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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 38 Número 1 - San
José, Costa Rica De la “ideología
de género” a la justicia de género Apuntes bíblicos y teológicos |
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Teorías, Teologías, Género e
Ideologías pp. 55-87 Genilma Boehler |
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Resumen: El artículo se divide en tres partes: (1) se diseña el mapa de origen
de la llamada “Ideología de género”, a través de las conquistas de derechos
lograda por la acción de feministas en los documentos de la ONU, así como la
preocupación de la Santa Sede/Vaticano, y cómo ésta se acoge en otras
tradiciones cristianas; (2) se considera el rescate de la herramienta de
análisis de género y su aplicación como justicia de género; y, finalmente,
(3) se analiza cómo el análisis de género es utilizado en las teologías
feministas latinoamericanas. La parodia de la política partidaria con el
término de la llamada “ideología de género” se va tejiendo, mientras
paralelamente, se busca aclarar orígenes, significados y sentidos. Abstract: This article is divided into three sections: (1) I trace the origin
map of the so-called “gender ideology” in terms of the achievements of
feminist movements, as reflected in documents from the United Nations and the
Holy See, and responses from other Christian traditions; (2) I reclaim gender
as a tool for analysis and discuss its application as gender justice; (3) I
discuss how gender analysis is employed by Latin American feminist
theologies. The partisan political parody of so-called “gender ideology” is
analyzed, while attempting to clarify origins, concepts, and meanings. Palabras claves: Feminismos Latinoamericanos, Derechos,
Justicia de Género, Teologías Feministas Latinoamericanas, Ideología de
género, anti género, generofobia. Key words: Latin
American feminisms, Human Rights, Gender Justice, Latin American Feminist
Theologies, Gender ideology, anti-gender, genderphobia. |
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Introducción
Aclarar de donde viene
el malestar y la hostilidad de los grupos que acusan una tal “ideología de
género”, es el principal objetivo de este breve artículo. Lo que ha sido
resultado de décadas de luchas y articulaciones de los movimientos feministas
y de las teóricas feministas por las conquistas de derechos, se ve amenazado
hoy por voceros y campañas anti-género desde los espacios del poder político
y religioso. Estos dos poderes siempre fueron peligrosos, sostuvieron durante
toda la historia del cristianismo proyectos de conquistas, regímenes
esclavistas, explotaciones económicas, así como la sumisión y las violaciones
de las mujeres. Por lo tanto, es delicado cuando estos dos poderes ofrecen
instauraciones de “reinos” que ocultan reales peligros para la mayoría de la
población. Curiosamente, las
campañas anti-género en todos los países de América Latina surgen, no en la
base de las distintas sociedades, sino que son en realidad tramas de esferas
políticas internacionales con elaboración teológica, donde los principales
grupos y personas interesadas pertenecen a una élite sin escrúpulos. “Si
antes la palabra sexo o sexualidad representaba amenaza, porque hacían pensar
en liberación, placer, transgresión a las normas de identidades, en los
discursos corrientes que se oponían a las políticas de igualdad/pluralidad en
el ámbito de la democracia, hay ahora una inversión, y género pasa a
ser la palabra demonizada.”[1] Este artículo por lo
tanto, servirá para aclarar elementos importantes. Primeramente, demostrar la
distancia que hay entre el término acuñado y diseminado como concepto
científico por las teóricas feministas: Género. En segundo lugar mostrar como los
discursos anti-género están atravesados por una ideología patriarcal
construida en contextos de intimidación, amenaza, cambios de significado,
opresiones y sometimientos.[2] O sea, hay una
oposición epistémica: si por una parte, la noción de Género como instrumento
de análisis permite evidenciar los puntos nodales de las desigualdades en
relación a mujeres y hombres, cruzados a la vez con conceptos de clase,
etnia, raza, edad, diversidad sexual, religión, etc., proponiendo cambios,
garantizando derechos y defendiendo la equidad y la justicia; por otra parte,
hay un ataque a este instrumento de análisis por las mentalidades más conservadoras.
Para tales sectores políticos y/o religiosos, a los que se agrega también el
sentido común de la población común, manejada por discursos alienantes, el
término género vino a significar libertinaje o perversión, pasando a
significar una amenaza para las personas y no una protección o una
liberación. Frente a esto, nuestra
principal tarea será la de intentar aclarar, enfrentar, confrontar,
cuestionar y hacer oposición a las violencias y falacias, donde se encuentren.
1. Género: palabra que amenaza
La
curiosa exploración del término “ideología de género”,
que ha emergido al principio del siglo XXI mediado por acusaciones y ofensas
de grupos denominados de diverso modo (conservadores, fundamentalistas,
fanáticos o fascistas), surge como expresión de resistencia al -quizás-
principal movimiento revolucionario del siglo XX, y que en sus conquistas
sigue vigente en el Siglo XXI, cual es el Movimiento Feminista. En realidad,
deberíamos nombrar a movimiento en plural, por sus posibilidades de articular
argumentos transformadores desde la política y desde los cambios
socio-culturales; así como por su contribución en las diversas áreas de
conocimientos científicos/académicos, pues finalmente, el feminismo tiene su
origen en prácticas combativas y ha generado a la vez, contribuciones
teóricas de gran valor crítico y científico para el logro de cambios
radicales en los modos de creer y de pensar. ¿Por qué hacemos esta
afirmación? La gran posibilidad de los feminismos son justamente las rupturas
y las deconstrucciones secuenciales, pues nada es absoluto, universal o finalizado.
