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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 36 Número
1 -
Primer Semestre 2016 - San José, Costa Rica Ecología
Política |
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La Teología de Hug Hefner pp. 93-120 PAULA SEQUEIRA ROVIRA |
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Resumen: Hugh Hefner no debe ser recordado solamente como el
editor y creador de Playboy. Tampoco Playboy debe pensarse como una revista
exclusiva de desnudos femeninos. Los efectos de ambos en nuestra cultura son
mucho más profundos y complejos. Este artículo tratará de realizar un
análisis de la producción de un personaje como Hefner y de una revista como
Playboy, los cuales han utilizado ideas de represión sexual y social para
asentarse como espacios opuestos a poderes verticales. En ese contexto,
Hefner se ha presentado como un opositor de ideas del cristianismo y la moral
sexual detrás de esta religión; sin embargo y en gran medida gracias a lo
anterior, él mismo ha sido producido como una especie de dios que más que
sufrir ha venido a dar placer. Es decir, se demostrará como la actitud de
Hefner contra la represión fue necesaria para entenderlo como es y además
para entender su carácter casi divino. Abstract:
Hugh Hefner should not be
remembered only as the editor and creator of Playboy. Nor should Playboy be thought
of only as a magazine of female nudes. In our culture, the effects of both
are much deeper and more complex. This article tries to analyze the creation
of a character such as Hefner and a magazine like Playboy, which have used
ideas of sexual and social repression to establish themselves in opposition
to vertical powers. In this context, Hefner has presented himself as someone
opposed to many ideas of Christianity and to the sexual morality behind this
religion; however, and largely thanks to this, he has been presented as a god
that has come to offer not suffering but pleasure. That is, it will be
demonstrated how Hefner’s attitude against repression was necessary to
understand him as he is and also to understand his almost divine character. Palabras claves: Cristianismo, Hugh Hefner, Sexualidad, Poder,
Playboy. Keywords: Christianity, Hugh Hefner,
Sexuality, Power, Playboy. |
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1. Introducción: El evangelio según Hef
Hugh Marston Hefner, conocido por sus amigos y seguidores simplemente
como Hef, ha sido fundamental en la producción occidental de algunos
elementos teóricos y prácticos sobre la sexualidad y el género. Su influencia
trasciende su país natal, y hace de él una figura influyente, una noticia
habitual y un modelo para miles de personas alrededor del mundo. Hefner es el
profeta que más que haberlo sido en su propia tierra, se ha convertido en uno
de carácter transnacional, transcultural, trans-genérico, trans-religioso y
trans-etario. De este empresario octogenario se han derivado una serie de
efectos que impactan nuestra forma de pensar y sentir lo erótico, la
libertad, la sensualidad, el placer, la identidad, los estilos de vida, el
éxito, las conductas, el amor y muchas otras cosas más. Hefner se ha transformado en un excelente misionero. Aunque parte de
su predicación ha estado abocada a tratar temáticas sexuales, no se ha
limitado sólo a ello. A través de la creación de Playboy, diseñó toda una
serie de componentes que validaron su figura como modelo a seguir. Las
mujeres fueron pensadas por él, y por su equipo de trabajo, como “conejitas”
y los hombres eran concebidos como playboys, una especie de lobos
feroces sin ataduras emocionales con sus presas, tal y como el mismo Hefner
lo ha ejemplificado tantas veces. Aunque se ha hablado bastante sobre sus innumerables conquistas, sus
extravagantes fiestas y su ostentosa Mansión, poco se ha analizado (al menos
en el espacio latinoamericano) sobre la relación que ha tenido con lo
religioso, con su constante divinización y con su disgusto por la moralidad
puritana cristiana, la cual detestaba y criticaba cada vez que podía. Sin
embargo, este puritanismo lo ayudó a convertirse en la persona y el mentor
que es para nuestra cultura occidental. Asimismo, el proceso de divinización
hefneriana surge no sólo de lo que otros han pensado de él, y por ende,
de las características que le han sido atribuidas, sino también de lo que él
personalmente ha manifestado sobre sí mismo, en una diversidad de ocasiones.
Como se verá más adelante, su relación con la religión cristiana ha sido
ambivalente, pues ésta fluye entre el amor y el odio, pero donde casi siempre
sus acciones terminan por validar y hasta reproducir aquello que criticaba. En el Olimpo de su Mansión, Hefner es la única deidad. Aunque su casa
ha estado, desde hace muchas décadas, plagada por una innumerable cantidad de
estrellas de Hollywood y todo tipo de personalidades públicas (Woody Allen,
Sammy Davis Jr, Clint Eastwood, Bill Cosby, Kirk Douglas o Jack Nicholson,
sólo por citar algunos nombres famosos), lo cierto es que ninguna de estas
celebridades supera la percepción de dios sexual que él mismo se ha
ayudado a construir. Una conquista tras otra, un grupo de publicaciones
periódicas, una historia convertida en noticia, una anécdota que se
transforma en cultura popular, frecuentes apariciones en la televisión,
algunos reality shows, sumado a todo lo anterior, lo convierten en la
leyenda que nadie puede superar. A diferencia de la Teogonía de
Hesíodo, en la Teogonía de Hefner, solamente hay un dios que reina sin
conflicto con los humanos. Este documento tratará de escudriñar algunos elementos religiosos y
hasta de divinización, atribuidos a este personaje mediáticamente
sobresaliente. Su conversión en deidad, responde a un modelo religioso que él
criticaba pero que acogía para sí mismo sin cuestionamiento por los réditos
que le proveía. El poder pastoral que él ha desarrollado busca llevar a buen
término a quienes desean imitarlo o a quienes quieren aprender de su
sabiduría. En todo caso, Hefner ha sido por sobre todas las cosas un
constructor de identidad. Un maestro de la subjetivación, que legitima su
poder en sus supuestas habilidades de conquista, de negocios o crítica
social. A continuación, se tratará de mostrar estos aspectos a través de un
análisis de partes de su vida recogidas en entrevistas, autobiografías y
notas periodísticas que se han hecho sobre él. 2. Ser más papista que
Hefner
Hefner ha aprendido bien el arte que predica: del que siempre está
predicando. Ni siquiera el papa es más papista que Hefner. Su vida, sus
obras, sus empresas, sus amores, sus pensamientos son la muestra fidedigna de
un compromiso que lo trasciende, que está abocado a iluminar todas las almas:
ovejas, conejitas y lobos que aún no han visto claro la
luminosidad de la verdad del sexo. Esta verdad que
Hefner ha predicado con entusiasmo, es un modelo que busca ayudar a hombres y
mujeres que desean mejorar sus vidas y salir de cierto oscurantismo sexual,
que él mismo ha atribuido al influjo religioso cristiano. Sus mensajes se
concretaron en las ediciones mensuales de Playboy, así como en toda otra
serie de textos, artículos, entrevistas o discursos que el mismo empresario
promovió desde los años cincuenta del siglo pasado. Como se verá más adelante, la figura de Hefner ha sufrido un proceso
de divinización: le han sido concedidos, parte en serio y parte en broma,
poderes que ningún otro mortal posee sobre la faz de la Tierra. Él está en
otro escalón, uno superior, uno que es muy difícil de escalar. Más alto. Casi
inalcanzable. En todo caso, poco importa si estas opiniones son dichas con
sarcasmo o con seriedad, lo importante es que ellas han ayudado a producirlo
y a validarlo como una luz en la oscuridad. Como se mencionó anteriormente, Hefner ha tenido una relación de
amor-odio con la religión cristiana. Desde los inicios de Playboy e inclusive
mucho antes, él criticaba los valores morales religiosos, que promovían la
percepción de que sexo era pecado. En una entrevista que le realizaron en la
década de 1970, mencionó: “Empecé a poner en duda mucha de la estupidez
religiosa sobre que el espíritu y el cuerpo del hombre estaban en conflicto,
con Dios preocupado principalmente con el espíritu del hombre y el Diablo
viviendo en la carne”[1].
