Vida  y

Pensamiento

Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana

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Volumen 40 Número 1  -  Enero/Junio 2020  -  San José, Costa Rica  -  ISSN 2215-602X

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Teología Práctica en América Latina y El Caribe:

propuestas, desafíos

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Acompañamiento Pastoral

Nidia V. Fonseca R.

 pp. 39-55

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Resumen: La autora aporta los elementos claves del acompañamiento pastoral desde el proceso subjetivo de la crisis hasta el comunitario-contextual. Plantea varias características y luego de discernir sus elementos, aportar experiencias, desafía con preguntas con el fin de seguir reconstruyendo colectivamente el Acompañamiento Pastoral.

Abstract: The author provides the key elements to pastoral accompaniment from the subjective process of the crisis to the community-contextual one. It presents various characteristics and after discerning it’s elements, contributing experiences, challenges with questions in order to collectively continue to rebuild the Pastoral Accompaniment.

Palabras claves: Acompañamiento pastoral, encadenamientos, justicia, ternura, convivencia, mandatos, resiliencia.

Key Words: Pastoral accompaniment, justice, tenderness, coexistence, resilience.

 

 

 


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Nidia V. Fonseca R.[1]

Acompañamiento Pastoral

Introducción

 

De acuerdo con la experiencia y la reflexión sistemática y académica realizada durante los procesos de acompañamiento a personas, familias, comunidades de fe y estudiantes de teología durante más de treinta y cinco años, y en especial en el contexto actual (año 2020), caracterizado por la pandemia del Coronavirus y una crisis ambiental cuya huella ecológica es 1.6 veces la biocapacidad de la tierra, hemos aprendido a afrontar algunos de los desafíos que aquí proponemos. Esperamos que las conceptualizaciones expuestas sean un pretexto para dialogar y enriquecer este componente de la Teología Práctica y del quehacer de la fe en los espacios donde se celebra la Palabra.

 

1.     El acompañamiento pastoral debe trabajar y desafiar, por lo menos, tres niveles del desenvolvimiento humano: a) el subjetivo, b) el personal/comunitario y c) el estructural/socio-histórico-coyuntural.

 

Estos tres niveles están presentes en todas las personas y grupos. El subjetivo se presenta en el momento que la persona es desafiada por la consecuencia de sus actos o por la consecuencia de terceros. Además de una actitud de asombro, de incredulidad o de impacto, la acción inmediata por lo general es la orar o rezar, es decir, acudir a Dios. Pero si analizamos la forma como se dirige a Dios, es con la idea de que eso pase sin consecuencias, que Dios mágicamente detenga las consecuencias de esa situación, la cambie, la transforme o la elimine. Este proceso puede durar cierto periodo de tiempo. La persona opta, de acuerdo con el impacto ocasionado por el hecho ocurrido, en hacer promesas a Dios para no sufrir. Esas promesas, por lo general, son de tal magnitud que la persona invierte tiempo y recursos. Simultáneamente el problema está allí presente, pero no en condición estática, sino que sigue su curso. Comprobar que el problema sigue presente y que se está “agrandando”, provoca un desasosiego tal que la persona no puede soportar el “silencio” de Dios. Entonces, la persona se confronta con varias interrogantes: ¿por qué el problema sigue presente?, ¿Escucha Dios?, ¿Quién es Dios o por qué me o nos castiga así?, ¿Qué estamos pagando con este sufrimiento? Son preguntas muy importantes y válidas. En el texto bíblico encontramos interrogantes similares, sobre todo en los Salmos y en los Evangelios. En este primer nivel, la persona está “solita” lidiando con el problema y el afrontamiento del mismo.

