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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 38 Número 1 - San
José, Costa Rica De la “ideología
de género” a la justicia de género Apuntes bíblicos y teológicos |
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Cuatro estrategias frente a la mal
llamada “ideología de género” pp. 133-154 Mercedes L. García Bachmann |
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Resumen: El artículo ofrece cuatro estrategias a considerar en el uso de la
Biblia ante el contraataque patriarcal: a) decir lo que haya que decir, tema
quien tema; b) buscar utopías; c) conocer mejor los códigos bíblicos y d)
aprender de la Biblia. El punto a) reflexiona sobre el efecto boomerang desde
diversos sectores contra la justicia de género y la necesidad de continuar y
hasta de volver a empezar la lucha. El punto b) reflexiona sobre la
dificultad de imaginarse modelos igualitarios (ejemplo: ekklēsia de mu/jeres
de Schüssler Fiorenza). El punto c) reconoce nuestra falta de información
sobre el uso bíblico del lenguaje inclusivo (ejemplos: ley en Ex 21:2-11 y Dt
15:12-18, mención de una reina en Salmo 45). El punto d) muestra la necesidad
de aprender de la misma Biblia que no hay que bajar la guardia cuando
logramos un derecho (ejemplo: Números 27, 36 y Josué 17). Abstract: In the face of the patriarchal boomerang of “gender ideology,” the
article offers four strategies in using the Bible: a) keep saying what needs
to be said, no matter who gets frightened; b) seek utopias; c) know as much
as possible about biblical writing conventions, and d) learn from the Bible.
Point A) looks at the boomerang effect against gender justice and the need to
continue and even to start over with counterarguments. Point b) is a short
reflection on the difficulty of imagining egalitarian models (example: Schüssler Fiorenza’s ekklēsia of wo/men). Point c) is an admission of our lack
of information on biblical conventions on language (examples: Ex 21:2-11 and Deut 15:12-18, a queen mentioned in Psalm 45). Point
d) points out that we can learn from
the Bible itself not to let our guard down once we have earned our rights
(example: Numbers 27, 36, Joshua 17). Palabras claves: estrategias de lectura, lenguaje inclusivo,
ekklēsia de mu/jeres, Números 27. Key words: reading
strategies, inclusive language, ekklēsia of wo/men,
Numbers 27 |
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Si escribiese una obra
de ficción, mi protagonista sería una mujer que se despierta una mañana y
empieza a descubrir que las palabras son usadas con un sentido diferente que
el que a ella le habían enseñado: un político corrupto es llamado “probo” por
un periodista de radio; una posición abiertamente patriarcal acerca del rol
femenino es llamada “nuevo feminismo”; los ejemplos sobrarían para una obra
que no tendría nada de cómico.[1] Yo no podría decirlo mejor
que uno de mis paisanos más lúcidos quien, refiriéndose no a la teología sino
a la política, nota: El cañoneo verbal de mentiras y ocultamientos sirve
a esa estrategia de tergiversar, desinformar y formatear el estupidario nacional.
Y como les ha dado frutos y votos, ahora parece que la malversación
periodística no tiene límites en el empeño de abusar de “la pobre inocencia
de la gente” que sancionó para siempre el enorme León Gieco.[2] Esa malversación
periodística es sólo parte de otras malversaciones, que últimamente han
adquirido un tinte evangelical, reaccionario y pseudo-neutral en cuestiones
políticas de nuestros países. Este número de Vida y Pensamiento
intenta reflexionar sobre, y contrarrestar en lo posible, la malversación
patriarcal que convierte los reclamos y las luchas feministas por mayor
justicia de género en “la ideología de género”. Ante estos contraataques
tengo la sensación de que no logramos avanzar lo suficiente; que no sólo no
avanzamos en temas fundamentales para las mujeres (como son el ejercicio
libre de su propia sexualidad, incluyendo métodos anticonceptivos y aun el
aborto seguro y legal), sino que tenemos que estar siempre cuidando que no
volvamos a perder los derechos adquiridos con tanto esfuerzo. Con desánimo me
pregunté cuáles serían los pasos más urgentes a dar y, en particular, cómo
podría ayudarnos la Biblia en estas luchas. No me lo pregunto simplemente por
ser biblista, sino porque, leída acríticamente, la Biblia provee argumentos
contra los derechos a una identidad que no sea cisgénero o cisexual y contra
todo derecho femenino a la autodeterminación en términos de sexualidad y
reproducción. Identifiqué cuatro estrategias que necesitamos mantener y/o
implementar. 1. La
necesidad de decir lo que haya que decir, tema quien tema
Aunque aparente serlo,
esta “guerra epistemológica” no es nueva. El poder de nombrar no debe
subestimarse, como sabemos desde que Adán se arrogó ese derecho sobre Eva
apenas formada la primera pareja heterosexual de que tenemos memoria bíblica.