Todo es posibilidad, tanto para romper con lo naturalizado por siglos en las
culturas, como para recrear estructuras, romper con las jerarquías y promover
reivindicaciones en aras de la equidad. En otras palabras, el feminismo es el
lugar de las preguntas hechas por las mujeres acerca del “no lugar” que a
ellas les ha sido asignado, así como el lugar de los ¿por qué?: ·
¿Por qué la imposición de la sumisión de lo
femenino a lo masculino? ·
¿Por qué de la falta de acceso de las
mujeres a la educación formal? ·
¿Por qué la obligatoriedad de las mujeres
como sujetos maternos y reproductivos de la especie? ·
¿Por qué ciertas carreras o áreas de
conocimiento son valoradas como pertenecientes al género masculino y negadas
al género femenino, como lo son por ejemplo las Ciencias Exactas, la Física,
la Astronomía, etc.? ·
¿Por qué los espacios públicos son
masculinos y los privados femeninos? ·
¿Por qué la condición de las mujeres como
sujetos de segunda categoría, tratados como inferiores? ·
¿Por qué de la condición del dios blanco,
masculino y europeo, como parte fundamental de los procesos de colonización? O si deseamos plantear
la pregunta de otra forma, como lo ha hecho la teóloga Wanda Deifelt: ·
¿Cómo percibimos al mundo? ·
¿Cómo nos percibimos en el mundo? ·
¿Cómo construimos conocimiento? ·
¿Cuáles son los fundamentos para las
pretensas verdades?”.[3] ·
¿Por qué de la naturalización de la
violencia de género y/o sexual? ·
¿Por qué la concepción de sujetos
binarios/duales de los géneros, excluyendo a una gran parcela de la población
en todo el mundo?, etc. En estos tiempos de
marchas y de discursos apasionados y ofensivos a la llamada “ideología de
género”, de candidaturas políticas que se autodenominan cristianas
(evangélicas o católicas), con argumentos antidemocráticos, de odio y
exclusión de derechos humanos[4], se hace necesario
buscar el origen de cuándo comienzan a ser utilizados tan negativamente estos
términos y quiénes son los que orquestan tales campañas. Sonia Correa[5], feminista,
brasileña, ha hecho un valioso ejercicio al mapear las convenciones de las
Naciones Unidas (ONU) desde los años 90s[6] hasta el 2017,
respecto de la llamada “ideología de género”. Según la sospecha de Correa[7], el Vaticano, así como representantes de
gobiernos islámicos, estuvieron siempre preocupados con temáticas relativas a
los derechos de las mujeres, la salud reproductiva, la no violencia, así como
al término género y a la sexualidad en aquellos documentos de la ONU que
proponían derechos. La Santa Sede, por ejemplo ha empezado a atacar la
terminología de género y los logros de las feministas (desde inicios de los
años 90s, como en el caso específico de la Cumbre de la Tierra realizada en
Río de Janeiro en 1992), en documentos entre los diversos Estados miembros de
la ONU, en los que se procuraba garantizar los derechos relativos a las
mujeres. Curiosamente, uno de los representantes de la Santa Sede que
comienza a utilizar en los años 90 la expresión “ideología de género”, fue el Cardenal Joseph Aloisius Ratzinger[8]. Sonia Correa afirma
que “en 1997, el Cardenal Ratzinger, hasta entonces jefe de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, en el libro La sal de la Tierra, ha escrito
que el concepto de género “disimula una insurrección en contra de los límites
que el hombre carga como un ser biológico”.[9] En 2005, el cardenal
Ratzinger fue elegido como el Papa Benedicto XVI. A partir de los años
2000, según afirma Correa, el Vaticano comienza a dedicarse a los ataques
anti género frente a aquellas conquistas legales de las feministas que
garantizaban políticas de cambios socio-culturales a favor de las mujeres,
principalmente en lo relativo a su salud sexual. La autora afirma que en el
año 2000, el propio Vaticano “utilizaría críticas teológicas sistemáticas
sobre el género, como por ejemplo, el Lexicón de 2003: términos ambiguos y
discutidos sobre la vida familiar y a la pregunta ética y la Carta de 2004 a
los Obispos de la Iglesia Católica bajo la colaboración de Hombres y Mujeres
en el Mundo.”[10] Ya en 1998, según
afirma Jimena Furlani, la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica en
Perú, utiliza del término “ideología de género” alertando acerca de sus
peligros y de sus alcances,[11] coincidiendo con los
argumentos señalados en la investigación de Sonia Correa. Según estas autoras,
Correa y Furlani, estos términos están registrados en 1996 en el libro de la
autora conservadora estadounidense, Dale O´Leary, titulado Agenda de Género[12], que finalmente ha
sido valorado como un referente para sectores conservadores y aquellos en contra
de las conquistas feministas relativas a políticas protectoras de los
derechos de las mujeres. Según afirma Furlani: O´Leary es una militante pro-vida[13] que ha
participado en las Conferencias de la ONU (en Cairo en 1994 y en Pekín, en
1995) como delegada. Ella hace un relato de tales conferencias, describe,
bajo su visión, la acción de las feministas en presentar el concepto de
género y como, desde ahí, la ONU asume la llamada perspectiva de género para
las políticas públicas relativas a los derechos de las mujeres.[14] Estos datos son
sumamente importantes, pues tales preocupacio-nes no surgen de la nada o de
supuestas amenazas a la condición humana. Se observa con los datos hasta
ahora apuntados por Correa y Furlani que en un período de aproximadamente treinta
años, se viene observando una aguda preocupación del Vaticano y sus
representantes en la ONU, respecto del término género, presente en documentos
de Convenciones Internacionales. Esta preocupación genera la sospecha de que
–finalmente, algo está escapando al control de la religión, tal como el
control sobre los cuerpos, puntualmente los cuerpos de las mujeres
comprendidos como destinados para la reproducción y el cuidado. Tal vez merezcan
destacarse los siguientes temas relativos al género, a las mujeres y a la
sexualidad: 1. La salud reproductiva y la planificación familiar, como una
amenaza, valorado que para las mujeres la reproducción es un destino; 2. Los
derechos de las mujeres, como sujetos de derechos y de inteligencias, que
deconstruyen la condición de serviciales, sirvientes, sumisas y se asumen
como sujetos capaces, pensantes, con condiciones de ocupar espacios públicos
de poder, incluyendo en las estructuras eclesiológicas; 3. El género, como
herramienta de análisis que deconstruye el poder hegemónico
institucionalizado y que a la vez favorece el repensar la condición de los
géneros humanos diversos y de la sexualidad. Todas estas temáticas, si así se
observa, vienen entrecruzadas con los conceptos de clase, raza, género,
edades, discapacidades, etc. En el análisis de
Correa[15] se indica más de una
vez, como en diversos momentos los representantes de la Santa Sede se aliaron
a representantes de países islámicos en conferencias de la ONU, en temas
relacionados con sus cuestionamientos a las conquistas de las representantes
feministas en tales esferas. En América Latina el avance del fenómeno
religioso pentecostal y neo-pentecostal, que involucra pastores, cantantes de
música gospel y otras personas de la vida pública y la política
partidaria, hace del término “ideología de género” un cuadro semántico con
significantes vacíos y adaptables, que puede abarcar un amplio espectro de
demandas tales como el derecho al aborto, la orientación sexual y la
identidad de género, las familias diversas y homoparentales, la educación en
género y la sexualidad, la prevención del VIH y el trabajo sexual, temáticas
que pueden adaptarse a variados contextos.[16] Curiosamente en sus
discursos fascistas y excluyentes, logran “construir analogías poco comunes
entre el feminismo, la teoría queer y el comunismo”[17], valiéndose de ellos para sus plataformas
electoreras y sensacionalistas. Con base en estos
datos, podemos preguntarnos: ¿Qué peligro podrían representar los documentos
que procuran garantizar los derechos de los nuevos sujetos de derechos en el
siglo XXI, tales como: la Convención Internacional sobre la Eliminación de
todas las formas de discriminación Racial[18], o la Convención sobre la Eliminación de
todas las formas de Discriminación en contra de las Mujeres[19], o la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidades[20], por citar algunos de
los documentos esenciales, incorporados al ordenamiento jurídico de los
países signatarios de la ONU en el siglo XX? Como bien lo expone Correa[21] tales documentos presionan
la creación de las condiciones socio-políticas y económicas,
responsabilizando a los gobiernos de tales países para que éstos se cumplan,
lo que amenaza el control de los cuerpos y de las culturas que naturalizan la
discriminación. Curiosamente, lo que
hoy se escucha en diversos países Latino-americanos (por ejemplo Brasil,
Colombia, Ecuador, Costa Rica), de parte de los portavoces evangélicos en
contra a la llamada “Ideología de Género”, no es algo nuevo ni reciente. Podría
afirmarse que los representantes de estos grupos religiosos, llegan a esto
con un cierto retraso. Si analizamos los discursos públicos que aparecen en
los medios de prensa, contienen argumentos precarios, sin gran profundidad en
su análisis, pero con gran alcance respecto de la masa poblacional de
creyentes, a la que se apela con argumentos de sentido común y de una moral
cerrada en lo relativa al modelo hegemónico de familia y de sexualidad.