 

Según como encuentre respuesta a sus interrogantes teológicas, la persona dará un segundo paso para pasar al segundo nivel: buscar ayuda. Es aquí cuando hablamos del Acompañamiento Pastoral Personal. La persona rompe el “silencio”. Busca ayuda en la persona que considera líder o apta para que le “entienda”. Aquí, el acompañamiento requiere de todo lo que luego expondremos, pero lo que quiero destacar es que la persona que acompaña, debe reconocer cómo se presentó el estado subjetivo para dar respuesta asertiva desde la perspectiva teológica. Me refiero a que debe afrontar de manera inmediata esa imagen de un Dios “silencioso, que abandona, impotente, indiferente, castigador”; así como la imagen de ser humano como persona castigada, pecadora, que debe pagar por sus actos o los de sus antepasados. Si eso no se confronta, el acompañamiento puede ser poco útil. La persona acude al Acompañamiento no solo por el problema, sino porque cree que sus acciones teológicas fueron inadecuadas, insuficientes o inservibles.

Por otra parte, la persona acompañante debe hacer puente con el entorno o contexto en el que la persona vive, y con lo que como sociedad heredamos de la historia y de las gobernanzas, pues pueden estar incidiendo en el problema. De hecho, ya sabemos que la cultura patriarcal incide en todo. Si comprendemos bien el entorno en el que cotidianamente nos desenvolvemos, y si las Comunidades de Fe gestan el Acompañamiento Pastoral Contextual y Comunitario (nivel 3), pueden prever muchos “dolores” a las personas y pueden responder a los desafíos personales sin que necesariamente se acuda al Acompañamiento Personal.

 

Recuerdo una vez que un pastor me llamó para que le ayudara a discernir el caso de una hermana. Me llamaba porque había participado en un taller ofrecido por la UBL, y en el cual yo era la facilitadora. Estaba dirigido a un grupo de líderes y lideresas en el cual había que analizar el contexto de la comunidad de fe, las demandas que tenían de parte de la congregación y la necesidad que tenían de integrar esas demandas a las situaciones sociales, ya que muchas de las preocupaciones que oían estaban entrelazadas con la situación del país, pero que necesitaban saber cómo hacer ese enlace en el acompañamiento.

 

El problema de la hermana era que tenía sueños donde un espíritu, que consideraba que era el diablo, le decía que matara a su marido. La aparición de ese espíritu también la invitaba a visitar algunos lugares donde se traficaba droga y la invitaba a pasar. A cambio, éste le daba dinero para que resolviera sus necesidades. Después de conversar con el pastor y con la hermana, nos dimos cuenta que el esposo estaba desempleado desde hacía varios años, el hijo que estaba sosteniendo económicamente a la familia estaba muy enfermo y temía que lo despidieran por las incapacidades recurrentes. El equipo pastoral analizó la situación y optaron por emplear a la hermana para la limpieza de las aulas, le otorgaron a su esposo un espacio para desarrollar una pequeña empresa y así esperaban bajar el nivel de estrés de la familia y que el hijo fuera poco a poco recuperándose. Sin embargo, pasado poco tiempo de esos cambios, la hermana vuelve a tener la “visita” del espíritu de nuevo con esas tentaciones y con otros episodios, relacionados esta vez con situaciones sexuales.

 

La intervención que hicimos resultó muy interesante porque la hermana decía que tenía muchos años de ser atormentada, que no era solamente en periodos de “escasez económica”, que ella había hecho muchas promesas a Dios, que todas las había cumplido y que no entendía por qué Dios no la escuchaba. Entonces decidimos adentrarnos en esos sueños, para ello decidimos trabajar con el texto del Evangelio de Marcos sobre las tentaciones de Jesús. En su lectura nos dimos cuenta que ella, aunque leía el texto varias veces, lo repetía de memoria y según se lo habían enseñado. Al preguntarle sobre el texto, observamos que ella se equivocaba en los mismos versículos. Contestaba con los errores aprendidos, hasta que un día al fin se dio cuenta que lo que leía y creía, no estaba en el texto. Ahí pudimos entonces adentrarnos en sus sueños y a ver quién era el “espíritu” de sus sueños.