Se podría argumentar que Adán no ejerce poder sobre Eva, sino que la reconoce
como su igual y, haciéndolo, se auto-reconoce. De todos modos, queda el
hecho, tan repetido que se ha normatizado, de que él es quien habla y nombra,
mientras ella es receptora pasiva y silenciosa. Es receptora de un nombre, en
este caso; de una sanción, un esposo, un violador, un hijo no pedido o una
bendición en otros casos (ver Gén 2:23; Núm 12:14; Exod 22:15-16 // Deut
22:28; 2 Re 4:14-17; Jue 5:24). Aunque a primera vista no se equiparen el
daño que ejerce el poder de nombrar con el de un arma de fuego, ambas pueden,
y a menudo son, cómplices. Y ambas matan.[3]
Esta es razón suficiente para obligarnos a continuar la caminata
contra-hegemónica, a pesar de que a menudo parezca que estamos tratando de
combatir una inundación sacando agua con una tacita. A este diagnóstico hay
que sumar la contraofensiva conservadora, neoliberal, pseudo-apolítica y
religiosa, que está mostrando su peor fachada en muchos de nuestros países
latino-americanos[4] y que, entre otras
tácticas, ha adoptado la expresión “ideología de género” para referirse
falazmente a los reclamos feministas de justicia de género. Gabriela Arguedas
explica en una entrevista: Lo que llaman ideología de género […] contiene una
mentira […] no significa en realidad nada, es un significante vacío, que es
utilizado por ciertos grupos de poder político, que se disfrazan de discursos
religiosos y utilizan algunas nociones […] para poder crear confusión, para poder
desprestigiar la lucha de las mujeres y la lucha de [eh] las personas de la
diversidad sexual entre muchas otras luchas y poder acumular [eh], a través
de esa manipulación poder político, generando divisiones dentro de los
movimientos sociales, generando divisiones dentro de las comunidades, pero
que son divisiones que no tienen ningún sentido, porque lo que están diciendo
con ese término “ideología de género”, son mentiras.[5]
En lugar de estudios
de género, dice Silvia Buendía, “[s]ectores retardatarios y muy ignorantes
cada cierto tiempo vuelven a lanzar voces de alarma contra este cuco llamado
ideología de género para asustar a la gente.”[6]
Porque, además, en el pensamiento conservador “ideología” tienen los que no
piensan como uno. Eso de que “cada cierto tiempo” aparece de nuevo este “cuco
llamado ideología de género” es preocupante pero a la vez explica por qué
aunque el camino sea árido, torcido y largo, no podemos dejar de caminarlo.
No podemos dejar de decir las cosas como creemos que son, a pesar de que
percibamos reacciones boomerang (como las recién mencionadas sobre la
ideología de género) que indican, cuanto menos, temor ante la posibilidad de
perder los privilegios —¡y hasta las injusticias!— que el status quo
ha repartido entre nosotros/as. No podemos dejar de alertar, en la medida de
nuestras posibilidades, contra la falacia del lenguaje hegemónico que llama
“ideología de género” a las luchas por mayor igualdad entre los seres
humanos. Pero ¿cómo seguir caminando sin perder la esperanza cuando el mundo
parece ir hacia atrás, no hacia delante? No hay recetas y tampoco hay
soluciones únicas aplicables a cada quien; hay que seguir “barriendo la
hojarasca humana”.[7] 2. La
necesidad de buscar utopías (que no encontraremos, claro)
¿Será la solución
publicar más? Hace muy poco afirmaba que se ha escrito suficiente para
sustentar una lectura bíblica liberadora desde una perspectiva de género.[8] No creo haber pecado de
optimista, como si ya no hiciera falta alertar sobre las manifestaciones del
pecado del patriarcado y por eso pudiésemos dejar de escribir sobre ello. Lo
que significan mis palabras, que sigo creyendo a pesar de aceptar esta otra
invitación para reflexionar sobre estos temas, es que hay suficiente
bibliografía en castellano y portugués (para no involucrar otras lenguas)
para quien tenga ojos para leer acerca del plan de Dios de tener comunidades
donde ya no haya diferencias de jerarquía o valor entre “hombre y mujer”. Lo
que hace falta es poner en práctica esa visión radical de la igualdad en
dignidad y en derechos que cita Pablo en Gál 3:28 entre personas de diversa
identidad étnica, social, religiosa, etaria y de género, entre otras.[9] “Sí, muy bien en la
teoría, pero ¿cómo se hace?” se preguntarán ustedes. Como hablamos de una utopía
que es, por definición, no realizada, imaginarnos las formas concretas que
tales actualizaciones pueden adoptar es siempre la tarea más difícil. Dado
que este no es el tema que quisiera abordar hoy, mencionaré solamente la
propuesta de la especialista en Nuevo Testamento Elisabeth Schüssler Fiorenza
(durante la Cátedra Mackay 2012 de la Universidad Bíblica Latinoamericana) de
una ekklēsia of wo/men. Comencemos por el oxímoron (contradicción de
