Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

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Volumen 39 Número 2  -  Julio/Diciembre 2019  -  San José, Costa Rica  -  ISSN 1019-6366

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La teología de la prosperidad:

¿ganar con Dios?

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La vigencia social de la teología de la prosperidad

Alberto Rojas Rojas

 pp. 7-34

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Resumen: La vigencia discursiva de la teología de la prosperidad está condicionada por un contexto que crea inseguridad económica a grupos que en el pasado reciente tenían una estabilidad asegurada y, por otro lado, agrava la vulnerabilidad de grupos excluidos. A esta situación se le suma la creciente desigualdad de la sociedad y la actual responsabilidad que la cultura le asigna al individuo del éxito o fracaso de su vida. La teología de la prosperidad ofrece una forma de pensar, sentir y dar significado a la identidad y autopercepción de la persona, lo que le permite enfrentar con resiliencia las vicisitudes de estos contextos sociales. Para generar este análisis recurriremos al contexto socio económico particular de Costa Rica en los años que van del presente siglo.

Abstract: The discursive validity of the theology of prosperity is conditioned by a context that, on the one hand, generates economic insecurity for groups that in the recent past had assured stability and, on the other hand, aggravated the vulnerability of excluded groups. To this situation is added the growing inequality and responsibility that culture assigns to the individual of the success or failure of his life. The theology of prosperity offers a way of thinking, feeling and giving meaning to the identity and self-perception of the person, which allows him to face with resilience the vicissitudes of these social contexts. To generate this analysis this analysis, we will resort to the particular socio-economic context of Costa Rica in the years that go from the present century.

Palabras claves: teología de la prosperidad, contexto socio económico, vigencia social, práctica religiosa, discurso religioso.

Key Words: prosperity theology, socio-economic context, social validity, religious practice, religious discourse.

 

 

 


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Alberto Rojas Rojas

La vigencia social de la teología de la prosperidad

Introducción

La teología de la prosperidad (TP) despierta preocupación y crítica en variedad de círculos, desde los noticiosos hasta los religiosos, pasando por los académicos[1].

Sin embargo, pese a las críticas bien fundamentadas, la TP ha logrado sobrevivir al paso del tiempo. Cuando se creyó que caía debilitada por el comportamiento sexual y abuso económico de algunos tele-evangelistas que la promocionaban, no lo hizo; más bien, siguió extendiéndose por el mundo e influyendo a una buena parte de la diversidad religiosa de occidente de raíces pentecostales y evangélicas y, además, a otras expresiones que unen en su creencia y celebración elementos de diversas tradiciones religiosas en África, Asia y Latinoamérica. Incluso, muchas de estas ofertas religiosas influyen con su versión de TP al cristianismo de los Estados Unidos.[2]

En este marco de éxito nos queremos preguntar ¿Por qué el discurso y la práctica de la TP mantiene vigencia? ¿Qué la hace atractiva en un mercado de la salvación en un país como Costa Rica o en países latinoamericanos?

Por vigencia, en sentido literal, entendemos algo que mantiene fuerza, vigor y se sigue practicando porque se le encuentra utilidad, tiene valor y por tanto es válido y auténtico para las personas que lo practican. Lo que planteamos aquí es que lo que le da vigencia a la TP es el contexto en que se desarrolla. Así, partimos de la existencia de una relación mutuamente influyente entre una práctica y un discurso religioso y el entorno social en que se concreta su dinámica. Negamos que lo religioso sea un epifenómeno de la realidad socio económica; más bien, lo que planteamos es que la realidad social le da la posibilidad a ciertos discursos y prácticas religiosas para que se expandan y ganen adeptos, lo que genera a la vez, que estos discursos y prácticas influyan en esa realidad, a partir del sentido social que las personas adquieren.

1.  Elementos conceptuales

La religión constituye un conjunto de discursos y prácticas simbólicas que unen a un grupo a lo que consideran sagrado, trascendente y venerable en grado sumo. Es también una forma de conocer y dar sentido y, como tal, es un marco cognitivo que sirve para dar orden y hacer comprensible el mundo y la vida propia; además, es un medio que significa y se les da valor a aspectos esenciales de la realidad y de las relaciones con los demás. Sobre todo, la religión es una experiencia colectiva de fuerza que ayuda a vivir. Para hacernos entender, transcribimos un párrafo de las conclusiones del texto de Durkehim: Las formas elementales de la vida religiosa.

