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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 43, Número 1 - Año 2023
- San José, Costa Rica Teología de la liberación: Legado y desafíos para y
desde el siglo XXI |
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Teología
clásica de la liberación y educación teológica
superior latinoamericana: Presentación
de apertura a la Cátedra Juan A.
Mackay del año 2023 Angel
Eduardo Román-López Dollinger pp. 9-32 |
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Resumen: La influencia de la teología
clásica de la liberación ha sido relevante no sólo para los procesos de
transformación social de Latinoamérica, sino también para la educación
teológica superior. Este enfoque teológico surgió en una coyuntura
latinoamericana específica, caracterizada por la pugna entre el capitalismo y
el socialismo. Actualmente está presente en las diferentes teologías que
acompañan a los movimientos sociales en sus luchas por la justicia social.
Para garantizar que estas teologías sean coherentes con las luchas de
nuestros pueblos, es necesario que las instituciones teológicas identifiquen
los desafíos de los nuevos contextos y movimientos sociales. Asimismo, es
importante revisar los fundamentos epistémicos de la teología clásica de la
liberación y, sobre todo, es necesario verificar la pertinencia de su método
teológico. Estos aspectos son los que se abordan en esta presentación, como
parte de la celebración de los 100 años de compromiso con la formación
teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana. Palabras claves: teología de la
liberación, movimientos sociales, educación teológica, método teológico,
coyuntura latinoamericana. Abstract: The influence of
classical liberation theology has been relevant not only for the processes of
social transformation in Latin America, but also for higher theological
education. This theological approach emerged in a specific Latin American
conjuncture, characterized by the struggle between capitalism and socialism.
It is currently present in the different theologies that accompany social
movements in their struggles for social justice. To ensure that these
theologies are coherent with the struggles of our peoples, it is necessary that
theological institutions identify the challenges of the new contexts and
social movements. It is also important to review the epistemic foundations of
classical liberation theology and, above all, to verify the relevance of its
theological method. These aspects are addressed in this presentation, as part
of the celebration of 100 years of commitment to theological education at the
Latin American Biblical University. Keywords: liberation theology, social
movements, theological education, theological method, Latin American
conjuncture. |
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Angel Eduardo Román-López Dollinger Teología clásica de
la liberación y educación teológica superior
latinoamericana: Presentación de
apertura a la Cátedra Juan A. Mackay del
año 2023 Introducción En esta presentación de apertura a la Cátedra Juan
A. Mackay del año 2023, la cual se desarrolla en el marco de los 100 años de
trabajo teológico de la Universidad Bíblica Latinoamericana (UBL)[1], quiero hacer
algunas reflexiones sobre el tema de la Cátedra: La teología de la
liberación. Aportes y desafíos para y desde la educación teológica en América
Latina y El Caribe. Este tema es producto de diversas reflexiones
realizadas por el Consejo Universitario de la UBL durante la organización de
la Cátedra. Nuestro objetivo fue cuestionar –en el buen sentido de la
expresión– el impacto de la teología de la liberación en la educación
teológica latinoamericana y en las actuales teologías de la liberación. Estas
reflexiones se centran en la teología clásica de la liberación[2], la cual se formó
hace aproximadamente 50 años, precisamente en la mitad del camino teológico
recorrido por la UBL. Por esa razón, en el contexto de la Cátedra, quiero
reflexionar sobre las bases epistémicas y metodológicas de la teología
clásica de la liberación, con el fin de identificar los desafíos que plantea
a la educación teológica superior y a las actuales teologías de la
liberación. Junto a la influencia de la teología de la
liberación en las teologías contextuales, me interesa reflexionar sobre la
forma en que este enfoque teológico ha contribuido a la construcción de
pensamiento teológico crítico desde la formación teológica. Estos aspectos
marcan la estructura de esta presentación. En primer lugar, abordo algunas
características del contexto histórico en el que emerge la teología clásica
de la liberación y los desafíos teológicos de los contextos latinoamericanos
actuales. En segundo lugar, analizo algunas particularidades epistémicas de
los sujetos sociales vinculados a la teología de la liberación. En tercer
lugar, hago una crítica sobre la pertinencia del método teológico impulsado
por la teología de la liberación y sobre la importancia de actualizarlo
constantemente. Por último, presento unas conclusiones y desafíos de la
teología de la liberación para las instituciones de formación teológica
superior. 1. Emergencia
histórica de la teología latinoamericana de la liberación La presencia de la teología de la liberación en
Latinoamérica y El Caribe significó un cambio fundamental en la
responsabilidad sociopolítica del cristianismo local. Este enfoque teológico
representó el compromiso profético del cristianismo de base, ya que recuperó
su capacidad de denunciar sistemas opresores y anunciar la esperanza y
posibilidad de construir sociedades justas. Sobre la base de la reflexión
socio-teológica crítica y la lectura política de la Biblia, la teología de la
liberación posibilitó la elaboración de nuevas teologías en y para contextos
y situaciones diferentes a las que le dieron origen, pero, sin perder de
vista la situación de vulnerabilidad y exclusión social que siguen
experimentando muchas personas. La teología de la liberación también generó
cambios sustanciales en los procesos de formación teológica, tanto en el
ámbito pastoral y popular, como en la educación superior. En el caso de la
educación teológica superior, se auxilió de un paradigma pedagógico diferente
al tradicional, en cuanto que tiene su base en la participación dinámica de
estudiantes y docentes en los procesos de construcción de conocimiento
teológico crítico, colectivo y práctico[3]. En este
contexto, el proceso de enseñanza-aprendizaje se orienta a la formación de
perfiles profesionales con capacidad para crear líneas pastorales que
respondan, desde la dimensión política de la fe, a las necesidades concretas
de los grupos sociales comprometidos con la transformación social. Ahora bien, tomando como base el hecho de que la
teología clásica de la liberación respondió a un contexto social y político
específico, cabe plantearse una pregunta que tiene relevancia histórica para
el quehacer teológico: ¿Qué tanto cambió el contexto latinoamericano actual
con respecto al contexto en el que surgió la teología de la liberación?