Argumentos que retumban en mentes poco informadas o estructuralmente
formateadas desde una cultura patriarcal, y que afianza mentalidades poco
críticas y naturalizan determinados roles y modelos atribuidos a lo que sería
la especie humana. Por otra parte, se observa el miedo colectivo a cambios
significativos que puedan mejorar la existencia de la especie humana. El problema es lo que
esto representa cuando líderes religiosos, católicos o evangélicos buscan
partidos políticos de derecha conservadora o de conductas fascistas, y se
postulan como defensores de una moral sórdida (que ellos mismos, en su
privacidad, no logran vivir), pero capaces de convencer a la masa de
creyentes evangélicos, pentecostales y neo-pentecostales, y que finalmente
influyen a muchas personas de tradición católica, usuarios de una moral
similar que son utilizados como plataforma electorera. Tales postulantes al
gobierno, asambleas legislativas y senados en general, no están preocupados
por gobernar o para legislar en favor del pueblo y de los derechos de la
mayoría, o en favor de mejorías para toda la especie humana. Sus intereses
son más bien personales, fácilmente negociables por monedas de cambio que les
favorezcan en razón de su codicia. Estos intereses personales se dan a menudo
en detrimento del cumplimiento de las conquistas de derechos que representan
largos años de luchas, donde uno de los movimientos que se distingue, es el
feminista o, por decirlo en plural, los movimientos feministas y las teóricas
feministas. Como lo afirma Correa: [l]os defensores del anti-género movilizan lógicas e
imaginarios simplistas y constituyen enemigos volátiles – aquí las
feministas, más allá la población LGBT, ahí los artistas, más adelante las
personas académicas, en otros espacios los cuerpos trans, nutriendo los
pánicos morales que distraen las sociedades de las cuestiones estructurales
que ellas debe establecer, debatiendo temas como las crecientes desigualdades
de género, las clases, la raza, la etnia.[22] 2. Justicia de género: la libertad para hacer el bien
Procurando mirar desde
otra ventana, pero buscando tejer con el mismo hilo de tiempo utilizado por
Sonia Correa hasta aquí, propongo la mirada desde lo que las teóricas
feministas desarrollaron como herramienta de análisis de género, partiendo de
los conceptos desarrollados por Joan Scott, Gerda Lerner y Gisela Bock entre
otras. Desde el principio, el concepto de género estuvo “íntimamente ligado a
los conceptos de raza, clase, etnia, cultura, religión y otras categorías
sociales que identifican a los seres humanos.”[23] Curiosamente, antes
de los años 90, muchas feministas habían utilizado el término género como
categoría de análisis, pero en muchos casos, algunas han utilizado “género”
sencillamente para sustituir “historia de las mujeres”, o “feminismo”, que en
los años 70/80 poseían una carga negativa adquirida por el impacto producido
por los movimientos feministas de aquellas décadas.[24] Joan Scott alertó
acerca de esta dimensión, pues finalmente, con el uso de la categoría de
género se hace una crítica a los estudios femeninos elaborados hasta entonces
(donde el eje central eran las mujeres), con el aislamiento de las mismas al
contexto general.[25] La importancia de
esta alerta de Scott ha radicado en señalar que estudiar a las mujeres de
modo aislado, perpetúa el mito de que una esfera, la experiencia de un sexo,
tenga muy poco o nada que ver con el otro sexo[26], lo que la misma autora afirma como un
equívoco. En la comprensión de
Joan Scott, género es (1) un elemento constitutivo de las relaciones sociales
fundadas sobre las diferencias entre los dos sexos y, (2) un primer modo de
dar significado a las relaciones de poder[27]. Con tal definición,
la autora deja claro el carácter de construcción social de las relaciones
entre varones y mujeres, a la vez que señala que tales relaciones involucran
poder. Para Gisela Bock (1991): Cuando hablamos de género como
“categoría”, nos referimos a una imagen intelectual, a un modo de considerar
y de estudiar a las personas, a una herramienta analítica que nos ayuda a
descubrir áreas en las diversas áreas de conocimiento que han sido olvidadas.
