra de las perspectivas de género están basadas en dos creencias incuestionables, una es la Ley Natural (enfatizada en el mundo católico) y otra es la normatividad de la Biblia (enfatizada en el mundo evangélico). Tercero, comparten un gran miedo a la autonomía de las personas y al relativismo moral. Resumo estos tres argumentos para después poder cuestionar algunas de sus premisas y dar unas líneas teológicas alternativas.

a. Ley Natural

Según una visión católica tradicional es “la ley natural” que imposibilita aceptar las filosofías de género. Se define como ley moral y divina escrita en la propia naturaleza, y viene de un pensamiento tomista-aristotélico. Según Tomás de Aquino, la ley moral natural “no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Dios ha donado esta luz y esta ley en la creación”.[18] La doctrina católica define desde esta ley natural, que hombres y mujeres son esencialmente diferentes por su sexo biológico y que el sexo determina su experiencia de femineidad o masculinidad. Además, más allá de Aquino mismo, concluyen desde esta ley que las relaciones sexuales tienen como fin la reproducción de la especie, y son restringidos al matrimonio.

En la revista Humanitas, George vincula esta convicción a la unidad entre cuerpo y alma en la ortodoxia cristiana, que él compara con la unidad entre sexo y género. Dice que los estudios de la IdG hacen una separación gnóstica en las personas entre el cuerpo y el alma, no asumiendo que el cuerpo define el alma: “El cuerpo comparte la dignidad personal; es un todo del cual nuestra alma es la forma sustancial”.[19] Deduce de esta afirmación, entre otras, la necesidad de apreciar la unión matrimonial como una “unión biológica con el fin de la reproducción”, “un bien humano natural (pre-político e incluso pre-religioso) con su propia estructura objetiva”, más que una institución socialmente construido. Concluye que el liberalismo social contemporáneo descansa sobre el error que niega que:

“la persona humana es una unidad dinámica; creaturas cuyos cuerpos son parte de sus “yo”, y no solo instrumentos extrínsecos. Bajo este premisa defienden actos (como el aborto, infanticidio, eutanasia, liberación sexual, la redefinición del matrimonio, y la ideología de género) y prácticas que son, en verdad, contrarios a nuestra dignidad igual, inherente y profunda”.[20]

Los estudios de género introducen el factor cultura y construcción socio-político en las reflexiones sobre la construcción de nuestra identidad. Para el pensamiento católico acá desplegado eso es una aberración, porque niega que exista una “ley natural”. Trillo-Figueroa escribe en otro artículo:

 “En conclusión, como consecuencia de esta ideología se impuso el dogma relativista de que el sexo, la sexualidad y la tendencia sexual no forman parte de la naturaleza humana, son una creación de la cultura; que la mujer y el hombre no son personas sexuadas por naturaleza, sino que son neutras sexualmente, bisexuales, tibias y polimorfas. Que no existe una tendencia natural del sexo masculino hacia el sexo femenino y viceversa; y como consecuencia de todo ello que no existe ninguna institución previa al contrato social y, por lo tanto, el matrimonio y la familia no son instituciones naturales. En definitiva, la ideología de género impuso el dogma relativista de que no existe la naturaleza humana sexuada, porque no existe la naturaleza humana”.[21]

Desde la creencia en una ley natural las experiencias homosexuales van contra las reglas que Dios ha escrito en su creación, y las experiencias transexuales claramente indican una patología, donde la persona no es capaz de asumir su femineidad o masculinidad. En las argumentaciones desde la ley natural se percibe una ambigüedad fuerte frente a la ciencia. Por un lado, se abraza la ciencia moderna y biologista cuando esa da argumentos que sustentan el pensamiento doctrinal, pero por otro lado no se considera la ciencia nueva, que relativiza el esquema positivista, y se descarta férreamente las ciencias humanistas que cuestionan la epistemología atrás de la ley natural. Una estrategia de descartar a estas ciencias es darles el nombre de “ideología”.

b. Normatividad Bíblica

En círculos evangélicos se suele escribir contra la IdG a base de algunos textos bíblicos. La Biblia es en esta argumentación vista como texto sagrado y prescriptivo. Los textos bíblicos que son usados típicamente para defender la posición naturalista sobre la división de los sexos son Gn 1:27 (varón y mujer los creó) y Gn 2:24 (y se hacen una sola carne), deduciendo de estos la obligación del matrimonio y los roles distintos de hombres y mujeres.