Responder esta pregunta implica conocer la coyuntura latinoamericana en la
que surgió la teología de la liberación. Aunque esa coyuntura estaba
representada por diferentes situaciones políticas, económicas, sociales y
religiosas, quiero hacer referencia a dos aspectos que fueron fundamentales
en ese contexto histórico: 1) la guerra fría, la cual reflejaba el
conflicto entre el paradigma capitalista y el paradigma socialista; y 2) la
presencia de movimientos sociales que se identificaron y comprometieron con
un proyecto socialista latinoamericano, el cual se perfilaba como alternativa
al capitalismo de esa época[4]. En relación con el sistema capitalista, cabe
recordar que, en esa época, el capitalismo mundial estaba representado por
los Estados Unidos y por su política económica de desarrollo, plasmada en el
programa Alianza para el Progreso, el cual se implementó en 1961,
sobre todo con el apoyo del Banco Internacional para el Desarrollo (BID).
Esta política generó dependencia económica de los países latinoamericanos con
respecto a los Estados Unidos, así como enfrentamientos entre los movimientos
sociales y los grupos instalados en el poder local. Esta tensión quedó
plasmada en las teorías del desarrollo y en la teoría de la dependencia. Las
teorías desarrollistas, expuestas por intelectuales representantes del
capitalismo, partían del hecho que los problemas de subdesarrollo se
encontraban en el retraso industrial y tecnológico de los países del denominado
Tercer Mundo, por eso proponían la inversión de capitales en el sector
industrial, tecnológico y de servicios. Algunas teorías desarrollistas proponían que el
desarrollo es un proceso marcado por etapas económicas que todos los países
deben atravesar, se trata de un desarrollo nacionalista que depende
estrictamente de la inversión de capitales extranjeros[5]. Otras teorías
del desarrollo, expuestas especialmente por la Comisión Económica para
América Latina (CEPAL), explicaban el desarrollo capitalista como una
cuestión estructuralista, caracterizada por un sistema de comercio mundial
dividido por un sistema económico y político de centro-periferia, donde el
centro está representado por países desarrollados y la periferia por países
subdesarrollados. Según estas teorías, la inversión de capitales debía estar
libre de nacionalismos y de la injerencia política de economías extranjeras[6]. Por su parte, la teoría de la dependencia estuvo
representada por intelectuales que se identificaron con el socialismo. Esta
teoría parte del hecho de que la condición de retraso de los países
latinoamericanos es producto de las relaciones de dominio-dependencia entre
países desarrollados y subdesarrollados, donde el desarrollo de los primeros
depende de mantener las condiciones de atraso de los países subdesarrollados.