Asimismo, varios años antes, en la década de 1960, Hefner había escrito una
serie de ensayos que él bautizaría como “La Filosofía Playboy”, donde
exponía parte de su pensamiento sobre una diversidad de temáticas:
sexualidad, democracia, religión, sexología, capitalismo, comunismo,
darwinismo, la censura, la libertad, etcétera. Estos mensajes editoriales
eran publicados en la revista Playboy y al final redactó un total de
veinticinco. Muchos de ellos, tenían presente al cristianismo y a los
cristianos como reproductores de una moral rígida en materia sexual. De hecho, desde la primera entrega de la Filosofía Playboy, Hefner
criticó a teólogos o clérigos como Harvey Cox o Roy Larson[2] por sus
posiciones hacia él. Le disgustaba por sobre todas las cosas, el puritanismo
que veía como una constante en Estados Unidos. Sin embargo, como también
reconoció, él era un producto de este puritanismo que tanto aborrecía: “La
represión puritana es realmente la clave que desbloquea el misterio de mi
vida”[3]. Aunque lo maldecía, él mismo lo utilizaba para sacar ventaja. Por
ejemplo, esto se puede notar claramente en la historia de una de las modelos amateurs
más populares de los años cincuenta de Playboy, llamada Charlaine Karalus.
Charlaine era empleada de la revista, trabajaba en el departamento de
suscripciones, y por ese entonces se hizo novia de Hefner. Cuando ella posó
para una de las ediciones mensuales, Hefner decidió cambiarle el nombre al de
Janet Pilgrim. Este nuevo bautismo no sólo fue por la asociación a una
película de esa época llamada The Shocking Miss Pilgrim, y
protagonizada por la famosa actriz Betty Grable, sino también por la
asociación con algo que Hefner detestaba: “Escogí el nombre “Janet
Pilgrim” por su asociación puritana”[4].
Hefner, que ha sido un visionario en los negocios, sabía muy bien que una
chica que pareciera y sonara mojigata (o al menos recatada), podía ser un
atractivo para decenas de hombres que deseaban poder acceder a los encantos
sexuales de alguien como ella: una hermosa y sensual empleada de oficina, que
no parecía ser tan inalcanzable como una estrella de cine o una modelo
profesional. Ella era la representación de lo que él mismo llamó la chica
de al lado (the girl next door). Hefner entendió como hacer para
descender el sueño americano a la sexualidad. En este sentido, la
lógica era la siguiente: cualquier cosa es posible en materia sexual, sólo
falta poner empeño en ello para lograrlo. No importaba cuan poco atractivo o
agraciado fuera el chico que soñaba con tenerla en su cama, el puritanismo
era nuevamente la clave que desbloqueaba el erotismo de tantos varones
angustiados en su intento de acceder a ellas: conejitas ardientes y
libidinosas. Esta relación ambivalente entre la imagen que promulgaba detestar pero
de la que nunca se alejaba, también se puede ver reflejada con su relación
hacia los clérigos cristianos. Desde que Hefner asistía a los campus
universitarios y demás foros en Estados Unidos para comentar y defender su Filosofía
Playboy, sus contrincantes eran generalmente pastores, sacerdotes,
teólogos y demás personajes cristianos que buscaban debatirse unos contra
otros, para comprobar cuál era la mejor forma de acercarse la sexualidad: si
a través de la castidad o de la “libertad” que el empresario prometía.
Estas discusiones tenían un público numeroso que deseaban verlo argumentar
acaloradamente sobre aspectos sexuales. Hefner, que era un ministro y un
misionero[5] de una
religión secularizada, tuvo muchas de estas disputas enardecidas durante la
década de los años sesenta. Sin embargo, aunque unas y las otras posiciones
probablemente nunca llegarían a acuerdos sobre estos temas, Hefner buscaba
acercar a las autoridades cristianas a través de su publicación. Como bien
relató la revista Time[6], el
empresario-misionero ofrecía a los clérigos un 25% de descuento en la
subscripción de Playboy, logrando que posteriormente otros grupos como los
seminaristas le solicitaran un descuento parecido. Todo parecía indicar que Hefner era un pastor
sin rencores, que no claudicaba ante la más mínima o insistente provocación[7].
