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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 44, Número 1,
Julio-Noviembre, Año 2024 Repensar para resistir y re-existir: Desafíos actuales a la teología de la
liberación |
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Educar en
diversidades: Teología
de la liberación y estudios críticos de género Enrique
Vega-Dávila Comunidad Teológica de México,
Ciudad de México, México pp. 161-184 |
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Resumen: Este artículo
aborda dos elementos claves en la teología de la liberación latinoamericana:
“reverso de la historia” y “liberación”. Estas serán consideradas como pautas
hermenéuticas para una educación teológica que considere a la diversidad sexogenérica, la que no han sido nombrada en la sociedad
y en el mundo teológico de modo afirmativo. Se trata de una propuesta que
continúa y reconoce el trabajo de Marcella Althaus-Reid desde lo que he
nombrado “teología cuir de la liberación”, que tendría como punto de partida
los cuerpos sexuados latinoamericanos. A través de la metodología de la
teología de la liberación latinoamericana se presentará la necesidad de
escuchar gritos invisibilizados por la cisheteronorma y la heterosexualidad
obligatoria que demandan conocimiento de las identidades disidentes desde
ellas mismas y establecer rutas críticas que permitan posiciones y
posibilidades de comprender lo diverso. Palabras claves: Género y
religión, diversidad sexogenérica, teología queer,
teología cuir, teología de la liberación. Abstract: This article discusses two
key elements in Latin American liberation theology: “reverse of history” and
“liberation”. These will be considered as hermeneutical guidelines for a
theological education that considers sex-gender diversity, which has not been
named in society and in the theological world in an affirmative way. This
proposal continues the work of Marcella Althaus-Reid from what I have named “cuir theology of liberation”, which would take Latin
American sexed bodies as a starting point. Through the methodology of Latin
American liberation theology, the need to listen to cries made invisible by cisheteronorma and obligatory heterosexuality will be
presented, which would demand knowledge of dissident identities from
themselves and establish critical routes that allow positions and
possibilities of understanding the diverse. Keywords: Gender and religion,
sex-generic diversity, queer theology, cuir
theology, liberation theology. |
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Enrique Vega-Dávila Comunidad Teológica
de México, Ciudad de México, México Educar en diversidades: Teología de la liberación y estudios críticos de
género Introducción El siguiente artículo posee tres partes que
responden a la metodología latinoamericana para realizar teología que se
titulan: “Ver y escuchar”, donde se presentarán dos formas de actitudes en
torno a la diversidad sexogenérica y lo cristiano.
“Dejarnos interpelar” presenta las variables teológicas reverso de la
historia y liberación desde una perspectiva de género considerando las
diversidades sexogénero diversas. “Teoripraxis” corresponde al último momento de tal
metodología que realiza una distinción teológico-práctica en torno a
pastoral, teología y doctrina de modo que se cuestionen las formas que
tenemos para aparecer en las reflexiones sobre diversidad sexogenérica.
Ver y escuchar: Mediación socioanalítica Comprendo que la metodología de la teología
latinoamericana sea de carácter contemplativo, y que esta no significa
inacción Las personas de la diversidad sexual y de género
existimos en la sociedad y en las iglesias. Nuestra presencia en el espacio
público es una realidad que ha generado una serie de posiciones que se
extienden en un gran abanico moral que las descalifica con frases tales como
“a sus cuatro paredes”, “Dios perdona el pecado, pero no el escándalo” hasta
las más abiertas y afirmantes, pasando por una lucha constante por los
derechos civiles de quienes, debido al autoritarismo de la decencia La posibilidad de acceder al matrimonio
igualitario y a otros derechos en diferentes países ha colocado a la
diversidad sexogenérica frente a las denominaciones
cristianas de muchos modos. Teniendo en cuenta la experiencia quisiera anotar
estas posiciones: Rechazo
absoluto que se manifiesta en las
campañas de movimientos tales como “Con mis hijos no te metas” en países de
Sudamérica o en el “Frente Nacional por la Familia” en México, que reúnen en
sus filas a personas de diferentes denominaciones cristianas, haciendo efectivo
lo que Spadaro y Figueroa nombran “ecumenismo del
odio” También es de destacar la tibieza eclesial.
