Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

------------------------------------------------------------------------------------------

Volumen 39 Número 2  -  Julio/Diciembre 2019  -  San José, Costa Rica  -  ISSN 1019-6366

------------------------------------------------------------------------------------------

La teología de la prosperidad:

¿ganar con Dios?

------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

 

“Dios no es un dios de pobres...”

Teología de la prosperidad como una de las teologías del mercado capitalista neoliberal y salvaje

Juan Jacobo Tancara Chambe

 pp. 149-173

------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 

Resumen: Se presenta una discusión teórica sobre la “idolatría del mercado” desde el pensamiento crítico latinoamericano y se abordan algunos aspectos de la llamada “Teología de la Prosperidad”. El artículo presenta una discusión teórica sobre lo que vendría a ser la “idolatría del mercado”, teoría que servirá de marco para abordar la llamada “Teología de la Prosperidad”. El problema de investigación es si la Teología de la Prosperidad, en general, puede ser interpretada como una “teología” del mercado capitalista neoliberal y extremo. Si existen en sus características, elementos que permitan considerarla de esa manera.

Abstract: A theoretical discussion on the "idolatry of the market" from the Latin American critical thinking is presented and some aspects of the so-called "Prosperity Theology" are addressed. The article presents a theoretical discussion about what would be "market idolatry," a theory that will serve as a framework to address the so-called "Prosperity Theology." The research problem is whether Prosperity Theology, in general, can be interpreted as a “theology” of the neoliberal and extreme capitalist market.

Palabras claves: Mercado capitalista, Idolatría, Teología de la Liberación, Teología de la Prosperidad.

Key Words: Capitalist market, Idolatry, Liberation Theology, Prosperity Theology.

 

 

 


------------------------------------------------------------------------------------------


Juan Jacobo Tancara Chambe

“Dios no es un dios de pobres...”

Teología de la prosperidad como una de las teologías del mercado capitalista neoliberal y salvaje

El Reino de Dios no es el telos de la dynamis histórica; no puede ser propuesto aquél como meta de ésta. Visto históricamente no es meta, sino final. Por eso, el orden de lo profano no debe edificarse sobre la idea del Reino divino; por eso la teocracia no tiene ningún sentido político, sino que lo tiene únicamente religioso.

Walter Benjamin[1]

El ser humano se ha transformado en una máquina, en un aparato capaz de calcularse a sí mismo como capital humano.

Franz Hinkelammert[2]

 

1. Discusión teórica: la idolatría del mercado capitalista

En este apartado hablaremos del proceso de fetichización y de las trampas de un mercado totalizado, donde la vida humana se posterga en pro del “sistema”, que es complejo. Así aparece el tema de la “adoración” al “falso dios”, los “dioses” y la “idolatría”. Para hacer frente a ello, se propone, con Hinkelammert, el “humanismo de la praxis” (propuesta que el autor toma de Marx).

En la obra Las metáforas teológicas de Marx, del filósofo, historiador y teólogo Enrique Dussel, aparece la interpretación por parte del autor de un argumento de Marx, que va a guiar, en cierta medida, la crítica a la religión del pensador alemán: si un cristiano es capitalista (premisa mayor) y si el capital es la Bestia del Apocalipsis y el demonio visible (premisa menor), dicho cristiano se encuentra en contradicción práctica (Conclusión)[3]. En el Evangelio según Mateo se lee: “Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero” (Mt 6:24 BJ). No se puede estar a la vez al servicio de Dios y las riquezas. En ese tiempo de Dios se podría ser “esclavo”, pero no de las riquezas. Hoy en día, los conceptos cambian, el Dios de la Vida, como lo conocen los teólogos de la liberación[4], nos llama a liberarnos y a no someternos a ningún tipo de esclavitud. La relación con Dios ya no es de Amo y Esclavo, sino de hermanos o amigos, entre otras posibles relaciones[5].

Se trata justamente, al menos desde la perspectiva que queremos enfocar, del discernimiento de los dioses, que también lo vio Marx en su crítica a la religión, que nosotros citamos a partir de Franz Hinkelammert, quien lo ha analizado extensamente:

La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable.[6]

Los teólogos de la liberación, desde la teología que se formuló en América Latina y el Caribe (o Amerindia), hablan de la idolatría. Es un argumento que se intuyó y formuló desde la década de los setenta. Los autores destacados en este trabajo son Hugo Assmann[7] y Franz Hinkelammert[8] con sus obras sobre la idolatría del mercado. Pero hay otros como Julio de Santa Ana con su libro: La práctica económica como religión: crítica teológica a la economía política[9], y los teólogos que colectivamente escribieron, el ahora ya clásico texto sobre la temática en América Latina: La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador[10]. Jung Mo Sung

realiza una adecuada síntesis de este trabajo inicial de la Teología de la Liberación[11].

Desde el comienzo de la Teología latinoamericana de la liberación, los principales autores sabían que la dominación capitalista no podía explicarse y superarse solo con el uso de las ciencias sociales modernas, porque no tomaban en serio el universo mítico y religioso en la dinámica social, especialmente los de dominación. Para las ciencias sociales y humanas modernas, el mundo moderno se basa en la razón y la secularización, y la religión, como su mundo mítico, había sido expulsada de la esfera pública y secular. Hinkelammert, Assmann, Gutiérrez y otros, aunque en ese momento desconocían el significado teórico de sus intuiciones, se dieron cuenta de que lo sagrado y lo mítico no habían desaparecido en el mundo moderno, sino que pasaron del campo religioso tradicional al campo económico.[12]

Max Horkheimer y Theodor Adorno hablarán de una remito-logización. La negación de un mito a nombre de otro mito que no se reconoce como tal, y que se presenta más bien como superación de los mitos anteriores. Porque se ve llamado a actuar en la esfera secular, causando la destrucción. Tal es ejemplo del mito de la “igualdad”: “Anteriormente, los fetiches estaban bajo la ley de igualdad. Ahora la igualdad misma se ha convertido en un fetiche”. Su crítica va más allá, es como se conoce al concepto mismo de Ilustración (Aufklärung), campeona de la abstracción y la objetividad, de la secularización y desmitologización o desencantamiento (Entzauberung)[13].