El texto de Jesús “lo que Dios ha unido no lo separa el hombre” es un texto favorito interpretado en contra del divorcio (Mt 19:6). La narrativa sobre Sodoma y Gomorra (Gn 19:1-29) y algunas leyes de Levítico (Lv 8:22 y 20:13) y dichos de Pablo (1Cor. 6:9-10, Rom.1:18-32 y 1Tim.1:10) son usados como normativos contra la homosexualidad, y Dt. 22:5 se parece expresar en contra de comportamientos transgéneros.

Cuando uno lee estos textos como reglas positivistas para el Siglo XXI, se puede argumentar que afirmen una posición en contra de prácticas del grupo LGTBI, pero es preciso decir que su elección es ecléctica, y fuera de contexto, y no se usa la ciencia hermenéutica, ni interpretaciones que consideran diferencias en cultura y percepción del texto milenario.

c. Autonomía y relativismo

Finalmente se ve una gran preocupación en los escritos contra la IdG de que la autonomía del ser humano llevaría a un relativismo absoluto. El Papa Benedicto XVI lo habría llamado la dictadura del relativismo, fruto de la utopía libertaria:

“La utopía libertaria o la libertad sin verdad, se caracteriza por la idea de que el hombre es el producto de su libertad, un ser que actúa siempre autónomamente sin ninguna referencia previa de verdad exterior a él. En esta última versión del relativismo, la verdad es la que decide la libertad autónoma del sujeto individual en cada momento”.[22]

Para el Papa Benedicto XVI todo eso: “en el fondo, disimula una insurrección del hombre contra los límites que lleva consigo como ser biológico. Se opone, en último extremo, a ser criatura. El ser humano tiene que ser su propio creador, versión moderna de aquél ‘seréis como dioses’: tiene que ser como Dios.”[23]

Los textos mencionados advierten contra la convicción del pensamiento pos-moderno que los seres humanos somos libres de decidir sobre nuestro propio cuerpo y destino, y lo vinculan a una cultura del “hedonismo” y seguimiento del placer instantáneo, que finalmente destruye al amor y la felicidad.[24]

5. Hacia una teología de preguntas

No es fácil elaborar una alternativa teológica frente a las ideas de los corrientes conservadores descritos arriba, porque emergen desde una cosmovisión y epistemología occidental (más que judía-cristiana de origen) de la que cuesta liberarse. En la teología académica todos hemos bebido del agua de estas argumentaciones, y sabemos cómo conectan con el sentido común en las iglesias y en la calle. Desarrollar alternativas frente a la ley natural, la verdad Bíblica y la normatividad y seguridad del orden social significa cuestionar la cosmovisión, la antropología, la hermenéutica y la epistemología del mundo occidental moderno. Los y las académicos de los estudios de género y muchos movimientos sociales y de personas LGTBI por eso “se liberaron” de la religión y cuestionan las estructuras de poder desde afuera, así creando otra realidad de hecho.

Sin embargo, no logran conectar con el temor de muchas personas frente a los cambios en las estructuras más profundas de su lógica socio-cultural, enseñado por épocas. Estas personas, que todavía asistan a las iglesias, y que no tienen acceso a reflexiones que les asistan en modificar el pensar dominante, se sienten interpeladas por la propaganda anti-IdG y sus visiones futuras aterradoras (familias destruidas, niños asesinados, caos de identidades, castigos de Dios) y salen masivamente a marchar “por la familia y por la vida”.