términos) ekklēsia de mu/jeres. Ella misma explica: Siempre que menciono “mu/jeres” para modificar ekklēsia,
uso el término en el sentido genérico para incluir a los varones. Es
porque en inglés, fonéticamente la palabra “woman” (mujer) incluye “man”
(varón), “she” (ella) incluye “he” (él) y “female” (hembra) incluye “male”
(macho). Es sabido que sistemas de lenguaje gramaticalmente masculinos
entienden los términos masculinos tanto en su acepción genérica, como en su
acepción específica de género. Por lo tanto, las mu/jeres siempre tenemos que
pensar dos o aún tres veces para evaluar si estamos incluidas o no en los
términos “genéricos” tales como “hijos de Dios”, “hombres”, hermanos” [sic]
o “gobierno de hombres”.[10] En otras palabras, la ekklēsia
en su sentido original griego, excluía a mucha gente, tal como varones
esclavos o extranjeros y mujeres de todas las clases sociales y etnias. Por
lo tanto, el término por sí solo, si bien tiene la ventaja de remitir tanto
al ámbito político (la asamblea de ciudadanos con derecho a voto y a
gobernar) como al eclesial (“iglesia” proviene de ekklēsia), tiene la
desventaja de conllevar desde su origen una discriminación importante. La
adición del término “de mu/jeres” apunta a subsanar dicha discriminación
llamando la atención al grupo más numeroso de excluidas de la ekklēsia. Sin
embargo, su uso de esta terminología no termina de satisfacerme.[11] El hecho de que tampoco
yo encuentre otra terminología mejor (y la innegable solidez académica de
esta autora) me hacen sospechar que este es un muy buen ejemplo de la
dificultad que enfrentamos de poder nombrar de otro modo, de romper con el
molde kyriárquico y ser capaces de decir de otro modo.[12] Y está claro que el
“efecto boomerang” o contraofensiva conservadora distrae energía que
se podría emplear mejor en imaginarnos ideales de una sociedad mejor para
cada ser viviente y cada objeto de esta creación si no tuviéramos que
retroceder cada vez que logramos avanzar unos pasos. Confrontada, pues, con
la contraofensiva de la derecha política y religiosa por una parte y, por
otra parte, con la dificultad de concretar un mundo más justo en propuestas
viables, me vuelco a la Biblia en busca de historias que nos ayuden a
imaginarnos ese mundo más justo en términos, al menos, de género y clase. Y
si bien tenemos muchos chispazos divinos contraculturales, como la promesa
que únicamente recibe Hagar de parte de YHWH (Génesis 16), el privilegio de
ser las primeras testigos del Resucitado la mañana de la resurrección (Marcos
16 y paralelos), o haber sido reconocidas como apóstol, diácona y otros ministerios
en la iglesia del primer siglo (Romanos 16), también tenemos ejemplos
bíblicos de efecto boomerang. No es difícil entender tales reacciones,
puesto que salir de los patrones culturales que nos han inculcado desde
siempre requiere mucha práctica, además de voluntad. Es justamente el poder
del evangelio y no nuestra propia iniciativa el que nos abre a prácticas de
inclusión, justicia y lealtad que no habríamos adoptado por biología o por
educación. Y debemos estar siempre alertas contra las tretas del “viejo Adán”
o del “enano fascista que todos llevamos dentro” (expresión que utilizaba un
periodista argentino años atrás). Aunque suene a broma, no lo es: soy (somos)
machistas en recuperación. 3. La
necesidad de conocer mejor los códigos bíblicos
Las feministas hemos
explorado numerosos textos del AT y del NT, así como metodologías y
hermenéuticas y también culturas del Antiguo Oriente y epistemologías
contemporáneas, para lograr teologías feministas liberadoras. La bibliografía
existente ya no cabe en un estante de la biblioteca, pero todavía quedan
aspectos por explorar. Por ejemplo, hasta donde conozco no existe un mapa de
los casos en los que un texto bíblico deje la forma corriente de expresión,
del masculino supuestamente inclusivo, para explicitar una norma igual o
diferente con respecto a la mujer. Sí: en contadas y por eso preciosas
ocasiones el texto bíblico hace una distinción entre sujetos masculinos y
femeninos de una misma categoría, pero no hemos analizado la frecuencia ni
las implicaciones de dichas pocas instancias. Por ejemplo, en Éxod 21:1-11
tenemos dos situaciones legales diferentes, la del esclavo y la de la
esclava. No es este el lugar para mostrar toda la profundidad de este texto,
así que recordemos solamente que parte de la complejidad se debe a que se
trata de dos situaciones distintas, la de un varón esclavizado por deudas
(vs. 2-6) y la de una mujer vendida (probablemente también por deudas de su
padre) para esposa (vs. 7-11). Justamente lo
importante para nuestra reflexión es que la legislación bíblica más antigua
de que disponemos diferencia entre esclavos que pueden retornar a su