“Pero los creyentes, los hombres que, al vivir la vida religiosa, tienen la experiencia directa de lo que la constituye, objetan que esta manera de concebirla no responde a su experiencia cotidiana. Sienten, en efecto, que la verdadera función de la religión no es hacernos pensar, enriquecer nuestro conocimiento, agregar a las representaciones que obtenemos de la ciencia representaciones que tienen otro origen y otras características, sino hacernos actuar, ayudarnos a vivir. El fiel que ha comulgado con su dios no es tan sólo un hombre que ve nuevas verdades que ignora el que no cree; es un hombre que puede más. Siente en sí una fuerza mayor para soportar las dificultades de la existencia o para vencerlas. Se siente como elevado por encima de las miserias humanas porque se siente elevado por encima de su condición de hombre; se siente a salvo del mal, con independencia de cuál sea la forma en que lo conciba. El primer artículo de cualquier fe es la creencia en la salvación por la fe. Ahora bien, no se ve de qué manera una simple idea sería capaz de tener tal eficacia. En efecto, una idea no es más que un elemento de nosotros mismos; ¿cómo podría conferirnos poderes superiores a los que tenemos por culpa de nuestra naturaleza?”[3]

La religión se vive grupal y personalmente; se expresa por los sentidos y el cuerpo humano a partir de lenguajes y rituales colectivos y corporales que le dan fuerza a quienes la practican. Esta fuerza que se siente y se vive es lo que ratifica y da credibilidad a las formas religiosas de conocer y dar sentido.

En la modernidad, por lo menos hasta la década de los años 60 del siglo XX, se pensó que la razón iba a difuminar poco a poco a la religión, hasta que las sociedades fueran plenamente seculares. Sin embargo, lo que se produjo finalmente en Occidente, fue un marco de pluralidad, donde la religión quedó integrada; así, se convirtió en una opción entre otras para generar marcos de vida. Ahora bien, en Latinoamérica para tener acceso a la razón científica y moderna se requiere estar integrado a una institucionalidad educativa particular. En cambio, tenemos acceso a la religión por medio de la cultura y la socialización y ahora también por medio de la industria cultural, los medios de comunicación y redes sociales. La secularidad es una opción de minorías. Los discursos religiosos los porta la cultura, la socialización y los medios de comunicación.

Finalmente, para entender bien los procesos actuales de reproducción de lo religioso, es importante entender que la vigencia de un discurso y práctica viene dada por el contexto en que se expresa y desarrolla. También, es necesario tener en cuenta que las plataformas en las que se vehiculizan los mensajes y discursos religiosos pueden influir más que los mensajes que portan, como lo expresan hoy algunas de las industrias culturales religiosas.

2. El corazón y el carácter de la teología de la prosperidad[4]

Otros textos ya han ofrecido un análisis de las raíces, fuentes y carácter de la TP[5]. Entonces, lo que queremos en esta sección es solo describir brevemente las características centrales del discurso y la práctica de esta doctrina, a fin de tener un referente que nos sirva para responder la pregunta que nos hicimos.

Comencemos por decir que la TP tiene tres fuentes:

-   El nuevo pensamiento o pensamiento positivo. Es una corriente del Siglo XIX que establece que lo que se piensa y cree se puede materializar. En esta perspectiva, el pensamiento de una persona individual puede crear y modelar su realidad. En el siglo XX, este enfoque influye directamente en un movimiento metafísico que afirma que a partir de decretos que se realicen con fuerza y claridad, las personas pueden obtener lo que necesiten para ser felices, tener salud y abundancia. Algunos representantes significativos de esta “Metafísica” fueron Emmet Fox (1886-1951) y Cony Méndez (1998-1079).

-   La segunda fuente es la curación por fe desarrollada por el pastor de New York Essek William Kenyon (1867-1948), perspectiva que es acogida y difundida por el movimiento pentecostal en los Estados Unidos. Lo que plantea este enfoque es que quien confiesa con plena certidumbre que es sano, está realmente sano. Kenyon fue influido por el pensamiento positivo y a partir de esta influencia, realiza una interpretación bíblica cuyo resultado más significativo es la sanidad por fe. Este autor afirma que la creencia que se manifiesta en palabras, con una fuerza mental alimentada por la fe, produce salud. Así, argumenta que la palabra hablada es poderosa; las confesiones positivas que ponen a Dios por delante desatan fuerzas espirituales de curación, al alcance de cualquier persona. A partir de acá, muchos grupos pentecostales van a colocar el cuerpo humano como un objetivo primario de la acción de Dios.