Tenemos la tarea como teólogos/as a desarrollar nuevas visiones atractivas de una espiritualidad evangélica que se adapta a los cambios de paradigma que estamos viviendo.  En este artículo solo puedo dar algunas pistas sobre lo que significa eso.

a. Nuestra cosmovisión cuestionada

Primero decir, que desde la revolución científica los descubrimientos de la ciencia han ido progresando, llevándonos muy lejos de la cosmología tomista-aristotélica que sustentan la ley natural. La ciencia nueva de la última parte del siglo XX ha mostrado los errores del paradigma de la cosmovisión occidental a partir de descubrimientos claves de la física cuántica y la teoría de la relatividad (Albert Einstein). Revelaron que materia y energía son intercambiables e equivalentes, y que todo el universo y la vida están hechos de ondas de energía; la materia sólo por ondas más lentas y largas, que lo hacen estabilizar por el momento. Consecuentemente, toda la vida en el universo está intrínsecamente interconectada y existe en una interdependencia muy grande. Los seres humanos son la auto-conciencia de la evolución, pero forman una comunidad muy vinculada con todos los seres vivos, y con la tierra misma. Así, la separación del mundo de las ideas del mundo material se hace insostenible[25].

Nuestra nueva historia de origen, que inicia con el Big Bang, muestra el universo como una realidad evolutiva y en de expansión, lo que no es congruente con la idea del mundo como un organismo inmutable y estable donde Dios ha instalado un orden social perfecto deducible desde la naturaleza. Lo único que la ciencia ahora puede reconocer como estable es el cambio mismo. Ilia Delio en un artículo respondiendo a la cosmología atrás la Encíclica Laudato Si´ muestra que la jerarquía católica no logra tomar las consecuencias la idea de evolución en su pensar teológica, como sí lo han hecho teólogos como Teilhard de Chardin.[26]

La tradición cristiana podía convivir con la ciencia moderna, mientras esa con sus estudios afirmó con explicaciones mecánicas y biologistas el orden que la ley natural predicaba. Así se empezó a decir que la homosexualidad, concepto introducido por la ciencia en el Siglo XIX, fue una “patalogía”, donde antes se decía que era “innatural”.

Sin embargo, la ciencia posmoderna, a base de la cosmología nueva, cuestiona la posibilidad misma del ser humano de concluir verdades objetivas absolutas desde la naturaleza, ya que no podemos separarnos de la misma realidad que analizamos, y nuestro lenguaje mismo influye en nuestras percepciones e investigaciones. El lenguaje mismo además es parte de nuestro “ser corporal”, porque brota en nuestra mente, que también es “materia y energía”. Eso no significa que no somos parte del “mundo natural”, sino que no es posible separar tajantemente entre naturaleza y cultura, entre cuerpo y mente, entre sexo y género, como lo hicimos antes.

George argumenta que la tradición cristiana defiende la unidad de cuerpo y alma[27]. Sin embargo, en realidad parece defender un determinismo del cuerpo. Según la ley natural, nuestro cuerpo anatómico, que se muestra “hombre o mujer”, tiene que determinar nuestra alma, incluyendo nuestro sentir y actuar como masculino o femenino, que “naturalmente” llevaría a instituciones históricamente recientes como el matrimonio. Esa afirmación puede ser “deseable” según la tradición católica, pero es biológicamente y históricamente falsa. Si queremos tomar en serio la unidad entre cuerpo y alma (o mente), tenemos que respetar la voz del alma, y constatar que nuestra “corporalidad consciente” muestra identidades mucho más complejas y diversas que la ley natural indica. Reconocer eso, aparte de sentido común, es un signo de humildad.

