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Vida y Pensamiento Revista Teológica de la
Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 44, Número 2 - Año 2024
- San José, Costa Rica El conflicto actual entre Palestina e Israel: Reflexiones
interdisciplinarias |
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El recurso
al ‘derecho divino’ en la
ocupación israelí
de los Territorios Palestinos: Un
análisis desde los Estudios Bíblicos David
Castillo Mora Universidad
Bíblica Latinoamericana, San José, Costa Rica pp. 51-95 |
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Resumen: El presente artículo
plantea un análisis de la instrumentalización de la Biblia para legitimar la
ocupación israelí de los Territorios Palestinos. A partir de una exploración
del contenido de las interpretaciones hegemónicas en torno al fenómeno, se
caracteriza el trasfondo del discurso que, desde el siglo XVI y en sectores
principalmente protestantes y evangélicos, ha insistido en promover la
presencia del pueblo judío en los territorios de la Palestina histórica.
Tomando en cuenta los usos que hacen sectores evangélicos milenaristas así
como sionistas judíos de la Biblia para justificar la creación de un Estado
judío y la posterior ocupación, se acude al aporte de los Estudios Bíblicos,
proponiendo que un abordaje científico que considere las dimensiones
literarias, históricas y teológicas del material permite un ejercicio de desmitologización, caracterizando el discurso del
‘derecho divino’ como la producción ideológica de grupos políticos, tanto en
el texto bíblico como en la actualidad.
Palabras claves: ocupación, cristianismo
sionista, legitimación religiosa, pensamiento mítico, desmitificación,
Estudios Bíblicos Abstract: This article
presents an analysis of the instrumentalization of the Bible to legitimize
the Israeli occupation of the Palestinian Territories. From an exploration of
the content of the hegemonic interpretations of the phenomenon, it
characterizes the background of the discourse that, since the sixteenth
century and in mainly Protestant and evangelical sectors, has insisted on
promoting the presence of the Jewish people in the territories of Historic
Palestine. Taking into account the uses made of the Bible by evangelical
millenarianism and Zionist Jewish sectors to justify the creation of a Jewish
State and the subsequent occupation, we turn to the contribution of Biblical
Studies, proposing that a scientific approach that considers the literary,
historical and theological dimensions of the material allows an exercise of
demythologization, characterizing the discourse of the 'divine right' as the
ideological production of political groups, both in the biblical text and in
the present day. Keywords: Occupation,
Zionist Christianity, religious legitimation, mythical thinking, demythologization, Biblical Studies |
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David Castillo Mora El recurso al ‘derecho divino’ en la ocupación israelí de
los Territorios Palestinos: Un análisis desde los
Estudios Bíblicos Introducción El presente artículo busca analizar la
instrumentalización del texto bíblico en el proceso de legitimación religiosa
de la ocupación israelí de los Territorios Palestinos, así como explorar las
contribuciones que la disciplina de los Estudios Bíblicos puede ofrecer para
disputar interpretaciones bíblicas que reproducen estructuras hegemónicas
opresivas en el ámbito social y político de nuestras sociedades. El 7 de octubre del año 2023 se suscitó un nuevo episodio dentro del
proceso sistemático de control y ocupación territorial que por más de siete
décadas ha desarrollado el Estado israelí sobre el Pueblo Palestino. El
ataque coordinado del movimiento de liberación palestino Hamas junto a otras
agrupaciones de resistencia, como la Jihad
Islámica, al sur de las fronteras que separan el borde este de la Franja de
Gaza con los territorios ocupados por el Estado israelí, desató como
respuesta una ofensiva militar coordinada desde Tel Aviv que ha ocasionado
una catástrofe humanitaria y que ha sido catalogada por la relatoría especial
de la ONU en Palestina como genocidio[1]. Al día de hoy, la incursión militar por parte del
ejército israelí, los constantes bombardeos, y el recrudecimiento del bloqueo
sobre el enclave, que impide el ingreso de alimentos, recursos médicos y
sanitarios, y recursos energéticos, ha provocado la muerte de más de 42 mil
personas y el desplazamiento de más de un millón de habitantes dentro del
territorio gazatí[2]. Se estima que hay más de 12 mil personas
sepultadas en los escombros, y al menos 2000 mil gazatíes
secuestrados por fuerzas militares israelíes, en una situación que también ha
evidenciado el incremento de la violencia general por parte del ejército y de
grupos de colonos en Cisjordania[3]. El proceso de ocupación israelí y los actos de resistencia que suscita
desde el Pueblo Palestino convierten este análisis en objeto de las Ciencias
Sociales; sin embargo, la presencia de una dimensión religiosa en su dinámica
e interpretación, y particularmente el uso que se hace de los textos del
Antiguo Testamento, demanda también de la contribución del campo de los
Estudios Bíblicos. El presente artículo se enfocará en este segundo aspecto,
buscando comprender el rol de la interpretación bíblica como recurso de
legitimación del proceso de ocupación, así como el de esbozar algunas
contribuciones que los Estudios Bíblicos aportan al desmontaje de su
ideología subyacente. El objetivo es desmitologizar
la interpretación religiosa de la ocupación, señalando que han sido fuerzas
históricas, pasadas y presentes, las que han acudido ideológicamente a ‘lo
divino’ como recurso de legitimación. 1. Entre
política y religión: una
mirada hegemónica de la ocupación Dentro de la mayoría de las sociedades en el occidente global, de las
cuales Centroamérica es parte, se ha consolidado el discurso que afirma que
el Estado israelí fundado en 1948 es la encarnación religiosa y
político-territorial de lo que grandes sectores del Cristianismo
y Judaísmo institucionalizados denominan el antiguo pueblo de Israel, pueblo
protagonista del ‘relato’[4] en las páginas del Antiguo Testamento[5]. Esta interpretación es producto de dos
sistemas ideológicos que confluyen, pero que son analíticamente
distinguibles. El primer sistema es de índole religioso y producto de la posición que
sigue sosteniendo el cristianismo como expresión religiosa hegemónica dentro
de la cultura occidental en la región noratlántica (USA y la Europa
Occidental[6]. Especialmente en los Estados Unidos,
existen grupos religioso-políticos de amplio poder económico que logran
colocar una interpretación religiosa cristiana del mundo. Dicha
interpretación tutela la ética, la moral y la visión de mundo de amplios
sectores sociales y ‘cristianiza’, por decirlo de alguna manera, la
interpretación del mundo y sus acontecimientos[7]. Como resultado de este discurso, el Estado
israelí se interpreta como la continuidad del antiguo Israel bíblico, y su
accionar se defiende y legitima como expresión de la voluntad divina, en un
claro recurso al pensamiento mítico-mágico[8]. El segundo sistema, legitimado en algunas dimensiones por el primero,
pertenece a una dimensión política, y tiene que ver con el discurso
ideológico occidental que defiende la idea de la legitimidad de la existencia
del Estado israelí desde su fundación en 1948. Este discurso no se defiende
únicamente a partir de elementos mítico-religiosos, sino a partir de la
influencia política, militar, económica y cultural que el bloque USA-Europa
occidental impone al resto de estados del globo que resultan subordinados a
su dominación[9]. La Declaración Balfour[10] de 1917, la construcción del Plan de
Partición de la ONU[11] que llevó a la legitimación política de la
creación del Estado israelí en 1948, o la actual colaboración de potencias
mundiales como USA, Alemania e Inglaterra en la invasión y genocidio en Gaza,
que incluye el apoyo militar y el lobby político en la Asamblea General de la
ONU[12], son algunas muestras de esta visión
hegemónica. Es principalmente la visión religiosa mencionada la que ha encontrado
en la Biblia un instrumento funcional de legitimación. A partir del recurso a
ciertas tradiciones del Antiguo Testamento se ha desarrollado una asociación
entre el Israel bíblico y el Estado israelí moderno que influye directamente
en la interpretación del actual proceso de ocupación. Un número amplio de
individuos – tanto en la esfera política como en los sectores de sociedad
civil y otros ámbitos, ambos reproductores del sentido común en estos temas –
tiende a justificar las acciones de las autoridades israelíes a partir de la
idea de que representan la voluntad divina en acuerdo con el texto bíblico.
Como consecuencia, la ocupación sistemática del territorio palestino desde
1948, o la violencia contra la población en Cisjordania, la Franja de Gaza o
Jerusalén este, son vistos como legítimos a partir de la creencia en que
‘Dios ha dado a Israel el derecho de poseer esa tierra’. Dicha interpretación, que equipara al Israel moderno con el antiguo
pueblo de Israel y que justifica la ocupación de la tierra a partir de un
mandato divino, no es únicamente problemática sino gravemente errónea desde
la perspectiva analítica de los Estudios Bíblicos. Debemos decir inicialmente
que el uso del texto bíblico para justificar un orden social determinado en
las sociedades occidentales ha sido común a lo largo de la historia reciente.
La legitimación del sistema de esclavitud europeo, los procesos de
colonización en América Latina y África, o la persecución en contra de las
personas de la comunidad LGTBI[13], hoy vistos con censura y desagrado desde
amplios sectores de las sociedades con aspiraciones democráticas, son
ejemplos de la instrumentalización de la Biblia en el ejercicio de la
violencia en contra de grupos, colectivos o poblaciones en una determinada
situación histórica[14]. A la luz de este uso condicionado de las tradiciones bíblicas en
función de la legitimación de proyectos hegemónicos, la pregunta fundamental
que nos convoca es aquella que interroga si es posible afirmar que las
tradiciones bíblicas legitiman que el Estado israelí moderno sea dueño de los
territorios palestinos por mandato divino. Como se ha dicho igualmente en los
casos sobre la esclavitud, la colonización o la homofobia, la respuesta es un
‘no’ rotundo, y los Estudios Bíblicos nos ayudan a comprender el por qué. 2. Los discursos de legitimación en la
ocupación del territorio palestino “Nosotros, miembros del Concilio del Pueblo,
representantes de la Comunidad Judía de Eretz-Israel . . . en virtud de nuestro derecho natural e histórico Y sobre la fuerza de la Resolución de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, Declaramos aquí el establecimiento de un
Estado Judío en Eretz-Israel, Que será conocido como el Estado de Israel” (David Ben Gurión,
14 de mayo de 1948).[15] Antes de revisar las contribuciones de los Estudios Bíblicos al
análisis del recurso al respaldo divino a la ocupación, es fundamental
explorar algunas de las fuentes discursivas que han legitimado dicho proceso.