La crisis tiene que ver con esa manera de razonar contradictoria cuando se defiende, precisamente la ley (Gesetz) o las instituciones, sin considerar de por medio una crítica necesaria, que viene de la afirmación de la vida humana. Así, se dice: ninguna libertad para los enemigos de la libertad, ninguna igualdad para los enemigos de la igualdad, ningún derecho humano para los enemigos de los derechos humanos. Contradicción de la era moderna en la que cayó el propio legado de la Revolución Francesa que propugnaba los “derechos universales” de los individuos. Hinkelammert trabaja esta idea en varios de sus libros, pero en especial en: “Yo vivo, si tú vives”: el sujeto de los derechos humanos[14].

En este sentido o bajo este marco categorial es que situamos a los “dioses del mercado”. El mercado funciona con categorías fetiches que el pensamiento crítico intenta discernir y analizar para hacer su cuestionamiento correspondiente. Ejemplo de ello es la observación que se hace a la racionalidad medio-fin[15], que está siendo llevada a un nivel absoluto, donde, como se aprecia en el actual contexto neoliberal, queda fuera la vida concreta y material del ser humano y de la naturaleza, para Marx, las dos fuentes de riqueza que el capitalismo socava[16]. No se trata de prescindir de este tipo de racionalidad, no se podría, sino de incluirla en lo que Hinkelammert y Mora denominan: la “racionalidad reproductiva” o el “circuito natural de la vida”[17]. Solo de esa manera se evita que tal racionalidad sea, en la práctica, destructiva. No tiene que ver solo con lo formal, con una teoría a favor o en contra, sino con un contenido que es el ser humano real y material (sin con ello defender alguna especie de “materialismo” ingenuo, por eso se puede decir mejor “corporal”, pues el cuerpo tiene espíritu y es complejo).

Hay otros conceptos y concepciones que acompañan esta racionalidad medio-fin, como aquella de la “mano invisible del mercado”, propuesta por Adam Smith, el tema de los precios, que trabaja Friedrich von Hayek[18], o el “mercado total” y “perfecto” que postula Milton Friedman[19], que hace la teoría del neoliberalismo. La consecuencia es que estamos hablando de posturas religiosas.

Me parece claro entonces, que frente a estos fenómenos no es suficiente la crítica a la ideología. Resulta que hay un estrato religioso, que va más allá del ámbito de la propia crítica a la ideología. Se trata de que constantemente la ideología se transforma en religión. Estos dioses del mercado hablan y dicen: Todo eso es solamente un signo de nuestra cultura. Lo que fomenta al mercado, a la vez y necesariamente fomenta también al ser humano, así son nuestros valores. Nada fomenta tanto al ser humano como el fomento del mercado. Para aquellos, que fomentan el mercado, se trata de un acto de humanismo puro, del amor al prójimo, el servicio al ser humano y a nuestros valores más altos, un servicio al dios verdadero, que resulta ser el mercado.[20]  

El mercado es absoluto, verdad o sentido último de la vida para la acumulación de riqueza, criterio final para los juicios éticos y sentido de la vida. Bienes relativos son puestos como definitivos y determinantes. Los sujetos se vuelven cosas y las cosas sujetos. Una de las causas de la idolatría es la pérdida precisamente del sentido de la vida y la caída, en ese contexto, en el laberinto nihilista del postmodernismo. Se pierde la noción/práctica de la justicia social, se es indiferente a la exclusión y a la muerte provocada por este sistema (“globalización de la indiferencia”). Se constituye una trinidad: dinero – mercado – capital. Se vive en la dictadura de una economía sin rostro y sin objetivos humanos. Se traduce en tristeza individualista y consumismo desenfrenado. Culto, exigencia de sacrificios de vidas humanas. De este modo, aparece la ultimidad, la autojustificación y la intocabilidad del mercado[21].

El curso hacia el nihilismo no es producto necesariamente, como se pudiera pensar, de un ateísmo. La discusión no es entre tener un Dios o no, pues se ha mostrado que el mercado y el marco que lo define, sí tienen una Divinidad que les subyace. Un “ateísmo” de estos fetiches hasta podría resultar crítico, pero no es el caso. Estamos hablando de una “religión”, que hay que sopesarla con categorías seculares. Aunque parezca extraña, es una religión “secular”. Lo que toca es analizarla desde una teología secular[22], como lo han propuesto los teólogos de la liberación. Y eso tiene que ver con la “vuelta del sujeto reprimido”, si no se quiere emplear el concepto de “sujeto”, complicado de por sí y con una tradición larga[23], se puede hablar de humanocentrismo. Hinkelammert dice que en realidad el actual orden económico, lo que menos hace es poner en el centro al ser humano[24]. El ser humano ha sido arrojado; del mismo modo, se ha botado al basurero al “sujeto”. Lo que ahora se respira y ve es un capitalocentrismo o un mercadocentrismo fetichizado, con su propia religión y culto, que se le rinde a diario, y que es lo que precisamente hay que investigar en la economía política o en la teología, por ejemplo, como pretende hacer, en una pequeña parte, este aporte que proponemos ahora. Hinkelammert señala:

En cambio, si se parte del humanismo de la praxis, esta praxis ahora se transforma en el criterio del discernimiento de las religiones. De esta manera, el criterio de la crítica de las religiones no es religioso. Ninguna religión puede ser la medida para juzgar sobre las religiones. En vez de eso el criterio es el significado que tiene una religión determinada sobre la praxis humana. La pregunta es entones: ¿Se puede vivir humanamente con esta religión, o imposibilita esta religión vivir humanamente? Se trata de los criterios con los cuales empezamos nuestro análisis. Era el criterio del humanismo de la praxis, que sostiene que el ser humano es el ser supremo para el ser humano. De eso sigue: el mercado es para el ser humano, y no el ser humano para el mercado.[25]