La afirmación de George que los estudios de género dividen al cuerpo del alma y ven al cuerpo como “mera maquina” también es falsa. Lo que hacen los estudios de género es problematizar las relaciones complejas entre nuestro ser “natural/corporal” y nuestro “ser consciente” (que también tiene base corporal). Analizan como nuestra manera de definir a nosotros mismo –nuestra consciencia- ya nos cambia, y como nuestro “ser natural” por una parte nos determina, pero por otra parte está en constante desarrollo, influenciado por leyes hormonales, físicas y químicas como por fuerzas socio-culturales y políticas. Muestran que la realidad nos sorprende con personas en que los binarios quedan cortos. La pregunta de “quiénes somos” sobrepasa simples binarios cerrados como hombre o mujer, masculino o femenino, hétero o homo. 

b. Hermenéutica de la sospecha

Desde la perspectiva de una cosmovisión abierta al cambio, no cabe una lectura literaria y sin contextos de textos sagrados. La Biblia fue escrita hace más que 2000 años en culturas que debatían entre distintas cosmovisiones pre-modernas, que ya no compartimos. Es imprescindible mostrar en las iglesias que la Biblia no es un libro uniforme, ni prescriptiva para las normas de hoy (en ese caso deberíamos adoptar muchas prácticas culturales ajenas a nuestro mundo, como la poligamia, la esclavitud e.o.).

Además podemos constatar que la pregunta sobre la moral sexual no es un tema preponderante en las narrativas bíblicas. Como dice bien Goor: El concepto de homosexualidad no aparece en la Biblia, porque no existía.[28] La transexualidad tampoco. Jesús no se refiere al aborto, ni a la eutanasia. Reflexiones sobre diferencias de género e identidad masculina o femenina no existen.

Sí es cierto que muchos de los textos Bíblicos reflejan una cultura patriarcal, que subordina a las mujeres, y que prácticas homosexuales fueron prohibidas y vistas como anti-naturales en algunas leyes y situaciones particulares, sobre todo cuando fueron parte de una cultura de violencia. Por otro lado, hay textos que posiblemente dan cuenta de la existencia de la homosexualidad y transexualidad, de forma positiva o como mero dato de la realidad[29]. Es necesario aplicar acá una hermenéutica de sospecha, y preguntar, desde un a-priori que busca la dignidad e inclusión de cada persona hasta qué punto los textos sirven para legitimar estructuras de dominación o de liberación.

¿Cuál es el criterio para hacer esto? Para mí lo encontramos en la práctica de Jesús en los Evangelios. Para los criterios de su tiempo, Jesús muestra una actitud de inclusión, amor y fe frente a personas excluidas de las normas de la sociedad en que vivía. Incluía a mujeres en sus grupos, come con “pecadores y pecadoras”, supera prejuicios culturales, habla bien de personas “eunucos” (Mt 19:12). No juzga a las personas de otras religiones, etnias o cultura. Escucha a mujeres excluidas por reglas religiosas o historias de vida, como a la mujer “con flujo de sangre” (Mc 5,25-34) Sirofenicia (Mc 7 .24-39), la mujer adúltera (Jn 8, 1-11), la samaritana (Jn 4:1-29). Hace una crítica implícita a estructuras patriarcales de familia (e.o. Mc 10, 29-30 y 42.45, Mc 12: 18-27).[30] Trasgreda leyes religiosas para sanar, incluir, y amar. Pregunta, escucha, respeta a las personas con sus experiencias, releva su fe, y cuestiona las leyes religiosas de su tiempo. Pregunta a las personas quiénes son, con un interés de su humanización.

c. Pregunta por la experiencia

¿Y qué es la verdad en todo eso? En una cosmovisión holística que integra lo natural y la consciencia en una relación dialéctica y cambiante, la definición de la palabra verdad también cambia. En la cultura cristiana dominante la verdad se iguala a una realidad absoluta. Más que del pensamiento tomista-aristotélico, este afán de afirmar “verdades absolutas” viene de Platón, quien tenía la convicción que la Verdad se encuentra en las ideas, en una eternidad fuera del mundo, que va más allá de las particularidades, lo material y el caos de las experiencias. En su libro La Republica, encontramos la idea esencialista de que “la verdad” es universal y a-temporal. Lo particular es percibido como fuente de conflictos, prejuicios, errores y guerra, mientras lo universal sería el ámbito de la verdad, la armonía y la paz.[31]