Una característica que resalta en la ocupación de los territorios palestinos
por el moderno Estado israelí es la apelación a un derecho natural, histórico
y divino de poseer dicha tierra, como resalta la frase emitida por Ben Gurión registrada arriba[16]. Notaremos, a partir de una breve revisión
histórica, que esta comprensión surgió antes del movimiento sionista iniciado
por Teodor Herzl, pero
que ha sido una postura consolidada tanto en sectores evangélicos como
judíos, y en la esfera religiosa como política, desde el siglo XIX hasta el
presente. a. Los inicios del sionismo cristiano: el pueblo judío y el Fin de los Tiempos El período más antiguo en que se registran ideas y movilizaciones en
favor del establecimiento del pueblo judío en tierra Palestina se ubica en
los inicios de la Reforma Protestante del siglo XVI. Grupos de corte
mesiánico, “leyendo de una manera novedosa el Antiguo Testamento… esperaban
que el pueblo judío jugara un rol importante en los eventos inminentes del
fin de los tiempos”[17]. Como consecuencia, en la Inglaterra de
1650 emerge un debate acalorado en torno al regreso del pueblo judío,
mientras que grupos pre-milenaristas cristianos de
Holanda adhieren al movimiento mesiánico judío de Shabbatai
Zvi que incentivaba el mismo fin[18]. Estos movimientos permiten datar la promoción de una migración del
pueblo judío en tierra Palestina desde los siglos XVI y XVII, especialmente
dentro del mundo protestante. Su característica particular era la de una
lectura literal de la Biblia, a partir de la cual veían a los judíos de su
tiempo como la continuidad del pueblo bíblico de Israel, quienes serían
“herederos del pacto de Dios con Abraham y el objeto de las profecías sobre
la restauración del reino davídico en la tierra de Israel”[19]. Haciendo una lectura cristianizada de la
Antiguo Testamento, afirmaban que para la fe cristiana era necesario el
regreso de este pueblo judío a Palestina como primer paso hacia la
realización de los tiempos mesiánicos[20]. Con el advenimiento del siglo XIX llega un periodo fundamental en este
proceso, pues surgen discursos de carácter mítico-religioso y político que
dan mayor forma a las ideas surgidas a partir de la Reforma. En el mundo
anglosajón, primero el británico Lord Ashley Cooper, líder del partido
evangélico en Gran Bretaña, y posteriormente William Blackstone,
de la comunidad evangélica estadounidense, presionan a los gobernantes de sus
respectivos países para que promuevan la creación de un Estado judío en los
territorios de la Palestina histórica[21]. Esto ubica la génesis del discurso de
creación de un estado judío en los territorios palestinos, en círculos
evangélicos y protestantes estadounidenses y europeos, aun antes del
surgimiento del sionismo político[22]. Estos movimientos, alineados al sionismo cristiano, incorporaron a una
serie de figuras religiosas, a escritores e intelectuales, a personas
empresarias y de la política, que desde una concepción religiosa y mesiánica
promovieron la migración de grupos judíos a Palestina y el establecimiento de
un Estado judío[23]. Estaban motivados por la creencia de que
un territorio político autónomo judío era un paso necesario en la preparación
de la Parusía, retomando esta creencia dentro del pensamiento cristiano que
insistía en la idea de un regreso definitivo de Jesucristo a la tierra[24]. Así, la fe en el cumplimiento de una
utopía de ciertos sectores cristianos, que esperaban el advenimiento de la
figura de Jesucristo como forma de intervención histórica, explica la presión
en favor de la creación del Estado judío[25]. Más allá de estas ideas generales, las distinciones entre los grupos
europeos y estadounidenses son importantes. El movimiento británico asumió un
carácter profético e ‘histórico’, lo que quiere decir que identificaba los
eventos de su tiempo con pasajes bíblicos, en un ejercicio asociativo[26]. El pre-milenarismo
estadounidense, en cambio, era futurista, asumiendo una forma de
dispensacionalismo que veía en los acontecimientos del presente una forma
para alcanzar un tiempo futuro ideal[27]. Dentro del evangelicalismo
estadounidense, Blackstone insistía en la creencia
de que el pueblo judío debía retornar a su hogar y establecer una entidad
política que sería liderada por un Anticristo, una figura opuesta al Mesías
cristiano[28]. En este escenario, y con el pasar del
tiempo, ciertos grupos judíos aceptarían la fe cristiana y serían perseguidos
por el Anticristo, hasta que en el período de la Gran Tribulación Jesús
acabaría con el reinado de este opositor[29]. Estas creencias llevaron a dichos movimientos religiosos a la acción
política. Blackstone solicitó en 1891 al presidente
de los Estados Unidos “organizar una conferencia internacional con los
poderes mundiales para devolver Palestina a los judíos”[30]. La petición fue firmada por congresistas,
gobernantes, alcaldes, editores, medios de comunicación, líderes religiosos y
figuras empresariales, evidenciando el peso de la cosmovisión
cristiano-mesiánica en amplios sectores del protestantismo estadounidense[31]. Este esfuerzo religioso adquiere dimensión política mayor cuando Blackstone vincula el proyecto cristiano a la identidad
política y nacional del país norteamericano, recordando lo que mencionamos al
inicio sobre la vinculación entre una visión hegemónica de carácter
cultural-religioso y otra político-militar sobre el tema del Estado israelí
en Palestina. Este predicador propuso que “los Estados Unidos tenían un rol y
una misión especial en el plan divino para la humanidad: aquel de ser el Ciro
moderno, y ayudar a restituir al pueblo judío a Sión”[32]. Blackstone
propuso que “Dios había escogido a Estados Unidos debido a su superioridad
moral sobre otras naciones, y que el país sería juzgado de acuerdo con su
cumplimiento de esa elección”[33]. Así, Blackstone
colocaba la base ideológica para sustentar el proyecto colonizador de los
grupos judíos en Palestina, como también el papel político, económico y
militar que los Estados Unidos han jugado en dicho proceso hasta hoy. b. Sionismo cristiano y Sionismo político en
el siglo xx: una historia de legitimación religiosa El Sionismo político promovido por Teodor Herzl a finales del siglo XIX encontró gran apoyo en este
tipo de movimientos, marcando la línea hegemónica de interpretación de los
acontecimientos en el territorio palestino en el siglo XX. El apoyo al
programa Sionista fue tal que, en su primer congreso de Basilea en 1897, un
número importante de representantes cristianos fueron invitados para mostrar
su apoyo[34]. Así, en 1916 Blackstone
lidera un movimiento incorporando importantes grupos judíos para pedir al
presidente de Estados Unidos la restauración del pueblo judío en Palestina,
mientras que en 1917 se emite la declaración Balfour como producto del
cálculo político, de la presión de sectores cristianos británicos, y del
lobby del cristianismo sionista en el gobierno de Woodrow Wilson[35]. Este apoyo político se complementa con nuevas lecturas bíblicas que
continúan promoviendo el ‘retorno’ judío al territorio. La confirmación de la
Declaración Balfour es leída por el cristianismo sionista como una indicación
más de la inminente llegada del mesías, promoviendo por ejemplo las llamadas
‘conferencias proféticas’ como las celebradas en Filadelfia y Nueva York en
1918[36]. Esta línea de interpretación se prolongó
durante el contexto de las dos guerras mundiales, cuando se da la persecución
de grupos judíos, la creación de la Universidad Hebrea y la inauguración del
puerto de Jaifa, interpretados como señales de que
se iba estableciendo la entidad política judía necesaria para la llegada del
Fin de los Tiempos[37]. Bajo esta realidad se fomentan las
críticas a cualquier política internacional que busca restringir la
inmigración judía en territorio palestino, y aumentan las denuncias de lo que
se considera una hostilidad árabe en contra del proyecto sionista[38]. Una vez más, el apoyo político de sectores cristianos – con Biblia en
mano - al proceso de establecimiento de un estado judío en territorio
palestino se ratifica en 1948, momento de la declaración de creación del
Estado de Israel. Medios de comunicación evangélicos publicaron discursos
dando su aprobación a partir de la idea de que esto permitía el cumplimiento
del plan divino, y aplaudieron las masivas oleadas de inmigración desde Asia,
África y Europa del Este desarrolladas posteriormente en los años cincuenta[39]. Esta ocupación del territorio era leída
una vez más como la terminación de la era presente y el inicio del Fin de los
Tiempos[40]. Sin embargo, los discursos de apoyo fueron
diversos, y una línea insistió en que la instauración del ‘reino davídico
mesiánico’ no implicaba el maltrato ni la expulsión de la población árabe,
trabajando para ‘mitigar’ el impacto generado en cientos de miles de personas
refugiadas por las migraciones forzadas iniciadas en 1948[41]. Así, el escenario se ha repetido con consistencia en términos de una
legitimación cristiana, con instrumentalización bíblica, de los avances
coloniales del Estado israelí en Palestina. En el marco de la Guerra de los
Seis Días se insiste en que la expansión del estado israelí es necesario para
la llegada del Mesías[42]. El sionismo cristiano en los Estados
Unidos desarrolla un fuerte lobby pro-sionista,
promoviendo políticas que den apoyo económico, diplomático y militar, y
sosteniendo que era su deber apoyar el fortalecimiento del Estado de Israel
como forma de sustentar la voluntad divina en la historia[43]. Los
gobiernos de Reagan y Bush, en la década de los años ochenta, continuarán
dicha política exterior con un fuerte respaldo y presión del cristianismo
sionista evangélico[44]. En los años noventa y la primera década de
los 2000 el panorama no varía. Figuras de la política nacional
norteamericana, con un fuerte trasfondo evangélico sionista, fomentan