Es una forma conceptual de análisis sociocultural que desafía la ceguera que
la tradición ha demostrado respecto al sexo.[28] El concepto de
“justicia de género” es por lo tanto, resultado de décadas de estudios,
basado en diversos abordajes teóricos como: 1. Las teorías del patriarcado[29], en las que se
explica el proceso de subordinación de las mujeres por los hombres –o sea, se
explica porque el género masculino es quien tiene mayor poder en todas las
esferas de la sociedad tales como el trabajo, la familia, la economía, la
política, el conocimiento científico, el tecnológico, el deporte, las artes,
la teología, etc.[30] 2. La teoría marxista, que ha agregado un
elemento crítico a la categoría de género, haciendo posible analizar la
subordinación de las mujeres a partir de la emergencia de la propiedad
privada y de la familia monogámica.[31] Uno de los
principales referentes teóricos para contribuir a este análisis ha sido la
obra El origen de la familia, del Estado y de la propiedad privada, de
Federico Engels[32], o el primer volumen
de El Capital de Karl Marx[33] con hermenéuticas
feministas practicadas a estos textos. Lo que se explica a partir de estas
obras es el origen de la desigualdad entre las mujeres y los varones, que es
consecuencia de un proceso histórico fundado en la emergencia de la propiedad
privada, donde indica la sumisión, la opresión y la violencia a las mujeres,
hechos que tienen un origen económico.[34] Varias autoras
feministas tuvieron la oportunidad de analizar estos abordajes de Engels, por
ejemplo a Gerda Lerner en su libro La creación del patriarcado.[35] 3. Finalmente,
desde los años 90 las diversas escuelas
y teorías psicoanalíticas se han preocupado por el proceso de creación de
la identidad de los sujetos, centrando sus estudios en las primeras etapas
del desarrollo de la niñez, con el fin de encontrar indicios acerca de la
formación de la identidad de género.[36] Los estudios de género
son resultado de décadas de investigación basada tanto en aspectos teóricos
como en la militancia mediada por los movimientos sociales feministas. No
surge de la nada, sino que es fruto del trabajo feminista tanto de las luchas
y la combatividad critica, como de la reflexión. Entre otras cosas, El análisis de género es la síntesis entre la teoría
de género y la llamada perspectiva de género derivada de la concepción
feminista del mundo y de la vida. Esta perspectiva se estructura a partir de
la ética y conduce a una filosofía pos humanista, por su crítica de la
concepción androcéntrica de humanidad que dejó fuera a la mitad del género
humano: a las mujeres. Y, a pesar de existir en el mundo patriarcal, las
mujeres han sido realmente existentes.[37] Caracterizadas por el
elemento narrativo o mejor dicho, auto narrativo, las propuestas feministas
siempre fueron críticas a los micros y macros sistemas establecidos, donde el
posicionamiento se da desde los espacios prácticos/teóricos, privados o
públicos, porque es desde el lugar de la existencia, del lenguaje
contextua-lizado que los discursos feministas fueron construidos. Como bien
ha dicho Lagarde: “El análisis de género feminista es detractor del orden
patriarcal, contiene de manera explícita una crítica a los aspectos nocivos,
destructivos, opresivos y enajenantes que se producen por la organización
social basada en la desigualdad, la injusticia y la jerarquización política
de las personas basada en el género.”[38] En otras palabras, lo
que los feminismos proponen a través de los estudios de género es la
politización de la condición del género, yendo más allá de lo binario, pero
también contemplando lo binario, revelando las estructuras discriminatorias
que involucra las relaciones basadas en las estructuras patriarcales. Ahora bien, ya para
fines del Siglo XX, nos ocupábamos con otras preocupaciones y otras
contribuciones teóricas que llegaban para enriquecer la discusión desde las
complejas relaciones humanas. Las corrientes teóricas posestructuralistas, o
deconstructivistas han cuestionado el modelo sociológico de género. Sobre
esto, una de las autoras de referencia es Judith Butler, que en 1989 publica
el libro Gender Trouble[39]. En esta obra, Butler
propone la reflexión acerca del carácter de la performance del género, donde
ella misma afirma en un texto publicado recientemente en Brasil[40] A cada persona es atribuido un género al nacer, lo
que significa que somos nombrados por madres y padres o por las instituciones
sociales de cierto modo. A veces, con la atribución del género, se transmite
un conjunto de expectativas: esta es una niña, entonces ella, cuando crece
deberá asumir un rol tradicional de mujer en la familia y en el trabajo. Este
es un niño-varón, entonces él asumirá una posición previsible en la sociedad
como varón. Pero, muchas personas tienen dificultades con su atribución –son
personas cuyas expectativas no les corresponden y para quienes la percepción
que ellas tienen de sí mismas es diferente de las atribuciones sociales que
les han sido asignadas. La pregunta que surge desde tal situación es: ¿en qué
medida, personas adolescentes, jóvenes y adultas son libres para construir el
significado de su atribución de género? Estas personas nacen en una sociedad,
pero también son actores sociales y pueden trabajar para que en dicha
sociedad, sus vidas sean moldeadas de manera más visible y respetuosa. Luego,
las instituciones sociales (instituciones religiosas, escuelas, servicios
sociales, de salud y atención psicológica), deberían tener la capacidad de
apoyar a estas personas en su proceso de descubrir cómo vivir mejor con sus
cuerpos, buscar la realización de sus deseos y crear relaciones que sean
positivas. Algunas personas viven en paz con el género que les ha sido
atribuido, pero otras sufren cuando son obligadas a conformarse con las
normas sociales que les otorga la invisibilidad y niegan lo más profundo de
quienes son y desean ser. Para estas personas surge la necesidad urgente de
crear las condiciones para una vida posible.[41] Para las feministas
que hemos avanzado con los estudios de género, estos argumentos de Judith
Butler son muy valiosos pues, además de explicitar una realidad dada que involucra
los géneros humanos en su complejidad, tratando de justicia de género, hay a
la vez una exigencia de resistencia y oposición a las ofensas y violencias
que disminuyen las oportunidades de que alguien viva con alegría, libertad y
dignidad. Por lo tanto, esta es una contribución positiva y favorable para la
evaluación de las realidades socio-culturales y políticas desde los estudios
de género y del pos género. Como lo ha afirmado Butler: “libertad no es
–jamás podrá ser– la libertad para practicar el mal.”[42] Si una acción hace