 

Fue impresionante cuando ella empezó a recordar todo lo que había sucedido en su niñez: debido a la pobreza de su mamá, deambularon por muchas cuarterías, sufrió abusos sexuales de parte de algunos familiares, explotación laboral, entre otras “calamidades”. En los lugares donde vivió había tráfico ilegal de todo: licor, drogas, personas. La mamá intentó salvarla muchas veces llevándola donde una tía, donde fue abusada sexualmente por primos y tíos. ¿Por qué aparecían ahora sus sueños? Porque al quedar cesante su marido, temía inconscientemente que sus hijos vivieran su experiencia. Su mamá siempre le dijo que el responsable de sus sufrimientos fue el padre que ella nunca conoció. Poco a poco fuimos revisando si su situación era ajena a la realidad de pobreza que había en el país, si el abandono paternal era una experiencia solamente de ella y su mamá, así como acerca de los abusos sexuales y las explotaciones. Poco a poco fuimos construyendo su historia de vida, conciliando las relaciones con su mamá, hasta llegar a establecer un acompañamiento familiar. Revisamos la intervención empática del pastor y de la Junta Directiva de la Iglesia.   

 

De esta manera, podemos afirmar que el acompañamiento pastoral genera encadenamientos procesuales en los tres niveles del desenvolvimiento humano. Recordemos que el Acompañamiento es un quehacer personal y comunitario. Es personal porque somos personas, en tanto individuos/as que se deciden encontrar para juntas analizar la situación que produce sufrimiento e insatisfacción. Es comunitario porque el objeto de estudio son las vinculaciones humanas… Líderes y comunidad de fe se abren para acompañar a las personas cargadas y agobiadas.

 

En ese abrirse convergen el don de la ciencia y la sabiduría y el don del amor: la teología, el acompañamiento pastoral, las ciencias que sean necesarias como auxiliares. ¿Para qué? El acompañamiento tiene como meta alcanzar el cambio en los tres niveles: en el subjetivo para que pasemos de los mandatos religiosos que presentan a Dios como mágico o castigador por un Dios de amor, solidario, justo, perdonador hasta el infinito; en el personal para ser capaces abrirnos para desaprender y volver a aprender, para generar vínculos afectivos sanos, y para generar cambios sociales. Y en el social (comunitario/contextual) pues si no apuntamos a transformar lo que en la cultura y en la estructura social alimenta las conductas socioafectivas dañinas no lograremos un cambio efectivo y estaremos acompañando a personas que repiten una y otra vez conductas equivocadas porque la sociedad las justifica o las incentiva. No importa el orden en el que se inicie el cambio (subjetivo, personal o social) siempre se genera el “efecto mariposa”; es decir, el cambio es subjetivo, personal y social.

 

Preguntas:

a)  ¿Es posible un acompañamiento pastoral que solo responda a la subjetividad de la persona?

b)  ¿Por qué es importante llevar la dimensión social cuando se acompaña a alguien?

 

2.     El acompañamiento pastoral requiere de una cosmo-visión de vida y mundo que apele a la justicia y a la ternura

 

Generalmente los desafíos por los que la persona busca el acompañamiento se caracterizan por el desamor, que puede ser personal, comunitario o político. La globalización, la cultura patriarcal, el consumismo, el adultocentrismo, la exclusión social, por ejemplo, provocan que las personas den prioridad a lo que no es prioritario, olvidando la calidad del vínculo afectivo. Por otra parte, los valores del Reinado de Dios: el amor, la verdad, la comprensión, la opción por las personas más vulnerables y la justicia, se hacen presentes pues son el contraste del problema o desafío y saber concretarlos en el diálogo “poroso” que el acompañante desarrolla es parte del arte del acompañamiento. El acompañamiento pastoral, para que sea asertivo, reconoce, devela y trastoca el entorno coyuntural y el entorno socio-histórico (que antecede) a la persona acompañada. Las conductas del desamor (entre las cuales podemos citar además la violencia de género, el empobrecimiento, las exclusiones, los estigmas, entre otros),  generan conductas mediadas por la violencia, la indiferencia, la falta de solidaridad, el irrespeto, que demandan trabajar la calidad del vínculo afectivo, la libertad de elección, el empoderamiento, la resiliencia, la concreción de la realización de los derechos humanos para todas y todos, para que las personas sean capaces de salir adelante a pesar de… Por eso afirmamos que el acompañamiento pastoral es un alto al dolor personal, comunitario, estructural, histórico y coyuntural.