políticas de apoyo al Estado israelí mientras visitan a las comunidades religiosas
del país y organizan todo tipo de iniciativas de apoyo y reconocimiento del
proceso colonial israelí[45]. Aunque los intereses no son únicamente
religiosos, el discurso cristiano conservador, y su lectura bíblica, son
herramientas fundamentales de apoyo al proceso de despojo de las tierras
Palestinas. La presencia contemporánea de esta lectura se puede ilustrar a partir
de dos ejemplos tanto del ámbito religioso como del político. La primera, una
lectura del profesor del Instituto Bíblico Moody,
Michael Rydelnik, quien es presentado como profesor
de Estudios Judaicos en el departamento de Estudios Interculturales de dicha
institución[46]. En un comentario en torno a la pregunta
sobre si la creación del Estado israelí es un cumplimiento de las ‘profecías
antiguas’, el autor señala que en efecto “los profetas hebreos anunciaron que
un día Dios devolvería a su pueblo a Israel, creencia que nunca desapareció a
pesar de los siglos de dispersión”[47]. Rydelnik
ejemplifica una lectura literal del material bíblico, donde la perspectiva de
un autor particular detrás del pasaje es confundida con un actuar divino
concreto, y silenciando el avance de los Estudios Bíblicos modernos, que
requieren del reconocimiento del proceso de autoría, y de la identificación
del género literario, en la explicación de textos del pasado.[48] En su interpretación Rydelnik afirma que la
Biblia “predice que Israel regresaría a la Tierra en etapas”[49]. Interpretando la imagen de los huesos
secos en Ezequiel 37, el autor sugiere que ésta representa “la vívida
descripción de la restauración judía en la tierra prometida que ocurre
actualmente”[50]. El proceso lento de la reconstrucción del
cuerpo a partir de huesos secos, y hasta el aliento vital, es leído como las
distintas oleadas migrantes a la tierra Palestina desde el siglo XVIII, que
culminarán cuando los grupos judíos, ya poblando el territorio palestino,
dirijan su fe al Mesías.[51] El libro de Zacarías es de igual manera leído en esta clave. Rydelnik argumenta que después de un período de exilio,
“la Biblia predice que Israel regresará a reestablecer su identidad nacional,
estableciendo un período en el cual el Mesías vendrá a rescatar a Israel de
sus enemigos (Zac 14.3)”[52]. Así, no sólo las migraciones por oleadas,
pero también las diversas persecuciones, se interpretan como señales claras
de que la Biblia auguraba desde el pasado los acontecimientos que llevaron a
la formación del Estado israelí. El segundo ejemplo proviene de una lectura religiosa en el ámbito
político, realizada por una figura laica y del mundo secular, el actual Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu. En una
conferencia de prensa televisada del 28 de octubre del 2023, dirigiéndose
particularmente a las tropas israelíes, Netanyahu citó Deut.
25.17 diciendo: “recuerda lo que Amalec hizo contigo”[53]. Dicha frase surgía posterior a la
afirmación del Primer Ministro de que el objetivo
supremo del ejército era el de “destruir al enemigo asesino”[54]. Expresiones de este tipo han sido
recurrentes a lo largo de un año de conflicto abierto en contra de Hamás, Hezbolá e Irán. Inclusive fueron observadas en la
acusación que levantó el estado de Sudáfrica en la Corte Internacional de
Justicia, en la cual se registró la relación que hizo Netanyahu entre Gaza y
Amalec siguiendo el verso de 1 Samuel 15.3[55]: Escucha, pues, las palabras de Yahvé:
2 Esto dice Yahvé Sebaot: He decidido castigar a Amalec por lo que
hizo a Israel, cortándole el camino cuando subía de Egipto. 3 Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema
con todo lo que posee; no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres,
niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y burros.»[56] El sistema de lectura de Netanyahu no dista en gran medida de aquel
aplicado por los sectores evangélicos sionistas y mesiánicos ya descritos. Se
hace una lectura de paralelismo entre entidades pasadas que se citan en la
Biblia y actuales que están en medio de un conflicto particular, y se
justifica o legitima una forma de actuar o relacionarse actualmente a partir
de un cierto paradigma antiguo y divinamente sancionado. Esta lógica permite
a Netanyahu hacer una correlación entre el antiguo Israel y el actual estado
israelí, y el antiguo Amalec con el actual pueblo de Gaza, concluyendo que
las acciones de exterminio llevadas a cabo en la actualidad por el primer
grupo se justifican como mandato divino contra el segundo. En su artículo sobre la “Weaponización del literalismo bíblico”, Sameer Arshaad resalta la selectividad del recurso a la
tradición realizado dentro del sector israelí citado, mencionando que de
entre los más de 23 mil versos presentes en el Antiguo Testamento, los
elegidos por Netanyahu para hablar de la invasión de Gaza se encuentran entre
los más cruentos de la colección. Dicha forma de interpretación pertenecería
a una práctica común dentro de estos sectores judíos, utilizada para
justificar el asesinato de personas Palestinas e insistiendo en que el
‘pueblo judío’ – como cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento -
es garante de unas prerrogativas ‘divinas’ que ningún otro pueblo o nación
posee[57]. Lecturas de este tipo están diseminadas en
el grueso de la población del Estado israelí, donde un 47% señala que el
sufrimiento de la población gazatí no debería ser
parte de sus preocupaciones[58]. Joshua Shanes, profesor de Estudios Judaicos
del Charlestone College
señala que el relato de los amalecitas emboscando a los israelitas que salen
de Egipto, así como el del mandato a Moisés de exterminar a Amalec, son
tradicionalmente de los más leídas el Sábado en la
actual festividad de Purim, con el potencial efecto de motivar el pensamiento
de que es necesario eliminar al ‘pueblo enemigo’[59]. Sin embargo, la rabina
Jill Jacobs, directora de la organización rabínica de derechos humanos T’ruah, observa
que los grupos rabínicos usualmente afirman que Amalec no es una entidad
existente y que cualquier referencia a este pueblo es moralmente inaceptable
para atacar a cualquiera, fomentando por el contrario una lectura interior y
de carácter moralista[60]. En una entrevista con Noah Lanard, el judío ortodoxo Peter Beinart
respalda esta mirada afirmando que la tradición rabínica abandonó hace mucho
tiempo una lectura de Amalec asociada a acciones genocidas, insistiendo en
que una mirada literalista de la Biblia es ajena al
Judaísmo de los últimos dos mil años[61]. Jacobs, sin embargo, recuerda que en sectores israelíes extremistas es
común insistir en el pueblo palestino como la representación moderna de
Amalec[62]. En un artículo de 1980, “el rabino Israel
Hess citó el relato de Amalec para justificar el exterminio de los
palestinos. Esta justificación bíblica de la violencia fue retomada por
Baruch Goldstein, quien afirmando la relación entre Palestina y Amalec asesinó
en 1994 a 29 personas musulmanas en una mezquita en la ciudad de Hebrón
durante la fiesta de Purim [63], una semana después de la lectura bíblica
sobre Amalec mencionada arriba. Por ende, la ideología que prima en la interpretación bíblica de estos
sectores judíos de índole extremista es la de la legitimación religiosa de la
esfera política, en este caso para justificar la colonización del territorio
palestino y el exterminio de su población. Es importante recordar que
Goldstein es considerado una figura importante en los sectores israelíes
radicales. Su tumba lo describe como un hombre que murió “con manos limpias y
corazón puro”, y tiene entre sus admiradores más importantes a Itamar Ben Givir, actual Ministro de
Seguridad Nacional del gabinete de Netanyahu y conocido por su promoción de
la ampliación de la ocupación en Palestina[64]. En resumen, una revisión de los usos de la Biblia para la legitimación
político-religiosa de la ocupación israelí en los territorios palestinos
permite identificar varias características de este proyecto. Primero, los
grupos cristianos y judíos que lo apoyan asumen una interpretación literal
del texto, en el que se parte de la idea de que la composición de la Biblia,
y su contenido mismo, tienen una raigambre trascendente, una fuerza divina
que los acompaña y que tutela la historia en su favor, acudiendo a una visión
mítico-religiosa del mundo. Segundo, se acude a una serie de tradiciones
diversas para la legitimación de su discurso religioso-político, incluyendo
materiales de la Torá/Pentateuco, de la tradición de los Profetas Anteriores
o Libros Históricos[65], y finalmente de textos proféticos y de
pensamiento apocalíptico. Tercero, se incorpora en la lectura política una
interpretación religiosa de la historia, en la cual, y de
acuerdo a cierto pensamiento del cristianismo evangélico, la
concepción del Fin de los Tiempos se asocia a una presencia de grupos judíos
en el territorio palestino, esto como garantía de cumplimiento de promesas
pasadas. 3. Los
Estudios Bíblicos y el recurso al derecho divino en
la ocupación israelí de los territorios palestinos A la luz de los elementos señalados en la sección anterior, y que
resumen algunas de las características del uso de la Biblia en la
legitimación de la ocupación del territorio palestino, es posible plantear
una serie de preguntas para ser abordadas desde los Estudios Bíblicos: ¿Cómo explica la crítica bíblica el actuar
de ‘lo divino’ en la Biblia, tanto en términos de composición como de
participación de dicha figura – más precisamente personaje - en los relatos,
oráculos y textos apocalípticos? ¿Cuál es la posición de esta disciplina
sobre la lectura literal de la Biblia, y qué alternativas ofrece? Finalmente,
¿Cómo explica la disciplina los discursos de adjudicación divina de la tierra
Palestina en favor de los israelitas en las distintas tradiciones citadas?