-   La tercera fuente es una metafísica y teología negra que tuvo un auge significativo en la primera mitad del Siglo XX. Esta visión plantea que Dios quiebra las limitaciones impuestas por el racismo, la pobreza y la falta de educación. De esa forma, le da un sentido de oportunidad a las migraciones norteamericanas campo – ciudad a principios del siglo pasado ejecutada sobre todo por obreros agrícolas negros. Eso sí, las personas tienen que afirmarse en la fe, que es lo que les permitirá alcanzar la calidad de vida que se desea.

Cuando se estos tres causes se unen cran la idea que Dios actúa por medio de la confesión o las afirmaciones de las personas creyentes, tanto en su cuerpo como en su vida material. Se afirma que es una ley divina que lo que se confiesa en fe, se obtiene; porque Dios así lo quiere.

Una de las personas que expresa mejor esta síntesis es Kenneth Hagin (1917-2003) a partir de una interpretación literal del Evangelio de San Marcos de los versos 23 y 24 del capítulo 11. Luego, su discípulo y pupilo Kenneth Copeland sigue difundiendo estas enseñanzas; él resume la teología de la prosperidad en tres leyes divinas[6]: a) la ley de la bendición que expresa que las personas cristianas también son herederas de las bendiciones materiales del pacto que Dios hizo con Abraham; así, quienes se confiesen cristianos pueden seguir pactando en fe. b) La ley de la siembra y la cosecha, que Copeland la entiende literalmente en cantidades; entre más se siembre y más se le dé a Dios, se obtiene a cambio una cantidad multiplicada por cien; en esta perspectiva, ofrendar y diezmar en una excelente inversión para obtener riqueza. C) La tercera es la ley de la fe manifestada en la confesión, expresada en palabras; así, lo que se proclama en fe se cumple literalmente; de esta manera se puede obtener desde salud hasta bienes materiales y dinero; y todo esto está al alcance de cualquier individuo. 

El movimiento de megaiglesias y tele-evangelistas tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica, África y Asia también recogen este pensamiento y lo difunden por una red de industrias culturales que abarcan televisión, literatura, música, vídeos y espectáculos. Nombres que se hacen famosos en este movimiento son Joel Osten, Oral Roberts, Joyce Meyer, Pat Roberson, Robert Tilton y Benny Hinn

En síntesis, Dios por medio de la fe y la confesión de los creyentes le puede dar a cada persona en particular, salud, abundancia económica y victoria sobre todos los condicionamientos del entorno. Para ello, el individuo debe pactar con Dios y ofrecer en fe su inversión o siembra (diezmo u ofrenda) y Dios le corresponderá en demasía. Esta es la teología de la prosperidad dura. Esta tendencia sufre una fuerte crítica al caer algunos de los imperios de tele evangelistas que se ven involucrados en escándalos sexuales. La teología de la prosperidad puede mantenerse, resistir y prolongarse gracias una versión suave, que sin perder de vista el pacto para la abundancia, pone su énfasis en un discurso de autoayuda para que las personas enfrenten sus problemas emocionales, matrimoniales y laborales.

Ambas tendencias dura y suave, perduran en muchas iglesias alrededor del mundo en un “combo de éxito”: la confesión en fe, los decretos, están al alcance de cualquier persona para brindarle salud, armonía y estabilidad emocional y por otro, la persona tiene la promesa del actuar de Dios para asegurar abundancia en salud corporal y prosperidad económica.

Generalmente la TP se reproduce y crece en mega iglesias y en las industrias culturales neopentecostales, que a la vez que difunden el discurso, presentan a sus apóstoles, pastores y profetas como ejemplo de los efectos de esta manera creer y celebrar la fe. Desde ahí y por medio de una extensa red de industrias culturales, influyen en otras iglesias evangélicas y pentecostales.

3. Contexto

¿En qué contexto prospera una doctrina con estas características?

Lo que sigue es una interpretación propia del desarrollo social y económico de Costa Rica, a partir de la información que brindan los últimos nueve informes del Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible[7] generados para entender el desarrollo costarricense. Resaltaremos algunos de los aspectos fundamentales que ayudan a entender el contexto que le da vigencia al mensaje y la práctica de la TP:

-   El modelo económico que se ha impulsado en Costa Rica brinda una serie de incentivos fiscales a la inversión extranjera, que se inscribe bajo un régimen de zonas francas. Estos incentivos restan recursos fundamentales al Estado; así, el crecimiento económico no genera las suficientes finanzas a las arcas públicas para poder mantener un Estado Social robusto.