Desde esta perspectiva, el subdesarrollo se consideraba un problema
estructural generado por el capitalismo mundial, donde los países
dependientes sólo podrían alcanzar su independencia económica, política y
social a través de la revolución[7]. Es en este contexto donde la teología de la
liberación se constituye en un instrumento para alcanzar el objetivo de
transformar las sociedades capitalistas en socialistas, especialmente porque
los grupos cristianos de base formaban parte de las masas populares y de los
movimientos sociales organizados. Este objetivo se dividía en tres etapas:
1) concientización social, para que las masas populares
reconocieran su condición opresión; 2) militancia política, para
insertar a las masas populares concientizadas en la lucha revolucionaria; y
3) capacitación socialista, para involucrar a las masas populares
en la construcción de un orden socialista con identidad latinoamericana[8]. 2. Nuevos lugares y
sujetos teológicos La coyuntura latinoamericana presentada
anteriormente permite identificar el contexto donde la teología de la
liberación se compromete a caminar con el pueblo y a luchar junto a él por la
justicia social, algo que, hasta ese momento, era una tarea pendiente para la
iglesia y la teología. Este desafío teológico y pastoral implicó superar la
forma teológica tradicional de comprender la fe cristiana, la cual estaba más
vinculada a cuestiones futuristas, angelicales y celestiales, que a
reflexionar críticamente sobre la situación de vulnerabilidad y exclusión
social que experimentaban especialmente las personas empobrecidas,
desempleadas o que tenían puestos de trabajo con salarios indignos. Frente a
estas condiciones de injusticia, la teología de la liberación comprendió que,
a diferencia de Europa, en Latinoamérica el problema de fondo no era
filosófico, sino práctico o pastoral. Aquí es necesario acotar que, como
constructo histórico, la teología de la liberación no nace en América Latina
sino en Europa. Tanto su epistemología y método, así como sus primeras
definiciones del sujeto pobre –formuladas en singular y masculino–, se
construyeron desde el imaginario europeo[9]. Cuando ese imaginario teológico liberador llegó a
Latinoamérica, donde las luchas por la justicia social las emprendían
movimientos sociales compuestos por personas cristianas empobrecidas,
entonces, no es de extrañar que el sujeto pobre tomara otras dimensiones
teológicas y pastorales. Ahora, el sujeto pobre se vinculó con Jesús, el
siervo sufriente pobre que ejerce su ministerio entre los pobres. Esto generó
que algunas personas de los movimientos sociales se descubrieran a sí mismas
como los sujetos pobres que luchan por un proyecto liberador que es coherente
con el Reino de Dios y su justicia. En consecuencia, a partir de este enfoque
teológico, los movimientos sociales tomaron conciencia de que la dimensión
política de la fe es una fuerza adicional que motiva a las personas a
comprometerse con los procesos de transformación social. De esta forma, se
logró vincular la fe a la realidad social de los pueblos latinoamericanos. Sobre la base de lo expuesto hasta este momento, y
en el marco de la celebración de los 100 años de experiencia en la educación
teológica, la UBL considera sumamente importante analizar en este momento de
su historia el impacto que ha tenido la teología de la liberación en la
formación teológica superior. Para la UBL, este enfoque teológico se
constituye en un punto de inflexión en la forma de abordar la educación
teológica. Es decir, hay un camino recorrido 50 años antes y 50 años después
del surgimiento de la teología de la liberación en Latinoamérica. Por esa
razón, consideramos necesario detenernos a reflexionar sobre el camino
recorrido y los desafíos teológicos y docentes que tenemos. Uno de esos
desafíos es conocer la coyuntura latinoamericana actual y, desde los procesos
de formación teológica, comprometernos con las diferentes luchas de
reivindicación social que emprenden los movimientos y organizaciones
sociales. Aquí es importante señalar que las instituciones
de formación teológica tienen la responsabilidad de no quedarse haciendo
teología para el pasado. Es necesario que actualicemos las esperanzas que
generaron las luchas sociales pasadas, las cuales respondieron a un proyecto
liberador específico –representado por el modelo socialista– que ya no está
presente. Como docentes y personas teólogas, debemos asumir la
responsabilidad de trabajar en la construcción de teologías liberadoras
coherentes con los contextos sociales actuales y, sobre todo, es fundamental
nuestro compromiso con los sujetos sociales que interactúan en esos
contextos. En otras palabras, necesitamos bajar del balcón, salir del
escritorio, y hacer la teología del camino que nos propuso
precisamente Juan Alexander Mackay[10]. Recordemos que, desde sus inicios, la teología de
la liberación criticó precisamente la falta de ubicación social de la
teología tradicional. Esto significa que, cuando repetimos una teología
pasada, sin pasarla por el tamiz de la crítica histórica, por muy teología de
la liberación que la consideremos, no será pertinente y, por ende, no
funcionará de la misma forma que funcionó en el pasado. Además, vamos a
gastar más energía y tiempo en defender argumentaciones teológicas pasadas,
que en acompañar los nuevos procesos de liberación que están presentes en los
diferentes contextos latinoamericanos. En ese sentido, podemos afirmar que
los desafíos de la realidad social actual, así como las diferentes formas que
asume actualmente la dimensión política de la fe, exigen más bien fortalecer
las actuales teologías de la liberación. Si hacemos memoria, cuando surgió la teología de