Discutiremos estos aspectos en la siguiente sección. a. El actuar de lo divino en la tradición bíblica: hacia un proceso de desmitificación Los Estudios Bíblicos, surgidos de forma institucionalizada a finales
del siglo XVIII e inicios del XIX principalmente en Europa Occidental,
representan una serie de abordajes disciplinarios que se encargan de estudiar
la Biblia desde los requisitos epistemológicos postulados por la ciencia
moderna[66]. Desde su fase inicial, se preocuparon por
indagar sobre el origen de los libros de la Biblia en el devenir histórico y
como productos humanos, investigando las condiciones históricas, sociales,
culturales, ideológicas y literarias que explican el contenido bíblico y sus
postulados[67]. Esto llevó a un proceso de desmitificación del texto, que cuestionó la
perspectiva hasta hoy sostenida en variados círculos de que la Biblia había
tenido un origen divino o trascendente, y que su contenido – en términos de
acciones individuales y acontecimientos de índole nacional o regional –
hubiesen estado mediados por el actuar de una entidad de carácter celestial.
Al analizar la cosmovisión del mundo en que surge el material bíblico – tanto
del AT como del NT – se observa como rasgo característico una visión mítica
del mundo, entendida como una forma de explicar los fenómenos naturales y
sociales que rodean a las sociedades humanas como producto de fuerzas
divinas. Para Croatto, lo mítico como expresión literaria y antropológica
implica una construcción interpretativa que lee acontecimientos de la
realidad utilizando como recurso la acción de los dioses[68]. Estas expresiones de comprensión son
comunes, como ya dijimos, en el mundo en que surge la Biblia. Un ejemplo del
entorno bíblico puede ampliar esta noción. De acuerdo a
H. y H. A. Frankfort[69], Los antiguos
relataban mitos en vez de presentar análisis o conclusiones. Nosotros
explicaríamos… que ciertos cambios atmosféricos traen una sequía o causan
lluvia. Los Babilonios observaban los mismos eventos, pero los experimentaban
como la intervención del pájaro gigante Imdigud que
venía a su rescate. Esta característica, denominada ‘pensamiento mítico’, determina el
marco de comprensión del Antiguo Cercano Oriente, que permite explicar las
cosmovisiones en el Antiguo Israel, en Mesopotamia, en Egipto, y que alcanzan
también el contexto helenista donde emergerán el judaísmo y el cristianismo.
En Egipto, cultura de gran influencia en el pensamiento del Antiguo
Testamento, observamos cómo la explicación por las crecidas del Nilo,
necesarias para la alimentación del país, y catastróficas en caso de una sobrecarga
acuífera, tenía que ver con la voluntad de los dioses: Si el río se
rehúsa a crecer, no se sugiere que la falta de lluvia en las montañas explica
adecuadamente la calamidad. Cuando el río no crece, se ha rehusado a crecer.
El río, o los dioses, deben estar molestos con el pueblo que depende de la
inundación. Tal vez el río o los dioses intentan dar un mensaje al pueblo.
Entonces, se hace necesaria una acción[70]. No sólo el mundo natural, pero también los procesos sociales e
históricos, como una guerra, el ascenso de un monarca, o el establecimiento
de una norma jurídica o de un santuario religioso, eran explicados a partir
de la acción de una divinidad y su voluntad, y no del poder militar, de las
negociaciones entre facciones políticas, o de una práctica cultural arraigada
que se normaliza. Por ejemplo, en los mitos de fundación babilónicos como el Enuma Elish, las instituciones
de la monarquía y del templo, que hoy explicaríamos como formaciones
históricas, son explicadas como constituidas a partir de un mandato divino,
que las establece y sanciona. El pensamiento mítico es un elemento fundamental en el contenido de
grandes relatos con ‘aspiración histórica’, como aquellos que encontramos en
la amplia sección que va de Génesis a Nehemías y que narran una suerte de
acontecimientos que buscan explicar desde el origen de la ‘creación’ hasta la
restauración del antiguo pueblo de Israel en el período del Imperio Persa
(538-333 a.e.c.). Si decimos que los textos han sido escritos a partir del
pensamiento mítico – los acontecimientos individuales y nacionales son
movidos o condicionados por fuerzas divinas – como corresponde a su período
histórico, también debemos afirmar que aun en la modernidad dicha perspectiva
de interpretación está presente en los grupos que los leen, a pesar de los
inmensos avances científicos con que contamos, y de las posibilidades que
existen de interpretar los fenómenos sociales y naturales fuera de una
explicación mágico-religiosa[71]. Desde los Estudios Bíblicos, entonces, un presupuesto fundamental es
el de comprender la ‘perspectiva histórica’ en los textos de la Biblia como
relatos de carácter religioso-teológico[72], donde los escritores acuden a una
construcción del relato a partir de elementos ideológicos y religiosos
particulares. Para Sicre[73], Los autores o
redactores han dedicado un enorme esfuerzo a recopilar datos del pasado y a
ofrecerlos desde un punto de vista que no es, ni pretende serlo, el del
historiador imparcial, sino el del teólogo, con un mensaje que transmitir y
unas ideas que inculcar… Al servicio de su idea o su mensaje, estos autores
no tienen inconveniente en prescindir de hechos de gran interés histórico
para nosotros, o incluso en falsear acontecimientos o deformarlos. De esta manera, los escritores bíblicos “no conciben que la historia
marche adelante sin una serie de intervenciones directas de Dios”, por lo que
“el Señor siempre ocupa el primer plano, por encima de cualquier héroe o protagonista”[74]. Estas explicaciones permiten que
observemos en el pensamiento mítico dos aspectos fundamentales: una mirada
religiosa de la historia – lo que sucede es así por la fuerza divina – y una
perspectiva ideológica, aquella del grupo que escribe y que lo hace a partir
de sus intereses. En términos explicativos, desde las Ciencias Bíblicas el texto de la
Biblia deja de ser un material ‘caído del cielo’ para ser entendido como el
producto de grupos sociales particulares en circunstancias históricas
determinadas. Estos grupos, evidenciando preocupaciones e intereses
ideológicos como cualquier colectivo en la historia, vertieron en los textos
sus inquietudes, proyectos y aspiraciones, ocultándolos a través del recurso
a Dios y su voluntad. Así, lo que encontramos en el texto bíblico al leer la
acción o voluntad divina, no es nada más que la representación con lenguaje
religioso de las aspiraciones, deseos y luchas de grupos sociales en el
antiguo Israel, el judaísmo naciente o el cristianismo de los inicios, a
partir de las cuales interpretan su situación. En otras palabras, el texto no
proviene de ambientes divinos, sino de grupos sociales en medio de relaciones
históricas, y las menciones a Dios en el contenido – en cualquier material –
son productos literario-religiosos construidos por los escritores, y nunca el
retrato de una figura celestial que opera en la historia. De esta manera, los Estudios Bíblicos contribuyen a desarrollar un
proceso de desmitificación, el cual consiste en despojar a los materiales de
esta tradición de un aura o revestimiento de carácter trascendente, para
situarlo como producto histórico, desmontando cualquier legitimación que se
pueda hacer a partir de ellos acudiendo a un ser o voluntad divina. b. Los Estudios Bíblicos frente a la lectura literalista:
las dimensiones literarias, históricas y teológicas de los textos
bíblicos El proceso de desmitificación discutido anteriormente se fue
desarrollando junto a la elaboración de nuevas formas de explicación de la
literatura bíblica ¿De dónde vienen los materiales bíblicos? ¿De qué forma
puede entenderse el actuar divino en los textos? Los Estudios Bíblicos
desarrollaron una serie de herramientas de análisis de los textos, que
permitieron, a partir de una comprensión de sus dimensiones literarias,
históricas y teológicas, construir explicaciones científicas – no
mítico-religiosas – del material en cuestión. Este abordaje ha debido
enfrentar, inicialmente y aún hoy, los postulados de la comprensión literalista del texto bíblico, que concebían dicho
material como un recuento de acontecimientos pasados que debía entenderse
como se leía y que debía adjudicarse a la acción divina. Así, por ejemplo, en
el siglo XVII John Lightfoot – autor quien contribuye con una lectura moderna
del Nuevo Testamento al construir paralelos con la literatura rabínica –
señalaba que “la creación del ‘hombre’ ocurrió el 23 de octubre del año 4004
a.C., a las 9 a.m.”, en un ejemplo más de lectura literalista[75]. Lecturas de este tipo, como lo muestra el
manual evangélico The Fundamentals: A testimony
to the Truth de inicios del siglo XX, perpetúan dicha
postura de interpretación. Como ya hemos hablado, el giro científico operado desde el
Renacimiento contribuyó al desarrollo de los Estudios Bíblicos como
herramienta de análisis de los textos desde una premisa no religiosa. La
figura de Moisés, por ejemplo, fue objeto de amplias indagaciones y permitió
el desarrollo de una teoría robusta que cambió la comprensión en torno a los
materiales bíblicos, por al menos dos razones puntuales. Moisés es
considerado en la tradición bíblica como aquel que recibe una revelación
divina directa, asociando una organización social concreta con una fuente