-   Muchas de las actividades productivas empresariales más dinámicas, asociadas al mercado internacional, no posibilitan encadenamientos productivos con el resto de la economía costarricense.

-   Generalmente estas actividades económicas requieren pocos profesionales y mucho más personal técnico con especializaciones muy puntuales. Por otra parte, empresas de servicios importantes, no necesitan universitarios sino personas con bachillerato de secundaria y con un manejo de un segundo idioma.

-   Las principales actividades socio económicas de este modelo se agoleran en el centro del país donde cuentan con los servicios, la infraestructura en comunicación y la mano de obra más adecuada para sus actividades, a excepción de grandes empresas hoteleras y las empresas agrícolas de exportación. Las primeras, sin embargo, compran todos los insumos que necesitan para su operación a las cadenas del comercio trasnacional y las segundas, emplean a personas de muy baja calificación laboral bajo condiciones laborales precarizadas. Por eso, entre otros aspectos, las comunidades costeras y fronterizas se sumen en la exclusión económica y social.

-   El modelo no tiene la capacidad de absorber toda la mano de obra existente, ni siquiera la mano de obra profesional con estudios universitarios. El mercado interno, orientado al mercado nacional tampoco crece lo suficiente para generar empleo formal. Así, el desempleo crece; para el 2019 alcanza el máximo nivel en la historia reciente del país: un 11.92%[8]

-   En ese contexto, la informalidad es el mecanismo que queda a la mano para generar ingresos; es la opción real para un número muy significativo de la población trabajadora. La fuerza de trabajo de Costa Rica estaba conformada a principios del 2019 por 2.459.327 personas, de las cuales 1.002.000[9] tenían un empleo informal. Por esta razón, pueden prosperar modelos de negocio como Uber o Globo, que a la vez sacan del mercado de los servicios o limitan su actividad a otras expresiones formales como los taxistas oficiales.

-   Ahora bien, este modelo ha generado riqueza que, en parte es exportada y en parte queda en manos de un reducido segmento de población, generando altos niveles de desigualdad que se expresan en un índice Gini del 0,51. Este nivel de desigualdad está ubicado dentro de los más altos del mundo. La riqueza de unos pocos salta a la vista. Por otra parte, la pobreza se concentra en un 21,1 de los hogares costarricenses.[10] La situación es sobrellevada por un sistema de compensación social heredado del Estado Social de Derechos costarricense.

-   Por otra parte, un esfuerzo sistemático por desestructurar ciertas instituciones del Estado impulsado por sectores socio económicos fuertes, ponen en riesgo la calidad de vida y la reproducción del sector medio burócrata que trabaja en esas instituciones.

-   La juventud tampoco ve posibilidades reales dentro de la economía actual y la educación superior ya no es garantía de ascenso social ni de estabilidad económica. Además, la educación no posibilita de forma adecuada las capacidades que requiere los nuevos modelos de negocio.

-   Muchas de las actividades económicas que aún generan empleo sobre todo de tipo agroexportador, están montadas bajo una lógica perversa de contaminación ambiental, sobre todo de fuentes de agua potable con herbicidas y plaguicidas. 

-   Algunos de los proyectos para tecnificar y dinamizar la actividad económica o para posibilitar una movilidad humana más sostenible auguran más exclusión social y desempoderamiento económico de diversos sectores sociales; por ejemplo, el tren eléctrico al Atlántico, el canal seco ferroviario entre Atlántico y Pacífico y el tren eléctrico del Gran Área Metropolitana van a reducir sustancialmente en trasporte automotor de materias primas, mercancías y personas, afectando a futuro a choferes de buses, taxis y vehículos de carga.

-   Por otra parte, la apertura comercial deja espacio amplio a empresas bajo un modelo de negocio trasnacional, lo que quiebra a los comercios locales; las grandes cadenas comerciales trasnacionales trabajan por volumen o cuentan con la representación comercial de productos importantes.

-   A los factores atrás descritos, se suma la crisis en ciernes de toda la seguridad social, dado el crecimiento de la informalidad y el desempleo más el cambio de la estructura demográfica (natalidad muy baja, disminución de la población, disminución de personas jóvenes y aumento de personas adultas mayores).