Él deseaba que todos se le acercaran. No importa cuánto lo maldijeran, lo
repudiaran o lo detestaran. Ciertamente, él no vino al mundo a traer
separación. Su misión era crear unión. Así lo demuestra una carta reproducida
en la revista Playboy del año 1957, llamada
“Sacerdote Playboy” donde el religioso comenta como él mismo
había predicado la Filosofía Playboy, al darse cuenta que “la verdadera
ética y la moral cristiana no son incompatibles con la filosofía de Hefner”
pues, muchos clérigos viven “más como playboys que como ascetas”[8]. Tal y como se le ha señalado, Hefner pasó de criticar el moralismo
religioso presente en la sociedad norteamericana a promover el hedonismo
perpetuo del individuo: “…“Playboy vino y ofreció un conjunto nuevo de
valores éticos para una sociedad urbana” El mensaje editorial de la revista
era sucinto “Disfrútese a usted mismo””[9].
Es decir, aunque Hefner criticaba un cierto mensaje religioso por
considerarlo severo y desapegado de los placeres carnales, su perspectiva
también ayudó a construir una moralidad con un mensaje que parecía ser su
reverso. De hecho, la revista Time lo catalogó como “un profeta del
hedonismo pop”[10]. La visión de que Hefner había construido una nueva religión era una
crítica que le hacían al empresario desde los años sesenta: De hecho, algunos tradicionalistas afirmaban
que Hefner había intentado crear un “substituto para
la religión” para su audiencia joven y urbana: Playboy servía como su Biblia,
el logo del conejito como su símbolo sagrado, los Clubs Playboy como sus
“templos sagrados” y las Conejitas como “sacerdotisas”.[11]
En esta misma línea, otro que ofreció un reproche fuerte a Hefner fue
el psicólogo estadounidense Rollo May. Desde finales de la década de 1960,
May señalaba que Hefner era un impulsor de un “nuevo puritanismo”[12], con
múltiples asociaciones a referencias religiosas al cristianismo: “Y uno no
puede dejar de preguntarse: ¿Por qué todas estas justificaciones religiosas y
por qué esta gente no puede gozar de su liberación?”[13]. Todas estas situaciones ayudaron a que el ojo mediático de Estados
Unidos y del mundo, empezaron a posar su mirada en este misionero
multimillonario. Dados estos acontecimientos, los más recalcitrantes pastores
conservadores evangélicos veían en su figura un problema: un hombre con una
vida lujuriosa que era un modelo para millones de personas y que por tanto,
ponía al placer y al hedonismo como valores cardinales. Pero Hefner era más
que un problema. Del mismo modo como estos grupos lo veían como un líder
negativo, también lo percibía como un modelo que deseaban imitar, como un
hombre que si enfocaba bien sus energías, podía convertirse en un excelente
ministro cristiano. Al menos en cierto sentido, deseaban ser como Hefner. A
mediados de la década de 1980, el famoso pastor conservador Jerry Falwell,
manifestaba su posición con relación a esto: ““¿No sería maravilloso” dijo,
“si Hugh Hefner se salvara y cerrara las Empresas Playboy y se convirtiera en
un vocero para Jesucristo? Él podría ser otro Saúl”[14].
Las habilidades de Hefner, no sólo eran un atractivo para las mujeres que
deseaban transformarse en conejitas, o en los hombres que deseaban ser
lobos, sino también en los ministros que anhelaban, en cierto sentido,
hefnerizarse. Los evangélicos más carismáticos lo querían de su lado,
aconsejando a las personas descarriadas. Convirtiendo a las conejitas
y a los lobos, en dóciles (pero lujuriosas) ovejas para el
reino de Dios. Como veremos en las reflexiones siguientes, sus habilidades lo han
acercado como nadie a la divinización, a la posibilidad de estar en el
perpetuo paraíso. Sin embargo, el problema que estos y otros sectores
críticos a él probablemente observaban, es que Hefner ya había construido
este paraíso y esa divinización desde hacía mucho tiempo. A continuación se
mostrarán algunas características que ayudaron a reforzar esta imagen. 3. Hefner se convierte en dios
Convertir a Hefner en dios, ha sido un proceso largo y al mismo tiempo
corto. Él no siempre fue el hombre admirado y deseado por miles de hombres y
mujeres alrededor del mundo[15]. De
hecho es bastante conocido que a pesar de su publicitada galantería, es más
bien un hombre callado e introvertido, que disfruta de estar en su casa
comiendo pollo frito y tomando Pepsi-Cola[16].
Por tal motivo, su deificación ha sido una transformación que necesita
siempre reactualizarse. Este constante proceso de reajuste ha sido tan
intenso, que permite que su título de divinidad sea reconocido en cualquier
estado: enfermo, casado, con hijos, con problemas de erección e inclusive,
dicha condición (su endiosamiento) probablemente sobrevivirá a su muerte
física. Como cualquier estudioso de la divinidad debe saber, toda deidad posee
una serie de características que orbitan a su alrededor y que lo convierten
en ese ser supremo. La divinización que ha experimentado un personaje como el
de Hugh M. Hefner, por su parte, también ha provocado la producción de una
serie de características específicas con respecto a él. Las siguientes son
una muestra inacabada de esto. Exponen la complejidad de este aspecto y
también manifiestan cómo han sido promovidas por él, así como por otras
personas. No pretenden ser exhaustivas, más bien intentan revelar parte del
desarrollo de su deificación. 1.
Clasificador de los
periodos. Las deidades marcan los tiempos,
resinifican las épocas, dan nuevos nombres a las fases de la humanidad,
singularizan los ciclos. Curiosamente, sobre un hombre como Hefner existe una
idea parecida. En su caso, esto se puede deber al menos a dos hechos.
Primero, Playboy con Hefner a la cabeza, conscientemente o no, ayudó en las
luchas por la revolución sexual que se gestaron en Estados Unidos y en la
creación de las ideas alrededor de la igualdad sexual de las mujeres, del
derecho al aborto o la defensa por los derechos civiles de las personas
afrodescendientes. Desde 1953, ya sea través de sus múltiples apariciones, su
famosa Filosofía Playboy, o simplemente las publicaciones mensuales de la
revista, Hefner empezó a poner en el tapete de discusión toda una serie de
temáticas controversiales, que ayudaron a provocar cambios profundos a partir
de entonces. Es decir, su perspectiva sobre la vida, el amor, la sexualidad,
la masculinidad o la feminidad facilitaron transformaciones que poco a poco
se gestaban en la cultura occidental norteamericana y que posteriormente
serían exportadas a otras regiones. Su influencia sobre la cultura sexual
generalmente es reconocida por sus fans o por quienes han investigado sobre
su vida. Su biógrafo ha dicho: “Parcialmente a propósito, pero ampliamente
por accidente, él ayudó a establecer el escenario para una revolución en las
actitudes sobre las mujeres.”[17].