Es la respuesta a la idolatría del mercado capitalista. Y con respecto al ateísmo práctico y crítico, el autor señala:

También ateos pueden denunciar dioses falsos. Además, habría que esperar esta denuncia también de los ateos. Hay también ateos que están de lado de dioses falsos. Eso ocurre en el caso, cuando declaran el mercado como ser supremo para el ser humano. El ateísmo de Marx en cambio es humanismo ateo y como tal una denuncia de dioses falsos, es decir de los dioses, que se oponen a echar por tierra todas las relaciones en sentido del “imperativo categórico” de Marx y que niegan su tesis, que el ser humano es el ser supremo para el ser humano.[26]

En un capítulo titulado: “El ateísmo de los profetas y de Marx (propedéutica a la afirmación ética de la alteridad)”[27], sugerente para la época y que avisa la manera que desarrollará Dussel para abordar la obra de Marx, el filósofo argentino-mexicano realiza la misma aproximación, reflexionando el tema del ateísmo en el marxismo:  “La crítica del cielo se torna así en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política”[28]. Dussel en su texto saca una de sus conclusiones:

Marx entonces piensa que la afirmación del hombre se efectúa en la praxis, en la negación de la negación del ser humano, en la negación de la acumulación primitiva en manos de pocos y transmitida después en herencia. La afirmación del hombre se alcanzaría por la negación de la propiedad privada, que es la determinación concreta de la acumulación o el mal originario histórico. La propiedad privada, como institucionalización de la posesión del dinero y su fetichismo, es algo así como el culto y la divinización del sistema. La eliminación de dicha propiedad debe comenzar por ser ateísmo del dinero, para después ser socialización de dichos bienes en manos de los oprimidos, la mayoría. Hasta aquí Marx puede identificarse con los profetas.[29]

Claro, porque Dussel piensa que la crítica puede extenderse, es decir, tomar un momento de reflexión de si existe o podrá permanecer una “sistema”, un “orden de cosas” definitivo. Su respuesta es negativa, puesto que toda institucionalidad y sociedades, que se basan necesariamente en nociones trascendentales (Kant), tienden a la fetichización. No se llega a una especie de paraíso. Dussel apunta a una crítica antifetichista permanente en su libro citado y en otros. Como decía Walter Benajamin, el “Reino de Dios” no es una meta histórica y política, sino religiosa. Del mismo modo, se rechaza que la religión, menos aún institucionalizada, podrá cumplir con una meta política o de la historia.

Hasta aquí hemos hecho un recorrido por algunos autores que nos permiten tener una teoría, inicial, para interpretar la Teología de la Prosperidad en su relación con la “idolatría del mercado”. A continuación, desarrollamos nuestra propuesta.

2. Teología de la Prosperidad: el asunto de su trascendencia y prédica de la fetichización

Como toda teología, la teología de la Prosperidad quiere explicar cosas trascendentales; pero rechaza definitivamente lo precario que eso puede resultar. De ahí que el arte no siempre es bien visto, porque este visualiza desde un punto de vista más banal, cotidiano. Esta teología se hace con la pretensión de explicar el “sentido de la vida”. Así pareciera que tiene que ser toda teología, pero justamente, a lo que se apela, es al sentido crítico, a la reflexión. Pero como cualquier otra teología, ésta no tiene un estatus fuera del “mundo”. Es un lenguaje que hay que estudiar socialmente, de lo contrario se le opondría otro “discurso” igual de mítico, como Dussel anunciaba con su crítica a la visión marxista del ateísmo, que no se había extendido a otras estructuras sociales. Dussel está pensando en el llamado “socialismo real”. Hinkelammert le hace una crítica temprana a este socialismo, siendo una de las primeras propuestas en su pensamiento[30]. Después trasladaría esos elementos cuestionantes al mercado capitalista; pues ya no podría en duda al “comunismo”, sino al capitalismo que es el sistema “triunfante” desde hace décadas. La TdP es un discurrir de ideas bíblicas-teológicas descontextualizadas que intenta explicar el fondo de la vida, sometiendo todo a una determinada visión religiosa del mundo. Y pareciera que es convincente porque el mundo en el que está, le da sentido a lo que predica: afirmar la validez de este mundo, que no es otro que el actual contexto de mercado total, fetichizado y capitalista. La “guerra” en el cielo, ocurre también en la tierra. Aquella es la interpretación de la guerra en la tierra; por esta razón la consideramos como una de las “teo-logías” de este sistema o red de dominación, alienación, pauperización y de ventajas para una minoría a nivel mundial y nacional.

Pero hay que distinguir entre el “dios” del mercado, aquella trinidad de dinero – mercado – capital (Jung Mo Sung), y el “dios” de la TdP. ¿De qué divinidades estamos hablando? Hablamos del dios del “mercado”, que en alguna medida lo hemos definido ya, el de la TdP se refiere a un ser trascendente que rechaza la “gracia” (χάρις) y pone como medio el compromiso de algún “pago” previo. Es decir, la relación Dios – Ser humano, se distorsiona, de acuerdo a una tradición liberadora (Jesús de Nazareth y Pablo de Tarso), y se instaura la relación, por decirlo como Hegel, entre Amo – Esclavo. Tiene que ver con el tema de la ley. Se trata de cumplir obligaciones. Y para ello es que se requiere de la ayuda del Todopoderoso.