Esta ha sido la forma en la que muchas comunidades de fe que no se encuentran
en el grupo anterior se han manifestado. Denominaciones que en otros países
son abiertamente LGBTIQ+, en el continente se han mostrado en silencio quizá
por temor a perder congregantes o financiamientos. Esto coloca a estas
denominaciones como “nicodemas”, que aceptan en sus
bancas a personas de la diversidad sexogenérica,
que las atenderán en sus congregaciones, pero que no apostarán necesariamente
por sus derechos. Por último, constato una posición afirmativa, la
que se ha manifestado a través de una serie de grupos religiosos, comunidades
e iglesias que en el continente poseen características de las más diversas[1], pero que están formadas por personas de la
diversidad sexogenérica y abordan esta temática
desde la reconciliación o desde los activismos. En ese sentido, me parece importante combatir
directamente los enunciados de muchos grupos religiosos que plantean nuestras
diferentes identidades, sexuales o de género, como si se tratasen de alguna
moda, sino que aparecemos en el espacio público desde la reivindicación
social. Muchas personas de la diversidad sexogenérica
en el continente ven como un enemigo al cristianismo hegemónico No deja de llamar la atención que en la Encuesta
nacional sobre diversidad sexual y de género de 2022 en México, país que
tiene matrimonio igualitario en toda la república y leyes de identidad de
género en algunos de sus estados[2], el 13.9% de personas trans* fueron obligadas a
asistir con un médico, autoridad religiosa u otra persona para que su
identidad sea corregida; en el caso de las demás identidades, un 9.8%
respondieron afirmativamente a esta forma de violencia Debería llamar nuestra atención la existencia de
este tipo de encuestas en otros países de Abya Yala como también la ausencia
de estos datos. Esto exige que tengamos en cuenta muchas formas de violencia
que se viven en el colectivo LGTBIQ+ por parte de sectores religiosos,
violencia que puede ser directa o indirecta. Queda claro que el rechazo
existe y se percibe en las encuestas mencionadas, pero también se encuentran
activistas luchando contra la tortura que significan las mal llamadas
terapias de conversión, ejercidas en su mayoría por grupos religiosos[3]. Frente a esta situación las personas de la
diversidad sexual y de género nos posicionamos de diferentes modos. Tenemos
así, la obvia lejanía: Nadie tiene por qué encontrarse en un lugar
donde se experimenta el rechazo. Muchas personas LGBTIQ+ hemos salido de las
instituciones religiosas, las que identificamos como opresoras por sus
discursos y prácticas. Además, quienes provienen del ateísmo o del
agnosticismo solo ven en los cristianismos un enemigo con cual luchar o que
le genera sospecha debido a su comportamiento histórico, ya sea directamente
como agresor o como, por su silencio, cómplice. Por otra parte, puede identificarse también la militancia
ingenua: Mucha gente de la diversidad sexogenérica
participa activamente en instituciones religiosas queriendo cambiar las
doctrinas religiosas de sus denominaciones. Algunas de estas personas se
agrupan y nombra denominacionalmente, siendo aceptadxs o rechazadxs por las
instituciones. Es comprensible que muchas personas no rehúsen la adscripción
a las espiritualidades que han marcado su vida y luchen en el interior de las
denominaciones, eso no quita la posibilidad o imposibilidad del cambio de
doctrina que poseen las instituciones religiosas. Por último, destaco otra actitud más, lo que
llamo clósets sagrados. Se trata de personas que teniendo actividad
sexual se mantienen en las instituciones religiosas, ya sea por miedo al
rechazo, ya sea por pérdida del poder o por cualquier otra situación
relacionada a estatus. Y si bien hay personas que pueden vivir en celibato o
abstinencia, hacer de la privación una regla, estos clósets sagrados fomentan
la doble vida y una profunda sensación de culpa. Las personas de la diversidad sexual y de genero
existimos en los espacios eclesiales y en la sociedad, nuestra participación
muchas veces ha sido desde el temor a la expulsión, lamentablemente nuestra
existencia es tan temida como desconocida por los sectores religiosos, los
que abogan por una lectura bíblica poco ilustrada y que roza muchas veces con
los fundamentalismos Dejarnos interpelar: Mediación hermenéutica En la misma línea del párrafo introductorio del
primer momento metodológico, la actitud inicial en el segundo paso implicaba
escuchar la palabra de dios y evaluar nuestra actitud en discernimiento.
Desde la perspectiva académica en la que me encuentro, y como aporte e
insistencia en este espacio, pienso que es importante dejarnos cuestionar
también por lo que autoras y autores vienen reflexionando desde otras áreas
de conocimiento, entiendo que ese es el espíritu del momento metodológico,
solo realizo una insistencia. La teología de la liberación es cuestionada desde
la crítica queer/cuir por no haber abordado temas referentes a sexualidades.