Pero también, otra división del tiempo que se acerca más al proceso de
divinización de este personaje se recoge en un artículo divulgado sobre el
empresario en la década de 1970. En la publicación de la revista Rolling
Stones, el periodista narra que acude a la Mansión para hacer un
reportaje al multimillonario pornógrafo y como Hefner tarda en aparecer, se
entretiene hablando con uno de sus amigos, el cual lo increpa con la
siguiente pregunta ““¿Qué hacía usted A.H. (en inglés B.H.)?” El
periodista intrigado responde “¿A.H.?,” Pausa. “Oh, ¿usted quiere decir
Antes de Hefner, cierto?...””[18].
Esta división de periodos que recuerdan los créditos históricos de Cristo,
muestra cómo la figura de Hefner ha sido percibida de forma poderosa como un
parte-aguas de nuestra cultura. Obviamente, estas son cualidades que pocos
humanos podrían tener. 2.
Controlador del tiempo
y el espacio. Una deidad no depende del tiempo, de los
astros o de los momentos cíclicos que se consideran naturales. Por esta misma
razón ese tiempo (las estaciones, los periodos, los cambios horarios
producidos por el Sol, etc.), no lo afectarán. El Creador de Playboy,
encontró la forma para no depender de los horarios que se rigen a través del tictac
de un reloj, tal y como le sucede a casi cualquier otro mortal, que aunque no
posea una máquina que dé la hora, si depende de las guías del día o de la
noche para hacer una serie de tareas cotidianas. En una entrevista que le
realizaron a Hefner, cuando se cumplían 20 años de la creación de Playboy, él
comentó: “Los detalles de los regímenes diarios de la mayoría de las
personas son dictados por el reloj. Ellos comen el desayuno, el almuerzo y la
cena al tiempo generalmente prescrito por la costumbre social. Ellos trabajan
durante el día y duermen en la noche. Pero en la Mansión es, verdaderamente
literal, el tiempo del día que usted quiere que sea”.[19]. “Ellos” (los humanos) y él (el dios
Hefner) tienen diferencias tajantes, tal y como lo trata de mostrar en la
entrevista. Solamente si ellos ingresaran a su Mansión, podrían
beneficiarse de esta no regulación espacio-temporal. A este respecto y como
es ampliamente conocido, la cocina de su casa estaba abierta las 24 horas de
día, el descanso que se supone nocturno se podía hacer cuando fuera
necesario, el desayuno podía ser consumido al anochecer. De tal manera,
Hefner había logrado, desde hace muchos años, tener ciclos de vida que eran
creados por él: no por el Sol, no por la Luna, no por las estaciones, no por
los despertadores, no por nadie más que él. Su Mansión, las personas en ella,
quienes deseaban entrevistarlo, sus esposas, sus novias, sus hijos, sus
amigos, orbitaban a su alrededor y no al revés, tal y como la Tierra orbita
alrededor del Sol y depende de él. Su vida rompió la tiranía de este “infierno
florido”, que los poetas han retratado con ironía en sus escritos.[20] 3.
Veneración sexual. Hefner es considerado un atleta sexual, un modelo a seguir, un
incansable amante digno de una maratón sexual. Se ha acostado con miles de
mujeres, y a pesar de que pasa de los ochenta años, muchas desean convertirse
en parte de su colección de novias. Aunque siempre ha tenido parejas
simultáneas, han habido momentos donde se ha mediatizado su relación de
convivencia en su Mansión con una cantidad de novias que van desde las tres
hasta las siete. Hechos que han sido muy publicitados no sólo por el reality
show llamado The Girls Next Door, sino también por sus constantes
apariciones con siete novias, posterior a la ruptura con su segunda esposa.
Todo esto ha ayudado a construir una leyenda que legitima sus habilidades
sexuales. Si bien se dice que la práctica hace al maestro, en su caso, la
práctica hace al dios. Tal y como fue expresado en un documento, Hefner es
considerado no sólo un “dios sexual” sino “el dios sexual”[21]. La veneración hacia su capacidad sexual no sólo viene de él o de
algunas de sus novias, sino también de la cultura popular, que lo aclama como
todo un ejemplo a seguir. Tanto es así que Marston, uno de sus hijos más
jóvenes, en una entrevista reveló lo que sucede cuando las personas se dan
cuenta que él es hijo del señor Hefner. Marston, molesto por una reacción de
sorpresa que pareciera ser muy común relata: “Las personas
se dan cuenta y son como <Oh, mi Dios, Hugh Hefner es tu padre. Usted es
un dios> Y yo soy como, Está bien, soy un dios. Yeah. Soy un dios”[22].
Pareciera que en su caso, la cualidad de dios sexual es una que, podría ser
transmitida por genética. Sin embargo, a quien realmente le interesa
consolidar esta visión es al Padre. Y él lo sabe perfectamente: “…todas
estas mujeres jóvenes han crecido viendo a sus padres, hermanos, y novios
todos identificándose conmigo en esta forma tan dramática. Las mujeres
jóvenes en este periodo post-políticamente correcto, postfeminista, sin los
otros conflictos y obsesiones que había en los 80s y 70s, ahora me ven en una
forma completamente diferente. Las mujeres han abrazado al conejo”[23]. 4.
Carácter evasivo. Un dios tiene la capacidad de estar solamente en los lugares y con
los seres que desee. El Dios del Antiguo Testamento, por ejemplo, tenía la
cualidad de ser esquivo y no siempre presentarse ante quien lo llamaba.
Aunque Hefner está en la boca de muchas personas, cuando alguien va a su
Mansión a visitarle, esto no es garantía de que se lo pueda encontrar. Como
es de conocimiento común, en las últimas décadas, Hefner ha salido
relativamente poco de su casa. Ha sido un hombre extremadamente casero: sin
depender siquiera, como ya se explicó, del reloj o de ropas propias del
trabajo. Ha hecho de su casa, un paraíso terrenal. Aunque ha ofrecido
innumerables fiestas y todos esperaban verlo, era común que Hefner no se
presentara. Por esta misma razón, es que a él le ha gustado compararse con el
personaje principal de la famosa obra de Scott Fitzgerald “El Gran Gatsby”.