condición de israelitas libres y esclavas que no gozan de ese beneficio. La
complejidad es aumentada por la falta de un vocabulario hebreo que diferencie
un tipo de esclava de otro, por lo cual surgen preguntas: ¿se trata en la ley
de los vs. 2-6 de un varón solamente (el término es db[ cebed , masculino y la posibilidad contemplada de
darle una esposa durante su cautiverio es androcéntrica) o se trata de una
persona esclavizada por deudas, tanto varón como mujer, por lo que se podría
contemplar también la posibilidad de que saliera libre? ¿O era la opción de
esclava-esposa (vs. 7-11, hebreo hma ’āmȃ) la única opción para
una israelita de una familia endeudada? Afortunadamente, parte de la
respuesta a esta pregunta la encontramos en la versión revisada de esta ley
en Deut 15:12-18, que ante la ambigüedad de Éxodo explicita que la ley se
aplica a “tu hermano, el hebreo o la hebrea”, yrb[h $yxa hyrb[h wa (’ājîkā hācibrî
’ô hācibrîyȃ): 12 Si tu hermano hebreo –sea hombre o mujer– se vende a ti, te servirá
durante seis años y al séptimo año, lo dejarás en libertad. 13Cuando
le concedas la libertad, no lo envíes con las manos vacías. 14Llénalo
de presentes tomados de tu ganado menor, de tu era y de tu lagar, haciéndolo
partícipe de los bienes con que el Señor, tu Dios, te bendiga. 15Recuerda
que tú fuiste esclavo en Egipto y que el Señor, tu Dios, te rescató. Por eso
ahora te doy esta orden. 16Pero si él te dice. “No quiero alejarme
de ti” –porque te ama, y ama también a tu familia y se siente feliz a tu
lado– 17entonces tomarás una lezna y le perforarás la oreja contra
la puerta de tu casa: así será tu esclavo para siempre. Lo mismo deberás
hacer con tu esclava. 18Que no te resulte penoso dejarlo en
libertad, porque el servicio que te prestó durante seis años vale el doble
del salario de un jornalero. Entonces el Señor te bendecirá en todas tus
empresas. (El Libro del pueblo de Dios).[13]
En otras ocasiones, el
texto no es tan explícito aun utilizando términos colectivos. Por ejemplo, el
término “pueblo” adquiere distintos matices cuando se refiere a su componente
femenino: todo el pueblo está recibiendo la Torá, en el Sinaí, transmitida por
Moisés de parte de Dios (Éx 19:25); sin embargo, “no codiciarás a la esposa
de tu prójimo” (20:17) solamente contempla el deseo (o quizás la posibilidad
de concretarlo) de los varones adultos. En otras ocasiones,
como en el siguiente salmo, hay mención explícita tanto del rey como de la
reina, a pesar de que, según el v. 2, está dedicado al rey: 1Del maestro de coro. Según la melodía de “Los lirios”. De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor. 2Me brota del corazón un hermoso poema,
yo dedico mis versos al rey: mi lengua es como la pluma de un hábil escribiente. 3Tú eres hermoso, el más hermoso de los hombres; la gracia se derramó sobre tus labios, porque el Señor te ha bendecido para siempre. 4Cíñete, guerrero, la espada a la cintura; 5con gloria y majestad, avanza triunfalmente; cabalga en defensa de la verdad y de los pobres. Tu mano hace justicia y tu derecha, proezas; 6tus flechas son punzantes, se te rinden los pueblos y caen desfallecidos los rivales del rey. 7Tu trono, como el de Dios, permanece para siempre; el cetro de tu realeza es un cetro justiciero: 8tú amas la justicia y odias la iniquidad. Por eso el Señor, tu Dios, prefiriéndote a tus iguales, te consagró con el óleo de la alegría: 9tus vestiduras exhalan perfume de mirra, áloe y acacia. Las arpas te alegran desde los palacios de marfil; 10una hija de reyes está de pie a tu derecha: es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir. 11¡Escucha, hija mía, mira y presta atención! Olvida tu pueblo y tu casa paterna, 12y el rey se prendará de tu hermosura. Él es tu señor: inclínate ante él; 13la ciudad de Tiro vendrá con regalos y los grandes del pueblo buscarán tu favor. 14Embellecida con corales engarzados en oro 15y vestida de brocado, es llevada hasta el rey. Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían; 16con gozo y alegría entran al palacio real. 17Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres, y los pondrás como príncipes por toda la tierra. 18Yo haré célebre tu nombre por todas las generaciones: por eso, los pueblos te alabarán eternamente. (Salmo 45, Libro del pueblo de Dios) Dejando de lado las dificultades
textuales de este Salmo, salta a la vista que juega con elementos paralelos: ·
el rey y la reina de pie a su lado (v. 10) ·
el rey y la princesa, cada cual con
vestidos especiales nupciales (vs. 9 y 15); ·
exhortaciones al rey (vs. 4-6) y a la
princesa (v. 11-13); ·
gloria del rey (vs. 7-10) y la princesa
(vs. 14-16).[14] Sin embargo, como
sabemos las líneas paralelas se encuentran solamente en el infinito (que es
como hablar de encontrar la utopía de la igualdad de género): por una parte,