celestial. Como segundo elemento, Moisés era concebido en la tradición de esa
época – y hoy en los círculos de índole más conservadora – como el autor de
la tradición del Pentateuco o cinco primeros libros de la Biblia[76], lo que implicaba que no se podía concebir
una explicación diferente al origen de estos materiales que no fuera la
divina. Las tradiciones sobre Moisés, como el resto del material bíblico,
eran leídas de forma historicista y mítica. Los Estudios Bíblicos, primero a partir de la indagación textual e
histórica, y luego en las discusiones sobre género literario y discurso
teológico, llegaron a otras conclusiones. En el caso de Moisés, inicialmente,
se generó un cuestionamiento en torno a si dicha figura había escrito los
materiales del Pentateuco, y si lo había hecho como producto de alguna forma
de manifestación divina. Mucho antes del Renacimiento, ya en el siglo XII
a.e.c. el rabino Ibn Ezra en su comentario al Deuteronomio señalaba la
dificultad de que Moisés hubiera podido escribir todo el Pentateuco[77]. Posteriormente, ya en el siglo XVIII, se
iniciaría el desarrollo de la hipótesis documentaria clásica, que explicaría
el surgimiento de los textos del Pentateuco como producto de al menos cuatro
escuelas de escritura que se podrían reconstruir como parte de la composición
de dicho material[78]. Más allá de que la teoría experimentó
posteriores desarrollos y ajustes, y se construyeron inclusive modelos
alternativos de explicación, el inicio de este ejercicio científico suscitó
dos conclusiones principales: (a) no hubo entidad trascendente que revelara a
Moisés, o a ninguna otra figura, el contenido de la sección
Génesis-Deuteronomio; y (b) fueron una serie de grupos sociopolíticos y
religiosos, y no Moisés, los que produjeron el material del Pentateuco. Los Estudios Bíblicos, por ende, se volcaron a desestimar la idea de
la autoría de Moisés y el criterio de revelación como forma de explicar la
génesis del Pentateuco, y encontraron en el análisis histórico, literario y
teológico formas más científicas de explicación de dichos textos. Tomando
como ejemplo el Éxodo para ilustrar este proceso, podemos decir que un camino
seguido por el abordaje crítico fue el de acudir al análisis literario y a la
definición del género literario de dicho material[79]. Esta mirada llevó a explicar el relato del
Éxodo, y como consecuencia el resto del Pentateuco, no como historiografía
sino como un hecho literario, una combinación de narrativas y textos legales
de carácter legendario y épico que interpretan ciertos acontecimientos en
clave teológica y a partir de la ficción literaria[80]. Desde esta perspectiva, la figura de Moisés se explicó como personaje –en términos literarios– y
no como persona –en términos
históricos[81], elemento que cuestionaba su existencia tal
cual es descrita en el relato del Éxodo cuando se lee de forma literalista. El análisis literario concluía,
inicialmente, que Moisés era un ‘personaje’ producto de una elaboración
literario-teológica del Judá de la época persa (s. VI-IV). Posteriormente,
los Estudios Bíblicos acudían a las herramientas del análisis histórico, explicando
que era en dicho momento de dominación extranjera cuando se recurrió a la
memoria de un antepasado importante dentro del pueblo – Moisés – cuyo relato
fue ambientado en un pasado fundante con el objetivo de adquirir peso
legitimador[82]. El relato de Moisés, ambientado en el
siglo XIII, debía contribuir a responder a las inquietudes religiosas y
políticas del contexto de la comunidad judía de la época persa que produjo el
relato[83]. Moisés se convertía así en un modelo antiguo que debía ser considerado
de gran valor para el pueblo judío bajo la dominación persa, y no una persona
histórica cuya existencia debía ubicarse a finales del segundo milenio a.e.c.
Pero ¿qué del aspecto religioso del texto? Acudiendo al pensamiento mítico,
una vez más, el relato construido de Moisés se dedicaba a instruir - en
términos religiosos - que Dios acompañaba al antiguo Israel en su momento de
debacle político, y que, aunque no tuvieran monarquía, Dios enviaría un
caudillo a que les enseñase mandamientos y les guiase hacia el territorio
prometido[84]. El texto del Éxodo, junto al resto del Pentateuco, se convertía en
pedagogía religiosa construida dentro de la comunidad, y dejaba de ser
literalmente el recuento de un pasado donde Dios había actuado en favor del
pueblo de Israel. Así, la discusión sobre el género literario, el debate
sobre la situacionalidad histórica que produce el material escrito, y las
expectativas religiosas vertidas en un texto determinado, se convertían en
las formas alternativas de comprensión de los materiales bíblicos, permitiendo
una alternativa de interpretación a las lecturas literalistas y
mítico-religiosas que prevalecieron hasta el siglo XIX. c. La legitimación religiosa de la ocupación: releyendo las tradiciones bíblicas El ejemplo de la figura de Moisés, del Éxodo, y del Pentateuco,
descritos anteriormente, debe considerarse de forma modélica en la
comprensión del resto de materiales de la tradición bíblica. En términos
generales, toda esta tradición comparte la correlación entre género
literario, contexto de composición, e ideas religiosas, que debe ayudarnos a
interpretar estos materiales fuera del abordaje literal. Como se discutió al
inicio, los discursos de legitimación de la ocupación israelí del territorio
palestino se han sustentado grandemente en una lectura literal de la Biblia.
Insistir en que los textos son producto de la revelación divina, y de que su
contenido debe leerse en términos literales como un apoyo divino a la
dominación del territorio palestino, es mantener posturas tanto anacrónicas
como sesgadas. Como explicamos al inicio, son algunas tradiciones en el Pentateuco,
en los libros Históricos (Profetas Anteriores), y en el material profético y
apocalíptico, las que se utilizan para justificar la ocupación israelí que
por más de 70 años ha desangrado las tierras Palestinas. Una mirada breve e
introductoria a estas tradiciones, desde los criterios literarios, históricos
o teológicos postulados por los Estudios Bíblicos, pueden cuestionar la
legitimación bíblica de dicha ocupación. i. La promesa de
una tierra a poseer: el relato del Éxodo La narrativa del Éxodo nos puede ayudar a analizar el discurso de
conquista y exterminio al que acuden constantemente sectores del cristianismo
evangélico y del sionismo en la legitimación de la ocupación israelí de
Palestina. Primeramente, podemos recordar el pasaje de Éxodo 3.8, en el cual
el relato indica que Yahvé liberaba al pueblo de Israel de la esclavitud para
darle la tierra habitada por cananeos, hititas, amorreos, perizitas,
jivitas y jebuseos. Partiendo de lo ya discutido a
la luz de Ska, el libro del Éxodo sigue siendo un
texto aleccionador, que busca formar a una audiencia que vive las condiciones
de esclavitud bajo la ocupación de una fuerza extranjera (Imperio Persa). En
este caso, el relato en su dimensión literaria plantea para Israel un escenario
utópico, aquel de la salida de Egipto a tierras de abundante alimento y
controladas por pueblos extranjeros. El alimento abundante – leche y miel – es de carácter literario y
simbólico, y tiene la función de sugerir una realidad de abundancia y
fertilidad con tonos paradisiacos[85]. Esta descripción idealiza el territorio en
disputa, concebido como un don divino. De igual manera, los pueblos descritos
en el verso 8 son de carácter simbólico. Los seis pueblos mencionados no
reflejan el contexto de composición del material, presumiblemente producto
del autor del texto (el No-P de la teoría contemporánea) en el siglo VI[86] (durante el exilio). Y menos aún, el pasaje
refleja la realidad de la ambientación del relato en el siglo XIII, ya
descartada como realidad histórica en nuestra discusión en la sección
anterior. Por el contrario, los grupos mencionados como pueblos que habitan
el territorio son descritos a partir de rasgos estereotipados, y parecen
“representar a los pueblos y divinidades que plantean una amenaza a Yahvé”[87]. De esta manera, contamos con un relato que
presenta una tierra ideal que es prometida a los esclavos liberados, donde
habitan pueblos extranjeros amenazantes. El mensaje religioso que se logra, y
que al parecer pudo convertirse en una invitación a la audiencia del texto,
es la de “permanecer separado de las naciones locales, conquistándolas en su
entrada al territorio para mantenerse fieles a Yahvé”[88]. Los Estudios Bíblicos, por ende, permiten examinar dos niveles del
material. Como texto, tenemos un relato que dentro de una épica mayor – la
narrativa fundante de Génesis-Deuteronomio – narra el momento de liberación
de los esclavos israelitas con la promesa divina de un territorio a poseer.
En su explicación científica, por otro lado, el texto es una narrativa
propagandística a partir de la cual un grupo de la élite de Jerusalén en el
período persa justifica sus intereses de re-posesión
de la tierra de Judá, tomada por el imperio babilonio a inicios del siglo VI,
utilizando como recurso una retórica de promesa divina que ambientan
literariamente en un pasado remoto. ii. Narrativas de conquista y exterminio: Josué y 1 Samuel El relato del Éxodo es sólo una sección de la amplia narrativa de
conquista y posesión de la tierra que se encuentra en el Antiguo Testamento.