la liberación en Latinoamérica, tanto los gobiernos locales como los
movimientos sociales eran diferentes a los actuales. La mayor parte de los
gobiernos se caracterizaban por la represión social y política. Eran
gobiernos militarizados que, con el apoyo económico, político y militar de
los Estados Unidos, establecieron la denominada Doctrina de Seguridad
Nacional[11]. Si bien es
cierto que actualmente existen gobiernos que se construyen alrededor de
estructuras militares, también es cierto que ahora las estructuras de poder
excluyen y oprimen desde economías globalizadas y controladas por la
ideología neoliberal consumista y por la nueva cultura digital mundial. Esas
diferentes formas de poder son las que a veces olvidamos cuando seguimos
repitiendo una teología de la liberación que fue pertinente para un contexto
sociopolítico y económico de hace 50 años. Por otro lado, los movimientos sociales eran muy
diferentes a los actuales, tanto en las formas y niveles de organización,
como en el compromiso que asumieron con la transformación social[12]. Algunos de esos
movimientos buscaban la reivindicación de sus derechos sociales y políticos a
través de organizarse alrededor de su sector de pertenencia en la producción,
servicio o consumo. Otros movimientos sociales buscaban suprimir el sistema
capitalista e implementar el socialismo, organizándose en grupos armados o
subversivos. Para la teología actual y para la formación teológica, no se
trata de intentar explicar si los movimientos sociales del pasado eran más o
menos fuertes que los actuales, sino de tener claro que, actualmente, los
desafíos sociales requieren nuevas formas de organización social y nuevos
proyectos de transformación social. Es sobre esta base donde la formación
teológica puede y debe seguir contribuyendo a la transformación social a
través de la construcción de nuevas teologías de la liberación, las cuales
deben ser coherentes con las luchas presentes de los movimientos sociales. Actualmente es más complicado para la teología y
para la educación teológica visualizar un proyecto común que logre integrar
los sueños y luchas por la justicia de los pueblos latinoamericanos. Esto
obedece a la complejidad de la realidad social actual y a la falta de utopías
integradoras. Por esta razón, cabe preguntarse: ¿Cuál es el proyecto común
que puede integrar las diferentes luchas que emprenden los movimientos
sociales en la actualidad? ¿Es posible, realmente, tener sólo un proyecto de
ese tipo? Si la respuesta es que se requieren diferentes proyectos, entonces,
¿cómo se pueden convertir esos proyectos en una red de resistencia frente a
las formas de dominio, exclusión y opresión actuales? Estos aspectos también
tienen una complejidad teológica fundamental, pues no basta con decir que el
proyecto común es construir el reino de Dios y su justicia, sino, más bien,
es necesario explicar las formas sociales que tiene ese proyecto y cómo se
puede materializar en las realidades actuales. En consecuencia, antes de hablar de teologías de
la liberación en los contextos actuales de Latinoamérica, debemos tener claro
cuáles son esos contextos. Y, dentro de esos contextos, tenemos que
identificar los movimientos sociales, las fuerzas de poder que se imponen
actualmente y, sobre todo, las luchas y los procesos de transformación social
que debe acompañar la teología y la educación teológica. Por esa razón, más que
hablar de teología de la liberación, nuestro compromiso docente y teológico
debe ser acompañar procesos de liberación. Quiero hacer un paréntesis en este momento, para
compartir la reflexión que hizo un colega teólogo en un encuentro de
teología: “¿Por qué nos empecinamos en seguir hablando de teología de la
liberación? ¡Ya es necesario tener otro discurso!” Aunque lo dijo en forma
irónica, planteó un problema que debemos enfrentar con seriedad. Es necesario
que, desde la teología y la educación teológica, elaboremos nuevos discursos
teológicos liberadores, tratando de conservar los elementos epistémicos y
metodológicos fundamentales de la teología clásica de la liberación, pero
respondiendo a los desafíos de las sociedades actuales. El papel de la teología y de las instituciones
teológicas no se fundamenta en generar cambios sociales inmediatos, rápidos,
sino en construir pensamiento teológico crítico y perfiles profesionales que
comprendan que los cambios sociales esperados son procesos que se van
construyendo en el camino, en el acompañamiento solidario a los grupos y
movimientos sociales. Por esta razón, la teología no debe ser, solamente, un
acto de reflexión intelectual para decirle a las personas lo que tienen que
hacer, sino que debe ser un acto de mediación entre la reflexión teoría y la
práctica de la fe, lo cual significa que, como docentes y personas teólogas, debemos
estar en ambos lados de esa mediación. Si no estamos en esos procesos de
liberación desde esas dos dimensiones, no estamos haciendo teología de la
liberación, por mucho que citemos a los autores y autoras clásicas de esa
corriente teológica. Otro aspecto fundamental, que tiene que ver con lo
epistémico, es la cuestión de quiénes son las actoras y los actores
teológicos y sociales de la actualidad. Es decir, ¿dónde se encuentran esas otras
personas que levantan su voz para decir que están presente en las luchas
por la transformación social? ¿Dónde y cuáles son los movimientos cristianos
de base que están comprometidos con pastorales de la liberación? Esto es
fundamental, pues esos espacios son los lugares políticos desde donde
se puede y debe hacer teología. Esto significa convertir esos lugares
políticos en los nuevos lugares teológicos, donde se reconoce a los
sujetos organizados como posibilidad revelada para transformar la historia.