no es clara la relación entre rey y reina por una parte y rey y princesa por
otra parte: ¿es la imagen de la reina en el v. 10 un anticipo frente a la
boda (vs. 11-16) o son reina y princesa parte del harén?[15]
En segundo lugar, tanto el elogio inicial al rey (v. 3) como los augurios de
descendencia (v. 17) que envuelven los elogios de la boda de los vs. 11-16,
se fijan solamente en el rey, ignorando a cualquier figura femenina (los
sufijos del v. 17 son masculinos singulares). Y finalmente, más que asimétricos
entre sí son los motivos para las alabanzas: para el rey, valor militar,
justicia, defensa de los pobres. Para ella, juventud (se le recomienda el
desapego de su pueblo y casa paterna, v. 11), hermosura y adoración a su
señor (v. 12). En este texto, entonces, tenemos una mención especial de la
reina al lado del rey, pero más allá de esto el paralelo se bifurca en
valores claramente tradicionales de género. Estos dos ejemplos, la
ley sobre esclavización permanente (o liberación) de esclavos y esclavas y la
mención de una reina en el Salmo 45, nos muestran la necesidad de parte de
las y los biblistas feministas de seguir investigando, hasta donde nos sea
posible, los códigos de género a través de los diferentes usos del lenguaje
bíblico: cuándo hay una mención explícita de una categoría femenina
diferenciada de una categoría masculina, cuándo dicha mención fortalece
identidades tradicionales de género, cuándo podrían ser utilizadas de modo
liberador, cuánto nos falta por conocer, etc. 4. La
necesidad de aprender de la Biblia
El último punto a
exponer brevemente es lo que llamaría la necesidad de aprender de la Biblia
para no descuidarnos. Voy a tomar una historia que se va desarrollando a lo
largo de varios textos. No comenzaremos por la primera mención, breve, de
nuestros personajes, sino por la segunda, más interesante, en Números 27.[16] Majlá, Noá, Hoglá, Milcá
y Tirsá, las cinco hijas de Selofjad hijo de Jéfer, se presentan ante Moisés
y toda la asamblea con un reclamo que Moisés lleva a YHWH y ellas logran su
derecho. Los/as biblistas
solemos afirmar que los asuntos relacionados con la justicia de las casas
patrimoniales (hebreo ba'-tb, bȇt-’āb, “casa del padre”) se
dirimían en las puertas de la ciudad, como sucede en Rut 4 entre Boaz y
Fulano-de-Tal, el pariente más cercano a Noemí; y que estaban en manos de los
israelitas propietarios de tierra (los “padres” de cada ba'-tb, bȇt-’āb). Sin embargo,
Números está ubicado en el desierto, previo al asentamiento, así que no hay
ciudades a cuya puerta reunirse para administrar los asuntos locales. Tampoco
son solamente los padres los presentes, sino Moisés, el sacerdote Eleazar,
los príncipes y toda la comunidad (27:2). Y además no es un Boaz el que
plantea una cuestión legal en representación de una Noemí, sino las mismas
hijas de Selofjad en nombre de su padre fallecido en el desierto sin
descendencia masculina para heredar tierra. Este es un texto
extraordinario: es uno de los casos de jurisprudencia que YHWH no había
contemplado en el Sinaí y ante cuyo reclamo reconoce que las hijas tienen
derecho y se los concede. También es extraordinaria la situación: cinco
niñas, cuanto mucho adolescentes, planteando juntas un problema a toda la
asamblea y logrando su derecho. En otro nivel, importante también en nuestra
discusión, es un caso extraordinario que varios textos hayan guardado memoria
de los nombres de las hijas ¡incluso mucha más memoria que la que las mismas
biblistas guardamos de ellas: (¿cuánta gente puede decir sus nombres o
identificar quiénes son si alguien las nombra?). Heidi Neumark cuenta que
calculó el número de varones censados en Números 26 y, cuanto más calculaba,
más se maravillaba: Cuanto más sumaba, más grande se torna el milagro.
Porque cuando usted suma todo, llega al resultado fantástico de que, de los
601,730, sólo hay seis personas nombradas que no sean jefes de clan y de
éstos, cinco son mujeres. Y ahí se da cuenta de que el varón [restante] sólo
es nombrado a causa de las cinco mujeres. Cinco mujeres nombradas en un censo
en que las mujeres ni cuentan. ¿Cómo sucedió tal cosa? Lo descubrimos en cuanto termina el censo. Entonces
las hijas de Selofjad se adelantaron. Majlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá
estaban allí paradas, en los llanos de Moab, con todo el resto que estaba
a punto de recibir la tierra prometida, pero se dieron cuenta de que el
sistema y sus políticas estaban armadas de tal modo que había gente que ya
desde el principio se iba a quedar fuera de la promesa.[17] Se podría decir mucho
más sobre esta joya, porque es raro que el sistema patriarcal conceda tan
fácilmente que es injusto y rectifique una decisión tomada (véanse las
palabras divinas: literalmente, “Así las hijas de Selofjad hablan.