Todos deseaban verlo, pero él no se dejaba ver. Aunque ofrecía fiestas, con
la mejor comida del mundo, Hefner no necesariamente salía de sus
habitaciones. Él ha sido una aguja en un pajar en sus propias recepciones. Al
parecer, quienes deseaban verlo debían ser pacientes, extremadamente
pacientes: “Hay historias de personas esperando días, semanas.”[24].
Hefner siempre está en su mansión, pero no emerge ni siquiera cuando se lo
invoca, sino solamente cuando él lo desea. 5.
Trascendencia de la
muerte. ¿Puede morir un dios? Solamente si esta
muerte lo convierte en algo mucho mejor y más purificado. A diferencia de los
relatos del cristianismo, donde Jesús muere y resucita, los relatos sobre
Hefner hablan de cómo esta condición no es algo que lo impacte. Shel
Silverstein, caricaturista y amigo de Hef, escribió una historia que lo
prueba: un día, la Muerte busca a Hefner para llevárselo. Por tal razón, va a
la Mansión y de forma educada, toca a la puerta. Aunque es recibido por el
mayordomo, éste le pide que espere. Obviamente, la espera se prolonga, pues
Hefner siempre tiene otras cosas más importantes que hacer. Silverstein
termina su cuento relatando que gracias al largo retraso, la Muerte se ve
tentada por el estilo de vida de la Mansión y decide quedarse a vivir en
ella: disfrutando, comiendo, descansando. Sólo un dios como Hefner tiene
habilidades para hacer que la Muerte se retire de su profesión. La moraleja
con la que termina el cuento es: “El mundo de Hugh M.
Hefner puede seducir incluso a la Muerte. Porque su mundo es todo sobre
Vida.”[25]. Con esto, el empresario inclusive supera la idea relatada en la
Biblia con relación a Cristo, la muerte y resurrección luego de tres días. En
su relato, Hefner ni siquiera tuvo que pasar por este trance. De hecho, el proceso
fue inverso: fue la Muerte quien se convirtió en un playboy. 6.
Justicia infinita. Si Dios es amor, Hefner lo es aún más. No sólo porque se ha dado en
forma carnal a cientos de mujeres, sino también porque desde su revista,
trató siempre de brindar equidad social a quienes necesitaron de él. Desde
esta perspectiva, Hefner no ha sido un dios tan vanidoso como para olvidarse
de los demás. Es por ello que él se siente un misionero: porque ha predicado
no sólo a través de sus palabras sino también a través de sus acciones.
Hefner pudo explicar parte de su evangelio a través de su revista y al mismo
tiempo, ayudar al que estaba menos favorecido que él. Con sus acciones y con
sus publicaciones, Hefner creía que podía socorrer al desamparado, al
hambriento y al necesitado. Esto se materializó de forma concreta con la
creación, a mediados de los sesentas, de la Fundación Playboy, la cual
buscaba ayudar a las personas en casos de criminalización sexual, por el
derecho al aborto, por la investigación en materia de VIH-SIDA o hasta
peleando por los derechos civiles de personas afrodescendientes. La Fundación
“se convirtió en el brazo armado de la Filosofía Playboy”[26].
Asimismo, desde su revista Hefner criticaba activamente la moralidad sexual,
los armamentos nucleares, el desmantelamiento del estado de bienestar y la no
legalización de la mariguana. Tan importantes han sido percibidas las
asistencias humanitarias de Hefner que inclusive, en un reportaje de los años
sesentas, la Revista Time las catalogó con el nombre de referencia
cristiana de “cruzadas”[27].
Esto ha ayudado a validarlo como un personaje histórico que será recordado
también por su carácter de activista y revolucionario. 7.
Constante
revitalización. Hefner es pensado, principalmente como un
hombre joven, vigoroso, energético. No importa que hoy tenga más de 80 años:
juventud y vigor, son dos conceptos que se asocian a él. Sin embargo, esto no
sólo tiene que ver con las ideas que existen en relación a su supuesta
capacidad de maratónica vida sexual. Más aun, en Hefner se ha producido una
constante revitalización de su cuerpo. En documentos escritos o visuales
relativamente recientes que se hacen sobre él, se reiteran fotografías en la
portada que lo representan como un hombre joven. Una que es usual que aparezca
es aquella imagen donde Hefner se muestra como un hombre jovial, vestido con
traje y corbata, fumando una pipa, y mirando fijamente a la cámara. Aunque
esta imagen fue tomada en 1969, se utiliza para adornar el frente del libro
de Steven Watts (publicado en el 2008), o del documento “Hef’s Little
black book” del 2004 y reeditado en el 2012. Otra imagen de un Hefner
juvenil que fuma pipa y que se encuentra delante de su avión privado, aparece
en los documentales “Hugh Hefner. Playboy, Activist
and Rebel” (2010) o “Hugh Hefner. The Founder and Editor of Playboy”
(2012). La imagen de Hefner que parece interesar es
aquella donde él tenía alrededor de 40 años: es decir, tiempo donde él ya era
todo un playboy, dentro y fuera de los Estados Unidos. Para esta época,
él era promocionado como un multimillonario excéntrico, galante, saludable y
con una vida sexualmente muy activa. Inclusive, en las carátulas de la
primera y segunda temporada del reality show titulado The Girls
Next Door (2006 y 2007), donde aparece junto a sus tres novias, Hefner
emerge con una imagen que claramente ha sido retocada por algún programa de
computación para que parezca mucho más joven de lo que es. 8.
Sabiduría. Otra de las características que define la divinización que ha tenido
lugar en la personificación que Hefner tiene que ver con su supuesto
conocimiento erudito a través de la experiencia. Hefner es el maestro, de
quien hay que aprender, el hombre donde se encuentra la gnosis. Él es
el modelo, el Padre que aconseja a sus hijos angustiados. Esto se
reactualiza de mucha maneras. Sin embargo esto se plasma elocuentemente en
una caricatura que apareció en la revista Playboy en 1970. El dibujo muestra
a un hombre que sube a lo más alto de una montaña, buscando a un gurú para
que le proporcione el consejo que lo llenará de conocimientos supremos. El
sabio, un anciano de larga cabellera, vestido de blanco y con barba y bigote,
le comenta con toda serenidad la lección que se supone cambiará su vida: “En
un lugar llamado Chicago… hay un hombre que vive en una mansión llena de
mujeres hermosas y viste pijamas todo el tiempo. Siéntate a sus pies y
aprende de él, pues él ha encontrado el secreto de la verdadera felicidad”[28]. Hefner es el Camino, la Verdad y la Vida. Sus consejos están
llenos de erudición a través de la práctica y el compromiso personal.