 

En otra ocasión, estaba conversando con una mujer que solicitó acompañamiento ya que no entendía por qué una de sus hijas era tan severa con ella y por qué buscaba trabajos que la alejaran de la casa. Construimos la historia de vida familiar (ella y sus hijas), conforme fuimos trabajando me llamaba la atención su relato plano, sin emociones, a pesar de que lo que narraba era difícil. Optamos entonces por trabajar la historia de vida de su familia (padres, hermanos y hermanas). Allí la narración cambió, ella al fin lograba narrar su situación pasada con alguna emoción, pero se saltaba periodos. Esos periodos estaban relacionados con la convivencia con su padre biológico o con sus “padrastros” y con el padre de sus hijas y los “padrastros” de éstas. Las narraciones caracterizadas por abusos sexuales y maltratos tremendos eran de nuevo narradas en plano, sin emociones. Entonces leímos algunos textos de la Biblia, donde las protagonistas eran mujeres; le pedí que comparara esas narraciones con las personales. Se quebró emocionalmente cuando le presté una relectura que había hecho una colega de la UBL (Elisabeth Cook) sobre 2 Samuel, capítulos 11 y 13. Allí se rompieron los secretos y hasta entonces pudimos comprender la lejanía, indiferencia y molestia de su hija. Poco a poco se reconstruyeron los vínculos afectivos y se pudo profundizar en los “por qués” de esos secretos históricos, legendarios y actuales, deconstruyendo la cultura patriarcal y la violencia de género.

 

Preguntas:

a)  ¿Puede el acompañamiento solo, “tocar” la ternura sin alterar la justicia?

b)  ¿Es el acompañamiento pastoral un alto al dolor?

 

3.     El acompañamiento pastoral visualiza los espacios posibles de acción y genera los encadenamientos necesarios en los tres niveles estimulando alianzas y parti-cipaciones personales y grupales para recuperar el sentido de convivencia

 

Quien acompaña asume que toda persona forma parte de... Por tanto, comprende que el conflicto tiene dos lados: por una parte, el de la persona que está en problemas o en crisis, por otra parte, el del sistema social en el que la persona está inmersa y que está en conflicto con ella. Esto quiere decir que el proceso de acompañamiento pastoral no puede limitarse a una atención individualizada como ha sido tradicional. Y mucho menos en el contexto actual, en el que la conectividad es parte consciente del quehacer cotidiano de las personas y la sociedad. Por eso hay que revisar el rol de la persona acompañante. Hay que revisar la calidad de esa conectividad, pues la realidad está plagada de injusticias, indiferencias, desamores; es decir, es una realidad caótica en lo social y en lo afectivo.

Desde la perspectiva de la fe, esto implica que en el caos hay empezar por vislumbrar la luz, metafóricamente, no importa si la luz viene de un cerillo que pronto se apaga, pero que cuando se enciende permite ver lo que está alrededor, por donde identificar un pasillo, un trillo o un camino. Ese caos ha venido caracterizando a personas que supuestamente son necesarias y otras que “sobran”, unas de primera y otras de segunda clase, unas legítimas y otras ilegítimas o invasoras. Esta situación nos exige introducirnos en el quehacer de las personas de una y otra parte de la división, no sin antes recordar que el ser humano es bio-psico-socio-espiritual (cuerpo, emociones, relaciones, espíritu), y que todos estos componentes están íntimamente relacionados. Esto exige analizar cómo interactúa la persona consigo misma y con los entornos que esos elementos demandan, con el fin de alcanzar la armonía y equilibrio de ellas mismas.

 

Es decir, las personas son linaje divino que deben superar todo tipo de estereotipo impuesto por la cultura, pues desde la perspectiva de la fe, todas las personas somos capaces de reconstruirnos, decodificando los mandatos colonizadores que se nos han impuesto histórica y coyunturalmente. Por tanto, el acompañamiento pastoral desarrolla la espiritualidad, recupera los sueños de paz, genera nuevas prácticas de comportamiento, fortalece las capacidades y habilidades para generar la convivencia humana en justicia, equidad e igualdad. Por eso, el acompañamiento pastoral devela los atascamientos colonizadores (culpa, pecado, castigo, imágenes de Dios) que impiden la vida plena.