daño a otra persona o la priva de la libertad, esta acción no puede ser
calificada como libre. Es una acción lesiva, ofensiva y violenta. Y, por lo
tanto, volvemos al punto inicial de este artículo, pues lo que
sistemáticamente estamos viendo, y que es ampliamente divulgado por los
medios de prensa, es que las personas que acusan la llamada “ideología de
género” como actitud “anti género” han venido a desvirtuar décadas de
estudios serios, que reivindican derechos y justicia hacia a las mujeres,
hacia las niñas y niños, hacia las
diversidades étnicas, hacia las personas empobrecidas por un sistema injusto,
hacia el derecho de ser, de estar y de existir de todas las personas diversas
en su sexualidad, cultura y religión. Lamentablemente, lo
que hoy día presenciamos en los discursos hostiles de políticos religiosos
cristianos (supuestos restauradores de órdenes políticas, culturales y
sociales[43]), evoca preocupación
y exige la toma de consciencia seria y comprometida con la vida. Nos preocupa
la frecuencia con que las personas que no se encuadran en las normas de
género y en las expectativas heterosexuales sufren acoso y son agredidas y
asesinadas. Las estadísticas acerca de los feminicidios son preocupantes. Los
ataques físicos y maltratos que sufren las personas transexuales y travestis,
sencillamente porque desean la libertad de moverse en el mundo público con
libertad y dignidad, requiere mínimamente compromiso solidario y una
estrategia de apoyo para esta población. 3. Las
Teologías Feministas en América Latina
La ventana que expone
la dura realidad del fenómeno religioso cristiano en América Latina, como lo
hemos reflexionado desde el inicio de este artículo, nos hacen dudar de si la
Teología, o las Teologías Feministas Liberadoras, Latinoamericanas, tienen
distinto que pueda apuntar a un horizonte de esperanza. Finalmente, la
realidad actual, de los inicios del siglo XXI, desnuda el fenómeno religioso
cristiano que viene por siglos nutriéndose de principios patriarcales y donde
su condición ha sido la de ocultar, silenciar, crear vacíos y justificar la
discriminación por sostener un modelo hegemónico de humanidad, basado en un
ser masculino, blanco y europeo para el control de los cuerpos dominados. En esta misma línea en
que venimos reflexionando, algo curioso ocurre con las teologías feministas
latinoamericanas. Los estudios de la Teología como espacio ocupado por
mujeres en los seminarios, facultades o universidades de teología, o en las
iglesias (asumiendo mujeres liderazgos pastorales y episcopales), se da
principalmente desde los años 70 del siglo XX. Para un área de conocimiento
científico de tantos siglos, mirar estas fechas, indica el no lugar para las
mujeres en el cristianismo, que posee un trasfondo de cultura patriarcal. En América Latina el
quehacer teológico desde los feminismos está ubicado dentro de las teologías
contextuales, que procuran rescatar la experiencia, reflejar lo cotidiano y
valorar al cuerpo[44], todas ellas
propuestas auto narrativas, múltiples y -coincidentemente, críticas y en
búsqueda de transformaciones. “En los currículos académicos tales teologías
son por veces valoradas como marginales o exóticas”[45] lo que explica la
ausencia de las mismas en antologías de los cursos de las carreras de teología.
Por otro lado, tales teologías, “metodológicamente comparten el uso del
referencial de género”[46] cómo instrumental de
análisis hermenéutico. Para citar un ejemplo:
En 1995 la teóloga brasileña de tradición católica, Ivone Gebara, fue
procesada y condenada por el Vaticano, porque en su teología estaban presente
críticas reales a la moral que imponía sobre las mujeres, la condición del
mal por haber nacido mujeres y por la obligatoriedad a la reproducción y a la
maternidad, así como a la sumisión y al sufrimiento. Durante este período
impuesto de silencio obligatorio, ella escribe la obra Rompendo o
silencio; una fenomenología feminista do mal; traducido y publicado al
español con el título: El rostro oculto del mal – una teología desde las
experiencias de las mujeres. Esta obra es el resultado de su
investigación para un segundo doctorado en Ciencias de la Religión, producido
durante la imposición del silencio.[47] ¿Por qué nos interesa
esta autora, sus argumentos y quizás su historia? En tal publicación Gebara
refrenda en la teología lo que las teóricas feministas ya habían hecho desde
otras áreas de conocimiento. La autora afirma la importancia de la mediación
de género como instrumento para comprender las relaciones humanas[48], pero no solamente a
nivel secular. Ella muestra como el análisis de género colabora para
comprender la complicidad de las teologías cristianas en mantener a las
mujeres en su condición de inferioridad.[49] Para Gebara, la
categoría de género invita a salirnos del simplismo de la ciencia teológica
para ubicarnos de un modo más crítico en la construcción de una teoría más
inclusiva de la fe cristiana.[50] La posibilidad que
brinda la herramienta de análisis de género, por lo tanto, está en las
consecuencias que han inducido los discursos teológicos.[51] Pero más allá de
esto, posibilita percibir que “los discursos teológicos no son neutrales:
están bajo el influjo de las realidades históricas, de las ideologías y de
los juegos de poder de los que surgieron y desde los que han sido
interpretados.”[52] Por lo tanto, “la
construcción social del género no es ante todo una cuestión abstracta,
teórica, sino que es algo que puede ser observado en las prácticas[53] de nuestras
relaciones y por supuesto en las estructuras eclesiológicas, en los discursos
teológicos, en los fundamentos de las religiones, y muy particularmente, de
las religiones monoteístas como las tradiciones cristianas con sus variados
argumentos teológicos, doctrinales y con las performances de los tiempos
actuales. La herramienta de
análisis de género, por lo tanto, según los criterios de Ivone Gebara, puede
ser muy útil para desenmascarar las hostilidades y ofensas que se sufre por
personas que atacan lo que llaman “ideología de género”, y que más bien
caracteriza sus injurias (“anti-género”, “genero-fobia”). Para nosotras,
feministas y teólogas, los estudios de género favorecen para: ·
Salir del universalismo del discurso
masculino.[54] Es conocida la
falacia del discurso universal que por siglos ha sido utilizada para el
control, la mantención del poder y la exclusión de una gran parte de la
humanidad. El Género favorece para adentrarnos en la relatividad de las
diferencias y combatir las jerarquías hegemónicas y absolutas.[55] ·
Ampliar nuestra concepción del binarismo
masculino y femenino.[56] Esta es una clave más
para comprender las injusticias sociales y puntualmente aquellas