Los dioses terrenales casi siempre son acompañados por dioses trascendentes, que como dioses celestiales afirman a los dioses terrenales. El actual fundamentalismo da a los dioses terrenales, que son el mercado, el dinero y el capital, un dios eterno trascendente para su apoyo. Los dioses terrenales son el Leviatán, el dios mortal, cuya sangre según Hobbes es el dinero. Los fundamentalistas hacen presente este dios eterno, que vive en los cielos, pero que asegura a los dioses terrenales y mortales siempre de nuevo su resurrección. Así sobrevive la teología de los dioses terrenales y celestiales de Hobbes.[31]

La TdP viene de una vertiente fundamentalista, especialmente de los Estados Unidos. Es como un intento de “reforma” del fundamentalismo “neopentecostal”, que es a la vez otra reforma anterior del “pentecostalismo”, más clásico. Tiene que ver con el rechazo de la “sola escritura” para dar lugar a “revelaciones especiales” que Dios da ahora a determinadas personas, los “apóstoles”, “profetas” o como se les llame. Así, se desentiende de una norma que por lo menos permitía en parte discernir el tipo de creencias. Ahora eso ya no importa. Hay “libertad” de pensamiento y para hacer teología (eso es democracia, pero dentro del mercado, no hay que olvidarlo). Así se constituye una “teo-logía” que da legitimidad al mercado. Los “dioses” de esta teología, como se señaló, son divinidades celestes, pero que contribuyen a la “restauración” de divinidades más “terrenales”, que en este caso son el capital, el dinero y el mercado. “En esta situación, la referencia central e intrínseca de la religión se convierte en el hilo empírico-fáctico de sus mediaciones”[32]. Está trinidad que impera y fuera de la cual no se puede comprar ni vender (Ap. 13: 16-18), y se está excluido de muerte. Esta teología y religión del mercado lleva a este último al estado de “naturaleza”, ni siquiera, como querían, por ejemplo Horkheimer o Adorno, a una “segunda naturaleza”, sino a una naturaleza primera y hasta única, contra la cual nada se puede hacer y lo que se haga es “antinatura” y, por lo tanto debe ser condenada. Así se censuran y fustigan las “utópicas” de mundos mejores, “otro mundo es posible” o cualquier tipo de alternativa que no se desenvuelva, o “desarrolle”, dentro de los límites del mercado que precisamente no reconoce ningún límite, de ahí su rasgo religioso[33].

En efecto, la TdP es la correspondiente teología explícita de esta religión del mercado. Para analizar el tema del “mercado como religión”, es necesario estar pendiente de un análisis del desdoblamiento de la economía que se vuelve mítica en su explicación, de quienes la sostienen y defienden teóricamente, pero que se presenta como “secular”, incluso como “científica”, no obstante tiene sus raíces míticas, como otros fenómenos humanos, pero se niega esa dimensión. Walter Benjamin va más allá y habla directamente del “capitalismo” como un “culto culpabilizante”:

Tres rasgos se le reconocen, sin embargo, al presente en esta estructura religiosa del capitalismo. En primer lugar, el capitalismo es una pura religión de culto, quizá la más extrema que haya existido nunca. En él todo tiene significado sólo por relación inmediata con el culto, no conoce ninguna dogmática especial, ninguna teología. El utilitarismo adquiere bajo este punto de vista su coloración religiosa. Un segundo rasgo del capitalismo está relacionado con esta concreción del culto: la duración permanente del culto. El capitalismo es la celebración de un culto sans (t)reve et sans merci. En él no hay marcado un día a la semana, no existe un día que no sea día de fiesta en el sentido terrorífico del despliegue de toda la pompa sacral, de la tensión extrema del adorante… este culto es culpabilizante. El capitalismo es, probablemente, el primer caso de un culto no expiante, sino culpabilizante. Una culpabilidad monumental que no se sabe expiar, echa mano del culto, no para expiar en él la culpa, sino para hacerla universal, meterla a la fuerza en la conciencia y, por último y sobre todo, abarcar a Dios mismo en esa culpa para interesarle a Él, al final, en la expiación.[34]

La religión es de todos los días, es una forma de vida, es que lo también exige la TdP. A diferencia de esta opinión de Benjamin, sí existe una teología, es precisamente de la que estamos hablando ahora. Eso lo que le faltaba justamente a esta religión secular, una celestial, como se dijo. También el capitalismo ha generado su dogma teológico, no solo terrestre, no una metáfora de conceptos que aluden indirectamente al cielo, sino se presenta una verdad metafísica: la metafísica del mercado capitalista, y ahí se quiere insertar una espiritualidad. Una subjetividad de lo que significa ser humano, pero en tanto se participe activamente de estas relaciones comerciales y se crea que en ellas está la vida, la única posibilidad de vivir. No solo es comprar y vender exteriormente, sino el hondo sentido que aquello tiene, la identificación que hacemos con esta forma de existir. Y estamos dispuestos a defenderla con la vida, si es necesario. De ahí surgiría ese odio contra los que quieren otra cosa, porque estarían amenazando nuestras propias existencias. Por eso se llama al “combate” contra los herejes de este sistema religioso económico.

Y ciertamente nunca es suficiente para esta divinidad demandante de la TdP, que exige jamás cuestionar y ni siquiera preguntarse por la relatividad del mercado. El mercado es el paraíso. A pesar que use un lenguaje trascendental. No hay otro mundo, es este el mundo, el que se acepta y se impone, ahora con un lenguaje directamente religioso. Toca “hacerse rico” para probar la existencia de Dios en nosotros, que le somos gratos. Ese servicio es perenne. Servir al mercado capitalista extremo es servir a Dios. No hay otra posibilidad, esa es la verdadera eucaristía o culto. Todas las demás religiones deben someterse a esa evidencia religiosa. Haciendo una analogía, la TdP es el “falso profeta” y el mercado vendría a ser como la “Bestia” en el libro de la Revelación (Ap. 13). ¿Quién como el mercado capitalista?