 

En el contexto de la pandemia por el coronavirus, hemos visto muchos anuncios de productos de limpieza en los cuales las mujeres limpian los juguetes y los celulares de sus hijos y de su compañero, en el que colocan a esos sujetos como bebés, donde ella es la que les limpia y les protege. En esos anuncios, una vez más, las mujeres son las responsables de la vida de sus familiares. Esos anuncios demuestran que la cultura patriarcal no se negocia ni en tiempos de pandemia: las mujeres deben cumplir con su rol de ama de casa, protectora, enfermera, cuidadora y si no cumple con esos roles, queda atascada en la culpa, el pecado, castigo. Por otra parte, se supone que la vida se conserva si “nos quedamos en casa” y bajo ese protocolo/slogan los gobiernos actúan. Sin embargo, ¿quiénes exponen su vida para que otros se queden en casa? Además del personal médico, paramédico, científicos, las personas que laboran en mensajerías, como repartidores de comida, de medicinas, de artículos de limpieza, vendedores ambulantes de productos agrícolas, entre otros. Es decir, la gran masa que forma parte del empleo informal y subempleo.  Este grupo genera una red de servicio que despierta admiración, agradecimiento y ternura y a la vez exponen la inequidad y desigualdad estructural.

 

Por otra parte, hay personas que, gracias a sus recursos, pueden generar entretenimiento y solidaridad para quienes “siempre han estado en casa” por sus condiciones materiales límites, pero van generando una red de ternura, de encuentro cara a cara con la desigualdad e injustica estructurales.

 

Preguntas:

a)  ¿Qué rol juega el sentido de la convivencia en el desarrollo de la espiritualidad?

b)  ¿La justicia, la equidad y la igualdad tienen siempre que estar presentes en el proceso de reaprendizaje o recomposición de la convivencia?

 

4.     El acompañamiento pastoral devela los mandatos religiosos y sociales que sostienen los procesos de sufrimiento

 

Es interesante la contradicción que contiene esta afirmación.  ¿Por qué debemos decodificar los mandatos religiosos cuando se supone que estos contienen experiencias del encuentro con Dios que son liberadoras?

 

En un curso que realicé en Ecuador y Perú, y luego en otro curso en línea, desarrollado el año pasado (2019) para algunos países de la Región, hice un pequeño escrito sobre Lenguaje religioso y violencia. En el mismo escribí lo siguiente:

El lenguaje religioso refleja paradójicamente la realidad de Dios pues Dios no puede ser sometido, encasillado. Así, Dios se esconde en las realidades que no queremos mirar ni nombrar. Nos dice Gustavo Gutiérrez que pensar el misterio de Dios significa partir de su voluntad de autocomunicación. Según la experiencia religiosa narrada bíblicamente Dios se comunica experiencialmente. Se despoja de sí para asumir la realidad caótica, indecente, blasfema y se encarna en ella. Nos dice Gustavo Gutiérrez también que “contemplación y práctica se alimentan mutuamente” (Gutiérrez 1986, 17). Esta revelación paradójica, tiene preferencia por quienes la sociedad y las comunidades de fe se niegan a reconocer, considerar y escuchar. “Es el constante y consistente Dios que se revela ocultándose en personas, grupos y situaciones de vulnerabilidad, o de situaciones escandalosas e indecentes” (Orlov, 2011, 3). ¿Qué pensar, qué hacer, cuando el lenguaje simbólico que representa la experiencia religiosa se convierte en lenguaje violento? Cuando se habla y se narra la experiencia religiosa desde el ejercicio del poder, con la adhesión forzada de quienes son dominados en la misma realidad donde se experimentó la experiencia religiosa; personas que no tienen más remedio que otorgar su consentimiento a la arbitrariedad de la fuerza ejercida racionalmente (Bourdieu, 1999b: 112)… En otras palabras, cuando al narrar la experiencia religiosa no se altera el orden establecido en la realidad donde supuestamente se experimentó la experiencia religiosa.