Para la teología y la educación teológica, este reconocimiento de la otroriedad (diversidad) como posibilidad teológica
transformadora, significa afirmar la revelación-irrupción transformadora
de Dios en la historia actual. Este encuentro solidario y compromiso
empático con el mundo y la perspectiva de las otras personas es lo que
conocemos como alteridad y lo que nos ayuda a construir un discurso
teológico que logra vincular coherentemente los lugares políticos con
los lugares teológicos[13]. 3. El método
teológico de la teología de la liberación Otro aspecto importante para la educación
teológica superior es reflexionar sobre la pertinencia del método teológico
tradicional de la teología de la liberación. En diversas oportunidades, desde
la formación teológica, hemos reducido este método a un eslogan que
promociona el trinomio ver, juzgar y actuar. La dificultad con esto es
que se puede generar una interpretación simplista del método cuando no se
aborda desde su complejidad, es decir, desde el conjunto de características
que le dan vida, sentido y pertinencia. La pertinencia de un método, en
cualquier disciplina, no se encuentra en repetir modelos –a manera de
recetas– establecidos de antemano, sino que radica en la capacidad que tenga
de ser sensible a la actualización o, en otras palabras, que se pueda adaptar
a situaciones y contextos diferentes, sin perder sus características
fundamentales. En los procesos de formación teológica –en
universidades, seminarios u otros centros de estudio– las personas docentes
nos enfrentamos constantemente a la dificultad que implica actualizar el
método teológico. En ese sentido, es común que el primer paso del método,
conocido como ver, se vincule sólo con las ciencias sociales y se
separe completamente de la teología. Aquí hay una dificultad metodológica que
considero importante analizar, pues las ciencias sociales, en el contexto del
método teológico, son instrumentos que nos permiten hacer la mediación
teológica con la realidad social actual. Luego, en el segundo paso,
denominado juzgar, los instrumentos que nos sirven para hacer la
mediación teológica son las ciencias bíblicas. Por último, en el tercer paso,
conocido como actuar, los instrumentos para hacer la mediación
teológica son de índole pastoral, y por ello están representados por las
diferentes áreas de la teología práctica. Si durante esos tres pasos no está
presente la mediación teológica, entonces, es posible que el método no sea
pertinente para la teología, entendida esta como disciplina científica[14]. Por esta razón, durante los procesos de formación
teológica es más apropiado identificar estos pasos como mediaciones
teológicas: mediación socio-analítica, mediación hermenéutica y mediación
práctica. De hecho, estas tres mediaciones son hermenéuticas, pues se
fundamentan en la interpretación teológica que se hace en cada una de ellas.
Ahora bien, estas mediaciones teológicas, por ser hermenéuticas o
interpretativas, se constituyen en la construcción formal de la teología, es
decir, en el discurso propiamente teológicos. Por esta razón, forman parte
del segundo momento de la elaboración teológica[15]. El primer
momento es la confrontación con la realidad y se caracteriza por el
compromiso y solidaridad que asumimos en las luchas que emprenden los
movimientos sociales organizados. El segundo momento es hermenéutico y está
formado por las mediaciones explicadas arriba, es aquí donde la teología se
constituye en un discurso teórico coherente con la realidad del primer
momento. El tercer momento es el de la transformación social que se produce a
partir de los insumos sociales, bíblicos y pastorales que nos proveen los
momentos anteriores[16]. La conclusión de
este proceso es simple: si la aplicación del método no genera transformación
social, el método no es pertinente y debe cambiarse o reformularse. Antes de cerrar esta parte sobre el método
teológico, quiero hacer algunas aclaraciones breves sobre las tres
mediaciones que forman parte de la denominada circularidad hermenéutica. En
primer lugar, no debemos olvidar que son mediaciones, es decir, instrumentos
disciplinarios que nos ayudan a elaborar discursos teológicos coherentes con
las realidades que enfrentamos y que se orientan a la transformación social.
Son, por así decirlo, una especie de bisagra entre la realidad actual de
injusticia y la realidad transformada, constituida por los principios de
justicia y equidad social. En términos de la docencia, las personas
estudiantes, quienes provienen de los diferentes contextos que representan la
realidad social actual, son quienes nos proveen la materia prima del
conocimiento, pues con su experiencia empírica de compromiso cristiano se
constituyen en el primer momento del conocimiento teológico. Luego, la
formación académica se constituye en el segundo momento, es el encuentro
hermenéutico, donde docentes y estudiantes interpretan teológicamente la
realidad social y generan líneas pastorales para transformarla en algo mejor.