Existen dos narrativas que profundizan la retórica de conquista y posesión,
atravesadas por el mandato divino al exterminio de sus ocupantes. Josué
1.1-5, que retoma el proyecto de Éxodo 3 de la conquista de la tierra
divinamente entregada, y 1 Samuel 15.3, donde puntualmente se establece el
mandato divino de exterminio del pueblo de Amalec. En términos de la narrativa, Josué y 1 Samuel dan continuidad a lo
planteado en la sección que va de Éxodo a Deuteronomio: varias poblaciones, incluyendo a ‘los hijos de Israel’, salen de
Egipto con la promesa divina de habitar una tierra; Josué retoma el proyecto
liderado por Moisés, y la narrativa cuenta la conquista, algo problemática,
del territorio. Posteriormente, el libro de 1 Samuel narra la vida del Israel
en posesión de la tierra, contando la transición hacia la monarquía, y ahora
llamando a aniquilar al pueblo de Amalec, un opositor en el momento de su
salida de Egipto. Lo significativo en este relato es que el texto de Josué narra que el
pueblo se apresta a conquistar la tierra a partir de acciones militares
apoyadas por Yahvé, mientras 1 Samuel 15 narra la acción del monarca recién
elegido para tomar venganza de un antiguo pueblo que les había impedido tomar
la tierra. El relato se cuenta a partir de las premisas mítico-religiosas, en
las cuáles Yahvé ordena la conquista a Josué y se encarga del apoyo divino a
las fuerzas militares, y posteriormente da la orden divina de exterminar al
pueblo enemigo. El relato extendido, como ya observamos, es utilizado por
determinados sectores para justificar la toma militar del territorio
palestino por el Estado israelí a partir de una justificación religiosa. ¿Qué tienen que decir los Estudios Bíblicos a este respecto? Como
hemos indicado, esta disciplina parte de la discusión de los elementos
literarios, históricos, culturales y teológicos para explicar estos
materiales antiguos. Inicialmente, en términos literarios, Josué y 1 Samuel
son unidos literariamente por la crítica, definidos a partir de la categoría
de Historia Deuteronomista. Dicha categoría es producto de una hipótesis
formulada inicialmente por el biblista alemán Martin Noth
en 1943, la cual sugería que los libros de Josué a 2 Reyes conformaban una
gran narrativa del pasado de Israel que, de forma propagandística y
grandiosa, releían el pasado del pueblo a partir de ciertos ideales basados
en el libro del Deuteronomio[89]. Los relatos de Josué y 1 Samuel, con el resto de los libros de la
colección, compartían rasgos literarios, históricos y teológicos importantes[90]. Su recuento del pasado es ciertamente
mítico, debido a que sus relatos tienen una mención recurrente de la
intervención divina[91]. En términos de contenido, se insiste en al
menos cuatro temas característicos que comparten: un pueblo, un Dios, una
tierra y una ley[92]. La edición final de estos materiales, en
la época del post-exilio, marca una enseñanza
teológica fundamental: el pueblo de Israel desobedeció a Dios, y ha perdido
la tierra que se le asignó divinamente desde la salida de Egipto; el futuro
que se abre es el de la obediencia a la ley, que garantizará que puedan
regresar a habitar la tierra que les había sido prometida por la divinidad[93]. Estos elementos generales nos dan información suficiente para una
interpretación desmitificadora de Josué 1 y 1 Samuel 15. Primero, el libro de
Josué retoma el relato del Éxodo y se apresta a narrar el cumplimiento de la
promesa a partir de la conquista militar de Canaán (Romer,
2014, 10-11). La escena de Josué ante las palabras de Yahvé en el capítulo 1
representa, una vez más, una ficción literaria. Reafirma el proyecto de
conquista de la tierra con el patrocinio de Yahvé, dando continuidad al
discurso que inicia en el libro del Génesis sobre el apoyo divino a la
posesión del territorio cananeo (cf. Gn. 12). El abordaje histórico, sin embargo, es distinto. Para Liverani, los vacíos literarios permiten argumentar que
el relato es producto de un redactor deuteronomista que busca responder a
problemas de su época[94]. Dicho autor buscaría atender al “problema
de la nueva toma de posesión de la tierra de Canaán por parte de los que
volvieron de la Cautividad de Babilonia”. Este retorno fue proyectado al
pasado, e interpretado como una “acción de gran conflictividad con los
residentes”[95] que incluyó un conflicto bélico con las
poblaciones locales. Así, en términos históricos, el libro de Josué tiene su
raigambre histórica en la época exílica, y no en el remoto pasado de finales
del segundo milenio. En el período reciente del siglo VI, el texto es redactado para
responder a la aspiración de reclamar la tierra después de la debacle militar
sufrida ante Babilonia, acudiendo al derecho divino para justificar su
aspiración. No tenemos en Josué, por ende, un relato que recuenta cómo Dios
ayudó a Israel a conquistar Canaán militarmente, sino una ficción literaria
en la que un grupo de escribas del siglo VI construyen un discurso en el que
Dios les da la tierra a través de la guerra.
El relato de Josué construye un paradigma de “guerra santa”, el cual
es “aplicado retrospectivamente a toda la historia de las relaciones de
Israel con los otros pueblos, no sólo en la época de la conquista, sino
también en la de los Jueces y luego en el comienzo de la monarquía”[96]. Es el elemento de guerra santa el
fundamental para leer el texto de 1 Samuel 15. Dicho texto recuenta el
período de la monarquía de Saúl, en un episodio que narra cómo el profeta
Samuel indica al rey que debe dedicar al pueblo de Amalec al herem – la guerra santa de exterminio – como castigo por
oponerse a Israel en la salida de Egipto.
1 Samuel 15 debe leerse, como explicamos sobre la historiografía
bíblica, a partir de la noción de una visión mítico-religiosa y épico sacral.
Recuenta el pasado interpretándolo desde la visión deuteronomista, con tintes
religiosos e ideológicos que pertenecen a este grupo particular. En dicha
reconstrucción, Dios comanda el exterminio de lo que se concibe como un
pueblo enemigo. Sin embargo, en términos históricos, volvemos a la
explicación que nos ayuda a entender el libro de Josué desde los Estudios Bíblicos:
el texto de 1 Samuel se escribe como una forma de propaganda política que
busca legitimar, entre otras cosas, la idea de superioridad de Israel por
sobre sus vecinos, esto a partir del apoyo divino. Para esto, uno de sus
recursos es el de la guerra santa, en la cual se insiste en que “Dios está con nosotros, combate a
nuestro lado, y garantiza la victoria”, mientras “los enemigos…están destinados a la derrota”[97]. El elemento fundamental en el texto de 1 Samuel es la práctica del “herem”, que en el contexto del postexilio
se convierte en una herramienta funcional para promover “el proyecto de
sustitución total de los pueblos extraños por el pueblo elegido, que puede
tomar posesión de un territorio…siempre y cuando elimine sin piedad a sus
anteriores habitantes y asegure la total devoción a Yahvé…”[98]. En otras palabras, 1 Samuel es una
narrativa de exterminio de un pueblo enemigo, que se sanciona teológicamente.
En términos históricos, sin embargo, el texto se ubica en una época muy
posterior, la del exilio – y no se confunde con la de la ‘ambientación
narrativa’, localizada en el siglo X – donde una ideología de exterminio es
funcional al proyecto de un grupo judaíta de
retomar un territorio perdido por la invasión de Babilonia. El mensaje
religioso – la ideología – que explica el relato, es el de que Dios está con
el grupo de Israel/Judá en la recuperación de la tierra a través de la
venganza y el total exterminio del ‘pueblo enemigo’. Sin embargo, como sucede
con Josué, la lectura científica nos lleva a afirmar que no es Dios, o
ninguna figura trascendente la que ordena en un pasado remoto a Israel
destruir totalmente a pueblos vecinos. Por el contrario, son grupos sociales
concretos, aquellos de la comunidad judaíta del postexilio, los que construyen un relato en el que
adjudican a Dios el propio proyecto político de exterminio del
‘enemigo’. En conclusión, a la luz de la discusión sobre las tradiciones de
Éxodo, Jueces o 1 Samuel, es posible realizar una desmitologización
del texto, que permita ver el carácter histórico de los textos de la Biblia,
y dar rostro humano – político e ideológico – a los discursos de ocupación y
exterminio que tienden a ocultarse detrás de un velo divino. 4. Conclusiones El análisis de la legitimación religiosa de la ocupación israelí de
los Territorios Palestinos, utilizando la Biblia como herramienta principal,
nos obliga a preguntar por los grupos e intereses que están detrás de los
textos de conquista antiguos y de los discursos de legitimación actuales. Los Estudios Bíblicos, especialmente a través del análisis literario,
histórico y teológico, nos permiten explicar los textos de guerra y conquista
como productos literario-ideológicos surgidos en determinadas facciones
sociopolíticas dentro del antiguo Israel, y no como materiales producto de
una fuerza trascendente. Las facciones mencionadas, a cargo de la composición
de los textos, construyeron relatos en los cuales incorporaron un discurso
que insistía que el antiguo Israel poseía el derecho divino de ocupar una
tierra ya poblada, lo que justificaba la guerra y el exterminio de los
pueblos locales para lograr dicho objetivo. Estos grupos construían narrativas, poemas, textos proféticos, entre
otros, revistiéndolos de contenido religioso, como forma de transmitir su
aspiración política de controlar la tierra y sus recursos, ocultando a partir
del recurso a ‘la voluntad divina’ su anhelo de ocupación territorial y
dominación política. La conclusión inmediata de esta explicación nos obliga a entender que
afirmar - a partir de la Biblia - que el Israel moderno tiene derecho de
posesión divina sobre el territorio de Palestina es erróneo. Los Estudios
Bíblicos, y su proceso de desmitificación del material, nos permiten
comprender que el texto de la Biblia no es un producto divino, ni celestial,
sino que surge en medio de sectores sociales particulares, que han vertido
sus intereses bajo el disfraz de la legitimación religiosa. Cuando hoy se apela
a que la divinidad en la Biblia legitima la ocupación del territorio, la
afirmación precisa es la de decir que los grupos que escribieron los textos
tenían interés de legitimar su propio proyecto de posesión de territorios de
otros pueblos, y que para ello acudieron a justificar ese proyecto con el
nombre divino. El desarrollo de la cultura y del conocimiento científico nos han
permitido explicar el origen de los textos de la Biblia como producto de
fuerzas sociales y políticas determinadas, las cuales colocan en sus páginas
su propia ideo-teología, haciéndola pasar por voluntad divina. Esto nos permite observar que cuando las
cúpulas del Estado israelí o los sectores del evangelicalismo
conservador acuden a la Biblia para legitimar su ocupación del territorio
palestino, simplemente están reproduciendo el actuar del antiguo Israel, y de
múltiples pueblos de la antigüedad, que vertían sus intereses bajo un
discurso mítico. La gran dificultad de la tarea de desmitificar la Biblia radica en que
dicho texto sigue siendo comprendido en la cultura occidental desde el
sentido común, conformado por la noción de que la Biblia es un texto de
origen trascendente e inspirado. La idea de texto inspirado ha llevado a las
personas, creyentes o no, a concebir el texto bíblico como material que de
alguna manera proviene de fuera de la historia, perteneciendo a lo divino.