Asimismo, esta identificación del empresario como un maestro, también se
puede encontrar en una serie de videos que se titularon “Pregúntele
a Hef cualquier cosa” (“Ask Hef Anything”), donde
las personas lo interrogan, tratando de obtener de él conocimientos sobre una
diversidad de temas, que no solamente incluían aspectos sexuales, sino
también de política, de erotismo, de su vida privada, de cine, etc. Hefner tiene la ventaja de ser un dios humano. Es decir, es un dios
que está más cerca de cualquier persona, más que cualquier otra deidad
antropomórfica que estuviera en el Olimpo, en el Cielo, o en cualquier otro
lugar extra-terrestre. Hefner ha pasado por situaciones parecidas a las que
enfrentan los individuos. Ha sufrido, ha amado, ha llorado, ha tenido hambre,
frío, calor y sueño, se ha enfermado. Estas características claramente lo
acercan a la segunda persona de la Trinidad cristiana. También sobre esto hay
varias cosas que se deben decir. 4. Hefner y su relación
con Cristo
Hefner no es el pastor que sólo escucha las confesiones de sus ovejas
y da consejos prácticos, sino que él también es quien experimenta en su
cuerpo las recomendaciones que ofrece a las personas[29].
Él es el pastor que vuelve el modelo a seguir en una experiencia viva. “Este
es mi cuerpo” parece decir Hefner a través de sus acciones, “Esta es
mi carne”, podría señalar en tono de reafirmación. Es importante tener
presente que, el pastorado que practica no lleva al Reino de los Cielos,
sino al Reino de la Tierra. Como señaló hace varias décadas: “Cada
uno debería tener el derecho de ir al cielo o al infierno en su propia manera”[30]. Es en
el mundo, en la experiencia concreta de lo corporal, donde se encuentra la
salvación que él desea que veamos. En su caso, no es precisamente el sufrimiento lo que lo vincula a las
personas. Un pastor como Hefner diría que para salvarse no hay que azotarse,
a menos que estos azotes se conviertan en parte de un juego placentero. En
Hefner, la crucifixión no sería nunca parte de su enseñanza. Tampoco era esta
una forma de llegar a sus seguidores. En su caso, entre más dicha, gozo,
placer, amor, orgasmos o diversión vivida, más iba a ser un ejemplo para las
personas. En contraposición a las ideas de relacionar a Dios como una figura
castigadora y colérica, él dijo sobre la religión: “Tengo una filosofía
propia mucho mejor –una búsqueda altruista de felicidad en la tierra… No
estándares absolutos –mejor, juzgar cada acto medido en términos de la
cantidad de felicidad o infelicidad que le traería a las personas”[31]. Como se ha dicho anteriormente, es interesante notar que a pesar de la
crítica constante con la religión cristiana, Hefner no ha podido ni ha
querido desentenderse de ella. Es como si él deseara seguir unido a ella.
Existen varias referencias a Cristo en la vida de este empresario. En una
anécdota de los años noventa, en un programa de televisión, ocurrió lo
siguiente: El año pasado, en uno de los momentos de Bryant
Gumbel menos brillantes, el anfitrión del Today Show, le preguntó a Hefner
con cuál personaje histórico le gustaría cenar. Luego de ver a Gumbel como si
estuviera enojado, Hefner replicó “Ciertamente me gustaría hablar con Cristo.
Nuestros valores son probablemente similares. Él perdonó a las putas.”[32] Para Hefner, Cristo es un referente importante. A pesar de su crítica
constante cuando valoraba al “cristianismo como el coco (bogeyman) en la
evolución de los códigos morales embrutecedores de la civilización Occidental.”[33], Hefner
no ha podido despegarse de sus referentes o de sus modelos. En otro ejemplo,
cuando en 1974, Playboy cumplía 20 años, la revista decidió que la sección de
entrevistas titulada Playboy Interview, se le hiciera a su fundador.
La creación preguntaba a su Creador, por una aseveración que
había realizado anteriormente la Revista Time sobre su preocupación
por su papel en la historia, la cual había sido catalogada como “monumental”.
Basado en esto, el periodista le cuestionó cómo creía que sería recordado.
Probablemente con cierto sarcasmo pero que también revelaba su constante
interés por la religión cristiana, Hefner respondió “De hecho, yo pienso
que yo clasificaría de segundo sólo después de Jesucristo.”[34].
Prueba de que su respuesta no era sólo una broma de celebración de dos
décadas de éxito editorial, más adelante en la entrevista, él diría: “Bueno,
si no hubiéramos tenido a los hermanos Wright, seguirían habiendo aviones, si
no hubiera estado Edison, habrían luces eléctricas. Y si no hubiera habido
Hugh Hefner, tendríamos sexo. Pero tal vez no lo estuviéramos disfrutando
tanto. Así que el mundo sería un poco más pobre.”[35].