Para Benjamin, el cristianismo, por decirlo así, ha dado nacimiento al “capitalismo”. El cristianismo ha inspirado tanto al capitalismo como al comunismo, dos enemigos mortales de nuestra era. El uno busca hacer desaparecer al otro. Ahora último el capitalismo, sus servidores, tachando al “comunismo” como el origen de todos los males. La TdP o el fundamentalismo religioso estadounidense se gasta en sus prédicas, directa o indirectamente, esa guerra sin cuartel contra el comunismo o lo que se le parezca: socialismo, incluso, se incluye, la reivindicación de los pueblos originarios, a los ecologistas o todo pensamiento que se denomina “progresista”. Por ello es una posición de los “conservadores” del sistema victorioso y que anhela arrasar contra cualquier alternativa de cambio y lo va a hacer, lo puede hacer. La tesis es que hay un origen “cristiano” dentro del capitalismo que hay que desenterrar para comprenderlo. Este “sistema” y “conjunto de leyes” no funciona legitimándose en sí mismo, sino en la religión que le dio lugar, pero que se esconde y que la TdP saca otra vez a flote. Claro, se trata de cierta tendencia de interpretación a la que puede llevar la práctica cristiana. Y a través de la historia, del propio cristianismo “de liberación” ha surgido los, como los llama Hinkelammert, “termidores”[35], que están presentes en todos los proyectos revolucionarios. La TdP sería, en la “teología”, uno de los termidores del cristianismo liberador, de la persona, pero también de la comunidad, concepto que se opone al sistema económico y a la imagen del “individuo” que proponen la TdP. De ahí que se haga necesario un estudio del pensamiento mítico, una “crítica de la razón mítica”[36], no solo del mercado, sino de cualquier institución.

La TdP no niega esa condición del mercado, más bien confiesa y predica que es “orden” que Dios a puesto, que es su “creación” y que la capacidad de adquisición y de consumo (“bendiciones”) son lo que caracteriza a los hijos e hijas de Dios. Es una teología que surge en el “primer mundo”, de personas que pueden comprar sin restricciones, que pueden reproducir esa lógica y que tienen, por tanto, poder. Por ello el tema del “poder” es tan importante entre los rasgos que la definen. Así pues, es una teología de un sector social, mundial, con poder económico y militar. Puede imponer su voluntad, y para ellos un arma esencial la constituyen los medios masivos de comunicación.[37] En efecto, es una teología “de clase”, de los poderosos; quienes no lo son, los apoyan porque se identifican con el poder y el agresor. ¿Quién dijo que los conflictos y luchas de clases han pasado de moda?

El sociólogo y filósofo Pierre Bourdieu ha complejizado este aná-lisis, superando en gran medida en sus investigaciones empíricas la reducción de la “lucha de clases” a solo dos polos antagonistas que se disputan el sentido de la historia, movidos por fuerzas ultraterrenas: el “materialismo histórico”. No se trata de un “motor” que moviliza la historia, sino, según Bourdieu de diferentes campos de luchas, sofisticados, decimos nosotros, que siempre es necesario reconstruir y representar (con sus limitaciones) para entender los relacionamientos humanos, movidos por intereses, donde a la vez, existen alianzas duraderas o de corto tiempo, pero que tiene factores que hasta cierto punto y en determinado momento (que puede ser prolongado o breve) acuerdan las posiciones de “clase”, estos son el capital económico y el capital cultural, que se pueden reconvertir en otros tipos de capitales, como el capital social, por ejemplo[38]. Nosotros agregaríamos, el capital en armas de destrucción masiva, que llega a ser importante en la reorganización geopolítica hoy en día, hasta permiten a quienes las poseen hablar de modo complementa irracional, con arrogancia y erigirse como juez del bien y del mal.

No es que la TdP tenga un poder importante en el mundo. No podría una teología, al menos no la que se estudia con ese nombre, tener tanto grado de influencia actuando sola. Requiere del contexto para su efectividad. Ya lo hemos señalado. Pero es un lenguaje del mercado capitalista extremo. Si bien, tiene elementos que pueden ser interpelantes, como aquel que estima como un valor importante darle a los “pobres” cierta “autoestima”, aquí se juega, otra vez, con la ilusión del “progreso” y “desarrollo” humano ¿Hacia dónde nos lleva todo esto finalmente?

El dar a Dios y no ser un mendigo es ser un “emprendedor”, “somos hijos del Rey, que posee y es dueño del oro y la plata”. Nada puede salir mal. Luego, eso que sirve como una “autoayuda” para motivar la competición en el mercado. La TdP asume como una realidad indefectible, la realidad del mercado “salvaje”, es decir, de lucha de todos a muerte. Por eso su lenguaje puede ser violento y extremista: “¡La pobreza es del demonio!” (y los “pobres” también, por supuesto). De modo que esa “batalla” contra el diablo es a todo o nada, no hay alternativas. De la misma manera es la consigna contra otras religiones y creencias, más aun si éstas proponen otra lógica de existencia, otro modo de relacionamientos y de economía. La TdP dirá también: There is no alternative. Esa es su máxima, es decir, el mercado neoliberal y “salvaje”.

Su ética deriva de la ética del mercado: el respeto a la propiedad privada y el cumplimiento de contratos. Por eso vuelve la teología de Anselmo: hay que pagar a Dios lo que se le debe. A Dios se satisface con dinero, con las ofrendas, maratones de recaudación de fondos, con la “siembra”, para cosechar abundantemente. La historia de los “talentos” (Mt. 25: 14-30) se reinterpreta en el marco de este mercado total. No es otra cosa que rodear de un áurea celestial las “inversiones” y “bendecir” el capital privado. Si los “hijos de Satanás” no quieren ser “perdedores” deben seguir la lógica del mercado total y que la TdP ofrece y predica. El demonio está del otro lado, del lado del comunismo, de los utópicos, de los alternativos, medioambientalistas, ecologistas y feministas entre otros.