Por último, en el tercer momento del método, las personas estudiantes
regresan a sus espacios vitales, en los cuales ponen en práctica las líneas
pastorales que forman parte de su perfil profesional. No obstante, algunas veces nos saltamos el proceso
y cuando vemos una realidad de injusticia, como el empobrecimiento o la
exclusión social, recurrimos a discursos teológicos del pasado y, sin la
mediación teológica contextual, concluimos: “¡Estos grupos sociales requieren
liberación!”. El problema con esta actitud radica en que olvidamos
preguntarles a las personas afectadas qué tipo de liberación requieren, cómo
la conciben y, sobre todo, cuál es el tipo de compromiso que esperan de
nuestra parte. Por eso es importante evitar repetir discursos de liberación
de hace 50 años, ya que éstos pueden ser incompatibles con las realidades
actuales o puede que no sean prioritarios en este momento. Desde esta
perspectiva, la praxis de liberación, de la que habló la teología
clásica de la liberación, no se puede entender sin comprender la dimensión
completa del método teológico latinoamericano. Conclusiones y desafíos Quiero terminar estas reflexiones recordando que
tanto la teología como la educación teológica no son procesos estáticos ni
totalmente acabados, sino más bien son procesos dinámicos y en constante
construcción. Como personas teólogas y docentes, nuestra tarea debería ser
estar presentes activamente en esos procesos, identificando los nuevos
contextos y sujetos sociales, reformulando las categorías teológicas y
actualizando el método teológico. Esto significa que tenemos la
responsabilidad de decidir si nos comprometemos activa y conscientemente con
esos procesos o si nos quedamos enseñando y reproduciendo teologías del
pasado. Según lo anterior, y asumiendo que la teología es
un constructo histórico dinámico y en constante transformación, cabe
preguntarnos: ¿Es capaz realmente la teología clásica de la liberación de
liberar a las personas? Y, si lo hace, ¿de qué las libera? Esto nos lleva a
formularnos otra pregunta más compleja y difícil de responder para quienes
nos identificamos con la teología de la liberación: ¿Sólo la teología de la
liberación tiene la capacidad de transformar la sociedad? Esta pregunta
refleja la importancia de pluralizar la teología de la liberación, es decir,
en la educación teológica superior se debe tener claro que los procesos que
conducen a la transformación social requieren de la presencia de diversas
teologías de la liberación, que sean sólidas, pero también dinámicas. La formulación de diversas teologías de la
liberación en los procesos de formación teológica en instituciones de
educación superior trae consigo desafíos variados y complejos. En ese
sentido, quiero precisar que la base de las reflexiones que he planteado en
esta presentación no proviene de mi experiencia pastoral, sino de mi trabajo
como docente de teología práctica. Por esa razón, les puedo asegurar que en
la docencia tenemos un gran privilegio, porque a nuestras aulas llegan
personas de diferentes contextos y representando a diferentes grupos
sociales. Estas personas, que ya están comprometidas con procesos de transformación
social en sus contextos, son las que nos proveen la información necesaria
para actualizar nuestros enfoques pedagógicos y, sobre todo, nuestras
teologías, con el fin de que respondan coherentemente a las necesidades de
liberación de los grupos sociales que representan. Por eso, el desafío
docente no es simplemente proveerles lecturas sobre la teología de la
liberación, sino, más bien, junto a esas lecturas, construir colectivamente
instrumentos eficaces que les permitan mejorar su trabajo y así alcanzar el
objetivo de transformar la sociedad. No obstante, uno de los mayores desafíos para la
docencia es ser pacientes y tener mucho cuidado cuando analizamos y
trasmitimos las posibilidades de transformación social que queremos generar a
través de la formación teológica. Esto es fundamental, especialmente cuando
abordamos temas sociales muy sensibles. Por ejemplo, temas relacionados con
la categoría de género. Si centramos los procesos de formación en la
asignación de lecturas sobre teología feminista o teología queer, hemos hecho
solamente una parte del trabajo. La otra parte, la cual considero más
importante, consiste en construir, junto a las personas estudiantes,
instrumentos bíblicos, teológicos y pastorales, que les sirvan para realizar
las mediaciones pertinentes en sus contextos sobre este tipo de temas. De lo
contrario, las personas regresarán a sus realidades con un lenguaje y
capacidad de análisis académicamente correctos, pero totalmente extraños para
las otras personas y, algunas veces, hasta ofensivos. Los perfiles
profesionales que formamos deben tener la capacidad de leer teológicamente
los signos de los tiempos, pero también deben ser pacientes y capaces de
generar procesos pastorales sólidos orientados a la transformación social. Espero que estos apuntes personales estimulen la
crítica constructiva sobre el papel que ha jugado la teología de la
liberación en la formación teológica superior y, por otro lado, confío que
estas reflexiones nos ayuden a comprender la responsabilidad docente y
teológica que tenemos en hacer que los procesos de transformación social sean
más efectivos. Asimismo, espero que las reflexiones de la Cátedra se