Aunque una vez más se puede ver el interés del empresario en el disfrute y no
el sufrimiento, lo que Hefner trataba de aclarar era que él era un Creador
o Inventor (por los ejemplos que utiliza), no sólo de una revista,
sino sobre todo de algo que impactaría a quienes pudieran comprarla o no, a
quienes vivieran en Estados Unidos o no: el disfrute sexual actual. De esta manera, en todo momento en que las personas disfrutaran del
sexo, se estarían convirtiendo un poco en él. Curiosamente, esta búsqueda de
mimetismo también sería asociado a la figura de Cristo. Como se dijo en una
de las ediciones de la revista “Jesús era un playboy, puesto que amaba a
María Magdalena, apreciaba la buena comida, le gustaba ir bien acicalado y
castigaba a los fariseos”[36]. La hefnerización
de Cristo es sólo en paso lógico en una mentalidad donde una religión
busca sobreponerse a otra, donde una figura divinizada busca obtener su
modelo de otras figuras anteriormente sufrieron este proceso. 5. Conclusión
El proceso que ha convertido a Hefner en una figura divinizada y
adversa a la represión sólo ha hecho esconder que él mismo necesita de esta
represión para poder ser quien es. En su caso: sin ideas sobre represión no
existe la invención del Hefner todopoderoso. Él se ha alimentado y se ha
engrandecido gracias a estas nociones de poderes negativos. Curiosamente, esto lo ha acercado a
posiciones feministas y defensoras de los derechos humanos quienes también se
han opuesto prioritariamente a todo tipo de coerción humana. En todo caso, la
represión, el puritanismo o la moral sexual más que elementos externos a
Hefner son parte constitutiva del hombre que ayudó a hacer una taxonomía
animalesca para clasificar sobre todo a mujeres jóvenes y hermosas. Esta
taxonomía no sólo impactó al grupo femenino que concibió como conejitas,
sino también a quienes se relacionaban románticamente con ellas, es decir,
los playboys que actuaban como lobos agradables en proceso de
cacería y que no necesitan pertenecer a un grupo etario determinado o tener
un atractivo físico particular. En el documental del 2010 llamado Hugh Hefner. Playboy, Activist
and Rebel, las palabras de Gene Simmons inauguran el material
audiovisual. Sobre el editor, el músico dijo: “Muéstreme cualquier hombre,
de cualquier edad, en cualquier parte del mundo, en cualquier tiempo de la
historia, hoy o mañana, que no quisiera dar su testículo derecho para ser
Hugh Hefner: a los 20, a los 50, a los 80, viviendo el estilo de vida que
vive, con mujeres hermosas que lo adoran, feliz más allá de lo que cualquier
humano tiene el derecho a ser feliz”. Reflexionemos en ello un momento:
¿De cualquier hombre?, ¿de cualquier edad?, ¿de cualquier parte del mundo?, y
más incomprensible aun ¿de cualquier tiempo de la historia? Ciertamente,
Hefner se ha convertido, al menos para un sector de la sociedad, un dios de
carne y hueso que trasciende épocas y tiempos. Con poderes asombrosos y con
habilidades anheladas, las cuales han tratado de ser brevemente descritas
aquí. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿Puede ser Hefner tan poderoso sin sus
cualidades divinizadas? Por supuesto que no. ¿Es necesario volver a
humanizarlo para conocer los procesos que lo llevaron a ser quien dice ser y
a reconocernos a nosotros como parte de este desarrollo? Por supuesto que sí.
Para poder hacer bien esta tarea, no bastaría solamente con
secularizar a este hombre de origen estadounidense. También habría que
aprender a lograr este mismo cuestionamiento en otros aspectos más amplios,
pero que se intersecan unos con otros. Por ejemplo, diariamente el género, el
sexo, la sexualidad, el patriarcado o el orgasmo se divinizan hasta cierto
punto. Es decir, se ha hecho de ellos conceptos ahistóricos, universales,
escencializados, omnipresentes, omniscientes. Tal y como ha sucedido con
Hefner, estos aspectos son percibidos con muchísima frecuencia como hechos
dados per se. Nuestra tarea consistiría en darles a todos ellos, un
carácter contingente y contextualizado. Y más importante aún: examinar si
debemos seguir utilizándolos en las reflexiones que produzcamos. En el caso de Hugh Hefner, él un ejemplo tan maravilloso de deidad
porque precisamente representa una figura inalcanzable para cualquier mortal.
Nadie nunca podrá parecerse a él. Ni siquiera él es tan sorprendente como la
idea que se ha creado acerca de sí mismo. Esta es la ilusión de la que
hablaba Rollo May, a finales de los años sesenta. Por eso cuando muchas de
sus conejitas o novias hablan de Hefner, lo que muestran es a un hombre
celoso, posesivo, maniático, obsesivo, que le gusta estar encerrado en sus
habitaciones sin que nadie nunca lo encuentra, tomando Pepsi dietética y
comiendo pollo frito. Una imagen muy diferente al playboy juvenil y atlético
que se ha sido vendido en la revista a millones de hombres y mujeres
alrededor del mundo y que lo muestran a él como la encarnación de esto.
Aunque cada cierto tiempo alguna de las sus ex parejas terminan hablando de
él en términos negativos (el caso más reciente se puede encontrar en Madison, 2015), esto poco sirve para afectar su estatus fuertemente
divinizado. La deidad que se ha creado lo supera por mucho. Es
una imagen que ya nadie puede igualar, ni siquiera para su desgracia, el
mismo Hefner. La ilusión que este empresario/pornógrafo/misionero ha creado, hace
que se lo perciba como un ser que es todo materialidad. Él es una deidad que
se toca, que se siente, que se huele, que ha producido placer. Entre los
misterios dolorosos, gozos y gloriosos, Hefner se quedaría con los dos
últimos. Son los que ha predicado conscientemente por más de sesenta años.
Las vivencias y experiencias de Hefner, han hecho que su cuerpo sí importe,
que éste nunca se convierta en abyecto[37].
Su boca, su cara, sus manos, son presentadas como modelos de vida. Por
ejemplo, en una publicación se señalaba “Se ha dicho que las yemas de sus
dedos debería un día ser consagradas al Smithsoniano.”[38]. Sin embargo, Hefner es el dios que trasciende las iglesias
y museos. Su legado está en todas partes. Somos prueba de ello. Al final del este trabajo la pregunta que se sugiere parece llevar por
la siguiente senda: ¿Es diferente usar en el automóvil o en el cuello un símbolo
de pez o uno de conejo? ¿El cambio de animal altera el
producto? Por décadas se les ha presentado a las personas los modelos
cristianos de María o Jesús, para guiar feminidades, masculinidades o
sexualidades. Estos patrones son casi imposibles de seguir en una vida:
castidad, obediencia, sumisión, virginidad y maternidad (al mismo tiempo),
perdón, recato, dulzura, pureza, inocencia, etc. Hoy, sin embargo, el modelo
remozado y modernizado no proviene ni se deriva de los patrones de Galilea,
sino en buena medida, de las enseñanzas que se han producido por décadas en
Chicago. Mientras que en la actualidad, el primer esquema puede parecer
obsoleto y desactualizado, el segundo, uno más benigno y placentero, está más
vivo que nunca. Bibliografía
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Jeff. “Hugh Hefner: The advocate interview” The Advocate, Liberation
Publications Inc., (1994, march 8), 38-49. v v v Paula Sequeira es costarricense.