Marcella Althaus-Reid recuerda una escena en la que se siente cuestionada por
abordar lo que ella llama los nuevos medellines,
los nuevos vaticanos segundos que se viven en las calles desde sexualidades
abyectas y esta no es suficientemente tenida en cuenta por quienes iniciaron
esta corriente Considerando la extendida formación teológica
clásica, basada en una comprensión de la realidad desde cánones religiosos y
dispuesta muchas veces a la formación pastoral y no necesariamente a la
incidencia social; la (hiper)moralización de la sexualidad, que descarta todo
lo que no es heterosexual y fomenta el control en varios niveles de relación
interpersonal; y a los movimientos fundamentalistas cristianos en Abya Yala,
que buscan incidir en políticas en contra de los derechos del colectivo
LGBTIQ+, me parece importante considerar desde la perspectiva teológica de la
liberación dos rasgos que pueden ayudar a que nuestra formación pueda
enriquecerse y sirva, además, como aliciente para el diálogo en la sociedad. Reverso
de la historia La historia ha sido escrita por quienes han
detentado el poder, lo que ha significado colocar de modo superior a quienes
la han narrado y de modo subalternizado a todxs lxs demás. Esto ha
detonado en el racismo estructural que viven muchos de nuestros pueblos en
Abya Yala, lo que responde al proceso de colonización que, en palabras de W. Mignolo, “consiste nada menos que en generar la idea de
que ciertos pueblos no forman parte de la historia, de que no son seres” La reflexión sobre el reverso de la historia,
hacer teología desde ese lugar, atañía directamente a la idea de salvación y
su alcance. En palabras de G. Gutiérrez: “Vivir y pensar la fe desde lxs “ausentes de la historia” replantea el modo de
entender el mensaje salvífico del Evangelio. Situarse de lleno en el mundo de
la opresión, participar en sus luchas populares por la liberación lleva a
releer la fe” Bartolomé de las Casas señala, en primer lugar,
que los españoles mismos están poniendo en juego su propia salvación debido
al comportamiento que tienen para con los indios. Si no cesan -dirá Las
Casas- en sus robos, saqueos y explotación de los indios serán sin duda
condenados…La salvación de los “fieles, de los que pretender ser cristianos,
está más en cuestión que la de los “infieles”. Bartolomé de las Casas tiene,
en segundo lugar, la hondura profética de ver en el indio más a un pobre
según el Evangelio que a un infiel, y por eso dice en carta al Emperador que si la muerte y la destrucción de los indios fuese la
condición para ser cristianos, mejor será que “nunca jamás fuesen
cristianos”. En otras palabras, que más vale “indio infiel pero vivo” que
“indio cristiano pero muerto” (Gutiérrez 1980, 356-357). Teniendo en cuenta estas pautas, desde las
teologías de la liberación latinoamericanas, se hace necesario redescubrir a
quienes no han formado parte de la historia oficial debido a la colonización
antes mencionada y que abarca también la actitud que han tenido múltiples
iglesias, las que han colonizado tierras, cuerpos e identidades. Los primeros
en ser “descubiertos” por esta propuesta son los pobres, en masculino
genérico, expresión que ha borrado en el lenguaje a las mujeres. Estos pobres
han sido identificados con los pueblos originarios, con los pueblos
indígenas, con el mundo afro, con el sector trabajador, cuestionando la
historia que ha sido blanca, burguesa, masculina (Millán 2014, 138) y también
cristiana. Justo esta historia oficial no ha considerado a
las disidencias sexuales y de género, las que se puede reconocer que han
participado de ella desde el “reverso de la historia heterosexual” no hay dos historias, una profana y otra sagrada
“yuxtapuestas” o “estrechamente ligadas”, sino un solo devenir humano asumido
irreversiblemente por Cristo, Señor de la historia. Su obra redentora abarca
todas las dimensiones de la existencia y la conduce a su pleno cumplimiento.