La relación con el Otro no se trasmuta, como sí lo hace el conocimiento, en disfrute y posesión, en libertad. El Otro se impone como una exigencia que domina esta libertad y que, por ello mismo, es más originaria que todo lo que pasa en mí. El Otro, cuya presencia excepcional queda inscrita en la imposibilidad ética en que veo de matarlo, señala el fin de los poderes. Si ya no puedo poder sobre él, es porque desborda absolutamente toda idea que puedo tener de él.[39]

Esta cita de Levinas nos muestra, primero, la imposibilidad de abarcar al otro con conceptos o una determinada teológica. Es irreducible a los lenguajes, pues siempre escapa. Tampoco se lo puede dominar absolutamente, surgirá lo que Albert Camus llama: el “hombre rebelde”. De modo que la idea de apresar a ese Otro, o de vejarlo, muestra el fetichismo y una religión intolerante, más aún destructora de la vida humana diversa. Pero esa vida es “infinita”, como dice Levinas en su obra mencionada y encuentra siempre modos de resistir, según concluimos nosotros. La TdP tiene correspondientemente sus concepciones dogmáticas en todos los temas: una idea antropológica, de Dios, del pecado, de la iglesia, de la salvación. La antropología que se propone, simplista, es la del “sujeto billetera”, “consumista”, “cliente”; Dios es un banquero; el pecado es no saber invertir (los talentos); la iglesia es el poder de Dios que solventa el poder secular armado; la salvación es el mercado capitalista. A todo esto hay que agregarle el respectivo lenguaje mítico y trascendental.

Conclusión

Se han querido mostrar vínculos entre la religión del mercado capitalista neoliberal y salvaje con la TdP. Se dejan fuera los elementos que podrían quizás revalorizar en parte a esta teología. Pero eso parece difícil, dado que ella es la expresión o, como hemos dicho, un lenguaje de este mercado extremista. La crítica a la fetichización no es exclusiva para el mercado o la TdP, sino igualmente para cualquier proyecto que revista las características de “total” y “sentido último” de la vida antes que la afirmación de la vida concreta del ser humano y la naturaleza, amenazada visiblemente hoy por esta lógica mercantil y “cultural”/cultual. Y es una crítica que no es propiedad privada de nadie, sino se la hace con los recursos que se requieran, teóricos y empíricos, pero que tiene criterios éticos: como la prioridad de la Vida antes que la ley, por más que está ley se presente como un medio de salvación. Esta última idea es para evitar la idolatría del propio discurso y proyecto. Siempre es necesario la reflexión de los mismos. 

El problema es que hay que construir instituciones para mantener la vida y las sociedades que deberían permitirla, cayendo en mitificaciones de determinadas prácticas y estructuras de las mismas. De tal modo, que el pensamiento crítico sugiere aprender a vivir con esas contradicciones, sin sacrificar vidas humanas ni la vida del medio ambiente natural, que es criterio y punto de partida (y de llegada). El análisis de los discursos teológicos tiene que corresponder al contexto donde estos se realizan. Por eso es importante en futuros trabajos considerar las relaciones que tienen determinadas personas que usan el discurso, en este caso, el de la TdP. ¿A quiénes se enfrentan con tal lenguaje, qué intereses defienden, cuál es la legitimidad que buscan? En la presente reflexión esto ha estado subyacente, pero se requieren trabajos empíricos de investigación que fundamenten teorías explicativas de ciertas prácticas sociales.

Bibliografía

Assmann, Hugo. La idolatría del mercado. San José: DEI, 1997.

Assmann, Hugo. A idolatria do mercado: um ensaio sobre economia e teologia. Petrópolis: Vozes, 1986.

Benjamin, Walter. “Capitalismo como religión” (pp. 135-137), en Franz Hinkelammert. Hacia una crítica de la razón mítica: el laberinto de la modernidad (materiales para la discusión). La Paz: Palabra Comprometida / Driada / DEI, 2008.

Benjamin, Walter. Discursos interrumpidos I: filosofía del arte y de la historia. Buenos Aires: Taurus, 1989 [1972], trad. del alemán por Jesús Aguirre.

Bourdieu, Pierre. Una invitación a la sociología reflexiva / Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008 [1992], 2a Ed., trad. del inglés por Ariel Dilon

Bourdieu, Pierre. Homo academicus. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008 [1984], trad. del francés por Ariel Dilon; Pierre Bourdieu. El sentido práctico. Madrid: Siglo XXI., 2008 [1980], trad. del francés por Ariel Dilon

Bourdieu, Pierre. La distinción: criterios y bases sociales del gusto. Madrid / Buenos Aires / Bogotá: Taurus, 2000 [1979], 2a Ed., trad. del francés por Ma. Del Carmen Ruiz de Elvira.

De Santa Ana, Julio. La práctica económica como religión: crítica teológica a la economía política. San José: DEI, 1991.

Dussel, Enrique. Las metáforas teológicas de Marx. Estella (Navarra): Verbo Divino, 1993 [versión digital].

Dussel, Enrique. Filosofía ética latinoamericana V: arqueología latinoamericana, una filosofía de la religión antifetichista. Bogotá: Universidad Santo Tomás, Centro de Enseñanza Desescolarizada, 1980 [versión digital].

Farley, Edward. “Fundamentalism: A theory”, en Cross Currents, 55.3 (2005), 378-403.

Fernández, Estela y Silnik, Gustavo D. Teología profana y pensamiento crítico: conversaciones con Franz Hinkelammert. Buenos Aires: CICCUS – CLACSO, 2012.

Gutiérrez, Germán. Ética y economía en Adam Smith y Friedrich Hayek. San José: DEI, 1988.

Gutiérrez, Gustavo. El Dios de la vida. Lima: Instituto Bartolomé de Las Casas – CEP, 2015 [1989], 3a Ed.

Hinkelammert, Franz. El humanismo de la praxis: el ser humano como ser supremo para el ser humano. Manuscrito, abril, 2018.

Hinkelammert, Franz. “Yo vivo, si tú vives”: el sujeto de los derechos humanos. La Paz: ISEAT / Palabra Comprometida, 2010.

Hinkelammert, Franz. Hacia una crítica de la razón mítica: el laberinto de la modernidad (materiales para la discusión). La Paz: Palabra Comprometida / Driada / DEI, 2008.

Hinkelammert, Franz. “Las raíces económicas de la idolatría: la metafísica del empresario” (pp. 195-229), en Trabajo colectivo de biblistas, teólogos y científicos sociales. La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador. San José: DEI / Centro Antonio Valdivieso, 2003, 2a Ed.