Esa manera de concebir la verdad no es solo errónea frente a las nuevas cosmologías que muestran una evolución cambiante que se despliega hacia cada vez más diversidad, pero también es insostenible en un mundo globalizado con una diversidad de religiones y verdades. Justamente con vista a una convivencia pacífica necesitamos dejar el platonismo, y recurrir a una epistemología más fenomenológica, que empieza a hacer teología desde las experiencias. Pueden existir distintas verdades, y siempre son provisorias. No podemos imponerlas a otros, justamente porque somos criaturas con una diversidad grande de dar forma a la vida. No significa que no tenemos que seguir haciendo debates éticos sobre nuestro poder tecnológico sobre la a vida, y los valores detrás de nuestra actuar, pero solo lo podemos hacer con un profundo respeto por a la voz de las personas involucradas.

Eso no lleva necesariamente al relativismo de todos los valores, sino más bien invita a un diálogo abierto entre distintas posiciones, en toda humildad. Primero, en el plano político, para llegar a acuerdos mínimos sobre los derechos para todos/as. Segundo, para seguir compartiendo sentido, motivación y esperanza desde nuestras distintas religiones.

Necesitamos desarrollar una teología de preguntas, más que de respuestas, para encontrar nuestras verdades en el camino de la vida.[32] Una teología que brota desde las experiencias múltiples de las personas, acompañándoles en su búsqueda por una identidad que les hace sentir plenamente reconocidas en su dignidad. Desde esta perspectiva, el proceso de una persona trans, puede ser visto como un proceso espiritual.[33]

6. Dios, una pregunta abierta

La jerarquía católica advierte que las personas que quieren determinar autónomamente sobre sus cuerpos e identidades creen ser “dioses”. Sin embargo, con la sugerencia que su doctrina es el único acceso a una verdad universal e inmutable, los adversarios a la IdG hacen justamente eso: se ponen en lugar de Dios.

Finalmente, es necesario por eso reevaluar nuestras imágenes divinas. No podemos seguir pensando en Dios como “alguien” que nos dicta leyes a-priori´s sobre como tenemos que vivir, y que nos castiga cuando lo las cumplimos. Nuestras imágenes de Dios también tienen que cambiar con los nuevos paradigmas de nuestro tiempo. Muchos teólogos y teólogas han elaborado imágenes que ayudan a abrirse a “un Dios diferente”: “el Dios de todos los días”, “el Dios Esperanza”, “el Misterio que nos envuelve”[34], “fuente de relaciones”.[35] Y en la tradición cristiana, relacionamos Dios sobre todo con Jesús. Anton Houtepen, teólogo holandés escribe en su obra maestra Dios, una pregunta abierta:

“Quienes que saben con seguridad quien es Jesús, de ellos es seguro, que no lo han entendido. ¿Quién dice la gente que soy? no es una pregunta retórica de Jesús, sino una pregunta verdadera, con que él también lucha. (…) porque lo que Dios muestra en Jesús tiene el mismo origen que la esencia de Dios: tan entregado, tan responsable, tan plenamente llenado de esperanza e igual no sin preguntas. Justamente en sus preguntas a las personas es alguien que abre caminos, donde otros con sus dogmas ya han zanjado el asunto de Dios.”[36]

Este teólogo concluye que la tarea urgente de la teología hoy es facilitar que gente pueda experimentar a Dios como una pregunta abierta, una búsqueda, un viaje del alma.[37]

Las verdades cerradas de la propaganda frente a la IdG ya han zanjado el asunto de Dios. Y así llevan a un camino de exclusión y hasta crucifixión de mucha gente. Es importante mostrarnos seguidores de Jesús frente a esta tendencia, mostrando nuestro reconocimiento, apoyo y amor a todos y todas personas que se sienten excluidas. Transformemos nuestros temores en preguntas, curiosidad e interés, abriendo caminos nuevos en esta vida diversa y sorpresiva, en que Dios se revela donde menos lo esperamos.