Licenciada en Sociología, Máster en Estudios de la Mujer. Profesora e
investigadora del Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad
Nacional, Heredia, Costa Rica. paulasr30@yahoo.com Recibido: 24 de enero de
2016 Aprobado: 13 abril de 2016 |
|
[1] Playboy. “PLAYBOY INTERVIEW: Hugh M. Hefner. A candid
conversation with playboy's editor-publisher on our 20th anniversary”,
Playboy, (1974, January), 65.
[2] Hugh Hefner. “The Playboy Philosophy 1.” en The
Playboy Philosophy. Part I, Installments 1-7. U.S.A: HMH Publishing Co,
1963.
[3] Steven Watts, Mr. Playboy. Hugh Hefner and the American
Dream. (New Jersey: John Wiley and Sons, Inc., 2008), 11.
[4] Hugh Hefner. Hugh Hefner's PLAYBOY: Volume
2, 1955-1959. Taschen, 2013, 12.
[5]
El mismo Hefner, se ha percibido a sí mismo como un misionero. Esta relación se
hizo evidente en una conversación con Grace, su madre, quien le señalaría lo
feliz que se hubiera sentido si él hubiese escogido ser un misionero. A este
comentario, Hefner la corrige señalándole como ya su profesión lo había llevado
a ser lo que su madre deseaba.
[6] Time. “Think clean” Time Magazine, (1967,
march 3): 76-82.
[7]
Hefner es el reflejo perfecto del poder pastoral. Con raíces cristianas, este
tipo de poder ayuda a explicar los procesos gubernamentales actuales. El pastor
es un ser que desea la salvación de todas las ovejas, que busca el bien para
ellas. El poder pastoral más que reprimir busca la producir: subjetividades,
deseos, intereses, individuos, felicidad.
[8]
Citado en Rollo May. Amor y voluntad. Contra la violencia y la apatía en la
sociedad actual, (Barcelona: Editorial Gedisa, 2011), 55.
[9] Steven Watts. Mr. Playboy. Hugh Hefner and the
American Dream, 125.
[10] Time. “Think clean” Time Magazine.
[11] Steven Watts. Mr. Playboy. Hugh Hefner and the
American Dream, 183.
[12]
Rollo May. Amor y voluntad. Contra la violencia y la apatía en la sociedad
actual, 56.
[13] Ibíd, 55.
[14] Steven Watts. Mr. Playboy. Hugh Hefner and the
American Dream, 369.
[15]
En una reciente autobiografía, una de sus ex novias, ha relatado cuán excitadas
se sienten las personas al verlo: “Cuando Hef finalmente salió
del coche, la multitud se volvió loca. La gente gritaba
su nombre y se empujaba entre sí para
tener una mejor vista. Él levantó
una mano para saludar a la multitud como si fuera
una especie de dignatario” ver Madison.
[16] Steven Watts. Mr. Playboy. Hugh Hefner and the
American Dream.
[17] Ibíd, 230.
[18] Anthony Haden-Guest. “The Pubic Hair Papers. Bunny
Redux. Twenty Years with Playboy's Philosopher King Whose Gold Turned
Everything to Touch,” Rolling Stone Magazine, 150, (1973): 66.
[19] Playboy. “PLAYBOY INTERVIEW: Hugh M. Hefner. A candid
conversation with playboy's editor-publisher on our 20th anniversary”,
74.
[20]
Julio Cortázar había escrito de forma tajante: “Piensa en esto: cuando te
regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas,
un calabozo de aire... Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo
saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es
tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un
bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle
cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un
reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de
las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan
el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se
rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las
otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No
te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños
del reloj.” Ver Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas,
(México: Punto de Lectura, 2005), 27-28.
[21] Hugh Hefner and Bill Zehme. Hef's Little Black Book, (New York:HarperCollins
Publishers, 2012), 147.
[22] Steven Kurutz. “Next to skin” GQ Magazine,
(2008, June), 98.
[23] Vanity Fair. “Hugh Hefner’s Roaring 70s” Vanity
Fair, (2001, march): 282.
[24] Anthony Haden-Guest. “The Pubic Hair Papers. Bunny
Redux. Twenty Years with Playboy's Philosopher King Whose Gold Turned
Everything to Touch”. Rolling Stone Magazine, 64.
[25] Hugh Hefner and Bill Zehme. Hef's Little Black Book, 181.
[26] Steven Watts. Mr. Playboy. Hugh Hefner and the
American Dream, 180.
[27] Time. “Think clean” Time Magazine, 78.
[28] Rust Hills. “Esquire Interview: Hugh M. Hefner a
candid conversation with playboys publisher, philosopher, and philanthropist” Esquire.
The Magazine for Men. LXXIV(6), (1970, December): 142; y Hugh
Hefner and Bill Zehme. Hef's
Little Black Book, 53.
[29]
El acto de ofrecer recomendaciones, inclusive de orden sexual, no es un
fenómeno nuevo. Ya los griegos por ejemplo, escribían textos que buscan guiar a
los discípulos en una diversidad de aspectos. A partir de enseñanzas que
incitaban a la reflexión personal, la introspección de los actos cometidos en
el día y la valoración de los mismos, un maestro era el encargado de ayudar a
otros a “ocuparse de uno mismo”. Esto contribuyó en la producción del
sujeto y en algunos casos, dichos textos también proveían consejos relacionados
con el orden de la aphrodisia.
[30] Time. “Hugh Hefner Faces Middle Age” Time Magazine
(1969, February 14): 70.
[31] Steven Watts. Mr. Playboy. Hugh Hefner and the
American Dream, 42.
[32] Jeff Yarbrough. “Hugh Hefner: The advocate interview”
The Advocate, (1994, march 8): 38.
[33] Steven Watts. Mr. Playboy. Hugh Hefner and the
American Dream, 180.
[34] Playboy. “PLAYBOY INTERVIEW: Hugh M. Hefner. A candid
conversation with playboy's editor-publisher on our 20th anniversary”,
290.
[35]
Íbid.
[36] Citado en Rollo May. Amor y voluntad.
Contra la violencia y la apatía en la sociedad actual, 55.
[37]
Judtih Butler. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y
discursivos del “sexo” (Buenos Aires: Paidós, 2008).
[38] Hugh Hefner and Bill Zehme. Hef's Little Black Book, 154.