Hinkelammert, Franz. “Teología en el acontecer de una vida. Entrevista de Germán Gutiérrez” (pp. 17-42), en José Duque y Germán Gutiérrez. Itinerarios de la razón crítica: homenaje a Franz Hinkelammert en sus 70 años. San José: DEI, 2001.

Hinkelammert, Franz. El mapa del emperador: determinismo, caos, sujeto. San José: DEI, 1996.

Hinkelammert, Franz. Las armas ideológicas de la muerte. San José. DEI, 2a Ed., 1981.

Hinkelammert, Franz. Der Wachstumsprozess in der Sowjetwirtschaft. Eine Untersuchung der Produktionsstruktur, des Lenkungsprozesses und der Volkseinkommens. Osteuropa-Institut an der Freien Universität Berlin. Herausgegeben von Karl C. Thalheim, Band 15. Berlin: Duncker & Humblot, 1961.

Hinkelammert, Franz y Mora, Henry. Economía, vida humana y bien común: 25 gotitas de economía crítica. San José: Arlekín, 2014.

Hinkelammert, Franz y Mora Jiménez, Henry. Hacia una economía para la vida: preludio a una segunda crítica de la economía política. La Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia / Dirección General de Fortalecimiento Ciudadano, 2013.

Horkheimer, Max y Adorno, Theodor. “Begriff der Aufklärung” (pp. 9-49), en Dialektik der Aufklärung: Philosophische Fragmente. Frankfurt am Main: S. Fischer Verlag, 2015 [1969].

Levinas, Emmanuel. Totalidad e infinito: ensayo sobre la exterioridad. Salamanca: Sígueme, 2016 [1971], trad. del francés por Miguel García-Baro.

McFague, Sallie. Modelos de Dios: teología para una era ecológica y nuclear. Bilbao: Sal Terrae, 1994 [1987], trad. del inglés por Agustín López y María Tabuyo.

Nestle-Aland. Novum Testamentum Graece. Stuttgart: Deutsche Bibelstiftung, 1898 y 1979.

Piedra, Arturo. “Theology of grace and theology of prosperity”, en Reformed World 55.1 (2005), 326-354.  

Touraine, Alain. “Nacimiento del sujeto” (pp. 199-366), en Crítica a la modernidad. México: FCE, 2000 [1992], 2a Ed., trad. del francés por Alberto Luis Bixio.

Trabajo colectivo de biblistas, teólogos y científicos sociales. La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador. San José: DEI / Centro Antonio Valdivieso, 2003, 2a Ed.

Sobrino, Jon. “La aparición del Dios de la vida en Jesús de Nazaret” (pp. 79-121), en Trabajo colectivo de biblistas, teólogos y científicos sociales. La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador. San José: DEI / Centro Antonio Valdivieso, 2003, 2a Ed.

Sung, Jung Mo. “Teologia e a crítica da idolatria” (pp. 145-175), en Idolatria do dinheiro e direitos humanos: uma crítica teológica do novo mito do capitalismo. São Paulo: Paulus, 2018.

l l l

Erick Umaña Castro es doctor en teología por la Universidad de Bielefeld (Alemania). Formado en literatura, teología y filosofía en diferentes universidades latinoamericanas. Actualmente es profesor e investigador en el Seminario Andino San Pablo (Huancayo, Perú). 

Correo electrónico: juanjacobotancara@gmail.com

Recibido: 10 de agosto de 2019

Aprobado: 18 de setiembre de 2019

 

 

 



[1] Walter Benjamin. Discursos interrumpidos I: filosofía del arte y de la historia. Buenos Aires: Taurus, 1989 [1972], trad. del alemán por Jesús Aguirre, 193.

[2] Franz Hinkelammert. El humanismo de la praxis: el ser humano como ser supremo para el ser humano. Manuscrito, abril, 2018, 19.

[3] Enrique Dussel. Las metáforas teológicas de Marx. Estella (Navarra): Verbo Divino, 1993, 13-14 [versión digital].

[4] Gustavo Gutiérrez. El Dios de la vida. Lima: Instituto Bartolomé de Las Casas – CEP, 2015 [1989], 3a Ed.; Jon Sobrino. “La aparición del Dios de la vida en Jesús de Nazaret” (pp. 79-121), en Trabajo colectivo de biblistas, teólogos y científicos sociales. La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador. San José: DEI / Centro Antonio Valdivieso, 2003, 2a Ed.

[5] Sallie McFague. Modelos de Dios: teología para una era ecológica y nuclear. Bilbao: Sal Terrae, 1994 [1987], trad. del inglés por Agustín López y María Tabuyo.

[6] Karl Marx, citado por Franz Hinkelammert. Hacia una crítica de la razón mítica: el laberinto de la modernidad (materiales para la discusión). La Paz: Palabra Comprometida / Driada / DEI, 2008.

[7] Hugo Assmann. La idolatría del mercado. San José: DEI, 1997; una edición en portugués anterior: Hugo Assmann. A idolatria do mercado: um ensaio sobre economia e teologia. Petrópolis: Vozes, 1986.

[8] Franz Hinkelammert. Las armas ideológicas de la muerte. San José. DEI, 2a Ed., 1981;  Franz Hinkelammert. El mapa del emperador: determinismo, caos, sujeto. San José: DEI, 1996.

[9] Julio de Santa Ana. La práctica económica como religión: crítica teológica a la economía política. San José: DEI, 1991.

[10] Trabajo colectivo de biblistas, teólogos y científicos sociales. La lucha de los dioses.

[11] Jung Mo Sung. “Teologia e a crítica da idolatria” (145-175), en Idolatria do dinheiro e direitos humanos: uma crítica teológica do novo mito do capitalismo. São Paulo: Paulus, 2018.

[12] Sung, “Teologia e a crítica da idolatria”, 163.

[13] Max Horkheimer y Theodor Adorno. “Begriff der Aufklärung” (pp. 9-49), en Dialektik der Aufklärung: Philosophische Fragmente. Frankfurt am Main: S. Fischer Verlag, 2015 [1969].