Bibliografía

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Arianne van Andel, es teóloga reformada holandesa. Tiene una maestría en teología sistemática, con especialización en teología feminista y ecológica. Es Coordinadora del Área Justicia Ambiental del Centro Ecuménico Diego de Medellín en Santiago de Chile.

ariannevanandel@gmail.com

Recibido: 12 de marzo de 2018

Aprobado: 21 de abril de 2018

 

 

 



[1] Por ejemplo “La ideología es un camino de autodestrucción” en https://infovaticana.com/2016/09/22/la-ideologia-genero-ha-trastocado-destronado-la-persona-identidad/, o “La falsa antropología de la ideología de género” en http://www.buenanueva.es/la-falsa-antropologia-de-la-ideologia-de-genero/.

[2] Catholic.net, “¿Qué es la ideología de género?, Catholic.net. Consultado 29 de abril 2018 en http://es.catholic.net/op/articulos/41418/cat/447/que-es-la-ideologia-de-genero.html#modal.

[3] LGTBI es abreviación para indicar: “Lésbica, Gay, Transexual, Bisexual, Intersexual”, y aunque no todas las personas de este grupo se identifican con estos nombres, es el más ampliamente aceptado en este momento.

[4] Catholic.net, “¿Qué es la ideología de género?

[5] Uso para las citas bíblicas: Schökel, Luis Alonso, La Biblia de nuestro pueblo. Biblia del Peregrino América Latina. Ediciones Mensajero: Bilbao: España: 2015.

[6] Segundo, Juan Luis. “La opción de los pobres como clave hermenéutica para entender el Evangelio”. Diakonia (72), 1994, 86-92. Consultado el 7 mayo 2018 en http://repositorio.uca.edu.ni/3977/.

[7] Schüssler Fiorenza, Elisabeth, “Mujer-Iglesia: el centro hermenéutica de la interpretación bíblica feminista” en Ress, Mary Judith y Seibert, Ute, y Sjørup, Lene, ed. Del cielo a la tierra. Una antropología de teología feminista., Santiago: Chile: 1997, 249.

[8] Puleo, Alicia. “Lo personal es político: el surgimiento del feminismo radical. Kate Millet”, Mujeres en Red. El Periódico Feminista. Consultado el 4 de mayo 2018 en http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2061.

[9] Schüssler Fiorenza, Elisabeth. Wisdom Ways. Introducing Feminist Biblical Interpretation. Maryknoll: New York: 2001, 59-64.

[10] Schüssler Fiorenza, Elisabeth, Wisdom Ways, 117-122.

[11] Butler, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad.  Ediciones Paidós Ibérica, SA: Barcelona: España: 1999.

[12] Lavquén, Alejandro y Larraín, Jorge. “El concepto de ideología…Entrevista con el sociólogo Jorge Larraín”, Hernan Montecinos, abril 2010. Consultado 2 mayo 2018 en https://hernanmontecinos.com/2010/07/01/el-concepto-de-ideologia%E2%80%A6-entrevista-con-el-sociologo-jorge-larrain/.

[13] Lavquén y Larraín, “El concepto de ideología…Entrevista con el sociólogo Jorge Larraín”.

[14] Steven Acosta, Libardo. “La propaganda nazi de algunas iglesias cristianas”, Las 2 Orillas,  marzo 2017. Consultado 30 abril 2018 en https://www.las2orillas.co/la-propaganda-nazi-algunas-iglesias-cristianas/.

[15] LaTercera, “No porque a un gato le pongo nombre de perro comienza a ser perro”. Viernes 6 abril 2018. Consultado 7 de mayo 2018 en http://www.latercera.com/politica/noticia/ezzati-no-gato-le-pongo-nombre-perro-comienza-perro/125650/.

[16] José Manuel Morán Faúndes hace un buen análisis de la proveniencia de estos grupos en Argentina en su libro De vida o muerte. Patriarcado, heteronormatividad y el discurso de la vida del activismo “Pro-Vida” en la Argentina, Centro de Estudios Avanzados: Córdoba: Argentina: 2017, 63-114.

[17] Habermas, JürgenTeoría de la acción comunicativa. Madrid: Taurus: 1987.