formulaciones teológicas que justifican las diferencias que legitiman la
superioridad de varones sobre mujeres, basado en la explotación, acosos y
violencias. ·
Cristalizar una visión diferente de la
simbología del mal.[57] Según afirma Gebara,
“la noción de género procura abrirnos a la complejidad de los modelos
simbólicos (entre bien y mal) y nos invita a decodificarlos a la luz de los
juegos de construcción del poder entre las mujeres y los hombres, revelando
como el género conforma la cultura y la política.[58] ·
El género como instrumento hermenéutico[59], valorado como algo capaz
de romper con la supremacía masculina en la teología y analizado como “el
mundo simbólico del cristianismo y particularmente de la teología escrita, es
dominado por la simbología masculina.”[60] Por esto las teólogas
feministas trabajan para la deconstrucción de las teologías patriarcales y la
construcción de teologías inclusivas y más fluidas. [61] Ahora bien, estamos en
contra de los universalismos teológicos, y modelos humanos comportamentales
con sus performances, asumidos por siglos por las teologías cristianas,
naturalmente estamos obligadas a hacernos la pregunta que había sido
planteada por Marcella Althaus-Reid: “ ¿Habrá espacio en la teología
latinoamericana más allá de la normativa, de la narrativa heterosexual que
lucha contra nuestros deseos y no entiende nuestros fragmentos?”[62] Tal pregunta nos
parece clave, porque los tiempos de hoy, con voces que amedrentan y convencen
al pueblo con sus discursos políticos-religiosos de superficie, con
hegemonías y homogeneidades que son práctica común “de los imperios que
ejercen poder colonial para reducir Otredades, lo extraño, lo singular, lo
diferente.” (Althaus-Reid).[63] Según esta autora,
los imperios se protegen de modo general de la fragmentación[64], porque pueden
fragilizar el dominio, el control y el poder; así “la teología imperial se
defiende de las cosas que se caen, los argumentos que no cierran o la
experiencia que es más ideológica que vivida.”[65] Es notoria la
fascinación por los discursos anti-género o género-fóbicos de muchos
representantes de la tradición religiosa cristiana (católica, evangélica,
pentecostal o neo-pentecostal) y por afirmar que los avances feministas son
“ideología de género”. Esto nos recuerda el concepto de ideología defendido
por el viejo Karl Marx. Las ideologías (…) se manejan al nivel de
abstracciones como metáforas que usurpan el papel de la realidad. Al final de
un día, las ideologías nos piden sumisión a sus abstracciones que se han
elevado al papel de realidades, y llegado a substituirlas. Por eso, en una
construcción ideológica, la gente debe servir a los dogmas, y no los dogmas a
la gente.[66] Hacer la reflexión
crítica, desde el significado de la “ideología” nos parece fundamental porque
“detrás de una reflexión sobre Dios o una Cristología, hay una visión
ordenadora del mundo y de sus relaciones que a la larga, influyen en el
desarrollo de ideas económicas de los pueblos.”[67] Con tal afirmación,
miramos hacia la realidad de hoy en Costa Rica (febrero/2018), donde en vías
de una segunda ronda de elecciones, y de vuelta a clases escolares, se genera
una presión que manipula a madres y padres para que no envíen a sus hijos e
hijas a las escuelas, debido a las Guías de Educación para la Afectividad y
Sexualidad. La acusación principal es que estas guías se inspiran en la
llamada “Ideología de Género”. Esta medida es apoyada por candidatos
políticos de trasfondo católico y evangélico, que afirman defender la familia
y la buena moral, respaldados por los medios de prensa local, que a su vez
ideologizan un programa mediante su poder de apelación y de manipulación de
las masas electoreras y poco informadas. Estos candidatos no
desconocen los estudios que muestran la urgencia de tales enfoques, frente a
la violencia sexual, el acoso y maltrato de niñas y niños, dentro incluso del
seno familiar, en donde son violados por abuelos, padres, tíos, hermanos y
vecinos. Tampoco desconocen los datos estadísticos del alto índice de
embarazos riesgosos de niñas y adolescentes, de la trata cotidiana de
personas (donde las principales víctimas son nuevamente niños y niñas), o del
turismo sexual altamente promocionado en el país. Para tales personas
políticas (diputados o presidenciables) “la relación entre pobreza y
dependencia económica requiere un tercer elemento: dependencia teológica.”[68] La sociedad, por lo
tanto, se identifica con estas falsas experiencias abogan una moral unánime y
un único modelo de familia, que no mira a la realidad fragmentada[69], y las consumen como
verdaderas, y las hacen parte de su propia historia y se olvidan de los
problemas de fondo que atraviesan el Estado y ponen en riesgo los Derechos y
la Justicia. Tal situación
concreta, exige que como teólogas feministas, miremos esta realidad concreta,
nos preguntemos por las personas actoras de la historia[70] y reconozcamos los
fragmentos de nosotras –mujeres múltiples: de diversas clases sociales,
etnias, razas, edades– que no encajamos la falsa coherencia de los discursos
de tales políticos y líderes religiosos, que defienden un modelo de familia
hegemónico, monogámico, heterosexual. Nos preguntemos ¿Qué modelo ideal,
puro, del cuerpo de mujer se deconstruye frente a la realidad que nos toca
vivir en nuestros cotidianos?[71] Tengamos en valor
como feministas, estudiosas de la herramienta de análisis de género, de
afirmar que tales discursos teológicos no nos representan y tengamos el valor
para anunciar algo distinto, porque “el Género no nos confrontó simplemente
con una distorsión teológica, sino con un orden cristiano a subvertir”[72], sino con la sospecha hermenéutica profunda
sobre el poder y la construcción de los discursos de orígenes[73] que fundamentan los
actuales discursos políticos y religiosos; en otras palabras: “detrás de las
costumbres de género se halla una epistemología (o forma de pensar) sexual en
el cristianismo. Esta epistemología sexual tiene mayor estabilidad que el
género, cuyo grado de variabilidad, como bien lo han probado las reflexiones
de teologías y cultura, es grande.[74] Dicho de otro modo:
los ataques a la llamada “ideología de género” o a los programas sobre la
educación para la afectividad y la sexualidad, no son gratuitos o ingenuos. Las teologías
feministas denuncian mediante los estudios de género que “la producción de un
conocimiento valorado como científico, pero cuya consecuencia es la exclusión
de las mujeres y de las culturas marginadas”[75] debe ser cuestionado,
porque el género es una epistemología que nos impone un modo de comprender el
conocimiento y las realidades humanas, y más que esto, nos autoriza a
“desafiar el concepto teológico/ideológico de ser mujer.”[76] Las realidades