Ciertamente les darás herencia […]”, Núm 27:7, mi traducción). También es cierto que,
si bien este esfuerzo unido de cinco adolescentes ha logrado eco en muchas
feministas, su reclamo se encuadra en el modelo patriarcal de su época:
reclaman que no se pierda registro de su padre por no tener hijo que lo
herede, lo cual es un planteo tradicional de género.[18]
Pero más allá de estos posibles matices a su potencial liberador, la historia
continúa y la lección más importante a aprender hoy es la de no descuidarnos
cuando hemos logrado, con mayor o menor lucha, la rectificación de una injusticia
de género. Un poco más adelante en el libro de Números nos encontramos con la
contraofensiva a esta jurisprudencia correctora de una injusticia para con
las familias israelitas sin hijos: 1Los jefes de familia del clan de los descendientes de Galaad –hijo de
Maquir, hijo de Manasés, uno de los clanes de los descendientes de José– se
presentaron delante de Moisés y de los principales jefes de familia de Israel
2y les dijeron: El Señor mandó a Moisés que repartiera el país entre
los israelitas mediante un sorteo, y Moisés también recibió del Señor la
orden de entregar a sus hijas la herencia de nuestro hermano Selofjad. 3Ahora
bien, si ellas se casan con un miembro de otra tribu de Israel, su parte será
sustraída de la herencia de nuestros padres y se sumará a la herencia de la
tribu a la que van a pertenecer. De esa manera, disminuirá la herencia que
nos ha tocado en suerte. 4Y cuando los israelitas celebren el año
del jubileo, la herencia de ellas se sumará a la de la otra tribu y será
sustraída del patrimonio de nuestra tribu. (Núm 36:1-4, Libro del pueblo
de Dios) De resultas de este
arreglo, Moisés indica que YHWH indica que las hijas deben casarse dentro del
clan paterno para evitar el traspaso de la tierra a otras tribus. Las hijas
aceptan la nueva normativa y se casan con sus primos y así la tierra
permanece en la tribu de Manasés. Josiah Derby considera que esta ley nunca
se puso en práctica. No solo eso: él atribuye lo divergentes de las
explicaciones rabínicas a este texto a que el planteo de los líderes de
Manasés era incomprensible, porque ¡¿cómo podría alguien quedarse con la
tierra de Manasés por casarse con una de las chicas? ¡¿iba a llevársela al
territorio de su tribu?![19] Este texto tiene
varios rasgos que indican una autoría posterior al capítulo 27; además,
“Números está entre los libros más desarticulados de la Biblia”.[20] Esta autoría diversa
explicaría, por ejemplo, las divergentes preocupaciones patriarcales: en la
historia vista es la memoria de los fallecidos sin hijos (y sin pecado que
justificara la erradicación de su nombre), según el planteo de Majlá, Noá,
Hoglá, Milcá y Tirsá, las cinco hijas de Selofjad hijo de Jéfer, ante toda la
asamblea (Núm 27:3-4). En Números 36 es el patrimonio en caso de no haber
hijos.[21] De todos modos, para
nuestra reflexión lo que importa es que el proceso de –cuanto menos– limitación del derecho de las hijas no se
hace en el mismo escenario ni con los mismos actores que como lo habían hecho
las hijas. Ahora “se acercaron los jefes (cabezas) de los padres de los
clanes de los hijos de Galaad, el hijo de Maquir, el hijo de Manasés —los
clanes de los hijos de José— y hablaron ante Moisés y ante los príncipes de
los jefes (cabezas) de los padres de los hijos de Israel” (Núm 36:1,
traducción propia). La respuesta es la misma que en Núm 27:7, incluso en el
mismo orden: !k kēn + sujeto + participio
Qal activo del verbo rbd dbr: “Así la
tribu de los hijos de José hablan” (v. 5, traducción propia). Pero el
resultado es muy distinto en este caso. Ni los sacerdotes ni toda la
congregación están presentes y el narrador toma distancia evitando informar
que Moisés brindara el asunto ante YHWH y poniendo en boca de Moisés, no en
la de YHWH, la sanción divina. La pelea por lograr su
derecho continúa. La última mención pertinente de las cinco mujeres ocurre en
Josué 17. Al comienzo de este capítulo se materializa el reparto de tierras
para la familia de Maquir, de la que Selofjad es parte. Los versículos 1-2
ofrecen una larga lista de varones, hasta que llegamos, de nuevo, al padre
sin hijos y con hijas: “Pero Selofjad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de
Maquir, hijo de Manasés no tenía hijos. Sus hijas se llamaban Majlá, Noá,
Hoglá, Milcá y Tirsá.” (v. 3, traducción propia). Sigue noticia de que se les
entregó la tierra, conforme YHWH lo había ordenado. Pero no automáticamente,
no sin que las hijas tengan que hacer su reclamo una vez más: 4Estas se presentaron al sacerdote Eleazar, a Josué hijo de Nun, y a
los jefes, y les dijeron: “El Señor ordenó a Moisés que nos diera una
herencia entre nuestros hermanos”. Y conforme a la orden del Señor, se les
dio una herencia entre los hermanos de su padre. 5Así Manasés
obtuvo en suerte diez porciones de territorio, además de la región de Galaad
y de Basán, que está al otro lado del Jordán, 6ya que las hijas de
Manasés recibieron una herencia entre sus hijos. La región de Galaad
pertenecía a los otros hijos de Manasés. (Jos 17:4-6, Libro del pueblo de
Dios). A
esta altura será evidente para quienes no la conocían, que la historia de
Majlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá, las cinco hijas de Selofjad, es
extraordinaria. Su procedimiento para lograr tierra es impecable; la
respuesta de YHWH muestra una voluntad de corregir su falta de previsión que
muchos seres humanos no tenemos. Y el hecho de que se haya preservado su
memoria a través de sus nombres en diversos textos es especialmente notable,
cuando tantas mujeres bíblicas son anónimas. Podemos aprender mucho de esta
historia, tanto de lo positivo (lo ya mencionado sobre su organización y la
respuesta divina) como, negativamente, de los procesos políticos y sociales
que, de no haber sido monitoreados y denunciados constantemente, hubieran dejado
fuera a una parte importante de Israel ya desde el principio del modelo
igualitario. 5. Entre ser
pesimista y mantener la esperanza, pero ¡en la lucha siempre!