[18] Juan Pablo II, “Veritatis Splendor, n 40; cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1954-1955” en “¿Qué es la ley natural?” Filosofía y educación. Consultado 5 de mayo en https://www.filosofiayeducacion.es/Que-es-la-ley-moral-natural-C-40.html.

[19] George, Robert P. “La ideología de “género” y el “liberalismo gnóstico”, Humanitas, Revista de Antropología y Cultura Cristianas 84 (2017), 83.

[20] George, Robert P., “La ideología de “género” y el “liberalismo gnóstico”, 85.

[21] Trillo-Figueroa y Martínez-Conde, Jesús, “La ideología de género: la dictadura del hedonismo versus la felicidad”, Ponencia para el IX congreso católicos y vida pública, 16 de noviembre de 2007: Madrid: España. Consultado el 3 de mayo 2018 en https://ricardodeperea.files.wordpress.com/2015/10/familia-la-ideologc3ada-de-gc3a9nero-jesc3bas-trillo-figueroa-nov07.pdf, 7.

[22] Trillo-Figueroa y Martínez-Conde, “La ideología de género: la dictadura del hedonismo versus la felicidad”, 1.

[23] Trevijano Etcheverria, Pedro. “Ratzinger y la ideología de género”, InfoCatólica. Consultado 4 mayo 2018 en http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=18942.

[24] Trillo-Figueroa y Martínez-Conde, “La ideología de género: la dictadura del hedonismo versus la felicidad”, 17-29.

[25] Boff, Leonardo, La voz del arco iris, Madrid: 2003, 56-61.

[26] Delio, Ilia.Lex credendi, lex vivendi: A response to Laudato Si’”. Consultado el 3 de mayo en http://globalsistersreport.org/column/speaking-god/spirituality/lex-credendi-lex-vivendi-response-laudato-si%E2%80%99-27446.

[27] Primero hay que preguntar por su definición de “alma”, porque también es un concepto basado en la cosmovisión griega.

[28] Gloor, Daniel, La homosexualidad en la Biblia. Aportes Bíblicos, No.21, UBL: San José: Costa Rica: 2015, 7.

[29] Podemos pensar en el texto de 1-2 Samuel sobre la relación entre Jonathán y David, y textos en que mencionan “eunucos” (hombres castrados): Is 56: 3-6 Mt 19:12, Hch 8:26-39 o Gal 3:28.

[30] SeibertUte, “La mujer en los evangelios sinópticos”: RIBLA 15 (1993:2) 87-106. Consultado 6 mayo 2018 en http://servicioskoinonia.org/relat/118.htm.

[31] Sachs, Jonathan. The Dignity of Difference. How to avoid the Clash of Civilizations, Continuum: London: 2005, 19 y 48-52.

[32] Andel, A. van: “Las verdades se definen en el camino de la vida” en Testimonio No. 236 (2009), CONFERRE, Santiago: Chile. Disponible en https://ariannevanandel.wordpress.com/.

[33] Jay, “De opkomst van de transgendertheologie. Transgenders zijn een verrassing van God”. Het Continuum, digitaal tijdschrift over genderdiversiteit en transgender, 1 junio 2004. Consultado 7 de mayo 2018 en https://www.continuum.nl/_artikel/transgenders_zijn_verrassing_van_god.

[34] Gebara, Ivone, Intuiciones ecofeministas. Ensayo para repensar el conocimiento y la religión. Madrid: Trotta: 2000, 133-149.

[35] Irarrázaval, Diego, Raíces con alas. Capacitación hoy con el Espíritu de Jesús, San Pablo: Santiago: Chile, 2018, 89-95, 89-95.

[36] Houtepen, Anton, God, een open vraag, Theologische perspectieven in een cultuur van agnosme. Zoetermeer: Meinema: 1997, 262. Traducción por autór.

[37] Houtepen, Anton, God, een open vraag, Theologische perspectieven in een cultuur van agnosme. Zoetermeer: Meinema: 1997, 405-406.