constituyan en un paso más en la consolidación de las nuevas teologías de la
liberación. Considero que esta es una buena forma de celebrar los 100 años de
compromiso educativo de la UBL, así como de evaluar los aproximadamente 50
años de presencia de la teología de la liberación en el contexto
latinoamericano y caribeño. Bibliografía Barreiro, Julio. “Dominación, dependencia
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asistencia técnica extranjera y el desarrollo nacional”. En La dominación de
América Latina, editado por José Matos Mar, 7-54. Buenos Aires:
Amorrortu, 1968. Mackay, Juan Alexander. Prefacio a la
teología cristiana. México: Casa Unida de Publicaciones, 1984. Prebisch, Raúl. Dinâmica do desenvolvimento
Latino-Americano. Rio de Janeiro: Fundo de
Cultura, 1964. Prebisch, Raúl. Transformação e desenvolvimento:
a grande tarefa da América Latina. Rio de Janeiro: Fundação
Getulio Vargas, Serviço de Publicações,
1973. Román-López Dollinger,
Ángel Eduardo. “Circularidad hermenéutica y transformación social. Reflexión
sobre el método de la teología latinoamericana de la liberación”. En Símbolos,
desarrollo y espiritualidades. El papel de las subjetividades andinas en la
transformación social, editado por Ángel Eduardo Román-López Dollinger y Heydi Tatiana
Galarza Mendoza, 83-110. La Paz: ISEAT, 2016. Román-López Dollinger,
Ángel Eduardo. “El método de la teología práctica en la formación teológica
superior de Latinoamérica y El Caribe. El trinomio práctica-teoría-acción
como hilo conductor de la praxis cristiana”. En Teología Práctica
Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, editado por Ángel
Eduardo Román-López Dollinger, 181-211. San José:
SEBILA, 2022. Román-López Dollinger,
Ángel Eduardo. “Teología Práctica como instrumento de cambio social. Algunas
reflexiones teóricas y metodológicas”. En Teología Práctica
Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, editado por Ángel
Eduardo Román-López Dollinger, 75-102. San José:
SEBILA, 2022. Rostow, Walt Whitman. Estrategias para
un mundo libre. Buenos Aires: Troquel, 1966. Rostow, Walt Whitman. Las etapas del
crecimiento económico: un manifiesto no comunista. 2a ed. México: Fondo
de Cultura Económica, 1963. Salgado García, Edgar. “El Seminario
Bíblico Latinoamericano en la historia de la educación a distancia en Costa
Rica”. En La educación a distancia y virtual en Costa Rica. El desafío de
incorporar tecnologías en la enseñanza universitaria, editado por Claudio
Rama y Nury Bonilla, 81-96. San José: UTN, 2017. Angel Eduardo
Román-López Dollinger, teólogo
anglicano. Es PhD en Teología de la Universität Freiburg en Suiza; Máster y Licenciado en Ciencias
Teológicas de la Universidad Bíblica Latinoamericana. Profesor de la Escuela
de Teología en el área de Teología Práctica y asesor en investigación en la
Universidad Bíblica Latinoamericana. Contacto: a.roman@ubl.ac.cr Artículo recibido: 18 de marzo del 2023. Artículo aprobado: 26 de abril del 2023. |
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[1] Estos 100
años comenzaron con la Escuela Bíblica de Capacitación para Mujeres, fundada
por la misionera Susana Strachan en 1922. En 1923 se constituyó en el Instituto
Bíblico de Costa Rica y en 1941 en el Seminario Bíblico Latinoamericano. Desde
1997 se consolidó como la Universidad Bíblica Latinoamericana, con el
respectivo reconocimiento estatal del Consejo Nacional de Enseñanza Superior
Universitaria Privada (CONESUP) de Costa Rica. Cf. Edgar Salgado García, “El Seminario
Bíblico Latinoamericano en la historia de la educación a distancia en Costa
Rica”, en La educación a distancia y virtual en Costa Rica. El desafío de
incorporar tecnologías en la enseñanza universitaria, ed. por Claudio Rama
y Nury Bonilla (San José: UTN, 2017), 81-96.
[2] Con la
expresión teología clásica de la liberación me refiero al movimiento
teológico que se formó y consolidó en Latinoamérica gracias a dos factores: 1)
el contexto sociopolítico de las décadas de 1960 y 1970, y 2) las reflexiones
teológicas que resultaron del Concilio Vaticano II, de las conferencias del
Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y de algunas conferencias y
movimientos protestantes. La referencia más conocida de este enfoque es el
libro de Gustavo
Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas (Lima: CEP, 1971).
[3] El mayor
exponente de este paradigma pedagógico liberador es Paulo Freire y algunos de
sus aportes son los siguientes: La educación como práctica de la libertad (Bogotá:
Convergencia, 1967); Pedagogía del oprimido (México: Siglo XXI, 1970); Las
iglesias, la educación y el proceso de liberación humana en la historia
(Buenos Aires: La Aurora, 1974).
[4] Cf. Ángel
Eduardo Román-López Dollinger, “Circularidad hermenéutica y transformación
social. Reflexión sobre el método de la teología latinoamericana de la liberación”,
en Símbolos, desarrollo y espiritualidades. El papel de las subjetividades
andinas en la transformación social, ed. por Ángel Eduardo Román-López
Dollinger y Heydi Tatiana Galarza Mendoza (La Paz: ISEAT, 2016), 84.
[5] Cf. Walt
Whitman Rostow, Las etapas del crecimiento económico: un manifiesto no
comunista, 2a ed. (México: Fondo de Cultura Económica, 1963); Estrategias
para un mundo libre (Buenos Aires: Troquel, 1966).