Estas nociones mítico-mágicas sobre el texto, y sobre el mundo, perviven como
maneras de reproducir el sometimiento y la dominación, y permiten que actos
atroces, como el actual genocidio en Gaza, esté recubierto de impunidad bajo
el efectivo recurso de la legitimación religiosa. Disputar este uso desinformado de la Biblia, con este tipo de
consecuencias trágicas, se convierte en una tarea urgente. Es necesario
apelar a los aportes del pensamiento moderno que han permitido cuestionar –
por razones científicas y éticas – las explicaciones trascendentes del mundo
y la historia. Los aportes de los Estudios Bíblicos invitan a interpretar la
Biblia como un texto inmanente, como el producto de grupos humanos con sus
correspondientes condicionamientos e intereses. En casos como la legitimación
bíblica de la ocupación israelí en Palestina, la pregunta debe dirigirse a
interrogar quién construyó los textos legitimadores, y cuáles son los
intereses que estos reflejan. Este abordaje será fundamental para interrogar
el discurso que afirma una legitimidad ‘divina’ del Estado israelí actual de
ocupar y controlar los territorios palestinos. Acudiendo al instrumental teórico marxista, tan importante en las
teologías y hermenéuticas de la Liberación, debemos preguntar por cuáles son
las fuerzas históricas que están detrás de las ideas del texto, y
especialmente, por la forma en que dichos textos reproducen el orden social
violento y dominante. Los Estudios Bíblicos nos ayudan a reconstruir desde
una perspectiva general estos grupos, y nos permiten no sólo desenmascarar el
uso de lo religioso como legitimador en el antiguo Israel, sino desde los intereses
de los intérpretes actuales que leen los textos para su propio beneficio. Como conclusión, podemos afirmar que el origen de la justificación
bíblica del derecho a la posesión de la tierra por parte del moderno Israel
es el producto de una interpretación ideológica e interesada del texto, y no
de una promesa divina perpetua en favor de Israel. Los textos bíblicos
citados por la mayoría de los sectores que apoyan dicha posesión pertenecen a
una literatura antigua de origen bélico, como los libros de Josué o 1 Samuel,
producida por grupos cuyo propio interés es dominar una tierra ajena a partir
de la legitimación religiosa. La centralidad de la Biblia dentro de la cultura occidental debe
invitarnos a interpretar su contenido con cautela y responsabilidad. En el
caso del conflicto citado, dos aspectos son fundamentales: (1) reconocer que
el texto bíblico es producto de grupos sociales con intereses particulares
entendidos desde su contexto; y (2) colocar como lente interpretativo las
luchas reivindicadoras y emancipadoras de los pueblos, que resisten día tras
día las acciones y discursos de sectores hegemónicos que buscan su dominación.
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World’s Christian Population," 2011. Acceso el 10 de octubre, 2024, https://www.pewresearch.org/religion/2011/12/19/global-christianity-exec/. "Qué Fue La
Declaración Balfour, Las 67 palabras que cambiaron la historia de Medio
Oriente y dieron pie a la creación del Estado De Israel." Acceso el 12
de octubre, 2024, https://www.bbc.com/mundo/articles/cz5e55e22geo#:~:text=Balfour%20impuls%C3%B3%20la%20idea%20de,la%20antigua%20Tierra%20de%20Israel. Riddle, Donald W.
"Factors in the Development of Modern Biblical Study." Church History
2, no. 4 (1933):
211-26. Römer, Thomas. La llamada historia deuteronomista: Una
introducción sociológica, histórica y literaria. Traducido por Jorge
Gómez. Bogotá: Editorial San Pablo, 2014. Rosen, Maya. "Facing Amalek. Reading the Biblical Injunction to Genocide
Amid a Genocide." Jewish Currents,
no. March 22 (2024). https://jewishcurrents.org/facing-amalek. Rydelnik, Michael. "Is the Modern State of Israel the Fulfillment of
Prophecy?" Chosen People Ministries. Acceso el 12 de octubre, 2024, https://www.chosenpeople.com/is-the-modern-state-of-israel-2/. Sicre, José Luis,
Jesús Campos Santiago, Victoriano Pastor Julán, y
Mercedes Navarro Puerto, eds. Historia
y Narrativa, Introducción al estudio de la Biblia 3b. Estella, Navarra:
Verbo Divino, 2017. Ska, Jean Louis. Introducción al Antiguo Testamento.
Estella, Navarra: Verbo Divino, 2001. ———. Los enigmas del pasado. Historia de Israel
y relato bíblico. Estella, Navarra: Verbo Divino, 2003. Wooton, David. La invención de la ciencia: Una nueva
historia de la revolución científica. Barcelona: Editorial Crítica, 2017. "World Slams Us
Ceasefire Veto at Un Security Council on Israel’s Gaza War." Aljazeera, 2024. Acceso el 12 de octubre, 2024, https://www.aljazeera.com/news/2024/2/21/world-condemns-uss-latest-un-security-council-veto-on-gaza-ceasefire. Yaakov, Ariel. "An
Unexpected Alliance: Christian Zionism and Its Historical Significance."
Modern Judaism. A Journal of Jewish
Ideas and Experience 26, no. 1 (2006): 74-100. David Castillo Mora, es Doctor en
Estudios Bíblicos por la Universidad de KwaZulu-Natal (Pietermaritzburg, Sudáfrica). Contacto: d.castillom35@gmail.com Artículo recibido: 1 de septiembre del 2024.
Artículo aprobado: 10 de noviembre del 2024. |
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[1] Entre los rasgos que se
observan del control y la ocupación israelí del territorio palestino que
demandan la calificación de genocidio están: persecución y discriminación de la
población, actos de limpieza ética masiva, asesinatos selectivos, militarización
del territorio con fines de colonización, expulsión y confiscación de tierras,
entre otros. Cf. Francesca
Albanese, "Informe de la Relatora Especial sobre la Situación de
los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados desde 1967,"
Naciones Unidas Derechos Humanos, 2024, acceso el 12 de octubre, 2024,
https://www.ohchr.org/es/documents/country-reports/a77356-situation-human-rights-palestinian-territories-occupied.
[2] Albanese, "Informe
de la Relatora Especial."
[3] Albanese, "Informe
de la Relatora Especial."
[4] La idea de relato es una
generalización intencional. La Biblia es una colección de libros, compuesta por
un gran relato altamente fragmentado, y construido a partir de relatos
individuales y desconectados.
[5] Sobre esto, ver Ariel Yaakov,
"An unexpected alliance: Christian Zionism and its historical
significance," Modern Judaism. A Journal of Jewish Ideas and Experience 26, no. 1 (2006):
74-100. El autor señala: “Durante la década de 1970-2000, los evangélicos
conservadores se han contado entre los partidarios más fervientes de Israel en
el ámbito público estadounidense. Asimismo, la creciente población evangélica
de América Latina se ha convertido, a principios del siglo XXI, en un poderoso
electorado cristiano sionista. Además, los grupos evangélicos y pietistas de
países como Holanda y Finlandia han servido durante ese período como grupos de
presión pro-sionistas, contrarrestando los sentimientos anti-israelíes en sus
países. El crecimiento de la comunidad evangélica en Corea también ha
convertido a ese país en un bastión sionista cristiano” (p. 81).
[7] En la Sociedad costarricense, por ejemplo, una visión
de mundo mediada por lo religioso, y especialmente por el cristianismo, está
representada en al menos el 89% de la población. Dicha tutela de lo religioso
en individuos y comunidades alcanza desde la ética personal hasta la praxis
política. Cf. Laura Fuentes Belgrave, "Cambios en las creencias religiosas
en Costa Rica," Siwo 9, no. 1
(2015): 54.
[8] La categoría de
‘pensamiento mítico’ será abordada en la sección 4 donde se discuten los
aportes de los Estudios Bíblicos.
[9] Cf. Saad Chedid y Nur
Masalha, eds., La Biblia leída con los
ojos de los cananeos (Buenos Aires: Editorial Canaán, 2011). Chedid y Masalha señalan que “si bien
la Biblia hebrea no fue la única ‘justificación’, fue ciertamente la más
poderosa, sin la cual el sionismo político hubiera sido otra ideológica
conquista colonial europea…Desde el análisis del lenguaje usado en la Biblia
hebrea hasta el surgimiento del sionismo político a finales del siglo
diecinueve en adelante, es posible ver el modo en el cual un movimiento y una
ideología europea secular conquistadora convirtieron el lenguaje figurativo de
la religión judía en una escritura de ‘propiedad sacrosanta’, firmada por Dios,
a la tierra de Palestina”, p. 7.
[10] Para una nota
introductoria, ver: "Qué fue la Declaración Balfour, las 67 palabras que
cambiaron la historia de Medio Oriente y dieron pie a la creación del Estado de
Israel," acceso el 12 de octubre, 2024,
https://www.bbc.com/mundo/articles/cz5e55e22geo#:~:text=Balfour%20impuls%C3%B3%20la%20idea%20de,la%20antigua%20Tierra%20de%20Israel.
Para un abordaje más amplio, revisar Carlos Canales y Miguel del Rey, David y Goliat: el conflicto árabe-israelí
(Madrid: Editorial Edaf, 2013).
[11] Para una nota
introductoria ver Comité del ejercicio para los derechos inalienables del
pueblo palestino, "La Condición jurídica de Jerusalén," Naciones
Unidas, 1997, acceso el 12 de octubre, 2024,
https://www.un.org/unispal/es/wp-content/uploads/sites/25/2024/01/97-24262s.pdf.