La historia de la salvación es la entraña misma de la historia humana Como resultado, la presencia de tales
disidencias, desde nuestros cuerpos e identidades, demanda nuestra
enunciación en todos los espacios que se nos han sido negados, lo que en la
perspectiva de Judith Butler es nombrado como “el derecho a aparecer” Insistir en una educación teológica desde las
diversidades implica, en ese sentido, tomar en serio nuestras vidas, nuestras
corporalidades, nuestros sueños, nuestras esperanzas no desde una perspectiva
moralizante, sino desde una ética de libertad y autenticidad que ni nos
aliene ni nos oculte. Se convierte en una invitación permanente presentar
estas historias de disidencia y en el caso de las personas que hacemos parte
de la diversidad sexogenérica hablar en primera
persona. Liberación Hablar de libertad y sexualidad en el
cristianismo remonta casi inmediatamente a la moralización que se ha vivido
durante siglos. La relación del cristianismo hegemónico con las prácticas
sexuales ha significado, a la corta y a la larga, control y culpa. Ambas han
estado sostenidas por una tecnología de control, tal y como lo es la
confesión. Michel Foucault desarrolla esta actitud fundamental que ha
permitido a las personas quedar sujetas a las instituciones, en un texto que
recoge las clases que dio en Lovaina, Obrar mal, decir la verdad, afirma
con contundencia que [e]l cristianismo ató al individuo a la
obligación de averiguar, en el fondo de sí mismo y a pesar de todo lo que esa
verdad pueda ocultar, cierto secreto, cierto secreto cuyo develamiento, cuya
manifestación debe tener, en su rumbo hacia la salvación, una importancia
decisiva. Obligación, por tanto, de buscar la verdad de sí mismo. Obligación
de descifrar a través de todos los obstáculos esa verdad, con la finalidad de
emprender en relación con su salvación un rumbo o una etapa decisiva. Y
tercero y último, obligación no sólo de descubrir esa verdad, sino de
manifestarla, de manifestarla no sólo ante su propia mirada mediante una
serie de actos, de acciones, como por ejemplo el examen de conciencia, sino
también obligación de manifestarla a otros, al menos a uno, por medio de una
serie de ritos, una serie de procesos y procedimientos que, como ustedes
saben, se encuentran en parte, pero sólo en parte, en el sacramento de la
penitencia Tal obligación ha terminado, en muchas ocasiones,
a vivir en lo que en la primera parte se nombró como “clóset sagrado”.
Teniendo en cuenta que la comprensión de la categoría liberación es extensa retomo
los niveles de liberación planteados por G. Gutiérrez: [1] las aspiraciones de las clases sociales y
pueblos oprimidos [se] subraya el aspecto conflictual del proceso económico,
social y político que los opone a las clases opresoras y pueblos opulentos...
[2] concebir la liberación como un proceso de hombres y mujeres en los que
van asumiendo su propio destino…[3] Cristo salvador libera al ser humano del
pecado, raíz última de toda ruptura de amistad, de toda injusticia y opresión
Siguiendo esta línea de reflexión, es de
reconocer cómo los movimientos de la disidencia sexual han venido luchando
por nuestros derechos desde los llamados “disturbios de Stonewall”
La segunda forma de comprender la liberación nos
abre a un proceso antropológico que implica lo que en estudios sociales se
nombra agencia A pesar de la claridad con que las teologías
latinoamericanas abordaron el tema de la liberación para que no quede
reducida a lo inmanente -con lo cual no tendría problema alguno-, no deja de
ser recurrente la mera espiritualización de la libertad, que en materia de
diversidades sexuales y de género ha comprendido la liberación de las
personas LGBTIQ+ como el abandono de la orientación sexual o de su identidad.