-   En este contexto, reina un clima público de inseguridad e incertidumbre fundamentada en datos reales. El Estado, bajo el modelo descrito, se ve limitado para responder a las demandas de la ciudadanía. Los partidos políticos y las personas políticas en estas condiciones, pierden mucha credibilidad por su poca efectividad real, lo que hace crecer las propuestas populistas anti sistema político, cuyos liderazgos ofrecen restaurar los valores cristianos de la Nación, lo que traerá prosperidad y seguridad.

-   También, esta situación da cabida a modelos de negocio relacionados al narcomenudeo y lavado de dinero, redefinidos por una duplicación de la producción de estupefacientes en Suramérica, un posible aumento del consumo en Norteamérica y un nuevo tipo de organización corporativa y empresarial del narcotráfico y el lavado. Por otra parte, la dificultad de que la droga pase hacia el norte por mar, dadas las políticas y tácticas impulsadas por el Estado norteamericano en alianza con la policía local, hace que la droga ahora pase por tierra, a lo largo y ancho del territorio nacional. Ello amplía la participación de más personas y organizaciones en los procesos logísticos que involucra el transporte de estupefacientes; estos servicios no se pagan en dinero en efectivo sino con droga. La venta de esa droga se hace por medio de bandas de narcomenudeo que defienden sus mercados con suma violencia. La inseguridad crece y crea condiciones subjetivas de miedo. Además, aumenta el riesgo de penetración del narcotráfico en los servicios de seguridad y en los poderes de la República. De esa forma, se elevan los niveles de inseguridad tanto objetiva como percibida.

Así, los datos nacionales globales referidos a la situación socio económica de Costa Rica develan un nivel alto de desigualdad, pobreza, desempleo que se agudiza en personas jóvenes, mujeres y en regiones fronterizas y costeras. El modelo está mostrando a ojos vista su incapacidad para integrar a segmentos amplios de población que crecieron bajo una cultura política y social cuyo discurso afirmaba que las personas tenían posibilidades por medio de la educación, la seguridad y la ciudadanía social (acceso a servicios públicos), de elevar su nivel socio económico y mejorar su calidad de vida, en una economía de mercado y un sistema institucional de seguridad social y jurídica. El nuevo modelo socio económico no puede asegurar ya esta condición y, por el contrario, cada vez, deja a más personas fuera de los beneficios que genera.

En este marco, hay una incapacidad política, técnica y estructural de incluir a las regiones en el marco del desarrollo y, por tanto, se produce un abandono claro del Estado de las poblaciones que viven en costas y fronteras.

Las familias costarricenses que conforman los sectores excluidos pierden sus bases materiales para su reproducción. Tienen que buscar otros tipos de estrategias por medio de los servicios asistenciales del Estado o de la sociedad civil o bien, por medio de la informalidad o por negocios ilegales. Estas estrategias no siempre alcanzan para la reproducción y la integración emocional y afectiva. Y, por otra parte, los sectores medios y profesionales comienzan a sentir la inseguridad económica, cuando tienen que acudir a tarjetas de crédito ya no solo para financiar su estilo de vida sino también necesidades básicas.

4. La centralidad actual del individuo

Actualmente en occidente, el discurso sobre el ascenso social se fundamenta en la individualidad. Se proclama que el progreso personal y familiar es un asunto del individuo, que, de acuerdo a esta perspectiva, si se convierte en emprendedor puede salir adelante. Es de su entera responsabilidad el estado de pobreza o riqueza en que vive. Se pone sobre el individuo un peso muy fuerte, responsabilizándolo de su destino y el de su familia; su suerte es enteramente responsabilidad suya. No es de extrañar en este contexto, cuadros de frustración y depresión en las personas de todas las edades. Para Ehrenberg[11], la carga que individuo siente es extraordinaria, ya que es el único protagonista de su vida y, por tanto, el único garante de sus logros y fracasos, a partir de los cuales se le valora. Se borran así los condicionamientos contextuales y los generados por las relaciones sociales que delimitan también lo que una persona es o puede llegar a ser. En esa perspectiva, la pobreza se lee como incapacidad, como falta de voluntad o de entereza para lograr el bienestar y la prosperidad.