[6] Cf. Raúl
Prebisch, Dinâmica do desenvolvimento Latino-Americano (Rio de Janeiro:
Fundo de Cultura, 1964); Transformação e desenvolvimento: a grande tarefa da
América Latina (Rio de Janeiro: Fundação Getulio Vargas, Serviço de
Publicações, 1973).
[7] Cf. Helio
Jaguaribe, “La asistencia técnica extranjera y el desarrollo nacional”, en La
dominación de América Latina, ed. por José Matos Mar (Buenos Aires:
Amorrortu, 1968), 7-54; Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, “Dependencia
y desarrollo en América Latina”, en La dominación de América Latina, ed.
por José Matos Mar (Buenos Aires: Amorrortu, 1968), 143-180; Fernando Henrique
Cardoso y Francisco Correa Weffort, “Ciencias y conciencia social”, en América
Latina, dependencia y subdesarrollo, ed. por Antonio Murga Frassinetti y
Guillermo Boils, 2a ed. (San José: EDUCA, 1975), 27-54; Theotonio Dos Santos,
“La crisis de la teoría del desarrollo y las relaciones de dependencia en
América Latina”, en La dependencia político-económica de América Latina,
ed. por Helio Jaguaribe et al., 12a ed. (México: Siglo XXI, 1980),
141-187.
[8] Cf. Pierre
Furter, “De la dominación cultural al desarrollo cultural”, en De la Iglesia
y la sociedad, ed. por Rubem Alves et al. (Montevideo: Tierra
Nueva, 1968), 111-134; Julio Barreiro, “Dominación, dependencia y ‘desarrollo
solidario’”, en De la Iglesia y la sociedad, ed. por Rubem Alves et al.
(Montevideo: Tierra Nueva, 1968), 107-110; Gonzalo Castillo, “La liberación, el
nuevo nombre de la paz”, en De la Iglesia y la sociedad, ed. por Rubem
Alves et al. (Montevideo: Tierra Nueva, 1968), 112.
[9] Cf. Román-López
Dollinger, “Circularidad hermenéutica y transformación social”, 86-91.
[10] Cf. Prefacio
a la teología cristiana (México: Casa Unida de Publicaciones, 1984).
[11] Cf. José
Comblin, El poder militar en América Latina (Salamanca: Sígueme, 1975);
“La nueva práctica de la iglesia en el sistema de la seguridad nacional.
Exposición de sus principios teóricos”, en Liberación y cautiverio: debates
en torno al metodo de la teología en América Latina, ed. por Enrique Dussel
y Enrique Ruiz Maldonado (México: Encuentro Latinoamericano de Teología, 1976),
155-176.
[12] Cf. Susan
Eckstein, ed., Poder y protesta popular: movimientos sociales
latinoamericanos (México: Siglo XXI, 2001); Mónica Bruckmann y Theotonio
Dos Santos, “Los movimientos sociales en América latina: un balance histórico”,
en Seminario Internacional REG GEN: Alternativas Globalização (8 al 13 de
octubre de 2005), ed. por UNESCO (Rio de Janeiro: UNESCO, 2005).
[13] Sobre el
principio de alteridad y la irrupción de lo otro como posibilidad
transformadora, consultar las siguientes obras de Enrique D. Dussel: Introducción a
la filosofía de la liberación: ensayos preliminares y bibliografía, 5a ed.
(Bogotá: Nueva América, 1995); Para una ética de la liberación
latinoamericana, 2a ed. (Buenos Aires: Siglo XXI, 2014).
[14] Cf. Ángel
Eduardo Román-López Dollinger, “Teología Práctica como instrumento de cambio
social. Algunas reflexiones teóricas y metodológicas”, en Teología Práctica
Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, ed. por Ángel Eduardo
Román-López Dollinger (San José: SEBILA, 2022), 75-102.
[15] Para diferenciar
estas tres mediaciones del círculo hermenéutico de la filosofía es común
encontrarlas representadas por el concepto de circularidad hermenéutica.
Sobre el círculo hermenéutico, se sugiere consultar: Hans-Georg
Gadamer, Verdad y método I, 5a ed. (Salamanca: Sígueme, 1993). Sobre la circularidad
hermenéutica, consultar: Román-López Dollinger, “Circularidad hermenéutica y
transformación social”.
[16] Cf. Ángel
Eduardo Román-López Dollinger, “El método de la teología práctica en la
formación teológica superior de Latinoamérica y El Caribe. El trinomio
práctica-teoría-acción como hilo conductor de la praxis cristiana”, en Teología
Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos teóricos, ed. por Ángel
Eduardo Román-López Dollinger (San José: SEBILA, 2022), 181-211; Martin
Hoffmann, “Fuentes de la Teología Práctica: Escritura, tradición, experiencia y
praxis”, en Teología Práctica Latinoamericana y Caribeña. Fundamentos
teóricos, ed. por Ángel Eduardo Román-López Dollinger (San José: SEBILA,
2022), 105-132.