Más arriba vimos cómo
el oxímoron ekklēsia de mu/jeres señala desigualdades desde los orígenes
mismos de la asamblea política griega (y después, la eclesial). Hemos podido
agregar al menos un ejemplo más de una desigualdad de origen (del origen de
Israel como pueblo de iguales) contra cinco mujeres sin peso político que,
por una vez, fue corregida, al menos en parte, pero sólo con mucho esfuerzo y
vigilancia. En este sentido, se hace prioritario aprender de la historia para
tratar de repetir la menor cantidad posible de errores. Apelando a la
proverbial copa medio llena o medio vacía, podríamos quedarnos en el lamento
por todos los casos que, desde tiempos bíblicos hasta el presente, traicionan
la utopía de la justicia de género y la igualdad de derechos en todo ámbito
(social, económico, educativo y otros) y que nos mueven a seguir “barriendo la
hojarasca humana”. En este sentido, hablar a tiempo y a destiempo se hace
prioritario. Pero también podemos
celebrar que, al menos de vez en cuando, en la Biblia, en nuestras
comunidades o en algún lugar ignoto del que nos enteramos por otras testigos,
el Evangelio (así con mayúscula) se actualiza en un mensaje claro: “las hijas
tienen razón” (Núm 27:7), seguido de legislación que asegure un derecho en
favor de una persona desvalida allí donde había sido olvidada. La utopía de
la dignidad de toda criatura es difícil de imaginar, por lo que es
prioritario mantener una actitud expectante a su posible, si bien breve,
manifestación. Estos son días en que
la situación del mundo entero nos invita a desesperar más que a celebrar,
pero es allí precisamente donde más hace falta, como en la mañana de la
Pascua, mantener el mensaje de la victoria sobre la muerte y todos sus
aliados. Sabemos de los cuatro evangelios que nadie lo creerá … al principio. •••••• Mercedes L.
García Bachmann, Doctora en teología de la Facultad Luterana de Teología de Chicago
(LSTC). Pastora de la Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU,
Argentina-Uruguay). Directora del Instituto para la Pastoral Contextual de la
IELU y Docente Adjunta en el Seminario Teológico de la Universidad de Dubuque
y en la Facultad Luterana de Teología de Chicago, EEUU. Recibido: 15 de marzo de 2018 Aprobado:
21 de abril de 2018 |
|
[1]
Según Elisabeth Schüssler Fiorenza,
Poder, diversidad y religión (VyP 32,2,
edición especial; San José, SEBILA, 2012), 89, el “nuevo feminismo” ya no es
tan nuevo, sino que surge en la primera mitad del siglo XX y se plasma en la
encíclica Evangelium Vitae de Juan
Pablo II: “Así como él había llamado antes a una nueva te*logía
de la liberación, el Papa llama a una ‘nueva’ te*logía
feminista. Por lo tanto, el Papa buscó promover el ‘nuevo’ feminismo y a las
‘mujeres de genio’ en contra de la te*logía de
liberación feminista. De acuerdo con él, el ‘nuevo feminismo’ rechaza los
modelos de la dominación masculina e insiste en la verdadera esencia de la
mujer, que es la maternidad biológica y espiritual.” Más recientemente ver, por
ejemplo, Mónica C. Belaza, “Sarah Palin,
¿un nuevo feminismo?”, Mujeres en red, 19/11/2017, en:
http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1593; sección cultura, diario El
Universal (Méjico), “Crece polémica por el ‘Nuevo feminismo’ de Valeria Luiselli”, 21/2/2017, en: Crece
polémica por el “Nuevo feminismo” de Valeria Luiselli.
[2]
Mempo Giardinelli,
“Cuestiones de lenguaje”, Diario Página/12, 5 de febrero de 2018, https://www.pagina12.com.ar/93754-cuestiones-de-lenguaje
[consulta: 5/2/2018]. Referencia a una canción muy conocida de León Gieco, “Sólo le pido a Dios” (1978).
[3]
Sólo a modo de ejemplo de los miles que hay, encuentro en el diario del día de
hoy una nota sobre una sobreviviente de femicidio por
parte de su pareja de ese momento (2015), quien tras tratar de matarla tres
veces con un arma de fuego, se suicidó. Lamentablemente, esto no es novedad, a
pesar de lo terrible de la situación. Lo novedoso es que la sobreviviente lleva
dos años en proceso judicial contra el periódico más popular de su ciudad “por
ejercer violencia simbólica y psicológica, en su modalidad mediática” al
tergiversar los hechos (de los que, por otra parte, no hubo testigos), inducir
la opinión pública a favor del victimario y contra la víctima y negarse
repetidamente a otorgarle a la sobreviviente el derecho a réplica. Ver Sonia Tessa, “Sal en la herida”, Página/12, > Medios,
26/1/2018, accesible en: https://www.pagina12.com.ar/91502-sal-en-la-herida.
[4]
Lamentablemente, no es un flagelo latino-americano solamente, como se
desprende, por ejemplo, del siguiente informe: https://www.awid.org/ours-report.