A lo anterior hay que sumarle el papel de la publicidad en occidente que ha generado en las poblaciones en general, altas expectativas y valores de integración y valía individual asociados al consumo.[12]

O sea, la situación es emocionalmente impactante para cada persona que no cuente con las condiciones para una reproducción social exitosa o, que tenga un grado de incertidumbre e inseguridad sobre su futuro económico, ya que ante sí misma y ante los demás, se desvalora su condición personal y social, que, a la vez, puede producir una situación significativa de malestar, pérdida de sentido y depresión. Se produce entonces una profunda necesidad de alternativas personales para enfrentar este entorno y las emociones que genera entre las que podemos citar: adicciones, medicación, terapias, autoayuda y la práctica de la fe, entre otras.

Cualquier alternativa que le dé un valor central al individuo, a su bienestar, su salud y estado de satisfacción consigo mismo puede tener mucho éxito.

5. La oferta salvífica de la teología de la prosperidad

El escenario descrito abre un mercado de la salvación en donde los discursos y prácticas religiosas con determinadas características pueden progresar en segmentos de población excluidos y en otros grupos sociales con temores fundados de quedar fuera de los beneficios del modelo socio económico; estos sectores se componen de personas y familias pobres y de grupos que no viven en condición de pobreza, pero sí, en una situación económica que les produce inseguridad e incertidumbre; por ejemplo, personas con ocupaciones liberales,  comerciantes, empleados públicos. Habría que agregar aquí a jóvenes profesionales que recién salen de las universidades privadas que no consiguen ahora trabajo luego de una inversión importante en su formación.

En ese marco existen dos discursos y prácticas religiosos que nacen en momentos diferentes pero que luego se entre cruzan sus caminos: a) La propuesta pentecostal que tradicionalmente brinda una opción de salvación para personas excluidas y pobres. Existen estudios que muestran las posibilidades religiosas y sociales que abre el pentecostalismo para personas excluidas. Se puede consultar por ejemplo el estudio ya clásico de en Guatemala de David Martin, o la tesis de Rojas o de Pineda[13]. Acá pasaremos por alto esta opción.

Por su parte, la opción neopentecostal genera un discurso y una práctica religiosa que posibilita una seguridad subjetiva para mantenerse y crecer en la escala social, sobre todo por el uso que hace de la TP. Por un lado, su práctica cúltica es emocionalmente impactante; se produce como si fuera un concierto o un programa de televisión; lo que se ve y se oye y las formas de participación del cuerpo crean situaciones de alegría desbordante. Por otra parte, sus decretos de abundancia renuevan la esperanza y confianza de sectores medios, profesionales y de pequeña burguesía que por el accionar de Dios, no van a sufrir un decrecimiento en la escala social ni en sus niveles de consumo. Para las personas pobres de iglesias influenciadas por esta doctrina, crea una actitud optimista de superar su condición socio económica y mejorar su autopercepción. Su escatología y doctrina de guerra espiritual refuerzan esta perspectiva, al augurar un programa de cambio socio económico que moviliza a sus adeptos políticamente y les dan esperanzas utópicas de participar en un movimiento que traerá finalmente el Milenio. Para ello, deben conquistar el gobierno del Estado y los poderes de las Repúblicas y desde ahí, influir en áreas como la educación, la política, la economía, la familia, la cultura y orientar la política pública para que las fuerzas cósmicas y terrenas del mal no avancen, sean eliminadas o neutralizadas y por fin, llegue el reinado de Dios por mil años.

Dentro de ese marco, la TP toma una vigencia especial en el mercado de la salvación porque responde a las necesidades subjetivas y objetivas de contingentes sociales significativos ya sea porque están abatidos por la exclusión y la desigualdad o bien porque se sienten amenazados de quedar al margen de los nuevos modelos socio económicos globales.

La TP afirma una visión positiva de la persona y sus posibilidades; aporta una perspectiva optimista del ser humano que puede pactar con Dios y recibir sus bendiciones en el aquí y en ahora, en salud corporal, en la materialidad de la reproducción social y en la autopercepción de sí mismo. La persona puede sentirse “bendecida y en victoria”. Más allá de la bendición abundante en recursos económicos de la TP dura, existe también la posibilidad de la TP suave. La persona puede sentir la prosperidad en cómo se siente, en su actitud ante la vida y los demás, en su participación en una iglesia exitosa, grande y victoriosa, en sus logros personales referidos a la familia y ya no solo en dinero en efectivo. Esta perspectiva le genera una actitud confiada y poderosa ante el mundo; eliminando así la ansiedad y el estrés, lo que le hace sentir una sensación de paz y de salud. La persona puede sentir una fuerza a partir de la cual puede doblegar las circunstancias económicas y sociales que le aprisionan. Lo que debe hacer para seguir en ese camino es pactar con Dios, esperar en fe y moverse como si todo ya fue consumado a su favor, aunque todavía no sea evidente.