[13] Ver Rafael Aguirre, La utilización política de la Biblia,
Ágora 42, (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2024). Aquí, los casos de Sudáfrica
y Estados Unidos permiten, por ejemplo, reconocer el uso de la Biblia en la
construcción del racismo subyacente a la esclavitud.
[14] Por ejemplo, la
Hermenéutica Postcolonial, en trabajos clásicos como el del biblista de Sri
Lanka R.S. Sugirtharajah, ilustra casos y formas discursivas de dominación que
pueden ilustrar la discusión.
[15] Palabras de David
Ben-Gurion, líder del Concilio Nacional Israelí, cuando leyó la Declaración del
Establecimiento del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 en la ciudad de Tel
Aviv. El resaltado es del autor. Cf. Jehovah's Witnesses.org, "Does
Bible Prophecy Point to the Modern State of Israel?," acceso el 12 de
octubre, 2024,
https://www.jw.org/en/library/magazines/wp20101101/bible-prophecy-modern-state-israel/.
[16]
Cf. Aguirre, La utilización política de
la Biblia. El autor señala cómo “Ben-Gurion, al establecer el Estado de
Israel en 1948, leía la Biblia como un libro de historia…”, p. 81. Esta costumbre se mantuvo, y “en 1967 se
contraponían lecturas de la Biblia a cuenta de la actitud a tomar con los
territorios ocupados. En 2018 se ha impuesto políticamente una lectura de la
Biblia que no deja lugar a dudas sobre la anexión de los territorios ocupados”,
p. 81.
[17]
Yaakov, "An unexpected alliance," 75.
[18]
Yaakov, 75.
[19]Yaakov,
75.
[20]
Yaakov, 75.
[21]
Yaakov, 74.
[22]
Yaakov, 74.
[23]
Yaakov, 74.
[24]
Yaakov, 74.
[25]
Yaakov, 74.
[26]
Yaakov, 75.
[27]
Yaakov, 76.
[28]
Yaakov, 76.
[29]
Yaakov, 76.
[30]
Yaakov, 77.
[31]
Yaakov, 77.
[32]
Yaakov, 77.
[33]
Yaakov, 77-78.
[34]
Yaakov, 77-78.
[35]
Yaakov, 79.
[36]
Yaakov, 79.
[37]
Yaakov, 80.
[38]
Yaakov, 80.
[39]
Yaakov, 80.
[40]
Yaakov, 80.
[41]
Yaakov, 81.
[42]
Yaakov, 81.
[43]
Yaakov, 81.
[44] Yaakov, 82.
[45] Yaakov, 83.
[46] Cf. Moody Bible
Institute, "Michael A. Rydelnik," acceso el 12 de octubre, 2024,
https://www.moody.edu/academics/faculty/rydelnik-michael/.
[47]
Cf. Michael Rydelnik, "Is the Modern State of Israel the Fulfillment of
Prophecy?," Chosen People Ministries, acceso el 12 de octubre, 2024,
https://www.chosenpeople.com/is-the-modern-state-of-israel-2/.
[48] Esto partiendo desde los
postulados generales de los Estudios Bíblicos, que indican cómo los textos
proféticos del Antiguo Testamento que hablan de un ‘retorno’ refieren casi
exclusivamente a las expectativas de retorno de sectores de la población a la tierra
de Judá luego del exilio babilónico.
[49]
Cf. Rydelnik, "Is the Modern State of Israel the Fulfillment of
Prophecy?"
[50]
Cf. Rydelnik.
[51] Cf. Rydelnik.
[52]
Cf. Rydelnik.
[53]
Cf. Maya Rosen, "Facing Amalek. Reading the biblical injunction to
genocide amid a genocide," Jewish
Currents, no. March 22 (2024), https://jewishcurrents.org/facing-amalek.
[54]
Cf. Rosen, "Facing Amalek."
[55]
Cf. Sameer Arshad Khatlani, "Weaponization of Biblical Literalism:
Palestine as Amalek," My Pluralist
(2024),
https://mypluralist.com/2024/01/02/weaponization-of-biblical-literalism-palestine-as-amalek/.
[56] Biblia de
Jerusalén Latinoamericana, (Bilbao: Desclée de Brouwer, 2007).
[57]
Cf. Khatlani, "Weaponization of Biblical Literalism."
[58]
Cf. Khatlani.
[59]
Cf. Khatlani.
[60]
Cf. Khatlani.
[61]
Cf. Noah Lanard, "The Dangerous History Behind Netanyahu's Amalek
Rhetoric," Mother Jones, 3 de
noviembre, 2023 2023,
https://www.motherjones.com/politics/2023/11/benjamin-netanyahu-amalek-israel-palestine-gaza-saul-samuel-old-testament/.
[62]
Cf. Khatlani, "Weaponization of Biblical Literalism."
[63]
Cf. Khatlani, "Weaponization of Biblical Literalism."
[64]
Cf. Khatlani, "Weaponization of Biblical Literalism."
[65] La distinción es
importante. Uno de los problemas principales de la interpretación bíblica en el
discurso cristiano estandarizado es confundir los géneros literarios de los
materiales bíblicos. En este caso particular, la categoría Libros Históricos es
sumamente imprecisa y lleva a pensar que el contenido de su material puede ser
asumido con algún grado de rigurosidad historiográfica. La noción de Profetas
Anteriores, presente en la Antiguo Testamento, mantiene el velo religioso de
los relatos, y les aleja de este revestimiento de ser vistos como un retrato
preciso del pasado.
[66] Cf. Donald W. Riddle, "Factors in the Development of
Modern Biblical Study," Church
History 2, no. 4 (1933): 212-17.
[67] Cf. Hans de Wit, En la dispersión el texto es patria. Introducción a la hermeneutica
clasica, moderna y posmoderna (San José: SEBILA, 2011), 91-94.
[68] José Severino Croatto, "El mito como interpretación de
la realidad. Consideraciones sobre la función del lenguaje de estructura mítica
en el Pentateuco," RIBLA 23
(1996): 17.
[69] H. y H.A.
Frankfort, "Myth and Reality," in The Intellectual Adventure of Ancient Man. An Essay on Speculative
Thought in the Ancient Near East, ed. H. y H.A. Frankfort et al. (Chicago: University of
Chicago Press, 1977), 6.
[70] Frankfort, "Myth
and Reality", 6.
[71] Ver por ejemplo la
explicación del pensamiento pre-moderno presente en el siglo XVI por parte de
David Wooton, cuyas características – especialmente en términos del recurso a
lo mágico - aún están presentes en amplios sectores de nuestra sociedad. David Wooton, La invención de la ciencia: una nueva historia de la revolución
científica (Barcelona: Editorial Crítica, 2017), 20-21.
[72] José Luis Sicre et al., eds., Historia y narrativa, Introducción al
estudio de la Biblia 3b. (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2017), 28. Más allá de que esta explicación busque dar cuenta de lo que
se considera material histórico en el Antiguo Testamento, la idea de que los
textos reflejan una explicación mítico-religiosa de los acontecimientos
individuales y sociales alcanza también la producción literaria del Nuevo
Testamento, además del resto de materiales del Antiguo. Era, simplemente, parte
del mundo cultural de la época.
[73] Sicre
et al., Historia y narrativa, 28.
[74] Sicre et al., Historia y narrativa, 26.
[75]
Riddle, "Factors in the Development of Modern Biblical Study," 215.
[76] Pablo R. Andiñach, Introducción hermenéutica al Antiguo
Testamento (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2012), 63.
[77] Jean Louis Ska, Introducción al Antiguo Testamento
(Estella, Navarra: Verbo Divino, 2001), 138-39.
[78] Cf. Ska, Introducción al Antiguo
Testamento, 143-56.
[79] Cf. Andiñach, Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento, 68.
[80] Félix García López, El Pentateuco, Introducción al estudio
de la Biblia, (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2002), 135.
[81] Jean Louis Ska, Los enigmas del pasado. Historia de Israel y
relato bíblico (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2003), 49-70.
[82] Ska, Los enigmas del pasado,
49-70.
[83] Ska, Los
enigmas del pasado, 49-70.
[84] Ska, Los
enigmas del pasado, 49-70.
[85]
Thomas B. Dozeman, Commentary on Exodus,
The Eerdmans Critical Commentary, (Grand Rapids, MI: W.B. Eerdmans Publishing
Co., 2009), 128-29.
[86] Dozeman, Exodus, 128.
Para una discusión sobre las
nuevas teorías documentarias y el autor No-Sacerdotal, ver en la obra de
Dozeman las páginas 37-43, 60-61, 357-363, y 424-431.
[87] Dozeman, Exodus, 129.
[88] Dozeman, Exodus, 129.
[89]
Cf. Antony F. Campbell y Mark A. O'Brien, Unfolding
the Deuteronomistic History: Origins, Upgrades, Present Text (Minneapolis:
Fortress Press, 2000), 11. Ver también Thomas Römer, La llamada historia deuteronomista: una introducción sociológica,
histórica y literaria, trans. Jorge Gómez (Bogotá: Editorial San Pablo,
2014), 17.
[90] Cf. Römer, La
llamada historia deuteronomista, 8.
[91] Römer, La llamada historia deuteronomista, 37.
[92] cf. Etienne
Charpentier, El Antiguo Testamento
(Estella, Navarra: Verbo Divino, 1986), 56.
[93] Charpentier, El Antiguo Testamento, 57.
[94] Mario Liverani, Más allá de la Biblia. Historia antigua de Israel (Barcelona:
Editorial Crítica, 2005), 338.
[95] Liverani, Más allá de la Biblia, 338.
[96] Liverani, Más
allá de la Biblia, 340.
[97] Liverani, Más
allá de la Biblia, 340.
[98] Liverani, Más allá de la Biblia, 340.