[5]
Gabriela Arguedas, en “Todo lo que necesitas saber sobre la Ideología de
Género”, reportaje conducido por Génesis Santiago Rojas Cruz, Voces Nuestras,
sección Reportajes Especiales, 25/1/2018, [acceso: 21/2/2018], http://www.vocesnuestras.org/2018-01-25/articulo/todo-lo-necesitas-saber-ideologia-genero,
minutos 4:09-5:44. Le agradezco a Priscila Barredo
haber llamado a mi atención este audio; también es muy importante su afirmación
en el mismo de que “la fe nos tiene que pasar por el cuerpo […]” y por ende,
estos asuntos no nos son ajenos (minutos 6:03-7:06 del mismo audio).
[6]
Silvia Buendía, “Una vez más, la ideología de género”, blog del 12/XI/2017,
en
http://diariofemenino.com.ar/v2/index.php/2017/11/12/columnas-una-vez-mas-la-ideologia-de-genero/.
[7]
Elsa Tamez, “Esperanza en medio de la hojarasca humana”, Sofíaς.
Revista Interdisciplinar de Teología Feminista año 1, No. 1 (2015): 14-34,
accesible en:
https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=4&ved=0ahUKEwi-8byv8sjZAhVLGt8KHRm-B-UQFghGMAM&url=http%3A%2F%2Fteologiafeminista.org.mx%2Fwp-content%2Fuploads%2F2015%2F12%2Fsofiacf82-1.pdf&usg=AOvVaw37hhQDbesQ6y2ziQNNVGDk
[acceso: 21/2/2018]
[8]
Mercedes L. García Bachmann, “Una ¿innecesaria? reflexión
sobre la importancia de la lectura de género para una iglesia más inclusiva y
un mundo más justo”, Perspectiva Teológica (Belo Horizonte) 49 (2017):
681-702 (682).
[9]
Si bien estos binomios, “judío-griego” (¿o “judío ni pagano”, como traduce El
Libro del Pueblo de Dios? ¿es “griego” un calificativo étnico o
religioso?), “esclavo-libre” y “varón-mujer” se suelen leer como términos
estancos, varias autoras han llamado la atención a la interseccionalidad
necesaria en su lectura: ¿qué quiere decir, por ejemplo, “varón y mujer” cuando
intersecta la condición de esclavitud?
¿O de qué manera la edad afectaría también estas categorizaciones en la
vida diaria en el imperio romano y en las comunidades cristianas dentro de
éste?
[10]
Schüssler Fiorenza, Poder,
diversidad y religión, 127.
[11]
Una razón por la que la expresión “ekklēsia
de mu/jeres” no es enteramente satisfactoria en
mi opinión es que el uso de “mu/jeres” no hace
inmediatamente evidente que “wo/men”
y menos aun “mu/jeres” incluya a todo grupo o persona
excluido/a de la participación política y religiosa en la asamblea, hace falta
adosarle la explicación consignada arriba. Por otra parte, las teóricas del
género han problematizado la noción de dos géneros polares, “varón” y “mujer”.
[12]
Por otra parte, a pesar de lo restrictivo de la democracia griega, sirvió de
modelo para varios movimientos mucho más igualitarios que el de los kurioi griegos. Un ejemplo de esto son las
democracias modernas, donde al menos ciertos derechos (el voto o el derecho a
transitar, por caso) están asegurados para la mayoría de la población de un
país, independientemente de clase social, etnia, género, opción sexual y otras
variantes y donde el pueblo gobierna a través de los/as representantes que
elige.
[13]
http://www.sobicain.org/shell.asp,
Las fuentes hebrea y griega están tomadas de www.bibleworks.com
[14]
Ver la propuesta de estructura concéntrica en J. Severino Croatto,
“La figura del rey en la estructura y en el mensaje del libro de los Salmos. La
monarquía en los salmos”, RIBLA 45 (2003): 46 (36-58).
[15]
Croatto, 47, también nota que la reina que aparece
junto al rey es diferente que la doncella que está a la entrada (¿de la casa
del rey? ¿de su habitación?).
[16]
La primera mención está en Núm 26:33, en el contexto
de un censo de varones aptos para la guerra, ordenado por YHWH a Moisés y
Aarón. Otra mención de Selofjad que también consigna
la falta de hijos y la presencia de hijas pero sin nombrarlas, es la de 1 Cró 7:15.
[17] Heidi Neumark, “Sisters
Act”, Currents in Theology and Mission 36:3 (2009): 205 (203-207), mi traducción.
[18] Yael Shemesh,
“A Gender Perspective on the Daughters of Zelophehad:
Bible, Talmudic Midrash, and Modern Feminist Midrash”, Biblical
Interpretation 15 (2007) 80-109.
[19] Josiah Derby, “The Daughters of Zelophehad Revisited”, JBQ 25 (1997): 169 (169-171).
[20] Katharine Doob Sakenfeld, “Numbers”, en The
Women’s Bible Commentary (3ª edición, revisada y actualizada [vigésimo aniversario]; Carol A.
Newsom, Sharon H. Ringe y Jacqueline Lapsley, eds.
Westminster John Knox, 2012, edición de Kindle) 79-87
(79).
[21] Katharine Doob Sakenfeld, “Zelophehad’s
Daughters”, Perspectives on Religious Studies 15/4 (1988): 39-40
(37-47).