Se supone entonces, que las narraciones sagradas nos presentan a Dios como aquel Ser Supremo, distinto de los otros dioses y celoso porque es un Dios que ama su Creación y por eso opta por la vida de esta. Es una narración que implica al ser humano en ese amor y opción. El camino de esa opción es una ética del cuidado, de ahí los valores de su reinado: la vida, el amor, la solidaridad, la equidad, la reciprocidad, la gratuidad. Entonces, ¿qué ha pasado con los mandatos religiosos que parecen haber sido secuestrados para sostener los mandatos sociales están encasillados a una cultura patriarcal y consumista? Cultura caracterizada por la jerarquización, la subordinación, la explotación, el egoísmo, la indiferencia.  De ahí que se hace necesario decodificar los mandatos, pues en la vida cotidiana ambos se retroalimentan.

 

Frente a esta realidad, el Acompañamiento Pastoral Contextual y Comunitario es muy necesario. Es el espacio para que en grupo se puedan decodificar los mandatos, en especial aquellos que imponen un status quo en detrimento de la vida y de los valores del reino. Uno de esos mandatos tiene que ver con la sostenibilidad de instituciones como la familia, el matrimonio. El acompañamiento comunitario permite también deliberar temas teológicos, como por ejemplo el significado de los sacramentos y el objeto de su existencia.

 

En el Acompañamiento Pastoral Comunitario es más fácil decodificar la pobreza, comprender cómo y por qué hay una diversidad de familias que están lejos del modelo nuclear compuesto de papá, mamá e hijos. Familias que son bendición de Dios siempre que se priorice la vida y el afecto. También, en el discernimiento colectivo se pueden analizar las vinculaciones fracturadas, en donde el contacto se mueve en el péndulo que va del silencio a la violencia, en donde la afectividad está colmada de temor, inseguridad, abusos, maternidades tempranas, inestabilidad y desconfianza.

 

El Acompañamiento Pastoral Comunitario es el espacio para desaprender y aprender el trabajo en equipo para planificar la sobrevivencia, pasar a las relaciones de mutualidad, romper el silencio o transformarlo en denuncia, pasar de la desconfianza a la confianza, pasar de la violencia al cariño espontáneo, construir redes de solidaridad, redes de denuncia y de recomposición de los espacios de convivencia combinados con espacios de recreación colectiva no competitiva, pasar de ser comunidades de prejuicio a comunidades organizadas para dotarse de servicios e infraestructura que les permita cambiar los estilos de vida.

 

Además, en el Acompañamiento Pastoral Contextual y Comunitario es posible aprender a releer las narraciones sagradas para convertirlas en lecturas terapéuticas, movilizadoras y desafiantes para alcanzar la vida en plenitud.  El acompañamiento Pastoral Contextual y Comunitario también permite revisar los rituales que las comunidades de fe tienen para la celebración de los sacramentos. Tiene la gran ventaja de que puede abrir las puertas y ventanas de las familias y barrios sumidos muchas veces en un círculo vicioso marcado por la pelea, el insulto, la indiferencia, sin que nadie se exponga por temor a represalias. Facilita además el proceso de sanación, pues colectivamente se discierne y se proponen procesos de cambio sin que nadie se sienta amenazado, humillado, señalado y permite revisar los mandatos sin que nadie se sienta “sin piso institucional” o vulnerable porque se “cuestiona las instituciones básicas de la sociedad y de la iglesia”.

 

Preguntas:

a)  ¿Hay realmente contradicción en la afirmación de este punto?

b)  ¿Podemos descolonizar las instituciones básicas (familia, escuela, iglesia…) en el ejercicio del Acompañamiento Pastoral Comunitario?