humanas están muy lejos de ser homogéneas y estables, y por esta misma razón
nos hace “reflexionar sobre la necesidad de cambiar los referentes estéticos
de la teología, para mantener viva la praxis de inclusión y pluralismo, y el
principio ético de honestidad en que se basan nuestras reflexiones sobre Dios
en la historia y en la historia de las mujeres.”[77] Conclusión
Lo que el tejido del
texto de este artículo nos hace visualizar en el trasfondo de la discusión de
la llamada “ideología de género”, revela los brotes de los rizomas de los
miles de años de ideología patriarcal[78] que en el Siglo XXI
brota nuevamente en los poderes -fundamentalistas, fascistas- furiosos y deseosos de seguir controlando
todas las esferas de la sociedad, incluyendo los cuerpos, sus performances y
sus deseos. En estos tiempos,
donde todo se mira en redes sociales y en canales de televisión, es curioso
observar el comportamiento de tales líderes políticos, sus discursos y de sus
sumisas esposas: “que sean bellas, recatadas y del hogar”[79], frente a denuncias
de violaciones (como lo ha sido notificado públicamente en Brasil relativo al
Diputado evangélico Marcos Feliciano).[80] Es curioso que, en un
país confesionalmente católico como lo es Costa Rica, se mire el rostro
silencioso de la esposa de un candidato presidencial y que ésta nunca se
pronuncie; frente a las imágenes de esta misma persona hablando en “lenguas
extrañas”.[81] Video que se ha
propagado en las redes sociales y que finalmente es un apelo al emocionalismo
religioso que promueve la obediencia, la sumisión y el adorno. Curiosamente, lo que
está en juego con los ataques anti-género, es que lo que las feministas hemos
afirmado desde los años /60 con nuestras luchas por conquistas de derechos, a
saber: que “lo privado también es público”. Desvirtuar, ridiculizar,
hostilizar las luchas y los temas relativos a los derechos de las mujeres y
de la población diversa ha sido siempre una estrategia del poder masculino
religioso o político. Cuando los segmentos
religiosos cristianos, conservadores o fundamentalistas se juntan movilizando
al pueblo para alcanzar sus objetivos ideológicos, no estamos lidiando con profecías,
epifanías u oráculos por la democracia; lo que sí hay son intereses
anti-democráticos. Es por esta razón que no hay como retroceder en nuestro
pensamiento desde los estudios de género y pos género. Lo que hoy conocemos
como “democracia” requiere el enfrentamiento y la oposición al Estado “que se
fundamenta en la fuerza de la exploración de la precariedad de los cuerpos”.[82] Lamentablemente,
somos testigos de cómo la Democracia está amenazada por la manipulación de
discursos forjados por lideraz-gos religiosos y políticos que hacen sus
alianzas. No puede haber Democracia “cuando y si cualquier cuerpo –
independientemente de su género, raza, clase, etnia, religión– se encuentra
amenazado y expuesto a la violencia estatal.”[83] Referencia
Bibliográfica
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liberación: balance y futuro”, en: Mutirão de Revistas de Teologia
Latino-americanas - Comunicação. Belo Horizonte: Puc-Minas, v. 11, n. 32,
pp. 1801-1812. •••••• Genilma Boehler, brasileña, es doctora en Teología por la EST
(Escuela Superior de Teología) de la IECLB (Iglesia Evangélica Luterana Brasileña),
en Sao Leopoldo, RS, Brasil. Profesora en la Universidad Bíblica
Latinoamericana, San José, Costa Rica, desde 2011. gboehler@ubl.ac.cr Recibido:
16 de febrero de 2018 Aprobado: 21 de febrero de 2018 |
|
[1] GONCALVES, Eliane e MELLO, Luiz. (2017) Gênero –
vicissitudes de uma categoria e seus problemas . In: Ciencia e Cultura. CNPq:
Brasil. p. 27.
[2] GONCALVES e MELLO,
2017, P. 27.
[3] DEIFELT, Wanda. (2011) Interculturalidade: Negociacao
de saberes e educacao teológica – contribuições da Teologia Feminista. In:
Protestantismo em Revista, v. 24, jan./abr, 2011, São Leopoldo_ EST.
[4]
El peligro de las apologías a instauración de reino en lugar de democracia,
confirma: https://www.elpais.cr/2018/02/11/trama-evangelica-para-costa-rica-instaurar-un-principado-del-reino-de-dios/,
Acceso, 12, febrero, 2018.
[5]
Sonia Corrêa es una activista feminista e investigadora en Brasil, trabaja
principalmente en cuestiones de igualdad de género, salud y sexualidad.
[6] CORREA, Sonia, (2018). Gender Ideology: tracking its
origins and meanings in current gender politics. Disponible:
http://blogs.lse.ac.uk/gender/2017/12/11/gender-ideology-tracking-its-origins-and-meanings-in-current-gender-politics/, Acceso, febrero, 2018.
[7] CORREA, Sonia.(2017) . Genero ameaca(N)do. Ideología
de género: rastros perdidos e pontos cegos. Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=VWBj6GX2Umo, acceso, enero, 2018.
[8] CORREA, 2017.
[9] CORREA, 2018, p. 01.
[10] CORREA, 2018, p. 01.
[11] FURLANI, Jimena. Entrevista a Andrea Dip: Existe
ideologia de gênero? , Publica, Agencia de jornalismo investigativo.
Disponible: https://apublica.org/2016/08/existe-ideologia-de-genero/, Acceso, enero, 2018.
[12]
FURLANI, p. 01.
[13]
El movimiento pro-vida es una organización de carácter conservador y de lucha
en contra a la legalización del aborto.
[14]
FURLANI, p. 02, también citado por CORREA, 2018, p. 01.
[15]
CORREA, 2017.
[16]
CORREA, 2018, p. 02.
[17]
CORREA, 2018, p. 02.
[18]
Naciones Unidas. Convención Internacional Sobre la Eliminación de Todas las
formas de Discriminación Racial, de 21 de diciembre de 1965. Disponible: http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CERD.aspx,
Acceso, enero, 2018.
[19] Naciones Unidas. Convención sobre la Eliminación de
todas las formas de Discriminación en contra de las Mujeres. Disponible: http://www.acnur.org/t3/fileadmin/scripts/doc.php?file=t3/fileadmin/Documentos/BDL/2001/0031. Acceso, enero, 2018.
[20] Naciones Unidas. Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidades. Disponible: http://www.un.org/spanish/disabilities/default.asp?id=617, Acceso, enero, 2018.
[21]
CORREA, 2017.
[22]
CORREA, 2018, p. 02.
[23]
División de Mujeres, Junta General de Ministerios Globales, (2006), Relaciones
de Género en la Iglesia. San José: SEBILA, p. 10.
[24]
PETERSEN, Aurea T. (1999). Discutindo o uso da categoría de gênero e as teorías
que respaldan estudos de gênero. In: Gênero por escrito. Porto Alegre:
EDIPUCRS, 1999, 16.
[25]
PETERSEN, 1999, p. 16/17.
[26] SCOTT, Joan. (1990). Gênero: uma categoria útil de
análise histórica. In: Educação e Realidade, Porto Alegre: UFRGS, V. 16. n. 2,
jul./dez. 1990, p. 5-22.
[27]
SCOTT, 1990, p. 14.
[28]
BOCK, Gisela. (1991). La historia de las mujeres y la historia de género.
Aspectos de un debate internacional. In: Historia Social. España: Universidad
de Valencia – Instituto de Historia Social, p. 59.