En ese marco, la TP genera una identidad como hijos de Dios, “príncipes del Rey”, que merecen vivir como tales; promueve una confianza entrañable fundamentada en que Dios cuida a sus hijos, les da abundancia para que no les falte nada y tengan mucho más. Y esto dentro de un contexto que afirma que la acción de Dios se concreta en salud, dinero y victoria. Dios es concreto y por medio de un pacto de fe con Él, “corporaliza” e individualiza lo espiritual, concretando la bendición en la vida y cuerpo de cada persona. Se trata de esperar en fe, como se espera con ilusión y esperanza sacarse unos billetes de lotería.

Esta convicción se reafirma semanalmente en experiencias emocionales enérgicas y dinámicas, que se viven en las celebraciones y cultos de los grupos que promueven y difunden la TP; así, la persona siente que va por buen camino.

El ritual, que se organiza como si fuera una producción televisiva o un concierto, confirma el discurso: en el culto producido se vive y se muestra la victoria: El mejor sonido, los mejores músicos, el templo grande, la grandioso del espectáculo. Además, el pastor, el obispo o el apóstol que lidera la celebración es el ejemplo de lo que se puede construir con fe, pactando con Dios. El líder principal es un modelo: es una persona exitosa espiritual y financieramente; tiene un pacto con Dios, como si fuera un contrato legal, que le reporta capital financiero y material; algunos de ellos también tienen influencia en el ámbito político.

Así, por medio de la participación en los rituales o celebraciones se puede sentir la fuerza que permite “actuar y vivir” y que le confirma a quien participa que los beneficios de su pacto vienen en camino, aunque ya está recibiendo frutos de paz, tranquilidad, esperanza, optimismo y victoria.

Por eso, la TP ya no se asocia solo a las iglesias neo pentecostales; muchas otras iglesias lo han asumido y difundido. Es un mensaje que se adecua a las demandas de salvación que genera el actual contexto socio económico.

Ahora bien, no es que todo mundo siga esta opción, porque es eso, una opción en un ámbito plural, donde las personas pueden escoger entre diversas alternativas, y esta, es una alternativa atractiva por las dinámicas objetivas y subjetivas que viven las personas en un contexto de inseguridad económica y angustia individual.

Conclusión

Las demandas de salvación que genera el contexto socio económico actual le da a la oferta de la TP, posibilidades de consolidación y expansión. Más allá de que la TP tenga bases teológicas débiles e interpretaciones exegéticas la más de las veces literalistas, pobres y nada rigurosas, para las personas que la asume, es una experiencia real, que les genera una confianza plena y de la cual reditúan en el plano simbólico porque les genera sentido, confianza, esperanza y fuerza.

Así, en un contexto socio económico que genera exclusión, inseguridad, incertidumbre, frustración y estrés, la teología de la prosperidad le brinda a la persona un discurso y una práctica para que pueda superar la angustia y la incertidumbre. Le promete modificar su actitud ante su vida, su entorno y sus relaciones. Lo que necesita es fe: un instrumento activo que mueve la voluntad de Dios.

Con Dios por delante la persona asume la responsabilidad de su destino, que ahora, ella siente que es bueno y concreto y se manifiesta en su cuerpo y en su bienestar material. Tiene un conocimiento nuevo; sabe que puede pactar con Dios, sabe cómo hacerlo actuar a su favor; sabe cómo activar su bendición; además, sabe que puede participar con Él en la venida del Milenio, en el cambio definitivo de la historia. Su vida y destino cobran un nuevo sentido y ya no son una carga, porque como individuo es un “príncipe poderoso y victorioso”.

La TP brinda un marco cognitivo optimista y un sentido de vida asociado a una experiencia colectiva de fuerza para actuar y vivir dentro de un marco de celebración que verifica a sus seguidores lo acertado de su discurso y práctica. Esta experiencia es clave en la vigencia de la TP.