 

5.     El acompañamiento pastoral despierta la resiliencia personal y social

 

Resiliencia es la capacidad de resistir las adversidades. Resistencia implica que las personas somos capaces de reinventarnos positivamente a pesar de los traumas y de los obstáculos materiales. ¿Cómo puede una persona que ha sido afectada psíquicamente por abusos sexuales, por el maltrato, por el empobrecimiento desde la infancia, por ejemplo, ser sensible, solidaria con otras y puede a la vez cuidarse a sí misma? El secreto está en no ser invisible. Es decir, en que no haya sido invisible al menos para una persona, aunque ese alguien no esté vinculado consanguíneamente con ella. Quiere decir que, se necesita que otra persona o institución le visibilice positivamente. En lenguaje teológico, quiere decir que haya alguien que le respete y le quiera, para que su esperanza se concrete. La ternura desarrolla en las personas la voluntad de afrontar situaciones difíciles. En este sentido, es muy importante que las iglesias organicen factores resilientes para que sean portadoras de buenas noticias a las personas vulnerabilizadas por condiciones familiares y /o sociales.

 

Hace algunos años atendimos a una familia compuesta de dos adultos (papá y mamá) y dos hijos: una niña y un niño. Les estábamos preparando para el bautismo. Cuando preguntamos a los padres la razón del nombre de la niña hubo un silencio y luego la niña dijo que el nombre se lo pusieron en el hospital porque la mamá no la quería. El acompañamiento fue muy importante, sobre todo recrear en el bautismo la bendición de su nacimiento, el amor del equipo de enfermeras que le pusieron el nombre y la sanidad de la relación madre e hija y la adopción paterna. Esa niña es hoy una joven profesional y madre; y según testimonia, gracias a ese ritual ella logró salir adelante, a pesar de…

 

Preguntas:

a)  ¿Cuáles son esos factores resilientes? 

b)  ¿El acompañamiento pastoral puede ser parte de esos factores?

 

6.     El acompañamiento pastoral es un atrevimiento para tener y acceder a la vida plena personal y colectiva

 

¿Qué contenido le daría a esta afirmación? El acompañamiento pastoral es interdisciplinario (dialoga con diferentes áreas teológicas) y transdisciplinario (dialoga con otras ciencias como la filosofía, la psicología, la bioética). Podríamos enumerar aquí algunas disciplinas que le pueden acompañar: la teoría eco-sistémica, la teoría de género, las teorías del desarrollo humano, la teoría de la resiliencia, la teoría del desarrollo de la fe, entre otras. Por otra parte, dialoga con la teología bíblica, la eclesiología, la misionología, la historia de la iglesia, con las confesiones de fe y otras espiritualidades.  Y creo que seguirá abierto a otras disciplinas en la medida que esté desafiado por las condiciones humanas.

 

Bibliografía

Elkaim, Mony, Compilador. La terapia familiar en transformación. Traducido del francés por Irene         Agaff. Barcelona: Paidós, 1998.

Fonseca Rivera Nidia Victoria. “Consejería Pastoral en Contextos de Pobreza Extrema”. Tesis de Maestría, Universidad Bíblica Latinoamericana, 2006.

___________. Lenguaje religioso y violencia. Conferencia dada en Guayaquil,      Ecuador, 2011, Puno, Perú, 2017.

___________. Gestando nuevas relaciones. San José: UBL, 2007.

___________. La relectura bíblica terapéutica en el acompañamiento pastoral contextual y comunitario. Vida y Pensamiento, Vol. 33 y 34 (2013-2014):51-92.

Weber Regina y Fonseca Nidia. “Dándole nombre al dolor”. San José: UBL, 1998.

Melillo Aldo, Suárez Ojeda Elbio, Compiladores. Resiliencia: descubriendo las propias fortalezas. Barcelona: Paidós, 2002.

¿Qué es la huella ecológica, cómo se calcula? Acceso 20 de abril 2020. www.restauraciondeecosistemas.com› que-es-huella-ec

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Nidia V. Fonseca R., costarricense, Docente pensionada de la UBL, Master en Teología Práctica y Pastora Metodista.

Correo electrónico: negomely@hotmail.es

Artículo recibido: 14 de mayo de 2020

Artículo aprobado: 18 de junio de 2020

 

 

 

 



[1] Costarricense, Docente pensionada de la UBL, Master en Teología Práctica y Pastora Metodista.