[14] Franz Hinkelammert. “Yo vivo, si tú vives”: el sujeto de los derechos humanos. La Paz: ISEAT / Palabra Comprometida, 2010.

[15] “Los fines correspondientes no pueden ser fines generales, como el honor de la patria o la grandeza de la humanidad, sino que se trata exclusivamente de fines específicos que pueden ser realizados por medio de la actividad calculada del ser humano. Estos son, en particular, los fines de las empresas, vale decir, los productos y servicios producidos para el mercado. Para alcanzar tales fines específicos se necesitan medios calculables como materias primas, instrumentos de trabajo y tiempo de trabajo humano.” Franz Hinkelammert y Henry Mora Jiménez. Hacia una economía para la vida: preludio a una segunda crítica de la economía política. La Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia / Dirección General de Fortalecimiento Ciudadano, 2013, 123.

[16] Franz Hinkelammert y Henry Mora Jiménez. Hacia una economía para la vida, 113-136.

[17] Franz Hinkelammert y Henry Mora Jiménez, Hacia una economía para la vida, 128-132.

[18] Germán Gutiérrez. Ética y economía en Adam Smith y Friedrich Hayek. San José: DEI, 1988.

[19] Franz Hinkelammert y Henry Mora. Economía, vida humana y bien común: 25 gotitas de economía crítica. San José: Arlekín, 2014, 86-99.

[20] Franz Hinkelammert. El humanismo de la praxis, 65.

[21] Sung. “Teologia e a crítica da idolatria”, 145-175.

[22] Estela Fernández y Gustavo D. Silnik. Teología profana y pensamiento crítico: conversaciones con Franz Hinkelammert. Buenos Aires: CICCUS – CLACSO, 2012.

[23] Alain Touraine. “Nacimiento del sujeto” (pp. 199-366), en Crítica a la modernidad. México: FCE, 2000 [1992], 2a Ed., trad. del francés por Alberto Luis Bixio.

[24] Franz Hinkelammert, “Teología en el acontecer de una vida. Entrevista de Germán Gutiérrez” (pp. 17-42), en José Duque y Germán Gutiérrez. Itinerarios de la razón crítica: homenaje a Franz Hinkelammert en sus 70 años. San José: DEI, 2001, 41.

[25] Franz Hinkelammert. El humanismo de la praxis, 30.

[26] Franz Hinkelammert. El humanismo de la praxis, 132.

[27] Enrique Dussel. Filosofía ética latinoamericana V: arqueología latinoamericana, una filosofía de la religión antifetichista. Bogotá: Universidad Santo Tomás, Centro de Enseñanza Desescolarizada, 1980 [estoy citando una versión digital en pdf que tal vez puede variar en la paginación con la impresa].

[28] Karl Marx citado por Enrique Dussel, Filosofía ética latinoamericana V, 127.

[29] Enrique Dussel,  Filosofía ética latinoamericana V, 139.

[30] Franz Hinkelammert. Der Wachstumsprozess in der Sowjetwirtschaft. Eine Untersuchung der Produktionsstruktur, des Lenkungsprozesses und der Volkseinkommens. Osteuropa-Institut an der Freien Universität Berlin. Herausgegeben von Karl C. Thalheim, Band 15. Berlin: Duncker & Humblot, 1961.

[31]Franz Hinkelammert, El humanismo de la praxis, 133.

[32] Edward Farley. “Fundamentalism: A theory”, en Cross Currents, 55.3 (2005), 378-403, 393.

[33] Franz Hinkelammert. “Las raíces económicas de la idolatría: la metafísica del empresario” (pp. 195-229), en Trabajo colectivo de biblistas, teólogos y científicos sociales. La lucha de los dioses.

[34] Walter Benjamin. “Capitalismo como religión” (pp. 135-137), en Franz Hinkelammert. Hacia una crítica de la razón mítica.

[35] En varios de sus libros, aparece este concepto del autor que citamos aquí. Hinkelammert lo define como el contrarevolucionario o como aquella acción que construye en sentido opuesto, buscando el exterminio del proyecto, en este caso, liberador. Es como una reactivación, otra vez, de las fuerzas conservadoras. El rechazo a la revolución y el regreso al pecado del cual se quería salir. Pero muchas veces por medios de extrema violencia.

[36] Franz Hinkelammert. Hacia una crítica de la razón mítica.

[37] En este sentido, se puede afirmar: “Se trata de la imagen que el burgués se hace de sí mismo y del ser humano en general. Desde ella se transforma el mundo en aquel mundo que tenemos. Pero se puede añadir: si este burgués se hace una imagen de Dios, entonces Dios es como él: un déspota legítimo, para el cual el ser supremo para el ser humano no es el ser humano, sino el mercado, el dinero y el capital. Surge una imagen de Dios, en la cual Dios mismo es el ser supremo para el ser humano. Es la trascendentalización de la imagen que el burgués se hace de sí mismo. Según esta imagen el burgués forma el mundo. Su imagen de Dios y su imagen de sí mismo no se distinguen: Dios es un burgués en su perfección, y el burgués un Dios imperfecto. Su imagen de Dios es una superación metafísica de su imagen de sí mismo”. Franz Hinkelammert, El humanismo de la praxis, 83.

[38] Pierre Bourdieu. Una invitación a la sociología reflexiva / Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008 [1992], 2a Ed., trad. del inglés por Ariel Dilon; Pierre Bourdieu. Homo academicus. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008 [1984], trad. del francés por Ariel Dilon; Pierre Bourdieu. El sentido práctico. Madrid: Siglo XXI., 2008 [1980], trad. del francés por Ariel Dilon; Pierre Bourdieu. La distinción: criterios y bases sociales del gusto. Madrid / Buenos Aires / Bogotá: Taurus, 2000 [1979], 2a Ed., trad. del francés por Ma Del Carmen Ruiz de Elvira.

[39] Emmanuel Levinas. Totalidad e infinito: ensayo sobre la exterioridad. Salamanca: Sígueme, 2016 [1971], trad. del francés por Miguel García-Baro, 91.