Y finalmente ¿para qué nos sirve estas reflexiones más allá de la comprensión de los efectos de un fenómeno religioso? Nos permite dentro de una sociología pública o una pastoral comprometida, aportar a una gestión del cambio. Más allá de todas las críticas que se puedan tener, se puede aprender de la TP. Si queremos tener éxito en lograr transformaciones de justicia y equidad a partir de nuestro compromiso con el Evangelio, es importante crear discursos y prácticas con vigencia, cercanos a la situación que vive la gente, que pasen por el cuerpo, los afectos y que den fuerza, que permitan una comprensión de la sociedad y que visualicen formas personales y colectivas de control del entorno, en un marco de una celebración colectiva que posibilite una identidad sólida. Es importante tener en cuenta que estos discursos y prácticas no pasan primariamente ni por la conciencia ni por la crítica ideológica, pasan por el cuerpo y responden a las demandas concretas que nacen del entorno específico en que viven las personas.

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Jorge Alberto Rojas es sociólogo y comunicólogo. Coordina las Comunidades Epistémicas de la Universidad Nacional y es integrante del Observatorio de lo Religioso de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la misma universidad. Actualmente es docente de la UBL.

Correo electrónico: albertorr13@gmail.com

Recibido: 20 de agosto de 2019

Aprobado: 18 de setiembre de 2019

 

 

 

 



[1] Por citar algunos ejemplos, se puede observar la fuerte crítica que hace un telenoticiero costarricense que cuenta con una significativa audiencia nacional. En la nota, expresa de manera muy directa que las iglesias que difunden y practican la TP, lo que hacen realmente es estafar a las personas, manipulando y usando su fe. (ver:  https://www.youtube.com/watch?v=8SW2dQU8E4M). Una crítica más elaborada que sintetiza la posición católica y protestante es el artículo escrito conjuntamente por un jesuita y un pastor presbiteriano en la revista “Civilta Cattolica” (Antonio Spadaro y Marcelo Figueroa. “Teología de la Prosperidad” La Civilta Cattolica Latinoamericana. S/N (2018) S/P  Consultado 20 de Agosto del 2019 en:  https://www.civiltacattolica-ib.com/teologia-de-la-prosperidad/)

[2] Un amplio estudio al respecto es: Kate, Bowler. Blessed: A History of the American Prosperity Gospel. Oxford: Oxford Scholarship Online: 2013.

[3] Emile Durkheim. Las formas elementales de la vida religiosa. Buenos Aires: Editorial Schapire: 1968, 428-429.

[4] Para un enfoque más integral de la historia, carácter y alcance de la teología o el evangelio de la prosperidad se puede consultar en texto ya citado de Bowler. Blessed: A History of the American Prosperity Gospel. Para esta sección nos basamos en los aportes de este texto.

[5] Ver por ejemplo, el texto de Bowler citado atrás; Allan Anderson. El pentecostalismo. El cristianismo carismático mundial. Madrid: Ediciones Akal: 2004; Arturo Piedra. “Origen, desarrollo y crítica de la prosperidad”. Espiga 11 (2005) 1-11; Spadaro y Figueroa, “Teología de la Prosperidad”.

[6] Kenneth Copeland. The Laws of Prosperity. Fort Worth, TX: K. Copeland Publications: 1974.

[7] Estos informes fueron consultados del 25 de julio al 20 de agosto del 2019 en: https://estadonacion.or.cr/informes/

[8] Ver página de inicio del sitio web del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Consultado el 29 de agosto en:  http://inec.cr/

[9] Se puede consultar los datos oficiales en: INEC. Encuesta Continua de Empleo al primer trimestre del 2019. Resultados Generales. San José: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos: 2019. Consultado el 10 de agosto del 2019 en: http://inec.cr/sites/default/files/documetos-biblioteca-virtual/reeceit2019.pdf

[10] Ver: http://inec.cr/

[11] Alain Ehremberg. La fatiga de ser uno mismo. Depresión y sociedad. Buenos Aires: Nueva Visión: 2000.

[12] Gilles Lipovetsky. La felicidad paradójica. Barcelona: Anagrama: 2007.

[13] David Martin. Tongues of fire. The explosion of Protestantism in Latin America. Oxford: Blackwell: 1993; Andrés Pineda. Producción, oferta, demanda y consumo de bienes simbólicos de salvación en el seno de las iglesias pentecostales costarricenses de hoy (2013-2014): El caso del distrito Uruca. Tesis de licenciatura. San José: Universidad de Costa Rica: 2015; Jorge Alberto Rojas. La vigencia del mensaje pentecostal en la Zona Atlántica costarricense. Tesis para optar al grado de Licenciatura en Sociología. San José, Costa Rica: Universidad de Costa Rica: 1989.