[29]
BALTODANO, Mireya. (2016). Género: una perspectiva para la vida plena y la
justicia. San José: SEBILA. Pero es de gran importancia aclarar que varias
feministas han escrito sobre las teorías patriarcales, que hoy día pueden ser
cuestionadas, pero siguen valiendo para análisis de las realidades de género. Entre
ellas se puede citar: Kate Milet (1970), Elisabeth Badinter (1986), Gerda
Lerner (1990), Joan Scott (1990), etc.
[30] BALTODANO, 2016, p. 16.
[31] PETERSEN, 1999, p. 14.
[32] ENGELS, Friedrich. (1984). A família, origem da propriedade privada e do Estado. São Paulo:
Global.
[33] MARX, Karl. (1975) O capital. V. 1. Rio de Janeiro:
Civilização.
[34]
PETERSEN, 1999, p. 27.
[35]
LERNER, Gerda. (1990). La creación del patriarcado. Barcelona: Critica.
[36]
PETERSEN, 1999, p. 29.
[37]
LAGARDE, Marcela. (1996) “El género”, fragmento literal: ‘La perspectiva de
género’, en Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia, España: Ed.
horas y HORAS, p. 13.
[38]
LAGARDE, 1996, p. 15.
[39]
En portugués este libro ha sido traducido y publicado con el título: BUTLER,
Judith. (2003) Problemas de gênero – Feminismo e subversão da
identidade. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira.
[40] BUTLER, Judith. (21/11/2017). Judith Butler escreve sobre sua teoria de
gênero e o ataque sofrido no Brasil In: Jornal Folha de São Paulo. Disponible: http://www1.folha.uol.com.br/ilustrissima/2017/11/1936103-judith-butler-escreve-sobre-o-fantasma-do-genero-e-o-ataque-sofrido-no-brasil.shtml, Acceso, enero, 2018.
[41] BUTLER, 2017. Folha de São Paulo.
[42] BUTLER, 2017, IDEM.
[43] CORREA, 2018, p. 02.
[44] DEIFELT, Wanda. (2011) Interculturalidade, Negociação
dos saberes e educação teológica: contribuições da teologia feminista. In:
Protestantismo em Revista, v. 24, São Leopoldo: EST, p. 3.
[45] DEIFELT, 2011, p. 3.
[46]
DEIFELT, 2011, P. 3.
[47]
En los años 90, Ivone Gebara fue sancionada por su congregación con un tiempo
de silencio, por haber apoyado el aborto y hablar de temas relativos a la mujer
y a la teología desde una perspectiva feminista siéndole impuesto el 'silencio
obsequioso' - la misma pena que en 1985 fue impuesta al entonces franciscano
Leonardo Boff, también ligado a la teología de la liberación. Vivió fuera del
Brasil durante los dos años de silencio forzado a que fue condenada. Durante
ese período obtuvo su segundo doctorado, en Ciencias de la Religión, en
Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, y escribió el libro Rompendo o
silêncio: uma fenomenologia feminista do mal. Tal información está disponible
en: https://www.compartelibros.com/autor/ivone-gebara/1,
Acceso, 6 de febrero, 2018.
[48]
GEBARA, Ivone. (2002). El rostro oculto del mal – una teología desde la
historia de las mujeres. Trotta: Madrid, p. 89.
[49]
GEBARA, 2002, p. 90.
[50]
GEBARA, 2002, pp. 88/89.
[51] GEBARA,
2002, p. 90.
[52]
GEBARA, 2002, p. 91.
[53]
GEBARA, 2002, p. 91.
[54]
GEBARA, 2002, p. 94.
[55]
GEBARA, 2002, P. 94.
[56]
GEBARA, 2002, p. 95.
[57]
GEBARA, 2002, P. 95.
[58]
GEBARA, 2002, P. 95.
[59]
GEBARA, 2002, P. 95.
[60]
GEBARA, 2002, p. 97.
[61]
GEBARA, 2002, p. 97.
[62]
ALTHAUS-REID, Marcella. (2008). Yo soy la desintegración. In: [RE}leituras de Frida Kahlo – por uma ética
estética da diversidade machucada. Organizado por Edla Eggert. Santa Cruz do
Sul: EDUNISC. P. 96.
[63]
ALTHAUS-REID, 2008, P. 97.
[64]
ALTHAUS-REID, 2008, p. 97.
[65]
ALTHAUS-REID, 2008, p. 97.
[66]
ALTHAUS-REID, 2008, 97.
[67]
ALTHAUS-REID, Marcella. (2005). De la Teologia de la Liberación feminista a la
teología torcida. In: A graca do mundo
transforma a Deus: diálogos latinoamericanos com a IX Assembleia do CMI. Porto
Alegre: Editora Universitaria Metodista. P. 65.
[68] ALTHAUS-REID, 2005, p. 65.
[69] ALTHAUS-REID, 2008, 97.
[70] ALTHAUS-REID, 2008, 97.
[71] ALTHAUS-REID, 2008, p. 97.
[72] ALTHAUS-REID, 2005, p. 65.
[73] ALTHAUS-REID, 2004, P. 66.
[74] ALTHAUS-REID, 2005, p. 66.
[75] GEBARA, 2002, p. 100.
[76] ALTHAUS-REID, 2005, p. 67.
[77] ALTHAUS-REID, 2002, p. 99.
[78]
Según Mireya Baltodano, El dominio de la ideología patriarcal comenzó desde la
época de la Grecia Clásica, unos 500 años antes de la era cristiana, y aunque
evidentemente las sociedades han ido evolucionando hacia un mayor respeto a los
derechos humanos, predomina la hegemonía masculina a nivel ideológico en las
mentes de hombres y de mujeres, en el orden institucional y a nivel del
relacionamiento social y familiar. Cf.: BALTODANO, 2016, p. 16.
[79]
Confira información disponible: https://veja.abril.com.br/brasil/marcela-temer-bela-recatada-e-do-lar/.
Acceso, 12, febrero, 2018.
[80]
Confira noticia disponible: http://g1.globo.com/sao-paulo/noticia/2016/08/veja-cronologia-do-caso-que-envolve-jornalista-feliciano-e-seu-assessor.html -
Acceso, 12, febrero, 2018.
[81]
Confira noticia disponible: https://www.nacion.com/el-pais/politica/video-de-esposa-de-fabricio-alvarado-hablando-en/3WVWHRU4XNBUPLKGNF2CA5HFX4/story/ -
Acceso, 12, febrero, 2018.
[82] RODRIGUES, Carla. (2017) Problemas de género na e
para a democracia. In: Ciência e Cultura. Brasil: CNPq.
[83] RODRIGUES, 2017, p 31, citando a BUTLER, Judith.
(2015) Quadros de Guerra – quando a vida é passível de luto? Rio de Janeiro:
Record.