Esta situación es aberrante y denota ignorancia de los avances científicos en
materia de sexualidades, pero aún más es un verdadero atentado contra los
derechos humanos. ¿De qué debemos ser liberadas las personas LGBTIQ+? De lo
mismo que cualquier otra persona, del egoísmo, de la hipocresía, de la
envidia, de los malos salarios, del patriarcado, del racismo, del clasismo,
del capitalismo asesino, de la violencia, de “la muerte antes de tiempo”, y,
por supuesto, de la discriminación, la que mata lentamente. Me parece, en ese
sentido, que también necesitamos liberarnos de doctrinas que nos alienan y de
teologías totalitarias Educar para las diversidades se convierte, de
esta manera, en una tarea que coloca la libertad en el plano de la
consciencia y su apertura a otras realidades que nos exceden. La lucha por la
liberación se encuentra así, en contra de toda experiencia o situación que
enajene a las personas y les reste identidad y posibilidad de desarrollo
integral. Teoripraxis: Mediación práctica Al igual que en los otros momentos metodológicos,
considerando la perspectiva de género, la mediación práctica no puede dejar
de tener presente su intimidad con posicionamientos teóricos. Quizá este
enunciado tenga más que ver más con quienes se encuentran solo en la
academia; quienes viven en los activismos, con presencia entre las personas
postergadas por el sistema, más que la lectura de un texto, ellxs mismxs son un libro que
deberíamos leer. En medio de todo este escenario me parece de
vital importancia, especialmente para quienes formamos parte de la formación
teológica en el continente, que realicemos constantemente una distinción
entre lo doctrinal, lo teológico y lo pastoral. Las que en teoría podrían
coincidir, pero que, en definitiva, no siempre están en convergencia. En ese sentido, existen muchas prácticas
pastorales en diferentes denominaciones cristianas, que están abiertas a las
diversidades, las que deben ser identificadas y ser reconocidas como
necesarias y críticas en el contexto conservador y fundamentalista, pero que,
en realidad, no responden a las “sanas doctrinas” de las iglesias. Hay
apertura de muchos agentes pastorales, religiosas, pastoras, clérigos,
clérigas a temas relacionados con las diversidades, pero no representan de
modo alguno la posición oficial de sus denominaciones. De modo similar,
existen teologías que se encuentran abonando en el tema de las diversidades
pero que no necesariamente se viven en comunidades de fe, son elucubraciones
importantes y buenas, pero sin asidero comunitario. No puedo negar que
existen también doctrinas que han ido cambiando gracias a comunidades de fe y
teologías que las han sostenido, no sin cismas[6] y pérdidas no solo de dinero, sino de
feligresía, pero forma parte del devenir histórico de la fe. Todo lo anterior me hace pensar en la presencia
de teologías que no forman parte de los programas teológicos actuales. Y
particularmente las teologías que abordan las sexualidades desde las
perspectivas feministas y queer/cuir, que no coinciden necesariamente con los
dogmas eclesiales de las comunidades y que son, muchísimas veces,
estigmatizadas. Entiendo que esto no sea sencillo, especialmente porque los
grupos conservadores y fundamentalistas deslegitiman estas posturas, y,
además, existe temor por ser expulsadxs de lxs ministerios, de las cátedras teológicas, de las
denominaciones debido al poder social y económico que poseen, pero no está de
más recordar que las vidas de las personas sexo-género diversas también valen
y que “ [u]na teología que quiera ser fiel a la
compleja y rica realidad de opresión y esfuerzos de liberación que se vive
entre nosotrxs, será siempre un signo de
contradicción” Lo tenido en cuenta hasta ahora demanda, por otra
parte, lecturas interdisciplinarias que coloquen a quienes estudian teología
en la posibilidad de diálogo con otras ciencias y saberes que están más allá
de lo meramente confesional[7]. No podemos olvidar que para leer “los signos de
los tiempos” no debemos buscar la palabra de dios en la biblia, sino en la
historia y los diferentes procesos que se vienen realizando. Ello amerita
tomar en serio la mediación socio analítica y las herramientas que estas
pueden brindar, de otro modo traicionamos nuestra vocación como teólogxs y educadorxs. A modo de conclusión A partir del texto se han realizado críticas
tanto en torno a la metodología de la teología de la liberación en un
contexto educativo como en la coherencia acerca de las diversidades, las que
existimos en plural. Desde las teologías queer/cuir tomamos nuestras
sexualidades como punto de partida, pero no como punto de llegada. Nuestro
fin es mostrar la pluriforme gracia que también son
nuestras existencias y las diferentes maneras que poseemos de experimentar el
amor. En un contexto educativo, las teologías de la
liberación desde los estudios críticos de género han de movernos a una
conversión pastoral que reconozca nuestros cuerpos e identidades con el mismo
valor que el de las personas heterosexuales Nuestra labor educativa teológica está al
servicio de la humanidad que se descubre y redescubre en una Divinidad, amiga
de la vida. Esto significa, parafraseando a Gutiérrez, “más vale un maricón,
una lesbiana, una persona bisexual o trans viva, que siendo cristianxs y sometidas a la alienación de la muerte,
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“Patriarcado y patriarcabro: Homofobia, discursos
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crítica de género”. Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana
3, n.° 88: 152-166. Vélez, Olga Consuelo. 2013.
“Teología feminista latinoamericana de la liberación: balance y futuro”. Horizonte
11, n.° 32: 1801-18012. Enrique Vega-Dávila, es Doctor en Estudios Críticos de Género por la
Universidad Iberoamericana de Ciudad de México (Ciudad de México, México) y
tiene una maestría en Teología Dogmática por la Facultad de Teología
Pontificia y Civil de Lima (Pueblo Libre, Perú). Contacto: cenveda@gmail.com Artículo recibido: 22 de enero del 2024 Artículo aprobado: 3 de marzo del 2024 |
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[1] Existen tensiones en muchas comunidades “inclusivas”. Por
ejemplo, la lucha por el matrimonio igualitario por parte de personas del mismo
sexo no significa necesariamente una posición abiertamente a favor de leyes de
identidad de género de las personas trans*. En algunas comunidades de fe,
mayoritariamente formadas por hombres que sienten atracción por hombres, se da
un olvido de otras luchas, lo que en un texto he llamado “patriarcabro”
[2] El último Estado en reconocer el matrimonio igualitario fue
Tamaulipas, el primero fue Ciudad de México en 2010. Doce años han pasado para
que todos los estados en esta entidad federativa puedan hacer legal un derecho
[3] Se llama terapias de conversión a las “prácticas destinadas
a “curar” la homosexualidad o la transidentidad, que surgieron en el siglo XIX
y se han multiplicado desde que rigurosas organizaciones religiosas se
apoderaron de los Estados Unidos en la década de 1970” (Chiquer et al.
2020, 1).
[4] El uso de la “x” en la creación de plurales responde a una
posición crítica en el lenguaje, de modo concreto al masculino genérico
extendido en nuestra lengua. Tal uso se trata de una opción política que obliga
a quien lee a colocar el género, es posible que quien lea desee colocar una “o”
para realizar el plural, otras personas quizá empleen la “a” o la “e”, en todo
caso queda a criterio personal el modo de ser leído, y así evidenciar en lo
cotidiano del ejercicio académico nuestras políticas, o mejor dicho, nuestras
éticas de género.
[5] En la reciente entrevista a
Francisco, obispo católico de Roma, afirmó a la agencia Associated Press lo siguiente: “Somos todos hijos de Dios y Dios nos
quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad.
El ser homosexual no es un delito. No es un delito. Sí, pero es pecado. Bueno,
primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de
caridad con el prójimo, ¿y vos cómo andás?”
“El contexto de la frase está relacionada con la
criminalización de la homosexualidad en países islámicos (que no menciona así).
Y cómo actúan los obispos en esas culturas. Me es muy claro que los obispos
necesitan convertirse, como lo dice ese obispo de Roma, pero no creo que solo
ellos, sino toda esa institución y su doctrina en relación al ser humano que ha
estipulado la vida y los actos de las personas, pero le ha quitado
responsabilidad al no abordar la conciencia, libertad y límites, colocando
candados a la gracia.
La #homosexualidad es pecado para esa denominación y para muchas otras, pero eso no
significa que esto sea una verdad. La historia de esta denominación ha tenido
excesos y errores en materia de moral, donde abiertamente se han equivocado,
uno de los más descabellados es la esclavitud. Ese afán universalista de esa
denominación, de querer afirmar algo para toda la cristiandad es un lastre
colonialista que debe ser denunciado. Y aunque exista dentro de su moral una
rara distinción entre la misma homosexualidad y los actos homosexuales, y
seguro que muchos teólogos harán malabares para defender al Papa, siento mucha
pena por quienes continúan en esa Iglesia y son de la diversidad sexogenérica.
Es cierto que todxs somos pecadores y
pecadoras, pero en una sociedad que sigue maltratando y discriminando, que se
cree superior por ser heterosexual y cisgénero, que emplean la biblia para
negar nuestros derechos, sus palabras avivan el desprecio y los juicios que
hemos vivido en muchas comunidades y que muchas otras personas vivirán por ser
parte de esa institución. Puede que su intención haya sido buena, pero la lucha
por la descriminalización pasa también por esa desculpabilización que forma la
idea de pecado”.
[6] Un caso concreto puede notarse en la Iglesia Metodista
Unida de Estados Unidos de Norteamérica, quienes debido al tema LGBT+ se
discernía la separación entre quienes aceptaban y no su inclusión afirmativa
[7] En mis tiempos de estudiante de teología, en un centro
conocido por ser “progresista”, recuerdo a un compañero que se refirió a cursos
como “Antropología y Sociología de la Religión” o “Realidad Latinoamericana y
Peruana” como cursos de relleno en la formación sacerdotal.